¿Que miras? [Pasado/Illya Kuryakin]

Llevaba mucho sin ir hacia la isla Goat, muchísimo tiempo, de aquella época en la cual era un simple muchacho buscando rumbo, buscando un camino que recorrer, y recordaba que aquel sitio no era sino un lugar para que criminales se escondiesen o sencillamente lograran comercializar sustancias ilícitas o elementos robados, de manera que… era en si una isla completamente ilícita, un lugar completamente incorrecto, había nada allí para un sujeto como Illya, pero por alguna razón que no lograba entender en su totalidad… había llegado nuevamente allí. Ahora que lo pensaba ¿Qué lo había traído hasta allí la primera vez?

-Me trajo la corriente –se dijo a si mismo casi como un murmullo, si, lo había traído la corriente del mar la primera vez, y cansado de estar en el pequeño bote que lo transportaba decidió anclar para estirar las piernas, en esos tiempo habían comerciantes y prostitutas así que no fue una mala idea, ahora, la isla se veía completamente desolada, vacía, carente de la vida que años atrás había mostrado. Pero algo le llamo la atención mientras vagaba, y como siempre o al menos la mayoría de las veces, fumaba, y no fumaba cualquier cosa, sino uno de sus característicos cigarros que inundaban sus ropas y su alrededor de un denso olor. -Qué curioso… -señaló al ver a la joven, una pequeña muchacha de camisa blanca y coletas, un ser que se veía angelical en aquel lugar.

El problema recaía en que la joven se hallaba sola en aquella isla desierta, probablemente llena de criminales. Y fue eso lo que hizo que Illya se pusiera en movimiento, un sujeto se había acercado peligrosamente a la muchacha lo que planteaba dos interrogantes ¿Qué mierda hacia aquella muchacha allí? ¿Qué tan fuerte o idiota sería para atreverse a deambular por allí sola? No es como si se las plantease recién, no, se las había planteado apenas la vio pero ahora que un sujeto parecía conducirla quizás hacia donde y con qué motivos… se supone que debía hacer lo correcto, o al menos… seguirlos para asegurarse de que la chica fuese a estar bien, si algo le llegase a pasar, probablemente Illya no podría dormir tranquilo sabiendo que podría haberlo evitado, claro está que es solo un “quizás”.

La chica siguió avanzando bajo las indicaciones aparentes que le daba aquel criminal, en realidad, aquel sujeto pues era de mal gusto decirle “criminal” sin saber si lo era, aunque una buena y decente persona definitivamente no era, no si debía ir a esa isla a esperar a que una muchacha llegara para escoltarla a punta de pistola quizás Dios sabe hacia dónde y con qué intenciones. El bosque se abría paso conforme iban avanzando, e Illya, con sigilo iba detrás de ellos, buscando que no lo viesen. Más personas fueron saliendo de entre los árboles, una decena quizás, no lograba verlos bien, una decena de hombres contra una sola chica… algo completamente injusto. “Te daremos lo tuyo” escucho decir, bueno, ya sabía lo que iban a hacerle a aquella diminuta jovencita.

La chica parecía desinteresada en el asunto, sentada tranquilamente bajo la sombra de un árbol, con la afilada mirada sobre su cuerpo, de aquellos sujetos que parecían buitres… parecía que aun no se decidían a quien iría primero. La jovencita hablo y sus palabras le sorprendieron, al parecer aquella chica podría ser interesante. -¡Muchacha! ¿Necesitas ayuda? –preguntó Illya desde atrás de los sujetos, uno de forma instintiva abrió fuego, sorprendiéndose al ver como las balas pasaban a través del revolucionario sin ocasionar daño alguno. –Pareciera que estas en problemas, pero tu pasividad me hace pensar lo contrario –finalizo al tiempo que de sus pies empezaba a brotar ¿Nieve? Que lentamente cubrió una pequeña área a su alrededor, la suficiente.

Seguía pareciéndole extraña aquella pasividad que demostraba la jovencita, no parecía estar interesada en lo que aquellos “intentos de humanos” querían hacerle, sencillamente parecía pasar de todo aquello, como si… sí, era raro, quizás ser prudente sería lo mejor, pero digamos que Illya jamás ha sido un ser demasiado sensato como para practicar un poquito de prudencia en cuanto hace. Había algo en la mirada de aquella joven, algo que no podía describir con facilidad, algo así como… ¿un instinto asesino reprimido?

No paso mucho para que le disparasen –como dije anteriormente –y sus rostros atónitos tampoco eran novedad, no todos los días podías ver algo así, no todos los días te topabas con una logia en mitad del bosque así que podemos decir que ese día, este día… era la excepción a la regla. “¿Aburrida?” preguntó para sí Illya, solo a modo de pensamiento. ¿Qué clase de respuesta era esa? ¿Era acaso que ella por algo de emoción había dejado que la capturase para ver hacia donde conducía todo? ¿Era una asesina? ¿Un marine? ¿Un pirata?

La nieve se extendió con rapidez bajo sus pies, empezando a abarcar cada vez más terreno, enfriando el  ambiente, drenando el calor de plantas y de las personas que estuviesen en contacto con ella, aquellos criminales, uno que otro, podía sentir como sus dedos se iban entumeciendo, si no eran estúpidos se correrían y alejarían pero para la ya no tan “sorpresa” de Illya, no se movieron… eran estúpidos.

La chica al fin volvió a hablar, ya parecía tener más conciencia de lo que estaba pasando, o al menos simulaba hacerlo, o quizás solo se había aburrido. –Sí señorita, si puedo encargarme de ellos, no se preocupe, de todos estos inmundos depravados –señaló al tiempo que dos manos gigantes salían desde su espalda, dos manos níveas, blancas y puras, las cuales en un aplauso explotaron, no sin antes botar al suelo a algunos de los criminales. -¿Por qué la ayudo? Creo que no es agradable que me pregunte eso, pero… la ayudo porque soy más monstruo que humano y esta es una forma de conservar mi humanidad –no mentía, para nada, una de las cosas por las cuales solía ayudar a terceros era esa, intentar seguir siendo humano, a pesar de ser un…

La nieve rápidamente empezó a cubrir a aquellos que habían caído al suelo, entumeciéndolos con rapidez, paralizándolos, y aquellos que se esforzaban por luchar eran los que se veían más cansados. -¿Si también soy un criminal? No sabría decirlo señorita, lo que si soy es un teniente de la armada revolucionaria… Me llamo Illya Kuryakin.

Un monstruo, un monstruo con apariencia humana… eso era Illya, de hecho ni siquiera era un humano, era un Skypean, en su espalda habían dos diminutas alitas que normalmente la gente ni siquiera veía, como que las obviaban por alguna extraña razón que no se terminaba de explicar. Sencillamente esas alitas parecían no existir para el resto del mundo… ¿Qué tan humano podía ser realmente? ¿Qué define la humanidad? Hay animales que son mucho más humanos que los mismos humanos… Una locura. -¿Te ayude? Sí… me parece que lo hice, aunque en realidad, si te soy sincero, no sé porque te ayude, no me lo explico, no muy bien al menos… solo me moví por instinto… sabía lo que tenía que hacer y lo hice, pero no puedo explicármelo a ciencia cierta… aunque dudo mucho que mi corazón sea humano –señaló Illya a la pequeña jovencita.

Sí, era un teniente de la armada revolucionaria, no es como si fuera parte del alto mando, para nada, era soo un teniente más entre tantos tenientes que existen, era sólo uno más… nada más que eso, y seguiría siendo eso durante algún tiempo más, pero ya sobre su cabeza caían unos 40.000.000 de berries aproximadamente, quizás más, no tenía idea en cuanto iba… y no le interesaba. –Preferiría que te presentases pequeña dama –musito con una pasividad extraña el “revolucionario”.

Era extraño, entre todas las cosas que esperaba que le dijese, cazador de recompensas estaba al final de la lista, olvidada… de verdad no lo esperaba y su sorpresa se debió haber visto al menos por un par de segundos hasta que volvió a la normalidad que lo caracterizaba, aquel rostro frío. –Encantado de conocerle señorita Alysa –dijo Illya, realmente encantado a pesar de la revelación. No es como si fuese a ponerse en guardia. Por un pequeño momento pensó en que debió de haber dejado a los criminales trabajar y ver lo que ella hacía en defensa… -¿Tu propia fuerza? –preguntó algo consternado Illya, no entendía muy bien a lo que se refería.

Una mirada inquisitiva, fría como la nieve que Illya había generado se poso en él, una mirada que parecía carente de vida, una mirada casi muerta, o al menos así lo percibió él. -¿Sí puedo morir? ¿Matarme? –preguntó Illya bastante sereno, no le molestaba la pregunta, de hecho, le entretenía, no era como si realmente fuese inmortal, realmente en esta vida nadie lo es así que… de alguna u otra forma él moriría, no hoy ni mañana, pero habían formas. – ¿Como matas a un usuario de una logia? Es en realidad un poco complicado, pero solo hasta cierto punto… Esta el agua de mar por un lado, que te podría ayudar en esa tarea, pero obligar a un usuario a hundirse en el mar es difícil, muy difícil… por otro lado está el kairouseki… la piedra del mar que anula los poderes de los usuarios de las akumas, de las frutas del diablo… y por otro lado, al final… esta el llamado haki.