Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Aliados Novatos [Tarea|Presente]
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Aliados Novatos [Tarea|Presente]
Recuerdo del primer mensaje :
Días atrás.
Todo comenzó, tiempo atrás en una isla cuyo nombre no tiene interés en este momento, por la invitación de un desconocido ataviado con ropajes oscuros como la noche. Su capucha le daba el justo tono sombrío a su rostro como para no ser reconocido, sin duda era alguien que podía moverse bien por los mares y las islas. Una especie de informante, con detalles muy interesantes para todo aquel que fuera libre y le gustase el oro. Todavía recordaba sus palabras cuando, en un callejón con neblina, se acercó a él para decirle. ”¿Te gustaría ganar una recompensa cuantiosa y suculenta? Capone puede darte lo que más quieras”, le habló. Y no hay cosa que más le guste a nuestro albino preferido que: las recompensas, y los nombres famosos. Capone era un pirata de gran recompensa en los Blues, según comentaban era feo y le olían los pies a culo de babuino. Pero aún así, era considerado una especie de “Don” en aquellos lares, manejaba bastante poder y muchos piratas nuevos se acercaban a sus tropas cada año para agrandarlas todavía más. Él sin duda, solo se interesaba por el dinero, no era alguien que sirviera a los demás así de gratis.
Continuando con las palabras del informante, ya que el albino se mostró receptivo ante su intervención, el encapuchado dijo lo siguiente. ”El Padrino quiere que los barcos del país de las flores sean destruidos, pues le ofendieron hace poco y se ganaron su enemistad. Para dar prueba de ello, bastará con capturar con vida al capitán, ya que ambos son conocidos entre sí. ¿Cuento contigo?”, le preguntó, dejando que su voz resonase en aquel callejón como un silbido fantasmal. -Por supuesto, esa recompensa será mía- Dijo apretando el puño. Y antes de que pudiera pedir más información, la neblina aumentó considerablemente, volviéndose mucho más espesa de lo que lo era antes. Pronto, la visión del albino se vio dificultada por aquel clima, trató de buscar a la persona con la que había estado hablando, pero sus últimas palabras resonaron por todos lados y no fue capaz de rastrearlo hacia ninguna dirección concreta. ”Entonces, confiaremos en ti. El Duque Azul no quiere fallos”, habló la voz del encapuchado, antes de perderse de nuevo. Unos minutos después, la neblina fue aligerando hasta el punto de recuperar la situación en que se encontraba anteriormente. El informante había desaparecido, solo quedaba él.
En la actualidad, a 20 km de la isla Goat.
Tenía que decir que encontrar los barcos del país de las flores había sido un trabajo tedioso y un dolor de cojones. No nos meteremos en detalles, tan solo comentar que nuestro querido albino no solo había encontrado la flota, sino que además se había infiltrado en uno de ellos como grumete. Su vestimenta roja y oscura por norma general, se había adornado con un gran abrigo negro que le tapaba casi la mayor parte de todo el cuerpo, a excepción de las tibias hacia abajo. Y además, eso no era lo gracioso. ¡Sino la peluca rubia en su cabeza! No es que su físico hubiera cambiado ostentosamente, pero sí lo suficiente como para no ser reconocido, ya que poseía una recompensa de 20.000.000 de berries y de vez en cuando, eso podría traerte problemas en caso de que quisieras infiltrarte en algún lado. Su arma estaba escondida en uno de los camarotes de almacén, por lo que ahora mismo solo contaba con su ingenio. Mientras amarraba una soga en cubierta, por mandato del capitán, pensaba. ”Muy bien, Dante, llevas tres horas como parte de la tripulación. En cuanto puedas, busca una manera de separarte del resto y empezar a buscar alguna forma de destruir los barcos. Son tres, ya los has visto desde cubierta, habrá que ir uno por uno. No hay otra manera, no tienes más ayuda, estás solo en esto. Coge fuerzas, y a por ellos, tigre”, no había mejor persona para motivarse que él mismo, por supuesto. Así que con una sonrisa, el grumete “falso” miró hacia todos lados, buscando el momento oportuno para desligarse y entrar en los camarotes, rumbo a la sala de máquinas.
Todo comenzó, tiempo atrás en una isla cuyo nombre no tiene interés en este momento, por la invitación de un desconocido ataviado con ropajes oscuros como la noche. Su capucha le daba el justo tono sombrío a su rostro como para no ser reconocido, sin duda era alguien que podía moverse bien por los mares y las islas. Una especie de informante, con detalles muy interesantes para todo aquel que fuera libre y le gustase el oro. Todavía recordaba sus palabras cuando, en un callejón con neblina, se acercó a él para decirle. ”¿Te gustaría ganar una recompensa cuantiosa y suculenta? Capone puede darte lo que más quieras”, le habló. Y no hay cosa que más le guste a nuestro albino preferido que: las recompensas, y los nombres famosos. Capone era un pirata de gran recompensa en los Blues, según comentaban era feo y le olían los pies a culo de babuino. Pero aún así, era considerado una especie de “Don” en aquellos lares, manejaba bastante poder y muchos piratas nuevos se acercaban a sus tropas cada año para agrandarlas todavía más. Él sin duda, solo se interesaba por el dinero, no era alguien que sirviera a los demás así de gratis.
Continuando con las palabras del informante, ya que el albino se mostró receptivo ante su intervención, el encapuchado dijo lo siguiente. ”El Padrino quiere que los barcos del país de las flores sean destruidos, pues le ofendieron hace poco y se ganaron su enemistad. Para dar prueba de ello, bastará con capturar con vida al capitán, ya que ambos son conocidos entre sí. ¿Cuento contigo?”, le preguntó, dejando que su voz resonase en aquel callejón como un silbido fantasmal. -Por supuesto, esa recompensa será mía- Dijo apretando el puño. Y antes de que pudiera pedir más información, la neblina aumentó considerablemente, volviéndose mucho más espesa de lo que lo era antes. Pronto, la visión del albino se vio dificultada por aquel clima, trató de buscar a la persona con la que había estado hablando, pero sus últimas palabras resonaron por todos lados y no fue capaz de rastrearlo hacia ninguna dirección concreta. ”Entonces, confiaremos en ti. El Duque Azul no quiere fallos”, habló la voz del encapuchado, antes de perderse de nuevo. Unos minutos después, la neblina fue aligerando hasta el punto de recuperar la situación en que se encontraba anteriormente. El informante había desaparecido, solo quedaba él.
En la actualidad, a 20 km de la isla Goat.
Tenía que decir que encontrar los barcos del país de las flores había sido un trabajo tedioso y un dolor de cojones. No nos meteremos en detalles, tan solo comentar que nuestro querido albino no solo había encontrado la flota, sino que además se había infiltrado en uno de ellos como grumete. Su vestimenta roja y oscura por norma general, se había adornado con un gran abrigo negro que le tapaba casi la mayor parte de todo el cuerpo, a excepción de las tibias hacia abajo. Y además, eso no era lo gracioso. ¡Sino la peluca rubia en su cabeza! No es que su físico hubiera cambiado ostentosamente, pero sí lo suficiente como para no ser reconocido, ya que poseía una recompensa de 20.000.000 de berries y de vez en cuando, eso podría traerte problemas en caso de que quisieras infiltrarte en algún lado. Su arma estaba escondida en uno de los camarotes de almacén, por lo que ahora mismo solo contaba con su ingenio. Mientras amarraba una soga en cubierta, por mandato del capitán, pensaba. ”Muy bien, Dante, llevas tres horas como parte de la tripulación. En cuanto puedas, busca una manera de separarte del resto y empezar a buscar alguna forma de destruir los barcos. Son tres, ya los has visto desde cubierta, habrá que ir uno por uno. No hay otra manera, no tienes más ayuda, estás solo en esto. Coge fuerzas, y a por ellos, tigre”, no había mejor persona para motivarse que él mismo, por supuesto. Así que con una sonrisa, el grumete “falso” miró hacia todos lados, buscando el momento oportuno para desligarse y entrar en los camarotes, rumbo a la sala de máquinas.
InvitadoInvitado
Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
Mientras que el albino ya había encontrado la escalera, subido a mitad de la misma y esperando a que algún enemigo se acercase para morir, la chica era informada de que por ese camino tendrían más posibilidades de tener un combate más fácil. Dado que era un espacio limitado, los enemigos tendrían que hacer fila de a uno o dos para poder pasar, por lo que podrían encargarse de ellos de una manera mucho más eficiente que en pleno centro de cubierta, mirando por sus costados para que no tuvieran una puñalada por la espalda. Al tiempo que May se iba acercando, segando más y más miembros por doquier, el albino tuvo que enfrentar a un par de marineros que se acercaron para capturarle. Uno de ellos recibió un corte diagonal que abarcó desde su hombro izquierdo hasta la parte derecha de la cadera, cayendo hacia atrás y desangrándose en el suelo debido a que la herida había sido tanto potente como profunda. El segundo, en cambio, tan solo había recibido un pequeño corte en pleno cuello, pero claro, muchas de sus venas importantes se habían fragmentado y el desangre fue inminente. No se andaba con juegos, la verdad.
Habiendo derrotado a esos dos hombres, y una vez que el capitán del barco hubo salido a cubierta, el albino también se dio cuenta de que había una persona más que no habían presenciado anteriormente. Un marinero armado con un poderoso lanzallamas. La chica le preguntó entonces cómo se realizaría la repartición, quién iría a por quién, y obviamente tuvo la respuesta a la pregunta en la punta de la lengua en todo momento. -¿Cómo voy a dejar que expongas tu bonita piel a quemaduras? Déjame ese mastodonte a mí, tú ve a por el viejo- Lanzó un mandoble de su espada al aire, a modo de amenaza contra el tipo. Dante sonrió, le miró de manera directa, e hizo una señal con su cabeza a May para que iniciase su búsqueda del capitán, quien se había retirado a su camarote. Más marineros venían por las escaleras, y el hombre del lanzallamas soltaba algún ataque de vez en cuando para intimidar. Obviamente no les querían matar allí, solo querían capturarles para darles una muerte mucho más merecida. Y por supuesto, él no se dejaría.
Un largo suspiro salió de la boca del pirata en cuanto se sintió preparado para actuar. El marinero que tenía más cerca por las escaleras trató de atacarle, por lo que se hizo a un lado para que el ataque no surtiera efecto, intercambiando posición en ese momento con ese tipo. La patada que le propinó en sus partes nobles le hizo caer de rodillas chillando como un loco, al mismo tiempo que le volvió a dar una patada en el centro del pecho. Esta le mandó a volar en dirección al del lanzallamas, quien estaba activando su arma y empezó a quemar el cuerpo. Pero el cadáver carbonizado le terminó impactando, haciendo que se desestabilizase. Momento que aprovechó el espadachín para impulsarse con rapidez hacia él. En cuanto estuvo a menos de un metro de distancia, dio un gran salto, sujetando su espada con ambas manos, terminando por caer y lanzar un corte descendente vertical con toda su fuerza. -See ya’!- Le gritó a modo de despedida, mientras la espada se hundía en su cabeza y continuaba hasta abajo del todo. No fue capaz de separarlo en dos partes por su eje central, pero ese ataque sí que terminó con sus posibilidades de resultar peligroso.
Y al caer, manchado por la sangre del enemigo muerto, se levantó y alzó ambas manos junto a la espada hacia el cielo. -¿Quién es el siguiente, hijos de perra?- Esperaba que May encontrase al capitán, por lo que se acercó hasta la puerta del camarote para hacer de guardián y que nadie la molestase. -Ey, encanto, ¿necesitas ayuda?- Le preguntó, mientras que colocaba la espada por delante de su cuerpo, listo para cortar al que se acercase más de lo debido.
Habiendo derrotado a esos dos hombres, y una vez que el capitán del barco hubo salido a cubierta, el albino también se dio cuenta de que había una persona más que no habían presenciado anteriormente. Un marinero armado con un poderoso lanzallamas. La chica le preguntó entonces cómo se realizaría la repartición, quién iría a por quién, y obviamente tuvo la respuesta a la pregunta en la punta de la lengua en todo momento. -¿Cómo voy a dejar que expongas tu bonita piel a quemaduras? Déjame ese mastodonte a mí, tú ve a por el viejo- Lanzó un mandoble de su espada al aire, a modo de amenaza contra el tipo. Dante sonrió, le miró de manera directa, e hizo una señal con su cabeza a May para que iniciase su búsqueda del capitán, quien se había retirado a su camarote. Más marineros venían por las escaleras, y el hombre del lanzallamas soltaba algún ataque de vez en cuando para intimidar. Obviamente no les querían matar allí, solo querían capturarles para darles una muerte mucho más merecida. Y por supuesto, él no se dejaría.
Un largo suspiro salió de la boca del pirata en cuanto se sintió preparado para actuar. El marinero que tenía más cerca por las escaleras trató de atacarle, por lo que se hizo a un lado para que el ataque no surtiera efecto, intercambiando posición en ese momento con ese tipo. La patada que le propinó en sus partes nobles le hizo caer de rodillas chillando como un loco, al mismo tiempo que le volvió a dar una patada en el centro del pecho. Esta le mandó a volar en dirección al del lanzallamas, quien estaba activando su arma y empezó a quemar el cuerpo. Pero el cadáver carbonizado le terminó impactando, haciendo que se desestabilizase. Momento que aprovechó el espadachín para impulsarse con rapidez hacia él. En cuanto estuvo a menos de un metro de distancia, dio un gran salto, sujetando su espada con ambas manos, terminando por caer y lanzar un corte descendente vertical con toda su fuerza. -See ya’!- Le gritó a modo de despedida, mientras la espada se hundía en su cabeza y continuaba hasta abajo del todo. No fue capaz de separarlo en dos partes por su eje central, pero ese ataque sí que terminó con sus posibilidades de resultar peligroso.
Y al caer, manchado por la sangre del enemigo muerto, se levantó y alzó ambas manos junto a la espada hacia el cielo. -¿Quién es el siguiente, hijos de perra?- Esperaba que May encontrase al capitán, por lo que se acercó hasta la puerta del camarote para hacer de guardián y que nadie la molestase. -Ey, encanto, ¿necesitas ayuda?- Le preguntó, mientras que colocaba la espada por delante de su cuerpo, listo para cortar al que se acercase más de lo debido.
InvitadoInvitado
Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
En cuanto escuchó lo que haría Dante compuso una sonrisa, ella tampoco tenía ganas de quemarse la ropa o algo por el estilo, quería terminar con aquello rápido, saquear lo que encontrara y además, cobrar lo que le correspondía, aunque bueno, eso ya se vería, nadie podía esperar que Capone realmente cumpliera su palabra, de hecho, podría decirse que en los planes de la mujer estaba que no cumpliera su palabra y obviamente, si esto pasaba, ella tampoco cumpliría con la suya. Al pensar en esto subió escaleras y se topó con un impedimento vano, rodó los ojos un poco y luego de esto, sonrió. Sin siquiera pensarlo, tiro la puerta de una patada, comenzaba a irritarse a pesar de estar sonriendo por aquello.
El pobre tipo solo estaba en una esquina de la habitación, lamentándose y lloriqueando, Maya entró con toda la calma del mundo y miró todo a su alrededor, solo el puesto de comando, el gran sillón en el centro y el timón, suspiró lentamente.
—¿Hagamos esto de la forma más rápida quieres? — soltó simplemente mirándolo a los ojos como témpanos de hielo seco y con una expresión seria, el tipo estaba que casi se meaba encima, pero aun así, parecía que quería hacerse el valiente.
—No le temo a capone ni a ninguno de ustedes, ¡la marina me protege! — al decir eso, May soltó una terrible carcajada de sarcasmo, le encantaba que se hicieran los difíciles y protegidos —Si, pero la marina no está aquí… ¿o sí? — le dijo mientras que seguía avanzando de a poco hasta llegar a él. —¡Los he llamado y ya vienen para acá! — dijo con una sonrisa nerviosa y convencido de que ella se retractaría de algo que había hecho, pero no fue así, ella volvió a sonreír y se agachó lentamente para quedar cara a cara con él viejo. —La marina me importa un coño… — le dijo suavemente y con un tono demás amenazador, intimidante. Había sacado la parte de sí que no le gustaba para nada, pues a pesar de ser una pirata, ella conservaba bastantes modales.
Entonces la sonrisa del tipo se desvaneció, May no se molestó ni en tocarlo; estiró su sombra hasta él mientras que volvía a ponerse de pie y como si fuera una serpiente enrollando a su presa, la sombra subió hasta su cuello y comenzó a hacer presión allí, fuerte y eficaz. El capitán del barco comenzó a convulsionarse por la falta de aire hasta que May dejó de apretar y este cayó desmayado. La voz de Dante sonó desdé la puerta… —No, estoy perfectamente… — dijo secamente mientras hacia una seña con la cabeza para que una de las sombras de la cubierta comenzara a subir entonces las escaleras, en medio de las pelea entre los que aún quedaban con vida. Cuando la sombra llegó arriba, May se hizo a un lado para que este arrastrara al hombre escaleras abajo y lo tirara en la cubierta, frente a sus subordinados, May salió entonces del camerino y le dedicó una mirada breve a Dante para después bajar las escaleras y ver aquel desastre y asquerosidad que ahora reinaba en cubierta, el olor a sangr e inundaba sus fosas nasales y la nueva esencia a carne quemada como si fuera pimienta se mezclaba haciendo una combinación repugnante.
Los que estaban debajo en cubierta solo se voltearon para ver como su capitán caía y luego de eso regresar una mirada cabreada a la pirata, aunque ello no les duró mucho, pues era como si a la chica la rodeara un aura oscura y fría que aquellos marineros no soportaron.
—¡¿ALGUIEN MÁS TIENE ALGO QUE HACER?! — levantó la voz, una voz que solo ponía cuando de verdad estaba cabreada; fuerte, clara y llena de determinación, tenía la mandíbula apretada y el ceño fruncido. Los marineros solo tiraron sus armas entonces, dándose cuenta de que quedaban muy pocos. —Eso pensé… — dijo por lo bajo, para luego simplemente seguir caminando hacia el otro lado de la cubierta mientras los hombres aquellos se apartaban de su camino, para entrar a los pasillos de dentro del barco, directo al cuarto de mercancías. Las sombras que quedaban de pie aún solo se dirigieron a buscar algo para inmovilizar a los que quedaban, cuerda o algo que les sirviera para la tarea, aunque algunos de los marinos ya estaban incluso hasta llorando por la impotencia de ver a su capitán tirado en el piso.
May se giró antes de cruzar la puerta para ver a Dante ya mas relajada y le hizo una seña para que la siguiera si quería, necesitaban saquear aquel barco.
InvitadoInvitado
Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
El tumulto de marineros se había reducido en la cubierta drásticamente, hasta el punto de que tras morir el hombre del lanzallamas, solo quedaban cuatro personas planeando proteger a su capitán. La chica, May, acababa de entrar hace un rato en el camarote del mismo, y dentro de él se podían escuchar tanto conversaciones que no llevarían a ningún lado, como sonidos sinuosos que nadie querría escuchar. ¿Estaría usando sus sombras con él? Un escalofrío fue recorriendo la espina dorsal del pirata, hasta el punto de que se estremeció un poco mientras continuaba apuntando a los marineros con su espada. -Chicos, no os conviene dar un paso más- Hizo un barrido con su arma, de manera que pudieran ver que estaba hablando bastante en serio. -Mirad lo que le ha pasado a vuestros compañeros, ¿en serio queréis entrar en la misma situación?- Les fue diciendo, clavando la mirada uno por uno.
Fue entonces cuando una loca idea pasó por su mente, por lo que alzó la cabeza lo suficiente como para que su sonrisa se viera bien en toda la cubierta. Los marineros, extrañados, se quedaron parados y bajaron un poco sus armas. Tal vez las palabras del albino habían hecho mella en sus corazones, tal vez el miedo a morir les impidiera atacarle. Porque, allí, todos sabían que quien fuera a tratar de herir al albino o a la mujer, cavaría su propia tumba. Y entonces, de repente, el pirata soltó. -¿Por qué no os unís a nosotros?- Los marineros se le quedaron mirando como si estuviera loco. -No podemos, ya tenemos un capitán, nos cortaría la cabeza- Ante ello, el albino levantó el índice de su mano libre, haciendo una puntualización. -En cuanto salga May de su camarote, no creo que vuestro capitán esté en condiciones de seguir navegando y ordenar- Sonrió, con malicia.
Entonces, fue la chica la que apareció en la cubierta , con una sombra arrastrando al capitán. La mirada del pirata fue de miedo en aquel entonces. Bueno, más que miedo, sorpresa. -¿Lo has matado? No nos darán recompensa entonces, maldita- Se acercó hasta él y colocó dos dedos debajo de sus orificios nasales. Respiraba. -Fiu- Suspiró, al menos estaba vivo, desmayado. Con la chica al mando, entonces, los marineros prestaron atención a su pregunta. Todos, al instante, soltaron sus armas y levantaron un poco las manos para demostrar que estaban de parte de ella, que no habría más sangre. Se habían rendido. El albino, pues, enfundó su espada después de limpiar la hoja en la camisa del hombre del lanzallamas, que era suficientemente gordo como para que solo tuviera que hacer una pasada para quedarla limpia. Nadie rechistó a May, daba un poco de miedo.
Después de su pase de modelo (grr) por cubierta, el albino la siguió hasta los pasillos interiores del barco, donde supuestamente tratarían de saquear todo lo que fuera posible. No sabía lo que les pasaría a los pobres que se habían rendido, ya que no había mirado atrás una vez que comenzó a andar, pero en sí le pareció correcto darle un consejo a la joven. -Estoy seguro de que esos sabuesos trabajarían para ti con gusto si se lo pidieras. Así te evitas manchar más de sangre este barco- Pero bueno, él no era quién para meterse en los asuntos de tan peligrosa señorita. El dúo fue habitación por habitación buscando mercancías que fueran interesantes de saquear. Oro, plata, joyas. Armas. Cualquier cosa que tuviera un mínimo de valor. Abrieron cofres, arcones, todo lo que pudiera esconder cosas valiosas. Durante media hora, ese fue su trabajo, hasta que regresaron a cubierta con los bolsillos llenos.
Desde aquel punto, se podía ver entonces cómo las costas de la isla Goat quedaban muy cerca. Ya casi habían llegado a la isla, e incluso podían ver personas esperándoles en el muelle. -May. ¿Cuántas personas comprobarían el estado del capitán antes de dar la recompensa?- Le preguntó a la joven, pues al asomarse pudo ver a dos personas totalmente vestidas de negro, con capuchas tapando sus rostros. -Sí que son puntuales, vaya- Dijo alzando una ceja, sonriente, apoyado en el borde de babor mientras el barco terminaba por llegar a muelle y atracar. Bajando de dicho borde, el albino se limpió un poco las ropas con sus manos, antes de acercarse a la chica y decirle, tendiéndole el brazo por si quería agarrarlo para caminar, al puro estilo cita. -Hora de entregar el paquete, señorita- ¿Cuál sería la recompensa que les tendrían preparada? ¿Habría sorpresas?
Fue entonces cuando una loca idea pasó por su mente, por lo que alzó la cabeza lo suficiente como para que su sonrisa se viera bien en toda la cubierta. Los marineros, extrañados, se quedaron parados y bajaron un poco sus armas. Tal vez las palabras del albino habían hecho mella en sus corazones, tal vez el miedo a morir les impidiera atacarle. Porque, allí, todos sabían que quien fuera a tratar de herir al albino o a la mujer, cavaría su propia tumba. Y entonces, de repente, el pirata soltó. -¿Por qué no os unís a nosotros?- Los marineros se le quedaron mirando como si estuviera loco. -No podemos, ya tenemos un capitán, nos cortaría la cabeza- Ante ello, el albino levantó el índice de su mano libre, haciendo una puntualización. -En cuanto salga May de su camarote, no creo que vuestro capitán esté en condiciones de seguir navegando y ordenar- Sonrió, con malicia.
Entonces, fue la chica la que apareció en la cubierta , con una sombra arrastrando al capitán. La mirada del pirata fue de miedo en aquel entonces. Bueno, más que miedo, sorpresa. -¿Lo has matado? No nos darán recompensa entonces, maldita- Se acercó hasta él y colocó dos dedos debajo de sus orificios nasales. Respiraba. -Fiu- Suspiró, al menos estaba vivo, desmayado. Con la chica al mando, entonces, los marineros prestaron atención a su pregunta. Todos, al instante, soltaron sus armas y levantaron un poco las manos para demostrar que estaban de parte de ella, que no habría más sangre. Se habían rendido. El albino, pues, enfundó su espada después de limpiar la hoja en la camisa del hombre del lanzallamas, que era suficientemente gordo como para que solo tuviera que hacer una pasada para quedarla limpia. Nadie rechistó a May, daba un poco de miedo.
Después de su pase de modelo (grr) por cubierta, el albino la siguió hasta los pasillos interiores del barco, donde supuestamente tratarían de saquear todo lo que fuera posible. No sabía lo que les pasaría a los pobres que se habían rendido, ya que no había mirado atrás una vez que comenzó a andar, pero en sí le pareció correcto darle un consejo a la joven. -Estoy seguro de que esos sabuesos trabajarían para ti con gusto si se lo pidieras. Así te evitas manchar más de sangre este barco- Pero bueno, él no era quién para meterse en los asuntos de tan peligrosa señorita. El dúo fue habitación por habitación buscando mercancías que fueran interesantes de saquear. Oro, plata, joyas. Armas. Cualquier cosa que tuviera un mínimo de valor. Abrieron cofres, arcones, todo lo que pudiera esconder cosas valiosas. Durante media hora, ese fue su trabajo, hasta que regresaron a cubierta con los bolsillos llenos.
Desde aquel punto, se podía ver entonces cómo las costas de la isla Goat quedaban muy cerca. Ya casi habían llegado a la isla, e incluso podían ver personas esperándoles en el muelle. -May. ¿Cuántas personas comprobarían el estado del capitán antes de dar la recompensa?- Le preguntó a la joven, pues al asomarse pudo ver a dos personas totalmente vestidas de negro, con capuchas tapando sus rostros. -Sí que son puntuales, vaya- Dijo alzando una ceja, sonriente, apoyado en el borde de babor mientras el barco terminaba por llegar a muelle y atracar. Bajando de dicho borde, el albino se limpió un poco las ropas con sus manos, antes de acercarse a la chica y decirle, tendiéndole el brazo por si quería agarrarlo para caminar, al puro estilo cita. -Hora de entregar el paquete, señorita- ¿Cuál sería la recompensa que les tendrían preparada? ¿Habría sorpresas?
InvitadoInvitado
Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
Dante terminó siguiéndola y ella solo compuso una sonrisa a él después de cruzar la puerta para ir a por lo que pudieran saquear, entonces May respondió con un suspiro a la pregunta del albino, le dedicó una mirada mientras que los dos entraban al primer cuarto hurgando entre cosas —No, esos hombres no me sirven… — comenzó mientras que se agachaba a revisar los cajones de un escritorio y sacaba de este una caja con varias joyas “Mmh perfecto…” pensó. —Solo siguen ordenes porque si… no solo quiero gente que trabaje, sino que también piense… — dijo simplemente, medio distraída viendo más cajones y cosas que meterse en los bolsillos. Aunque sin darse cuenta había revelado indirectamente uno de sus objetivos, era bien cierto que estaba buscando gente para formar una tripulación, la necesitaba para sus planes y le estaba costando muchísimo trabajo encontrar a la gente adecuada.
May entonces le dedicó otra mirada discreta al albino “Él podría ser buen candidato” pensó simplemente, para luego seguirlo con la mirada hasta la puerta de la habitación; salió detrás de él a la siguiente y luego a la siguiente, había poco material que pudieran ocupar para vender u oro de por si, así que May no consiguió más que la cajilla de joyas y varias bolsitas llenas de monedas en oro. En cubierta los hombres sombra ataron a los cuatro que quedaban y estos solo se limitaban a doblegarse al piso junto a su capitán desmayado, después de eso, la isla se vio frente al barco a lo lejos, levantándose con majestuosidad mientras que avanzaban por las corrientes de las aguas en el blues aquel. Cuando estuvo avistándose el muelle se paró a un lado de Dante, quien le preguntaba sobre como entregarían al capitán —No lo sé, eso jamás se especificó… — dijo entonces a un lado de él, para fijarse luego en los dos hombres en el muelle, vestidos de negro completamente, no había más forma de resaltar.
May tomó su brazo para no dejarlo estirado ni con las ganas de ello y comenzaron a bajar en cuanto tocaron el muelle, las sombras de la chica venían detrás de ella, con la tripulación atada de manos y en fila para que ninguno intentara escapar. Al llegar frente a los hombres, la pirata soltó el brazo del albino y los miró con una sonrisa sarcástica en la cara —Lo prometido es deuda así qué díganle a Capone que nos debe una — dijo mientras que se hacía a un lado para que sus sombras empujaran a los hombres que quedaban de su tripulación y al capitán aún medio desmayado, atado totalmente —Tuvimos varios percances así que esto es lo que queda del navío… — siguió diciendo mientras que ponía sus manos en los bolsillos.
—May Ragnak… no sé si eres estúpida o simplemente valiente para pronunciar el nombre del Padrino así como así… — le dijo uno de los dos hombres enmascarados, con desdén notable; que a May ciertamente le caló, pues en su rostro solo se amplió la sonrisa sarcástica.
—Bueno, posiblemente no sea ninguna de las dos… — dijo simplemente mientras que el hombre les entregaba dos grandes sacos, una cantidad de oro inconmensurable, así que May supuso entonces que Capone había repartido en mitades la recompensa. Sin embargo, en cuanto la puso detrás de ella, paso algo que hizo que los marineros se quedaran con la boca abierta y que el segundo hombre solo retrocediera un paso mientras que pasaba la vista de Dante a la chica y de la chica a Dante. May había atravesado con su espada la garganta de uno de los enviados por el padrino.
InvitadoInvitado
Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
La forma de pensar de la chica le pareció atractiva en un primer instante a través de los comentarios que realizaba. No quería lacayos, quería gente capaz. -Uh, eso es sexy- Comentó, no en tono de burla, mientras que saqueaban distintos cajones de armarios de las habitaciones del barco. Con el paso del tiempo sus bolsillos se iban llenando demasiado, pesaban, y la gabardina del albino cada vez se veía más caída debido al peso de los objetos que metía en ellos. Pero eso era bueno, cuanto más llevase encima, mejor sería la recompensa extra que tendría, además de la correspondiente por entregar al capitán del barco a los súbditos del Padrino. Ah, todavía seguía soñando con qué sería esa recompensa. ¿Dinero? ¿Comida, bebida? ¿Armas relucientes?... ¿Mujeres? Muchas cosas pasaban por la mente del albino, a cada cual más enrevesada y oscura. Pero tanto él como la chica, no tenían idea de qué podría tratarse.
Más tarde, cuando el barco ya atracó en el muelle de la isla Goat, las sombras habían paralizado a los pocos marineros que quedaban en pie, fue la chica quien le agarró del brazo para llevarle junto a ella. -Qué mano tan suave- Dijo al sentir sobre su piel los dedos de la chica, para luego dejarse llevar hasta la presencia de los dos hombres de negro. Conforme llegaron, los piratas se separaron de su agarre y las sombras empujaron frente a ellos a todos los que restaban de la masacre del navío. -¿A que lo hemos hecho bien? Aparte del premio no vendría mal una palmada en la espalda, no fue cosa fácil- En verdad sí lo fue. Cruzando los brazos frente al pecho, el albino fue presente de cómo uno de los informantes recalcaba que el “Don” siempre tendría mayor importancia que ellos, que deberían tratarle con más respeto. Craso error.
Normalmente a nadie le gustaba realizar un trabajo para otra persona y ser tratado como mierda, por lo que en cuanto escuchó las palabras del hombre de negro, el albino giró sus ojos para mirar a la chica. Esa sonrisa, la había visto muchas veces. No en ella… la sonrisa traviesa. Algo tramaba. Totalmente callado esta vez, el albino tomó uno de los sacos cargándolo a su hombro, para luego ser presente de algo que no se hubiera esperado nadie. May asesinando a uno de los informantes. -Tsk…- Chasqueó la lengua, mientras observaba cómo el otro informante entraba en cólera. -E-E-Estáis… ¡LOCOS! ¿Cómo osáis ofender de esta manera al Padrino? ¡Moriréis por vuestra osadía!- Dijo el hombre, pero antes de que pudiera echar a correr, cayó al suelo. Uno de los sacos de dinero le había impactado en plena cabeza y lo había tumbado el suelo. Dante lo había lanzado con fuerza hacia él.
Acercándose a paso lento, determinado, el pirata mostraba un rostro mucho más serio que antes. Parecía que cuando las cosas se complicaban, perdía su tono cómico y pasaba a ser alguien mucho más maduro. Pateó una sola vez el estómago del hombre para evitar que se moviera después, quitando el saco de dinero y sentándose encima de él. Destapó su rostro, revelando a un gordo feo y casi sin dientes. -Fue culpa vuestra por herir los sentimientos de una dama, lo tenéis merecido- Le agarró del poco pelo que tenía, pegando su cara al suelo frío y empedrado. -Irás a ver a Capone, le dirás que hemos cumplido su cometido y que agradecemos su recompensa. Que ha perdido un hombre por su insolencia, y que como intente algo contra ella… Tendrá que responder primero ante mí. ¿De acuerdo, escoria?- Apretó todavía más la cara, hasta que el hombre asintió. Dante se levantó, dejándolo libre para que se levantase y empezara a correr. -Vuelve con tu amo, dile que no sueñe con encadenarnos bajo su látigo. May Ragnak y Dante Sparda, no lo olvides- Le comentó, antes de que el tipo desapareciera. El albino se giró entonces, recuperó el saco y lo colgó a su hombro, para luego mirar a la chica y acercarse a ella hasta quedar a menos de cincuenta centímetros de distancia. -¿Y ahora qué, milady? Has ganado un enemigo poderoso… Necesitarás ayuda para combatirlo- ¿Estaba ofreciendo su espada? Qué menos para proteger a una dama.
Más tarde, cuando el barco ya atracó en el muelle de la isla Goat, las sombras habían paralizado a los pocos marineros que quedaban en pie, fue la chica quien le agarró del brazo para llevarle junto a ella. -Qué mano tan suave- Dijo al sentir sobre su piel los dedos de la chica, para luego dejarse llevar hasta la presencia de los dos hombres de negro. Conforme llegaron, los piratas se separaron de su agarre y las sombras empujaron frente a ellos a todos los que restaban de la masacre del navío. -¿A que lo hemos hecho bien? Aparte del premio no vendría mal una palmada en la espalda, no fue cosa fácil- En verdad sí lo fue. Cruzando los brazos frente al pecho, el albino fue presente de cómo uno de los informantes recalcaba que el “Don” siempre tendría mayor importancia que ellos, que deberían tratarle con más respeto. Craso error.
Normalmente a nadie le gustaba realizar un trabajo para otra persona y ser tratado como mierda, por lo que en cuanto escuchó las palabras del hombre de negro, el albino giró sus ojos para mirar a la chica. Esa sonrisa, la había visto muchas veces. No en ella… la sonrisa traviesa. Algo tramaba. Totalmente callado esta vez, el albino tomó uno de los sacos cargándolo a su hombro, para luego ser presente de algo que no se hubiera esperado nadie. May asesinando a uno de los informantes. -Tsk…- Chasqueó la lengua, mientras observaba cómo el otro informante entraba en cólera. -E-E-Estáis… ¡LOCOS! ¿Cómo osáis ofender de esta manera al Padrino? ¡Moriréis por vuestra osadía!- Dijo el hombre, pero antes de que pudiera echar a correr, cayó al suelo. Uno de los sacos de dinero le había impactado en plena cabeza y lo había tumbado el suelo. Dante lo había lanzado con fuerza hacia él.
Acercándose a paso lento, determinado, el pirata mostraba un rostro mucho más serio que antes. Parecía que cuando las cosas se complicaban, perdía su tono cómico y pasaba a ser alguien mucho más maduro. Pateó una sola vez el estómago del hombre para evitar que se moviera después, quitando el saco de dinero y sentándose encima de él. Destapó su rostro, revelando a un gordo feo y casi sin dientes. -Fue culpa vuestra por herir los sentimientos de una dama, lo tenéis merecido- Le agarró del poco pelo que tenía, pegando su cara al suelo frío y empedrado. -Irás a ver a Capone, le dirás que hemos cumplido su cometido y que agradecemos su recompensa. Que ha perdido un hombre por su insolencia, y que como intente algo contra ella… Tendrá que responder primero ante mí. ¿De acuerdo, escoria?- Apretó todavía más la cara, hasta que el hombre asintió. Dante se levantó, dejándolo libre para que se levantase y empezara a correr. -Vuelve con tu amo, dile que no sueñe con encadenarnos bajo su látigo. May Ragnak y Dante Sparda, no lo olvides- Le comentó, antes de que el tipo desapareciera. El albino se giró entonces, recuperó el saco y lo colgó a su hombro, para luego mirar a la chica y acercarse a ella hasta quedar a menos de cincuenta centímetros de distancia. -¿Y ahora qué, milady? Has ganado un enemigo poderoso… Necesitarás ayuda para combatirlo- ¿Estaba ofreciendo su espada? Qué menos para proteger a una dama.
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Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
La sonrisa en su rostro se había desvanecido completamente, como si alguien se la hubiera robado del rostro, observó al tipo frente a ella convulsionarse mientras que daba los últimos quejidos atascados que no podían escapar de su garganta y luego, la chica sacó la espada, un chorro de sangre salió de ese lugar mientras que el hombre caía hacia atrás, dando un fuerte golpe en el suelo con su cuerpo ya inerte. May sacudió la espada para quitarle la sangre y majestuosamente metió la espada en su funda; ella sabía lo que acababa de hacer, había enviado una señal de batalla o persecución a Capone, pero eso le daba completamente igual, ella podría enfrentarle en una pelea. Sin embargo, algunos dirían que eso sería bastante tonto, después de todo, todos le apuestan a los famosos.
El otro hombre balbuceó un par de cosas a las cuales la mujer no les prestó atención, pues dejó que el albino se encargara de él, si bien no le prestaba atención al gordo aquel, si a las palabras del pirata, May recuperó aquella sonrisa típica en cuanto lo escucho “El Diablo ha aparecido…” dijo mientras que escuchaba lo último que articulaba antes de dirigirse nuevamente hacia ella con el saco entre las manos, esperó hasta que estuviera lo suficientemente cerca como para contestar su pregunta y solo le dedicó una mirada llena de brillo.
—“Que ha perdido un hombre por su insolencia, y que como intente algo contra ella… Tendrá que responder primero ante mí.” — repitió las mismas palabras que él y en el mismo orden aún con la sonrisa en el rostro y los brazos cruzados debajo de su pecho —Bueno es bastante obvio… si necesito ayuda y por eso… estoy buscando hombres para formar una tripulación… tú has pasado la prueba y… jurado… (si puedo decirlo así) protegerme… — dijo simplemente, más seria ya, aquello se trataba de algo crucial para ella.
Era la primera vez que le hacia la propuesta a alguien, en realidad no esperaba que aceptara si no quería, los piratas eran así; un día decían una cosa y otro día otra, como una mujer enojada que quiere que las cosas con su marido salgan bien (controlarlo realmente). La pirata solo lo vio a los ojos después de ello, tratando de encontrar que era lo próximo que le diría el albino ¿un sí? ¿un no? ¿jódete?, ¿vete al diablo?, ¿Quién querría una mujer como capitana? Cualquier cosa...
El otro hombre balbuceó un par de cosas a las cuales la mujer no les prestó atención, pues dejó que el albino se encargara de él, si bien no le prestaba atención al gordo aquel, si a las palabras del pirata, May recuperó aquella sonrisa típica en cuanto lo escucho “El Diablo ha aparecido…” dijo mientras que escuchaba lo último que articulaba antes de dirigirse nuevamente hacia ella con el saco entre las manos, esperó hasta que estuviera lo suficientemente cerca como para contestar su pregunta y solo le dedicó una mirada llena de brillo.
—“Que ha perdido un hombre por su insolencia, y que como intente algo contra ella… Tendrá que responder primero ante mí.” — repitió las mismas palabras que él y en el mismo orden aún con la sonrisa en el rostro y los brazos cruzados debajo de su pecho —Bueno es bastante obvio… si necesito ayuda y por eso… estoy buscando hombres para formar una tripulación… tú has pasado la prueba y… jurado… (si puedo decirlo así) protegerme… — dijo simplemente, más seria ya, aquello se trataba de algo crucial para ella.
Era la primera vez que le hacia la propuesta a alguien, en realidad no esperaba que aceptara si no quería, los piratas eran así; un día decían una cosa y otro día otra, como una mujer enojada que quiere que las cosas con su marido salgan bien (controlarlo realmente). La pirata solo lo vio a los ojos después de ello, tratando de encontrar que era lo próximo que le diría el albino ¿un sí? ¿un no? ¿jódete?, ¿vete al diablo?, ¿Quién querría una mujer como capitana? Cualquier cosa...
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Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
Ya está. Ya se había ganado a su primer enemigo, ni más ni menos que la persona que prácticamente gobernaba en la actualidad todo el East Blue y estaba en proceso de conquistar los otros tres mares cardinales. Tuvo que reconocer que todo aquello le venía grande, no era nadie destacable de poder ni de inteligencia, sí de dotes amatorias, pero eso en la guerra no le serviría de nada. Tragó saliva mientras observaba al último informante con vida salir corriendo como un perro a contarle las nuevas a su maestro. El rostro serio se fue suavizando con el paso de los segundos, al mismo tiempo que recogía del suelo aquella bolsa con dinero que había utilizado para tumbarle al suelo. Cargando la misma sobre su hombro, ya no quedaba mucho que hacer con aquella situación, habían actuado como lo habían hecho y debían afrontar las consecuencias de sus actos.
Él no podía dejar que la chica se llevara toda la culpa, no, era lo que tenía ser una especie de caballero diabólico. Dando la espalda al horizonte, el cual anochecía, caminó de vuelta hasta la chica de púrpuras cabellos, la cual le esperaba con una sonrisa en los labios y una copia de su propio monólogo que le hizo sonrojar un poco por el tono en que lo dijo. ¿Acaso había sonado tan convincente? No sabía que tenía buenas dotes teatrales, debería apuntárselo para un futuro. Ante lo primero, el albino le dedicó una pequeña sonrisa a la chica, para luego, sorprenderse por el ofrecimiento que le estaba otorgando. May buscaba ayuda en contra de Capone, por lo que necesitaría algo más que aliados, una tripulación pirata. Supuestamente, Dante había pasado la prueba, y obviamente como recordaba, había jurado que la protegería de todo mal que tratase de llevársela por delante.
La sonrisa se extendió en sus labios, al mismo tiempo que miraba a la joven y se agachaba lo justo para que su mirada quedase a la misma altura que la de ella. La mano que tenía libre agarró la mano más cercana de ella, de manera que sus palmas se entrelazasen en un férreo agarre. -Será un placer cabalgar contigo en esta guerra, milady. Pero espero que no seamos los únicos participantes, y que las reservas de alcohol sean abundantes- Le dijo en un tono curioso. ¿Habría pasado alguien más la prueba de la chica? ¿Alguien con el que se hubiera cruzado en sus aventuras? Tal vez sí, tal vez no. Lo que sabía era que, con aquel estrechamiento de manos, había aceptado formar parte de la tripulación de May. ¿Cuál sería su puesto o relevancia dentro de la misma? Eso quedaría por determinar, pues por el momento, la aventura en isla Goat había terminado.
Tenían la recompensa, habían saqueado el barco, y seguramente aumentasen un poco el precio por su cabeza debido a la ofensa que habían realizado contra la persona más fuerte de los Blues. Y pensar que todo había empezado con él disfrazado con una peluca rubia, todavía no daba crédito a cómo se habían transformado los acontecimientos. Aun así, poco a poco fue soltando su agarre de la mano de May, terminando por erguirse de nuevo y mirarla de nuevo con esos ojos azules impregnados en tranquilidad y travesura. -Entonces, ¿cuál será nuestra siguiente parada, capitana?- Nunca se había propuesto si formaría parte de una tripulación, nunca se le había pasado por la cabeza servir a alguien más que no fuera él mismo. Pero aquel día había visto en May una persona de fuertes convicciones y libre albedrío, una persona por la que valía la pena luchar y a la que valía la pena mantener con vida. Tal vez, en un futuro, ella pudiera llegar a ser alguien importante en la rueda del mundo. Y si él se quedaba con ella, bueno, quién sabe, podría compartir un poco de esa gloria que todo pirata busca en su vida.
Él no podía dejar que la chica se llevara toda la culpa, no, era lo que tenía ser una especie de caballero diabólico. Dando la espalda al horizonte, el cual anochecía, caminó de vuelta hasta la chica de púrpuras cabellos, la cual le esperaba con una sonrisa en los labios y una copia de su propio monólogo que le hizo sonrojar un poco por el tono en que lo dijo. ¿Acaso había sonado tan convincente? No sabía que tenía buenas dotes teatrales, debería apuntárselo para un futuro. Ante lo primero, el albino le dedicó una pequeña sonrisa a la chica, para luego, sorprenderse por el ofrecimiento que le estaba otorgando. May buscaba ayuda en contra de Capone, por lo que necesitaría algo más que aliados, una tripulación pirata. Supuestamente, Dante había pasado la prueba, y obviamente como recordaba, había jurado que la protegería de todo mal que tratase de llevársela por delante.
La sonrisa se extendió en sus labios, al mismo tiempo que miraba a la joven y se agachaba lo justo para que su mirada quedase a la misma altura que la de ella. La mano que tenía libre agarró la mano más cercana de ella, de manera que sus palmas se entrelazasen en un férreo agarre. -Será un placer cabalgar contigo en esta guerra, milady. Pero espero que no seamos los únicos participantes, y que las reservas de alcohol sean abundantes- Le dijo en un tono curioso. ¿Habría pasado alguien más la prueba de la chica? ¿Alguien con el que se hubiera cruzado en sus aventuras? Tal vez sí, tal vez no. Lo que sabía era que, con aquel estrechamiento de manos, había aceptado formar parte de la tripulación de May. ¿Cuál sería su puesto o relevancia dentro de la misma? Eso quedaría por determinar, pues por el momento, la aventura en isla Goat había terminado.
Tenían la recompensa, habían saqueado el barco, y seguramente aumentasen un poco el precio por su cabeza debido a la ofensa que habían realizado contra la persona más fuerte de los Blues. Y pensar que todo había empezado con él disfrazado con una peluca rubia, todavía no daba crédito a cómo se habían transformado los acontecimientos. Aun así, poco a poco fue soltando su agarre de la mano de May, terminando por erguirse de nuevo y mirarla de nuevo con esos ojos azules impregnados en tranquilidad y travesura. -Entonces, ¿cuál será nuestra siguiente parada, capitana?- Nunca se había propuesto si formaría parte de una tripulación, nunca se le había pasado por la cabeza servir a alguien más que no fuera él mismo. Pero aquel día había visto en May una persona de fuertes convicciones y libre albedrío, una persona por la que valía la pena luchar y a la que valía la pena mantener con vida. Tal vez, en un futuro, ella pudiera llegar a ser alguien importante en la rueda del mundo. Y si él se quedaba con ella, bueno, quién sabe, podría compartir un poco de esa gloria que todo pirata busca en su vida.
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Re: Aliados Novatos [Tarea|Presente]
A la pirata le alegró ver el porte de Dante y su sonrisa al escuchar su proposición, aunque, a decir verdad, la posición que adoptó luego de esto hizo que retrocediera menos de un paso, aunque sostuviera su mano entrelazando los dedos con los de él, le dedicó una sonrisa radiante mientras que lo escuchaba hablar, todo un caballero era y eso era algo que no se podía negar. Despegó la mano de él en cuanto este lo hizo y tomó el saco con oro para ponerlo detrás de su espalda.
—Lamentablemente, si eres el primero, pero la buena noticia es que, si habrá alcohol, mucho alcohol… — le dijo simplemente mientras que comenzaba a andar hacia enfrente, no esperaba que le preguntara sobre las pruebas ni mucho menos porque en realidad eso era parte como de un “trámite formal” solo era cuestión de probar su valía, la capacidad de arriesgarte por otra persona y bueno, si en realidad eras capaz de pensar por ti mismo y decidir lo mejor.
El día ella lo daba por bien servido, había saciado su irritación a nada de haber entrado en aquel barco, tenía oro a sus espaldas y un nuevo tripulante para lo que comenzaría a ser su tripulación nueva.
—Lo primero que haremos será ir a por “El gran Salón” — habló entonces del barco madre donde había nacido la idea de fundar a Kizuna, siguió caminando por el muelle, en busca de algún otro barco que le pareciera atractivo para subir a él y embarcar nuevamente a la isla en la que había dejado su barco, que era como casa, el único lugar verdadero al cual regresar.
—Te encantará, el diseño lo escogí yo misma y tiene la suficiente capacidad para cargar con varias personas aunque bueno, desde hace cinco años que solo piso esa cubierta yo… — le dijo, May estaba emocionada por que llevaría a alguien más en el gran salón, sin duda amaba a aquel barco.
Antes de seleccionar uno de los barcos de regreso, le volvió a dedicar una mirada al albino —Gracias pro aceptar — dijo simplemente con una sonrisa, que pocas veces mostraba pero que a aquel hombre solo le había mostrado dos veces ya en el poco tiempo que llevaban de conocerse. La aventura les aguardaba a donde quiera que estuvieran…
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