Centro de la Villa de Syrup || Arco #2

Llevar una vida en la Islas Gecko siempre había sido sinónimo de vivir en paz, la vida para los aldeanos de los diferentes pueblos que sostenían el archipiélago iba a un ritmo lento, bastaba contener un empleo sencillo que les diese de comer para evitar mortificarse sobre el destino del mundo e incluso despreocuparse sobre lo que pasaba en las islas, la gente se dedicaba a labores sencillas como labrar el campo, criar ganado para su engorda e incluso elaborar armas de fuego que se vendían a la marina, por lo general la piratería era algo de lo que poco se hablaba, y sobre los criminales locales no existía siquiera el tema, la paz en el archipiélago parecía ser imperecedera, pero era esa misma tranquilidad lo que servía para incubar un horrible secreto, un misterio que la mayoría de los ciudadanos por ignorancia lo catalogaba como una historia urbana, algo de poca importancia hasta que dejo de serlo cuando la leyenda abandono las sombras cobrando la vida de varias personas, los inminentes reportes y solicitudes de auxilio obligaron a la marina a movilizarse enviando un escuadrón de la marina liderados por el Tte. Surge que solo sirvieron de tributo a la criatura que la mayoría de ciudadanos afirmaba no era un animal salvaje. El miedo inundo los corazones de los aldeanos de la villa de Syrup quienes por ser de los más prósperos tenían el mayor índice de población, siendo esto para la bestia una invitación para comer.

En cuestión de semanas la voz sobre el acontecimiento se corrió en los mares cardinales dando invitación a un sinfín de ojos curiosos a acercarse, el hacerse de la criatura podía significar conseguir fama e incluso riquezas, un acceso rápido para todo intrépido que quisiese aceptar el desafío, sin embargo dada la situación en las islas gecko, la ciudadanía opto por blandir sus armas para defenderse, la seguridad se alzó por la propia ciudadanía que custodiaba la isla vigilando las calles y afueras, pero haciendo como si no pasara continuaban con su estilo de vida. El centro de la villa, caracterizado por ser el lugar donde el desarrollo económico de la ciudadanía se mantenía albergaba un sinfín de locales comerciales, desde puestos de semillas hasta carnicerías de amplios tamaños, restaurantes al aire libres con lonas que improvisaban techos, el ambiente alegre se sentía en el aire a pesar de verse sumidos en la desesperación, sin embargo no todas las personas pensaban lo mismo, algunas soportaban la idea de convivir como si nada pasase por tal de no provocar problemas a sus iguales y a terceros, tenían que ceñirse a las instrucciones de su gobernante si querían mantener “la paz”, permitiendo que la cacería de la criatura sirviese como método para hacerse de riquezas.


La zona norte de la villa de Syrup se sostiene por la considerable cantidad de negocios comerciales que se dedican a la carnicería y pesca, a la venta de comida y pieles curtidas que cuelgan de ganchos a la vista de la multitud, los locales del mismo se pintan distribuidos en zonas específicas,  restaurantes con cocinas al aire libre que inundan parcialmente los sentidos, solo superados por el sonido del den den mushi alta voz que anuncia las ofertas de la carnicería “Don K” la más grande del espacio, con carteles de colores plasmados sobre cartulinas e incluso luminosos eléctricos buscaban atraer la atención del cliente, allí dentro de ese sitio se encuentra un personaje peculiar, un joven empresario y calvo que sobre la cabeza tiene unos puntos, el dueño de la carnicería que se esconde en una habitación subterránea donde realiza partidas de póker con sus allegados, partidario del movimiento en contra de la criatura busca hacerse de ella sin que nadie se entere con tal de venderla para hacerse de más riquezas.

ZONA SUR

Cerca del mar se encuentra lo que es uno de los puertos más importantes de la villa de Syrup, en donde un muelle de proporciones medianas se encuentra albergando una considerable cantidad de barcos que se dedican a la pesca, el olor al agua salada y al pescado inundan el ambiente, resonando en los sentidos con el suave golpeteo de las olas al chocar contra la madera de los navíos, las personas que se encuentran laborando en ese sitio por lo general son pescadores y carpinteros que se dedican a reparar barcos, los negocios en aquella zona se ven parcialmente detenidos pues todo el día se vislumbran sobre las aguas de entre las islas los barcos con los pescadores haciendo su labor. La empresa local “SQPANTS INC” mueve el comercio pesquero a simple vista, sin embargo como “Don K” el Gyojin que dirige este pequeño imperio tiene por nombre “Bob” y su objetivo es similar al de su oponente, hacerse de la criatura para venderla en el mercado negro.


El olor a pólvora y metal inunda los pasillos de aquella zona comercial, el sonido de la detonación de armas de fuego se escucha de a ratos siendo algo normal, la fabricación y elaboración de armas es uno de los principales negocios que mueve a la isla y que en los tiempos que vive actualmente la mantiene armada, el trabajo no cesa en todo el día, la creación de balas es un trabajo constante que hace descuidar a la mayoría de trabajadores de otros asuntos, en esta zona del centro de la villa de Syrup es “Mr. Steel” quien se encarga de los negocios, su pequeña jugada en el mercado tiene por nombre “Metal Fusion Corp” y es quien dirigue y brinda empleo a la mayoría de herreros, corren los rumores en las calles que es quien “Mr. Steel” quien corrió la voz hacía los mares cardinales con tal de atraer la atención, con tal de tener la oportunidad de vender sus armas al mejor postor, “Mr. Steel” solo se preocupa por hacer dinero y se cree conoce el paradero de donde vive la bestia.

ZONA OESTE

Los amplios y fértiles campos de colindantes a la villa de Syrup sirven la siembra y cosecha de las frutas y verduras que se comercian en la aldea y que incluso se usan para tratar con otras islas cercanas, actualmente es la zona donde más se han presenciado los ataques de la bestia por lo cual el dueño de la granja “Good News” en vista de la reciente llegada de individuos a las Islas Gecko ha decidido poner a la renta sus tierras como asentamientos para los valientes que esperan tener la oportunidad de poder capturar a la criatura, cuentan los antiguos trabajadores del granjero “Kusko” que cuando este se emborracha tiende a soltar la lengua, al punto en que se le ha escuchado hablar de haber visto hacía donde se dirige la bestia. Los amplios campos se encuentran cercanos a las enormes montañas que caracterizan el archipiélago, un lugar que antiguamente era poblado por individuos que tuvieron que dejarlo debido a los ataques que se volvían constantes.

Spoiler:

Esperó una reacción pero no parecía venir. La espada seguía casi rozándole el cuello, y eso la molestaba bastante. Había querido ir a por la vía amistosa, pero parecía que se enfrentaba a una persona mala. Y ¿qué hacen las personas malas? Seguramente matar, aunque no podía estar segura de ello. Cerró los ojos, con enfado. ¿Porqué la estaba apuntando con una espada, ya que ella no había hecho nada? La sangre parecía calentarle las venas, y ese tic se hacía visible cuando estaba cabreada. Le temblaba la ceja derecha. Dio un pequeño salto, colocando la pierna izquierda sobre la espada y, en una pirueta, pegar con la derecha justo a la altura de la cabeza, noqueándole por completo. Pateó la espada para que fuese a encontrarse con el cuerpo. Miró un poco con rabia, aunque a más que miraba ,más le agarraban los remordimientos. Había sido una acción innecesaria. Se había podido resolver mediante otros medios, como el habla, pero la verdad es que la jodía mucho las injusticias. ¡Si había venido a matar a la bestia porque atacar a diestro y siniestro! Suspiró molesta, para después enfrentar al viejo nuevamente.

- Mira lo que causaste. No soy partidaria de hacer daño, pero quiero que sepas que no me detendré hasta obtener un buen puesto para el show y bastante información. - decía con seriedad, la verdad es que no había planeado ponerse así, pero todo había salido de una forma diferente. Su mirada desafiante barría los alrededores antes de volver al viejo arrugado. No se veía muy difícil aquello, tan sólo estaba buscando tener una oportunidad contra la bestia. Una vez ese punto estaría solucionado, entonces podía descansar un poco. - ¡Quiero ver a la bestia! ¿Hay alguna forma de llamarla? ¿Hay alguien que ha peleado directamente con ella sin morir? ¡Por el amor de Dios, dejen de intentar hacer un negocio de la vida de otros! ¡Mañana podrías morir tú, si es que no vas a morir hoy! - no era una amenaza, pero sí lo que pensaba. Odiaba ver a la gente jugársela de esa forma. Había una oportunidad real de cazar aquel monstruo entre todos, si ponían de su parte un poco. Sólo necesitaba algo de información, antes de reunir a todos aquellos que estaban al asecho para idear un plan. Pero la verdad es que, por ahora, ni siquiera sabía a lo que se tenía que enfrentar.

De todas las maneras en que pude haber sido descubierta tuvo que ser la más estúpida la que denotara mi posición, un estornudo, algo que no se controla tan fácilmente y por el cual ahora estaba en problemas. Pienso que sería buena idea huir pero antes de que pueda alejarme de ahí un sonido fuerte sobre mi resuena mientras los cristales se dispersan haciendo que por inercia cubra con mis brazos mi cabeza notando como algunos fragmentos de vidrio caen en el suelo junto con un objeto común. « ¿Pero qué…? » Y entonces al suelo. Aquel marine había reaccionado con extrema velocidad lo que en parte me hacía ponerme alerta con él. Si hubiera sido como cualquiera de mis ex-compañeros perezosos no hubieran movido ni un solo dedo.  

Las preguntas comenzaron como era de esperarse y fácil podría haber sido intenta defenderme, pero en estos momentos era mejor ser precavida, no tendría información si comenzaba con una pelea en este lugar. ― ¿Yo? Solo creí que era parte de la competencia.  ―Comienzo a decir lo primero que se viene a mi mente. ― Pensaba que comprarían todas las armas que venden en este lugar y creí que quizás podría llegar a un acuerdo con el dueño para que al menos pueda venderme unas antes de que todas se las lleve la marina. Sabe usted, la situación en la isla no es de las mejores y el estar desarmado en un lugar donde tu vida peligra o es tan bueno.― Intento mantenerme en calma, sé que los marines no pueden hacer nada en contra de un civil, no si este no representa peligro para terceros.

―Entiendo que si piensa comprar todas las armas está en su derecho pero no puede tampoco evitar que uno quiera intentar defender su vida y la de su familia.  Si es necesario podría trabajar hasta con el mismo diablo con tal de tener seguridad.― Intento finalizar con esto de tal manera de ser liberada, quizás una frase muy exagerada pero si de algo sirve que mejor. Mi mala suerte en este día comenzó a perseguirme pero soy capaz de buscar la manera de hacerme pasar por cualquier cosa con tal de conseguir la recompensa que otorga aquella bestia, además algo de dinero no le cae mal a nadie, aunque por ahora antes de preocuparme por esa bestia debo preocuparme por quedar libre de las garras del marine.

― Si, si señor es fácil para usted decirlo siendo que ustedes tienen con que defenderse mientras nosotros solo podemos estar a expensas de que la marina intervenga en estos casos.― Se que mis palabras suenan desafiantes, no lo niego pero de alguna manera debo continuar con el papel de la civil desesperada por armas, a pesar de que sentía un gran aborrecimiento principalmente por estas que son de fuego.

― ¿Para quién? Joooo~ ¿También los castigará?―Me encanta el modo de hablar de los marines creyendo que con preguntar las cosas a medias podrían obtener toda la información. Podría dar el nombre de una familia pero él no sabría si esa familia lo hacia por conveniencia propia o siendo obligados ¿Cuantos casos se han dado que son los mismos civiles los obligados a hacer cosas que no deben por alguien con un poder superior, pirata, cazador, marine, cualquiera que pueda gozar de una ventaja la utiliza. ― Von Nagel.. ―Menciono al menos para calmar la situación siendo que estoy dando la mitad de la verdad, pues aunque no trabajaba con la familia si que trabajaba con mi compañera, compañera que ahora me pregunto donde estaba.

Y sin más al final como castigo a mi entrometido momento soy obligada a trabajar con él ¿Ven a lo que me refería hace unos momentos? Quien cree tener más poder es quien obliga a los demás a subordinarse. Bien, así se mantendrá el orden señor Marine. ― Claro, claro. Pero por favor no me haga daño. ― Mencionó siguiendo ese papel donde yo no puedo defenderme sabiendo que ahora si se me presentaba la oportunidad de seguir de cerca al Marine la tomaría. Ellos encuentran cosas más interesantes que un civil.

Y es ahí cuando soy obligada a esperarlo hasta que el regresa con otros atuendos. ¿Sentido del deber? ¿Deshonra al uniforme? Vaya que este chico si que tenía arraigado muy dentro de si los valores principales de la marina. Esto si que sería interesante. ― No me he ido a ningún lado, solo espero el momento de poder pagar mi deuda y librarme de toda esta desdicha. Ohh por que tuve que hacerle caso a la familia Von Nagel. ―Pobre de mi, pobre de mi, lo último lo exagero pero más que nada es para picar un poco al marine para que se apure, ni siquiera se bien a donde nos dirigimos pero si eso me ayuda a encontrar más pistas soy capaz de continuar con este teatro donde solo acato ordenes de una facción de la cual deserté hace mucho.

Spoiler:

El tiempo pasaba y a pesar de encontrarse en una situación desfavorable el viejo Kusko seguía comportándose como todo un cascarrabias cabeza hueca y terco viejo, bien se decía que los perros viejos ya no aprendían trucos nuevos, ni siquiera aquellos que podían ayudar a salvar su vida, si es que esta claro estuviese en riesgo, el hombre de avanzada edad a sabiendas de que podía morir escupía palabras sin considerar siquiera si podía sostenerlas, amenazo al hombre que le sujetaba con la otra fémina que se encontraba cerca, habiendo entregado a ella una jugosa recompensa que consistía nada más y nada menos que en la obtención de información…- Patrañas – Carraspeo cuando escucho las palabras de la mujer sonar intentando tranquilizar a su agresor, el comportamiento de la fémina era indeseable y poco aceptable, desde ya podía decir que había caído de su inexistente gracia…- No me digas cómo comportar mocosa – Escupió como pudo hacía el suelo notando con su vista como la adversa observaba la situación, el ojo del granjero le decía que estaba por recibir la ayuda que tanto necesitaba a pesar de no reconocerlo abiertamente. En un movimiento quedo lejos del alcance del gandul que le había sujetado, vislumbrando como en una acción el enemigo quedaba tumbado en el suelo, noqueado por la fuerza ajena, sacudió sus prendas que ni siquiera estaban sucias y negó con el rostro a la mujer comenzando a caminar por el costado diestro de la misma – Todos cometen el error de buscar a esa bestia de día, deberías probar hacerlo de noche – Sin saber siquiera si la mujer viviría o moriría, soltó la información sin más.

Spoiler:

Me había encontrado con el tipo de Marine que se creía un caballero cordial con los civiles buscando la confianza de todos. Si, recuerdo muy bien a los de ese tipo, lo más extraño es que siempre son los que tienen apariencia como para revista de modelaje. En fin, si quiero salir bien de esto debo continuar con la historia de la familia Von Naguel. No inventaré nada, solo hablare del caso de aquella familia que tuvimos que detener cuando era parte de la marina, un caso pequeño pero que aun recuerdo con extrema claridad.
― Kean... ― Menciono con seguridad y quitando la "G" de mi nombre. ― Pero puedes decirme Kea ― y ahora me como la "N" jo, no se cuanto sepa de las recomienzas de piratas pero prefiero despistarlo por unos segundos antes de que sepa que no soy una civil como tanto lo he estado predicando.

― Me alegro no estar en tantos problemas, suficientes tengo estando bajo las ordenes de los Von Nagel. ― Un toque de alivio se asoma por mis labios mientras continuamos con el camino llevando el cargamento a la granja que habían dicho en su conversación. ― Oh.. Si. Es una familia proveniente de la Grand Line. Utilizan esclavos para sus negocios turbios y al ver que había un campo viable para el trafico de armas debido a la bestia. Decidieron mandarme a mi y a otros subordinados para poder apoderase del campo. ― Suspiro un poco dándole dramatismo a mi historia.

―Mi hermana vino conmigo pero no se donde a quedado. Por un momento pensé que fue debido a que pensaba escaparme al llegar aquí y la familia Von Nagel la tomó presa para evitar que no haga mi tarea, pero ahora con los rumores de esa bestia ya no se si sean ellos o sea que fue capturada por esa cosa ― En mi rostro se muestra la añoranza de aquella hermana que cierto estoy inventando pero para hacerlo creíble pienso en mi compañera de viaje Liesel, al menos si me la encontraba en el camino podía decir que había ocurrido un milagro y ella estaba bien. Se que me seguirá el juego. ― ¿Y usted capitán? ¿Qué hace llevando a cabo la tarea sucia de otro? ― Sin saber el rango al que ha llegado solo decido mencionarme a el como capitán, al final es quien estaba llevando la misión mientras yo le acompañaba con todas esas armas.

Miraba al viejo mientras este daba su show personal. No parecía tener miedo de nada de lo que ella estaba diciendo. Ni tan siquiera el hecho de haber noqueado al joven anterior sin demasiado esfuerzo, lo había impresionado. Se paró a pensar bien sus siguientes acciones. Parecía ser que las personas de edad tenían otra manera de hacer sus cosas. Intentaba recordar como era el monje más viejo de su templo, y ciertamente las cosas cuadraban en algunos puntos. Hacer las cosas a su propia manera, aunque el mundo se le cayera encima era una de las cosas que aquellas dos personas compartían. Aún así, el arrugado hombre dejó escapar una información, a su parecer, ciertamente importante. De noche era el momento cuando la bestia tenía más chance de asomarse, pero aún así... ¿Qué la haría pensar a ella que la persona que tenía delante no la estaba engañando? Y de nuevo, se vería con el problema que tenía normalmente: confiar en las personas. Quizás el hecho de ser inocente la había traído más problemas de lo que debería. Y aún, aunque desconfiaba al principio, siempre acababa por confiar. Cerró los ojos y suspiró hondo. Debía tomarselo con calma. Al fin y al cabo el hombre tenía razón en una cosa: la diferencia de edad era suficinte para haberse ganado su respeto, al menos por aquella vez.

Sus ojos se abrieron dejando ver un aura diferente, mucho más calmada y menos agresiva. - Está bien, señor. Lo siento muchísimo por mi comportamiento anteriormente. Sé que solo soy una mocosa en estos momentos y me comporté como tal. - la muchacha intentaba sonreír, aunque no era una sonrisa falsa si no una arrepentida. - Hasta la noche aún queda mucho, y necesito más información. - se acercó a él con los hombros bajados, y cierta posición que la hacía parecer débil. - ¿Qué necesita? ¿Dinero? ¡Hasta puedo trabajar gratis por algunas horas! - decía, sabiendo que el día aún era lo suficientemente largo como para descansar. - Sólo un poco más de información. ¿Hay alguien que se enfrentó a la bestia y sobrevivió? - dejé ver una bolsita de diner colgando entre las telas de mi túnica, y la agitó un tanto para que hiciera sonar y viera que en realidad estaba llena de monedas. En aquellos momentos no le importaba mucho gastar un poco para saber más. Si no, ¿cómo se iba a enfrentar a aquella bestia? Odiaba las sorpresas. Si el hombre no hacía nada, seguramente tendría que investigar más y salir de aquel sitio hasta la noche.