D - Demonios & Tesoros (Tarea)

La fruta guru - guru le había otorgado habilidades únicas que todavía no terminaba de controlar. Si bien girar miembros 360º de manera aislada tenía mucho potencial si era creativa, lo que más le había llamado la atención era la capacidad de elevarse si hacía girar muy rápido sus brazos o piernas. Esta habilidad no la había anticipado sino que surgió entrenando: queriendo dar un corte rápido y fuerte con dos sables se dio cuenta que podía usarlos como aspas y elevarse.

Sin embargo, como de costumbre, se había embriagado con la emoción del momento y su impulsividad la había llevado a volar por horas sin rumbo. Cansada, descendía ahora en plena selva de la isla Kumate... Aunque ella no sabía dónde estaba, claro. Usando las afiladas armas se abre paso a través del follaje hasta llegar a una playa. Desde esta puede ver un barco a lo lejos con banderas de la marina. "¡Mierda! Estoy demasiado cansada como para volar de nuevo sin rumbo pero no pienso jugármela con esos estirados... ". Entonces atisba que hay un único rastro de huellas que se internaban en la jungla no muy lejos de por dónde ella había salido segundos antes. Por curiosidad o por despreocupación, se interna nuevamente entre la espesura buscando al dueño de las pisadas.

Tras un buen rato, contempla de lejos a un hombre de cabello negro azulado. Se ve alto y capaz pero, piensa Kaelia, solo es uno y ya antes ha podido derribar a alguien. "No lleva uniforme y viene del barco de la marina... Seguramente sea un pirata o un rebelde. Tendré que andar con ojo.".

Con infinita paciencia avanza procurando no hacer ruido. Mira las nalgas del extraño moverse de un lado a otro, se desconcentra y termina pisando una rama seca que la delata inmediatamente...

Kaelia quedó helada ante la velocidad de reacción del desconocido. Trató de seguirlo pero fue en vano: tan pronto fue tras él por la espesura se percató que había perdido el rastro. Las raíces dificultaban encontrar pisadas y su falta de experiencia le impedía distinguir bien los detalles como hojas o ramas rotos o doblados recientemente. Volvió sobre sus pasos buscando pisadas, huellas, algo que le indicara hacia a dónde había ido aquel hombre misterioso, pero no encontrando nada. Enfurruñada, posa ambos puños en la cadera y suspira profundamente.

- Joder... Para alguien que podría haberme guiado o dicho dónde carajos estaba y lo asusto. Bien hecho, Kaelia. Siempre con tus excelentes ideas... Bueno, al menos hay seres humanos por aquí...

Viendo la sonora derrota en su último atento, se sienta un momento a reflexionar. ¿Sería esta la guarida de algún pirata? Si era así, habría un tesoro que saquear. Si era así, quizá ese hombre era el dueño del susodicho tesoro. Esto significaba que tenía la oportunidad de obtener un nuevo botín, engañar a otro pirata más así como conseguir, quizá, un barco. Le convenía encontrar nuevamente la pista pero le costaba horrores guiarse con tanta vegetación.

Agotada todavía por el largo día, decide buscar bayas y frutas para comer... O, si lo encontrase, algún animal rechoncho cuya carne asar. De todos modos, pensó, lo único que necesitaba realmente era descansar, saber a dónde había llegado para luego simplemente regresar volando a la isla donde estaba... Sonaba fácil pero era obvio que no lo sería.

Kaelia ha de contener un grito al escuchar desde arriba que alguien llama su atención. El joven hombre de cabellos negros azulados posaba ahora desde unas ramas más arriba lo cual explicó muchas cosas sobre por qué era incapaz de localizarlo. "La próxima vez que busques a alguien, no olvides de mirar hacia arriba. Lección aprendida[/color]". Esto, se aseguró, no debía volver a ocurrirle o si no su carrera como pirata terminaría muy pronto.

El hombre iba muy bien vestido como para ser uno de esos piratas pervertidos con los que estaba habituada a lidiar. Por ahora no había emitido ningún comentario burdo o sexual sobre su apariencia así que eso era, sin duda, un buen indicio. Tristemente, esto significaba que no disfrutaría igual si se decidía a "liberarlo" de sus bienes. Por otra parte, si bien el hombre había demostrado ser bastante ágil, Kaelia se preguntaba qué tan bueno podría ser peleando. En todo caso, convendría esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Como no podía ver armas guardó las suyas en gesto de amistad confiando que así el otro bajaría su guardia.

- Me llamo Kaelia. No soy de aquí... No sé cómo he llegado siquiera.

Dijo recordando que la mejor mentira es una verdad a medias. No iba a revelar sus habilidades de buenas a primeras a un desconocido pero tampoco era necesario aparentar que sabía qué hacía o dónde estaba. Mejor sería sacarle la máxima información posible al hombre para seguir adelante.

- ¿Cómo te llamas tú? Y, ¿dónde estamos?

Kaelia tuvo que contemplar primero al desconocido cuestionándose qué había llamado su atención de tal forma. Al no conocer el nombre de la isla en la que estaban era incapaz de formular una teoría sobre qué podría acechar entre la maleza que asustara a tal grado a un hombre claramente capaz de defenderse. Al seguir, con curiosidad, la mirada del joven de cabello negro azulado vio el motivo del espanto. Todo cayó en su lugar inmediatamente. Debía estar en isla Kumate donde los hombres no solo devoraban con la mirada a las jovencitas como ella... Sino que lo hacían también con la boca. Su primera reacción hubiera sido sacar las armas y presentar batalla, dado que ella prefería caer luchando que huir. Pero eran dos, no sabía cuántos más eran y, de algún modo, la forma de gritar despavorido y salir corriendo de su interlocutor la convenció de hacer lo mismo.

Usó las fuerzas que le quedaban para mover sus piernas como si fueran las aspas de una batidora consiguiendo así acelerar rápidamente pasando por delante del joven y adelantándolo. Una vez sabiéndose protegida por el hombre, dado que si los atacantes decidían lanzar algo le llegaría primero a él, lo agarró para ayudarlo a avanzar a mayor velocidad jalando de su corbata. En el fragor de la huida no pensó que, posiblemente, esto podría dificultarle la respiración al desconocido. Por suerte, la velocidad fue tal que pronto dejaron un buen terreno entre ellos y los caníbales así que lo soltó al llegar a un claro para dejarlo respirar. Suavizó cualquier arruga en su vestido, aseguró que todas sus pertenencias siguieran con ella.

- ¿Isla Kumate? Pinche suerte me cargo, carajo. ¿Y qué coño haces tú aquí? ¿Yo me he perdido pero tú qué excusa podrías tener?

Una vez detenidos, se da cuenta de la mirada fugaz que hace el joven misterioso a sus piernas entendiendo que se ha dado cuenta de que usó los poderes de la fruta momentos antes. Con algo de suerte, pensaría que fue una ilusión visual o resultado de alguna "mejora cíborg". Escucha la historia del joven sintiendo que le faltan datos... Por otra parte, si el joven perseguía piratas y no la había identificado a ella, podría sacar ventaja. Él podría buscar algo que le habían quitado pero a ella lo que le interesaba era el botín que dichos corsarios podrían dejar atrás una vez, bueno, el joven saldara su deuda con un poco de ayuda por su parte. Su mente se llenó de imágenes de berris lloviendo por todas partes. Pudo sentirse nadar sobre una montaña de monedas. Sin darse cuenta, sus ojos casi parecieron formar el signo del dolar. Tuvo que sacudir la cabeza para despejarla de tanta ensoñación y regresar a la realidad que los apremiaba.

- Fuego, necesitamos fuego. Si esa gente vive en la jungla deberíamos incendiarla para distraerlos. No sé qué piratas buscas ni qué te han quitado pero, si hay dinero detrás de todo eso, me conformaré con un porcentaje del total.

Como si tomara una decisión en el momento, usa su aspecto infantil y femenino en una pose que exacerba ambas características aparentando ser pura, delicada e ingenua.

- Te ayudaré a cobrar tu venganza sobre ellos. Al fin y al cabo, estamos los dos atrapados en esta isla, no tengo nada mejor que hacer y, por fuerte que seas, te cansarás menos con otras dos manos.