Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Hello, daddy [Donner]
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Hello, daddy [Donner]
Recuerdo del primer mensaje :
Los días pasaban cada vez más lentos. Mi pasado plasmaba una dura realidad de mi. Había sido criada en cautividad, y seguía siendo cautiva hasta ahora, decinueve años después. Nunca me pregunté porqué yo. Ni me hacía ideas lastimosas sobre la realidad. Esa era mi vida. La prisionera eterna, el animal enjaulado. Sin ningún tipo de rencor, seguía mi papel al pie de la letra. El tiempo que había estado entre la "civilización" me había bastado para saber un par de cosas sencillas. Era una caníbal. Podía comer carne humana, y cruda, como la gente normal come una hamburguesa. Sentía peculiar cariño hacía los cartílagos de las orejas, eran mi parte favorita. También la piel de los talones, chamuscada. Me gustaba comer cosas de textura extraños, para la delicia de la gente que me miraba horrorizada. Y siempre me pregunté ¿porqué los seres humanos eran tan curiosos? Pagaban para ver algo que les daba una sensación entre asco y miedo. Sus caras me hacían feliz. Muy pocas veces alguien se acercaba a mi para hablarme de humano a humano. Me tenían días sin comer, para que, cuando toque el show, me tiren trocitos de carne. ¿Y aún así, me preguntaba quien era el más cruel ahí?
Sentía cierta afinidad a los niños. Se veían temerosos, pero mucho más puros que los adultos. De hecho, la última vez que había tenido contacto humano, fue de una niña, que metió entre los barrotes una flor. No veía la carne humana como una necesidad, si no más bien un gusto adquirido. Había vivido toda la vida, alimentándome de lo que fuese. No encontraba mucho sabor en las cosas normales, como verduras y otras frutas crudas. Pero sí en la carne, de cualquier tipo y cualquier preparación. Al parecer, eso me hacía un animal. También estaba este... impulso extraño. Una fuerza que me atraía, y me hacía enloquecer. La sangre. Todo mi cuerpo se movía, sin importar la situación en la que estaba. Ahí, encerrada en aquella jaula, miraba entre los barrotes al hombre que me estaba tirando pedacitos de carne en aquel día. Si tan solo podía agarrarle, no dudaría en hincarle el diente. Había pasado casi tres días sin sostento alimenticio. ¿Es que a caso estaba siendo equivocada al actuar como un felino? Saltaba para agarrar los trozos con la boca, y después me sentaba de cuclillas para comer. Estaba casi esquelética. En aquel entonces no habían muchas cosas que pasasen por mi mente. Me había intentado escapar incontables veces, pero sin mucho resultado. Era algo difícil poder escapar cuando uno está desnutrido y esposado.
Durante diecinueve años, había visto el mundo desde el cautiverio. Me preguntaba si iba a morir así, sin experimentar las cosas que los humanos experimentaban. También notaba como las ganas de matar a todo el mundo a mi alrededor se hacían más fuertes. ¿Qué haría un animal, al escapar de su jaula? Posiblemente correr. Pero estaba bien saber que, aunque era un animal para toda esa gente que me miraba disgustada, había planeado varias veces sus muertes. Aquello que haría si tuviese la mínima opción de escapar. No me importaría morir por intentar luchar. Al fin y al cabo, todo era mejor que estar ahí. Me había revelado varias veces contra "mis dueños". Pero es que tampoco me estaban dando chances de luchar. Más bien dicho, la jaula no se abría nunca. Aquel día no era una excepción. El sol brillaba en la alto, en el reino de Bliss. Había acabado el espectáculo, ahora tocaba relajarme. Normalmente, al comer tanto después de tantos días de hambruna, me entraba en sueño. ¿Cama? JA. Me acababa de poner en posición fetal, en el suelo de madera. Se trataba de una jaula grande, sobre cuatro ruedas, que era normalmente tirada de alguien o añadida como anexo a un coche. La jaula se cubría una vez el show acababa, así que para ser sincera, vivía la mayoría de mi vida, en la oscuridad. Llevaba un camisón blanco, y roto. Me veía desnutrida, con el pelo largo cubriéndome gran parte del cuerpo. La sangre se secaba sobre mis manos, aunque la iba lamiendo para limpiarme. Pronto, la oscuridad lo cubría todo. Sabía que ahora tocaba, de nuevo, dormir.
Sentía cierta afinidad a los niños. Se veían temerosos, pero mucho más puros que los adultos. De hecho, la última vez que había tenido contacto humano, fue de una niña, que metió entre los barrotes una flor. No veía la carne humana como una necesidad, si no más bien un gusto adquirido. Había vivido toda la vida, alimentándome de lo que fuese. No encontraba mucho sabor en las cosas normales, como verduras y otras frutas crudas. Pero sí en la carne, de cualquier tipo y cualquier preparación. Al parecer, eso me hacía un animal. También estaba este... impulso extraño. Una fuerza que me atraía, y me hacía enloquecer. La sangre. Todo mi cuerpo se movía, sin importar la situación en la que estaba. Ahí, encerrada en aquella jaula, miraba entre los barrotes al hombre que me estaba tirando pedacitos de carne en aquel día. Si tan solo podía agarrarle, no dudaría en hincarle el diente. Había pasado casi tres días sin sostento alimenticio. ¿Es que a caso estaba siendo equivocada al actuar como un felino? Saltaba para agarrar los trozos con la boca, y después me sentaba de cuclillas para comer. Estaba casi esquelética. En aquel entonces no habían muchas cosas que pasasen por mi mente. Me había intentado escapar incontables veces, pero sin mucho resultado. Era algo difícil poder escapar cuando uno está desnutrido y esposado.
Durante diecinueve años, había visto el mundo desde el cautiverio. Me preguntaba si iba a morir así, sin experimentar las cosas que los humanos experimentaban. También notaba como las ganas de matar a todo el mundo a mi alrededor se hacían más fuertes. ¿Qué haría un animal, al escapar de su jaula? Posiblemente correr. Pero estaba bien saber que, aunque era un animal para toda esa gente que me miraba disgustada, había planeado varias veces sus muertes. Aquello que haría si tuviese la mínima opción de escapar. No me importaría morir por intentar luchar. Al fin y al cabo, todo era mejor que estar ahí. Me había revelado varias veces contra "mis dueños". Pero es que tampoco me estaban dando chances de luchar. Más bien dicho, la jaula no se abría nunca. Aquel día no era una excepción. El sol brillaba en la alto, en el reino de Bliss. Había acabado el espectáculo, ahora tocaba relajarme. Normalmente, al comer tanto después de tantos días de hambruna, me entraba en sueño. ¿Cama? JA. Me acababa de poner en posición fetal, en el suelo de madera. Se trataba de una jaula grande, sobre cuatro ruedas, que era normalmente tirada de alguien o añadida como anexo a un coche. La jaula se cubría una vez el show acababa, así que para ser sincera, vivía la mayoría de mi vida, en la oscuridad. Llevaba un camisón blanco, y roto. Me veía desnutrida, con el pelo largo cubriéndome gran parte del cuerpo. La sangre se secaba sobre mis manos, aunque la iba lamiendo para limpiarme. Pronto, la oscuridad lo cubría todo. Sabía que ahora tocaba, de nuevo, dormir.
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Re: Hello, daddy [Donner]
Las caricias del hombre no paraban, aunque su semblante era frío e inmortal. A muchos podrían darle escalofríos, pero en ese momento él era la persona más cariñosa del mundo. Y es que era un cariño extraño, como el de dos personas que no sabían muy bien que estaban haciendo, pero aún así daban lo mejor de ellas para que eso fuese bien. Sabía que aunque había ignorado mi petición tarde o temprano iba a mencionar algo. Su olor corporal se iba metiendo más y más en mi mente. Aparte de cariños, era una manera de hacerme familiar con él. Recordaría esa esencia, años más tarde. No le perdería nunca te vista, y podría rastrearle ahí donde fuera. Quizás también por la cantidad de tiempo que habríamos de pasar juntos, pero ese primer contacto, fue primordial. Parecía que le diera igual todo eso, pero sus acciones marcaban otro tipo de pauta. Por lo básico que podía pensar en ese momento, no tomé en cuenta ese cara que parecía desinteresada de alguna forma, si no que ya había tomado en consideración el ritmo de su corazón y sus carias. Por alguna razón, le gustaba. Fuese lo que fuese, estaba interesado en mi. De no haber sido así, sabía seguro que sus acciones hubiesen sido otras.
Preguntó por mi nombre, y entonces me senté a su lado. Había agarrado el vino y bebió. ¿Qué iba a decir? Miré hacía otro lado, intentando esquivar su mirada. No tenía un nombre. Nunca lo tuve. Estaba curiosa por saber cual sería, quería buscar a mi madre y preguntarla. Me había enterado ya hace años que la mujer que me ha estado alimentando en mis primeros años, no era mi madre biológica. Había escuchado por encima a los marines hablando. La mujer que me convirtió, o más bien me crió para ser un animal. ¿Qué iba a contestar? Me había apartado demasiado, lo suficiente para que las caricias cesen. Suspiré un poco. Seguramente eso sería extraño para cualquier persona normal. Meneé la cabeza de un lado para otro, en señal negativa. - No tengo. - susurré con media boca, algo frustrada, la verdad. Quería tener uno, y quería que él fuese capaz de llamarme por un nombre, pero la verdad es que había una gran incógnita. - Pero espero que eso no te haga apartarte. - lo miraba de nuevo. Quería saber su posición. Quería saber si todos esos momentos extraños le iban a hacer rechazarla. - Podemos buscar juntos. Mi nombre. - me acercaría con un movimiento rápido a su cara. Una de las cosas que tenía esto de ser animal, era que mis reflejos eran ciertamente, felinos. Silencio, agilidad. No era una persona débil. Saqué mi lengua para lamer su mejilla derecha, y volver a frotarme en su regazo. Me daba igual si me iba a apartar. O odiar. Igual así lo iba a seguir, a acosar, a hacer lo necesario para quedarme a su lado, para siempre.
Preguntó por mi nombre, y entonces me senté a su lado. Había agarrado el vino y bebió. ¿Qué iba a decir? Miré hacía otro lado, intentando esquivar su mirada. No tenía un nombre. Nunca lo tuve. Estaba curiosa por saber cual sería, quería buscar a mi madre y preguntarla. Me había enterado ya hace años que la mujer que me ha estado alimentando en mis primeros años, no era mi madre biológica. Había escuchado por encima a los marines hablando. La mujer que me convirtió, o más bien me crió para ser un animal. ¿Qué iba a contestar? Me había apartado demasiado, lo suficiente para que las caricias cesen. Suspiré un poco. Seguramente eso sería extraño para cualquier persona normal. Meneé la cabeza de un lado para otro, en señal negativa. - No tengo. - susurré con media boca, algo frustrada, la verdad. Quería tener uno, y quería que él fuese capaz de llamarme por un nombre, pero la verdad es que había una gran incógnita. - Pero espero que eso no te haga apartarte. - lo miraba de nuevo. Quería saber su posición. Quería saber si todos esos momentos extraños le iban a hacer rechazarla. - Podemos buscar juntos. Mi nombre. - me acercaría con un movimiento rápido a su cara. Una de las cosas que tenía esto de ser animal, era que mis reflejos eran ciertamente, felinos. Silencio, agilidad. No era una persona débil. Saqué mi lengua para lamer su mejilla derecha, y volver a frotarme en su regazo. Me daba igual si me iba a apartar. O odiar. Igual así lo iba a seguir, a acosar, a hacer lo necesario para quedarme a su lado, para siempre.
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Re: Hello, daddy [Donner]
Mi pregunta había gatillado algo que no debería sorprenderme, puesto que la chica se sentó a mi lado para así alcanzar la botella de vino que había tomado y acabado casi en su totalidad anteriormente para así ella darle el golpe de gracia. ¿En su condición debería estar bebiendo alcohol? ¿Me importaba? Claro que no, ella podía hacer lo que se le diera en gana desde el momento en que la liberé y tomó la decisión de seguirme, a la cual aún no respondía. La joven intentaba esquivar mi mirada, pero ante esto simplemente me le quedaba mirando fijamente con el semblante serio de siempre. Finalmente, y después de ese silencio, escuché lo que ya estaba suponiendo. La joven no tenía nombre y eso parecía frustrarla, mucho.
Pero no demoró en cambiar de actitud, puesto que luego de cruzar miradas nuevamente me decía que no quería que me apartara por ese hecho. ¿Alejarme sólo por el hecho de que no tuviera nombre? Era algo ridículo, los nombres són solo un conjunto de letras, lo que al final me importaba y llamaba la atención eran su forma de ser y las habilidades que la chica tenía. La joven finalmente se me acercó a mi para lamer mi cara tiernamente y empezar a frotar su cabeza nuevamente contra mi pecho. Realmente parecía una felina.
Ante sus acciones, ya había siendo hora de darle una respuesta, no tenía palabras para aceptar su propuesta ante tanto compromiso que ella manifestaba hacia mí, era un apego ciego. Ya había tomado mi decisión. Fue entonces que levanté la cara de la joven con mi mano derecha para así acercarla a mi un tanto brusco para así chocar mis labios con los suyos. Seguramente era su primer beso, podía sentir sus secos labios y el sabor del vino que había tomado hace unos momentos. Aquel repentino beso no era uno cualquiera, este tenía la finalidad de sellar un pacto, aceptando a la joven en mi vida hasta que esta se extinguiera o la suya lo hiciera. Pero por sobre todas las cosas, dejando en claro que me serviría a partir de ahora. - Airu. - le hablé con mi tono de voz de siempre, uno serio, grave y algo ronco, pero tenidiendo a ser esta vez un poco más suave. - Ese será tu nombre a partir de este momento. - seguía mirándola fijamente sin cambiar mi semblante. Luego de aquel beso puse mi mano nuevamente sobre su cabeza para así darle los mimos que tanto la hacía sonreír.
Luego de aquel beso, no hacía falta decir mucho más. Iba a enseñarle todo lo que sabía, tanto en temas cotidianos como lo relacionado a cómo ser un cazador de recompensas. Le enseñaría a pelear y dentro de todo, a servirme como lo deseaba.
Pero no demoró en cambiar de actitud, puesto que luego de cruzar miradas nuevamente me decía que no quería que me apartara por ese hecho. ¿Alejarme sólo por el hecho de que no tuviera nombre? Era algo ridículo, los nombres són solo un conjunto de letras, lo que al final me importaba y llamaba la atención eran su forma de ser y las habilidades que la chica tenía. La joven finalmente se me acercó a mi para lamer mi cara tiernamente y empezar a frotar su cabeza nuevamente contra mi pecho. Realmente parecía una felina.
Ante sus acciones, ya había siendo hora de darle una respuesta, no tenía palabras para aceptar su propuesta ante tanto compromiso que ella manifestaba hacia mí, era un apego ciego. Ya había tomado mi decisión. Fue entonces que levanté la cara de la joven con mi mano derecha para así acercarla a mi un tanto brusco para así chocar mis labios con los suyos. Seguramente era su primer beso, podía sentir sus secos labios y el sabor del vino que había tomado hace unos momentos. Aquel repentino beso no era uno cualquiera, este tenía la finalidad de sellar un pacto, aceptando a la joven en mi vida hasta que esta se extinguiera o la suya lo hiciera. Pero por sobre todas las cosas, dejando en claro que me serviría a partir de ahora. - Airu. - le hablé con mi tono de voz de siempre, uno serio, grave y algo ronco, pero tenidiendo a ser esta vez un poco más suave. - Ese será tu nombre a partir de este momento. - seguía mirándola fijamente sin cambiar mi semblante. Luego de aquel beso puse mi mano nuevamente sobre su cabeza para así darle los mimos que tanto la hacía sonreír.
Luego de aquel beso, no hacía falta decir mucho más. Iba a enseñarle todo lo que sabía, tanto en temas cotidianos como lo relacionado a cómo ser un cazador de recompensas. Le enseñaría a pelear y dentro de todo, a servirme como lo deseaba.
InvitadoInvitado
Re: Hello, daddy [Donner]
El amor movía el mundo de los seres vivos, pero más lo hacía la posesión. Había sido criada como un animal, así que los instintos básicos salían a flote de manera normal. Le había besado de una forma primitiva, para mostrar mi agradecimiento. ¿Porqué quería mostrar tal cosa a un desconocido? Aunque por aquellos entonces no llevabamos más de unas horas juntos, él seguía siendo mi salvador. La única persona que se había acercado y la única que me había dado la libertad que tanto había querido. Ahora, iba a ser suya. Aunque no sabía que era un pacto por parte de ambos. De hecho, aunque pensaba que había visto lo suficiente del comportamiento humano como para juzgar, él no se me hacía fácil. Su semblante siempre serio, la mayoría de las veces sin ningún tipo de expresión. Parecía alguien que llevaba por dentro mucha rabia acumulada, alguien que era siempre enojado. Pero eso, lejos de asustarme, me atraía como un imán. El vino era dulce, y apagaba la sed que tenía. Era cierto, ahora, podía hacer lo que yo quería. Ser lo que yo quería. Era libre. La idea aún se me hacía extraña, pero sobreviviría con el pensamiento firme de que algún día, sabré como vivir en aquella sociedad de donde me tomaron siendo apenas un bebé.
Me pregunté muchas veces como sería si me hubiese criado de una manera normal, pero eso solo serían suposiciones. Nunca lo sabré porque ahora yo era... Eso. Una animal. Y es que siendo un animal, hacía y sigo haciendo cosas de animales. Veía la lamida en la cara como un beso, más él pronto me enseñaría lo que es un beso humano. Su mano tocó mi cara, levantándola de repente y sin darme tiempo a reaccionar, aunque tampoco lo hubiese hecho. Sus ojos brillantes me habían dominado, como si de un hechizo se trataba. En aquellos entonces era... inocente, aunque no lo hubiese parecido. Todo era tan nuevo que hasta a mi me sobrecogía e inhibía. Sus labios tocaron los míos en lo que venía siendo una vil prueba de posesión. Ya era suya, aunque no lo hubiese dicho. Supongo que ese fue un precio justo a cambio de mi libertad. Más tarde supe que me lo iba a tomar enserio. Iba a tomar posesión de él de una forma extraña. Acosadora. Desde las sombras, aunque no era muy obvio para los demás y a veces para él también. Nunca tuve muchos sentimientos, y quizás ahora menos, pero él conseguía y consigue avivar lo poco que hay en mí. Supongo que por eso juré que, sea quien sea que se interponga en mi camino, la mataré sin miramientos. Estaba en mi sangre.
No supe como reaccionar. No es que me avergonzase, o me pusiera roja. Simplemente miraba a la nada, repitiendo esa sensación una y otra vez. Su mano me devolvería a la realidad, moviendo mi pelo de un lado para otro, y haciéndome sonreír de nuevo. Pero ya no era la misma sonrisa. Era mucho más complaciente, como si una asquerosa felicidad brotaba desde el fondo del corazón. ¿Era aquello uno de mis ataques de locura? Intentaba parecer lo más normal posible, aunque habían unas voces detrás de mi cabeza que me incitaban a matarle. O a algún instinto más básico, que nunca fue saciado anteriormente. Pero en realidad, seguía sonriendo de manera inocente. Él dijo un nombre, aunque a la primera no se había quedado en mi cabeza ,aunque no importaba mucho, puesto que él lo iba a repetir más veces aquella velada, lo suficiente para que no se me olvidase. Quería decir algo, pero mi cuerpo se sentía extraño. Como cuando veía sangre, pero de otra forma. La sensación era diferente, pero a la vez igual. Sentía una terrible necesidad de contacto físico, aunque no sabía si eran mis ganas de matar, o algo aún más básico. Antes de saber lo que estaba haciendo, mis piernas ya habían quedado a un lado y a otro de su cadera, y mi mano había cogido su cara para manenerla firme y así no perder contacto visual. Olisqueé el aire que había a su alrededor como un animal. No sabía si eran las voces, el momento. Aunque ahora sí que lo sé. El animal que había dentro de mi, necesitaba satisfacer su deseo más primitivo, y Daddy tenía la difícil tarea de pararme.
Me pregunté muchas veces como sería si me hubiese criado de una manera normal, pero eso solo serían suposiciones. Nunca lo sabré porque ahora yo era... Eso. Una animal. Y es que siendo un animal, hacía y sigo haciendo cosas de animales. Veía la lamida en la cara como un beso, más él pronto me enseñaría lo que es un beso humano. Su mano tocó mi cara, levantándola de repente y sin darme tiempo a reaccionar, aunque tampoco lo hubiese hecho. Sus ojos brillantes me habían dominado, como si de un hechizo se trataba. En aquellos entonces era... inocente, aunque no lo hubiese parecido. Todo era tan nuevo que hasta a mi me sobrecogía e inhibía. Sus labios tocaron los míos en lo que venía siendo una vil prueba de posesión. Ya era suya, aunque no lo hubiese dicho. Supongo que ese fue un precio justo a cambio de mi libertad. Más tarde supe que me lo iba a tomar enserio. Iba a tomar posesión de él de una forma extraña. Acosadora. Desde las sombras, aunque no era muy obvio para los demás y a veces para él también. Nunca tuve muchos sentimientos, y quizás ahora menos, pero él conseguía y consigue avivar lo poco que hay en mí. Supongo que por eso juré que, sea quien sea que se interponga en mi camino, la mataré sin miramientos. Estaba en mi sangre.
No supe como reaccionar. No es que me avergonzase, o me pusiera roja. Simplemente miraba a la nada, repitiendo esa sensación una y otra vez. Su mano me devolvería a la realidad, moviendo mi pelo de un lado para otro, y haciéndome sonreír de nuevo. Pero ya no era la misma sonrisa. Era mucho más complaciente, como si una asquerosa felicidad brotaba desde el fondo del corazón. ¿Era aquello uno de mis ataques de locura? Intentaba parecer lo más normal posible, aunque habían unas voces detrás de mi cabeza que me incitaban a matarle. O a algún instinto más básico, que nunca fue saciado anteriormente. Pero en realidad, seguía sonriendo de manera inocente. Él dijo un nombre, aunque a la primera no se había quedado en mi cabeza ,aunque no importaba mucho, puesto que él lo iba a repetir más veces aquella velada, lo suficiente para que no se me olvidase. Quería decir algo, pero mi cuerpo se sentía extraño. Como cuando veía sangre, pero de otra forma. La sensación era diferente, pero a la vez igual. Sentía una terrible necesidad de contacto físico, aunque no sabía si eran mis ganas de matar, o algo aún más básico. Antes de saber lo que estaba haciendo, mis piernas ya habían quedado a un lado y a otro de su cadera, y mi mano había cogido su cara para manenerla firme y así no perder contacto visual. Olisqueé el aire que había a su alrededor como un animal. No sabía si eran las voces, el momento. Aunque ahora sí que lo sé. El animal que había dentro de mi, necesitaba satisfacer su deseo más primitivo, y Daddy tenía la difícil tarea de pararme.
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Re: Hello, daddy [Donner]
No escuché absolutamente nada venir de la joven luego de que le diera aquel repentino beso, lo único que sí pude ver fue aquella sonrisa complaciente a medida que acariciaba de manera ligeramente brusca su cabeza con mi mano. No era necesario que dijera nada, su sonrisa inocente me dejaban en claro que había captado mi mensaje, o al menos eso creía. Puesto que cuando me estaba por levantar para ir a buscar más vino, pude ver cómo la joven arremetía e impedía esto para quedar prácticamente sentada sobre mí, con sus dos piernas rodeando mi cintura, mirándome fijamente y con su mano tomando mi rostro con firmeza. Al parecer aquel beso no sólo había dado una respuesta por mi parte, sino que también había despertado algo dormido dentro de la chica de cabellos grisáceo y era algo con lo que en lo personal estaba muy familiarizado. El deseo.
Ante esto suspiré, cerrando mis ojos, para así volverla a ver fijamente. Ahora debía calmar lo que yo había empezado, o así al menos lo sentía. No me preocupaba el hecho de que ella se encontraba en un estado deplorable, de hecho, a ella tampoco le importaba en lo absoluto. Fue entonces, cuando deslicé mis dos manos por debajo de la tela que la cubría para así posar mis dos manos sobre su cintura y buscar sus labios nuevamente ahora con más posesión y llenos de aquella emoción que la chica tanto ansiaba. Sin delación alguna, introduciría mi lengua en su boca en el acto para buscar la suya y hacerla mía, si, de eso se iba a tratar todo a partir de ahora, de poseer cada parte de la mujer.
Los besos continuaban, y mientras lo hacía, ella podría sentir cómo mis manos se deslizaban más abajo de sus caderas, hacia por debajo de sus muslos, no podía sentir mucha carne obviamente, pero aún así agarraría la zona con posesión y autoridad. ¿Qué estaría experimentando aquella mujer? Se me pasaba por la mente, pero mi deber y ahora anhelo, era tomar posesión de la mujer. Si me iba a servir a partir de este momento, me aseguraría de que lo hiciera en todos los sentidos. Las cosas se estaban saliendo un poco de control, la salvaje joven caía más y más en sus más instintas y básicas necesidades y aquello, por lo demás, me gustaba.
Ante esto suspiré, cerrando mis ojos, para así volverla a ver fijamente. Ahora debía calmar lo que yo había empezado, o así al menos lo sentía. No me preocupaba el hecho de que ella se encontraba en un estado deplorable, de hecho, a ella tampoco le importaba en lo absoluto. Fue entonces, cuando deslicé mis dos manos por debajo de la tela que la cubría para así posar mis dos manos sobre su cintura y buscar sus labios nuevamente ahora con más posesión y llenos de aquella emoción que la chica tanto ansiaba. Sin delación alguna, introduciría mi lengua en su boca en el acto para buscar la suya y hacerla mía, si, de eso se iba a tratar todo a partir de ahora, de poseer cada parte de la mujer.
Los besos continuaban, y mientras lo hacía, ella podría sentir cómo mis manos se deslizaban más abajo de sus caderas, hacia por debajo de sus muslos, no podía sentir mucha carne obviamente, pero aún así agarraría la zona con posesión y autoridad. ¿Qué estaría experimentando aquella mujer? Se me pasaba por la mente, pero mi deber y ahora anhelo, era tomar posesión de la mujer. Si me iba a servir a partir de este momento, me aseguraría de que lo hiciera en todos los sentidos. Las cosas se estaban saliendo un poco de control, la salvaje joven caía más y más en sus más instintas y básicas necesidades y aquello, por lo demás, me gustaba.
InvitadoInvitado
Re: Hello, daddy [Donner]
Si bien yo nunca había sentido la esencia humana, él la había perdido con el tiempo. Su comportamiento seguía siendo mucho más mundano que el mío, pero sus instintos eran iguales de básicos que los míos. Aún así, ahora creo que siempre supo lo que estaba haciendo, lo estaba haciendo a sangre fría, como parte de un plan maestro, aunque en aquellos momentos sentía cierta afinidad y parecido entre nosotros dos. En mi mente inocente, pensé que se trataba de un animal como yo, por lo cual confiaba ciegamente en cada uno de sus actos. Aparentemente, no se detenía a pensar aquello. Mis movimientos no lo tomaron por sorpresa, así como el agarro violento. ¿Es que acaso estaba acostumbrado a ello? Mi mente no conseguía pensar mucho las acciones tampoco. Y mucho menos cuando él tomó la iniciativa de besarme de aquella forma tan... curiosamente sensual y humana. Habían un montón de sensaciones de golpe que jamás había experimentado. Donner se convertía, quizás si saberlo, el primero en estar en mi espacio privado. Rompía cualquier barrera a la cual estaba acostumbrada, desde el momento en el que me había liberado hasta ahora. Si bien no sabía lo que estaba haciendo, tenía clara una cosa: no habría ningún tipo de límite entre nosotros.
Sentí su sabor, y con eso descubriría un nuevo fetiche humano en mi vida: él. Sus manos empezaban a recorrer mi cuerpo dañado y delgado. Sus labios pensaban desgarrarme con cada caricia violenta, aunque mi mente había perdido hace mucho el curso de las cosas. Podía sentir cierto cosquilleo detrás de las telas que cubrían mi cuerpo desnudo. La carne hacía un llamamiento más allá de la sangre o la muerte, algo que después, vendría buscando más veces. Algo de lo cual tomaría posesión aunque él no lo sabría. Mi cuerpo tenía vida propia, más allá del espíritu que habitaba dentro de mi. El deseo me hacía mover la cadera, aunque nunca lo había hecho antes. La sensación y los actos venían como algo natural, que no necesariamente debía ser aprendido, algo que todos los seres vivos tienen en común: la necesidad de aparearse. No pensé en ningún momento parar, de hecho, como iba a seguir así sentía que mi cuerpo iba a estallar en mil pedazos. Sus dedos parecían dejar un rastro de carne quemada detrás suyo. Su tacto era más caliente que el fuego, aunque sólo lo podía notar en mi interior. A cuanto más frotaba, más confortable me sentía, pero también más fuerza y empeño lo ponía. No sabía si había algo más que lo que estábamos haciendo, pero de haberlo, lo quería ya.
Había una extraña humedad, en el ambiente y no solamente. Mi cuerpo tenía varios modos de responder a las acciones del hombre, aunque mis garras felinas ya se encontraban arrancando la camisa a medio abrochar que tenía, dejando al descubierto su pecho mientras mordía su labio interior hasta causarle sangre. Me estaba poniendo violenta, hasta tal punto que estaba mezclando los deseos de hacer daño con el deseo de sentirle en mis más íntimos sitios. Podía sentir como su sangre invadía mi boca, cosa que, como si no fuese suficiente, me estaba excitando más. Paré durante un momento, mirándole como si no entendía lo que había acabado de hacer. Me puse de cuclillas, rompiendo el contacto con su cuerpo y tomando su cara entre mis manos, mirándole el labio. Al momento me arrepentí, yendo más allá de los instintos básicos. Había herido a mi pareja. Se podía escuchar un llanto animal que venía desde mis adentros, aunque mis labios solo se movieron para lamer su herida, lo que pronto se convertiría en un beso que desencadenaría la búsqueda de su cuerpo nuevamente. El contacto físico. El frote. El deseo de penitencia, y es que no me movería de ahí hasta haber cumplido uno de mis deseos. Tenerle o matarle.
Sentí su sabor, y con eso descubriría un nuevo fetiche humano en mi vida: él. Sus manos empezaban a recorrer mi cuerpo dañado y delgado. Sus labios pensaban desgarrarme con cada caricia violenta, aunque mi mente había perdido hace mucho el curso de las cosas. Podía sentir cierto cosquilleo detrás de las telas que cubrían mi cuerpo desnudo. La carne hacía un llamamiento más allá de la sangre o la muerte, algo que después, vendría buscando más veces. Algo de lo cual tomaría posesión aunque él no lo sabría. Mi cuerpo tenía vida propia, más allá del espíritu que habitaba dentro de mi. El deseo me hacía mover la cadera, aunque nunca lo había hecho antes. La sensación y los actos venían como algo natural, que no necesariamente debía ser aprendido, algo que todos los seres vivos tienen en común: la necesidad de aparearse. No pensé en ningún momento parar, de hecho, como iba a seguir así sentía que mi cuerpo iba a estallar en mil pedazos. Sus dedos parecían dejar un rastro de carne quemada detrás suyo. Su tacto era más caliente que el fuego, aunque sólo lo podía notar en mi interior. A cuanto más frotaba, más confortable me sentía, pero también más fuerza y empeño lo ponía. No sabía si había algo más que lo que estábamos haciendo, pero de haberlo, lo quería ya.
Había una extraña humedad, en el ambiente y no solamente. Mi cuerpo tenía varios modos de responder a las acciones del hombre, aunque mis garras felinas ya se encontraban arrancando la camisa a medio abrochar que tenía, dejando al descubierto su pecho mientras mordía su labio interior hasta causarle sangre. Me estaba poniendo violenta, hasta tal punto que estaba mezclando los deseos de hacer daño con el deseo de sentirle en mis más íntimos sitios. Podía sentir como su sangre invadía mi boca, cosa que, como si no fuese suficiente, me estaba excitando más. Paré durante un momento, mirándole como si no entendía lo que había acabado de hacer. Me puse de cuclillas, rompiendo el contacto con su cuerpo y tomando su cara entre mis manos, mirándole el labio. Al momento me arrepentí, yendo más allá de los instintos básicos. Había herido a mi pareja. Se podía escuchar un llanto animal que venía desde mis adentros, aunque mis labios solo se movieron para lamer su herida, lo que pronto se convertiría en un beso que desencadenaría la búsqueda de su cuerpo nuevamente. El contacto físico. El frote. El deseo de penitencia, y es que no me movería de ahí hasta haber cumplido uno de mis deseos. Tenerle o matarle.
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Re: Hello, daddy [Donner]
Definitivamente algo no era normal aquí, puesto que el autocontrol de a poco iba perdiéndose en la habitación a medida que el calor aumentaba y con ello, el ritmo de mis besos y agarres. La joven, desde esa misma posición, perdía más y más el control, puesto que movía su cadera para frotarse con mi miembro, el cual se encontraba cada vez más y más vivo. El rose, su respiración, todo me hacía ansiar más el hacerla mía y seguir dejándome llevar como siempre.
La chica, entre todo el rose y los besos, arrancó ferozmente mi camisa. Pero, fue entoneces que luego de sentir un leve "pinchazo", pude empezar a sentir un sabor ferroso en mi boca. La chica, en medio de todo su salvajismo me había mordido el labio inferior, haciendo que algo de sangre saliera, todo debido a su instinto animal. No me importaba lo que había ocurrido, al contrario, había despertado aún más ese lado instintivo que tenía dormido. Pero la joven, al ver que me había herido, retrocedió un poco arrepentida. Ante esto simplemente puse mi mano en su rostro de manera brusca para traerla hacia mí una vez que esta se acercaba.
Entre lamidos y besos, mi sangre empezaba a diluirse, puse a la joven nuevamente sobre mi ahora con más posesión y deseo, pero eso no quedaría ahí, puesto que tal y como hizo la joven con mis prendas, lo hice con las suyas, removiendo con fuerza aquella tela que me separaba de sentir su cuerpo desnudo. Este, maltratado y vendado en algunas partes, me llamaba a seguir, fue por ello que la levanté dentro de toda su ligereza para llevarla a la cama con fuerza sin soltar el agarre de sus piernas a mi cintura.
Ahora me encontraba abajo de la peligris, ayudándola en su movimiento de caderas para aumentar el roce y el placer entre nosotros. Su cuerpo desnudo arriba mío, me llamaba a descubrir más partes de su cuerpo, por ello, llevaba mis manos que se encontraban posabas en su cadera para posarlas sobre sus senos y acariciar la zona a medida que la seguía besando de una forma mucho más intensa. No quería detenerme, menos ahora, que el desnudo cuerpo de la mujer me llamaba a ser más básico y salvaje.
La chica, entre todo el rose y los besos, arrancó ferozmente mi camisa. Pero, fue entoneces que luego de sentir un leve "pinchazo", pude empezar a sentir un sabor ferroso en mi boca. La chica, en medio de todo su salvajismo me había mordido el labio inferior, haciendo que algo de sangre saliera, todo debido a su instinto animal. No me importaba lo que había ocurrido, al contrario, había despertado aún más ese lado instintivo que tenía dormido. Pero la joven, al ver que me había herido, retrocedió un poco arrepentida. Ante esto simplemente puse mi mano en su rostro de manera brusca para traerla hacia mí una vez que esta se acercaba.
Entre lamidos y besos, mi sangre empezaba a diluirse, puse a la joven nuevamente sobre mi ahora con más posesión y deseo, pero eso no quedaría ahí, puesto que tal y como hizo la joven con mis prendas, lo hice con las suyas, removiendo con fuerza aquella tela que me separaba de sentir su cuerpo desnudo. Este, maltratado y vendado en algunas partes, me llamaba a seguir, fue por ello que la levanté dentro de toda su ligereza para llevarla a la cama con fuerza sin soltar el agarre de sus piernas a mi cintura.
Ahora me encontraba abajo de la peligris, ayudándola en su movimiento de caderas para aumentar el roce y el placer entre nosotros. Su cuerpo desnudo arriba mío, me llamaba a descubrir más partes de su cuerpo, por ello, llevaba mis manos que se encontraban posabas en su cadera para posarlas sobre sus senos y acariciar la zona a medida que la seguía besando de una forma mucho más intensa. No quería detenerme, menos ahora, que el desnudo cuerpo de la mujer me llamaba a ser más básico y salvaje.
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Re: Hello, daddy [Donner]
La pasión y el deseo se podía ver en casi todo lo que el ser humano hace, pero en aquellos momentos, jamás lo había visto tanto vivamente. El cuerpo ajeno, quemaba. Sus ganas de poseerme, iban más allá de su integridad física. Lo había herido, pero eso lejos de causarle enfado, parecía avivar más el deseo. El impulso. Podía sentir como se estaba entregando por completo al momento pero, ¿qué podía decir yo, cuando yo era la que estaba más perdida aún? Sin tener claros conceptos sobre lo que se tenía que hacer, y sin haberlo experimentado nunca, seguía un ritmo que yo misma había marcado. Desconocía o ni siquiera pensaba que cada cuerpo tiene un ritmo diferente, y sensaciones diferentes. Estaba siendo egoísta. La verdad es que no me interesaba como él se sentía, tanto tiempo que me daba aquello por lo cual mi cuerpo ansiaba tanto. Había más que esos frotes y esos besos, mi cuerpo pedía algo más aunque no tenía conciencia de que. Había algo que faltaba. Nunca había visto un hombre desnudo, ya que en mi pieza siempre me habían alimentado trocitos de carne. Había visto alguna que otra mujer desnuda, esclavizada, pero nunca un hombre.
Sentí como, por segunda vez desde que nos habíamos conocido, me estaba levantando para caminar conmigo. Le era fácil hacerlo, incluso ahora que he ganado peso. Sus músculos no se esforzaron mucho, pero sus manos se clavaban en mi carne, haciéndome saber lo deseoso que estaba. Su cuerpo quedo bajo mío, tendido en la cama, y sus manos arrancaron la fina tela que me cubría. La única tela que había puesto barrera por mi parte, aunque él aún llevaba el pantalón. Sus manos agarraron mis senos, los cuales temblaban bajo su tacto. Mi corazón se agitaba. Necesitaba algo, pero no sabía el que. Mi cuerpo lo pedía, necesitaba algo para que todo el calor bajase. Todo el cosquillo. Las ganas. Los instintos. Me estaba volviendo loca. Su cadera se movía debajo, acentuando aún aquello que él guardaba con recelo debajo de sus telas. Mis manos bajaron hacía su correa, a la cual desabroché con prisa, casi rompiéndola en el intento. No tenía ganas para jugar. La necesidad se había hecho demasiado intensa. Como cuando matas por alimentarte. Intentaba desabrochar su pantalón y buscar aquello que había escondido, pero no sabía como hacerlo. Podía notar que mi cuerpo había dejado un rastro húmedo en el lugar donde se había frotado. Lo besé con pasión, de esos besos que tomaban el aliento. Saboreé todo, haciendo que mis manos dejaran la tarea tan frustrante y dejara mi cuerpo caer sobre el suyo, en un apretón.
Sentí como, por segunda vez desde que nos habíamos conocido, me estaba levantando para caminar conmigo. Le era fácil hacerlo, incluso ahora que he ganado peso. Sus músculos no se esforzaron mucho, pero sus manos se clavaban en mi carne, haciéndome saber lo deseoso que estaba. Su cuerpo quedo bajo mío, tendido en la cama, y sus manos arrancaron la fina tela que me cubría. La única tela que había puesto barrera por mi parte, aunque él aún llevaba el pantalón. Sus manos agarraron mis senos, los cuales temblaban bajo su tacto. Mi corazón se agitaba. Necesitaba algo, pero no sabía el que. Mi cuerpo lo pedía, necesitaba algo para que todo el calor bajase. Todo el cosquillo. Las ganas. Los instintos. Me estaba volviendo loca. Su cadera se movía debajo, acentuando aún aquello que él guardaba con recelo debajo de sus telas. Mis manos bajaron hacía su correa, a la cual desabroché con prisa, casi rompiéndola en el intento. No tenía ganas para jugar. La necesidad se había hecho demasiado intensa. Como cuando matas por alimentarte. Intentaba desabrochar su pantalón y buscar aquello que había escondido, pero no sabía como hacerlo. Podía notar que mi cuerpo había dejado un rastro húmedo en el lugar donde se había frotado. Lo besé con pasión, de esos besos que tomaban el aliento. Saboreé todo, haciendo que mis manos dejaran la tarea tan frustrante y dejara mi cuerpo caer sobre el suyo, en un apretón.
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Re: Hello, daddy [Donner]
Podía sentirlo, y claramente, la humedad que alcanzaba a percibir desde el otro lado del pantalón proveniente de la muy excitada peligris. Los besos se intensificaban, su frote se hacía más intenso y su cuerpo temblaba cuando tocaba y me aferraba a sus pechos. La desesperación de Airu por obtener más de aquello que sentía la llevaron a poner sus manos en mi cintura, a la altura de mi cinturón para poder desabrocharlo. Pero su acción se vió denegada al no saber cómo hacerlo. Su frustrante actuar concluyó en la caída de su cuerpo agotado sobre el mío.
¿Quería descansar? Ese era un derecho que ella en particular no tenía desde el momento en que me juró lealtad y servitud. Fue por eso que la tomé con brusquedad para voltear la situación y quedar sobre ella mirándola fijamente. Acto seguido, desabroché el cinturón que ya se encontraba a medio romper por la fuerza y desesperación de la peligris para así bajar mis pantalones y ropa interior por igual. Ahora la joven de cabello gris podría ver lo que le faltaba para calmar sus deseos, aquel miembro largo, grueso y endurecido que parecía tener vida propia. Lo dejé un rato ahí para que la felina lo contemplara y viera lo que le esperaba. - ¿Es esto lo que buscabas? - preguntaría seriamente para seguir mirándola fijamente a la vez que posaba mi miembro viril endurecido a la altura de sus genitales, haciendo contacto directo. Podía sentir la humedad que este emanaba y el calor enviciante que me hacían mover la cadera instintivamente para que ambas partes se frotaran intensamente.
Al ritmo de mis caderas, mis manos recorrían su cuerpo desde sus muslos, abdomen, senos y finalmente su rostro para así aferrarlo con fuerza con una mano y acercarme para darle un intenso y apasionado beso. Acto seguido, mi boca buscaría su oreja, la cual besaría y mordería con algo de brusquedad. Su esencia, la ternura de esa zona, seguían despertando a esa bestia interior. Por ello, luego de haber "atacado" su oreja, bajé hasta el cuello, el cual besaría de la misma forma para luego morder el mismo con cierta brusquedad, haciendo sangrar el área. Mi deseo por ella seguía en aumento, quería darle ya lo que tanto anhelaba para apaciguar nuestros más básicos y primitivos instintos.
¿Quería descansar? Ese era un derecho que ella en particular no tenía desde el momento en que me juró lealtad y servitud. Fue por eso que la tomé con brusquedad para voltear la situación y quedar sobre ella mirándola fijamente. Acto seguido, desabroché el cinturón que ya se encontraba a medio romper por la fuerza y desesperación de la peligris para así bajar mis pantalones y ropa interior por igual. Ahora la joven de cabello gris podría ver lo que le faltaba para calmar sus deseos, aquel miembro largo, grueso y endurecido que parecía tener vida propia. Lo dejé un rato ahí para que la felina lo contemplara y viera lo que le esperaba. - ¿Es esto lo que buscabas? - preguntaría seriamente para seguir mirándola fijamente a la vez que posaba mi miembro viril endurecido a la altura de sus genitales, haciendo contacto directo. Podía sentir la humedad que este emanaba y el calor enviciante que me hacían mover la cadera instintivamente para que ambas partes se frotaran intensamente.
Al ritmo de mis caderas, mis manos recorrían su cuerpo desde sus muslos, abdomen, senos y finalmente su rostro para así aferrarlo con fuerza con una mano y acercarme para darle un intenso y apasionado beso. Acto seguido, mi boca buscaría su oreja, la cual besaría y mordería con algo de brusquedad. Su esencia, la ternura de esa zona, seguían despertando a esa bestia interior. Por ello, luego de haber "atacado" su oreja, bajé hasta el cuello, el cual besaría de la misma forma para luego morder el mismo con cierta brusquedad, haciendo sangrar el área. Mi deseo por ella seguía en aumento, quería darle ya lo que tanto anhelaba para apaciguar nuestros más básicos y primitivos instintos.
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Re: Hello, daddy [Donner]
Sus ojos brilaban con intensidad. Habíamos pasado por algún tipo de fuego porque nuestra piel estaba en algunos sitios, chamuscada. Podía ver como él poseía algunas heridas graves, puesto que el olor a hierro de su sangre penetraba mis fosas nasales, haciéndome desearlo más. Su cuerpo cambió mi posición, ya que no podía deshabrochar aquel simple cordón que mantenía sus pantalones en sitio. Quizás en una situación normal, podría haberlo roto, pero estaba demasiado débil para eso. Pese a que me había alimentado, no estaría totalmente repuesta hasta dentro de algunos meses, cuando mi cuerpo alcanzaría el peso ideal. Era curioso aquel momento, siempre pensé que era el principio de algo grande e inquebrantable, aunque muchas veces a lo largo de estos tres años me lo plantearía de nuevo. Más cuando vería que no era el hombre de una sola mujer, como dicen los humanos. Pero por aquellos entonces, quizás no pensaba en eso, o quizás simplemente era demasiado inocente como para creer que aquellas manos posesivas realmente me querían solo a mi. Su cuerpo quedó despojado de toda ropa, y sus secretos fueron desvelados para los ojos sumamente puros en el arte erótico. Me quedé mirando durante un momento, seguramente aquello era lo que había esperado durante todo aquel tiempo.
Sonreí ante su pregunta, y asenté con la cabeza. No era una sonrisa juguetona, si no que esa sería la única sonrisa un tanto avergonzada que él vería de mi. Para siempre. La única cosa que me enseñó que desconocía totalmente. Que nunca había visto. Que él sería la primera persona que tomaría, aunque no la última. Con el paso del tiempo, había aprendido reglas de oro en el mundo de los humanos : toma lo que te dan ahora, porque más tarde seguramente se lo dará a otra. Su cuerpo frotándose contra el mío hacía que mis caderas lo empujen. Lo quería dentro, aunque no lo sabía. Podía sentir como me abría ligeramente, aunque eso sólo fuese por su aspecto endurecido. Pensaba torturarme, y pronto lo notaría en sus movimientos. No estaba entrando, simplemente tanteando la zona, haciendo que la parte más sensible de mi ternura se excitase demasiado, y yo perdiera el control sin poder retomarlo en ningún momento en aquella noche, hasta que mi cuerpo hubiese quedado satisfecho y cansado. Mis manos agarraban detrás de la nuca para acercármelo y así poder besar de manera intensa, y, asquerosa para algunos. Mi lengua lamía sus labios antes de saborear el interior de su boca como un animal, de prisa. Mis caderas ya no seguían el mismo ritmo que las suyas. Abracé su cintura y levanté mi pelvis un tanto, separándolo del suyo y permitiendo que aquello que él frotaba contra mi, tomase una posición horizontal. Al sentir su punta, no hice más que apretarle con todas mis fuerzas. Estaba dentro. Por un momento sentí un dolor punzante, como si algo se había roto en mi interior. Paré de besarle y dejé escuchar un suspiro hondo, que salía desde el adentro de mi garganta. Ya era suya.
Sonreí ante su pregunta, y asenté con la cabeza. No era una sonrisa juguetona, si no que esa sería la única sonrisa un tanto avergonzada que él vería de mi. Para siempre. La única cosa que me enseñó que desconocía totalmente. Que nunca había visto. Que él sería la primera persona que tomaría, aunque no la última. Con el paso del tiempo, había aprendido reglas de oro en el mundo de los humanos : toma lo que te dan ahora, porque más tarde seguramente se lo dará a otra. Su cuerpo frotándose contra el mío hacía que mis caderas lo empujen. Lo quería dentro, aunque no lo sabía. Podía sentir como me abría ligeramente, aunque eso sólo fuese por su aspecto endurecido. Pensaba torturarme, y pronto lo notaría en sus movimientos. No estaba entrando, simplemente tanteando la zona, haciendo que la parte más sensible de mi ternura se excitase demasiado, y yo perdiera el control sin poder retomarlo en ningún momento en aquella noche, hasta que mi cuerpo hubiese quedado satisfecho y cansado. Mis manos agarraban detrás de la nuca para acercármelo y así poder besar de manera intensa, y, asquerosa para algunos. Mi lengua lamía sus labios antes de saborear el interior de su boca como un animal, de prisa. Mis caderas ya no seguían el mismo ritmo que las suyas. Abracé su cintura y levanté mi pelvis un tanto, separándolo del suyo y permitiendo que aquello que él frotaba contra mi, tomase una posición horizontal. Al sentir su punta, no hice más que apretarle con todas mis fuerzas. Estaba dentro. Por un momento sentí un dolor punzante, como si algo se había roto en mi interior. Paré de besarle y dejé escuchar un suspiro hondo, que salía desde el adentro de mi garganta. Ya era suya.
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Re: Hello, daddy [Donner]
La joven parecía estar disfrutando el momento y anhelando cada vez más, en especial en el momento en el que pudo contemplar mi miembro endurecido. Ella respondió mi pregunta asintiendo con su cabeza con una sonrisa un tanto avergonzada. Mis movimientos hacían que sus labios inferiores se abrieran ligeramente, llamando a mi ya humedecido miembro a entrar. Pero no, quería seguir viendo esa cara de placer que tenía la joven peligris, quería seguir sintiendo esos salvajes besos hasta que ella sucumbiera ante mí. Estaba disfrutando el momento, aquel salvajismo era combinado con esa satisfacción de estar manipulando los deseos que ahora desbordaban de la mujer.
Pero entonces, pude notar un cambio en el ritmo de sus caderas. Llevó sus manos hacia mi cintura para abrazarme con fuerza y levantar su pelvis de forma que mi miembro empezara a entrar debido a la inercia de mi movimiento. Sabía lo que hacía, y no la detendría, puesto que yo también me estaba aburriendo de aquel tentempié, quería devorar por completo el cuerpo de la joven hasta que quedara satisfecho. Finalmente, entró. Pero al penetrarla sentí algo diferente, algo característico que muy pocas veces había podido sentir, era casi como si hubiera roto algo en su interior. Era virgen.
Un profundo gemido salió desde su boca al mismo tiempo que me aprisionaba con fuerza. De seguro le tuvo que haber dolido, ahora debería ir con más calma. ¡HA! Claro que no. Si me iba a servir a partir de este momento, tendría que saber que quien llevaría las riendas en toda circunstancia sería yo. Fue entonces que sonreí levemente para relamer mis labios ahora levemente ensangrentados para volver a sentir aquel ferroso sabor. Me detuve un momento para acercarme a su oído. - Ahora eres mía, mujer. - le comenté susurrante con mi tono de voz serio, gave y algo ronco de siempre, curiosamente con una sonrisa de oreja a oreja un tanto macabra para finalmente morder su oreja en lo que parecía casi una despedida para volver a alejarme de ella y retomar la posición que tenía antes, apoyando mis manos en la suave cama que ya se encontraba casi totalmente desecha por toda la acción. Había llegado la hora de recuperar el tiempo perdido, por lo que empecé a mover mis caderas, incluso más que antes. En cada movimiento retiraba casi completamente mi erecto y algo ensangrentado miembro para así volver a penetrar a la mujer, esto con gran intensidad. Me aferraría con una mano a su cabello para así acercarme y darle un intenso y salvaje beso a medida que mis movimientos pendulares se hacían cada vez más intensos. Lo estaba disfrutando, pero aún faltaba mucho para poder quedar satisfecho.
Pero entonces, pude notar un cambio en el ritmo de sus caderas. Llevó sus manos hacia mi cintura para abrazarme con fuerza y levantar su pelvis de forma que mi miembro empezara a entrar debido a la inercia de mi movimiento. Sabía lo que hacía, y no la detendría, puesto que yo también me estaba aburriendo de aquel tentempié, quería devorar por completo el cuerpo de la joven hasta que quedara satisfecho. Finalmente, entró. Pero al penetrarla sentí algo diferente, algo característico que muy pocas veces había podido sentir, era casi como si hubiera roto algo en su interior. Era virgen.
Un profundo gemido salió desde su boca al mismo tiempo que me aprisionaba con fuerza. De seguro le tuvo que haber dolido, ahora debería ir con más calma. ¡HA! Claro que no. Si me iba a servir a partir de este momento, tendría que saber que quien llevaría las riendas en toda circunstancia sería yo. Fue entonces que sonreí levemente para relamer mis labios ahora levemente ensangrentados para volver a sentir aquel ferroso sabor. Me detuve un momento para acercarme a su oído. - Ahora eres mía, mujer. - le comenté susurrante con mi tono de voz serio, gave y algo ronco de siempre, curiosamente con una sonrisa de oreja a oreja un tanto macabra para finalmente morder su oreja en lo que parecía casi una despedida para volver a alejarme de ella y retomar la posición que tenía antes, apoyando mis manos en la suave cama que ya se encontraba casi totalmente desecha por toda la acción. Había llegado la hora de recuperar el tiempo perdido, por lo que empecé a mover mis caderas, incluso más que antes. En cada movimiento retiraba casi completamente mi erecto y algo ensangrentado miembro para así volver a penetrar a la mujer, esto con gran intensidad. Me aferraría con una mano a su cabello para así acercarme y darle un intenso y salvaje beso a medida que mis movimientos pendulares se hacían cada vez más intensos. Lo estaba disfrutando, pero aún faltaba mucho para poder quedar satisfecho.
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