(Pasado) Sombras barrocas (Kaelia Nezaros, Andorra Greywolf, Reinhard Ainsworth)

Ah, la isla de Dawn... esa isla en la que nací... y... ¿Quieres matarlos a todos verdad? Así era, vengarme por todo lo que me hicieron sufrir, pero no... preferiría esperar un poco más... a tener mas poder... suficiente como para poder incendiar toda la isla entera. Si, sin duda es un buen plan... imagínate, toda esa gente ardiendo viva mientras suplican nuestro perdón. Sin duda, era el mejor plan de acción que podía seguir, aunque no sabía cuando, la voz empezó a considerarse como un ente a parte de él... estaba perdiendo la cordura, estaba claro. Pero daba igual, mientras me divirtiera como si la voz me ordenaba matar a un bebé.

Mi ropa no era la misma que cuando vivía en esa isla pero el peinado, desde luego ese seguía siendo el mismo. Había tenido algo de mala suerte al llegar a esta isla por culpa de ese barco, aunque bueno, a lo mejor ahora que era algo más fuerte encontraba algo interesante que hacer. Caminaba por las calles, algunas personas parecían reconocerme pero al ver que iba armado, simplemente temblaron un poco de miedo y intentaron ignorarme. Tanto miedo les damos y ni siquiera saben lo que les haremos... ¿Porque no incendiamos a alguno para advertirlos? No, mejor esperemos, aunque matar alguno no sería mala idea tampoco.

Mientras caminaba, tuve la suerte de entrar a una taberna y justo me senté en la barra al lado de una chica de pelos azules. Solo la miré de reojo un momento y luego observé al hombre que atendía la barra. No era quien para juzgar a una niña que estaba bebiendo lo que parecía ser un vaso de tequila. Los debe tener bien puestos si es una niña y aún así puede beberse eso. Cierto, pero no iba a molestarme en ella, simplemente observé al hombre con una sonrisa algo maliciosa. -Asustado de una simple niña... como se nota que este lugar no va a cambiar nunca...- Mencioné para luego sonreír con amabilidad. -A mi dame un vaso de ron.- Esperé a que el hombre, algo molesto conmigo ahora por haberle dicho la verdad, me diera el vaso.

Mi estadía en aquella isla cada vez se volvía más larga, desde que había vuelto se me había complicado volver a salir, no solo por perder el bote en el que había llegado sino también por algunos marines que ahora patrullaban las costas, antes cuando me largue de esta isla había dejado un gran charco de sangre en mi nombre y temía que algún residente me reconociera y terminase volviendo a delatarme. Tal vez por ello llevaba ya bastante tiempo metido en aquella taberna, el tiempo suficiente como para que el dueño pensase que planeaba atracar el lugar en vez de pedir algo, ya que durante la hora y media que tenía ahí sentado en una mesa apartado del bullicio de gente ¡Ni un solo momento pedí algo de beber! Simplemente estaba ahí sentado, con aquella expresión de pocos amigos y con la mano en la empuñadura de mi katana.

Solo bastaría un poco más para poder largarme del lugar ya cuando anocheciera a totalidad, tener que ocultarme como rata en aquella posada me era tan bajo, como los ineptos que se embriagaban y derrochaban las pocas ganancias por un placer tan vago como ese. Apenas unos cuantos podían llamar un poco de mi atención, pero no lo suficiente como para dedicarle mis pensamientos. La entrada y salida de cada transeúnte al local terminaba por incomodarme, el solo pensar que me volviesen a rodear y tener que dar tanta pelea me ponía de malas, mucho más cuando no había descansado lo suficiente los últimos días.

Suspire con levedad al darme cuenta de lo paranoico que me estaba volviendo, lo cierto era que me estresaba demasiado tener que estar otra noche más en aquella isla, ya que crecí en ella y termine corrompido a causa de la maldad que reside en la misma. No podía conseguir tranquilidad estando ahí un rato más, o conseguir siquiera un poco de sueño placentero, simplemente estar ahí era del asco. Entonces esa niña entro, esa niña rodeada de barbaros y prostitutas, un inmenso ejemplo a seguir sin duda. Temeraria o ciega, pues que estuviese ahí sin más sin duda que me daba curiosidad, más cuando un interesado en esta fue a darle importancia. – Huh… - No tenía palabras que decir para lo que veía, que solo mantener mi atención en estos dos era lo único que podía hacer, así quizás podía relajar un poco mi cuerpo antes de pensar hacer algo.

¿Una competición de alcohol? Esa niña no sabía en donde se metía, pues tras acabar su vaso yo simplemente me acabé el mío y pedí otro observando a la niña con algo de superioridad. Estuve a punto de reírme por lo que decía, como se notaba que no había vivido su infancia en esta puñetera mierda de isla. Si, desde luego, alguien tendría que enseñarle una lección a esa niña. Así es, podría desenvainar y matar a la niña por la espalda para enseñarle que no todo sale como uno desea. Pero mejor esperar a ver como acaba todo esto, además, podría ser divertido hasta seguir su juego. Así que eso hice, observé a la muchacha beber mientras yo hacía lo mismo viendo como parecían traerse algo entre manos la niñita y el hombre de la barra.

Lo siguiente hizo que me pusiera a reír... en serio, ese hombre estaba asustado de la gente sin siquiera conocerla. Hay, que bueno... si es que me partía de la risa. -Realmente, toda la gente de esta isla... se nota que da asco.- Dije sin pagarle ni un solo centavo hasta cuando el otro me observo, simplemente le lancé las monedas al suelo. -¿Acaso no es esto lo que hace la escoria? Agacharse ante alguien superior.- Dije mientras lo veía agarrar las monedas del suelo algo asustado. Tras eso me giré observando a los otros dos, quizás podría divertirme con ellos. Puede ser divertido incluso socializar un poco con esos dos, aunque podríamos incendiar la taberna. Si, era buena idea, imaginate... la taberna ardiendo y gracias al alcohol el fuego se propagaría mas rápido... solo pensar en eso hacía que me dieran mas ganas y todo, quizás hasta me excitaba.

Salí de la taberna, llegando al callejón oscuro mientras observaba a la niña. ¿Matarla por la espalda? No, eso sería hacer lo de siempre, mejor esperemos a ver como van las cosas. Me acerqué a la niña mientras la observaba mas de cerca, con una sonrisa de superioridad. -¿De que hablabais tu y esa escoria?- Pregunté, seguro que me diría lo que quería, al fin y al cabo, era demasiado apuesto como para que alguien ignorase alguna de mis preguntas. Y si no, siempre quedaba seducirla para ver que era lo que podía sacar de ella. Así era, era tan fácil que hasta me hacía entrar la risa.

Ahí entendí realmente el porque me había ido antes, por qué preferí salir de ahí antes de que fuese tarde, no quería estancarme en esa isla como sus habitantes, no quería tener que terminar temeroso y ridículo como el resto… Quería más, quiero mucho más de lo que esta puede brindarme. Mirar a toda la basura que se acumulaba en aquella taberna era la mayor descripción gráfica que tenía, hombres sin convicción, robando para sobrevivir y vivir un día más, peleando por un pedazo de tierra donde dormir, arriesgando su vida por algo que no vale la pena. Personas conformistas que se han acomodado con lo poco que consiguen, personas conformistas que no tenían las agallas para alzarse, escalar esa montaña y ver lo inmenso que el mundo, ver como desde la mugre donde están no pueden ver más que un océano magnifico extendiéndose hasta donde alcanzan sus ojos ¿Qué hay más allá? Es la pregunta que deben hacerse, pero nunca la hicieron, no vieron más allá de sus ojos, no intentaron subir, solo prefirieron masticar lo que encontraban como meros carroñeros.

Greywolf, la familia Greywolf estuvo en mitad de esta isla, en la mitad de lo que divide la pobreza del lujo, pendiendo de lo poco que hacían para subsistir en aquella fase de clase media. Cuando su primer hijo fue secuestrado perdieron parte de la familia, de seguro se centraron en el hijo restante mientras olvidaban al primero, me olvidaban a mí. La soledad, el dolor, el inmenso daño psicológico solo me hicieron más fuerte, aprendí de todo lo que escribía para mí el destino era triste y egoísta, era vil y depravado, era oscuro sin esperanza. Así que, tenía más que claro de porque no me gustaba estar ahí, tenía más que claro de porque me gane mala fama en aquella isla y sobretodo tenía más que claro porque el cantinero ahora me delataba con los turistas.

Era mi pase para salir de ahí, era una cordial invitación de la pequeña a salir de ahí. Con descaro esta se había dirigido a mí, ordenándome seguirle, como un perro a su severa dueña ¡¿Pero quién carajos se creía esta cría?! Así aquella mirada de odio y repudio se clavaba en la infante, pero la curiosidad es una daga de doble filo ¿Que querría ella conmigo? Sin duda una buena pregunta que me hacía y pronto podrí descubrir, me levante de mi asiento sujetando aquella katana en mi mano izquierda y comenzando a caminar sin decir ni una sola palabra, apenas antes de salir por aquella puerta dedicaría una fugaz mirada al cantinero, su rostro lo recordaría y pronto pecaría de la mala suerte, eso podía asegurarlo. Caminando cerca de esta niña pude ver que nisiquiera había alcanzado la pubertad o eso aparentaba ¿Sería entonces una prostituta? No me sorprendería de una cria que vendiese su cuerpo al mejor postor, podría incluso divertirme en tal caso de que lo fuese. Hace más de una semana que no mantenía relación sexual alguna y descargar un poco su estrés vendría bien, ya para lo sobrecargado que estaba no me importaba que fuese una cria.

Habían mejores prostitutas en aquella isla, al igual como otras que daban grima y asco, también habían niñas e incluso niños que preferían este método de obtener dinero, más lo que tenían todos en igual era que si te dormías frente alguno despertarías sin pertenencia alguna. Claro que conocía el sistema actual del bajo mundo, no solo de la piratería interna de la isla, también muchos chismes respecto a la misma. Podría decir que el tiempo que llevo viviendo en la misma me ha dotado de buenos contactos y una fama sin igual. Y ahí vamos, entonces si era una prostituta. Quizás no, pero aquel callejón daba para un polvo rapidito. Esperando que esta dijese una palabra me mantuve atento, podría ser una embocadas y volvería a aniquilar más críos con mis propias manos.

Solo que esta vez usaría mi propia katana para hacerlo y ahí saciaría la sed de sangre que tenía de hace ya varios días, daba igual la forma que descargase mi estrés sea matando a alguien o teniendo sexo con alguien. Para cuando escuche la voz de un tercero, pose mi mano en mi katana y me posicione de forma que con tan solo girar el cuello pudiese ver a ambos ¡Lo sabía! Una puta emboscada y no evite que sucediese, simplemente me deje llevar por mis propios deseos y me deje emboscar ¿Pero era realmente lo que quería? Eso lo veremos pronto… Sin sorpresa, sin temor, sin siquiera mostrar miedo más que satisfacción. - ¿Y que será esto? Un novio desesperado que va a salvar a su novia, que ahora fingirá inocencia y casualidad ¿Esto es un juego o que carajos pretenden? – No me importaban los modales, la hora y el lugar se prestaba exactamente para pensar lo peor y eso hacía, pensar y prepararme para lo peor.

Había seguido a los dos por curiosidad, para solo escuchar como la niña me insultaba y el otro decía que si era su novio. No pude evitar reírme tras escuchar las palabras de ambos, tuve que ponerme una mano en la barriga de lo fuerte que me estaba riendo. Matemos a la niña cuando consiga el botín y luego quedémonos con este. Si, sería buena idea. Aunque mejor sigamos su juego y matemos a alguien, es mejor que estar parado. Si, en efecto, tenía toda la razón del mundo, seguramente esperaría a ver como iba desenvolviéndose la trama y a partir de ahí, tomaría las acciones consecuentes.

-Para empezar, no me hace falta una novia, y segundo, me es demasiado fácil conseguir un chico o una chica para cuando quiera divertirme.- Dije mientras los observaba a los dos con superioridad, no los estaba menospreciando, simplemente, no veía razón para no hacerlo. -Y sobre lo de eliminar uno de esos bandos... realmente sería mas divertido incendiar toda la isla, imaginaos, la gente ardiendo viva, suplicando por clemencia y viendo como se arrastran para apagarse...- Se podía notar en mi tono de voz y en mis ojos la emoción que sentía al decir eso, pero luego simplemente volví a mi sonrisa de superioridad viendo a los dos individuos que estaban en frente mío.

Ahora la pregunta era, que hacer, como actuar. -Pero total, me aburro, así que os voy a seguir a ver si me divierto un poco.- Dije para luego simplemente añadir. -Además, cualquier cosa que me sirva para vengarme de la gente de la isla, me sirve.- Sonreí casi parecía un loco, pero luego deje de sonreír mientras me apoyaba en la pared a ver que decían los otros dos. Si se niegan o atacan, no podrán decirnos nada y los mataremos. Así era, por eso ya tenía mi mano puesta en la empuñadura de mi espada, para desenvainar en caso necesario.

Cuan descuidada se había vuelto la gente hoy en día, tan simplona y ansiosa de ser famosa o infame, idiotas que se lanzan a la deriva tan rápido y que al final perecen rápidamente. Si quieren fama, maten niños. Si quieren dinero, roben un banco… Pero si quieren ambos hagan lo que estaría a punto de decir, uno ansioso de diversión y otro de dinero pintando su intención con bondad, al final entraba yo ¿Qué era? Un idiota que se pondría a ayudar a hacer tales estupideces con el fin de obtener más dinero y que su ego aumentase. – Bien. Me da igual. – Dije, soltando la empuñadura de mi katana y dejando que esta cayese en su funda con lentitud, más no por ello baje la guardia, no por ello me dejaría manipular. Conocía el territorio, conocía quien lo llevaba y donde bastaría picar para que el dolor fuese destacable para esta zona de la isla, entonces estaba por jugarme el cuello en aliados que podrían dejarme morir a la primera oportunidad, justo como lo haría yo, así que eso estaba bien.

Suspire con levedad y luego alce mi vista hacia el cielo, en aquel callejón se concentraba el olor rancio de la basura y la mugre entre las paredes, tal vez había sangre hecha costra junto a semen y al final todo se revolvía con la basura y hacia destacar cuan sucia podía ser aquella zona del reino de Goa, mismo que destacaba por lo pulcros de sus habitantes, más esta zona en especial parecía más una de Gray Terminal y era porque uno de los tres capos más destacados de la isla era dueño de esta vecindario, mejor dicho los locales junto a este bar eran su propiedad. – Lui’s el tuerto. Así se llama el tercer capo más destacado de esta isla. Este bar, esta tienda de comida y el otro local al otro lado del callejón son de él. El bar es el que más ingresos le da, y la última vez que estuve por aquí arme algo de lio en el mismo bar. Así que ya sabes porque me delato su cantinero. – Decía con naturalidad al hablar, mirando de vez en vez a cada uno de ellos. La chica parecía decidida y muy ambiciosa, mientras el sujeto tenía más aire traicionero y psicópata, así que ambos eran igual de peligrosos.

Entonces me acerque hacia el hombre y le mire más de cerca. – Tendrás el placer de quemar el bar. Mientras robamos su caja fuerte ¿Quieren llamar su atención? Entonces con robar su bar y volverlo mierda será más que suficiente para que sus rostros sean todo un espectáculo. El dinero será dividido a partes iguales, deben dejar algún que otro sobreviviente. – Comentaba, asomándome fuera de aquel callejón para luego mirar hacia atrás y dedicarles un par de segundos de silencio. – Andorra Greywolf, un gusto. – Me presente, mi nombre real para que así lo recordasen, quizás hoy sería solo una noche más de estragos pero en un futuro podría alguno de nuestros nombres resonar mucho y es entonces cuando esta presentación serviría de recuerdo. – Será esta noche, en este instante, sin planificación y con mucha naturalidad. Muertos, dinero y fuego. Ese es el orden. – El plan sencillo, las ordenes directas mismas que fueron camufladas con simple ingenio y bruta idealización. Huir sería sencillo por el balcón del edificio, ya que la distancia que separaba el bar con el otro local, era menor al ancho de este callejón, así que con un gran salto podría ser un escape fructífero. Una carta bajo la manga, si se merecía hacerse mención se haría.

– Así que… ¿Comenzamos? –