Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Revolution time~ Illya
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Revolution time~ Illya
Habían pasado un montón de cosas desde que Kotori, armada de valor y coraje, embarcó en el viaje de su vida. Motivada por encontrar los culpables que habían destruido el templo donde había vivido toda su vida, y con pocos o más bien nulos conocimientos del mundo exterior, la rubia aún no había averiguado nada sobre aquello que pretendía investigar. No tenía ningún amigo, y todos tenían una versión muy diferente de como el mundo funcionaba. Su desconfianza había crecido más y más con cada persona que encontraba a su paso. Todos parecían extraños, con algo que ocultar, sin contar que algunos eran... poseídos, o lunáticos si debería usar una palabra más suave. Las cosas funcionaban de una manera diferente al mundo que ella conocía anteriormente, pero poco a poco se iba adaptando. Aún así, a simple vista, dejaba resaltar una aura de ingenuidad y entusiasmo por casi todo.
Por eso, poco tardó en hacer de Coco Park un lugar en su lista de villas a visitar. Cuando escuchó hablar del sitio en una de las tabernas de Micqueot, le pareció fascinante. Aún no sabía mucho que significaba revolución puesto que no había encontrado a nadie para preguntar, pero sabía que mucha gente iba ahí a ver algo. Había aprendido que ser curioso en el mundo exterior, te puede meter en problemas, por lo cual procedía con cierta cautela ante los extraños que no se le dirigían primero, puesto que no quería molestar. Aún así, sus oídos parecían muy finos, aunque se había valido de copas vacías para escuchar detrás de los muros y puertas. Sabía que no podía confiar en la gente a simple vista, y se había llevado un par de sustos por tomarse las cosas a la ligera, cosa que no quería que vuelva a suceder.
Ya había visitado todo el North Blue, así que cambiar de mar le parecía una magnífica idea. Con el dinero conseguido en los viñedos, pudo pagar el viaje que tardó unos buenos días, hasta la Isla Conomi. Había embarcado al barco con un saco que la doblaba en tamaño, lleno de comida, pero al desembarcar, sólo quedaba un pan relleno de champiñones y queso. Puso la mano encima de sus cejas, como si eso la ayudase ver en la lejanía mejor. No sabía muy bien por donde ir, pero ahí le han dicho el camino, más o menos. Abrió el pan, sin poderse resistir más. Además, si no se lo comía hoy seguramente que pronto se estropearía, y ella, no era el tipo de persona que tirase comida precisamente. Empezó a caminar, mirando en todos los lados, aunque el camino se estaba volviendo, ciertamente, solitario.
No habían huellas de asentamiento, ni a la derecha ni a la izquierda, y ya pensaba que se estaba perdiendo. Tomó la bufanda para que se resguardara la cabeza del sol, y miró al cielo. Según la posición del sol, había pasado más o menos una hora desde que había desembarcado, y, aún, ni huella de la villa. Hubiese preguntado a alguien pero el problema es que no tenía a quien. Ya abatida por el sol, decidió sentarse a un lado del camino, bajo un árbol pequeño. Los labios se estaban cortando por la falta de agua y el exceso de calor. Vaya, ¿podía ser que había perdido el camino? Respiraba cansada, decidida de pegarse un sueñecito antes de emprender el camino nuevamente. Seguro que, si esperaba un par de horas, el sol disminuía alrededor de las seis de la tarde.
Por eso, poco tardó en hacer de Coco Park un lugar en su lista de villas a visitar. Cuando escuchó hablar del sitio en una de las tabernas de Micqueot, le pareció fascinante. Aún no sabía mucho que significaba revolución puesto que no había encontrado a nadie para preguntar, pero sabía que mucha gente iba ahí a ver algo. Había aprendido que ser curioso en el mundo exterior, te puede meter en problemas, por lo cual procedía con cierta cautela ante los extraños que no se le dirigían primero, puesto que no quería molestar. Aún así, sus oídos parecían muy finos, aunque se había valido de copas vacías para escuchar detrás de los muros y puertas. Sabía que no podía confiar en la gente a simple vista, y se había llevado un par de sustos por tomarse las cosas a la ligera, cosa que no quería que vuelva a suceder.
Ya había visitado todo el North Blue, así que cambiar de mar le parecía una magnífica idea. Con el dinero conseguido en los viñedos, pudo pagar el viaje que tardó unos buenos días, hasta la Isla Conomi. Había embarcado al barco con un saco que la doblaba en tamaño, lleno de comida, pero al desembarcar, sólo quedaba un pan relleno de champiñones y queso. Puso la mano encima de sus cejas, como si eso la ayudase ver en la lejanía mejor. No sabía muy bien por donde ir, pero ahí le han dicho el camino, más o menos. Abrió el pan, sin poderse resistir más. Además, si no se lo comía hoy seguramente que pronto se estropearía, y ella, no era el tipo de persona que tirase comida precisamente. Empezó a caminar, mirando en todos los lados, aunque el camino se estaba volviendo, ciertamente, solitario.
No habían huellas de asentamiento, ni a la derecha ni a la izquierda, y ya pensaba que se estaba perdiendo. Tomó la bufanda para que se resguardara la cabeza del sol, y miró al cielo. Según la posición del sol, había pasado más o menos una hora desde que había desembarcado, y, aún, ni huella de la villa. Hubiese preguntado a alguien pero el problema es que no tenía a quien. Ya abatida por el sol, decidió sentarse a un lado del camino, bajo un árbol pequeño. Los labios se estaban cortando por la falta de agua y el exceso de calor. Vaya, ¿podía ser que había perdido el camino? Respiraba cansada, decidida de pegarse un sueñecito antes de emprender el camino nuevamente. Seguro que, si esperaba un par de horas, el sol disminuía alrededor de las seis de la tarde.
InvitadoInvitado
Re: Revolution time~ Illya
Por alguna extraña razón había llegado a aquel lugar, la mítica isla Conomi, el sitio donde se hallaba la villa Cocoyasi. Aunque el camino no había sido fácil, a pesar de estar en esa mismo blue, la isla no había sido fácil de ubicar, mucho menos para alguien que debía mantenerse con el perfil bajo, pues era un revolucionario con un precio sobre su cabeza, un precio asignado a lo que valía su vida, algo curioso en realidad, pues, era la respuesta a ¿Cuánto vale la vida de un ser vivo? Bueno, en su caso, 40 millones de berries, un precio intermedio, que él encontraba bajo, preferiría que su vida valiera como mínimo unos 200 millones de berries, sí, ese era un precio que aceptaría, pero ¿40 millones? Un precio muy bajo, casi un insulto, aunque claro está, que si le habían asignado un precio a su cabeza sería por algo. Ahora volvamos a lo nuestro, por cierto, debo advertirles que suelo ser un poco volátil, como el nitrógeno, o algún otro gas de rápida difusión, es fácil que me escape del concepto principal, y no es que me moleste o que me interese si les molesta, para nada, es una cosa que no me va ni viene, claro está que al señor Illya podría molestarle, pero entre nosotros, jamás sabrá, jamás, o quizás no jamás, pero si desconocerá esta situación por un muy buen tiempo.
Se había enterado por otros miembros de la revolución que en algún momento de la historia, la base de la armada revolucionaria –una de las tantas bases –se había ubicado allí. Desde aquel lugar el east blue se habían movido los hilos de la revolución, sorteando cientos de peripecias, pero ahora solo era un lugar vacio que, según las malas lenguas, funcionaba como un lugar turístico. Un lugar de entretención, un sitio para satisfacer la curiosidad de la gente. Pensar que los revolucionarios habían funcionado allí y se habían armado y movido por allí le confería cierto interés comercial, un interés que en realidad Illya no entendía, aún como revolucionario. Ahora mientras intentaba caminar entre la gente que había –y digo intentar porque sus pies se sentían pesados y le costaba avanzar –por la isla.
Decidió prender un cigarro, le daba lo mismo si a la gente le molestaba el humo, por alguna extraña razón la gente siempre ponía malas caras por su cigarro, aun cuando no eran cigarrillos los que fumaba, aquellas mierdecillas llenas de químicos tóxicos, no, el fumaba cigarros, más preparados, de tabaco enrolado a mano, un buen material fumable, y amaba como el humo llenaba sus pulmones, y se iba extendiendo alrededor de su cuerpo para luego exhalarlo hacia la atmosfera que por efectos físicos ascendía. Ahora mismo nada importaba y siguió caminando un buen tramo sin darse cuenta hacia donde iba, sólo avanzar por avanzar. No tenía idea de adonde se dirigía, y no le interesaba, no de momento, ya llegaría la hora de preocuparse de aquellas trivialidades…
Cuando por fin retomo la conciencia y salió de aquel trance que lo consumía noto con cierto… nerviosismo que el camino lo había llevado a un lugar vacio, desierto, pero no desierto de sequedad, sino, un desierto de “desprovisto de actividad o indicios de actividad humana”. Decidió seguir caminando bajo la posibilidad de que el camino lo llevase a algún lugar que le pudiese ser “conocido” o al menos habitado por alguien que le fuese o pudiese dar información de cómo llegar, o mejor aún, donde mierda estaba. Sorpresa, para él al menos, por fin una persona aparecía en el camino, una chica que parecía dormida bajo la sombra de un árbol, un pequeño árbol que debía de estar fresquito, o que al menos así se veía. Se acerco a ella con lentitud y sigilo, no tenía ganas de despertarla, ni mucho menos de alterarla por su presencia, pero quizás…
-Disculpe señorita ¿Se encuentra bien?
InvitadoInvitado
Re: Revolution time~ Illya
No sabía cuando había cerrado los ojos para dormir, ni cuanto había dormido. El sueño mostraba una Kotori muy diferente, como pillada en algún tipo de posesión infernal. Una Kotori mala, con intenciones sucias, que no paraba de masticar una goma de forma irritante. Esa chica de su sueño, ese lado oscuro que se mostraba alguna vez, parecía intentar salir cuando su conciencia se relajaba lo suficiente, normalmente en sueños. Su cara se fruncía en la realidad, aunque en el mundo de la imaginación sus labios rojos dejaban ver unos dientes perfectamente blancos. Maquillada, con medias de rejilla y un bate de béisbol, destruía vitrinas de todas las tiendas que se encontraba. La maldad se transformaba en una forma de vivir, y el hacer daño no era más que un juego enfermizo. Aquel sueño había hecho que su cara quedase totalmente tapada por el sudor, y sus labios cortados escocían al contacto con el mismo.
Notó una voz que la hacía volver a la realidad, cosa que quería pero no sabía como controlarlo, así que simplemente se dejó llevar. No pudo evitar retirar su pierna metálica que se extendía hasta la pantorrilla ajena por si acaso, en un gesto automático defensivo. Al abrir los ojos, se encontró la cara de un hombre, con algo en la boca que echaba humo, tapando para de su rostro. La visión hizo que la rubia se calme, puesto que no parecía ni de lejos un criminal o alguien peligroso. - Gomenasai! - exclamó fuerte, rascándose la nuca de manera inocente. No era su intención hacer daño, y mucho menos a la única persona que había visto en un buen rato. - E-e-estaba durmiendo y me a-a-asusté. - intentó explicarse, esperando que el hombre no se lo tomase a mal. La verdad es que tenía un pronto muy malo en el sueño, y se había despertado con algo de brusquedad.
Se intentó incorporar para después limpiarse las palmas de sus manos metálicas contra el pantalón corto. - Señor.... perdone. Tiene usted agua, por casualidad? He caminado desde el puerto en búsqueda de Coco Park, pero he decidido acampar al lado del árbol hasta que el sol baje un poco. No parece que esté muy cerca, ¿sabe usted el camino? - mientras hablaba, sus ojos se posaron sobre aquella cosa blanca que colgaba de la boca del hombre. ¿Qué era aquello? Nunca lo había visto hasta ahora, o quizás nunca había prestado tanta atención a alguien que lo llevaba, pero una cosa está clara, en el templo ni rastro de aquella máquina de humo. Su nariz se movía de manera obvia, mientras ella intentaba inhalar el humo con curiosidad.
Ladeó la cabeza varias veces, cerrando los ojos como si intentase salir bajo el hechizo del humo. Su cara volvía a mostrarse igual que hacía unos segundos atrás- Me han dicho que caminase reeecto. - continuó, mostrando el camino que parecía no acabar jamás. - Así que no creo que estoy perdida, creo que la villa está muy lejos - sentenció, para que luego su nariz empiece a moverse de forma graciosa nuevamente, sintiendo el olor extraño que la máquina de humo.
Notó una voz que la hacía volver a la realidad, cosa que quería pero no sabía como controlarlo, así que simplemente se dejó llevar. No pudo evitar retirar su pierna metálica que se extendía hasta la pantorrilla ajena por si acaso, en un gesto automático defensivo. Al abrir los ojos, se encontró la cara de un hombre, con algo en la boca que echaba humo, tapando para de su rostro. La visión hizo que la rubia se calme, puesto que no parecía ni de lejos un criminal o alguien peligroso. - Gomenasai! - exclamó fuerte, rascándose la nuca de manera inocente. No era su intención hacer daño, y mucho menos a la única persona que había visto en un buen rato. - E-e-estaba durmiendo y me a-a-asusté. - intentó explicarse, esperando que el hombre no se lo tomase a mal. La verdad es que tenía un pronto muy malo en el sueño, y se había despertado con algo de brusquedad.
Se intentó incorporar para después limpiarse las palmas de sus manos metálicas contra el pantalón corto. - Señor.... perdone. Tiene usted agua, por casualidad? He caminado desde el puerto en búsqueda de Coco Park, pero he decidido acampar al lado del árbol hasta que el sol baje un poco. No parece que esté muy cerca, ¿sabe usted el camino? - mientras hablaba, sus ojos se posaron sobre aquella cosa blanca que colgaba de la boca del hombre. ¿Qué era aquello? Nunca lo había visto hasta ahora, o quizás nunca había prestado tanta atención a alguien que lo llevaba, pero una cosa está clara, en el templo ni rastro de aquella máquina de humo. Su nariz se movía de manera obvia, mientras ella intentaba inhalar el humo con curiosidad.
Ladeó la cabeza varias veces, cerrando los ojos como si intentase salir bajo el hechizo del humo. Su cara volvía a mostrarse igual que hacía unos segundos atrás- Me han dicho que caminase reeecto. - continuó, mostrando el camino que parecía no acabar jamás. - Así que no creo que estoy perdida, creo que la villa está muy lejos - sentenció, para que luego su nariz empiece a moverse de forma graciosa nuevamente, sintiendo el olor extraño que la máquina de humo.
InvitadoInvitado
Re: Revolution time~ Illya
Y allí se encontraba, a la orilla del camino observando como la joven allí dormitaba. En realidad si lo pensamos bien, no es una buena imagen ¿Lo imaginan? Una chica durmiendo y alguien mirándola, quizás podría caer dentro de un fetiche voyerista para otras personas, pero créanme que las intenciones de Illya eran las más inocentes que pueda haber, al menos en estos momentos. Seguía siendo raro, por eso es que siguió fumando reacio a mirarla demasiado, de manera que si llegaba a pasar alguien no fuese a pensar mal de él. Ordeno sus ropajes, ajusto su corbata aunque no sabía bien si el nudo estaba correcto o derecho, no le gustaba verse desordenado, para nada, la apariencia desaliñada no iba con él, le fastidiaba. Pensó en los tiernos colores que había en el mar blanco, esos colores crema… Sonrió.
Le hablo a la joven, no con intenciones de molestarle, mucho menos con malicia, era genuino interés, a lo mejor llevaba minutos viendo a una muerta ¿Quién sabe no? Era mejor preguntar, y una vez haciéndolo… movimientos extraños fueron hechos por la joven, movimientos muy rápidos y defensivos, aparentemente sabia defenderse, era bueno saber eso, más que muy bueno y malo desde el punto de que tendría que tener cuidado con ella, no fuese a ser que terminase siendo una cazadora de recompensas como le había pasado anteriormente en Syrup. –Buenas señorita –musito con tranquilidad ante su efusiva disculpa, era normal su reacción y no le molestaba, de hecho, ni siquiera lo hacía poner en posición de defensa, de una u otra forma sería raro que alguien allí poseyera algún mecanismo para dañarlo realmente. –Tranquila joven, es completamente normal que se haya asustado, quizás no la desperté de la mejor manera, puede que eso influyese bastante en su despertar –señaló dando una honda calada a su cigarro antes de apagarlo contra la suela de su zapato, ya no quedaba nada… debía dejar de fumar. Prendió otro.
La mujer se limpiaba las manos ¿Metálicas? ¿Qué era ella? Primera vez en su no muy larga vida que veía a alguien así, y aunque no vivían en un mundo precisamente normal… no se veía algo así cada día… y no solo sus manos, sino también una extremidad inferior. -¿Si tengo agua? La verdad es que no… pero puedo solucionar el tema del agua, con relativa facilidad –Illya tomo su porta cigarros, un objeto cuadrado con una entrada circular del diámetro de los cigarros… si los sacaban era literalmente una cantimplora. Saco los cigarros y los metió en el bolsillo interno de su saco para luego introducir un dedo en el orificio y empezar a llenarlo de nieve de muy baja densidad la cual no demoro mucho en convertirse en agua nieve, completamente tomable. –Tome señorita, beba –le dijo extendiéndole su no muy elaborada cantimplora. -¿Coco park? La verdad es que me voy dirigiendo hacia el mismo lugar y tampoco se el camino…
El humo seguía envolviéndolo por completo, lo extasiaba y le reducía al mínimo la ansiedad que normalmente le dominaba, era su terapia, lamentablemente era una terapia que lo mataría eventualmente, uno por otro. –Sí, yo sabía que debía seguir este camino, pero no pensé que fuese así de extenso… señorita, si no le molesta y no le parece extraño… ¿Le gustaría que fuésemos juntos? Por cierto, discúlpeme… soy Illya, Illya Kuryakin.
Le hablo a la joven, no con intenciones de molestarle, mucho menos con malicia, era genuino interés, a lo mejor llevaba minutos viendo a una muerta ¿Quién sabe no? Era mejor preguntar, y una vez haciéndolo… movimientos extraños fueron hechos por la joven, movimientos muy rápidos y defensivos, aparentemente sabia defenderse, era bueno saber eso, más que muy bueno y malo desde el punto de que tendría que tener cuidado con ella, no fuese a ser que terminase siendo una cazadora de recompensas como le había pasado anteriormente en Syrup. –Buenas señorita –musito con tranquilidad ante su efusiva disculpa, era normal su reacción y no le molestaba, de hecho, ni siquiera lo hacía poner en posición de defensa, de una u otra forma sería raro que alguien allí poseyera algún mecanismo para dañarlo realmente. –Tranquila joven, es completamente normal que se haya asustado, quizás no la desperté de la mejor manera, puede que eso influyese bastante en su despertar –señaló dando una honda calada a su cigarro antes de apagarlo contra la suela de su zapato, ya no quedaba nada… debía dejar de fumar. Prendió otro.
La mujer se limpiaba las manos ¿Metálicas? ¿Qué era ella? Primera vez en su no muy larga vida que veía a alguien así, y aunque no vivían en un mundo precisamente normal… no se veía algo así cada día… y no solo sus manos, sino también una extremidad inferior. -¿Si tengo agua? La verdad es que no… pero puedo solucionar el tema del agua, con relativa facilidad –Illya tomo su porta cigarros, un objeto cuadrado con una entrada circular del diámetro de los cigarros… si los sacaban era literalmente una cantimplora. Saco los cigarros y los metió en el bolsillo interno de su saco para luego introducir un dedo en el orificio y empezar a llenarlo de nieve de muy baja densidad la cual no demoro mucho en convertirse en agua nieve, completamente tomable. –Tome señorita, beba –le dijo extendiéndole su no muy elaborada cantimplora. -¿Coco park? La verdad es que me voy dirigiendo hacia el mismo lugar y tampoco se el camino…
El humo seguía envolviéndolo por completo, lo extasiaba y le reducía al mínimo la ansiedad que normalmente le dominaba, era su terapia, lamentablemente era una terapia que lo mataría eventualmente, uno por otro. –Sí, yo sabía que debía seguir este camino, pero no pensé que fuese así de extenso… señorita, si no le molesta y no le parece extraño… ¿Le gustaría que fuésemos juntos? Por cierto, discúlpeme… soy Illya, Illya Kuryakin.
InvitadoInvitado
Re: Revolution time~ Illya
Al parecer al hombre no le importó demasiado lo que había pasado, puesto que permaneció tranquilo y, de alguna manera galán. Le recordaba un rato al idiota que había encontrado al trabajar en los viñedos de Micqueot, como se llamaba.... Oh sí. Paradox. Como olvidar semejante espécimen. Pero igual, mantenía la calma. Aunque se dice que si te quemas con leche soplas hasta en el agua. O lo que sea. Aún así, sus palabras mostraban una faceta totalmente diferente al imbécil. Además de mostrarse mucho más maduro, y tener una interesante máquina de humo que cautivaba la atención de la joven a cada rato. - No, no se preocupe. - miró al suelo, de alguna forma avergonzada o culpable, diría, pero alegre de no haber asustado al hombre que tan solo se tomó las molestas de hablar con ella. Sonrió un tanto, aunque la sonrisa se fue enseguida que él mencionó el hecho de no llevar agua consigo.
¿Quién sale a tan larga caminata sin agua? Aparte de ella, claro. El sal del queso que se tomó horas atrás, plus el sol ardiente del medio día, la habían hecho eliminar más agua de lo que hubiese querido, aunque claro, podía caminar de esa forma por un par de días mas, cordialidad del templo por haberla hecho estar en ayunas muchísimas veces desde que era tan sólo un bebé. Pero entonces... algo cambió. Algo que marcaría la existencia de la muchacha para siempre. Magia. Si aquello no era magia, no sabía que podía ser. El castaño pidió unos momentos, sacó muchas maquinillas de humo de lo que parecía una cantimplora. ¿Porqué guardaba tantas? ¿Quizás podía darle una? Igual, eso no fue ni de lejos lo más excitante. Guardando las maquinillas de humo en un bolsillo, metió un dedo dentro de la cantimplora, y esta se llenó de un líquido. O lo que parecía ser un líquido, pues el desconocido la invitó a beber de ahí. ¿A beber qué? Lo miró con desconfianza, al principio. Para sacar los palitos blancos que se encendían, la cantimplora estaba boca abajo. En ningún momento algo más cayó aparte de los palitos, que, por cierto, estaban totalmente secos.
Se atrevió a olisquear el orificio abierto, y a tocar el objeto con un dedo, sintiendo la baja temperatura del líquido que había en su interior. Dio un pequeño saltito hacía atrás, del susto o más bien dicho de la impresión. Se acercó de nuevo, inquisitiva, poco a poco como si se tratase de un animal que quería cazar. En realidad, el comportamiento de Kotori se podía comparar al de un pequeño mono explorando, pues era casi igual. Tomó la cantimplora con cuidado, haciendo que unas gotas de agua cayeran al suelo. Miró sorprendida al hombre. - ¿Q-q-qué es esto? ¿Cómo lo has hecho? Pero si antes pusiste la cantimplora boca abajo para sacar todas las maquinillas de humo, que salieron secas, y no había ningún liquido aquí. - intentaba razonar con ella misma o, quizás, acorralar al hombre con su lógica para que él no la pudiese mentir. ¡Tenía que saber esto! Nunca en su vida había visto a alguien crear de la nada cosas, y era una sensación de duda, miedo y alivio.
Se preguntarán porqué alivio. Bien, Kotori nunca ha sido de los que creen fervientemente en un dios, de hecho siempre ha dudado su existencia, y eso la hizo pasar realmente malos ratos en su templo de origen. El hecho de que alguien como Illya existía era... era como si no creer en dios tenía sentido. Un humano, o lo que era a simple vista humano, podía crear agua. - ¿Está seguro que no tiene nada malo? Beba primero. - extendió el objeto frío, a su dueño. Prefería morirse de sed que morir envenenada, o quien sabe como. Despejadas todas las dudas, Kotori bebió todo el contenido, y hasta pidió dos rellenos más. El agua fría, casi helada, ponía en funcionamiento todo su cuerpo, como un elixir mágico. Fuese lo que fuera, aquel líquido funcionó de maravillas, haciéndola pensar que puede dar diez rodeos más la isla de ser necesario.
Aquel gesto fue suficiente para que Kotori ya lo viera con buenos ojos. Si él no se hubiese ofrecido a que fueran juntos, lo hubiese hecho ella a la primera oportunidad. Casualmente, se encontraban yendo al mismo sitio. Eso hizo que la rubia mostrase una sonrisa feliz. - ¡Por supuesto que sí! ¡Faltaría más después de la ayuda que usted me brindó! No estaría mal tener compañía en este viaje, además, es mejor que nos perdamos juntos si es que eso pasará. Uno solo puede ser peligroso. Mi nombre es Miura Kotori. Pero me puedes llamar como te venga mejor, no soy quisquillosa con eso. - extendió la mano, esperando que a él no le molestase que fuera de metal. - ¿Qué te trae por Coco Park? Me han dicho que es una antigua base revolucionaria aunque no entiendo muy bien el concepto. Pensaba ir allá a aprender por mi misma. - empezó a caminar lentamente, intentando ir a la par con su nuevo compañero de viaje. Parecía que hoy había conocido a una buena persona, por suerte.
¿Quién sale a tan larga caminata sin agua? Aparte de ella, claro. El sal del queso que se tomó horas atrás, plus el sol ardiente del medio día, la habían hecho eliminar más agua de lo que hubiese querido, aunque claro, podía caminar de esa forma por un par de días mas, cordialidad del templo por haberla hecho estar en ayunas muchísimas veces desde que era tan sólo un bebé. Pero entonces... algo cambió. Algo que marcaría la existencia de la muchacha para siempre. Magia. Si aquello no era magia, no sabía que podía ser. El castaño pidió unos momentos, sacó muchas maquinillas de humo de lo que parecía una cantimplora. ¿Porqué guardaba tantas? ¿Quizás podía darle una? Igual, eso no fue ni de lejos lo más excitante. Guardando las maquinillas de humo en un bolsillo, metió un dedo dentro de la cantimplora, y esta se llenó de un líquido. O lo que parecía ser un líquido, pues el desconocido la invitó a beber de ahí. ¿A beber qué? Lo miró con desconfianza, al principio. Para sacar los palitos blancos que se encendían, la cantimplora estaba boca abajo. En ningún momento algo más cayó aparte de los palitos, que, por cierto, estaban totalmente secos.
Se atrevió a olisquear el orificio abierto, y a tocar el objeto con un dedo, sintiendo la baja temperatura del líquido que había en su interior. Dio un pequeño saltito hacía atrás, del susto o más bien dicho de la impresión. Se acercó de nuevo, inquisitiva, poco a poco como si se tratase de un animal que quería cazar. En realidad, el comportamiento de Kotori se podía comparar al de un pequeño mono explorando, pues era casi igual. Tomó la cantimplora con cuidado, haciendo que unas gotas de agua cayeran al suelo. Miró sorprendida al hombre. - ¿Q-q-qué es esto? ¿Cómo lo has hecho? Pero si antes pusiste la cantimplora boca abajo para sacar todas las maquinillas de humo, que salieron secas, y no había ningún liquido aquí. - intentaba razonar con ella misma o, quizás, acorralar al hombre con su lógica para que él no la pudiese mentir. ¡Tenía que saber esto! Nunca en su vida había visto a alguien crear de la nada cosas, y era una sensación de duda, miedo y alivio.
Se preguntarán porqué alivio. Bien, Kotori nunca ha sido de los que creen fervientemente en un dios, de hecho siempre ha dudado su existencia, y eso la hizo pasar realmente malos ratos en su templo de origen. El hecho de que alguien como Illya existía era... era como si no creer en dios tenía sentido. Un humano, o lo que era a simple vista humano, podía crear agua. - ¿Está seguro que no tiene nada malo? Beba primero. - extendió el objeto frío, a su dueño. Prefería morirse de sed que morir envenenada, o quien sabe como. Despejadas todas las dudas, Kotori bebió todo el contenido, y hasta pidió dos rellenos más. El agua fría, casi helada, ponía en funcionamiento todo su cuerpo, como un elixir mágico. Fuese lo que fuera, aquel líquido funcionó de maravillas, haciéndola pensar que puede dar diez rodeos más la isla de ser necesario.
Aquel gesto fue suficiente para que Kotori ya lo viera con buenos ojos. Si él no se hubiese ofrecido a que fueran juntos, lo hubiese hecho ella a la primera oportunidad. Casualmente, se encontraban yendo al mismo sitio. Eso hizo que la rubia mostrase una sonrisa feliz. - ¡Por supuesto que sí! ¡Faltaría más después de la ayuda que usted me brindó! No estaría mal tener compañía en este viaje, además, es mejor que nos perdamos juntos si es que eso pasará. Uno solo puede ser peligroso. Mi nombre es Miura Kotori. Pero me puedes llamar como te venga mejor, no soy quisquillosa con eso. - extendió la mano, esperando que a él no le molestase que fuera de metal. - ¿Qué te trae por Coco Park? Me han dicho que es una antigua base revolucionaria aunque no entiendo muy bien el concepto. Pensaba ir allá a aprender por mi misma. - empezó a caminar lentamente, intentando ir a la par con su nuevo compañero de viaje. Parecía que hoy había conocido a una buena persona, por suerte.
InvitadoInvitado
Re: Revolution time~ Illya
Ya se sentía más relajado y nuevamente le daba lo mismo donde estaba, ni cuanto demoraría en llegar a su destino final. No sabía si aquella chica se sentía igual, sólo podía asumir que los ánimos ya se habían calmado acerca de lo que había pasado. Seguía interesándole aquella rapidez, aquel instinto que había primado al momento de despertar. Habría sido una buena patada de haber conectado. –Debes estar tranquila, no es como si no me esperase una reacción similar, es lo que yo habría hecho si alguien de repente me despierta y yo no sé muy bien donde estoy –señaló Illya –así que es completamente lógica tu reacción –finalizo mirándola, observándola, analizándola. Parecía muy avergonzada, algo arrepentida por lo que había pasado. Sonrió un poco antes de proseguir con la conversación, se hallaba entretenido.
Obviamente para él, el agua no era un tema relevante, de hecho, era una simple minucia, a pesar de que era el elemento de la vida, el elemento bajo la cual la vida misma, la existencia se sustenta, pero no, Illya no lo necesitaba, su habilidad cubría esas cosas, lo que no cubría era la comida, y siempre andaba con un poco, como medico sabia los resultados de la inanición, lo que provocaba en el cuerpo después de unos días. Sus cigarros ahora descansaban en su bolsillo, a salvos de cualquier cosa, sólo esperaba que no se fuesen a mojar por alguna peripecia que debiese sortear, si eso llegaba a pasar, su día se transformaría inmediatamente en una basura, y esperaba de corazón que eso no pasase, pues ella lo mantenía completamente interesado. La cara de sorpresa de ella no disminuía, como si no entendiese que había pasado, casi como si Illya hubiese hecho… Bueno, el agua ya estaba, y estaba allí para que ella bebiera.
La chica actuó con recelo, como si se tratase de un pequeño animalito. Casi jugando se puso a probar lo que había en la cantimplora a través del tacto, de verdad parecía un animal que conoce por primera vez algo nuevo, algo que no sabe si será bueno o malo y por ende, debe proceder con cautela. Sus palabras le hicieron gracia, parecía que de verdad no entendía que era lo que estaba pasando. –Eso es nieve agua, nieve de baja densidad que rápidamente se transformara e agua por un efecto de la temperatura, no es nada del otro mundo… ¿Cómo lo he hecho? Bueno, soy un usuario de una fruta del diablo, eso me confiere habilidades, soy capaz de crear nieve, es por eso que antes no había liquido, yo lo creé, no es una cosa tan rara, hay gente de habilidades más raras a las mías –finalizo con tranquilidad mientras seguía mirándola, observando y analizando, su actitud no parecía fingida, para nada.
Lo que la chica le dijo lo tomó por sorpresa, realmente estaba reacia. Illya acepto con un gesto, tomo su propia cantimplora y bebió, y dio un buen trago para que ella le creyese, para que no temiese, y luego se la entrego a lo que ella pidió dos veces más… Realmente entretenido, así que relleno dos veces más la cantimplora para que ella bebiese y se sintiese ya más hidratada.
La joven ya se veía mucho mejor, muchísimo mejor, más tranquila y… pero había algo que le seguía llamando la atención, sus partes metálicas, sus partes mecánicas… no sabía cómo definirlo con exactitud y le daba algo de miedo intentar buscar las palabras para preguntar qué era eso y como las había obtenido. En ningún momento miro demasiado, no era prudente. -¿Sí? Me parece genial en ese caso que acepte señorita, la verdad es que como usted dice, es mucho mejor perdernos juntos si es que nos vamos a perder, esta isla podría ser peligrosa para aquellos que deciden transitar sus caminos en solitario –dijo mirando aquellos dos grandes orbes que tenia la chica por ojos. –Encantado Kotori-chan –musito a la joven al tiempo que él le extendía la mano en respuesta, al tacto era extraña aquella mano. -¿Qué me trae? Bueno, soy… digamos que… busco inspiración en la antigua base revolucionaria… sí… inspiración.
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Re: Revolution time~ Illya
La explicación del hombre parecía tener lógica, aún así tomó por sorpresa a Kotori. Y eso, de hecho, se podía leer libremente sobre su rostro. La sorpresa, la admiración. Empezó a mirarle de arriba abajo. Parecía un humano normal, pero aquello era, ciertamente, digno de un dios. Nunca había visto nieve en su vida, pero su maestro le había explicado que, existe un elemento más frío que la lluvia, y más compacto, de color blanco, que cae del cielo y lo cubre todo, y que solo existe en algunas islas. Eso, como con todo lo que había en este mundo, era creación de Dios y nadie podía hacerlo. Eso era extraño, si nadie podía hacerlo, cómo es que Illya lo encontraba con tanta facilidad crearlo. Miró su dedo índice. Seguramente, por el hecho de que le cortaron las cuatro extremidades para sustituirlos con hierros, ella no tendría ninguna habilidad especial. Menudo chasco. Aún así, tendría que haber comido una fruta, por lo que entendió. Ella cultivó muchas frutas a lo largo de su vida en el templo, pero jamás habría escuchado de una fruta del diablo. Y por el nombre, no parecía ser nada bueno.
Meneó la cabeza y bajó su dedo índice al despertar de su ensimismamiento. - Perdón, es que nunca he visto algo así en mi vida, ni he oído sobre ello. - pensó oportuno contarle un poco sobre su vida, ya que él se atrevió mostrar su gran magia, cosa que seguramente no lo mostraría a todo el mundo, o, eso creyó. - He vivido en un templo de la isla golondrina toda mi vida. Es una isla desierta y el templo era lo único que había ahí. Fue destruido hace poco tiempo, y tuve que salir de ahí. Nunca había tenido contacto con el mundo exterior anteriormente. Es todo muy nuevo para mi, lo siento si estoy actuando raro. - hizo una pequeña reverencia, pidiendo perdón de una manera sincera. - Desde que he salido de ahí he visitado muchas islas y he visto muchísimas personas - eso era relativo, puesto que sí se había visto todo el North Blue pero esta era su primera parada en el nuevo mar. - pero ningún poseedor de una calidad tan magnífica. ¿Qué son las frutas del demonio? ¿O diablo? Igual, es la misma entidad - rió un poco por lo bajo, pensando en lo que su maestro diría en este momento.
- He cultivado muchas frutas, pero ninguna del diablo que yo sepa. ¿Dónde se pueden comprar? ¿Piensas que yo podía comer una así? - sus ojos inquisitivos miraban fijamente los ajenos, como si no quisiera perder detalle de su cuento. Sonrió al ver la reacción del chico. Parecía que ya estaban listos para ir. Él estaba buscando inspiración. ¿Había alguna especie de templo allá? No estaba segura, pero la única forma de descubrirlo era llegar a Coco Park. Aquel viaje se estaba convirtiendo en una auténtica aventura. Le gustaba la compañía, y se sentía bastante segura, por algún extraño motivo. No como con el imbécil. Se alegró en su interior. - ¡Quiero visitarlo junto a ti! ¿Sabes algo sobre la revolución? Me gustaría saber que es eso. Alguien me contó sobre la existencia de este sitio en mi última parada, y me pareció interesante ir a ver. Dicen que mucha gente para aquí sólo para ver Coco Park. No sé nada sobre la revolución, pero parece algo importante. ¿De que trata? - quizás demasiadas preguntas. Se estaba convirtiendo en una metiche, y sabía que a veces podía tratase de un precio demasiado alto a pagar por sus preguntas. Intentó mirar a otro sitio. Debía parar de ser tan molestamente inquisitiva. Cerró la boca con fuerza. No pretendía volver a preguntar algo en mucho tiempo. Y, aún así, el humo tocaba con suavidad sus fosas nasales, haciéndose preguntar de nuevo sobre aquellas maquinillas de humo. ¿Acaso se podían usar para el combate? Quería una...
Meneó la cabeza y bajó su dedo índice al despertar de su ensimismamiento. - Perdón, es que nunca he visto algo así en mi vida, ni he oído sobre ello. - pensó oportuno contarle un poco sobre su vida, ya que él se atrevió mostrar su gran magia, cosa que seguramente no lo mostraría a todo el mundo, o, eso creyó. - He vivido en un templo de la isla golondrina toda mi vida. Es una isla desierta y el templo era lo único que había ahí. Fue destruido hace poco tiempo, y tuve que salir de ahí. Nunca había tenido contacto con el mundo exterior anteriormente. Es todo muy nuevo para mi, lo siento si estoy actuando raro. - hizo una pequeña reverencia, pidiendo perdón de una manera sincera. - Desde que he salido de ahí he visitado muchas islas y he visto muchísimas personas - eso era relativo, puesto que sí se había visto todo el North Blue pero esta era su primera parada en el nuevo mar. - pero ningún poseedor de una calidad tan magnífica. ¿Qué son las frutas del demonio? ¿O diablo? Igual, es la misma entidad - rió un poco por lo bajo, pensando en lo que su maestro diría en este momento.
- He cultivado muchas frutas, pero ninguna del diablo que yo sepa. ¿Dónde se pueden comprar? ¿Piensas que yo podía comer una así? - sus ojos inquisitivos miraban fijamente los ajenos, como si no quisiera perder detalle de su cuento. Sonrió al ver la reacción del chico. Parecía que ya estaban listos para ir. Él estaba buscando inspiración. ¿Había alguna especie de templo allá? No estaba segura, pero la única forma de descubrirlo era llegar a Coco Park. Aquel viaje se estaba convirtiendo en una auténtica aventura. Le gustaba la compañía, y se sentía bastante segura, por algún extraño motivo. No como con el imbécil. Se alegró en su interior. - ¡Quiero visitarlo junto a ti! ¿Sabes algo sobre la revolución? Me gustaría saber que es eso. Alguien me contó sobre la existencia de este sitio en mi última parada, y me pareció interesante ir a ver. Dicen que mucha gente para aquí sólo para ver Coco Park. No sé nada sobre la revolución, pero parece algo importante. ¿De que trata? - quizás demasiadas preguntas. Se estaba convirtiendo en una metiche, y sabía que a veces podía tratase de un precio demasiado alto a pagar por sus preguntas. Intentó mirar a otro sitio. Debía parar de ser tan molestamente inquisitiva. Cerró la boca con fuerza. No pretendía volver a preguntar algo en mucho tiempo. Y, aún así, el humo tocaba con suavidad sus fosas nasales, haciéndose preguntar de nuevo sobre aquellas maquinillas de humo. ¿Acaso se podían usar para el combate? Quería una...
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Re: Revolution time~ Illya
Para Illya el mundo no dejaba de ser extraño, a pesar de que él mismo fuese un ente con capacidades más allá de las humanas y de que en sus viajes había visto cosas que en su vida jamás hubiera imaginado, que podrían haber salido de las fantasías de algún “jalado”, de forma que, había desarrollado cierta resistencia a la impresión contra cosas nuevas o fuera de lo normal… corrijo, más allá de lo normal. Su propia habilidad era en si una extrañeza, podía crear su elemento de manera ilimitada, jamás había pensado muy bien hasta que punto servía “ilimitado”. De momento no había intentado comprobar si había algún fin para ese “ilimitado”, pero tampoco es como que quisiera ponerle “peros” a una habilidad que le había acompañado casi desde su infancia.
Era cómica su sorpresa, le agradaba a Illya, le parecía casi como una niña, una jovencita ingenua, inocente… moldeable. -¿No? Bueno, en realidad no es tan raro como se puede creer, es más, encontrarte a gente con habilidades así es normal, casi como “pan de cada día” si lo deseas llamar así –dijo con cierto interés en la joven, le parecía entretenido el asunto. –la ¿isla golondrina? No he tenido el placer de visitarla, y me parece a que suena que está aislada, harto… Y bueno, en realidad lo que me cuentas explica muy bien todo, tu aparente desconexión con algunas cosas, y no te disculpes, es tonto disculparte por tu propia forma de ser ante lo nuevo, no lo hagas, no es como que me molestara tu curiosidad –musito con tranquilidad ante aquella reverencia realizada por la joven, esas cosas eran innecesarias. -¿Sí? ¿Por qué blues has pasado? O ¿Qué islas has recorrido? Es bueno viajar, explorar, pero debes de tener un cuidado único, los mares están llenos de peligros. Como las frutas del diablo… Las frutas son objetos comestibles… de un asquerosísimo sabor pero que te confieren habilidades más allá de lo común, como mi habilidad, pero tiene un precio, jamás podrás nadar una vez la has consumido.
-No es como que se puedan cultivar, la verdad… es que nadie sabe a ciencia cierta cómo es que las frutas pueden ser cultivadas, nadie sabe de dónde vienen, hay teorías, pero solo es especulación… Algunas veces uno que otro mercenario las vende. Y sí, es posible que tú puedas consumir una… -respondió –lo malo es que no sé si estarías haciéndolo por los motivos correctos.
-No es como que se puedan cultivar, la verdad… es que nadie sabe a ciencia cierta cómo es que las frutas pueden ser cultivadas, nadie sabe de dónde vienen, hay teorías, pero solo es especulación… Algunas veces uno que otro mercenario las vende. Y sí, es posible que tú puedas consumir una… -respondió –lo malo es que no sé si estarías haciéndolo por los motivos correctos.
-Pues si quieres visitarlo junto a mí… sigamos avanzando por este camino -¿si sabia algo de la revolución? Esa en si era una peligrosa pregunta que decidió responder, el humo seguía ascendiendo. –Sí… se bastante sobre ella. Más que la revolución, es la armada revolucionaria, y es una organización que se yuxtapone a los intereses del gobierno mundial, intenta frenar la tiranía con la que manejan a las personas, tratan de traer algo de equidad y libertad… Sí, Coco Park fue una de las bases… Creo que no me presente bien la primera vez que nos vimos… Soy Illya Kuryakin y soy un teniente de la armada revolucionaria…
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Re: Revolution time~ Illya
La conversación fluía con una extraña normalidad. Es la primera persona que compartía tanta información, valiosa información, con ella, desde que dejó atrás el templo.Y eso era algo bueno. Ya le venía bien encontrar a alguien que supiera muchas cosas del mundo exterior. Sus orejas estaban bien receptivas al timbre de voz ajeno. Se intentaba mantener en silencio, dándole oportunidad a explayarse lo mucho que necesitaba. Al parecer ese tipo de habilidades eran normales, aunque solo se obtenían por comer una fruta de sabor asqueroso y procedencia indefinida. Nadie sabía si se podía criar, y, por lo visto, algunos la encontraban para después venderlas. Seguramente que mucha gente se refrenaría de comerla por el hecho de no poder nadar pero... Eso para ella no era un problema. Podía tener cualquier mecanismo en su cuerpo que la mantenga a flote de alguna forma o otra, la cosa sería encontrar a alguien lo suficientemente inteligente para hacerlo.
- Oh, así es. En realidad su nombre es Swallow, pero tiene forma de golondrina y hay muchísimas golondrinas allá pues de ahí el nombre popular. Está en el North Blue y no hay nada ahí. Aunque bueno, no supe eso hasta que nuestro templo fue destruido.Parece que siempre tuvo pocos visitantes porque no hay nada que ver allá. - intentaba explicar, si es que eso era posible, su modo de vida hasta a penas unos meses atrás. - He visto todas las islas de North Blue: Rubeck, Minion, Notice, Flevance, Spider Miles .... - paró durante un momento, recordando la isla que venía a continuación, quizás la que más le dolía haberla visitado a pesar de su entusiasmo - Reino de Lvneel... - suspiró mirando hacía otro lado. - Y Micqueot, esa fue la última parada, donde he pasado más de una semana y donde me han hablado de este preciso sitio.
Sus palabras sobre la revolución parecían ser bastante parecidas a lo que Kou le dijo que los marines hacían, aunque con matices. Se interponían en el camino del gobierno, y otros cuentos que Kotori no entendía aún al cien por ciento. Necesitaba tener conceptos claros y establecidos de todas estas facciones que parecían dividir a los humanos, aunque en el templo la habían aprendido que la unión es clave para la supervivencia, al parecer los humanos, en el mundo actual, encontraban realmente difícil estar unidos, por alguna razón o otra. - Ya veo... No estoy muy segura de lo que es el gobierno, pero me han dicho que marina es la que se encarga de mantener el paz en las islas. - era curioso, todo el mundo decía su propia idea, así que, seguramente, tendría que escoger por si misma, y tomarse el tiempo para ver y analizar a todo el mundo.
Al parecer él era uno de los mandos revolucionarios. La rubia se sorprendió, y se puso tiesa en un momento. Seguramente el hombre era mucho más poderoso de lo que ella creía, y la enorgullecía que tomase su tiempo de hablar con alguien tan insignificante como ella. Revolucionario, Marine, o cualquier otra facción aparte de pirata, no importaba mucho, puesto que ella admiraba a la persona en sí, no a la facción. Aunque, de alguna manera u otra, había aprendido a la fuerza que los piratas son los malos, y no quería ninguna conexión con ellos. - ¡E-e-es un placer hablar con usted! - gritó a pleno pulmón, teniendo sus extremidades metálicas pegadas al cuerpo. Aún así, el humo de la maquinilla tocó de manera suave su nariz, produciendo un estornudo tan fuerte, que sus pelos quedaron descolocados y aquella rígida postura se rompió en un movimiento desorganizado, como si de una gelatina se tratase.
- Oh, así es. En realidad su nombre es Swallow, pero tiene forma de golondrina y hay muchísimas golondrinas allá pues de ahí el nombre popular. Está en el North Blue y no hay nada ahí. Aunque bueno, no supe eso hasta que nuestro templo fue destruido.Parece que siempre tuvo pocos visitantes porque no hay nada que ver allá. - intentaba explicar, si es que eso era posible, su modo de vida hasta a penas unos meses atrás. - He visto todas las islas de North Blue: Rubeck, Minion, Notice, Flevance, Spider Miles .... - paró durante un momento, recordando la isla que venía a continuación, quizás la que más le dolía haberla visitado a pesar de su entusiasmo - Reino de Lvneel... - suspiró mirando hacía otro lado. - Y Micqueot, esa fue la última parada, donde he pasado más de una semana y donde me han hablado de este preciso sitio.
Sus palabras sobre la revolución parecían ser bastante parecidas a lo que Kou le dijo que los marines hacían, aunque con matices. Se interponían en el camino del gobierno, y otros cuentos que Kotori no entendía aún al cien por ciento. Necesitaba tener conceptos claros y establecidos de todas estas facciones que parecían dividir a los humanos, aunque en el templo la habían aprendido que la unión es clave para la supervivencia, al parecer los humanos, en el mundo actual, encontraban realmente difícil estar unidos, por alguna razón o otra. - Ya veo... No estoy muy segura de lo que es el gobierno, pero me han dicho que marina es la que se encarga de mantener el paz en las islas. - era curioso, todo el mundo decía su propia idea, así que, seguramente, tendría que escoger por si misma, y tomarse el tiempo para ver y analizar a todo el mundo.
Al parecer él era uno de los mandos revolucionarios. La rubia se sorprendió, y se puso tiesa en un momento. Seguramente el hombre era mucho más poderoso de lo que ella creía, y la enorgullecía que tomase su tiempo de hablar con alguien tan insignificante como ella. Revolucionario, Marine, o cualquier otra facción aparte de pirata, no importaba mucho, puesto que ella admiraba a la persona en sí, no a la facción. Aunque, de alguna manera u otra, había aprendido a la fuerza que los piratas son los malos, y no quería ninguna conexión con ellos. - ¡E-e-es un placer hablar con usted! - gritó a pleno pulmón, teniendo sus extremidades metálicas pegadas al cuerpo. Aún así, el humo de la maquinilla tocó de manera suave su nariz, produciendo un estornudo tan fuerte, que sus pelos quedaron descolocados y aquella rígida postura se rompió en un movimiento desorganizado, como si de una gelatina se tratase.
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Re: Revolution time~ Illya
Y el mundo gira, sigue y sigue, sin intención alguna de detenerse, sin la más mínima intención de ver hacia atrás, no es su problema, no es su idea hacerlo tampoco, no es así como funciona, ni es así como algún día funcionara, es por ello que Illya seguía allí, que todos seguían allí, viviendo, o quizás solo existiendo. Sí… existiendo, porque no podemos asegurar que todos viven, la mayoría solo existe toda su vida o lo hacen hasta el momento preciso en donde eligen empezar a vivir, algunas veces… tardíamente. Es así como mientras Illya seguía allí, así lo hacía aquella joven, poniendo atención inquisitivamente en todo cuanto él decía, como una esponja intentando aprender todo cuanto pudiese, algo realmente interesante para el teniente. Era la primera persona que conocía de esas características, así de abierta e inocente. Era raro toparse con gente así, extremadamente raro, el mundo ya no las presentaba con tanta facilidad. A veces ni siquiera las dejaba existir por mucho tiempo.
-¿Swallow? Primera vez que oigo su nombre, primera vez… Creo que algún día la visitaré solo por la incipiente y creciente curiosidad que crece en mí solo por el nombre, bueno, y por lo de las golondrinas. No he ido muchas veces al North Blue, pocas en realidad, solo he estado en una isla allí… una desde que llegue a este mar azul, y créeme… siempre hay algo que ver, siempre, absolutamente siempre hay algo que ver, aun en la misma nada –señaló ensimismado ante la idea de una isla con forma de golondrina y muchas golondrinas allí, una cosa interesante –y bueno, aparte de Micqueot, conocí Spider Miles ahora que lo mencionas, una cosa realmente asquerosa la que pasa en esa isla, una vergüenza para la sociedad en la que vivimos… bueno, en la que se nos permite existir, es cosa de cada uno elegir si vive o existe. Amé Micqueot cuando estuve allí, fue hace años eso sí, lo había olvidado… muchas veces entierro en el olvido cosas importantes para mí mismo.
–La marina es una entidad un poco extraña, la verdad es que no me gusta discutir sobre ello, son perros que siguen ordenes ciegas y se rigen por un estándar jerarquizado en donde quien tiene más poder es quien manda y ordena de forma ciega, todo ese tipo de poder corrompe, claro está que no soy una limpia y blanca oveja, mucho menos un inocente cordero –finalizo con algo de tranquilidad, esperaba que aquella chica entendiese a medias al menos lo que le intentaba decir.
-Tranquila, no es como si fuese la gran cosa querida, para nada –señaló al tiempo que apagaba el cigarro contra la suela de su zapato, suficiente humo por el momento, era hora de comenzar a moverse. –deberíamos empezar a avanzar antes de que la noche caiga sobre nosotros.
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