Una vendetta personal (pasado)

- ¿Os habéis enterado?
- ¿Qué?
- Dismembering Jeff ha escapado.

Uno de los reclutas le hace señal para que calle señalando a Johan quien pasa cerca acompañado del tic tac de sus engranajes. El bastón resuena en consonancia marcando el ritmo del tac mientras avanza por el pasillo. Ya sabía que aquel hombre había conseguido salir de la cárcel, lo que le dolía era que su capitán le negara la posibilidad de darle caza él mismo.

Al llegar al puesto de su capitán, deja caer sobre la mesa una hoja.

- ¿Qué es esto, Tic?

El hombre lo contempla sin sacar el enorme puro de su boca.

- Una petición de días de asueto, capitán.
- Hmmm ¿No tendrá que ver con aquello del recluso escapado, verdad?

Johan permanece callado. Detesta las mentiras, mucho más si son proferidas hacia un capitán. El silencio, considera, a menudo es un mejor aliado.

El capitán se mueve en la silla haciéndola rechinar bajo sus kilos y kilos de grasa, luego suelta una bocanada de humo al aire, toma el sello y valida la petición aventándosela al marine.

- Más vale que no me entere que has estado cerca siquiera de ese hombre.
- Sí, capitán.- toma posición de firmes con el saludo militar.

Victorioso, recorre el camino para entregar la petición ya oficial de vacaciones. Tras empacar ligero, toma el primer barco hacia Sandy, la isla reconocida por su inmenso desierto... Y una ciudadela poblada por "trabajadores mercantiles de trasfondo borroso". Va bien equipado para la ocasión, lleva sus armas, una cuerda y otros útiles. Sabe que lo que está haciendo es moralmente cuestionable, eso no le gusta. Sin embargo, se debe a sí mismo y a su tutor esto, tiene que hacerlo.

De algún modo, había vivido un tiempo prestado, eso lo tenía bastante claro. Desde aquella noche hasta el día de hoy todo había sido un sueño, uno que había empezado horriblemente pero que se había vuelto realmente hermoso. Ahora tocaba el momento de despertar, hacerse responsable de sus viejos fantasmas, enfrentarlos de frente y encontrar una conclusión para aquella retorcida historia.

En momentos así, le gustaba recordar una frase que decía su tutor: hay momentos en la vida de los que no se puede escapar, pero sí podemos escoger cómo nos enfrentamos a ellos. La idea lo alentaba, le daba fuerzas.

Contempla el horizonte azul mientras, en la lejanía, Sandy comenzaba a aparecer. Una vez llegó a la isla, comenzó su búsqueda, la caza del hombre que mató a su familia, el que lo despojó de sus extremidades. En cierto modo, Jeff había sido su padre, él había dado forma a lo que Johan era hoy, pero no decidía nada sobre él. Empezó por donde todo persecutor comienza: las tabernas. No preguntó directamente por él, solo se sentó a escuchar y observar, esperando que alguien mencionara algo, que un detalle escapara de algún borracho. Probablemente estaría planeando un robo o reclutando gente. Tenía que comenzar de cero y no se puede hacer solo si quieres llegar lejos. Así que esperó pacientemente, eso era algo que se le daba bien.

Eventualmente, el rumor llegó y el Señor Tic Tac pudo escucharlo con toda claridad. Efectivamente, estaba reclutando gente. Los requisitos eran sencillos: ladrones, rudos, fuertes, sanguinarios... Gente con la que Jeff se sentiría a gusto. ¿El lugar? Uno de los edificios secundarios de las antiguas ruinas. Fue directo a él. Era un hombre con un objetivo, un plan y, lo más importante, una presa.

La zona parecía desértica, pero, claro, toda la isla tenía ese aspecto a no ser que los piratas dieran a conocer su comercio de forma abierta, no podía dejarse engañar por el aspecto de los edificios derruidos, estos podían estar albergando a decenas de bucaneros esperando a un despistado. Sin embargo, algo le decía que no tenían necesidad de atacar a nadie en esa isla, la mayoría hacía sus negocios con cierto "honor", a falta de una palabra mejor, ya que se comerciaba a lo grande y convenía a todos llevar a cabo todo con cierta honestidad... No fueran a estafar a un pirata importante. Mano en el bastón, recorrió las arenas hasta encontrar el lugar que buscaba dispuesto a iniciar una masacre. Al abrir la puerta encontró a una decena de piratas hablando con dos hombres que parecían ser los que llevaban el "proceso de selección". La carta de presentación de esos criminales parecían ser fichas de "wanted", lo cuál le resultó irrisorio aunque ciertamente coherente.

Pronto le llegó su turno a Johan. Sus nudillos habían enblanquecido por la fuerza que ejercía al apretar sus puños. El hombre que había marcado su vida y su cuerpo de manera permanente descansaba las botas sobre la mesa fumando un puro mientras otro le hacía preguntas que respondía vagamente, sin quitarle la vista de encima a Jeff. Le pidieron su ficha de wanted pero inventó una excusa genérica al respecto. Era todo tan irreal que ni siquiera estaba seguro de qué había contestado. ¿La perdí? ¿O quizás dijo que "prefería conservar el anonimato"? Daba igual, solo importaba el momento. En su mente degollaba a aquel hombre. Lo cortaba en rebanadas. Lo dejaba como un colador. Lo colgaba de los pulgares. Lo desollaba vivo... Repasaba la lista de torturas y muertes que había ideado a lo largo de los años pero ninguna parecía llenarle, era como si todo lo que había pasado hasta el momento había perdido importancia, entidad.

De fondo, alcanzó a escuchar algo así como que "no era lo que estaban buscando". Sacó su espada y, usando la funda y el canto sin filo de la misma, comenzó a golpear a algunos de los que se encontraban presentes. Sus movimientos eran precisos, rápidos, certeros. Era como ver un ciclón en funcionamiento. La camisa que llevaba se incendió cayendo en jirones revelando tubos de escape que gruñían con fuego verde. Sus ojos morados se tornaron de ese mismo color según los aspirantes caían uno a uno al suelo. Al terminar, volvió a envainar la espada y la azotó sobre la mesa.

- ¿Qué opinas ahora? ¿Soy lo que estáis buscando?

Había quedado totalmente exhausto, quedaba suficiente alcohol en sus depósitos como para poder pelear por unos segundos pero eso no sería suficiente, no contra Jeff. Empezó a firmar el contrato pidiendo que le sirvieran una botella de vino. Tan pronto la recibió, introdujo en ella un tubo que brotaba de su brazo el cuál comenzó a succionar el contenido con gran rapidez. El pirata había tenido intención de brindar con él pero, al ver lo que hacía con la botella, profirió una sonora carcajada que retumbó en la habitación en la que varios otros se unieron.

- ¡Ya veo! ¡Wojojojojo! Así que eres un cyborg, ¿eh? ¡Nada mal! ¡Wojojojojo!

Johan mira directamente a los ojos, su mirada es fría y calculadora, cosa que corta en seco la carcajada del asesino. Los demás, ajenos a esto, siguen riéndose suavemente, cada vez a un ritmo más bajo hasta dejar el cuarto en silencio. Había tensión en el ambiente, no entendían que estaba ocurriendo pero de nuevo estaban todos incómodos. Entonces, todos escucharon el tic tac que emiten los relojes y engranes que decoran al Señor Tic Tac. Era un ritmo seco que parecía marcar su propio paso sin importar lo que ocurriera a su alrededor. Un sonido que parecía hablar de la fragilidad de la vida, de lo corta que puede llegar a ser la existencia, uno que los hacía reflexionar sobre si querían realmente formar parte de una tripulación en la que un hombre así estuviera alistado.

- Diles a los que todavía están de pie que se marchen, tengo que hablar contigo, en privado. Ahora.

A Jeff le había gustado el despliegue de habilidad mostrado antes pero el tono que había tomado la voz de Johan era impositivo, soberbio en su opinión. Esto no podía tolerarse. Al ver que varios piratas hacían ademán de irse, los detuvo alzando la palma.

- ¡Esperad! Quedaos. Mira chico, no me importa lo fuerte que seas, aquí mando yo, esta será mi tripulación y no tolero que un niñito flacucho venga a decirme qué he de hacer.

- Si no os vais esta vez usaré el filo de mi espada. Quedáis avisados.

Era un duelo de miradas, todo parecía que iba a decidirse en los siguientes segundos, tristemente no pudo anticipar lo que ocurriría a continuación. Un demonio con alas de ángel, o un ángel con cuernos, descendía suavemente obteniendo toda la atención de los presentes. Alguien gritó su nombre entre la multitud y el caos se hizo automáticamente. Señor Tic Tac había escuchado hablar de aquel cazador pero jamás lo había visto físicamente. Francamente, tanto la escena que había creado como su aspecto eran imponentes, entendía bien la razón de que los piratas hubieran optado a escapar. Mas ahora Johan había cambiado de parecer. Si tanto le temían y tanto quería Jeff que se quedaran, les tocaría esperar. Además, si la fama era real, el joven alado no tendría problema para enfrentar al grupo de inútiles que se hacían llamar corsarios. Con un movimiento rápido, lanzó la espada que quedó clavada en la puerta con un sonido silbante.

- Jeff dijo que os quedarais, ahora le haréis caso, ¿no?

Cuando uno debe negociar, es mejor tener algo que ofrecer.

- Cazador, mi problema es con Jeff,- dice al tiempo que toma la hoja de inscripción y la hace arder usando el puro del pirata mientras todavía está en su boca- en lo que a mí respecta, haz lo que quieras con todos los presentes, llévate sus recompensas. No me interesan. Pero déjame hablar con Jeff antes de que hagas lo que quieras hacer. Tengo... Un viejo asunto pendiente con él. ¿Te parece un buen trato? Incluso, si lo necesitas, puedo ayudarte a inmovilizar a estos.