One Piece Blue Sky
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Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Mensaje por Invitado Vie Ene 13, 2017 7:34 pm

Tar-Mairon

Gorthaur
27 años

Humano
Criado en Ohara

Nivel 4
Civil

Masculino
Heterosexual


Datos Físicos

• Estatura: 1.96 metros de altura.
• Peso: 116 kilogramos. Su cuerpo es un poco más pesado de lo habitual pues se ejercita a menudo y su masa muscular es considerable.
• Cicatrices, tatuajes o heridas a considerar: Debido a un incidente en su juventud [Ver Historia] sus brazos se encuentran marcados por cicatrices y suturas que le rodean las extremidades superiores desde un poco más abajo del hombro hasta los dedos. A simple vista parecen suturas recientes, pero son heridas ya curadas casi en su totalidad.
• Vestimenta habitual: Usualmente Gorthaur se presenta como un sujeto bastante peculiar, pues porta un traje negro muy sobrio, con camisa blanca y corbata roja casi en la mayoría de las veces. Sus zapatos, de talla 44 son blancos y del tipo deportivo, lo que contrasta con su vestimenta y atraería la atención de no ser por su semblante. Usa una máscara muy extraña, con la forma de un corazón humano y de una textura bastante rara, por no decir pegajosa y húmeda, que cubre todo su rostro tanto de la roja carnosidad como de venas púrpuras y azules. La máscara tiene un par de agujeros desde donde revela sus ojos, pero al usarla al revés, nos e ve orificio para la boca. Del lado contrario de la cabeza, la máscara revela una sonrisa superpuesta por dientes esqueléticos y orificios perfectamente circulares tanto para los ojos como para las fosas nasales.

Cuando quiere pasar desapercibido o presentarse como alguien diferente a la entidad conocida como Gorthaur, el joven se deshace de la máscara revelando que usa anteojos cuadrados y unos finos guantes blancos que cubren sus cicatrizadas manos.

• Otros datos: Su pálido y fibroso cuerpo se yergue en toda su magnífica altura, con un abdomen y extremidades entrenadas por una rutina de ejercicios y mucha habilidad para correr que hacen del muchacho una admirable máquina para la supervivencia y el aguante. Gorthaur corona su cabeza con dorados picos de cabellos cortos y casi tan luminosos como el sol de media tarde, mismo que se refleja en el azul de sus ojos claros y lo expresiva de su mirada aun cuando lleva puesta la máscara. No tiene mayores defectos y su cuerpo está bien formado y trabajado, dejando como punto de observación en su desnudes, dos detalles importantes; El primero, son sus cicatrices, suturadas y esparcidas a lo largo de sus brazos y manos que le dan una apariencia terrible. El segundo detalle es su miembro, de 28 centímetros de longitud.


Historia


Historia Especial
El verdadero inicio de la existencia sucede cuando el propio ser y todos los demás, unidos cual sola esencia, aceptan y valoran la existencia del recién creado, como pieza fundamental del todo.

Nacido de una florista en LogueTown y de un agente del gobierno de alto prestigio, el bebé conocido en un inicio como “Mi cielo” no tuvo oportunidad siquiera de ser reconocido como un ser existente, pues jamás obtuvo un nombre de nacimiento ni el cariño de sus padres por un periodo mayor al de dos días. Esto se debió a una específica suerte variopinta y a la idea de su progenitora de esperar al padre para dotar al infante de un nombre con el que ambos se sintieran contentos, plan que fue interrumpido por el asalto de los últimos remanentes de la trémula lealtad que guardaban algunos piratas del fallecido Yonkô Bad Boy y que huyendo del nuevo jefe al que apodaban Barbablanca desataban su furia y odio en las islas desprotegidas de los mares cardinales. Ese día, Luoise, la florista de la ciudad y a quien muchos no veían en semanas, huyó al puerto y dejó sobre las agitadas aguas a su único hijo, a quien arrulló con una vieja tonada y cubrió con mantas impermeables, dejándolo al cuidado del mar con la única protección de un martillo heredado que no podía empuñar. El último vistazo que tuvo la dama antes de ser atravesada por una lanza negra, fue el de la pequeña canasta alejándose con el oleaje, y con ella, su único descendiente.

El mundo obra de maneras curiosas y no precisamente justas, pero como si se tratara de un ser viviente que controla su propio destino, manipula las pobres almas incapaces de definir su ruta, y las lleva, a donde sea el mejor lugar para que sean moldeadas a la forma útil que merecen. El huérfano sin nombre, hambriento y moribundo, terminó por llegar a las costas de Ohara, un lugar muy distante y donde por azares de la misteriosa fortuna, fue rescatado por un viejo ermitaño al que todos llamaban Mel-or y que, apiadándose a medias, decidió cuidar del infante y criarlo en la medida que pudiera, entregándole, como el primero de los muchos regalos que le haría, su primer nombre: Mairon. De esta forma creció el muchacho recluido en una vieja y enorme biblioteca abandonada( Click), donde aprendió tantas cosas como cabían en su mente y leyó una infinidad de libros, explicando al anciano incluso algunas cosas que él mismo había descifrado y que escapaban al entendimiento y comprensión del tutor, por esto, Mel-or, quien siempre le había tratado más como un estudiante o aprendiz que como un hijo, se hallaba rebosante de felicidad y satisfacción, y pintándole los rubios cabellos al niño de un sobrio y oscuro azabache, le permitió salir de su hogar por primera vez, dejándole acompañarle al poblado y presentándolo como su nieto, a lo que todos se vieron, en primera instancia, sorprendidos.

La obsesión del joven por la amistad, el destino y el objetivo de cada uno en este mundo le llevó a descubrir, entre las lecturas, que su alma se sentía a gusto con un pensamiento panteísta, y que al ser todos, parte de un mismo ser supremo, debían llevarse mejor y dejar de atentar contra los demás. Su mente se alargó y cambió, su panorama se extendió al infinito y su cerebro se hizo tan profundo como una caverna y tan repleto de viejas sabidurías como lo estaba la misma biblioteca, por lo que a la edad de 9 años ya había leído y memorizado los más de dos millones de libros que albergaba su hogar, dejando a su tutor tan estupefacto y sorprendido que un infarto fulminante acabó con su vida mientras el joven recitaba a memoria los poemas de una vieja saga en honor a un lejano lugar llamado Wano. —Supongo que has cumplido tu misión. –Musitó el pequeño como últimas palabras mientras cremaba a quien fuera su maestro y única figura paternal, y sintió gozo, pues reconocía la labor de su mentor como una preparación para su propio destino.

La sed de conocimientos del muchacho le llevaron a buscar muchos más libros y hacer preguntas que no eran del todo comunes, por lo que no tardó su recinto en ser descubierto y destruido. Para ese entonces Mairon tenía 11 años y según los rumores, al Gobierno no le parecía aceptable que una biblioteca así se hallara aún accesible para ojos curiosos y además de prender fuego a los libros y al lugar, se emitió una orden de captura para el joven y su abuelo, fracasando en el proceso pues ninguno de los dos apareció jamás. A Mairon no le molestó perder su hogar, pues se sabía de memoria el contenido de los libros y podía escribirlos textualmente si quisiera, pero el hecho de ser buscado y perseguido solo por querer descubrir lo que ocultaba el mundo le cayó como una patada directo en el trasero, causando que nuevas preguntas se formaran en su mente, preguntas a las cuales no tenía respuesta concreta. Abandonó Ohara y se coló en un navío de pesca como polizón, abandonando su escondrijo cuando el barco atracó en lo que parecía ser un islote con una gran planicie y una casa pequeña, y para su sorpresa, un alto y fornido hombre le esperaba, con una larga sonrisa y acompañado por muchos otros niños.

Mairon no tardó en comprender lo que se le explicaba, y halló en el caballero una fuente de información invaluable y confiable, además de una oportunidad para comprender un tema del cual no tenía demasiada amplitud de saberes, y es que aquél hombre, presentado como Elioph, era un revolucionario. Elioph rescataba huérfanos y les entrenaba, les daba alimento y fuerzas, educación y cuidados, y si anhelaban la libertad y la caída del Gobierno Mundial y el estatus jerárquico, los llevaba a una isla cuyo nombre jamás mencionó, para ser finalmente parte de la Armada Revolucionaria, una fuerza y ejercito del cual Mairon había leído pero que ahora, escuchado de la boca del alto insurgente, sonaba como un bando apasionado y justo, que luchaba por todos.  —Encantadora ideología. –Se dijo el muchacho mientras comenzaba a dormirse en el primer domingo de junio del año en curso, a solo dos semanas de haber abandonado su isla querida, y de haber adoptado el nombre que usaría por la próxima década para protegerse: Annatar. Un nombre digno y glorioso, era el nombre de un viejo sabio que figuraba en uno de sus viejos libros de leyendas, esos que eran ya cenizas y polvo en el viento salino de la isla del conocimiento. Y Annatar, a quienes todos llamaban y creían era su nombre real, convivió y entrenó con los futuros revolucionarios durante casi tres años(Click), viendo ir y venir a seis grupos diferentes de jóvenes, tan decididos y determinados, tan claros en su función dentro del mundo que le hicieron ver al muchacho que en realidad, su futuro no estaba en aquella guerra por la libertad, sino que hazañas menos violentas y bravías, pero más importantes le aguardaban.  

Durante los próximos siete años el rubio de orbes celestes e incomparable hambre de conocimientos recorrió diversas islas de los mares cardinales, aprendiendo cuanto pudiera de las costumbres, historias y personalidades de los mares y las montañas, empapándose en cada leyenda, sumergiéndose en cada biblioteca y memorizando cada libro al que pudiera acceder por métodos convencionales o poco ortodoxos, llegando incluso a trabajar por la simple paga de un libro o de una leyenda antigua y privada de las diversas familias que le aceptaban o albergaban. Como Annatar había conservado solamente el martillo con el que fue encontrado y unos anteojos que le regaló su amigo revolucionario, a menudo cazaba su propia comida o hacía labores varias para ganársela, cosa que le ganaba una buena reputación en donde fuera, además del hecho de que todos le llamaban “Amigo Ann” o simplemente “Colega” como una muestra de amistad que él mismo se esforzaba en forjar y mantener. Conoció muchas cosas y nuevamente un enigma se presentó ante sus ojos, por lo que recordando sus años con Elioph decidió probar la vida de la piratería, haciendo las veces de cartógrafo, arqueólogo y escriba de una banda conocida como los Piratas Toga, aunque en sí, no fueran conocidos por casi nadie. Con ellos convivió dos años, pero decidió desertar en cuanto quisieron aventurarse a la Grand Line, pues sentía que aún había mucho que no sabía en los Mares Cardinales y que debía conocer. “Traidor” “Cobarde” “Marica” fueron algunos de los originales adjetivos usados contra el rubio, quien sin prestar atención a amenazas de sus queridos amigos se confió, aprendiendo una lección que le costaría, durante un tiempo, sus amados brazos.

Fue atacado a traición la noche antes de abandonar la banda y sus brazos sufrieron múltiples y profundos cortes, tan graves y serias eran sus heridas que fue abandonado en el puerto para que muriera desangrado, y, por un par de horas, Annatar mismo creyó que así sería. Lamentó su destino truncado vilmente por culpa de traidores que poco o nada valoraron la amistad ofrecida durante años, y sin arrepentirse ni un poco de su vida hasta el momento, cerró los ojos víctima de la fatiga y con sus trémulos labios curvados en una sonrisa se dejó llevar por el cansancio para morir en el puerto de aquella isla, con el arrullo de las olas que le traían un desconocido recuerdo de una mujer cantando en voz alta. — ¿Cuan posible es el que recuerde algo de mi madre? –Pensó antes de desvanecerse, y con el arrullo melancólico y entrañable, se sumió en la oscuridad.

Contrario a lo que pudieran llegar a pensar los Piratas Toga o la misma víctima, el joven de doradas hebras despertó nuevamente, aunque el recinto donde se hallara sería demasiado iluminado e inmaculado para su gusto, pues resultaba en un lugar completamente contrario a la biblioteca donde vivió toda su infancia, siendo este un lugar repleto de luces artificiales, pisos y paredes pulidos cual espejo y cientos de camas impecables, un cielo deslumbrante que lastimaba a los ojos de lo perfecto que era. Sus brazos se hallaban aún adoloridos y no podía moverlos, estaban hinchados, suturados y de un color entre carmesí y violeta, con algunos pequeños tramos de un preocupante negro necrótico. Estaba en una avanzada clínica a cargo de un fulano Dr. Kasukabe, hombre bastante famoso desde la antigüedad (Según algunos viejos libros que Annatar leyó en alguna isla durante sus viajes) y que ahora mismo trabajaba para la marina en el cargo de jefe cirujano. Durante meses el muchacho no dijo nada, y no se le exigió tampoco palabra alguna.

Después de doce meses de recuperación intensiva, y cuando la víspera de su cumpleaños número veintidós se aproximaba, el joven decidió entablar conversación con el médico, llenándolo de interrogantes, curiosidades y declaraciones basadas en el conocimiento vasto que poseía sobre muchas cosas del mundo. Preguntó por legendarios nombres de la marina, por algunos códigos de armamento que figuraban en algunos archivos obsoletos, por el concepto de justicia absoluta y por algunas cosas que sinceramente no debería preguntar en voz alta, pero, aquél moreno cirujano, noble y agradable, se dedicó en cuerpo y alma a alimentar la curiosidad y sed de saber que tenía el joven, permitiéndole aprender cuanto pudiera enseñarle y presentándolo a muchos otros agentes de la marina que le respondían sus preguntas a cambio de algunos trabajos sencillos como mecanografía o redacción, que de una vez funcionaba como terapia para sus brazos en recuperación. Aprendió primeros auxilios así como la forma de hacer ciertos medicamentos, cirugía, navegación en base al sol o las estrellas y mil y un artes que nunca puso en práctica por tenerle más afecto a la teoría y las letras. Con veintitrés años y siendo un poco conocido en aquella base de la marina como el agradable protegido de Kasukabe, el buen Annatar fijó sus ojos en una interesante y hermosa mujer de melena como fuego, quien tendría por ese entonces diecisiete años y que provenía de la misma isla donde el rubio se había criado. Su nombre era Jina, y aunque el estudioso muchacho nunca le dirigió más que una mirada furtiva, sabía prácticamente todo de ella, la había estudiado y le creyó apta para aplicar el castigo a quienes despreciaran la amistad de Annatar, algo que para él era simplemente imperdonable.

Jina era violenta y guardaba mucho rencor, prefería asesinar a los criminales y tenía varias faltas en su expediente, al cual el muchacho tenía acceso gracias a su amigo del área y su habilidad para convencer, alegando que estudiaba viejos marines en pro de descubrir algún punto en común para la grandeza. Cuando pareció que la situación estaba a punto de explotar, el muchacho hizo un par de averiguaciones y descubrió que su vieja banda se ocultaba en una guarida que él conocía a la perfección, por lo que decidió que era el momento de dar el paso necesario, con una buena preparación, por supuesto. Se despidió de sus amigos y se hizo a la mar con la profesa y falsa idea de volver a casa y dedicarse a escribir novelas, con algunos marines como protagonistas, y pasado un mes, volvió a la isla, portando un traje negro y una máscara bastante espeluznante, con la forma, color y textura de un corazón humano. —Tu misión es noble, pero eres incomprendida. Seamos amigos. –Dijo en un encuentro nocturno con la joven que, sin pensarlo, trató de atacarlo. El enmascarado se defendió con habilidad y algunos golpes de su martillo, y por fin pudo obtener la atención de la pelirroja en cuanto dejó caer a sus pies algunos carteles de búsqueda y un mapa cuidadosamente dibujado. Con calma y el mejor uso de sus palabras le explicó que aquella era la guarida de los Piratas Toga, y que en el dibujo se marcaba las salidas secretas, los lugares donde guardaban las armas e incluso la verdadera jerarquía de la banda, con la intención de que aquella fuera una misión exitosa y sin posibilidad de error.

Sobra decir que la joven examinó con desconfianza aquella información y con un par de amenazas se encargó que la charla no durara demasiado entre ambos exponentes. Le preguntó su nombre, a lo que el joven, tras pensarlo un poco, le respondió con cierta jovialidad mientras se alejaba entre la bruma nocturna. —Soy solo un amigo, pero puedes llamarme Gorthaur. –Y con estas palabras se alejó al puerto, y partió de Loguetown, aquella isla que le vio nacer, ahora dos veces, y que él no podía recordar más de lo que recordaba a su madre. Días después se enteró de la matanza de todos los Piratas Toga, una ejecución brillante y sin ninguna baja en el bando de la marina… De igual forma supo la destitución de Jina Otodusen, supuestamente, por ser demasiado sanguinaria.

Un año después de su partida de Loguetown, el muchacho, quien ahora casi nunca se despojaba de su máscara (Ni de su nuevo nombre) de no ser necesario, conoció a un joven muy interesante y con quien congenió de inmediato, convirtiéndose en su mano derecha y el mejor de todos los amigos que tenía en el mundo. Desde entonces han pasado tres años viajando juntos como una amistad más fuerte que muchos parentescos sanguíneos y comienzan a lidiar una guerra silenciosa con un fulano Walter Capone, un hombre con mucho poder pero con una estrategia que al enmascarado le resulta hilarante y pobre.


Gustos
Disgustos
•Disfruta enormemente de las conversaciones largas e interesantes, la paz y la literatura, además de sentir una gran admiración por las víctimas, quienes aún pueden sonreír tras grandes tragedias. Es un hombre muy culto y de conocimientos invaluables, pero con muy poco ego, por lo que poco o nada hablará de sí mismo.
•Come prácticamente de todo, especialmente animales, pues considera que los humanos y razas similares y evolucionadas, tienen como derecho natural el servir a los demás como alimento. De igual forma respeta a los vegetarianos aunque desdeña su teoría de la igualdad con los animales, pues lo ve como algo distinto a su forma de percibir el mundo como un ente. El pescado, los mangos y las carnes rojas son sus alimentos preferidos.
•Las noches lluviosas y tormentas le atraen de una manera casi instintiva, así como prefiere los lugares cerrados o con muy poco sol. Sin embargo se adapta fácilmente a casi cualquier clima, teniendo como preferencia los lugares invernales, con poco sol o directamente el habitar bajo tierra, como el claustro de su vieja biblioteca donde se crio.
•Todas las mujeres le atraen, sin excepciones de edad, rango, clase social o características varias, pues halla belleza particular en cada una de ellas. Sin embargo, es algo tímido sin su máscara, por lo que poco consigue en sus charlas con las féminas.  
•La violencia desmedida y mezquina, cargada de racismo, prejuicios o simple amor a la guerra constituyen la mayor demostración de todo lo que odia este joven.
•La traición es una de las pocas cosas que no le agradan o que, cuando menos, le es indiferente. Se toma muy a pecho la amistad, que ve como un acuerdo para hacerse favores y tenerse cierto grado de lealtad o aprecio, y la destrucción de este acuerdo por la vía de la traición es algo que siempre pretende cobrar con astucia, desdén y de ser posible, sufrimiento.
•Los lugares abiertos y calurosos le son demasiado sofocantes, por lo que de poder, prefiere evitar los desiertos o las playas en plena luz del sol de verano. No vacaciona formalmente ni se muestra sin su traje casi nunca, pues no siente agradable la sensación del sol sobre sus viejas heridas suturadas.
•El ideal de justicia absoluta, supremacía de raza o sangre real/nobiliaria le resulta una barbarie indignante y merecedora de completa erradicación, por lo que la gente que profesa abiertamente estas ideas le es particularmente desagradable.


Otros Datos
Armas
•Gorthaur es fundamentalmente pacifista, metódico y panteísta, creyendo que todo el mundo forma parte de un solo ser en conflicto y que él, como pieza sin real definición clara, debe hacer lo posible por hacer de ese dios global, un ser menos conflictuado. No acepta la discriminación y aunque se diga amigo de todos, realmente brinda confianza limitada. Basado en esto, se puede afirmar que la religiosidad es un tema que no comparte con casi nadie y del cual habla demasiado abiertamente.
•Es hijo de una florista y de un afamado hombre del Gobierno Mundial llamado Zero Abernach. Sin embargo ni él ni su padre tienen idea de este hecho, siendo un tema que al enmascarado le resulta de poca importancia y en el cual difícilmente podría indagar por la ausencia de información y pistas, excepto por el martillo que usa y con el que se le encontró desde niño. En esta reliquia hay una firma extraña y dice “Zero”.
Martillo de Acero.


Shin - Dorohedoro

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