Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
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Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Recuerdo del primer mensaje :
Los días se hicieron interminables en el barco del Shichibukai, donde la nueva vice-almirante carecía de distracciones mundanas y fue obligada a entrenar casi sin parar, o meditar para que aquello no se volviese una locura. Su deseo de acercarse a Eden había quedado opacado por la manera tan seca que este a veces contestaba, y los planes que tenía para cenar juntos al final no pudieron llegar a suceder. No habían coincidido ni una vez en el comedor del barco, y, por lo que había aprendido del cocinero, el peliblanco ya tenía sus planes bien consolidado en cuanto a sus comidas, planes donde la rubia no tenía sitio reservado. Aún así, algunas veces hablaba con los marineros que estaba a su cargo. En el barco ya era noticia el hecho de que la vice-almirante era una mujer simple pero muy amable, Aún así, la muchacha había asistido a la cita, y se había preparado mucho, una mesita baja con velas en la popa, y la comida que el cocinero se pasó trabajando más de la cuenta y más de la hora a la que era supuesto iba a cocinar. Ante la negación del capitán del barco, esta invitó a su subaltero, cosa que al día siguiente seguramente llegaría a los oídos del peliblanco como una cita sin precedentes. Pese a ostentar un cargo de mucha importancia, la rubia se hacía cercana a los civiles y marineros de una manera demasiado simple, como una mujer del montón, no muy sofisticada ni muy erudita como se esperararía, con bromas que todo el mundo podía entender y una actitud inocente frente a los hombres. No lo hizo como una venganza ni para dar celos como muchos pensarían, pero aquello estaba tan preparado que desperdiciar la oportunidad habría sido un derroche de trabajo.
Aún así, al día siguiente no mencionó nada sobre ello. Su mirada seguía buscándole, y a veces se atrevía a sentarse silenciosa unos pasos más atrás de él, cosa que también traía varios rumores en el barco, y bromas entre los marineros a los que ella reía y seguía, sin más intención que tener un poco de diversión. Hubo una noche en particular que desde el camarote se podía escuchar varios sonidos de golpes, y, cuando el marinero encargado fue a revisarlo tan sólo se limitó a decir que estaba bien. Aunque nadie sabía, la muchacha ciertamente estaba borracha. En otros momentos quizás hubiera salido a montar algún pequeño festejo con el resto de marineros, pero se había encerrado a si misma y echado a Momo fuera. Así pues, el viaje llegaría pronto a su final. Habían sido varios días de aburrimiento, y es que estar con Edén no era tarea fácil para alguien como ella. Quizás necesitaba algo de tiempo, al fin de cuentas no todo el mundo podía actuar igual. Tenía la impresión de que con el tiempo quizás podían a ser grandes compañeros de viaje, aunque por ahora sólo necesitaban conocerse un poco más. En la última conversación el Ouka le había dejado saber un poco de su historia. Ella había estado en Spider Miles anteriormente donde había conocido al cyborg Daemon, obviamente no era un sitio donde un niño podría crecer en armonía, así que quizás y si se lo imaginaba un poco. Aún así, su historia no tenía más dramatismos, cosa que la alegraba en aquel momento, ya que eso significaba que seguramente no hay ninguna herida del pasado que debía curarse, y eso era algo genial.
En cambio ella, se hallaba ahí batallando con sus propios demonios. Algunos días era dulce como un caramelo, mientras que otros simplemente no hablaba con nadie e intentaba estar a solas con su mascota, en un momento de melancolía pasajera. También se estaba planeando como seguir con su plan. Al viajar con compañía ahora, indagar en lo que había pasado nueve meses atrás quizás sería imposible. La Marina y el Gobierno iban mano en mano, así que decir que sospechaba que algo no iba bien sería quedar al descubierto cosa que no se podía por ahora. No era aún tiempo, por lo menos. Ya encontraría algo, una excusa quizás, para acercarse a la base de los CP´s quizás. Su rastreo era bastante bueno, lo malo es que no sabía aún qué tenía que rastrear a ciencia cierta.
Al escuchar a los marineros gritar "Tierra" dejó salir su cabeza por la ventanilla, para asegurarse que realmente se estaban acercando a una isla. Podía notar como, a la lejanía St Poplar estaba cubierta de nubes signo inequivoco de que seguramente estaría lloviendo. Ahora que lo recordaba, quizás y sí la habían enseñado que existe una isla donde la lluvia es eterna, y, aunque esperaba que no fuese aquella, seguramente es lo que tocaba. Se apresuró para ponerse en la popa, mientras que uno de los marineros le traía un sombrero rojo, que iba acorde a su vestimenta. Odiaba el frío, y seguramente la lluvia eterna. Algunas gotas durante el verano estaba bien, pero un sitio donde llovía siempre debía ser como un castigo. Buscó de nuevo, con la mirada, al Shichibukai. La última vez que habían hablado había sido hacía demasiado tiempo. No podía contener la emoción que representaba visitar una nueva isla, una nueva ciudad y ver nuevas caras. Estaba alegre. El gato, en cambio, como si entendiera que la lluvia nunca pararía, se escondía con recelo hasta meter su cola dentro del obi rosado que apresaba la cintura de la rubia, marcándola con delicadeza. Echó a correr y se paró en seco donde el peliblanco estaba, haciendo que el paraguas los tapara a ambos. - ¡Fénix-san!- exclamaba con emoción, tocando el hombro de este para atraer la atención. - Ya estamos aquí, que emoción. Me muero de ganas por ver la ciudad. ¿Has visitado St Poplar antes? ¿ Cómo es? - preguntaba, aunque no lo habría visitado seguramente sabría muchas cosas sobre aquella isla, al menos más que ella. - ¿Dónde me vas a llevar? ¿Eh? - sus ojos curiosos mostraban una chispa sincera de emoción, mientras que su cara se acercaba al hombre en búsqueda de una respuesta prompta.
Aún así, al día siguiente no mencionó nada sobre ello. Su mirada seguía buscándole, y a veces se atrevía a sentarse silenciosa unos pasos más atrás de él, cosa que también traía varios rumores en el barco, y bromas entre los marineros a los que ella reía y seguía, sin más intención que tener un poco de diversión. Hubo una noche en particular que desde el camarote se podía escuchar varios sonidos de golpes, y, cuando el marinero encargado fue a revisarlo tan sólo se limitó a decir que estaba bien. Aunque nadie sabía, la muchacha ciertamente estaba borracha. En otros momentos quizás hubiera salido a montar algún pequeño festejo con el resto de marineros, pero se había encerrado a si misma y echado a Momo fuera. Así pues, el viaje llegaría pronto a su final. Habían sido varios días de aburrimiento, y es que estar con Edén no era tarea fácil para alguien como ella. Quizás necesitaba algo de tiempo, al fin de cuentas no todo el mundo podía actuar igual. Tenía la impresión de que con el tiempo quizás podían a ser grandes compañeros de viaje, aunque por ahora sólo necesitaban conocerse un poco más. En la última conversación el Ouka le había dejado saber un poco de su historia. Ella había estado en Spider Miles anteriormente donde había conocido al cyborg Daemon, obviamente no era un sitio donde un niño podría crecer en armonía, así que quizás y si se lo imaginaba un poco. Aún así, su historia no tenía más dramatismos, cosa que la alegraba en aquel momento, ya que eso significaba que seguramente no hay ninguna herida del pasado que debía curarse, y eso era algo genial.
En cambio ella, se hallaba ahí batallando con sus propios demonios. Algunos días era dulce como un caramelo, mientras que otros simplemente no hablaba con nadie e intentaba estar a solas con su mascota, en un momento de melancolía pasajera. También se estaba planeando como seguir con su plan. Al viajar con compañía ahora, indagar en lo que había pasado nueve meses atrás quizás sería imposible. La Marina y el Gobierno iban mano en mano, así que decir que sospechaba que algo no iba bien sería quedar al descubierto cosa que no se podía por ahora. No era aún tiempo, por lo menos. Ya encontraría algo, una excusa quizás, para acercarse a la base de los CP´s quizás. Su rastreo era bastante bueno, lo malo es que no sabía aún qué tenía que rastrear a ciencia cierta.
Al escuchar a los marineros gritar "Tierra" dejó salir su cabeza por la ventanilla, para asegurarse que realmente se estaban acercando a una isla. Podía notar como, a la lejanía St Poplar estaba cubierta de nubes signo inequivoco de que seguramente estaría lloviendo. Ahora que lo recordaba, quizás y sí la habían enseñado que existe una isla donde la lluvia es eterna, y, aunque esperaba que no fuese aquella, seguramente es lo que tocaba. Se apresuró para ponerse en la popa, mientras que uno de los marineros le traía un sombrero rojo, que iba acorde a su vestimenta. Odiaba el frío, y seguramente la lluvia eterna. Algunas gotas durante el verano estaba bien, pero un sitio donde llovía siempre debía ser como un castigo. Buscó de nuevo, con la mirada, al Shichibukai. La última vez que habían hablado había sido hacía demasiado tiempo. No podía contener la emoción que representaba visitar una nueva isla, una nueva ciudad y ver nuevas caras. Estaba alegre. El gato, en cambio, como si entendiera que la lluvia nunca pararía, se escondía con recelo hasta meter su cola dentro del obi rosado que apresaba la cintura de la rubia, marcándola con delicadeza. Echó a correr y se paró en seco donde el peliblanco estaba, haciendo que el paraguas los tapara a ambos. - ¡Fénix-san!- exclamaba con emoción, tocando el hombro de este para atraer la atención. - Ya estamos aquí, que emoción. Me muero de ganas por ver la ciudad. ¿Has visitado St Poplar antes? ¿ Cómo es? - preguntaba, aunque no lo habría visitado seguramente sabría muchas cosas sobre aquella isla, al menos más que ella. - ¿Dónde me vas a llevar? ¿Eh? - sus ojos curiosos mostraban una chispa sincera de emoción, mientras que su cara se acercaba al hombre en búsqueda de una respuesta prompta.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Sentía remordimientos, por eso no había podido pegar un ojo todas aquellas horas. Estaba en la cama, dando vueltas de un lado para otro y pensando en lo diferente que hubiese sido todo si tan solo se habría callado. Pese a su actuación de antes, el peliblanco se limitó a aceptar lo que decía y a retirarse en su habitación, más no era del todo cierto. El motivo por el que dio rienda suela a sus sentimientos era por que, anteriormente, había sentido un ápice de sentimiento, aunque había sido tan solo descontento, sobre la situación y la molestia que ser su compañero implicaba. En vez de discutir sobre eso, lo tomó como algo bueno, muy típico de ella. Pensaba que era de hecho la primera vez que él mostraba algo entre tantos rostros pasivos, aunque tan solo fue con sus palabras era un adelanto. Conocer a la persona iba más allá de sus gustos. Quería saber sus pensamientos verdaderos aunque, casi cada vez que este hablaba, había algo que le desagradaba personalmente. Pero, por más impulsivas que sus palabras habían sido, eran sinceras. Era lo que pensaba a todo momento y, lejos de querer imponerlo sobre su compañero, quería tan solo hacerle entender o darle una visión general sobre la vida, diferente a la que él tenía. Habían demasiadas personas que vivían así, y lo cierto es que la vida no era algo para tomar tan a la ligera.
Pero tal y como vinieron, sus palabras chocaron contra el muro de la indiferencia. No sabía si quiera si la había escuchado, aunque quizás eso sonaba un poco mejor. No sabía cual de ambas opciones le hubiesen desagradado más: si no ser escuchada por completo, o no obtener una respuesta del hombre. Si no había sido escuchada seguramente era la única que estaba en vela en aquellos momentos. Pensó en abrir la puerta y hacer una visita para disculparse, pero el poco orgullo que le quedaba le volvía a decir que no. Eso no quitaba la verdadera situación que estaba confrontando en esos momentos. Se había quedado con las ganas de obtener una respuesta. ¿O quizás era mejor cambiar las cartas del juego? De alguna forma sintió que el ouka era más feliz viendo en ella una persona neutral, como la vicealmirante que conoció en Marineford. Al fin y al cabo, ¿porqué se tomaría tantas molestias? Sólo se trataba de un trabajo que, al terminar, cada uno se iría por su lado y volverían a ser los mismos de antes. Pero sus palabras de hace un par de horas habían decidido lo contrario. Conocerle, quedarse con el a pesar del informe, que tardaría un rato escribir. -¡Qué me está pasando!- gritó entre las almohadas, mientras que Momo colocaba sus pelos de punta, a modo de alerta.
No, no era una buena idea. Debía hacer el informe. Se había arrepentido incluso de todo lo que había pensado cuando estaba con él. Inmiscuirse en su vida o no, era una decisión difícil de hacer. ¿Pero no era ella la que había prometido cambiar la vida de la gente, aunque se mantuviera neutral? Habían demasiado factores a tomar en cuenta, y era mala eligiendo aquello que más le favorecía como persona. Nunca había sido de pensar en ella misma, si no de actuar en beneficio de los demás. Se tomaba la libertad de pensar que Edén necesitaba una actuación suya, pese a no mostrarlo en ningún momento, y hasta tratarla con una aparente indiferencia. Indiferencia que, se preguntaba, cuanto más podía aguantar. En ese aspecto, como en muchos otros, eran diferentes. Kotori era una muchacha que ponía todo su corazón sobre la mesa, y la mayoría de las cosas que hacía eran por mero impulso. Actuaba presa de sus deseos, y en base a eso también juzgaba a la gente, cosa que la hacía bastante inocente a veces. Y fácil de engañar. ¿Era a caso una de esas veces? Nunca se le había dado bien ver detrás de las máscaras. Prefería las cosas claras, y aún con las cosas claras se equivocaba de términos, como lo había hecho con Lance, cuya declaración fue tomada a modo de un agrado personal, sin más matices románticos. Ni ahora, después de que el chico había pasado a ser subordinado bajo su mando, se daba cuenta de ello.
Pero ella no pensaba en Lance, ni pensaba que lo había malentendido. Casi siempre, sus decisiones eran decisivas. Estaba cien por cien segura de haber hecho lo correcto en la mayoría de las situaciones, por eso, dudar tanto era todo una novedad. Ella normalmente tomaba cualquier castigo y lo aceptaba, pero antes daría rienda suelta a su decisión. Las consecuencias casi nunca le importaban, al menos que se tratara de hacer daño a la otra persona. Quizás por eso estaba considerando de nuevo, lo que había dicho antes. Pensó poco en la misión que se acercaba. No pensaba que era algo diferente de todas las demás, y tampoco era una persona que tuviese miedo. Era bastante valiente en pelea, aunque débil en conocimientos. Aún así, su capacidad de rastreo era bastante buena, se fiaba de si misma en una situación complicada. Quizás ir de noche había sido un error pero, como toda decisión tomada, aceptaría su error y lo rectificaría, pues eso hacen las personas maduras. No existía la perfección, errar era humano y era viable para todo el mundo, incluso para una vicealmirante. Su cuerpo intentó caer preso de los sueños varias veces aquellas horas, pero la boca del indiferente Edén repitiendo las últimas palabras, volvía a su mente una y otra vez. ¿Porqué se lo estaba tomando, nuevamente, como un rechazo?
Las siguientes horas se pasaban entre varios debates, algunos incluso existenciales, sobre ella misma y su modus operandi. El gato había saltado de la cama y buscado un lugar de tranquilidad en el frío del suelo. Se levantó y se duchó, intentando despejar su mente. El tiempo para pensar había acabado y, a decir verdad, no salió con nada en claro más que un cansancio que no era bienvenido. Bostezaba con pereza mientras volvía a ponerse el kimono al que estaba ya acostumbrada, y a veces lo agradecía en momentos como aquel, donde el clima del sitio era un tanto áspero y la lluvia no podía ser más molesta. Las ganas de hacer algo se esfumaban, de no ser por las responsabilidades habría preferido quedarse un par de días en su cuarto y decidir que hacer. El gato se quedó atrás, ya que nunca lo traía consigo en situaciones que podían ponerse peligrosas, al menos cuando sabía que esas situaciones podían ocurrir. Dudó un momento al pasar la puerta del peliblanco, aunque tan solo fue un momento que se desavanecio rápido, dejándola seguir sus pasos hasta la sala de reuniones. Ahí encendió la pipa, y mandó a buscar a su poco agradable compañero, con el fin de montar una guardia nocturna, al menos para tomar el pulso de las cosas, lo que seguramente les haría más fácil la actuación.
- Los puntos de movimiento criminal pensamos que deberían estar en esta zona. - decía el teniente, mostrando un lado del mapa, en una de las periferias de la ciudad. Obviamente el puerto también podías ser una opción, al fin de cuentas ahí es donde entraban y salían a sus anchas. No quiso notar que Edén hacía acto de presencia también, de hecho siquiera lo miró. Quería prestar atención al mapa, e intentar recordar algo para el tiempo en el que estuvieran en marcha. - ¿Están reunidos? - preguntaba, mientras su trasero ya se levantaba del sillón. El teniente la siguió, afirmando a su pregunta y fuera, en la lluvia oscura de la noche, un grupo de marines les estaban esperando para empezar la misión. El primer contacto con la lluvia fue frío y poco agradable, pero dejaría la sombrilla atrás para tener más soltura de movimiento, ya que uno nunca sabía lo que se podían encontrar en aquellos momentos. Sus pasos eran tranquilos y los marines en verdad eran los que estaban guiándoles por aquel sitio. Las calles eran oscuras, especialmente en los lados menos transcurridos, cuya única iluminación provenía desde las casas y el único sonido que parecía molestar el silencio del grupo era el agua que corría por los suelos y la que venía directamente de los cielos también.
Pero tal y como vinieron, sus palabras chocaron contra el muro de la indiferencia. No sabía si quiera si la había escuchado, aunque quizás eso sonaba un poco mejor. No sabía cual de ambas opciones le hubiesen desagradado más: si no ser escuchada por completo, o no obtener una respuesta del hombre. Si no había sido escuchada seguramente era la única que estaba en vela en aquellos momentos. Pensó en abrir la puerta y hacer una visita para disculparse, pero el poco orgullo que le quedaba le volvía a decir que no. Eso no quitaba la verdadera situación que estaba confrontando en esos momentos. Se había quedado con las ganas de obtener una respuesta. ¿O quizás era mejor cambiar las cartas del juego? De alguna forma sintió que el ouka era más feliz viendo en ella una persona neutral, como la vicealmirante que conoció en Marineford. Al fin y al cabo, ¿porqué se tomaría tantas molestias? Sólo se trataba de un trabajo que, al terminar, cada uno se iría por su lado y volverían a ser los mismos de antes. Pero sus palabras de hace un par de horas habían decidido lo contrario. Conocerle, quedarse con el a pesar del informe, que tardaría un rato escribir. -¡Qué me está pasando!- gritó entre las almohadas, mientras que Momo colocaba sus pelos de punta, a modo de alerta.
No, no era una buena idea. Debía hacer el informe. Se había arrepentido incluso de todo lo que había pensado cuando estaba con él. Inmiscuirse en su vida o no, era una decisión difícil de hacer. ¿Pero no era ella la que había prometido cambiar la vida de la gente, aunque se mantuviera neutral? Habían demasiado factores a tomar en cuenta, y era mala eligiendo aquello que más le favorecía como persona. Nunca había sido de pensar en ella misma, si no de actuar en beneficio de los demás. Se tomaba la libertad de pensar que Edén necesitaba una actuación suya, pese a no mostrarlo en ningún momento, y hasta tratarla con una aparente indiferencia. Indiferencia que, se preguntaba, cuanto más podía aguantar. En ese aspecto, como en muchos otros, eran diferentes. Kotori era una muchacha que ponía todo su corazón sobre la mesa, y la mayoría de las cosas que hacía eran por mero impulso. Actuaba presa de sus deseos, y en base a eso también juzgaba a la gente, cosa que la hacía bastante inocente a veces. Y fácil de engañar. ¿Era a caso una de esas veces? Nunca se le había dado bien ver detrás de las máscaras. Prefería las cosas claras, y aún con las cosas claras se equivocaba de términos, como lo había hecho con Lance, cuya declaración fue tomada a modo de un agrado personal, sin más matices románticos. Ni ahora, después de que el chico había pasado a ser subordinado bajo su mando, se daba cuenta de ello.
Pero ella no pensaba en Lance, ni pensaba que lo había malentendido. Casi siempre, sus decisiones eran decisivas. Estaba cien por cien segura de haber hecho lo correcto en la mayoría de las situaciones, por eso, dudar tanto era todo una novedad. Ella normalmente tomaba cualquier castigo y lo aceptaba, pero antes daría rienda suelta a su decisión. Las consecuencias casi nunca le importaban, al menos que se tratara de hacer daño a la otra persona. Quizás por eso estaba considerando de nuevo, lo que había dicho antes. Pensó poco en la misión que se acercaba. No pensaba que era algo diferente de todas las demás, y tampoco era una persona que tuviese miedo. Era bastante valiente en pelea, aunque débil en conocimientos. Aún así, su capacidad de rastreo era bastante buena, se fiaba de si misma en una situación complicada. Quizás ir de noche había sido un error pero, como toda decisión tomada, aceptaría su error y lo rectificaría, pues eso hacen las personas maduras. No existía la perfección, errar era humano y era viable para todo el mundo, incluso para una vicealmirante. Su cuerpo intentó caer preso de los sueños varias veces aquellas horas, pero la boca del indiferente Edén repitiendo las últimas palabras, volvía a su mente una y otra vez. ¿Porqué se lo estaba tomando, nuevamente, como un rechazo?
Las siguientes horas se pasaban entre varios debates, algunos incluso existenciales, sobre ella misma y su modus operandi. El gato había saltado de la cama y buscado un lugar de tranquilidad en el frío del suelo. Se levantó y se duchó, intentando despejar su mente. El tiempo para pensar había acabado y, a decir verdad, no salió con nada en claro más que un cansancio que no era bienvenido. Bostezaba con pereza mientras volvía a ponerse el kimono al que estaba ya acostumbrada, y a veces lo agradecía en momentos como aquel, donde el clima del sitio era un tanto áspero y la lluvia no podía ser más molesta. Las ganas de hacer algo se esfumaban, de no ser por las responsabilidades habría preferido quedarse un par de días en su cuarto y decidir que hacer. El gato se quedó atrás, ya que nunca lo traía consigo en situaciones que podían ponerse peligrosas, al menos cuando sabía que esas situaciones podían ocurrir. Dudó un momento al pasar la puerta del peliblanco, aunque tan solo fue un momento que se desavanecio rápido, dejándola seguir sus pasos hasta la sala de reuniones. Ahí encendió la pipa, y mandó a buscar a su poco agradable compañero, con el fin de montar una guardia nocturna, al menos para tomar el pulso de las cosas, lo que seguramente les haría más fácil la actuación.
- Los puntos de movimiento criminal pensamos que deberían estar en esta zona. - decía el teniente, mostrando un lado del mapa, en una de las periferias de la ciudad. Obviamente el puerto también podías ser una opción, al fin de cuentas ahí es donde entraban y salían a sus anchas. No quiso notar que Edén hacía acto de presencia también, de hecho siquiera lo miró. Quería prestar atención al mapa, e intentar recordar algo para el tiempo en el que estuvieran en marcha. - ¿Están reunidos? - preguntaba, mientras su trasero ya se levantaba del sillón. El teniente la siguió, afirmando a su pregunta y fuera, en la lluvia oscura de la noche, un grupo de marines les estaban esperando para empezar la misión. El primer contacto con la lluvia fue frío y poco agradable, pero dejaría la sombrilla atrás para tener más soltura de movimiento, ya que uno nunca sabía lo que se podían encontrar en aquellos momentos. Sus pasos eran tranquilos y los marines en verdad eran los que estaban guiándoles por aquel sitio. Las calles eran oscuras, especialmente en los lados menos transcurridos, cuya única iluminación provenía desde las casas y el único sonido que parecía molestar el silencio del grupo era el agua que corría por los suelos y la que venía directamente de los cielos también.
InvitadoInvitado
Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Todo estaba listo, nuevamente salieron a las calles en equipos divididos, Kotori encabezaba a un grupo y Eden a otro, en realidad era mejor así, hacer las cosas a su manera estaba bien, no quería seguir escuchando sermones de la señora buena, solo necesitaba cumplir la misión, que se hiciese el informe y acabar con toda esa pesadilla, no quería volver a sentir lo que la mujer le estaba despertando, aquello solo le llevaría al desastre, estaba comprobado, no podía permitirse nuevamente caer en las garras del Akuryo, la última vez en Drumm no pudo superarlo y desde entonces era distinto, probablemente no del todo pero sí en muy buen grado, ¿qué pasaría si aquello se apoderaba definitivamente de él?, esa era una de las preguntas que prefería no analizar demasiado, después de todo imaginar las cosas que podían pasar si en realidad le llegaba a controlar totalmente era, cuanto menos, escalofriante.
Los puntos elegidos fueron dos esquinas poco iluminadas donde según la información de la marina recabada por agentes del gobierno, el tránsito era escaso, aunque notoriamente sospechoso, ¿por qué no actuaron ellos?, simplemente porque no existían bases para lo mismo y pese a ser una institución bastante gris, eso no implicaba que buscasen generar duda, estando abiertamente dominados por el gobierno en St. Poplar eso implicaba que cualquier deceso o desaparición extraña la adjudicarían a la misma, hasta ahora la isla y sus habitantes llevaban todo en paz, ganarse la enemistad de los mismos por actuar imprudentemente era poco digno y ellos estaban conscientes de eso sin duda. -Hemos llegado al lugar, subamos a los techos- le comentó a sus hombres mientras estos lo hacían con habilidad, no era gente débil, aunque se notaba a leguas que ninguno estaba preparado para un combate con cierto tipo de enemigos. Por su parte, solo le dedicó una mirada repentina a la rubia y posteriormente se colocó en su sitio inclinándose un poco, las gotas de lluvia seguían cayendo, aunque no le molestaban demasiado, estaba seguro que aquello no afectaba sus poderes, se necesitaba una cantidad cuantiosa de agua en un solo momento para hacer mella en él.
Pasaron así las horas y no hubo mucho movimiento salvo algunos habitantes borrachos que iban a sus casas ubicadas en ese sitio, algunos marines ya se encontraban cansados y hasta comentando que la información era errónea, por parte de Silverman este solamente leía bajo la lluvia, su libreta estaba seca gracias a que la cubría con sus ropajes y su cuerpo. “Seguro que la chica ya anda desesperada” no la conocía demasiado, aunque por sus movimientos y actitud parecía poco paciente, en aquellos casos lo mejor era mantenerse como una víbora que aguarda a que su presa cometa un error, algo que Eden sabía hacer bastante bien. Otros minutos transcurrieron sin novedad y algunos truenos eran los únicos acompañantes de aquellos patrulleros, incluso pudo notar que uno que otro estaba ya dormitando sujetado a un poste o algo similar, era de madrugada y muchos negocios ya estaban cerrando, los agentes que patrullaban las calles les saludaban de forma discreta y posteriormente continuaban sus rondas, en realidad lejos de lo que esperaba aquello estaba más tranquilo, incluso si no fuese por la reunión con el capitán y la real preocupación que se externaba desde los cargos altos, pensaría que estaban jugándoles una broma de mal gusto.
Empero, casi cuando estaba por perder la esperanza en la misión pudo sentir un par de energías que corrían rápido entre las sombras, obviamente ajenos a la luz, como ninjas que buscaban hacerse uno con las sombras, no estaba seguro que ellos o ellas fueran los que buscaban, aunque no quedaba mejor opción que interceptarlos. Así, el albino cerró su libreta de un golpe y la guardó en sus ropas, cerró sus ojos y comenzó a contar mentalmente a la par que sentía las energías acercarse gracias al mantra. “Ahora” sin mediar palabra con los otros se dejó caer del techo y tras hacerlo se escuchó un golpe seco seguido de dos quejidos sonoros, algunos de los marines sacaron linternas y alumbraron a la dirección del Ouka notando como este se encontraba encima de dos sujetos encapuchados y vestidos enteramente de negro, algo que les volvía literalmente fantasmas en las sombras. -Lo siento, parece que ustedes son solo buenos habitantes que iban pasando por aquí- con ambas manos en los bolsillos los pies del ronin presionaban la espalda de ambos contra el suelo mojado, estos sujetos intentaban escapar, aunque notaron más pronto que tarde el hecho que era imposible, mucho más cuando todos los marines y el grupo de Miura bajaron para rodearlos y asegurar la zona -Díganme, ¿a dónde iban?, claro, si no quieren hablar supongo que siempre pueden hablar con mi katana, aunque ella no es tan comprensiva como yo, a veces es…un poco impaciente- una tenue sonrisa se dibujó en su rostro ante el terror de aquellos sujetos, seguro que ellos soltarían toda la información que les fuese posible, en caso contrario pues solo haría falta entregarlos al gobierno, ellos tenían métodos para hacer hablar a la gente, aunque dudaba que tuviese que llegar a eso.
Los puntos elegidos fueron dos esquinas poco iluminadas donde según la información de la marina recabada por agentes del gobierno, el tránsito era escaso, aunque notoriamente sospechoso, ¿por qué no actuaron ellos?, simplemente porque no existían bases para lo mismo y pese a ser una institución bastante gris, eso no implicaba que buscasen generar duda, estando abiertamente dominados por el gobierno en St. Poplar eso implicaba que cualquier deceso o desaparición extraña la adjudicarían a la misma, hasta ahora la isla y sus habitantes llevaban todo en paz, ganarse la enemistad de los mismos por actuar imprudentemente era poco digno y ellos estaban conscientes de eso sin duda. -Hemos llegado al lugar, subamos a los techos- le comentó a sus hombres mientras estos lo hacían con habilidad, no era gente débil, aunque se notaba a leguas que ninguno estaba preparado para un combate con cierto tipo de enemigos. Por su parte, solo le dedicó una mirada repentina a la rubia y posteriormente se colocó en su sitio inclinándose un poco, las gotas de lluvia seguían cayendo, aunque no le molestaban demasiado, estaba seguro que aquello no afectaba sus poderes, se necesitaba una cantidad cuantiosa de agua en un solo momento para hacer mella en él.
Pasaron así las horas y no hubo mucho movimiento salvo algunos habitantes borrachos que iban a sus casas ubicadas en ese sitio, algunos marines ya se encontraban cansados y hasta comentando que la información era errónea, por parte de Silverman este solamente leía bajo la lluvia, su libreta estaba seca gracias a que la cubría con sus ropajes y su cuerpo. “Seguro que la chica ya anda desesperada” no la conocía demasiado, aunque por sus movimientos y actitud parecía poco paciente, en aquellos casos lo mejor era mantenerse como una víbora que aguarda a que su presa cometa un error, algo que Eden sabía hacer bastante bien. Otros minutos transcurrieron sin novedad y algunos truenos eran los únicos acompañantes de aquellos patrulleros, incluso pudo notar que uno que otro estaba ya dormitando sujetado a un poste o algo similar, era de madrugada y muchos negocios ya estaban cerrando, los agentes que patrullaban las calles les saludaban de forma discreta y posteriormente continuaban sus rondas, en realidad lejos de lo que esperaba aquello estaba más tranquilo, incluso si no fuese por la reunión con el capitán y la real preocupación que se externaba desde los cargos altos, pensaría que estaban jugándoles una broma de mal gusto.
Empero, casi cuando estaba por perder la esperanza en la misión pudo sentir un par de energías que corrían rápido entre las sombras, obviamente ajenos a la luz, como ninjas que buscaban hacerse uno con las sombras, no estaba seguro que ellos o ellas fueran los que buscaban, aunque no quedaba mejor opción que interceptarlos. Así, el albino cerró su libreta de un golpe y la guardó en sus ropas, cerró sus ojos y comenzó a contar mentalmente a la par que sentía las energías acercarse gracias al mantra. “Ahora” sin mediar palabra con los otros se dejó caer del techo y tras hacerlo se escuchó un golpe seco seguido de dos quejidos sonoros, algunos de los marines sacaron linternas y alumbraron a la dirección del Ouka notando como este se encontraba encima de dos sujetos encapuchados y vestidos enteramente de negro, algo que les volvía literalmente fantasmas en las sombras. -Lo siento, parece que ustedes son solo buenos habitantes que iban pasando por aquí- con ambas manos en los bolsillos los pies del ronin presionaban la espalda de ambos contra el suelo mojado, estos sujetos intentaban escapar, aunque notaron más pronto que tarde el hecho que era imposible, mucho más cuando todos los marines y el grupo de Miura bajaron para rodearlos y asegurar la zona -Díganme, ¿a dónde iban?, claro, si no quieren hablar supongo que siempre pueden hablar con mi katana, aunque ella no es tan comprensiva como yo, a veces es…un poco impaciente- una tenue sonrisa se dibujó en su rostro ante el terror de aquellos sujetos, seguro que ellos soltarían toda la información que les fuese posible, en caso contrario pues solo haría falta entregarlos al gobierno, ellos tenían métodos para hacer hablar a la gente, aunque dudaba que tuviese que llegar a eso.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
En todo el camino, no se volvió a hablar. Los marines intercambiaban algunas palabras sueltas, sobre el destino. Las calles eran realmente oscuras, poco se podía ver ahí, y mucho menos en el rincón que habían elegido. Las calles se encerraban en espacio que no dejaban ni la luz de la luna penetrar. Los cielos estaban aún más oscuros que de día, y la lluvia era aún más fría. Su pelo se pegaba por su cara, así como todas las ropas estaban empapadas, pero sabía que no debía importarle demasiado. No miró en la dirección del hombre con el que, según ella había discutido minutos atrás. No es que no le importara como se veía, pero la discusión que había tenido con ella misma la había dejado clara la idea de que Edén seguramente ni le importara todo lo que había dicho. Había desistido en sus ideas de intentar conocerle, o acercarse demasiado. Eran una perdida de tiempo, y el shichibukai tampoco se dejaría. Nunca había conocido a alguien así, más ya no le despertaba la curiosidad. A más sabía de él, más se quería involucrar y cambiar sus pensamientos. La manera en la que el peliblanco se había instruido a si mismo, estaba mal desde diferentes puntos de vista, pero debía de aprender de una vez por todas, a no meterse las narices donde no la llamaban, y si de llamadas se trataba, no había recibido un una sola. Silverman no había aflojado la cuerda ni un poco, ni le había dado ningún tipo de esperanza de que algún día lo haría. Cosas de la vida.
No le costó nada subirse al tejado, ni tampoco quedarse quieta durante toda la espera. Aunque el cansancio se hacía efectivo sobre los ojos de la muchacha, eso en combinación con el aburrimiento visible, hacía la situación un poco difícil, mostrando una cara de pocos amigos mientras daba algunas patadas el hombre que tenía al lado para que no se duerma. Vaya, y eso que había avisado que trabajarían de noche. No tendría buenas palabras para el cuartel capitaneado por el rencoroso cuarentañero. Sólo por un segundo se fijó en Edén, en toda la noche. Este leía cosas en su libreta, como de costumbre, como si quisiera supiese que ella existía ahí. Sabía a ciencia cierta de que este no la había mirado ni una fracción de segundo, aunque tampoco se lo esperaba después de todo. Las ropas mojadas hacían que un frío poco amistoso se adentre en su sistema, haciéndola temblar un tanto. El frío no era algo que le agradaba, de hecho tenía poca tolerancia al mismo, y prefería evitarlo por toda costa. La única manera de irse de ahí era terminar aquella misión. No la hubiese importado terminarla sola, y posiblemente es lo que iba a hacer si aquella noche pasaba en vano. Al fin y al cabo hacer las cosas sola y sin poner en riesgo a nadie era algo muy típico de ella. Sobre todo cuando la misión se veía peligrosa. Aún así, ella realmente no estaba ahí para cumplir con la misión, si no para verle a él cumplir con sus tareas. Él era, su misión.
Habían muchas incógnitas en su informe, a las que debía contestar, y seguramente sus habilidades tendría algo que ver con ello, así que tendría que verlo pelear seriamente. Y sobre lo otro... seguramente tendrían que ir juntos y dar un paseo por una zona de criminalidad alta, aunque seguramente St. Poplar no fuera el sitio para ello ya que los crímenes al parecer no estaban a plena luz del día. Si es que tal expresión se podría haber usado en aquella isla. Suspiró durante un breve momento, para después sentir como dos energías se acercaban a paso rápido, fundiéndose con las sombras e imposibilitando la visión. Juzgaría que Edén también lo ha notado, aunque su pie movió la bota del marine a medio dormir que había a su lado. Contó igual que él, en su mente, y si no había movimiento por parte del ouka posiblemente ella misma hubiese actuado de la misma forma. Su mano se levantó, haciendo señal de que su tropa baje al lado de Edén, quien ya estaba amenazado a los criminales. Mientras que ella se había quedado en el tejado, mirando como la situación se desenvolvía y, a la vez, usando su capacidad de rastreo para mirar posibles personas que podrían estar en los alrededores. Podía notar algunas energías, aunque no sabía si eran enemigas o simple lugareños durmiendo en su cama pacíficamente, aunque pronto lo descubriría.
- ¡Cuidado! - mencionaría en voz alta, mientras que más sombras acorralaban el grupo, y hasta dos de ellas se atrevían a acorralarla a ella misma, como si fuesen asesinos a saldo, entrenados en esconderse dentro de las sombras, con piernas veloces y silenciosas. Si pierna se asomó entre su kimono para dar un barrido entre ambas sombras, y así hacer que se desequilibren y caigan al suelo. Con su caída, la batalla había empezado. Luchadores cuerpo a cuerpo, con kunais y varias estrellas que volaban con la intención de hacer el mayor daño posible. Un entrenamiento que les hacía dignos de admirar teniendo en cuenta lo debiles que eran sus energías, quizás se complementaban tan bien porque iban en grupos, algo que los marines tendría que empezar a aprender si querían tener algún tipo de resultados. No se preocupaba por Edén, si no por los demás, cuyas acciones demostraban una falta de entreno suficiente, aunque digamos que estaban a par con los criminales. Pero aún así, ellos les superaban en numero por mucho. Perder de vista al albino era fácil, puesto que la visión debía centrarse en los enemigos. En un momento, la muchacha había quedado con las palmas de la mano apoyadas sobre el suelo húmedo, pegando una serie de patadas , consiguiendo así que no se acercasen durante un breve momento.
Momento que eventualmente terminó, dejando de nuevo a muchos marines descubiertos. Se encargaba de tantos como podía, pero no había más que dos manos en su cuerpo, así que algunos o bien se escapaban para volver con más fuerzas, o bien atosigaban a sus subordinados, que no parecían poder seguir mucho el ritmo. Sus manos empezaron a dar puños a un lado y a otro. Los criminales no eran especialmente fuertes, pero sí que eran bastantes. La situación se había salido de control. La poca visibilidad impedía un combate justo. Armas voladoras se acercaban de todos los sitios, y el enemigo que los lanzaba parecía ser invisible. Noqueó a varios antes de que todo aquello acabe. Habían descubierto un nido de criminales, ciertamente. Todas las energías apagadas que habían alrededor parecían ser nada más ni nada menos que enemigos. - Me estáis tomando el pelo? ¡No pueden estar cansados! - gritaba la vicealmirante, mientras que el combate aún seguía y podía ver, sin hacer nada, que su grupo ya estaba perdiendo fuerza y velocidad de ataque. Los que noqueaba a veces volvían a la lucha, sin aceptar el destino del perdedor. Pero de pronto todo cambió. El sitio se volvió silencioso, aunque se pasaba en posición de combate unos segundos más para asegurarse que el peligro ya había pasado. Se acercó con prisas a dos de los suyos, para comprobar que las heridas habían sido solo graves. De mientas, Edén había ayudado a ayudar otro par de ellos. Realmente era fuerte. Lo miró durante un momento, para después ver como el filo de su katana brillaba en la oscuridad con un color rojizo. Sangre. Su mirada se encontró con la del albino. Estaba confusa. Sentía como la energía de varias personas se estaba apagando unos pasos más allá de ella y un poco más alejado de Edén. Sus ojos se abrían de par en par ¿Qué había pasando?
No le costó nada subirse al tejado, ni tampoco quedarse quieta durante toda la espera. Aunque el cansancio se hacía efectivo sobre los ojos de la muchacha, eso en combinación con el aburrimiento visible, hacía la situación un poco difícil, mostrando una cara de pocos amigos mientras daba algunas patadas el hombre que tenía al lado para que no se duerma. Vaya, y eso que había avisado que trabajarían de noche. No tendría buenas palabras para el cuartel capitaneado por el rencoroso cuarentañero. Sólo por un segundo se fijó en Edén, en toda la noche. Este leía cosas en su libreta, como de costumbre, como si quisiera supiese que ella existía ahí. Sabía a ciencia cierta de que este no la había mirado ni una fracción de segundo, aunque tampoco se lo esperaba después de todo. Las ropas mojadas hacían que un frío poco amistoso se adentre en su sistema, haciéndola temblar un tanto. El frío no era algo que le agradaba, de hecho tenía poca tolerancia al mismo, y prefería evitarlo por toda costa. La única manera de irse de ahí era terminar aquella misión. No la hubiese importado terminarla sola, y posiblemente es lo que iba a hacer si aquella noche pasaba en vano. Al fin y al cabo hacer las cosas sola y sin poner en riesgo a nadie era algo muy típico de ella. Sobre todo cuando la misión se veía peligrosa. Aún así, ella realmente no estaba ahí para cumplir con la misión, si no para verle a él cumplir con sus tareas. Él era, su misión.
Habían muchas incógnitas en su informe, a las que debía contestar, y seguramente sus habilidades tendría algo que ver con ello, así que tendría que verlo pelear seriamente. Y sobre lo otro... seguramente tendrían que ir juntos y dar un paseo por una zona de criminalidad alta, aunque seguramente St. Poplar no fuera el sitio para ello ya que los crímenes al parecer no estaban a plena luz del día. Si es que tal expresión se podría haber usado en aquella isla. Suspiró durante un breve momento, para después sentir como dos energías se acercaban a paso rápido, fundiéndose con las sombras e imposibilitando la visión. Juzgaría que Edén también lo ha notado, aunque su pie movió la bota del marine a medio dormir que había a su lado. Contó igual que él, en su mente, y si no había movimiento por parte del ouka posiblemente ella misma hubiese actuado de la misma forma. Su mano se levantó, haciendo señal de que su tropa baje al lado de Edén, quien ya estaba amenazado a los criminales. Mientras que ella se había quedado en el tejado, mirando como la situación se desenvolvía y, a la vez, usando su capacidad de rastreo para mirar posibles personas que podrían estar en los alrededores. Podía notar algunas energías, aunque no sabía si eran enemigas o simple lugareños durmiendo en su cama pacíficamente, aunque pronto lo descubriría.
- ¡Cuidado! - mencionaría en voz alta, mientras que más sombras acorralaban el grupo, y hasta dos de ellas se atrevían a acorralarla a ella misma, como si fuesen asesinos a saldo, entrenados en esconderse dentro de las sombras, con piernas veloces y silenciosas. Si pierna se asomó entre su kimono para dar un barrido entre ambas sombras, y así hacer que se desequilibren y caigan al suelo. Con su caída, la batalla había empezado. Luchadores cuerpo a cuerpo, con kunais y varias estrellas que volaban con la intención de hacer el mayor daño posible. Un entrenamiento que les hacía dignos de admirar teniendo en cuenta lo debiles que eran sus energías, quizás se complementaban tan bien porque iban en grupos, algo que los marines tendría que empezar a aprender si querían tener algún tipo de resultados. No se preocupaba por Edén, si no por los demás, cuyas acciones demostraban una falta de entreno suficiente, aunque digamos que estaban a par con los criminales. Pero aún así, ellos les superaban en numero por mucho. Perder de vista al albino era fácil, puesto que la visión debía centrarse en los enemigos. En un momento, la muchacha había quedado con las palmas de la mano apoyadas sobre el suelo húmedo, pegando una serie de patadas , consiguiendo así que no se acercasen durante un breve momento.
Momento que eventualmente terminó, dejando de nuevo a muchos marines descubiertos. Se encargaba de tantos como podía, pero no había más que dos manos en su cuerpo, así que algunos o bien se escapaban para volver con más fuerzas, o bien atosigaban a sus subordinados, que no parecían poder seguir mucho el ritmo. Sus manos empezaron a dar puños a un lado y a otro. Los criminales no eran especialmente fuertes, pero sí que eran bastantes. La situación se había salido de control. La poca visibilidad impedía un combate justo. Armas voladoras se acercaban de todos los sitios, y el enemigo que los lanzaba parecía ser invisible. Noqueó a varios antes de que todo aquello acabe. Habían descubierto un nido de criminales, ciertamente. Todas las energías apagadas que habían alrededor parecían ser nada más ni nada menos que enemigos. - Me estáis tomando el pelo? ¡No pueden estar cansados! - gritaba la vicealmirante, mientras que el combate aún seguía y podía ver, sin hacer nada, que su grupo ya estaba perdiendo fuerza y velocidad de ataque. Los que noqueaba a veces volvían a la lucha, sin aceptar el destino del perdedor. Pero de pronto todo cambió. El sitio se volvió silencioso, aunque se pasaba en posición de combate unos segundos más para asegurarse que el peligro ya había pasado. Se acercó con prisas a dos de los suyos, para comprobar que las heridas habían sido solo graves. De mientas, Edén había ayudado a ayudar otro par de ellos. Realmente era fuerte. Lo miró durante un momento, para después ver como el filo de su katana brillaba en la oscuridad con un color rojizo. Sangre. Su mirada se encontró con la del albino. Estaba confusa. Sentía como la energía de varias personas se estaba apagando unos pasos más allá de ella y un poco más alejado de Edén. Sus ojos se abrían de par en par ¿Qué había pasando?
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Los sujetos no parecían querer colaborar, estaban nerviosos y asustados además que la visibilidad era poca, empero, algo extraño estaba ocurriendo alrededor y el albino pudo notarlo, muchas energías estaban movilizándose cerca de ellos, algo que no era raro considerando que se trataba de una zona habitable y seguramente algo de ruido había despertado a los vecinos, no obstante, todo aquello quedó descartado cuando uno de los marines que estaba acercándose para apresar a los hombres cayó al suelo con un disparo en su hombro izquierdo dejando que el líquido carmesí emergiese de su herida, posteriormente otro de los marines corrió el mismo destino aunque esta vez por una especie de shuriken que se clavó en su pierna, el resto se puso en guardia y entonces de las sombras aquellas energías salieron comenzando así una batalla campal entre los justicieros y los criminales. Silverman se quedó parado sobre aquellos dos cautivos mirando a todos lados, podía sentir que Kotori estaba rodeada por bastantes oponentes, aunque no le preocupaba, al parecer los ofensivos no eran demasiado poderosos, aunque vaya que tenían un buen numero a comparación de ellos, casi parecía irreal que todo eso fuese una coincidencia, no podía ser.
Gracias al mantra anticipó que alguien se estaba acercando por su espalda con la firme intención de dañarlo, así que simplemente se giró con velocidad desenvainando su katana y de un simple movimiento hizo que aquel sujeto cayese al suelo con un gran corte en el pecho, suficiente no solo para dejarlo fuera de combate sino para matarlo. Lamentablemente, aquello causó que ambos cautivos pudiesen levantarse e intentar correr, aunque eso no duró mucho ya que de un salto ágil hacía atrás -mientras a la misma vez sacaba una segunda katana- cayó sobre ellos atravesándoles de lado a lado con la hoja de sus armas en el corazón para dejarles inertes en el suelo, a esas alturas pensar en atraparlos a todos con vida era no solo una idiotez sino un fallo estratégico, los hombres que estaban acompañando a los dos altos cargos estaban en riesgo de morir y aunque ciertamente a Eden no le importaba demasiado que ellos acabasen en el cementerio, lo que menos deseaba es que la rubia escribiese un informe en el cual seguro podría mencionar el hecho que se quedó pasivo ante el fallecimiento de esos uniformados, la Ouka tenía muchos privilegios, vamos, hasta matar a algunos marines en ocasiones específicas, pero, sin duda no estaba bien dejarse guiar solo por eso cuando su puesto podía estar siendo cuestionado.
“Parece que tendré que ser yo el que haga las cosas” elevó un tanto su mirada al techo donde la vice-almirante continuaba en plena batalla, no entendía porque no había acabado con todos sus oponentes siendo que ella notoriamente más poderosa, aunque la respuesta seguramente estaba en el hecho que ella estaba controlando bastante su fuerza por temor a matar accidentalmente a uno de esos pobres diablos “Tonta”. Se agachó evitando un espadazo desde su espalda y con velocidad cortó las piernas del atrevido para después clavar su arma en el cráneo del mismo dejando que acabase su existencia, poco después movió su cuerpo para ver directamente a cinco hombres aprovechando una pequeña linterna que colgaba de una casa y estos al observar fijamente al Ouka se quedaron paralizados de miedo, por supuesto, esto fue aprovechado para simplemente matarlos de un solo movimiento cortándoles la cabeza, poco a poco las energías se iban extinguiendo y ya solo quedaban algunos que estaban alrededor de la chica, de modo que era momento de acabar con aquella tontería de batalla.
Usando una técnica especial de movimiento a gran velocidad, el albino se fundió con las sombras debido a la inercia y con capacidad dio fin a los pocos enemigos que quedaban exceptuando a dos que estaban en el suelo por obra de Miura. Tras eso, el ronin elevó la mirada buscando otros adversarios, aunque no pudo notar a ninguno, ni con la vista ni con el mantra, estaban a salvo, algunos rasos estaban heridos y otros solamente intentando ayudar a sus compañeros, para fortuna de ambos ninguno estaba muerto, al menos no por ahora. -Parece que hemos acabado- le dirigió a su compañera envainando una de sus katanas mientras la otra la agitaba suavemente para limpiar la sangre, aunque la lluvia ayudaba bastante a que eso sucediese sin mayor necesidad de hacer más. Uno de los marines, un oficial se acercó a donde estaba Eden y agradeció su ayuda, el chico le observó fijamente y entrecerró sus ojos al ver algo en su cuello, en ese momento le sujetó entonces del cuello con fuerza y elevó al marine del suelo ante la sorpresa de todos los demás, incluso algunos de los compañeros de aquel elevaron sus armas y comenzaron a gritarle al espadachín que le liberara o atacarían.
-Muy ingenioso el plan, es una lástima que no haya funcionado- y ante lo inesperado, el de cabello blanco atravesó por el corazón al oficial de la marina para después dejarlo caer, aquello causó que uno de los marines se lanzase a toda velocidad contra Silverman, este no se movió, de hecho se quedó parado e incluso cuando el chico le enterró una espada en el centro del pecho no dijo ni hizo nada, solamente se giró a mirarlo y de un empujón lo mandó a volar varios metros atrás, no le había matado, pero seguro que un par de huesos si se había roto -Si me vuelven a atacar los mato- aquel pronunciamiento heló a todos los que acompañaban a Kotori, hasta el punto que incluso uno de ellos comenzó a temblar, el albino parecía emitir un aura terrorífica, una especie de aura mortal.
La chica parecía exigir respuestas aunque el hombre no le dirigió la palabra, solo se acercó hasta uno de los dos criminales tendidos y le sujetó por el cuello elevándole del suelo, con la contraria le retiró un par de sus ropas de dicha zona y mostró un tatuaje, el mismo que había notado en uno de los criminales que asesinó al inicio y el mismo que poseía aquel “oficial” de la marina -Al parecer nos tendieron una emboscada, la marina no está exenta de ratas- argumentó ladeando su cabeza ante el hombre que intentaba liberarse sin resultados, todavía poseyendo la espada del marine en mitad de su pecho como si eso no importase en lo más mínimo, sin sangre y sin dolor, solo un tenue destello azul de la zona de corte -¿Qué debería hacer contigo?, para interrogar solo se necesita a uno y ustedes son dos- entonces se giró para ver a la vice-almirante -Dígame “señora”, ¿qué hacemos con él?- apretó más fuerte el cuello y antes de que ella pudiese hacer o decirle algo más destrozó sus vertebras en un sonoro “crack”. -Vaya…parece que me he excedido- dejó caer el cuerpo del otro y caminó hasta el segundo, a ese no lo mataría, aunque quizás romperle las piernas y los brazos era una buena medida preventiva.
Gracias al mantra anticipó que alguien se estaba acercando por su espalda con la firme intención de dañarlo, así que simplemente se giró con velocidad desenvainando su katana y de un simple movimiento hizo que aquel sujeto cayese al suelo con un gran corte en el pecho, suficiente no solo para dejarlo fuera de combate sino para matarlo. Lamentablemente, aquello causó que ambos cautivos pudiesen levantarse e intentar correr, aunque eso no duró mucho ya que de un salto ágil hacía atrás -mientras a la misma vez sacaba una segunda katana- cayó sobre ellos atravesándoles de lado a lado con la hoja de sus armas en el corazón para dejarles inertes en el suelo, a esas alturas pensar en atraparlos a todos con vida era no solo una idiotez sino un fallo estratégico, los hombres que estaban acompañando a los dos altos cargos estaban en riesgo de morir y aunque ciertamente a Eden no le importaba demasiado que ellos acabasen en el cementerio, lo que menos deseaba es que la rubia escribiese un informe en el cual seguro podría mencionar el hecho que se quedó pasivo ante el fallecimiento de esos uniformados, la Ouka tenía muchos privilegios, vamos, hasta matar a algunos marines en ocasiones específicas, pero, sin duda no estaba bien dejarse guiar solo por eso cuando su puesto podía estar siendo cuestionado.
“Parece que tendré que ser yo el que haga las cosas” elevó un tanto su mirada al techo donde la vice-almirante continuaba en plena batalla, no entendía porque no había acabado con todos sus oponentes siendo que ella notoriamente más poderosa, aunque la respuesta seguramente estaba en el hecho que ella estaba controlando bastante su fuerza por temor a matar accidentalmente a uno de esos pobres diablos “Tonta”. Se agachó evitando un espadazo desde su espalda y con velocidad cortó las piernas del atrevido para después clavar su arma en el cráneo del mismo dejando que acabase su existencia, poco después movió su cuerpo para ver directamente a cinco hombres aprovechando una pequeña linterna que colgaba de una casa y estos al observar fijamente al Ouka se quedaron paralizados de miedo, por supuesto, esto fue aprovechado para simplemente matarlos de un solo movimiento cortándoles la cabeza, poco a poco las energías se iban extinguiendo y ya solo quedaban algunos que estaban alrededor de la chica, de modo que era momento de acabar con aquella tontería de batalla.
Usando una técnica especial de movimiento a gran velocidad, el albino se fundió con las sombras debido a la inercia y con capacidad dio fin a los pocos enemigos que quedaban exceptuando a dos que estaban en el suelo por obra de Miura. Tras eso, el ronin elevó la mirada buscando otros adversarios, aunque no pudo notar a ninguno, ni con la vista ni con el mantra, estaban a salvo, algunos rasos estaban heridos y otros solamente intentando ayudar a sus compañeros, para fortuna de ambos ninguno estaba muerto, al menos no por ahora. -Parece que hemos acabado- le dirigió a su compañera envainando una de sus katanas mientras la otra la agitaba suavemente para limpiar la sangre, aunque la lluvia ayudaba bastante a que eso sucediese sin mayor necesidad de hacer más. Uno de los marines, un oficial se acercó a donde estaba Eden y agradeció su ayuda, el chico le observó fijamente y entrecerró sus ojos al ver algo en su cuello, en ese momento le sujetó entonces del cuello con fuerza y elevó al marine del suelo ante la sorpresa de todos los demás, incluso algunos de los compañeros de aquel elevaron sus armas y comenzaron a gritarle al espadachín que le liberara o atacarían.
-Muy ingenioso el plan, es una lástima que no haya funcionado- y ante lo inesperado, el de cabello blanco atravesó por el corazón al oficial de la marina para después dejarlo caer, aquello causó que uno de los marines se lanzase a toda velocidad contra Silverman, este no se movió, de hecho se quedó parado e incluso cuando el chico le enterró una espada en el centro del pecho no dijo ni hizo nada, solamente se giró a mirarlo y de un empujón lo mandó a volar varios metros atrás, no le había matado, pero seguro que un par de huesos si se había roto -Si me vuelven a atacar los mato- aquel pronunciamiento heló a todos los que acompañaban a Kotori, hasta el punto que incluso uno de ellos comenzó a temblar, el albino parecía emitir un aura terrorífica, una especie de aura mortal.
La chica parecía exigir respuestas aunque el hombre no le dirigió la palabra, solo se acercó hasta uno de los dos criminales tendidos y le sujetó por el cuello elevándole del suelo, con la contraria le retiró un par de sus ropas de dicha zona y mostró un tatuaje, el mismo que había notado en uno de los criminales que asesinó al inicio y el mismo que poseía aquel “oficial” de la marina -Al parecer nos tendieron una emboscada, la marina no está exenta de ratas- argumentó ladeando su cabeza ante el hombre que intentaba liberarse sin resultados, todavía poseyendo la espada del marine en mitad de su pecho como si eso no importase en lo más mínimo, sin sangre y sin dolor, solo un tenue destello azul de la zona de corte -¿Qué debería hacer contigo?, para interrogar solo se necesita a uno y ustedes son dos- entonces se giró para ver a la vice-almirante -Dígame “señora”, ¿qué hacemos con él?- apretó más fuerte el cuello y antes de que ella pudiese hacer o decirle algo más destrozó sus vertebras en un sonoro “crack”. -Vaya…parece que me he excedido- dejó caer el cuerpo del otro y caminó hasta el segundo, a ese no lo mataría, aunque quizás romperle las piernas y los brazos era una buena medida preventiva.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Intentó quedarse en el techo para notarlas acciones del peliblanco, pero no le fue posible. Pronto, se vio rodeada de enemigos, no comparables en fuerza con ella pero sobrepasándola en número. Lo mismo había pasado con el resto de sus compañeros. Quizás y si hubiese tenido una oportunidad de observar los hechos desde una tercera perspectiva, le hubiese valido para entender rápidamente lo que estaba sucediendo, pero lo cierto es que le había costado un tanto librarse de los malhechores. Para el tiempo cuando eso sucediera, todo en su alrededor había cogido una tienta sanguinaria. No podía ver casi nada, pero si podía sentir como varias energías se estaban apagando de a poco, eventualmente desapareciendo en algún momento mientras que notaba como los sucesos se iban desencadenando de una manera sádica y muy poco humana. Poco podía hacer o decir la mujer en esos momentos, puesto a que Edén había terminado el trabajo con brío, sin embargo, con una baja considerable de hombres, más por el bando enemigo, aunque los suyos tampoco es que salieron muy bien parados. El suelo estaba plagado de gente inconsciente, y sus tropas tenían varias heridas, ninguna mortal pero sí se debía actual pronto si querían todo todo el mundo sobreviviera.
- Esposad a los culpables, vamonos. - su respiración agitada de pelear, aunque su timbre de voz era firme, el peliblanco lo ignoró por completo, aunque la muchacha podía mirar sobre su rostro como sus ojos se entrecerraban al observar algo en uno de los marines. Este actuó rápido, cogiéndole por el cuello y desencadenando así, una lucha interna bajo la mirada perpleja de la vicealmirante. Sabía que había solo una forma de parar eso, pero discutir o pelear con el shichibukai no hablaría muy bien de ella, más y cuando se le había pedido por cargos altos ser cercana e investigarle. Pero la situación se estaban escapado de su control, y ella ciertamente tenía poco que hacer en esa situación. Ante su sorpresa, uno de los marines clavó la espada en el pecho de su compañero. Esta se adentró como si se tratase de un pedazo de mantequilla, atravesándole por completo, dejando a su paso un ligero destello. - Q-qué es eso... - no solo su rostro se quedó atónito, si no que también Edén había cambiado. Muchos se asustaron, los más débiles hasta empezaron a temblar, aunque eso no era lo que la había impresionado. No contestó ante la pregunta del hombre, que actuaba con total normalidad aún con la espada clavada en su pecho, y hasta se atrevía a matar a otra persona, uno de los traidores que habían causado todo aquello.
Pero curiosamente eso no era lo que le preocupaba. Su rostro se estaba llenando de lágrimas, aunque debido a la lluvia seguramente eso no se notaría. Su cuerpo fue rápido en moverse hasta la posición de Edén, al que cogió por el brazo con su mano derecha, mientras la izquierda tocaba con un tembleque exagerado el arma que llevaba en el pecho. -¿ E-e-estás bien? - las palabras no parecían salir de su boca de la misma forma en la cual quería. Un nudo se le había puesto en la garganta. Ni siquiera pensaba que el ouka sobreviviría aunque aparentemente se encontraba bien. El destello finalmente desapareció. ¿Era un especie de poder o era el arma? En un impulso, arrancó el arma que había ahí, con su mano izquierda, e hizo ademán para tapar la herida. Pudo notar como la sangre empezaba a brotar de la misma. Sus ojos buscaban los de su compañero, aún sin entender lo que estaba pasando. - ¡Llevad a los culpables a los calabozos! ¡Que no escape ninguno! - aún con los ojos clavados en el rostro de Edén, intentando entender que estaba pasando. ¿De verdad se estaba muriendo? Habían varios sentimientos que la atacaban a la vez. Se sentía como se había sentido meses atrás cuando, bajo la misma mirada atónita, su maestro había sido asesinado. ¿Estaba pasando lo mismo con el peliblanco en esos momentos?
Kotori tenía ideas claras sobre la vida de las personas. No importaba quienes eran, todas las vidas valían por igual. Pero eso no significaba que la de sus compañeros no eran claramente más valuables que los del enemigo. La gente moría cada día. Cuando se atrevían a hacer algo malo, se enfrentaban a la muerte. Si habría que tener bajas lo preferiría del bando contrario. Además, el hecho de que justo fuese el albino, removía sus sentimientos un tanto, hasta el punto de derramar lágrimas. Los demás, ante tales sucesos, recogieron a los heridos y a los presos, empezando a alejarse de la rubia y el peliblanco. La espada cayó al suelo en un sonido metálico. No sabía muy bien que había pasado anteriormente, ni porque el hombre aún seguía de pie. No caía en la cuenta de sus conocimientos, al menos por ahora, puesto que sus sentimientos la tenían cegada por el miedo. ¿A caso tenía miedo de que la vida del ouka llegase a su final? Quizás. Pero más que eso, se estaba arrepintiendo de la forma en la cual se había tomado las cosas hasta en ese momento. Había dado la talla de vicealmirante, ciertamente. Traer la situación al límite para tan solo querdarse a observar al ouka, y así tener material para su informe. Se sentía culpable de no haber actuado antes, y a sabiendas que las cosas hubiesen sido diferentes si hubiese tomado otro tipo de decisión.
Su mano lo empujó un poco, hasta conseguir que la luz de una vieja lampa bañara a la pareja dentro de la oscuridad. Su cuerpo estaba mojado, pero aún caliente. Podía notar como la sangre manchaba el kimono blanco que llevaba, y también se pegaba a su mano derecha aunque se estaba yendo con las gotas de lluvia. No entendía nada. No podía pensar en nada en aquellos momentos. Por un momento, tenía la impresión de que se había olvidado de respirar. El tiempo se paraba. No se lo había cogido a mal el hecho de que había matado a gente. Aún no. Su mente solo podía pensar en el horror de que si el hombre se estuviese muriendo en sus própias manos. Ni siquiera contó que el kairouseki de su protesis quizás le afectaría el poder. Por un momento, todo desaparecía ante aquella probabilidad tan errónea de que el fénix, se estuviera muriendo justo delante suya. Y es que era irónico, pese a haber leído que era inmortal, y estar ahí para investigar el hecho, la rubia había caído bajo un amalgama de sentimientos, que la hacía vulnerable y débil en los ojos del shichibukai. - ¿Qué es esto? - su voz temblaba, delatándo el hecho de estar llorando. Aún no podía creer lo que estaba presenciando.
- Esposad a los culpables, vamonos. - su respiración agitada de pelear, aunque su timbre de voz era firme, el peliblanco lo ignoró por completo, aunque la muchacha podía mirar sobre su rostro como sus ojos se entrecerraban al observar algo en uno de los marines. Este actuó rápido, cogiéndole por el cuello y desencadenando así, una lucha interna bajo la mirada perpleja de la vicealmirante. Sabía que había solo una forma de parar eso, pero discutir o pelear con el shichibukai no hablaría muy bien de ella, más y cuando se le había pedido por cargos altos ser cercana e investigarle. Pero la situación se estaban escapado de su control, y ella ciertamente tenía poco que hacer en esa situación. Ante su sorpresa, uno de los marines clavó la espada en el pecho de su compañero. Esta se adentró como si se tratase de un pedazo de mantequilla, atravesándole por completo, dejando a su paso un ligero destello. - Q-qué es eso... - no solo su rostro se quedó atónito, si no que también Edén había cambiado. Muchos se asustaron, los más débiles hasta empezaron a temblar, aunque eso no era lo que la había impresionado. No contestó ante la pregunta del hombre, que actuaba con total normalidad aún con la espada clavada en su pecho, y hasta se atrevía a matar a otra persona, uno de los traidores que habían causado todo aquello.
Pero curiosamente eso no era lo que le preocupaba. Su rostro se estaba llenando de lágrimas, aunque debido a la lluvia seguramente eso no se notaría. Su cuerpo fue rápido en moverse hasta la posición de Edén, al que cogió por el brazo con su mano derecha, mientras la izquierda tocaba con un tembleque exagerado el arma que llevaba en el pecho. -¿ E-e-estás bien? - las palabras no parecían salir de su boca de la misma forma en la cual quería. Un nudo se le había puesto en la garganta. Ni siquiera pensaba que el ouka sobreviviría aunque aparentemente se encontraba bien. El destello finalmente desapareció. ¿Era un especie de poder o era el arma? En un impulso, arrancó el arma que había ahí, con su mano izquierda, e hizo ademán para tapar la herida. Pudo notar como la sangre empezaba a brotar de la misma. Sus ojos buscaban los de su compañero, aún sin entender lo que estaba pasando. - ¡Llevad a los culpables a los calabozos! ¡Que no escape ninguno! - aún con los ojos clavados en el rostro de Edén, intentando entender que estaba pasando. ¿De verdad se estaba muriendo? Habían varios sentimientos que la atacaban a la vez. Se sentía como se había sentido meses atrás cuando, bajo la misma mirada atónita, su maestro había sido asesinado. ¿Estaba pasando lo mismo con el peliblanco en esos momentos?
Kotori tenía ideas claras sobre la vida de las personas. No importaba quienes eran, todas las vidas valían por igual. Pero eso no significaba que la de sus compañeros no eran claramente más valuables que los del enemigo. La gente moría cada día. Cuando se atrevían a hacer algo malo, se enfrentaban a la muerte. Si habría que tener bajas lo preferiría del bando contrario. Además, el hecho de que justo fuese el albino, removía sus sentimientos un tanto, hasta el punto de derramar lágrimas. Los demás, ante tales sucesos, recogieron a los heridos y a los presos, empezando a alejarse de la rubia y el peliblanco. La espada cayó al suelo en un sonido metálico. No sabía muy bien que había pasado anteriormente, ni porque el hombre aún seguía de pie. No caía en la cuenta de sus conocimientos, al menos por ahora, puesto que sus sentimientos la tenían cegada por el miedo. ¿A caso tenía miedo de que la vida del ouka llegase a su final? Quizás. Pero más que eso, se estaba arrepintiendo de la forma en la cual se había tomado las cosas hasta en ese momento. Había dado la talla de vicealmirante, ciertamente. Traer la situación al límite para tan solo querdarse a observar al ouka, y así tener material para su informe. Se sentía culpable de no haber actuado antes, y a sabiendas que las cosas hubiesen sido diferentes si hubiese tomado otro tipo de decisión.
Su mano lo empujó un poco, hasta conseguir que la luz de una vieja lampa bañara a la pareja dentro de la oscuridad. Su cuerpo estaba mojado, pero aún caliente. Podía notar como la sangre manchaba el kimono blanco que llevaba, y también se pegaba a su mano derecha aunque se estaba yendo con las gotas de lluvia. No entendía nada. No podía pensar en nada en aquellos momentos. Por un momento, tenía la impresión de que se había olvidado de respirar. El tiempo se paraba. No se lo había cogido a mal el hecho de que había matado a gente. Aún no. Su mente solo podía pensar en el horror de que si el hombre se estuviese muriendo en sus própias manos. Ni siquiera contó que el kairouseki de su protesis quizás le afectaría el poder. Por un momento, todo desaparecía ante aquella probabilidad tan errónea de que el fénix, se estuviera muriendo justo delante suya. Y es que era irónico, pese a haber leído que era inmortal, y estar ahí para investigar el hecho, la rubia había caído bajo un amalgama de sentimientos, que la hacía vulnerable y débil en los ojos del shichibukai. - ¿Qué es esto? - su voz temblaba, delatándo el hecho de estar llorando. Aún no podía creer lo que estaba presenciando.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Hubo silencio, Eden esperaba alguna clase de reprimenda por parte de la mujer pero esto no sucedió, algo que sin duda le dejó un poco confundido hasta el punto de arquear una ceja cuando la misma dio la orden de apresar al cautivo, en tanto los marines ya llevaban a sus compañeros heridos a lo que sería la enfermería dedicada a esos hombres. “Extraño” algo en el rostro de Kotori le demostraba cierto miedo, aunque no parecía estar asustada de él sino de otra cosa, no era muy comprensible a decir verdad, de hecho todavía no había notado que continuaba con la espada clavada a medio pecho, eso era algo de lo cual no se preocupaba demasiado, en realidad al estar acostumbrado a no ser herido a veces incluso ignoraba aquello por varios minutos, recordó una vez que mantuvo clavada una flecha a mitad de su cráneo por una hora debido a que no se daba cuenta que la tenía, eso hasta que un niño bromeando le pidió que hiciera un truco de magia y él se la quitó alegrando al pequeño.
-Pareces rara, ¿acaso lloras la muerte de ellos?- le preguntó apenas sentir el contacto ajeno, quiso alejarse mas no lo hizo, ¿la razón?, era simple algo dentro de él no quería alejarse, era una sensación ya olvidada que ahora estaba nuevamente aflorando, hace años que no sentía aquello, ¿por qué ahora?, ¿por qué ella?, esas cuestiones iban más allá de la lógica que utilizaba para resolver sus problemas, no cabía dentro de la mente de Eden pensar que estaba siendo algo más que solo una relación de compañeros, empero, ciertamente algo entre los dos estaba aconteciendo, podía sentirlo a un nivel primitivo, una especie de instinto humano que nunca se extinguía sin importar su estatus de inmortalidad…fue entonces cuando una nueva memoria vino a su mente, una de esas que solo despertaban de lo más recóndito cuando algo especial lashacía surgir a la superficie, una de las tantas que pensaba olvidada, de su pasado se hablaba poco y de eso básicamente hasta la actualidad mantenía en secreto la historia de él y Natsumi.
Eden tenía trece años, había estado entrenando duro para los exámenes y sin embargo nuevamente reprobó su ascenso al curso superior, algunos de sus conocidos lo hicieron y por tanto él quedó solo, por si fuera poco acababa de llegar una niña que según se rumoreaba venía de la Grand Line, ese sitio de gente poderosa e interesante, encima, la maldita era un prodigio de la espada, en un par de meses ya había ascendido al grado intermedio y Oku la consideraba la mejor de todas, incluso afirmaba que en un par de años ella sería suficientemente capaz de tomar el curso avanzado y quizás hasta de ser una samurái en un tiempo record, ¿acaso se podía ser más odiosa?, para final de males, ella era engreída y estaba bastante segura de sus habilidades, incluso los más avanzados la tomaban en cuenta para entrenamientos, ¡y se supone que ellos jamás hacían caso a los inferiores!.
Por supuesto, todo esto causaba en Silverman una gran frustración pues no faltaban los comentarios que le mostraban como un perdedor, él que llevaba ya bastante tiempo en aquella isla no era capaz de superar el grado más sencillo, apenas siendo capaz de ser un novato, pues el grado de aprendiz no era considerado un reto ya que apenas si se aprendía los conceptos básicos, en cambio el curso para novatos era ya una especie de prueba, con combates regulares y entrenamientos elementales sobre lo que significaba seguir el rumbo de la espada. En todo caso, aquella noche se encontraba sentado en la playa mirando a la lejanía, por momentos se imaginaba que Mat llegaba en un barco y le recogía para irse a vivir a una gran isla con dinero, beneficios en todos lados y hasta cientos de juegos, aunque eso ya era una fantasía casi infantil, Mat desapareció hace años sin dejar rastro, si seguía vivo estaba seguramente muy lejos de los Blues, quizás en la Grand Line, dirigiéndose rumbo al Nuevo Mundo para buscar a sus padres, es decir, los padres de Eden, o al menos eso pensaba.
Fue entonces cuando pudo notar una figura que llegaba a su lado aunque separada por varios metros, era esa niña odiosa de Natsumi, ella se mostraba seria y también miraba al horizonte si hacer caso al albino, así pasaron varios minutos hasta que finalmente Silverman se puso en pie y se retiró pasando a un lado de la chica, ella se giró y le observó detenidamente tan solo para decirle en voz baja –Un día quiero que te enfrentes a mí, pero nunca lo conseguirás siendo un perdedor- aquello detuvo su marcha en seco, su rostro se elevó con cierta dignidad y se giró para verla, sus ojos se cruzaron con los contrarios, sin embargo, no hubo nada más de charla.
-¡Joder!- despertando de su ensoñación, el Ouka sintió algo que hacía años no percibía, una especie de ardor doloroso en el pecho, no demasiado grave aunque muy molesto, agachó la cabeza casi al instante y vio las manos de la mujer sujetando parte de su pecho, había retirado la espada y ahora parecía querer ayudarle, se suponía que su fruta lo protegía, ¿qué estaba pasando? –Qué clase de cosa es esta…- preguntó confundido y enfadado, no podía detenerse demasiado tiempo en especulaciones así que solamente sujetó con fuerza las manos de la rubia y la retiró con brusquedad de su cuerpo notando como al momento aquello pasaba y su herida se cerraba dejando solo unas gotas de sangre en su ropa. “Maldita…¿qué hizo?” le envió una mirada incrédula a la marine tratando de llegar a una conclusión clara, solo el kairoseki o el agua anulaban su poder, empero, la lluvia de St. Poplar no era suficiente para afectarlo, ella no portaba mineral marino como arma, ¿acaso sus manos estaban cubiertas con eso?, era imposible, no era visible guantes o algo similar, ¿sería acaso otro poder?, quizás.
-No te vuelvas a acercar de esa manera- le advirtió en tanto ya se recomponía, todavía confuso, empero, al menos ya sin sentir el dolor –Ya lo has escuchado y visto…yo soy inmortal, no tienes por qué preocuparte, ¿entiendes?, además, no necesito que nadie finja preocuparse por mí- miró sobre su hombro notando que algunos marines ya estaban retornando seguramente para acompañar a los dos sujetos, así que sin decir nada se giró para comenzar la marcha de vuelta a la base de la marina.
-Pareces rara, ¿acaso lloras la muerte de ellos?- le preguntó apenas sentir el contacto ajeno, quiso alejarse mas no lo hizo, ¿la razón?, era simple algo dentro de él no quería alejarse, era una sensación ya olvidada que ahora estaba nuevamente aflorando, hace años que no sentía aquello, ¿por qué ahora?, ¿por qué ella?, esas cuestiones iban más allá de la lógica que utilizaba para resolver sus problemas, no cabía dentro de la mente de Eden pensar que estaba siendo algo más que solo una relación de compañeros, empero, ciertamente algo entre los dos estaba aconteciendo, podía sentirlo a un nivel primitivo, una especie de instinto humano que nunca se extinguía sin importar su estatus de inmortalidad…fue entonces cuando una nueva memoria vino a su mente, una de esas que solo despertaban de lo más recóndito cuando algo especial lashacía surgir a la superficie, una de las tantas que pensaba olvidada, de su pasado se hablaba poco y de eso básicamente hasta la actualidad mantenía en secreto la historia de él y Natsumi.
Eden tenía trece años, había estado entrenando duro para los exámenes y sin embargo nuevamente reprobó su ascenso al curso superior, algunos de sus conocidos lo hicieron y por tanto él quedó solo, por si fuera poco acababa de llegar una niña que según se rumoreaba venía de la Grand Line, ese sitio de gente poderosa e interesante, encima, la maldita era un prodigio de la espada, en un par de meses ya había ascendido al grado intermedio y Oku la consideraba la mejor de todas, incluso afirmaba que en un par de años ella sería suficientemente capaz de tomar el curso avanzado y quizás hasta de ser una samurái en un tiempo record, ¿acaso se podía ser más odiosa?, para final de males, ella era engreída y estaba bastante segura de sus habilidades, incluso los más avanzados la tomaban en cuenta para entrenamientos, ¡y se supone que ellos jamás hacían caso a los inferiores!.
Por supuesto, todo esto causaba en Silverman una gran frustración pues no faltaban los comentarios que le mostraban como un perdedor, él que llevaba ya bastante tiempo en aquella isla no era capaz de superar el grado más sencillo, apenas siendo capaz de ser un novato, pues el grado de aprendiz no era considerado un reto ya que apenas si se aprendía los conceptos básicos, en cambio el curso para novatos era ya una especie de prueba, con combates regulares y entrenamientos elementales sobre lo que significaba seguir el rumbo de la espada. En todo caso, aquella noche se encontraba sentado en la playa mirando a la lejanía, por momentos se imaginaba que Mat llegaba en un barco y le recogía para irse a vivir a una gran isla con dinero, beneficios en todos lados y hasta cientos de juegos, aunque eso ya era una fantasía casi infantil, Mat desapareció hace años sin dejar rastro, si seguía vivo estaba seguramente muy lejos de los Blues, quizás en la Grand Line, dirigiéndose rumbo al Nuevo Mundo para buscar a sus padres, es decir, los padres de Eden, o al menos eso pensaba.
Fue entonces cuando pudo notar una figura que llegaba a su lado aunque separada por varios metros, era esa niña odiosa de Natsumi, ella se mostraba seria y también miraba al horizonte si hacer caso al albino, así pasaron varios minutos hasta que finalmente Silverman se puso en pie y se retiró pasando a un lado de la chica, ella se giró y le observó detenidamente tan solo para decirle en voz baja –Un día quiero que te enfrentes a mí, pero nunca lo conseguirás siendo un perdedor- aquello detuvo su marcha en seco, su rostro se elevó con cierta dignidad y se giró para verla, sus ojos se cruzaron con los contrarios, sin embargo, no hubo nada más de charla.
-¡Joder!- despertando de su ensoñación, el Ouka sintió algo que hacía años no percibía, una especie de ardor doloroso en el pecho, no demasiado grave aunque muy molesto, agachó la cabeza casi al instante y vio las manos de la mujer sujetando parte de su pecho, había retirado la espada y ahora parecía querer ayudarle, se suponía que su fruta lo protegía, ¿qué estaba pasando? –Qué clase de cosa es esta…- preguntó confundido y enfadado, no podía detenerse demasiado tiempo en especulaciones así que solamente sujetó con fuerza las manos de la rubia y la retiró con brusquedad de su cuerpo notando como al momento aquello pasaba y su herida se cerraba dejando solo unas gotas de sangre en su ropa. “Maldita…¿qué hizo?” le envió una mirada incrédula a la marine tratando de llegar a una conclusión clara, solo el kairoseki o el agua anulaban su poder, empero, la lluvia de St. Poplar no era suficiente para afectarlo, ella no portaba mineral marino como arma, ¿acaso sus manos estaban cubiertas con eso?, era imposible, no era visible guantes o algo similar, ¿sería acaso otro poder?, quizás.
-No te vuelvas a acercar de esa manera- le advirtió en tanto ya se recomponía, todavía confuso, empero, al menos ya sin sentir el dolor –Ya lo has escuchado y visto…yo soy inmortal, no tienes por qué preocuparte, ¿entiendes?, además, no necesito que nadie finja preocuparse por mí- miró sobre su hombro notando que algunos marines ya estaban retornando seguramente para acompañar a los dos sujetos, así que sin decir nada se giró para comenzar la marcha de vuelta a la base de la marina.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
"Es una fruta", pensó la mujer poco después de ver la reacción del peliblanco. Pero antes de eso, habían varios sentimientos que la atormentaban. De una manera casi surrealista, tenía miedo a perder al ouka, quizás no por lo que él representara para ella, pero si por el hecho de que no quería sentirse culpable de una muerte más. Las noches se hacían pesadas bajo la influencia constante del alcohol, y las mañanas pasaban siempre factura. La culpa era algo que, aunque conseguiría venganza, se quedaría en la mente y el corazón. Ella era su propia penitencia, y lo había escogido así. Las personas tenían el deber moral de aceptar sus fallos, y mejorarlos, pues al final la vida no era más que un camino lleno de enseñanzas que llevaban hacía la iluminación, que en realidad muy pocos podían adquirir. No buscaba ser una iluminada. Siempre había considerado que habían muchas cosas que se escapaban bajo si entender, y obviamente, su corazón no estaba preparado para perdonar de manera infinita. No era una santa, aunque intentaba mejorar cada día. A veces, era una mujer muy cruel, como en aquellos momentos. Aún sin aceptar el destino que se estaba mostrando delante de sus propios ojos, la mujer hubiese deseado que el pecho que tenía clavada la espalda, fuera de otra persona. Cualquier otra persona excluyendo al peliblanco, por supuesto.
Su muñeca fue apresada, y su cuerpo apartado de una manera casi salvaje. Al momento que sus manos abandonaron el pecho ajeno, la herida se cerró en un suave brillo azulado, para después su ropa cortada fuera el único indicio de lo que había pasado en aquel sitio. Sin duda, era el poder de una Akuma no mi. Edén parecía muy sorprendido de lo que acababa de pasar, aunque su condición de cyborg no era tan clara puesto que sus protesis habían sido recubiertas por piel artificial. Notó en algún momento una mueca de dolor, y también la sangre que había sobre sus ropas. El misterio había sido en parte resuelto aunque ahora tenía que lidiar cono otro tipo de cosas, como el hecho de que había llorado , de manera impulsiva y ciertamente innecesaria, por alguien que estaba perfectamente bien y, más aún, estaba pisando todos los nervios desde el día que lo había conocido. Su relación nunca fue una funcional. La manera en la que fue apartada le demostraba una vez más, que no era del agrado del hombre. Aún en esa situación, donde la había visto asustada, llorando por temer su muerte, el rostro inexpresivo del ouka parecía no dejarse perturbar por ninguna clase de reacción. Tomó aire hasta llenar sus pulmones, y después lo soltó. Se intentaba tranquilizar el llanto ella misma, no hacían falta más palabras para entender lo que había sucedido en aquellos momentos.
Aquella relación era tan rara y poco agradable. Kotori siempre intentaba acercarse con buenas intenciones, que de alguna forma siempre parecían ser malas, o al menos ante los ojos de su compañero. De nada habían servido las horas que se tomó para analizarle, ni tampoco las conversaciones que intentaba enlazar con él. Edén era una persona difícil, y casi imposible de abordar. No había conocido a nadie así anteriormente, lo cierto es que de haber sido otro momento, circunstancias quizás, los dos no habrían estado juntos tanto tiempo. Pero antes tenían órdenes y, aunque podrían ambos desobedecerles, lo que perderían sería mucho más que lo que ganarían realmente. Habrían aguantado un par de semanas juntos, y hasta era todo un misterio como lo habían hecho. La amenaza llegaba a sus oídos de alguna manera extraña. Él no decía "no te vuelvas a acercar a mi", que sería un rechazo. Si no que dejaría claro que la manera en la que fue tocado, le desagradó. "seguramente por el kairouseki"- pensó durante un breve momento, para después ponerse las manos sobre la cara e intentar secarla del todo. Lo peor es que era tan tonto como para creer que ella era tan inteligente como para poder fingir sentimientos, algo que en las clases que tomó anteriormente era bien sabido que una de las razones por las cuales no habría llevado la misión a NW era básicamente la incapacidad de controlar sus sentimientos, especialmente la ira.
- Eres un imbécil. - abrió su boca, mientras que sus ojos aún seguían mirando al suelo. Lo había insultado, aunque seguramente no podría importarle menos. Notó que varios empezaban a venir en su dirección, así que pasó por el lado del hombre, empujándolo un tanto con su solo hombro. Había tenido suficiente de aquel sujeto. Aunque su corazón latía fuerte por el susto que pasó hacía unos minutos, no pensaba rendirse ante tales sentimientos. Pensaría y refleccionaría sobre ello durante una buena temporada. Jamás había sentido piedad por alguien que la rechazaba constantemente, y ciertas matices aparecían, matices que nunca habían estado ahí y que desconcía por completo. También notó como, inconscientemente, aprovechaba cada oportunidad que tenía para estar cerca de él, para tocarle y sentir su calor, pese a que la frialdad del hombre era muy notoria a todo momento. Se comportaba de una forma que no era suya. Había cambiado un monton durante aquellos meses,pero no había aprendido a hacer frente a los sentimientos de esa forma. Sentía una necesidad innata de acercarse que, pese a no saber si era buena o no, mantendría la voluntad ferrea ante el peligro y la desconocida. Tenia miedo, pero se ilusionaba, era un afloja y tira contínuo, que perturbaba sus pocas capacidades intelectuales.
Al llegar a la base Marine, y pese a la intemperie, pasó las puertas de la misma con una decisión clara: encontrar al resto de culpables, si es que lo había. Las puertas del cuartel se cerraban para todo aquel que pretendía salir al exterior, y, sin dar más explicaciones, hizo sonar la alarma que despertaría y reuniría a todos los marines de la base, en el patio de la misma. Pese a las palabras del capitán, la mujer mandaría a que todos se quiten la camiseta, y, con una linterna, miraría curiosa en búsqueda de un tatuaje parecido como el que Eden mostró. Tal y como había sospechado tres hombres intentarían escaparse, más sin ningún éxito. Después de aquello, y dejando los marines desnudos en la lluvia, la vicealmirante se encerraría en la oficina junto al capitán, teniente, y los tercer oficiales. No salieron de aquella oficina hasta el amanecer. Sin esperar a Eden, sus pasos se decantarían por llegar al navío sola, y encerrarse en su camarote. El gato se asomaba nuevamente entre su kimono. Estaban listos para una nueva aventura, seguramente tenía muchos más problemas que antes, aunque ahora estas fuesen triviales, o al menos así lo pensó en su momento. Tenía que poner en orden sus sentimientos, y como no, pensamientos. No había dicho nada a nadie,ni abiría su boca durante el viaje. Edén ya no era lo que solía ser, y eso lo cambiaba todo.
Su muñeca fue apresada, y su cuerpo apartado de una manera casi salvaje. Al momento que sus manos abandonaron el pecho ajeno, la herida se cerró en un suave brillo azulado, para después su ropa cortada fuera el único indicio de lo que había pasado en aquel sitio. Sin duda, era el poder de una Akuma no mi. Edén parecía muy sorprendido de lo que acababa de pasar, aunque su condición de cyborg no era tan clara puesto que sus protesis habían sido recubiertas por piel artificial. Notó en algún momento una mueca de dolor, y también la sangre que había sobre sus ropas. El misterio había sido en parte resuelto aunque ahora tenía que lidiar cono otro tipo de cosas, como el hecho de que había llorado , de manera impulsiva y ciertamente innecesaria, por alguien que estaba perfectamente bien y, más aún, estaba pisando todos los nervios desde el día que lo había conocido. Su relación nunca fue una funcional. La manera en la que fue apartada le demostraba una vez más, que no era del agrado del hombre. Aún en esa situación, donde la había visto asustada, llorando por temer su muerte, el rostro inexpresivo del ouka parecía no dejarse perturbar por ninguna clase de reacción. Tomó aire hasta llenar sus pulmones, y después lo soltó. Se intentaba tranquilizar el llanto ella misma, no hacían falta más palabras para entender lo que había sucedido en aquellos momentos.
Aquella relación era tan rara y poco agradable. Kotori siempre intentaba acercarse con buenas intenciones, que de alguna forma siempre parecían ser malas, o al menos ante los ojos de su compañero. De nada habían servido las horas que se tomó para analizarle, ni tampoco las conversaciones que intentaba enlazar con él. Edén era una persona difícil, y casi imposible de abordar. No había conocido a nadie así anteriormente, lo cierto es que de haber sido otro momento, circunstancias quizás, los dos no habrían estado juntos tanto tiempo. Pero antes tenían órdenes y, aunque podrían ambos desobedecerles, lo que perderían sería mucho más que lo que ganarían realmente. Habrían aguantado un par de semanas juntos, y hasta era todo un misterio como lo habían hecho. La amenaza llegaba a sus oídos de alguna manera extraña. Él no decía "no te vuelvas a acercar a mi", que sería un rechazo. Si no que dejaría claro que la manera en la que fue tocado, le desagradó. "seguramente por el kairouseki"- pensó durante un breve momento, para después ponerse las manos sobre la cara e intentar secarla del todo. Lo peor es que era tan tonto como para creer que ella era tan inteligente como para poder fingir sentimientos, algo que en las clases que tomó anteriormente era bien sabido que una de las razones por las cuales no habría llevado la misión a NW era básicamente la incapacidad de controlar sus sentimientos, especialmente la ira.
- Eres un imbécil. - abrió su boca, mientras que sus ojos aún seguían mirando al suelo. Lo había insultado, aunque seguramente no podría importarle menos. Notó que varios empezaban a venir en su dirección, así que pasó por el lado del hombre, empujándolo un tanto con su solo hombro. Había tenido suficiente de aquel sujeto. Aunque su corazón latía fuerte por el susto que pasó hacía unos minutos, no pensaba rendirse ante tales sentimientos. Pensaría y refleccionaría sobre ello durante una buena temporada. Jamás había sentido piedad por alguien que la rechazaba constantemente, y ciertas matices aparecían, matices que nunca habían estado ahí y que desconcía por completo. También notó como, inconscientemente, aprovechaba cada oportunidad que tenía para estar cerca de él, para tocarle y sentir su calor, pese a que la frialdad del hombre era muy notoria a todo momento. Se comportaba de una forma que no era suya. Había cambiado un monton durante aquellos meses,pero no había aprendido a hacer frente a los sentimientos de esa forma. Sentía una necesidad innata de acercarse que, pese a no saber si era buena o no, mantendría la voluntad ferrea ante el peligro y la desconocida. Tenia miedo, pero se ilusionaba, era un afloja y tira contínuo, que perturbaba sus pocas capacidades intelectuales.
Al llegar a la base Marine, y pese a la intemperie, pasó las puertas de la misma con una decisión clara: encontrar al resto de culpables, si es que lo había. Las puertas del cuartel se cerraban para todo aquel que pretendía salir al exterior, y, sin dar más explicaciones, hizo sonar la alarma que despertaría y reuniría a todos los marines de la base, en el patio de la misma. Pese a las palabras del capitán, la mujer mandaría a que todos se quiten la camiseta, y, con una linterna, miraría curiosa en búsqueda de un tatuaje parecido como el que Eden mostró. Tal y como había sospechado tres hombres intentarían escaparse, más sin ningún éxito. Después de aquello, y dejando los marines desnudos en la lluvia, la vicealmirante se encerraría en la oficina junto al capitán, teniente, y los tercer oficiales. No salieron de aquella oficina hasta el amanecer. Sin esperar a Eden, sus pasos se decantarían por llegar al navío sola, y encerrarse en su camarote. El gato se asomaba nuevamente entre su kimono. Estaban listos para una nueva aventura, seguramente tenía muchos más problemas que antes, aunque ahora estas fuesen triviales, o al menos así lo pensó en su momento. Tenía que poner en orden sus sentimientos, y como no, pensamientos. No había dicho nada a nadie,ni abiría su boca durante el viaje. Edén ya no era lo que solía ser, y eso lo cambiaba todo.
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