Pirata que no ve, pirata que no siente [Pasado]

Los tipos enseguida empezaron a mostrar simpatía conmigo a pesar de que miraron dos veces mis armas colgadas al cinto, pero como comencé a echar pestes de los niños y mostraba una actitud desenfadada terminaron por unirse a mis improperios y bajaron la guardia. Los segundos de charla transcurrían y comenzaba a quedarme sin escusas para estar allí. No se me ocurría nada más que decirle a aquellos tipos, ya que los nervios habían conseguido desestabilizarme y para colmo no encontraba ninguna oportunidad para enfrentarlos sin verme realmente expuesto, pero entonces un barullo que provenía del interior de la embarcación hizo que los tipos pasasen de mí y se encaminasen hacia el interior de la barcaza. Al parecer no todos habían salido... Esperaba que no le pasase nada a Rikku, pero si era ella el motivo jaleo bendeciría su mala suerte. Acababa de postrarse ante mí una oportunidad inmejorable.

Los tipos comenzaron a caminar por la pasarela, fijos en su objetivo y distraídos a lo que se les venía encima. Recorté la distancia que nos separaba con unos rápidos pasos y con un ágil movimiento desenfundé mi katana para acto seguido lanzar un corte descendente a la parte trasera de una de las rodillas del pirata que se encontraba más a la derecha. Haciendo que este, además de lanzar un terrible alarido de dolor y sorpresa, cayese de lado hincando dicha pierna sin ninguna guardia. El tipo ya se encontraba a la altura que yo quería y en apenas un santiamén acorté su agonía con un corte horizontal dirección a su cuello. La sangre no tardó en bañar el filo de mi arma y la pasarela de madera sobre la que estábamos, haciendo que esa extraña sensación recorriese mi cuerpo. Era algo extraño que me encantaba desde siempre, pero para mi mala suerte no podía regodearme en mi pequeño y oscuro secreto, ya que el compañero del pirata muerto supo más o menos reaccionar ante mi improvisto ataque y consiguió desenfundar una espada de hoja curvada. No tardamos en cruzar nuestros metales un par de veces con la amenaza de poder caer al mar en cualquier momento, hasta que hubo un momento en que nuestros filos quedaron completamente juntos.

Nuestra fuerza era más o menos similar, manteniendo el duelo en un aparente empate. Haciendo que lo que decidiese el combate fuese el aguante de uno de nosotros... Y parecía que aquel asqueroso tipo tenía más. Un incesante calambre comenzaba a recorrer mis extremidades, consiguiendo que me fuese difícil mantener aquella guardia por mucho más tiempo. El pirata parecía saber lo mismo que yo, podía leerse la victoria reflejada en su mirada que clamaba venganza por su compañero caído. Una vez más las opciones eran pocas y el tiempo aún menor... Por lo que no me quedó más opción que recurrir a algo que ningún espadachín que se autodenominase honorable osaría hacer, puesto que mancharía su honor y preferirían morir con un buen combate y con un adversario superior... Pero yo no era nada de eso. Desvié el peso de mi cuerpo hacia un lado mientras giraba mi katana de tal manera que el sable de mi contrincante se deslizó de forma inevitable hacia uno de mis brazos profiriendo un corte en él. Una mueca de dolor cruzó mi rostro, eso era parte de mi plan, ya que aproveché aquella improvisada postura para lanzarle un rodillazo en las partes bajas de mi oponente aprovechando nuestra proximidad, pero el escozor que sentía en la zona del corte era bastante doloroso.

El tipo cayó hacia al mar tras soltar su arma y un grito por el golpe, cosa que hizo que la herida fuese más llevadera mientras me regodeaba de mi victoria, pero entonces otro barullo del interior hizo que recordase a la rubia. Con el combate la había olvidado a ella y al plan, pero entonces mi cerebro reaccionó y me puse de nuevo en marcha. Lo primero que hice fue cortar la soga que amarraba el barco al muelle y luego tras adentrarme en el navío pateé la pasarela lanzándosela al tipo que aún se debatía en el agua por mantenerse a flote. No sabía como saldría lo que acababa de hacer, pero temía que si nos manteníamos allí volviese el capitán con el resto de la tripulación y eso sí que sería malo. Dudaba que estuviese muy contento con nuestros actos. Ahora tocaba buscar a Rikku y averiguar si quedaban más hombres a bordo.