Arco Argumental #3 [Tarea #3 - Alguien Ayudeme - ]

Info de la Tarea:

Reviviendo todas las escenas que lo habían llevado hasta aquel momento era sencillo para una persona como Sinclair, quien usualmente se sume en sus propias cavilaciones y regresa a los instantes que incluso su mente ha tratado de esconder, presenciar como su voz pronunciaba las preguntas que incomodaban a ese sujeto al final de la barra, hasta el punto en que se levantaba y caminaba hacia el albino para posteriormente tomarlo y lanzarlo hacia fuera del establecimiento, no sin antes vociferar como solo se trataba de piratas reuniéndose para obtener poder y gloría, algo que ciertamente no era extraño entre aquellos que ansiaban navegar a lo más lejano del Grand Line o que incluso aspiraban alguna vez cruzar al nuevo mundo. Tales palabras en cierto modo, sino en todos, explicaban completamente la paz y la gran concentración de individuos en la isla, aunque ciertamente aquella enorme cantidad era inconcebible y jamas escuchada, debía haber alguien de gran importancia o de gran renombre presente allí como para que tantos fuesen a prestar sus servicios. Más no había más información para Henry, quien tras haber sido enviado hacia la nieve, logro percatarse de como Eden giraba en la esquina, por lo que levantándose con rapidez le seguiría. Hacerlo solo implicaría lo inevitable, verse involucrado en una situación que claramente no comprendía, motivado por un sentido del deber que probablemente no necesitaba tener hacia un individuo que si bien conocía, no poseía una relación especial o significativa con el mismo. Obvio era, que tuvieron un instante en el pasado donde intercambiaron información y se nutrieron mutuamente, más en la actualidad, tras un año de vida, ambos habían crecido y el mundo era distinto, mucho más amplio y complejo, el juego de niños había terminado y el hecho de encontrarse allí no implicaba que pudieran retomar su relación pasada, en cambio, podía significar completamente lo opuesto, aunque estos no eran deseos del Albino.

Ciertamente era incomodo tener que andar tropezando con la nieve a todo momento, correr en esa situación era prácticamente lo opuesto a ideal, sin embargo, si fuese para una clase de entrenamiento o preparación aquel escenario sería más que perfecto para desarrollar habilidades especiales, no solo para la esgrima sino para cualquier arte de combate. Era gracioso como cualquier cosa podía transformarse en algo util y a la vez ser lo peor que le había sucedido hasta aquel instante al albino. En ese mismo tenor, andar detrás de Silverman como un perro faldero o como un acosador no le iba a funcionar, así como dejar a la chica marcharse sin más tampoco parecía hacerle gracia al otro albino, de modo que Henry opto por eliminar el punto intermedio y aumento su velocidad, a lo que podría llamarse su velocidad "real" significando que ahora si deseaba toparse con el Samurái y posarse a su lado para hablarle además de realmente asistirle en su tarea de alcanzar a la fémina frente al dúo. El primer paso en realizar tal acción era proyectar su presencia en el lugar así que habló con una voz que pudiera atravesar la distancia que le separaba de Eden pero no tan fuerte como para expandirse a los alrededores de manera innecesaria. -Silverman!- vociferó mientras continuaba aumentando su velocidad, no le suponía un problema hacer eso pues estaba acostumbrado a acrecentar su paso constantemente no solo en batalla sino también en el diario quehacer, habiendo pronunciado el nombre de su aliado continuó el monologo para que no hubiese dudas de su identidad. -Pareces distinto al año pasado- comentó transformando la interacción en algo mucho más casual para luego presentar una de sus razones para seguirlo. -Debemos hablar, Eden- Confesó al final, estando a penas a unos pasos de alcanzarle y posarse a su lado.

Se trataba del anciano que buscaban, era increíble como le habían tenido enfrente por apenas unos instantes previo a su fallecimiento, si hubieran sido más rápidos, si hubiesen reaccionado de otro modo, si las cosas hubiesen sido distintas entonces aquel hombre, aquel padre aun continuaría con vida y eso provocaba que la sangre del muchacho hirviera en formas que no eran posibles, ni siquiera en aquel infierno que aprendió a llamar su hogar. Por si fuera poco, haberle asesinado no había sido suficiente, los perpetradores y sus cómplices, allegados, amistades, conocidos o incluso compinches ajenos a todo el panorama, estos individuos se burlaban de la muerte y reafirmaban su supuesto derecho para tomar dicha vida sobre un supuesto ataque del viejo, ademas de que este al parecer sabía demasiado sobre un tema en especifico, claramente estaban más borrachos de lo debió para parlotear de esa manera, era una suerte -Si es que tal concepto verdaderamente existía- el hecho de que habían dado en el blanco, dígase en este caso, la espalda y cabeza del anciano, lo cual nos llevaba nuevamente al principio donde arremetieron contra el minero hasta segarle el aliento de vida, algo ciertamente imperdonable.

El susurro que clamaba por sangre continuaba a viva voz, sin embargo, el instinto que se había activado antes se fortalecía a cada instante y tras una mirada a Silverman todo se hizo claro, el cazador no se encontraba en sus cabales, los temores del albino no solo eran ciertos y fundados, sino que para Eden ya era demasiado tarde, más que sentirse impulsado a continuar saciando la sed de su espada o inclinado a cumplir sus deseos, este se sumía completamente en un desligue total de la realidad y dejaba al filo hacer su voluntad con completa y total libertad, una de las etapas más peligrosas de aquella relación. Como buen conocedor de metales pero más que esto, como buen maestro del metal y de los filos, Henry opto por quedarse tranquilo y continuar haciendo lo propuesto, devolver un poco de dignidad al sujeto que debían hallar y rescatar, lo primero en hacer fue girarlo para que quedase boca arriba, al hacerlo este tosió sangre y broto aire de sus pulmones, aun le quedaban palabras por pronunciar más que el albino sería incapaz de comprender y el otro, bueno, el otro se encontraba en medio de una matanza bien merecida de los culpables de aquel crimen.

La sangre teñía la nieve cual lluvia que mancha las calles secas tras una soleada semana, del mismo modo el blanco resplandor se tornaba cada vez más y más siniestro y oscuro, rojo en abundancia. Los gritos de una mujer ajena a todo resonaban a la distancia cual eco interminable que hacía de melodía magnifica para los movimientos llenos de gracia y convicción del cazador, los dedos, las extremidades, incluso las cabezas salían volando o caían rodando sin aviso alguno, era un espectáculo de lo más horripilante para aquellos sensibles de vista o estomago, eventualmente la mirada de Sinclair se alzo más allá del cuerpo ahora en posición de reposo y debidamente cubierto, el chico había concluido su tarea y le entregaba algo de respeto a esa figura paterna que jamas conoció y que en cierta manera había proyectado al difunto. Con esta acción era evidente que tendría que moverse, la lluvia roja no cesaba y era momento de que lo hiciese, incluso en toda su culpabilidad, existía cierta humanidad en ellos y el modo en el cual era destrozados no dejaba lugar para ser tratados como personas.

A falta de prestar atención a sus alrededores, Henry desconocía si sus movimientos eran demasiado tarde o demasiado temprano, solo sabía que debía tomarlos, necesitaba moverse y necesitaba parar a Silverman. Centrando sus ojos en el peliblanco, el pirata llevo su mano hasta su propio sable y lo liberó un poco de su guarda, el sonido característico de tal acción dejó salir un silbido que bien podría haber llamado a la atención de cualquier samurái que se encontrara cerca y el más cercano era sin lugar a dudas el cazador. Alejándose de manera prudente del cuerpo del fallecido para que no se viese envuelto en un enfrentamiento póstumo, el oji-azul libró su arma y se colocó frente a Eden en un intentó de retener sus movimientos lo suficiente como para que entrara en razón y viese lo que había hecho y como solucionarlo, la tarea no sería sencilla más la razón por la cual perseguía al muchacho o más bien, se interesaba inmensamente cuando le encontraba era porque ambos compartían ciertos elementos del pasado y el presente, entre ellos la maldición del espíritu de las espadas. No del todo cuerdo más centrado mucho más en sobrevivir que en otro punto, como lo era bañar de sangre su filo, Henry se dedicó a chocar metal contra metal versus Silverman al tiempo que le dedicaba palabras con tal de sacarlo de aquel trance improbable y quizás incluso imposible. -Eden, Despierta!... Eden!!- Si bien su verbo era corto, su sentir era profundo, puesto si ambos se perdían en aquella furia era probable que se asesinaran mutuamente, y Sinclair deseaba ante todo evitar tal desenlace.

-¡Hijo de puta!- gritó un pirata apuntando con su revolver a la cabeza de Eden mientras este se movía evitando el disparo y a la par atravesando de lado a lado por la parte del corazón al atacante, en su semblante continuaba esa sonrisa sombría y casi al mismo tiempo en un giro rápido cortó ambas piernas de otro sujeto para finalizar por rebanar la cabeza de un tercero hasta el punto que su rostro estaba ya casi por entero manchado con sangre al igual que sus ropajes. “¡Acábalos, mátalos a todos, que nadie quede impune!” exigía su voz siniestra justo cuando se giraba para ver a otra mujer pirata que aparentemente estaba tratando de lanzarle una granada, el efecto fue tal que ella se quedó paralizada, tras ello la granada por el tiempo estalló destrozándola junto a varios hombres más generando así una carnicería de pedazos volando junto con vísceras, aquello fue aprovechado por el samurái para sorprender a los restantes y atravesarles con su espada uno a uno sin ningún problema, nadie de los presentes era rival para la furia blanca que se desataba, solo les quedaba ir muriendo uno a uno.

-¡Perdóname, por favor, haré lo que sea!- gritó en el más absoluto pavor el último de los piratas soltando su espada y arrodillándose con lágrimas en los ojos, para su fortuna, la katana de Silverman se detuvo a milímetros de su cuello, casi como si al haber hecho y dicho aquello se accionase un interruptor que ponía freno a sus embates, empero, los ojos violeta de Eden se postraron sobre el rendido haciéndole temblar de miedo e incluso notándose como el pobre bastardo se orinaba en los pantalones “Él no merece morir, ya no es una amenaza”. El espadachín se retiró dejando al desgraciado entre sollozos y entonces escuchó un sonido bastante particular, algo que simplemente le devolvió la tétrica sonrisa haciendo que mirase por sobre su hombro a Henry -¿Tú también quieres morir?- cambió su katana de mano con alta habilidad haciéndola girar a gran velocidad y preparándose para el enfrentamiento con aquella persona a la que ya no veía como aliado, ni siquiera como un ente vivo, era solamente una sombra que necesitaba erradicar, una que debía ser extinta como todas las demás, a esas alturas ya nada importaba realmente, solo la muerte y el perdón, dos palabras bastante opuestas.

Así, sin dilación, Eden se lanzó contra el otro chocando las espadas, entonces, pese a los esfuerzos del contrario, los efectos de aquel estado de ira eran notorios pues el de ojos violetas obligaba al otro a doblegarse sin demasiado esfuerzo -Es hora de morir, no hay piedad para los perversos- haciendo así uso de su ventaja de fuerza rompió la defensa con un movimiento violento y justo cuando se preparaba para realizar un ataque de carga una voz se hizo eco en su cabeza, los gritos de una mujer que ahora se interponía entre aquellos dos para alcanzar al caído. Por mero instinto de lucha el chico que estaba aferrado a la batalla dio un salto casi a ras de suelo alejándose al menos dos metros de la posición de Sinclair y de la mujer, su katana se mantuvo aferrada a su mano, empero, no hizo ningún otro movimiento salvo observar fijamente a la chica que ahora lloraba desconsoladamente por el anciano, algo de esa escena le mantuvo paralizado, algo le volvía a la mente y solo pudo susurrar -Natsumi…-.

Henry era una persona que no se tomaba a la ligera el librar el filo de su guarda, esto se debía a que reconocía que se trataba de un arma, de un instrumento de muerte, de algo capaz de sesgar vidas por lo que nunca pensaría utilizarlo para proteger, en este caso al mismo Eden de su furia y su deseo de venganza, para el albino el poder propio era capaz de contestar al proveniente del cazador por lo cual se lanzo contra el mismo, aunque mientras lo hacía noto como el muchacho había dejado a un pirata con vida puesto que este se había desecho de sus armas, quizas era este o tal vez se trataba de algún otro motivo, más lo importante era que posiblemente aquel fuera el final del arrebato, más un giro de Silverman le probó a Sinclair que tal cosa no sucedería pronto pues el mismo salió disparado hacia el pirata y las espadas chocaron con la intención de atravesar la defensa y cortar al contrario, aun cuando para el criminal no deseara imponerse y dañar a su aliado.

Era posible que ese fuera el motivo, más para los adentros de Henry este conocía la verdad. La fuerza de Eden estaba muy por encima de lo esperado, era tanto así que la defensa del pirata pronto cesaría de ser útil y sería cortado con toda la furia del cazador, quien parecía sumido completamente en el papel de vengador y destructor, aun sin querer lastimar a su compañero, Sinclair posaba todas sus fuerzas en su sable con la intención de parar al contrario y hacer que sus palabras le llegasen, más nada parecía funcionar y era vencido completamente, el otro peliblanco se imponía a la fuerza y cuanta poseía aquel! sin otra opción más que esperar ser cortado, el chico empezó a deslizar su espada de forma que pudiera controlar el angulo del corte más en un movimiento abrumador toda la defensa de este se deshizo tras un poderoso golpe del Cazador, nada se interponía entre su filo y el cuerpo de Henry.

Retornando a aquel concepto que realmente no comprendía del todo más que en cierta medida había llegado a apreciar e incluso a utilizar, la suerte del pirata parece que no se había terminado pues milímetros previos a recibir el inminente corte fatal que sería propinado a manos de Silverman, una voz resonó con fuerzas y sacó a ambos de su privado mundo violento, retornando a la realidad tanto sus mentes como sus espíritus, la vista que se presentaba frente al pirata era una completamente inverosímil, se trataba de la hija del minero quien había salido a continuar su búsqueda a pesar de haber pedido asistencia, era obvio que jamas se detendría ni se quedaría tranquila mientras otros realizaban el trabajo arduo, era por eso que retornaba a las callas y casualmente se encontraba con la situación frente a ella, donde su padre yacía tendido en el suelo ligeramente arreglado gracias a que Sinclair recobró algo de su honor al posarlo de manera cómoda y apropiada, no le importaba lo que nadie pensara, ningún hombre debía yacer tendido muerto de manera irrespetuosa y vil, por lo cual había movido el cadáver y al parecer había conseguido al menos preservar la sanidad de la chica, aunque la misma estaba a punto de perder tales atributos viéndose envuelta en aquella cruel realidad. Eden se había posado a unos 2 metros quizás más de la posición que ocupaba el oji-azul, por lo que era fácil notar que se encontraba confuso y que pretendía recobrar su conciencia, sin más, el criminal guardo su arma e intentó calmar al albino mientras los sollozos de la mujer hacían eco por todo el lugar, un hombre posiblemente inocente, un padre trabajador y amoroso, un aldeano y posible amigo de muchos, un ser humano había muerto y su descendencia gritaba a todo pulmón a todos los vientos y lugares, mientras procesaba su fallecimiento, no había palabras de aliento para la chica en la mente de Sinclair más sin dejarse notar demasiado, se acerco un poco a esta, solo en caso de que Silverman tuviese otro arranque de ira y muerte.

“¿Y ahora qué hago?” se preguntaba Eden ladeando su cabeza, debido a que Henry ahora estaba envainando su arma no quedaban más enemigos a la vista, pese a sus intentos no pudo dar con más peligros y entonces no tuvo más opción que hacer lo propio. Eden arrojó su espada apenas medio metro en el aire y con habilidad la cachó en pleno vuelo con la contraria envainando la misma de una manera magistral para posteriormente cerrar los ojos y quedarse un momento en silencio. Los recuerdos retornaron de una manera inversa, en esa ocasión no era el odio lo que estaba presente en su mente sino la compasión, la pena y la misericordia, aquellos últimos momentos en Shimotsuki antes de abandonar la isla para siempre dejaron una marca profunda en Eden, hasta el punto que incluso ahora, estando allí parado entre una docena de cuerpos inertes podía sentir la pena embargar su alma.

-Ya he vuelto- su voz se escuchó más normal y al abrir los ojos sus orbes ya no se notaban violeta sino del color habitual, su rostro se giró para ver a todas partes, la sangre estaba presente en cada rincón de aquel manto helado y en sus ropajes, así como su rostro la misma se asentaba de una forma bastante notoria, pudo además ver a Sinclair, parecía estar ileso afortunadamente y eso le dio un tanto de confort. Muchas veces se pensaba que Eden perdía la cabeza, pero no era así, en realidad estaba bastante consiente de todas sus atrocidades, desde el primer asesinato hasta el último pobre diablo perdonado que ahora se encontraba tratando de huir de la escena con el mayor sigilo posible, algo que claramente no se podía permitir, no se iba a dejar ir a alguien así por nada.

-Tú, el que intenta huir- elevó Silverman sin girarse a verlo, haciendo alarde de sus habilidades para detectar a alguien sin tener que verlo directamente, cosa que extrañó y asustó más al pirata, mismo que se quedó estático -¿Por qué hicieron todo esto?, solo necesito que me digas la verdad- aseguró, no esperaba matarlo ni mucho menos, ya había sido demasiada sangre por el momento -¡Es…es…ese tipo descubrió algo que no debía, los…los señores se van a enterar de lo que hiciste aquí, ya verás!, ¡nadie debía entrar en esa caverna, se supone que estaban seguros!- y con aquella incongruencia el pirata tomó suficiente valor para ponerse en pie y comenzar la carrera de huida perdiéndose en la espesura de la tundra. Eden no hizo ni el menor intento de darle seguimiento y al contrario se acercó un tanto a la mujer que ahora lloraba sobre el anciano, quiso decir algo, empero, cambió de opinión y agachando la cabeza simplemente avanzó sin un rumbo fijo, pasó al lado de Henry sin mirarlo y sin decir palabra para adentrarse en el bar que ahora estaba totalmente vacío, sin ningún sobreviviente, solamente el dueño que asustado al ver al samurái salió corriendo despavorido por la puerta trasera dejándole solo.

Pudo notar como el otro sujeto se adentraba en el sitio tras él, aunque no se dignó a mirarle, solamente se hizo con una botella de vino y bebió la misma de un solo trago dejándola vacía -No pude controlarlo, lo siento- fueron sus últimos vocablos antes de cerrar los ojos en una nueva ocasión, sin embargo, en ese momento cayó al frente inconsciente sin decir nada extra, como una roca que se desploma, no hubo más palabras, estaba cansado, solo quería dormir, era lo único que necesitaba para despejar su mente.