Ratón de biblioteca

Recuerdo del primer mensaje :

El Señor Tic Tac había pedido su traslado a Ohara, donde corría el rumor que había un libro para cada arte o ciencia que existiera ahora, en el pasado o, algunos juraban, que sentaban las bases del futuro en todos los campos. Era una verdadera suerte que ahora estuviera bajo el control de la marina, pensaba él, dado que así terminaría siendo un importante beneficio para todos.

Se encontraba yendo hacia el árbol gigantesco que presidía la isla donde se encontraba la extensa colección de libros que tanto interés había despertado en él. Era un buen día, el sol calentaba sin quemar, el viento refrescaba sin helar. Un día tibio que disfrutar al exterior pero que, por sus planes, se perdería entre páginas. Hacía tiempo que la profesión de inventor había calado hondo en Johan, tan hondo como podían hacerlo sus prótesis, claro. Siempre había sido un hombre creativo pero su transformación a cyborg había convertido una posibilidad en una necesidad así que decidió especializarse en la mecánica, la dinámica de fluidos y los sistemas de combustión. Sin embargo, tenía la intención de ver cómo substituir su sistema por uno menos peligroso: que por tus venas corra alcohol puro no es una buena idea si piensas llevar una vida como marine donde tu integridad puede peligrar en cualquier momento. ¿Por qué se hizo marine? Porque sintió el llamado, así de simple. Debía proteger a la gente, traerles un mundo mejor en el que habitar sin preocuparse por cosas como los piratas o la corrupción así que encontró su camino en la marina.

Como fuera, a veces para poder ayudar a los demás uno debía ayudarse a sí mismo y eso estaba dispuesto a hacer. Sin mencionar que, ahora que formaba parte de una tripulación, debía encontrar métodos para mejorar también el navío. Tenía algunas ideas de cómo llevarlo a cabo pero necesitaría estudiar mucho para entender todo aquello que necesitaba saber para hacerlo.

Escuchó aquello que decían entre cuchicheos pero hizo caso omiso por respeto al presente, si bien podrían o no ser verdad, el joven no se sentiría a gusto por la intromisión de las mujeres así que era mejor simplemente dejarlo pasar. Con esa calma característica, empezó a caminar, el tic tac que le había ganado el sobrenombre seguía a su mismo ritmo, con el golpear del bastón en el suelo haciendo eco.

El bosque estaba apacible, aunque tuvieron que pasar más o menos cerca del lugar donde todo había ocurrido, no llegaron a ver a ningún marine, la zona estaría cerrada por la investigación pero de todos modos prefería evitar llegar a ella por simple comodidad.

El claro era francamente un lugar hermoso, tranquilo y solitario, tal como lo había descrito el chico. ¿Qué podía decir? Johan posee 37 años, no es que se sintiera viejo pero sí sentía una fuerte diferencia de edad entre ellos. Aunque le hubiera caído bien y le pareciese atractivo, Touyu era un niño, algo que al Señor Tic Tac le incomodaba si debía tenerlo en cuenta como algo más que una amistad. Al ver que el pequeño marchaba, le comenta.

- Me siento halagado pero todavía tienes mucho que vivir, quizá más adelante, cuando seas mayor, podamos ver qué ocurre. Piense que yo tengo 37 años, soy todo un vejestorio en comparación. Cuando estés en la marina, búscame, quizá haya espacio en la tripulación a la que me una.

En este punto, le guiñará un ojo, se dará la vuelta asumiendo que la conversación ha terminado y comenzará a entrenar aprovechando la soledad. Hay golpes que practicar, movimientos que realizar en repetición, músculos que fortalecer...