One Piece Blue Sky
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Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Mis demonios [Kotori Miura - Presente].

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Mensaje por Invitado Mar Mar 07, 2017 6:19 pm

Había pasado ya casi tres semanas desde la aventura en St. Poplar, tras ello la relación entre Eden y Kotori parecía haberse fragmentado de manera definitiva, ella ya no se acercaba tanto como antes e incluso ya no existían esos pequeños detalles como las invitaciones para cenar, en parte eso le trajo paz al ronin, aunque por otro lado ahora sentía un extraño vacío, ¿acaso le agradaba todo lo que la rubia hacía antes?, seguramente, empero, trataba de convencerse que todo eso era solamente una ilusión, un fragmento del pasado que no necesitaba sacar a flote. Desde una perspectiva más objetiva, lo único que sucedía entre ellos es que Miura le recordaba a Natsumi, eso era todo, ella era un reflejo de un fantasma, no es como que fuese realmente especial para el Ouka, incluso con sus detalles como aquellas expresiones raras o su aparente preocupación, ella solo estaba siendo el reflejo de algo que Eden no necesitaba recordar en su vida, un error que cometió y que no necesitaba volver a repetir, al final de cuentas la mujer había demostrado que solo estaba interesada en su trabajo, ¿no?, ella era también como un perro, siguiendo órdenes cuando bien podía facilitarles a los dos las cosas.

El siguiente destino por consiguiente fue la isla Banaro, aquel lugar alejado de las autoridades, un centro relativamente común para criminales y bastante tranquilo, en realidad no existía una razón particular para llegar allí, solo que necesitaban un par de provisiones para alcanzar la isla Karakuri, más allá de Baltigo, isla que notoriamente no podrían pisar salvo buscar meterse en una pelea inmensa contra la revolución, cosa que ni siquiera el gobierno como tal se planteaba hacer de manera tan abrupta. En todo caso, el albino comandó a casi todos sus hombres a dirigirse al pueblo al centro de la isla para ir por las provisiones, no era conveniente que supiesen que un Ouka y una vice-almirante estaban en el lugar, eso podría generar pánico o hasta malos entendidos con los posibles criminales de la zona y desencadenar eventos que serían más perjudiciales que benéficos para todos, además, era buen momento para recabar algunos datos de la isla de modo que el chico decidió salir a explorar el lugar, encontrándose que era un sitio bastante común, incluso menos interesante que Spider Miles, ahora comprendía porque no se movía mucha gente por la zona, salvo para cazar búfalos o algo así.

Aprovechó la soledad de aquel sitio en la isla para sentarse sobre una roca y mirar al cielo, estaba despejado y el sol brillaba con fulgor bañando toda la zona, salvo la gran pradera y algunos árboles regados la verdad es que no existía mucho por ver, aquellos enormes peñascos de roca que le daban el nombre a la isla existían en todas partes así que no era necesario darles crédito y estando a cierta distancia de la playa y sobre todo de su barco estaba casi seguro que la rubia no se iba a plantar en ese sitio, lo que le permitía pensar que hacer si llegaba a final de aquella corriente sin que ella se hubiese decidido a redactar el informe. Por un lado, lo peor que ella podría decirle a los almirantes es que había actuado de una forma agresiva en St. Poplar, estos le podrían regañar o en todo caso el mismo almirante de flota le daría algún sermón, aunque estaba bastante seguro que, salvo cometer acciones bastante notorias en contra de la estabilidad, no le iban a separar de su cargo, no era misterio que aquel grupo de corsarios no pasaba por el mejor momento y prescindir de él implicaba tener a un enemigo más.

Por un momento su mente voló hasta Henry, la única persona que en cierto modo consideraba como un amigo, ¿estaría navegando en la Grand Line todavía?, hace meses en Drumm había entendido que uno de sus planes era buscar entrar en Impel Down para sacar a su madre, ¿habría reflexionado sobre ello?, según las recompensas había incrementado un tanto la suya, aunque no demasiado para ser considerado un supernova, eso le daba tanto satisfacción por pensar que no le mandarían a capturarlo como un objetivo prioritario, como cierta preocupación, pues igualmente podía significar que al final estaba desistiendo de sus metas, esto último, independientemente de la opinión del chico que estaba allí sentado, implicaba que quizás juzgó mal a ese hombre, tal vez no era tan decidido como creía, eso sin duda sería decepcionante.

“No puede ser” cruzado de brazos y todavía a unos cinco metros sentado en aquella roca giró su cabeza a la derecha notando que la energía de la fémina se estaba acercando a un ritmo paulatino, pensó en alejarse, aunque seguramente ella igual lo iba a seguir, no había caso alargar el suplicio de su presencia. Aquí, fue cuando Silverman notó algo extraño, aunque tenía ideas de irse y todo lo demás, su cuerpo no mostraba el menor impulso por evitarla, es más, estaba un poco molesto desde St. Poplar por el hecho de haberla alejado de forma repentina, ¿acaso deseaba que el contacto fuese de nuevo restaurado?, no, era algo más, algo que todavía no alcanzaba a descubrir, solo estaba seguro que se trataba de una cosa emocional, eso era peligroso…ella era peligrosa en ese sentido, si de verdad le estaba permitiendo sentir, ¿acaso no era eso lo que le generaría mayores riesgos?, según su experiencia, así era.
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Mis demonios [Kotori Miura - Presente].  Empty Re: Mis demonios [Kotori Miura - Presente].

Mensaje por Invitado Mar Mar 07, 2017 8:02 pm

El viaje hacia la isla Banaro había tenido a la mujer y a su gato encerrados en un cuarto. Estaba avergonzada, en cierto modo, por haber reaccionado de una forma tan estúpida ante el poder de su fruta del diablo. Siempre se había considerado débil, pese a ser ella misma la que se intentaba superar día tras día. Pero ahora, la vicealmirante a penas existía sobre la cúpula de aquel barco. La comida se juntaba a su puerta, y muchas veces era devuelta. Tan solo la leche dedicada para Momo era totalmente consumida, y eso levantaba sospechas y rumores. El capitán del barco y su acompañante nunca habían sido cercanos en el verdadero sentido de la palabra, pero después de todos los detalles de Kotori ahora solo había quedado la nada. Y eso hacía que los marineros tanteasen varias posibilidades, y la más extendida era que los dos habían discutido en algún momento en St. Poplar. Pero eso no era ni de lejos lo que le preocupaba a la mujer. Nunca se había sentido así, era una mezcla de curiosidad y miedo. También el rechazo por parte del hombre la echaba mucho para atrás. Habían muchas cosas que no entendía sobre su propio corazón, y eso hacía que hacer acciones normales como comer, entrenar o interactuar con gente, fuera imposible.

Pasó durmiendo casi todo el viaje. Y bebiendo. Las botellas de soju y sake vacías se apilaban en la puerta, aunque no era una borrachera de amargura, si no una dedicada a olvidar y tener paz. Intentaba curar las heridas de su corazón como mejor podía, siendo esa la única manera que conocía pero ignorando de hecho que su corazón no estaba herido por el rechazo, si no que estaba haciendo sitio a una persona. Un sitio que antes no existía, y crearlo tomaría su tiempo. Aceptar que esa persona se quedaría ahí hasta nuevo aviso, acostumbrarse a tener la mente ocupada siempre. Kotori necesitaba un tiempo a solas, y nada mejor que el viaje en alta mar. Claro que, si es que quería salir de su escondite, tenía que mirar a los ojos de Edén nuevamente, y dudaba que podía hacer eso sin reprocharle muchas cosas. El tacto de su pecho aún seguía su mente. La escena silenciosa de la espalda en su pecho, así como el sonido de esta caer sobre el suelo lluvioso. Todo se repetía una y otra vez. Tener una educación religiosa no venían bien con los poderes que las frutas del demonio escondían. Y es que el poder de la inmortalidad era tan remoto, que hasta a ella misma la asustaba. ¿Cómo es que no se había dado cuenta antes? La manera en la que el albino hablaba, siempre tan despreocupado sobre la vida.

Él, era eterno. Tendría que indagar en aquel poder pero aún había la duda si ponerlo en su reporte. ¿Exponer las debilidades de su compañero a una facción entera, era a caso algo basado en la lealtad? Lo dudaba, aunque obviamente cualquier marine leal a su facción lo haría. La única diferencia es que ella no pensaba que algo como ser leal a una entera facción era posible. Una facción entera era imposible que tuviese la misma meta, o principios. Eso era muy subjetivo. Su corazón funcionaba del mismo modo que el de sus compañeros, por eso era leal a la gente, no a la Marina. Y estaba segura que sus marines harían lo que fuera por ella. Ella misma se encargaba de testar aquello con pruebas, y tenía gran confianza en su tripulación. Sabía que el sub-capitán era muy capaz de llevar a cabo cualquier tarea que la mujer encomendaba. Elegir a Arturo para un puesto tan importante había sido lo mejor que podía haber hecho. Podía seguir con su trabajo de vicealmirante mientras tenía la certeza de que su tripulación estaba haciendo lo correcto. Poco podía hacer desde una distancia tan considerable, pero aquellos días le fue suficiente para pensar su propio plan. No pretendía llegar hasta el final de la corriente con Edén. Era una perdida de tiempo. La relación entorpecía sus cualidades, puesto que traía una gran confusión y gran incógnita.

Pero por otro lado, quedaba el "qué pasaría sí..." se quedase. No podía tomar por alto el hecho de que el ouka había matado a aquellos hombres a sangre fría. Las muertes podrían haber sido evitadas perfectamente, esforzándose un poco. Eso le hacía querer quedarse un poco más. Tenía claro que un acercamiento como el anterior ya no habría, pero si podía hacer una diferencia en la vida del hombre, le hubiese gustado hacerlo. Cambiar su mentalidad, hacerle ver la vida de una forma diferente. Nada demasiado exagerado, en realidad. O al menos desde su punto de vista. Sabía que el hombre cedería, en algún momento, pero no sabía cuando. Y la impaciencia le llevaba por el camino de la perdición. Al llegar a la isla Banaro, esperó en el barco hasta que él se fuese. Tomó algo de comida para desayunar, y se dio su tiempo para asimilar el nuevo día. Decidía, una vez más, encontrarse con su mirada pasiva. No sabía como lo haría, ni tampoco sabía que iba a decir, pero lo único que tenía claro era que el momento de solucionar algunas cosas había llegado. No podían evitarse mutuamente para siempre, porque si bien ella lo había evitado por los motivos que fuera, él tampoco había siquiera preguntado por su acompañante. Era obvio que ambos lo hacían a posta. La indiferencia aparte sabía que tan solo era algo superficial. Lo había sentido cuando tocó su pecho y retiró la espada. Edén había olvidado lo que era sentir dolor, y quizás ella había removido los recuerdos de eso. Una sensación sin duda, mala.

La playa parecía solitaria, pero no lo era. Había rastreado su energía hasta en aquel sitio, y, efectivamente en la distancia, ahí se hallaba el shichibukai. Trabajar con un Ouka fue difícil, hasta para ella, y la verdad es que se lo esperaba. La mayoría eran corsarios temidos, asesinos a sueldo, sangre fría. Nada compatible con ella. Verle de nuevo, hicieron volver las dudas. A medida que se acercaba a él, sus pasos se convertían en menos seguros. Su corazón daba un vuelco increíble en el pecho, y todo lo que había pensado anteriormente se volvían minucias al verle ahí. Tragó en seco, para pararse a unos metros de el. La distancia suficiente como para tener que gritarle. No le apetecía acercarse más, ni ver su rostro pasivo. Tenerle cerca quizás no era lo que más necesitaba en esos momentos. No le iba a saludar, aunque tenía muchas cosas que decir todas se quedaban en el nudo que se había formado en la garganta. Se cruzó de brazos, posición clara de enfado. Levantó una ceja.
- Tienes muchos cojones. Lo que pasó en St. Poplar se podría haber evitado si podrías haber contenido tus ganas asesinas. Si sigues asi el informe no va a salir nada bien. No creas porque te hice caso al principio soy una tonta. Empiezo a pensar que todo lo que estás haciendo es para provocarme. - Había hablado con sinceridad, pero aún así habían muchísimas cosas más que se guardaba para ella misma.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 07, 2017 11:42 pm

Pudo ubicar la energía de Kotori y disimuladamente se giró para quedar espalda a ella, cuando la misma se detuvo y habló hizo que el albino mostrase una tenue sonrisa y elevase de nuevo el rostro mirando al cielo con pasividad, se cruzó de brazos y entonces sintió que algo estaba cambiando, era casi como un instinto, ya lo había percibido una vez varios años atrás, tantos que incluso había olvidado como era sentir aquello, no lo podía negar, era un idiota, se estaba involucrando sin querer con la chica, no se trataba ya de ser el fantasma o no de Natsumi, al final aquella ya estaba muerta desde hace tiempo, no, Miura removía lo mismo que Natsumi, aunque no era exclusivo de esta última, ese sentido de aventura si es que se podía llamar así, el riesgo de la vida, el sentimiento que llevaba al caos, lo que algunos consideraban el primer paso a la profundidad del corazón.

-Pareces molesta, incluso cuando el trabajo se hizo a la perfección, de no haberlo hecho así estarías llorando la muerte de varios de tus hombres en lugar de estar aquí reclamando la defunción de unos criminales- continuó mirando a las nubes pasar, aquello le traía recuerdos una vez más, aunque en esa ocasión eran todos agradables y bastante efímeros, recuerdos vagos y perdidos en la oscuridad de su mente, amigos, conocidos, buenas personas, personas odiosas que obtuvieron su merecido o en su defecto le enseñaron algo a Eden, todo ello le estaba regresando, era…agradable. -Sabes, cuando estuve en Shimotsuki me sentaba en la playa a ver las nubes pasar, solía pensar que podía volar, sentarme en una de ellas y navegar por los cielos, visitar todo el mundo, ayudar a la gente, eliminar el dolor, incluso que un día podría ser alguien reconocido como un buen ciudadano- agachó un poco la cabeza y comenzó a sonreír de una manera más abierta sin permitir que la rubia le pudiese ver, estaba divertido aunque no por burlarse de ella, sino por estar teniendo al menos un rato grato con sus memorias, al final de cuentas, Natsumi siempre tuvo razón, “la vida es una aventura, sin guiones preestablecidos, a veces será triste, en otras ocasiones será muy divertida, lo que importa es nunca dejar de sentir ese viaje, solo de esa forma estarás seguro que has vivido”.

-Nunca tuve muchas cosas en Shimotsuki, ni en Spider Miles, aunque aprendí que a veces debes tomar decisiones y no arrepentirte de ellas, ese es mi camino- contestó con convicción mientras volvía la mirada una nueva ocasión al cielo, las nubes seguían como hermosos algodones que iban paseando sobre un mar azul, recordó una escena particular junto a sus abuelos y Mat, todos felices pese a sus restricciones económicas, pese a vivir en una isla llena de crimen e impunidad, mucha gente pensaba que el oro o las fama les llevaría a su deseo, Eden estaba de acuerdo que eso contribuía mucho, empero, eso no era absoluto, a él por ejemplo, ahora se le hacía tan tonto todo, que incluso ser expulsado de la Ouka le tenía ya sin cuidado, no obstante, estaba seguro que eso no iba a pasar, el gobierno y la marina le necesitaban demasiado para prescindir de sus servicios, era una cuestión de lógica elemental.

-Yo nunca me voy a arrepentir de mis decisiones, Miura- podía ser bueno o malo, eso no estaba definido todavía, había hecho cosas malas, pero también cosas buenas, ayudó a gente y a otra simplemente la asesinó, entonces en realidad debía ser juzgado por todo, no solo por sus acciones caóticas, al menos así lo consideraba él. -Sabes, me recuerdas mucho a una persona importante que conocí hace años, eres igual de molesta- y tras decir eso comenzó a reír un momento como si estuviese loco, aunque su risa era bastante sincera, no una lúgubre o siquiera desquiciada, sino más bien una infantil -¡Es curioso, me haces enojar, casi no te soporto y sin embargo me has hecho recordar cosas muy lindas!- confesó como un niño que admite que ha cometido una travesura y que al final ha sido regañado por su madre, quizás era así, un chispazo del viejo Eden, él no había cambiado del todo, siempre tendría algo como base.

-No obstante, sigo creyendo que eres una tonta- le dijo tras controlar su risa y en ese momento se giró para quedar frente a ella todavía con los brazos cruzados y elevando un poco el mentón con una sonrisa altanera, aquello no era casualidad, esa era la misma pose que usó una vez Natsumi para retarlo -Estoy pensando algo, siempre trato de guiarme por la lógica- o al menos así era desde Drumm, en realidad para él las coincidencias no existían, todo estaba entrelazado, solo se necesitaba interpretar de manera adecuada, probablemente estaba actuando mal, aunque eso no importaba, Banaro era un paraíso para su macabro plan, uno que no estaba lleno de malicia sino solamente necesitaba comprobar algo, necesitaba reforzar ese fantasma o desaparecerlo de una vez. -Dijiste que querías hacer un cambio en la vida de las personas, ¿no?, eso es lo más estúpido que he escuchado- agachó el rostro de nuevo con una sonrisa -Y sin embargo, no es la primera vez que lo escuchó, sabes, es…ironía pura- en ese momento en lugar de ver a Kotori se vislumbró a sí mismo de joven, hablando sobre que un día lograría hacer un cambio en la vida de todos, ayudarlos a vivir en paz, una meta noble aunque poco congruente.

-Dime, vice-almirante, ¿qué haces realmente conmigo?, pudiste haber redactado tu informe e irte, ambos sabemos que la marina y el gobierno me necesitan, al menos ahora, de no ser así, ¿para qué molestarse en mantenerme con ellos y encima enviarte a ti a vigilarme?- negó suavemente -En St. Poplar cuando te vi…estabas llorando- quizás ella pensaba que el chico no se había dado cuenta, aunque eso era falso, solamente que en ese momento por el dolor no pudo comprenderlo todo, ahora, era casi como ver las cosas desde un cristal cristalino.
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Mis demonios [Kotori Miura - Presente].  Empty Re: Mis demonios [Kotori Miura - Presente].

Mensaje por Invitado Miér Mar 08, 2017 5:19 am

Quizás en el fondo no habían sido tan diferentes. Quizás y la única diferencia es que él había cambiado, mientras que ella guardaba esa esencia desde siempre. Aún y tras los numerosos fracasos que había supuso vivir en un mundo de peligros para un bebé abandonado, había superado todo aquello para llegar hasta ahí, y ser capaz después de todas las malas cosas, aún ser humana. Pese a que se habían encaprichado en convertirla en una máquina de combate, seguía resistiéndose a su ahora naturaleza, e intentaba enmascarar la misma con una bondad difícil de superar. Pese a que su meta, al perderlo todo, había sido vengarse, al chocar con el frío muro de la realidad, algo en ella había cambiado. Después de ser encontrada por Kou entre los restos del templo, emprender su viaje fue complicado. Asimilar que todo su mundo se había derrumbado fue difícil, y más aún sabiendo que tan solo se trataba de un templo que no hacía daño a nadie. Pero después, su viaje le enseñó que había muchísima gente que hacía daño sin una razón aparente, y hasta mataba. Obvio que Edén no fue el único. Al fin y al cabo había encontrado en Lvneel aquel pirata que delante de sus propios ojos, cortaba con su katana el cuerpo de varios niños y su madre. Se preguntaba cuales fueron los pecados de esta humanidad para ser castigados a una espiral de dolor y sufrimiento, o que había pasado del mundo pacífico que su maestro le hablaba anteriormente.

Su viaje no había sido fácil en ningún sentido. Y ahí estaba, decidida a intentarlo una vez más pese a los últimos acontecimientos. Sentía demasiado muchas veces, y esta no era exenta, pero si diferente. La diferencia es que realmente nunca se mezclaba con asesinos, y, de alguna forma, Edén parecía tener una capacidad de matar a gente con facilidad. Era totalmente opuesto a ella, tan opuesto que hasta le habían dado ganas de enfrentarlo físicamente varias veces. Pero no lo había hecho. Ni sabía que era lo que le daba la impresión de que el albino pudiese cambiar. No se acercó más ni dijo nada. Estaba esperando una explicación que no tardó en llegar. Se dedicó a escucharle. No quería hacer conjunturas en aquellos momentos, aunque su persona se basaba en tomar conclusiones precipitadas y hablar sin dejar que su interlocutor termine. Siempre había sido una chica de poca paciencia. Tenía demasiadas cosas que decir como para escuchar a la otra persona terminar. Al fin y al cabo, había estado callada por veintiun años, era normal que los últimos meses ha aprovechado para hablar hasta por los codos, pero se iba a callar. Al fin y al cabo, Silverman parecía un hombre con demasiadas penas. Un hombre que vivía del pasado, que se alimentaba de recuerdos ya que quizás aquello fuera lo único bueno de su vida. Estaba haciendo sus conjeturas, basadas en sus palabras y en lo que había dejado ver de él hasta entonces. El pasado no le dejaba disfrutar del presente, por la manera que fuera. Y eso, en la opinión de la rubia, hacía que la vida de Edén sea vacía y carente de sentido.

Reaccionaba de a poco ante sus palabras, obviamente necesitó un par de segundos para asimilar todo lo que él decía. Parecía que aquella era la única vez en la cual el chico hablaba de manera personal, y le pareció interesante. Al final, poco a poco, las cosas tomaban el sitio que les correspondía. Eventualmente iba a saber más del fénix, sin saber a que precio sería eso, pero su mente reaccionaría como una esponja e intentaría asimilar sus palabras para recordarlas en un futuro.
- Yo no vivo en el pasado. - procedía a hablar con cierta serenidad. - No me recuerdas a nadie, ni pienso que he conocido a nadie en estos nueve meses que se te parezca. Nunca tuve amigos, ni gente que se acercó demasiado a mi, ni tampoco conocí mucha gente a lo largo de la vida. Crecí sin relacionarme con nadie, y hablaba muchas veces sola para no perder contacto con la realidad, así que no me haces recordar ningún buen momento. - su voz parecía menos emocional que nunca. De hecho, haberse preparado tanto para ello, tenía sus frutos. También influía muchísimo el hecho de que él le había hecho pasar por un pequeño infierno aún sin saberlo. Sus propios sentimientos la sorprendieron, y la actitud pasiva del hombre ante los mismos, como cuando temía por perderle, le había hecho encerrarse un poco en si misma.

- Nunca me interesó recordarte a nadie, ni tampoco que me mires pensando que soy otra persona. - había algo de rencor que podía sentirse en sus palabras. El hecho de que despertaba sentimientos lindos porque se parecía a otra persona era algo que hubiese podido excluir de sus palabras. Tener en cuenta de que nunca se había sentido así, y tampoco sabía como definir aquello, pero en realidad tan solo se trataba de un rastro de celos involuntario. - Soy una persona única a mi manera, así como tú lo eres. Y puedes estar seguro de que nunca encontrarás a nadie como yo. Así que ya puedes borrar cualquier recuerdo que te despierto porque nosotros dos nunca nos hemos conocido anteriormente. - estaba siendo fría. Nunca pensó que alguien podía despertar ese lado, y en cambio, Edén lo había hecho con relativa facilidad. Estaba descubriéndose a si misma, evolucionando tan solo por aquello que él le hacía sentir. Los celos, el cariño intenso para alguien, las necesidades de reafirmar su existencia en frente del inexpresivo tipo de ojos almendrados, la necesidad de que él la reconozca por su propia esencia y no por recordarle a alguien más. Todo aquello era demasiado nuevo para ella, y entonces fue cuando se dio cuenta de que, sin querer, se había implicado demasiado. Mucho más que con ninguna otra persona en el pasado.

Sabía que pensaba que ella era una tonta. Era algo de lo que estaba segura, y que se lo había dicho anteriormente. No obstante, había una ligera diferencia en toda aquella relación. Ella había dedicado sus esfuerzos en conocerle, y eventualmente con perseverancia ningún camino era imposible, pero pensaba que él no sabía nada sobre ella. Pensaba que había conseguido mantenerse a un lado, al fin y al cabo. Ser pasajera en la vida de alguien, neutral, no involucrarse en un plano personal, pero si hacer los cambios pertinentes. Sabía que no había hecho dichos cambios, pero la verdad es que en aquellos momentos, le era difícil continuar con eso por alguna razón. La manera en la que el hombre quedó de frente, la hizo retroceder un paso. La mirada prepotente de este no desafiaba sus expectativas, al fin y al cabo Edén seguía siendo el mismo ouka que había conocido en aquella sala de Marineford. Pero había algo diferente, unas matices que no existían anteriormente. La molestaba ser mirada así por él. Como si le fuera superior, como si su existencia en realidad no valía nada para él. ¿Porqué se quejaba si había obtenido lo que quería? No lo sabía, pero aquel tipo de mirada la molestaba. Su ceja se enarcó, mirando de frente y aguantando aquel estúpido contacto visual.

¿De nuevo le recordaba a una persona? ¿Es que a caso estaba encaprichado en quitar toda esencia persona que poseía? Miró hacía un lado, soltando un bufido que dejaba atrás una sonrisa irónica. No se lo podía creer. ¿A caso estaba hablando con la pared? Intentaba tomarselo con calma, pero no le daba esa opción. Se sentía dolida, el hecho de que hasta su identidad, había sido mezclada con la identidad de, aparentemente otras personas. Lo único que realmente poseía. El nombre le que llevaba no era suyo, el cuerpo que ahora poseía tampoco, y para colmo sentía que había vivido una vida que no le correspondía. Lo único que realmente había suyo era... la esencia. Algo que justamente, Edén se encaprichaba en quitarle. Compararle con otra u otras personas producía ciertos sentimientos nuevos, y hacía que un nudo se le pusiera en la garganta. Lo peor es que en su mente, pensó que estaba siendo comparada con una sola persona, que curiosamente poseía sus mismos principios, quizás las mismas palabras, y que quizás despertó o despertaba ciertos sentimientos que ella no podía. Esos recuerdos lindos del que hablaba él, y que nunca habían pasado con ella. No pensó en ningún momento que él tuviese sentimientos directos hacía a ella, sino que ella hacía volver un recuerdo del pasado. Pese a estar ahí, a su lado, tan solo era un recuerdo.

Su mano izquierda se levantó, con el fin de dar una bofetada al hombre, si no era parada. ¿Cómo se atrevía a mencionar el momento cuando como una idiota había llorado por él?
- ¡Deja de mirarme como una tonta! ¡No eres superior a mi, ni nunca lo serás! ¡Alguien que no sabe respetar la vida ajena, que no es capaz de vivir en el presente, y que piensa que por tener algún poder es inmortal, no tiene ningún derecho de mirarme así! Te hacen falta mil años más para estar a mi nivel. Puede que seas más fuerte pero tu corazón se está convirtiendo en piedra si es que no lo es todavía. Puede que seas muy bueno matando gente, pero la verdad la gente muerta ya no importa. Ellos solo son un recuerdo para todo el mundo. Cada uno intentamos vivir como mejor podemos en el presente. - Sus ojos involuntariamente se volvían a llenar de lágrimas, más estas no caerían por sus mejillas, se quedarían ahí pegadas, dando una sensación general de discomfort, mientras que su voz empezaría a temblar aún y cuando estaba casi gritando. En verdad, la respuesta a su pregunta era un simple "no lo sé", que la habría hecho realmente quedar como una tonta, y que no lo mencionaría para darle ese gusto. - Lloré porque aún soy capaz de sentir, porque aún tengo sentimientos humanos y es mi deber guardarlos y mostrarlos cada vez que me sea posible.

En verdad temía. El hecho de ser mitad máquina, mitad humana, la hacía pensar que su tiempo era corto. Al entrar en la Marina, había sufrido más modificaciones, y no sabía hasta cuando podía mantener aquella esencia humana de la que tanto hablaba. Le daba miedo perderse a si misma intentando mejorar más, quizás los sentimientos eran la única forma de hacerse un poco menos cyborg, un poco más normal.
- ¡Lloré porque tu vida es importante! - tragó en seco, intentando parar sus palabras antes de decir alguna estupidez que quizás se podría arrepentir toda su vida. Y pese a no seguir el camino por el que había partido, su cara decía más que mil palabras. Estaba a punto de llorar de nuevo, como una tonta. Quizás y la niña llorona del templo no había quedado tan lejos como ella pensaba. Este hombre desafiaba su posición como vicealmirante, haciéndola sentir realmente débil. - ¿Pero sabes qué? - suspiró un poco, dejando escapar parte del dolor y la rabia para decir unas últimas palabras. - Un día, cuando llegues a madurar, te vas a arrepentir de estos momentos. Porque todo podría haber sido diferente si hubieses dejado protegerte de mi como si yo fuera el enemigo. Nunca he intentado hacerte daño hasta ahora, y nunca pensé en ser tu enemiga. Por eso aún estoy aquí, porque podría haber escrito un informe negativo hace unos días, pero preferí no hacerlo. Porqué pensé que eras diferente a lo que se veía a simple vista. Pensé que eras un diamante en bruto, quizás te faltaba alguna clase de motivación. Pensaba motivarte de alguna forma y estaba confiada en que mediante mi perseverancia podía hacerlo. - al final, volvía a poner le corazón sobre la mesa. Aún así, por ahora habían cosas que hasta ella misma no tenía claras, por lo tanto no hablaría de eso. En cambio, lo que había dicho era totalmente cierto y sincero, aunque ahora, todo había cambiado.

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Mensaje por Invitado Miér Mar 08, 2017 12:11 pm

Cerró sus ojos con la cabeza gacha y escuchó atentamente toda la charla todavía con los brazos cruzados en una posición que ya no reflejaba indiferencia sino un aire meditabundo, antes se resistía a los recuerdos, pero ahora dejaba que los mismos fluyesen de una manera libre, todos esos rostros, todas esas personas, cada momento que pudo ser representativo, desde sus peleas con Mat en Spider Miles hasta el día en que logró vencer a Natsumi por primera vez ante la increíble sorpresa de todos los estudiantes y de su maestro. Ahora lo estaba comprendiendo de una forma bastante clara, él no había cambiado, nunca fue aquel niño tonto, ahora solo estaba eligiendo su camino, antes vivía para el camino de Oku, Sakura e incluso el de Natsumi, antes luchaba por Mat, por el fantasma de sus padres, por la vida de las personas que consideraba inocentes, aunque eso no era vivir su vida, eso era existir en base a otros, ahora mismo, ante su aparente frialdad la única diferencia era que estaba por primera vez eligiendo algo para él y no para terceros, esa era quizás la libertad de la que tanto hablaban los piratas, un concepto de vivir en base a uno.

-¿Vas a llorar de nuevo?- le preguntó con cierta arrogancia abriendo los ojos y mirándola con una sonrisa burlona –Sabes, no entiendo la molestia de compararte con alguien más, en realidad aquella persona fue muy importante para mí- obviamente no admitiría abiertamente que por cuestiones que no llegaba a comprender del todo ella también se había convertido en parte importante de su historia, tanto como Henry con quién apenas compartió un par de días y conversaciones, la verdad es que pese a su actitud, el fénix creía firmemente en la esencia de las personas, en que nada estaba sucediendo por casualidad sino por un entrelazamiento de probabilidades, no era destino, era simplemente momentos que se debían aprovechar y actuar en base a ellos, quizás Kotori tenía razón, un día podía arrepentirse de muchas cosas, no obstante, Eden ya lo había decidido, iba a seguir su camino, aunque este no fuese el más recomendable, lo necesitaba, de otro modo se reprocharía la vida entera –y la suya podía ser muy larga- el no haberlo intentando, ahora una vez más surgía una meta en su cabeza, una que era inesperada y curiosamente tenía que ver con una promesa inicial, más importante que ninguna otra pues esa la hizo consigo.

-Tienes razón, puede que mi vida sea vacía, incluso que yo sea un idiota, es más, ahora mismo creo que estoy perdiendo algo importante, no sería la primera vez que todo me sale mal- comenzó a reír, antes aquello le entristecía, ahora lo veía más bien como una especie de tragicomedia, una donde él era uno de los actores principales –Un día una mentora me dijo que a veces te cansas del camino cuando recuerdas tu hogar- y eso era cierto, últimamente Eden estaba harto del camino, todo era soledad e indiferencia, aunque eso ya estaba cambiando, para bien o para mal, odiaba admitirlo, Miura logró su cometido, despertar algo en él, aunque eso probablemente no era del modo que ella lo hubiese deseado, así eran las cosas, rara vez uno conseguía lo ideal. –Extraño mi hogar- miró al cielo con una sonrisa más franca, no hablaba de un hogar físico sino de aquella sensación de camaradería, quizás solo por eso envidiaba a los piratas, ellos podían en todo momento unirse a otros y compartir sus fechorías, eran felices a su manera, le gustase a la marina o no.

-Mi vida es importante, probablemente, otras lo son, aunque no me arrepiento de lo que hago, ya te lo dije- en ese momento sus manos se dejaron de cruzar y se colocaron sobre sus piernas –Este es mi camino, bueno o malo, te guste o no, el mundo deberá aceptarlo o tendré que luchar con él y con cualquiera que intente impedírmelo- se puso en pie en aquella roca mirando desde arriba a la mujer –Antes vivía por otros, ya no, ¡ahora es mi vida!- se señaló dando énfasis en aquello y con la misma sonrisa confiada pareció mostrar un nuevo desafío a la marine.

-Solo existe un problema ahora mismo- guardó las manos en sus bolsillos y ladeó su rostro haciendo una mueca –Tú- miró a otro lado como si estuviese buscando algo a la lejanía, aunque en ella no estaba sino la planicie de Banaro y algunos otros peñascos de roca -¿Qué debo hacer contigo?- retornó la mirada y se encogió de hombros como un niño que busca una respuesta en la contraparte dejando que por un momento solo el viento hiciese sonido moviendo suavemente el kimono que portaba ahora a mitad del cuerpo como una especie de capa mal puesta. –Me gusta tenerte cerca, en realidad podría decir que me gustas- admitió como si estuviese diciendo lo más normal del mundo, aunque en ese momento rascó su barbilla como si dudase algo –Lamentablemente, no es el momento para eso, ahora mismo no tengo tiempo- bufó un tanto como si estuviese decepcionado consigo mismo y eventualmente la señaló con la diestra mostrando un índice flamígero que apuntaba como acusatoriamente en dirección de Kotori –Definitivamente no puedo permitir que me afectes de esta manera ahora, eso sería demasiado arriesgado para todos- bajó su mano y una nueva sonrisa se pronunció –Kotori Miura, ¿querías conocerme?, pues escucha bien, ¡yo soy Eden Orphan Silverman y un día yo seré el mejor espadachín del mundo!- en ese momento surgió la primera escena entre Oku y él, aquello fue lo que Eden prometió hace más de diez años, una promesa que no se olvidaba.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 08, 2017 5:23 pm

- Es posible si me sigues atormentando. - contestaba a su primera pregunta, sin esconder el hecho de que había pasado un infierno estas últimas dos semanas, pero sin dar más detalle sobre ello. No le gustaba la forma en la cual estaba reaccionando cuando estaba con él, cuando pensaba sobre él, y eso le hacía querer separarse, si no fuera por el hecho de que, al no pensar mucho en su bienestar, estaba totalmente empedernida en cumplir con la meta de dejar claros algunos conceptos para el peliblanco. Sin embargo, las cosas tomaban otro tipo de rumbo, un rumbo que no se podía esperar. Ella tampoco sabía porque se tomaba tantas molestias por él. Al fin y al cabo tan solo se trataba de un juego, una misión que debía completar. Aparte de eso, la misión era de mera observación, no la obligaron a acercarse ni a tomar el pulso desde una situación familiar, y en cambio, ella se había empedernido en hacerlo. Había sido una decisión personal de la que si bien no se arrepentía, como siempre, si que estaba soportando las consecuencias por si misma, y veía lo poco que le había cundido ser tan impulsiva, nuevamente. Pero si no está la impulsividad seguramente Kotori no esté interesada en hacer aquello que la mandaron, pues cuando había interés, las decisiones precipitadas eran parte de ella misma.

Podía sentir cierto rastro de sentimiento en sus palabras. Quizás aquella ocasión era la única que tenía de conocer al fénix en aquella manera. Muchas partes de su diálogo, no entendía, pero se sentía igual. Tenía la impresión de estar a punto de perder algo importante, aunque no sabría decir el que. Podría haber dicho que la conexión entre ambos nunca existió, por lo tanto hablar de eso sería una tontería. Aquello se sentía como un extraño adiós que aún no llegó. Con cada palabra que decía, estaba más cercana al momento y, aunque quería evitarlo, sabía que era imposible. Eventualmente sus caminos se hubiesen separado antes, y lo cierto es que todos aquellos sentimientos que el peliblanco despertaba en ella no eran algo favorecedores. Por un momento recordó a Kuma, ese niño extraño que conoció en sus épocas de civil. Cuando se puso a llorar por la pérdida de su maestro, Paradox se empezó a reír diciendo que "era mejor que se ha muerto", pues los lazos sentimentales traían debilidad. No había vuelto a pensar en eso, puesto que nunca pensó que fuera cierto, pero en aquellos momentos lo estaba sintiendo. Había dudado demasiado de si misma últimamente. Pasaba por un proceso lento de transformación que la estaba asustando en realidad. No sabía como hacer la salida de aquella situación.

Notó como su cuerpo se había puesto encima de una roca, y su mirada parecía aún más superior que antes. El hombre no tardó en ponerla delante de un juicio. Al parecer, lo estaba molestando con su simple presencia. Sus palabras estaban hechas para inculparla, aunque la cara de la rubia se tornó en pura duda. ¿Qué estaba diciendo? Dudaba mucho que ella fuese un problema para él, en muchos sentidos. ¿Se estaba tratando de un caudillo de la revolución? ¿Un espía? No sabría que decir, y mas dudaba que no lo fuera tal y como lo pensaba porque no tendría sentido. Pero sus próximas palabras la hicieron abrir los ojos como platos. Poco importaba el hecho de que la mirada del peliblanco seguía tan prepotente como antes, o todo lo que habían dicho hasta aquel momento. Su cara se quedó atónitas al escuchar lo que parecía ser una declaración, aunque obviamente ella no se lo tomaría así. Vaya, parece que había tomado a la ligera al joven. Había pensado durante todo aquel rato que se trataba de un rechazo, que estaba siendo rechazada una y otra vez. Se sentía como una tonta. También sentía rencor hacía el hombre que tenía delante que, de no ser por su carácter, seguramente las cosas hubiesen sido más fácil. Hubiese sabido cuando parar. Dio un paso hacía atrás, al escuchar dichas palabras.

Aquello no podía estar pasando. Habían miles de emociones, aunque la única que mostraba era la de rencor. Sus ojos lo miraban con odio. ¿Cómo podía haber dicho aquello? ¿Y porqué justo ahora? ¿Porqué no había mencionado eso antes? No se hubiese permitido mostrar tantos sentimientos, que lo había permitido sólo por el hecho de pensar que él nisiquiera estaba mirando. Pero si que lo estaba haciendo, al parecer. Mirando y juzgando desde las sombras de su indiferencia. Idiota. La había estado engañando todo este tiempo. Se maldijo un par de veces por haber sido tan inocente, nuevamente. Su plan debía cambiar. Por desgracia, no era una persona entrenada de la Marina, y en momentos límite no sabía que rumbo tomar. Pero como siempre, haría lo primero que su instinto básico la invitaba a hacer: protegerse a si misma. Proteger el futuro que tenía delante. Era mejor terminar antes de que aquello se convierta de verdad, en una amistad. Sus últimas palabras llegaban como una declaración de guerra. De hecho, tan solo tomó la oportunidad. Podía haberse encaprichado con cualquier cosa mínima para pelear, era fácil para ella ya que estaba en su sangre. Provocar una pelea no sería difícil. Hacer que este la odie.


- ¡Eres un idiota! - hablaba, mientras una sonrisa se posaba sobre su cara. Poco a poco, recordaba las enseñanzas de Tic Tac. Como mentir, engatusar a la gente, hacer creer aquello que no te crees ni tú misma. El odio era lo mejor para apartar a una persona. - ¿A caso piensas que me importa lo que hagas? ¡Escucha bien estas palabras, Silverman! ¡Nunca serás nada, porque ese es tu destino! Vagar por el mundo en búsqueda de algo que ni tu sabes lo que es. - su cabeza negaba ligeramente, aunque su cara parecía bastante divertida. No lo era, era un asco estar en ese momento ahí, hubiese desaparecido sin el menor problema, pero no lo podía. En cambio, tomó su kimno negro entre las manos, y rompió un lado de este, mostrando su pierna derecha recuberta por piel artificial. - ¡No finjas cariño, ya quedó claro que soy un estorbo en tu vida. - sonaba como si no le hubiese creído ni una palabra, cuando justo por creerlo estaba hablando así. - Hoy pierdes a una persona que estaba de tu lado, por tu estupidez. - quería hacerle sentir culpable, de la misma forma que ella se sentía por haber invadido el espacio personal del ouka. Se lo recriminaba a ella misma, pero aún así seguía de frente, con los brazos cruzados. - Para siempre. - dicho aquello, sus piernas ya estaban emprendiendo el camino hacía él, corriendo.

Había notado la matiz que hubo en las palabras del albino. Sus palabras querían decir que quizaás, porahora, preferiría alejarse, pero sería algo temporal, de mientras, para ella, cualquier segundo que pasaba alrededor del hombre pisaba una y otra vez su meta: conseguir venganza pero no dañar a nadie en el camino. Para ella, todo era una probabilidad. Hasta podía morir en cualquier momento si los marines supieran su verdadera razón detrás de su ingreso. No podía prometer que se quedaría con alguien, ni tampoco que se volverían a ver. No sabía como la vida iba a ser de ahora en adelante. No había nada preparado en algún sincón del mundo, como una casa espertándola. El sitio donde se hallaba, era su casa. Al llegar delante del hombre, a poco menos de un metro, por dio un salto, levantando con sus piernas la arena que había barrido, lanzándola hacía los ojos de Edén y elevarse un tanto. Su cuerpo cogía una posición perpendicular al suelo, intentando llegar a azotar la cabeza de su nuevo enemigo, primero con el empeine del pie derecho, y después con el izquierdo. Poco pasó su cuerpo en el aire, pues era un golpe donde caso en cualquier momento había una pierna de apoyo.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 08, 2017 9:24 pm

No hizo caso a las palabras de la mujer, ahora solo estaba sonriendo confiado mientras notaba que la chica se lanzaba en carrera a su dirección -¡Venga!- le gritó alentándola mientras sus manos se mantenían en los bolsillos de su pantalón sin subir la guardia ni cosa similar, al parecer había comenzado lo que estaba esperando, ¿por qué incitar a la pelea?, eso era algo más profundo que solamente estar buscándose un problema con una marine, en realidad para Eden aquello tenía un significado especial, uno que nadie iba a comprender sin conocer su historia y todo lo aprendido en Shimotsuki.

La arena se levantó y el albino simplemente cerró los ojos con la sonrisa plasmada en su rostro, estaba claro que aquello iba a tener como resultado un impacto directo en su persona, ¿pero y eso importaba?, ciertamente para un fénix no. Así, los golpes de Miura impactaron en un lateral de su rostro sacándole a volar con potencia en contra de otro peñasco destrozando parte del mismo y generando con ello un sonido audible en las cercanías, así como una cortina de polvo generado por la roca destrozada. Pasaron apenas unos tres segundos hasta que la figura del ronin emergió con la mirada centrada en la rubia y un rostro complacido, ni siquiera tenía un rasguño en su persona, salvo sus ropas un poco cubiertas de polvo que estaba limpiando tranquilamente a base de palmadas suaves. -Vaya, eso fue más fuerte de lo que esperaba, no lo pareces, pero tienes bastante fuerza- sus armas se mantenían envainadas, ni siquiera se parecía preocupar por aquel hecho, mucho menos ahora que estaba al menos a unos cinco metros de la chica, al parecer hizo un buen recorrido, de no tener su fruta aquello hubiese dolido un tanto.

-En fin, necesitas esforzarte más si quieres que reaccione, ahora mismo esto es una especie de calentamiento- afirmó con cierta arrogancia mientras tomaba asiendo en el suelo de manera altanera mirando a la fémina. En aquel momento, Silverman recargó su rostro en una de sus manos que se apoyaba a su vez en una de sus piernas y con la mano libre le hizo la señal a Miura de que fuera a por él, la estaba incitando a proseguir con su ataque ya que este no planeaba hacer nada hasta estar seguro que la mujer merecía un tanto de su atención, mientras, aprovecharía para irritarla un poco más, ya que al parecer había dado en el clavo con sus palabras anteriores -Y sabes, te ves bien de esa manera, es curioso, nunca pensé que una marine que a veces parece un anciano en sus “dilemas morales” pudiese lucir tan bien en mitad de un entrenamiento- al acabar aquello notó que algunos de sus hombres llegaban apresurados cargando armas y alertados por el estrépito del golpe anterior, empero, con una simple seña los detuvo y les ordenó que se largasen al barco, aquello era únicamente asunto de los dos involucrados, era momento de solucionar las cosas de una vez.
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Mensaje por Invitado Miér Mar 08, 2017 10:17 pm

Terminó con ambos pies en la arena, mirando como el cuerpo de su ahora adversario volaba para estamparse contra una de las rocas de la playa, causando polvo y una atmósfera difícil para la vista por un momento. Pero, contra más segundos pasaban, el aire se despejaba y, desde sus adentros, el cuerpo de Edén volvía a mostrarse. Ni un rasguño, ni un moretón. Ni siquiera había conseguido una mueca de dolor como anteriormente. Enarcó una ceja. De manera irónica, siempre pensó mal de las akuma no mi. Siempre que veía sus poderes, pensaba que estaban desafiando a los dioses. Recordó por un breve momento al demonio de alas negras y cuerpo venenoso que enfrentó aún siendo una civil. Hubiese deseado no ver esa parte del peliblanco. Apretó el puño con rabia. Había sido un golpe normal, no se había esforzado ni quería herirlo, pero al parecer lo tendría que hacer. Aún así, su fuerza era reconocida, aunque los humos del chico no se despejaban ni en el momento que había demostrado ser lo suficientemente fuerte como para no temer su don. - No me das miedo.- contestó enarcando una ceja. Realmente no le tenía miedo, aunque si la molestaba el hecho de no poderle hacerle daño de una forma normal, solo para bajar un poco esa confianza que tenía.

- Esto no es un entrenamiento.- atisbó, antes de emprender de nuevo una carrera. Obviamente, no consideraba que aquello fuera un combate tampoco, aunque tenía unas ganas extrañas de hacerle daño y de callarle esa bocaza que, por los últimos cinco minutos habló más que todos los días que tuvieron que convivir. Y es que era comprobado, algunas personas no se merecían su bondad, si no que debían de ver esa parte mala. Para la desgracia de Edén y la suerte de otros, el shichibukai era la primera persona que había despertado esa faceta, quizás porque en aquellos momentos tenía que luchar por sus propios sentimientos, por primera vez en su vida. Volvía a atacar de frente pero aquella vez no iba a hacer una finta ni a levantar la arena que había a su alrededor. Su pierna derecha la paró en seco, al encontrarse a pocos centímetros del ouka. Su pierna izquierda quedó estirada, impulsando su cuerpo desde atrás a engullirse con los brazos estirados hacía su estómago, intentando pegar dos puños, que girarían sobre sus ejes con las dos hojas de sus nudillos abiertas, intentando crear un remolino de heridas profundas dentro del cuerpo ajeno. Como era de esperar, la mayoría de aquellas hojas, aparte de ser bastante más largas que unas garras, estaban totalmente cubiertas de veneno. Estaba curiosa, el ataque a parte de herir directamente pretendía poner a prueba su fruta. Aún tenía varias preguntas entorno a su poder, pero seguramente si conseguiría ir por descarte, quizás podía saber cual era. Su cara quedó mirando hacía abajo, intentando no perder de vista las tsubas de esas katanas. Si es que el hombre se iba a dignar desenfundarlas antes de actuar, obviamente no le quedaría más que parar su ataque en vez de proceder con el suyo.

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Mensaje por Invitado Miér Mar 08, 2017 11:41 pm

“Y aquí vamos otra vez” todavía sentado esperó paciente a que la chica le diese de lleno un nuevo impacto, al hacerlo lo levantó del suelo unos centímetros debido al golpe notando ese dolor nuevamente, ya no quedaba duda, si ella no estaba usando kairoseki, algo que no era visible, entonces estaba utilizando el haki armadura, lo conocía, él mismo lo había despertado pocos meses atrás y por ende se había puesto a estudiar sobre el tema con algunos libros traídos directamente de Ohara gracias a sus beneficios de Ouka. No obstante, antes de que pudiese seguir pensando notó algo raro, algo dentro de su cuerpo se movilizaba cortando y eso para un samurái era inconfundible “Una navaja, no, algo más chico y aparentemente capaz de ser oculto, hojas cortantes” aquello sin duda dolía, no tanto por las hojas sino por el kairoseki o el haki de la armadura, hasta el punto que cerró los ojos y escupió un poco de sangre, no obstante, su akuma no dejaba de actuar en el resto de su cuerpo y eso le permitía que aquello no fuese sino un ataque más, otro de tantos que podría soportar por largos periodos.

Así, aprovechando que la mujer estaba enfocada en atacar su abdomen, sujetó sus brazos para detenerla, ella podía ser fuerte, sin embargo, el albino no era ningún ente débil, así, fue capaz de detener los brazos de la fémina por las muñecas y alejarse de un salto que le dejó a unos dos metros de ella. En ese momento tras apenas un segundo de mantener la cabeza gacha la elevó con aquella sonrisa en su rostro -Que interesante- admitió limpiándose con tranquilidad una línea roja que emanaba de su boca, ya había olvidado lo que era sangrar, sin duda eso le resultaba incluso divertido en esos momentos, el dolor ya había pasado y aunque notaba algo extraño en su cuerpo parecía que la akuma lo estaba combatiendo impidiendo que tuviese problemas, salvo una especie de malestar leve parecido a una gripa pasajera.

-Tienes que seguir esforzándote si quieres de verdad hacerme algo- volvió a meter ambas manos en el pantalón y de un nuevo salto volvió a caer sobre un peñasco más chico que el anterior estando ahora a unos cinco metros de nuevo, aquello le permitió agachar la vista y ver el par de orificios en su camisa a nivel abdominal -¿Dime, lo que posees es kairoseki?- le preguntó abiertamente -O quizás haki armadura, sinceramente hasta ahora no he conocido a nadie con ese haki, ¿tú lo tienes?- devolvió la mirada a la chica y rascó su mentón un momento como si estuviese meditando su pregunta.

El viento meció un tanto sus ropas y antes de que la otra pudiese contestar comenzó a reír suavemente -No sé, puede que esté equivocado, pero pareces muy enojada, para ser alguien que no desea matar me atacas con bastante furia- miró al cielo nuevamente, era un excelente día para estar combatiendo con una persona como Kotori, al menos eso decía su maestro en los días soleados, luchar con un oponente digno no era sino una bendición para todo hombre de la espada. Ahora, solo quedaba ver si la marine iba a intentar algo nuevo o si en cambio dejaría que fuera ahora Silverman el que dirigiese el baile, aunque a decir verdad esperaba que ella continuase, tenía cosas que aclarar, en parte, aquello era como una reconciliación, o al menos así lo percibía él -Ya te lo dije, yo algún día seré el mejor espadachín del mundo, no importa lo que digas…sé que en el fondo no te desagrado tanto-.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 09, 2017 12:55 am

La chica que nunca había tenido un combate enserio, ahora era vicealmirante y había pasado por combates más duros que cualquier otro entrenamiento en el templo. Pero a pesar de ello, nunca le agradó hacer daño a sus contrincantes. No disfrutó de ello, mas lo hacía porque era necesario. Pero eso no pasaba con Edén. Curiosamente, verle sentir dolor hacía que su corazón encuentre su paz. Ver que aún tenía la posibilidad de derramar sangre, hacía que una sonrisa de satisfacción se posara sobre sus labios. El ataque había sido certero, tal y como lo supuso. El ouka estaba muy confiado en su poder, y muy subido de ego. Eso lo respaldaba con palabras que, si alguien escuchara, realmente lo daría por hecho. Ella no podía hacer tal cosa, puesto que su contrincante nunca por una vez mostró sus habilidades con la espada, al menos no a ella directamente. Desconocía que podía hacer más allá de su fruta, así que ella también estaba bastante confiada. En su experiencia, las personas que poseían los poderes de la akuma no mi se enfocaban en eso, y no la habilidad de un estilo de lucha normal. El problema venía cuando desconocía la fruta de la que se trataba, puesto que él solo mostró la incapacidad de sentir daño y de ser herido. En su cabeza se montaban miles de conjunturas, mas ninguna certera.

- Puede.
- dijo sin tapujos, pensando que el hecho de que el hombre no supiera a ciencia cierta su poder, quizás podía ser un plus para ella. Ver el líquido carmensí la hizo brotar una sonrisa notoria, en un rincón de la boca, que guardaba un oscuro deseo de ver más. - Tú no puedes morir. Eres el gran fénix inmortal y nosotros somos unos simples mortales. - decía, haciendo hincapié en ese apodo extraño que tenía. - Perdóname si intento ver como la sangre sale de la boca de un inmortal, pero es extrañamente placentero. - No medía su fuerza en ningún momento. Más que nada porque desde aquella vez que lloró al verlo con una espada en el pecho, se dio cuenta que estaba siendo una estúpida al preocuparse por su vida. No por el hecho de que en ningún momento el ouka apreció sus sentimientos, si no por el hecho de que realmente pensaba que aquella habilidad lo mantendría a salvo durante muchísimo tiempo. Pese al enfado y al cabreo del momento, la rubia había hecho su decisión: no revelaría el poder de Edén para proteger su vida. Más el momento era diferente.

El momento en el que se hallaba, se veía obligada a atacarle, pues no permitiría a nadie domarla de esa forma. El hecho de que él no atacaba, la enfadaba aún más. Las últimas palabras de Edén provocaron una mirada de recelo. Pensaba que ni se había fijado en ella, pero quizás el peliblanco lo hizo más de lo que ella se esperaba.
- No te creas, de hecho las personas prepotentes siempre me desagradaron.- Activó sus reactores, para así dar un impulso hacía arriba, en un salto y dejar su cuerpo caer sobre el de Edén. Los propulsores potenciarían su velocidad, y, aparte de eso, crearían que su cuerpo caiga con más fuerza que la simple gravedad. El rastro de aire se podía ver allá por donde esta pasaba, para que cuando estuviese posicionada pocos metros encima de su contrincante, de sus codos se mostrara otro rastro, impulsando su cuerpo hacía abajo a toda velocidad. Más la intención de Kotori no era golpear, si no tomar en un agarre el cuello de Edén, para que este caiga sobre el suelo y su cuerpo quedara debajo de ella. Si la acción era certera, su mano derecha levantaría la pierna del hombre en una llave cerrada y a pondría sobre la otra pierna, con la intención de inmovilizarle por completo. Desde su codo, saldría el mismo tipo de hoja de antes, que tenía como objetivo clavarse en el muslo de la pierna que había abajo. Más eso no era todo, desde la punta de su bota, una cuchilla igual que la anterior se mostraba para intentar hacerse paso, en el agarre, en el lugar donde el hombro se juntaba con su cuello. Se trataba de una llave típica de un luchador, que juntaba ambos cuerpos de manera paralela, quedando el luchador arriba, ejerciendo fuerza y la presa abajo.

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