Revolution time~ Illya

por Invitado Dom Ene 15, 2017 8:26 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Habían pasado un montón de cosas desde que Kotori, armada de valor y coraje, embarcó en el viaje de su vida. Motivada por encontrar los culpables que habían destruido el templo donde había vivido toda su vida, y con pocos o más bien nulos conocimientos del mundo exterior, la rubia aún no había averiguado nada sobre aquello que pretendía investigar. No tenía ningún amigo, y todos tenían una versión muy diferente de como el mundo funcionaba. Su desconfianza había crecido más y más con cada persona que encontraba a su paso. Todos parecían extraños, con algo que ocultar, sin contar que algunos eran... poseídos, o lunáticos si debería usar una palabra más suave. Las cosas funcionaban de una manera diferente al mundo que ella conocía anteriormente, pero poco a poco se iba adaptando. Aún así, a simple vista, dejaba resaltar una aura de ingenuidad y entusiasmo por casi todo.

Por eso, poco tardó en hacer de Coco Park un lugar en su lista de villas a visitar. Cuando escuchó hablar del sitio en una de las tabernas de Micqueot, le pareció fascinante. Aún no sabía mucho que significaba revolución puesto que no había encontrado a nadie para preguntar, pero sabía que mucha gente iba ahí a ver algo. Había aprendido que ser curioso en el mundo exterior, te puede meter en problemas, por lo cual procedía con cierta cautela ante los extraños que no se le dirigían primero, puesto que no quería molestar. Aún así, sus oídos parecían muy finos, aunque se había valido de copas vacías para escuchar detrás de los muros y puertas. Sabía que no podía confiar en la gente a simple vista, y se había llevado un par de sustos por tomarse las cosas a la ligera, cosa que no quería que vuelva a suceder.

Ya había visitado todo el North Blue, así que cambiar de mar le parecía una magnífica idea. Con el dinero conseguido en los viñedos, pudo pagar el viaje que tardó unos buenos días, hasta la Isla Conomi. Había embarcado al barco con un saco que la doblaba en tamaño, lleno de comida, pero al desembarcar, sólo quedaba un pan relleno de champiñones y queso. Puso la mano encima de sus cejas, como si eso la ayudase ver en la lejanía mejor. No sabía muy bien por donde ir, pero ahí le han dicho el camino, más o menos. Abrió el pan, sin poderse resistir más. Además, si no se lo comía hoy seguramente que pronto se estropearía, y ella, no era el tipo de persona que tirase comida precisamente. Empezó a caminar, mirando en todos los lados, aunque el camino se estaba volviendo, ciertamente, solitario.

No habían huellas de asentamiento, ni a la derecha ni a la izquierda, y ya pensaba que se estaba perdiendo. Tomó la bufanda para que se resguardara la cabeza del sol, y miró al cielo. Según la posición del sol, había pasado más o menos una hora desde que había desembarcado, y, aún, ni huella de la villa. Hubiese preguntado a alguien pero el problema es que no tenía a quien. Ya abatida por el sol, decidió sentarse a un lado del camino, bajo un árbol pequeño. Los labios se estaban cortando por la falta de agua y el exceso de calor. Vaya, ¿podía ser que había perdido el camino? Respiraba cansada, decidida de pegarse un sueñecito antes de emprender el camino nuevamente. Seguro que, si esperaba un par de horas, el sol disminuía alrededor de las seis de la tarde.

por Invitado Sáb Ene 21, 2017 2:49 am

Era extraño en muchos sentidos. El hombre se veía interesado por ella aunque podía sentir como la analizaba de manera extraña. Debía ser todo un bicho raro, seguramente. ¿O es que al ser médico quería probar con ella también? Sintió un peligro que venía de la nada, por lo que no pudo evitar dar un paso hacía atrás. De una manera involuntaria, quizás había dicho demasiado y había despertado un interés enfermo en Illya. Pero de repente todo ha cambiado. Él parecía decidido a recordarle que no era el único bicho raro. No era la única diferente. Su cuerpo se separó y dejó florecer dos flores gigantescas blancas. Su estallido sacó a Kotori de la fascinación, hiciéndola saltar hacía atrás un tanto. Miles de copos de nieve caía del cielo, cosa que ella nunca había visto. ¿Dónde lo iba a ver si es que nunca nevaba en donde ella estaba? Miró con una sonrisa hacía arriba, mientras que él decía algo de suma importancia, algo que no quería olvidar nunca. " Nada es imposible ". Nada era imposible. Ellos eran la prueba de ello. No importa lo raros que son, si su existencia era posible, entonces lo imposible no existía.

Sus manos metálicas atrapaban los copos de nieve, así como su cara. No podía sentir nada sobre el metal, pero si que lo podía hacer sobre el resto del cuerpo. Su sonrisa era la mejor que en mucho tiempo, y pronto se iba a volver en una risa sonora. En verdad era un momento genial aquel. Tanto que había olvidado como se sintió al ser interrogada por sus prótesis, como una niña pequeña que había sido regañada pero después la habían dado una paleta dulce. En un sólo minuto, había visto toda la vida pasar por delante suya. Cuando los últimos copos de nieve se derretían al contacto con su cara, miró a Illya. Sus ojos guardaban dos lágrimas grandes estancadas, pero su sonrisa se quedó de la misma forma. - Si eres un médico en verdad, quizás la próxima vez que nos veamos seas capaz de volverme humana de nuevo. - deseaba que así fuese. Aunque ya se había acostumbrado, no le importaría pasar por el mismo dolor de nuevo para volver a sentir.

Escondió la mirada durante un segundo. - Supongo que aquí acaba nuestra aventura. - dijo con un tono algo sentimental, en aquella inocencia y entre las pocas personas que había conocido, Illya era alguien especial. - Yo la verdad... Tengo muchas preguntas que aún estoy haciéndome, y he de encontrar muchas respuestas a mis tantas preguntas. - se aclaró la garganta, y extendió la mano. - Hasta luego, Illya-san. - esperó a que él cogiese la mano y, después de apretarla un poco hizo fuerza para acercar el cuerpo del hombre y darle un abrazo, colgando su brazo detrás de la nuca del moreno. Esnifó un par de veces la flagrancia que desprendía su cuello. No se lo había pensado dos veces, ni tampoco sabía si era indebido o no. Nunca había abrazado a nadie de aquella forma pero Illya le inspiraba una confianza que iba más allá de su voluntad. - Encontrémonos de nuevo, ¿sí? - le hubiese gustado tanto ir con él allí donde fuera. Caminar sola se hacía difícil. Pero sabía que su meta era muy diferente a cualquier persona en el mundo, puesto que ella era la única sobreviviente de la catástrofe de Swallow.

Separó su cuerpo antes de que las dos lágrimas finalmente cayeran por su rostro, y se echó a correr, pasando las puertas de la villa. Cuando ya estuvo a unos diez metros, se dio la vuelta y empezó a agitar una mano con todas las fuerzas. - ¡Hasta luego, Illya-san! - gritó y esperó a que él hiciese un gesto, antes de darse la vuelta y seguir caminando. No sabía si tendría alguna oportunidad de verle. La hubiese gustado sellar un pacto de que se volverían a ver, pero... ¿Quién sabe si eso sucedería? Ahora, sólo sabía una cosa. En verdad... Nada era imposible.

por Invitado Sáb Ene 21, 2017 3:16 pm

No sabía muy bien que pensar, que pensar, decir o hacer, ahora mismo todo era un bucle para él, un sinfín de cosas mezclándose y dándole un pequeño sabor amargo, o quizás agridulce, ya que, para bien o mal, aquello tenía cierto dulzor… sí, no es como si fuera un encuentro malo para él, no, por el contrario, aquello era genial, estaba siendo una experiencia de otro mundo, hace mucho que no hablaba con otro ser humano, demasiado tiempo sin hablar así con otra persona. Entablar una conversación sincera, una conversación real, alejado de la mierda que todos normalmente hablan… No, no había sido nada de eso. La joven se veía impresionada por su nieve, por sus flores gigantes de nieve, algo que en realidad le parecía entretenido, le fascinaba aquel asombro que ella era capaz y había demostrado.

Sus manos intentaban y atrapaban copos de nieve, su cuerpo podía sentir la nieve cayendo, Illya esperaba que el frío pudiese tocar su cuerpo, que sintiese la nieve sobre aquel cuerpo. –Sí, aunque soy un medico, no quiero ilusionarte, no quiero que pienses que la próxima vez que nos veamos tendré una respuesta, no quiero… ilusionarte en vano, yo haré mi máximo esfuerzo y espero que tú hagas lo mismo, quiero que sigas viviendo –señaló el revolucionario a la muchacha mientras observaba aquellos dos orbes cristalinos que ella presentaba. Aquellos ojos vidriosos que parecían estar a punto de romper en llanto.

-Sí, es aquí donde acaba nuestra pequeña aventura señorita, espero que nuestros caminos, así como se juntaron una vez, vuelvan a juntarse en un futuro próximo –dijo con completa sinceridad mientras la miraba, mientras intentaba grabar en su memoria el rostro de aquella joven. –Hasta luego, espero encuentres tus respuestas –musito dándole la mano en respuesta. La chica le abrazo, y sintió como ella olía su cuello, así mismo Illya respiro el aroma de ella, ojala pudiesen volverse a ver. –Sí, nos encontraremos de nuevo –señaló antes de darle un pequeño beso en la frente, para luego dedicarle una sonrisa.

La chica le soltó y corrió en dirección a la villa, era una linda imagen, ella corriendo, Illya observando cómo su cuerpo se perdía lentamente, la media vuelta y aquel grito más el gesto. Lo correspondió elevando la mano en señal de adiós, o quizás, en señal de un gentil “hasta pronto”.

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