Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
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Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Los días se hicieron interminables en el barco del Shichibukai, donde la nueva vice-almirante carecía de distracciones mundanas y fue obligada a entrenar casi sin parar, o meditar para que aquello no se volviese una locura. Su deseo de acercarse a Eden había quedado opacado por la manera tan seca que este a veces contestaba, y los planes que tenía para cenar juntos al final no pudieron llegar a suceder. No habían coincidido ni una vez en el comedor del barco, y, por lo que había aprendido del cocinero, el peliblanco ya tenía sus planes bien consolidado en cuanto a sus comidas, planes donde la rubia no tenía sitio reservado. Aún así, algunas veces hablaba con los marineros que estaba a su cargo. En el barco ya era noticia el hecho de que la vice-almirante era una mujer simple pero muy amable, Aún así, la muchacha había asistido a la cita, y se había preparado mucho, una mesita baja con velas en la popa, y la comida que el cocinero se pasó trabajando más de la cuenta y más de la hora a la que era supuesto iba a cocinar. Ante la negación del capitán del barco, esta invitó a su subaltero, cosa que al día siguiente seguramente llegaría a los oídos del peliblanco como una cita sin precedentes. Pese a ostentar un cargo de mucha importancia, la rubia se hacía cercana a los civiles y marineros de una manera demasiado simple, como una mujer del montón, no muy sofisticada ni muy erudita como se esperararía, con bromas que todo el mundo podía entender y una actitud inocente frente a los hombres. No lo hizo como una venganza ni para dar celos como muchos pensarían, pero aquello estaba tan preparado que desperdiciar la oportunidad habría sido un derroche de trabajo.
Aún así, al día siguiente no mencionó nada sobre ello. Su mirada seguía buscándole, y a veces se atrevía a sentarse silenciosa unos pasos más atrás de él, cosa que también traía varios rumores en el barco, y bromas entre los marineros a los que ella reía y seguía, sin más intención que tener un poco de diversión. Hubo una noche en particular que desde el camarote se podía escuchar varios sonidos de golpes, y, cuando el marinero encargado fue a revisarlo tan sólo se limitó a decir que estaba bien. Aunque nadie sabía, la muchacha ciertamente estaba borracha. En otros momentos quizás hubiera salido a montar algún pequeño festejo con el resto de marineros, pero se había encerrado a si misma y echado a Momo fuera. Así pues, el viaje llegaría pronto a su final. Habían sido varios días de aburrimiento, y es que estar con Edén no era tarea fácil para alguien como ella. Quizás necesitaba algo de tiempo, al fin de cuentas no todo el mundo podía actuar igual. Tenía la impresión de que con el tiempo quizás podían a ser grandes compañeros de viaje, aunque por ahora sólo necesitaban conocerse un poco más. En la última conversación el Ouka le había dejado saber un poco de su historia. Ella había estado en Spider Miles anteriormente donde había conocido al cyborg Daemon, obviamente no era un sitio donde un niño podría crecer en armonía, así que quizás y si se lo imaginaba un poco. Aún así, su historia no tenía más dramatismos, cosa que la alegraba en aquel momento, ya que eso significaba que seguramente no hay ninguna herida del pasado que debía curarse, y eso era algo genial.
En cambio ella, se hallaba ahí batallando con sus propios demonios. Algunos días era dulce como un caramelo, mientras que otros simplemente no hablaba con nadie e intentaba estar a solas con su mascota, en un momento de melancolía pasajera. También se estaba planeando como seguir con su plan. Al viajar con compañía ahora, indagar en lo que había pasado nueve meses atrás quizás sería imposible. La Marina y el Gobierno iban mano en mano, así que decir que sospechaba que algo no iba bien sería quedar al descubierto cosa que no se podía por ahora. No era aún tiempo, por lo menos. Ya encontraría algo, una excusa quizás, para acercarse a la base de los CP´s quizás. Su rastreo era bastante bueno, lo malo es que no sabía aún qué tenía que rastrear a ciencia cierta.
Al escuchar a los marineros gritar "Tierra" dejó salir su cabeza por la ventanilla, para asegurarse que realmente se estaban acercando a una isla. Podía notar como, a la lejanía St Poplar estaba cubierta de nubes signo inequivoco de que seguramente estaría lloviendo. Ahora que lo recordaba, quizás y sí la habían enseñado que existe una isla donde la lluvia es eterna, y, aunque esperaba que no fuese aquella, seguramente es lo que tocaba. Se apresuró para ponerse en la popa, mientras que uno de los marineros le traía un sombrero rojo, que iba acorde a su vestimenta. Odiaba el frío, y seguramente la lluvia eterna. Algunas gotas durante el verano estaba bien, pero un sitio donde llovía siempre debía ser como un castigo. Buscó de nuevo, con la mirada, al Shichibukai. La última vez que habían hablado había sido hacía demasiado tiempo. No podía contener la emoción que representaba visitar una nueva isla, una nueva ciudad y ver nuevas caras. Estaba alegre. El gato, en cambio, como si entendiera que la lluvia nunca pararía, se escondía con recelo hasta meter su cola dentro del obi rosado que apresaba la cintura de la rubia, marcándola con delicadeza. Echó a correr y se paró en seco donde el peliblanco estaba, haciendo que el paraguas los tapara a ambos. - ¡Fénix-san!- exclamaba con emoción, tocando el hombro de este para atraer la atención. - Ya estamos aquí, que emoción. Me muero de ganas por ver la ciudad. ¿Has visitado St Poplar antes? ¿ Cómo es? - preguntaba, aunque no lo habría visitado seguramente sabría muchas cosas sobre aquella isla, al menos más que ella. - ¿Dónde me vas a llevar? ¿Eh? - sus ojos curiosos mostraban una chispa sincera de emoción, mientras que su cara se acercaba al hombre en búsqueda de una respuesta prompta.
Aún así, al día siguiente no mencionó nada sobre ello. Su mirada seguía buscándole, y a veces se atrevía a sentarse silenciosa unos pasos más atrás de él, cosa que también traía varios rumores en el barco, y bromas entre los marineros a los que ella reía y seguía, sin más intención que tener un poco de diversión. Hubo una noche en particular que desde el camarote se podía escuchar varios sonidos de golpes, y, cuando el marinero encargado fue a revisarlo tan sólo se limitó a decir que estaba bien. Aunque nadie sabía, la muchacha ciertamente estaba borracha. En otros momentos quizás hubiera salido a montar algún pequeño festejo con el resto de marineros, pero se había encerrado a si misma y echado a Momo fuera. Así pues, el viaje llegaría pronto a su final. Habían sido varios días de aburrimiento, y es que estar con Edén no era tarea fácil para alguien como ella. Quizás necesitaba algo de tiempo, al fin de cuentas no todo el mundo podía actuar igual. Tenía la impresión de que con el tiempo quizás podían a ser grandes compañeros de viaje, aunque por ahora sólo necesitaban conocerse un poco más. En la última conversación el Ouka le había dejado saber un poco de su historia. Ella había estado en Spider Miles anteriormente donde había conocido al cyborg Daemon, obviamente no era un sitio donde un niño podría crecer en armonía, así que quizás y si se lo imaginaba un poco. Aún así, su historia no tenía más dramatismos, cosa que la alegraba en aquel momento, ya que eso significaba que seguramente no hay ninguna herida del pasado que debía curarse, y eso era algo genial.
En cambio ella, se hallaba ahí batallando con sus propios demonios. Algunos días era dulce como un caramelo, mientras que otros simplemente no hablaba con nadie e intentaba estar a solas con su mascota, en un momento de melancolía pasajera. También se estaba planeando como seguir con su plan. Al viajar con compañía ahora, indagar en lo que había pasado nueve meses atrás quizás sería imposible. La Marina y el Gobierno iban mano en mano, así que decir que sospechaba que algo no iba bien sería quedar al descubierto cosa que no se podía por ahora. No era aún tiempo, por lo menos. Ya encontraría algo, una excusa quizás, para acercarse a la base de los CP´s quizás. Su rastreo era bastante bueno, lo malo es que no sabía aún qué tenía que rastrear a ciencia cierta.
Al escuchar a los marineros gritar "Tierra" dejó salir su cabeza por la ventanilla, para asegurarse que realmente se estaban acercando a una isla. Podía notar como, a la lejanía St Poplar estaba cubierta de nubes signo inequivoco de que seguramente estaría lloviendo. Ahora que lo recordaba, quizás y sí la habían enseñado que existe una isla donde la lluvia es eterna, y, aunque esperaba que no fuese aquella, seguramente es lo que tocaba. Se apresuró para ponerse en la popa, mientras que uno de los marineros le traía un sombrero rojo, que iba acorde a su vestimenta. Odiaba el frío, y seguramente la lluvia eterna. Algunas gotas durante el verano estaba bien, pero un sitio donde llovía siempre debía ser como un castigo. Buscó de nuevo, con la mirada, al Shichibukai. La última vez que habían hablado había sido hacía demasiado tiempo. No podía contener la emoción que representaba visitar una nueva isla, una nueva ciudad y ver nuevas caras. Estaba alegre. El gato, en cambio, como si entendiera que la lluvia nunca pararía, se escondía con recelo hasta meter su cola dentro del obi rosado que apresaba la cintura de la rubia, marcándola con delicadeza. Echó a correr y se paró en seco donde el peliblanco estaba, haciendo que el paraguas los tapara a ambos. - ¡Fénix-san!- exclamaba con emoción, tocando el hombro de este para atraer la atención. - Ya estamos aquí, que emoción. Me muero de ganas por ver la ciudad. ¿Has visitado St Poplar antes? ¿ Cómo es? - preguntaba, aunque no lo habría visitado seguramente sabría muchas cosas sobre aquella isla, al menos más que ella. - ¿Dónde me vas a llevar? ¿Eh? - sus ojos curiosos mostraban una chispa sincera de emoción, mientras que su cara se acercaba al hombre en búsqueda de una respuesta prompta.
InvitadoInvitado
Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Eden no había estado de buen humor, una cosa era su actitud sería y distante y otra muy diferente era verle enojado, ¿por qué?, en realidad todo era estúpido en su mente. Por razones que no quería revelar, el rumor de que Kotori había pasado una buena velada con el marinero que mandó a entregar el mensaje le causaba cierto enfado, se suponía que solo estaba dispuesto a llevar el mensaje y no a estar con ella, al principio pensaba que su molestia estaba dada por la insubordinación, por la falta de no seguir las cosas al pie de la letra, encima el chico ahora presumía con todos en el barco sobre su plática con la rubia “Idiota”. Con el paso de los días comprendió que todo fue su culpa e incluso identificó porque estaba molesto con aquello, era algo de su pasado, estaba esperanzado que todo fuera una coincidencia, empero, ya no quedaba duda, la mujer, de una forma u otra le estaba devolviendo imágenes firmes de su pasado, no todas agradables, aunque no por ello menos intensas, incluso en los días recientes no había podido dormir bien, el recuerdo de Natsumi le asolaba, extrañamente, en la figura de aquella marine.
A sabiendas de lo anterior comenzó a recluirse cada vez más, el barco no era pequeño, cruzarse con la rubia de vez en cuando era inevitable incluso con su mantra, aunque ciertamente tuvo algo de fortuna -cosa muy escaza en él- pues los marineros mayormente servían de distractor, todos querían estar con la chica, según ellos era todo lo opuesto a Eden, agradable, gentil, interesada en sus vidas y hasta divertida, cosa que agradecía, así al menos le permitían indagar en silencio sobre el tesoro de Son Cristóbal, pensaba que pronto tendría las últimas piezas para poder dirigirse a por él, aunque según los datos que estaba recabando estaba más lejos de lo esperado, así que necesitaría adelantar un poco su trabajo como Ouka para poder dirigirse a esa zona sin tener la prisa de ser requerido en algún momento particular.
Finalmente, uno de los chicos le avisó que estaban a un par de minutos de la isla, ya en la distancia las nubes se arremolinaban con furia, según los datos conocidos, St. Poplar era una isla donde llovía siempre, uno de esos climas extraños en la Grand Line, aunque tras pasar Drumm pocas cosas podían sorprender al albino. -Uhm…- al notar que la chica se acercaba buscó una salida, alejarse disimuladamente como alguien que no nota su presencia, lamentablemente ya no hubo oportunidad y tuvo que quedarse parado tocando su nariz en un gesto notorio de recriminación para su persona, más cuando sintió la mano de la chica en su hombro, eso le hizo hacer una mueca de disgusto y eventualmente con sutileza asintió a sus palabras y se alejó fingiendo que estaba tratando de acomodar una cuerda que habían dejado por ahí tirada en el barco, en realidad eso no importaba pero sirvió como excusa, mojarse no le interesaba realmente.
-Dicen que es una ciudad donde llueve todo el año, aunque eso parece obvio- elevó su rostro al cielo dejando que algunas gotas cayesen en su rostro -Aunque nunca la he visitado, es una isla con alta actividad de la marina y el gobierno, si nos han mandado aquí quiere decir que la afluencia pirata ciertamente ha incrementado considerablemente- guardó las manos en sus bolsillos y no apartó la mirada del puerto, así se mantuvo en silencio y se dirigió a la zona adecuada para bajar del barco una vez llegaron, ahí fueron recibidos por una pequeña comitiva de la marina, unos cuantos rasos y un teniente que al ver a las dos figuras hizo un saludo formal, aunque claro, aquello estaba más orientado para la vice-almirante.
-Nos da gusto que hayan venido, les pondré al tanto, mi nombre es Oshio, teniente de la ciudad. El capitán lamenta no poder atenderlos, pero como comprenderán son tiempos complicados- el sujeto era un joven, más o menos de la edad de aquellos dos, parecía astuto y hábil, eso daba certeza que no estaba ahí por mera casualidad -Vamos, les llevaré a una zona segura y podremos hablar de los detalles- el albino simplemente asintió y ordenó que sus hombres se mantuviesen en el barco para vigilarlo, aunque eso no iba a ser necesario pues algunos de los marines se quedaron montando guardia para asegurar que todo estaría en orden. Ya dentro del camino todo fue tranquilo, el teniente no paraba de hablar con Miura sobre la admiración que le tenía y todo eso, en tanto, Silverman se mantuvo andando unos metros más atrás con unos cuantos rasos a sus costados, estos no le tenían miedo, a comparación de otros Oukas su reputación no era tan mala, aunque claro estaba, ninguno de ellos se acercaba demasiado a su persona, uno incluso parecía irle vigilando desde la espalda con un mosquete entre manos listo para actuar si lo consideraba necesario.
“Si nos han mandado aquí teniendo tanta seguridad significa que hay una tarea especial que nos van a encomendar, es curioso, pero las ciudades más protegidas pueden ser el mejor escondite, después de todo, el último sitio donde buscarías a un ratón es bajo tus pies” rascaba su mentón mientras pensaba en aquello, aunque todavía no estaba seguro todo indicaba que la razón para estar ahí era algo más que impartir puñetazos, la ciudad estaba bien resguardada, aunque eso siempre era un problema pues significaba que mucha gente se sentía tan segura que no prestaba atención a ningún extraño. Finalmente, por un momento miró la figura de Miura por un par de segundos, entonces notó que la chica iba a girarse y dirigió su vista a otro lado demostrando que no estaba interesado en nada de ella y el teniente que iba a su lado “No me puede estar pasando esto otra vez, es una idiotez, no lo voy a permitir, es demasiado peligroso”.
A sabiendas de lo anterior comenzó a recluirse cada vez más, el barco no era pequeño, cruzarse con la rubia de vez en cuando era inevitable incluso con su mantra, aunque ciertamente tuvo algo de fortuna -cosa muy escaza en él- pues los marineros mayormente servían de distractor, todos querían estar con la chica, según ellos era todo lo opuesto a Eden, agradable, gentil, interesada en sus vidas y hasta divertida, cosa que agradecía, así al menos le permitían indagar en silencio sobre el tesoro de Son Cristóbal, pensaba que pronto tendría las últimas piezas para poder dirigirse a por él, aunque según los datos que estaba recabando estaba más lejos de lo esperado, así que necesitaría adelantar un poco su trabajo como Ouka para poder dirigirse a esa zona sin tener la prisa de ser requerido en algún momento particular.
Finalmente, uno de los chicos le avisó que estaban a un par de minutos de la isla, ya en la distancia las nubes se arremolinaban con furia, según los datos conocidos, St. Poplar era una isla donde llovía siempre, uno de esos climas extraños en la Grand Line, aunque tras pasar Drumm pocas cosas podían sorprender al albino. -Uhm…- al notar que la chica se acercaba buscó una salida, alejarse disimuladamente como alguien que no nota su presencia, lamentablemente ya no hubo oportunidad y tuvo que quedarse parado tocando su nariz en un gesto notorio de recriminación para su persona, más cuando sintió la mano de la chica en su hombro, eso le hizo hacer una mueca de disgusto y eventualmente con sutileza asintió a sus palabras y se alejó fingiendo que estaba tratando de acomodar una cuerda que habían dejado por ahí tirada en el barco, en realidad eso no importaba pero sirvió como excusa, mojarse no le interesaba realmente.
-Dicen que es una ciudad donde llueve todo el año, aunque eso parece obvio- elevó su rostro al cielo dejando que algunas gotas cayesen en su rostro -Aunque nunca la he visitado, es una isla con alta actividad de la marina y el gobierno, si nos han mandado aquí quiere decir que la afluencia pirata ciertamente ha incrementado considerablemente- guardó las manos en sus bolsillos y no apartó la mirada del puerto, así se mantuvo en silencio y se dirigió a la zona adecuada para bajar del barco una vez llegaron, ahí fueron recibidos por una pequeña comitiva de la marina, unos cuantos rasos y un teniente que al ver a las dos figuras hizo un saludo formal, aunque claro, aquello estaba más orientado para la vice-almirante.
-Nos da gusto que hayan venido, les pondré al tanto, mi nombre es Oshio, teniente de la ciudad. El capitán lamenta no poder atenderlos, pero como comprenderán son tiempos complicados- el sujeto era un joven, más o menos de la edad de aquellos dos, parecía astuto y hábil, eso daba certeza que no estaba ahí por mera casualidad -Vamos, les llevaré a una zona segura y podremos hablar de los detalles- el albino simplemente asintió y ordenó que sus hombres se mantuviesen en el barco para vigilarlo, aunque eso no iba a ser necesario pues algunos de los marines se quedaron montando guardia para asegurar que todo estaría en orden. Ya dentro del camino todo fue tranquilo, el teniente no paraba de hablar con Miura sobre la admiración que le tenía y todo eso, en tanto, Silverman se mantuvo andando unos metros más atrás con unos cuantos rasos a sus costados, estos no le tenían miedo, a comparación de otros Oukas su reputación no era tan mala, aunque claro estaba, ninguno de ellos se acercaba demasiado a su persona, uno incluso parecía irle vigilando desde la espalda con un mosquete entre manos listo para actuar si lo consideraba necesario.
“Si nos han mandado aquí teniendo tanta seguridad significa que hay una tarea especial que nos van a encomendar, es curioso, pero las ciudades más protegidas pueden ser el mejor escondite, después de todo, el último sitio donde buscarías a un ratón es bajo tus pies” rascaba su mentón mientras pensaba en aquello, aunque todavía no estaba seguro todo indicaba que la razón para estar ahí era algo más que impartir puñetazos, la ciudad estaba bien resguardada, aunque eso siempre era un problema pues significaba que mucha gente se sentía tan segura que no prestaba atención a ningún extraño. Finalmente, por un momento miró la figura de Miura por un par de segundos, entonces notó que la chica iba a girarse y dirigió su vista a otro lado demostrando que no estaba interesado en nada de ella y el teniente que iba a su lado “No me puede estar pasando esto otra vez, es una idiotez, no lo voy a permitir, es demasiado peligroso”.
InvitadoInvitado
Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
No notó la mueca de desagrado al tocar el brazo ajeno, tan solo le pareció que escuchar su voz nuevamente la hacía tranquilizar un poco esos sentimientos de felicidad extrema y difícil de controlar al llegar a conocer una nueva isla. Y es que la verdad Kotori era una chiquilla en algunos aspectos. Estar sola y aislada por mucho tiempo la hacían ilusionarse con muchas cosas mundanas, que la mayoría de la gente consideraría normal, aunque no todos los días se visitaba una nueva isla. Mucho de los marineros miraban con expectativa la tierra a la que el barco se estaba acercando también. No con la misma ilusión de la muchacha, obviamente, pero si que visitar la isla llena de canales podía ser significativo. Cada vez que se adentraba en un lugar nuevo gustaba conocer las tradiciones y las cosas especificas del lugar, eso le daba una pista muy clara sobre la gente que solía vivir en aquella isla, y también la idea de como acercarse más a ellos. Lo cierto es que desde que había ingresado en la Marina se la conocía pero ser muy cercana a aquellos que suponía debía ayudar, y también se sabía que parte de su suelto lo gastaba comprando comida a los pobres y otros gestos humanitarios, por lo cual llegó a ser bastante admirada y querida tanto en su facción como entre los civiles.
Al llegar al puerto, siguió a Eden hasta estar en el muelle, donde varios oficiales de la Marina les daba la bienvenida. El shichibukai se quedó un tanto atrás, dando ordenes a su tripulación mientras que la rubia caminaba a la par con el que se presentaba como teniente de aquella ciudad. - Se agradece que alguien ha venido a recibirnos de todas formas. - agradecía con una simple sonrisa mientras intentaba hacer sus pasos pequeños para que los que habían detrás no se separan demasiado del grupo. No era por seguridad, pero no consideraba cortés dejar atrás al que había estado con ella durante todo aquel tiempo en alta mar, aunque no fuera de manera directa. - Si me permite, vice-almirante, he oído muchísimas cosas buenas sobre usted que al parecer son ciertas. Pese a ostentar un cargo tan importante puede llevar una conversación sin hacer que nosotros nos pongamos nerviosos, creo que estamos muy cómodos, esto irá como la seda. - decía, visiblemente nervioso quizás por no meter la pata. La mujer dejó escapar una sonrisa de lado a lado mientras palmoteaba la espalda del teniente. - Claro, claro. Pero también si no me hacen caso puedo ser bastante temible. - lo decía a modo de broma, aunque ellos habían captado el mensaje y se echaron a reír un poco tensos. - ¡Era broma! No soy adepta de los castigos, pero se que os agrado y me van a escuchar por eso. - guiñó un ojo, como lo había hecho con Edén tiempo atrás, aunque sobre los marines había tenido un efecto visiblemente notorio.
- Antes de que lleguemos a nuestro destino, creo que a todos de aquí nos irán bien un par de consejos. El capitán os espera así que posiblemente no tendremos otra oportunidad para hablar. - pedía el teniente, algo más relajado, mientras la lluvia caía sobre el paraguas rojo, haciendo cierto ruido. La rubia se tomaba algo de tiempo admirando la multitud de canales que se iban encontrando a su paso, y la manera en la que llovía que, en verdad, parecía eterna. - Hmm, consejos. - pensó durante un momento, para después volver su atención hacía los demás que, aunque caminaban, tenían los ojos apuntados hacía ella. - Diría que mi consejo es trabajar duro. Mmmmh, entrenar, volverse más fuerte y nunca olvidar de donde habéis empezado. Supongo que muchos altos cargos olvidan eso. Pero tampoco me hagan mucho caso, que soy la nueva. - todos se echaron a reír mientras que el camino se estaba haciendo un poco más ameno. La verdad es que le gustaba aquello, era mucho mejor que estar en el barco con el peliblanco, pero eso no se lo diría directamente. Había intentado mirar hacía atrás anteriormente, pero al parecer la mirada ajena no estaba en ella como había supuesto. Pero en aquellos momentos vio la necesidad de mirar por el rabillo del ojo, y de aprovechar mientras que los oficiales estaban hablando sobre algo para alcanzar el brazo de su compañero y agarrarlo con su propio brazo, colocando el paraguas de tal forma que ambos quedasen bajo el mismo.
- No te quedes atrás. - mencionó con una sonrisa y, si bien él iba a intentar zafarse del agarro, esta ejercería la presión necesaria para que eso no pasara. Era verdad, no estaba realmente en la misma facción, y quizás diferentes rumores se propagarían ante tal acto que no sería del todo dañidos depende para que oídos, puesto que los altos mandos realmente la habían mandado a acercarse al hombre por lo cual aquello era poco ético pero necesario. Aún así, eso no es lo que había dentro de su mente. Como antes pasó con el ouka, notó que las preguntas se volvían cada vez más personales. Y no le gustaba hablar de ella misma con cualquiera. Dar un nivel adecuado de fan service sin tener que desvelar muchas cosas sobre su experiencia. Estaba un poco harta de la pregunta "¿Cómo llegaste de civil a un puesto tan importante?". Aparte de no ser de sus incumbencias, consideraba que la historia que contaba era muy incierta, por lo cual era mejor callarse ya que no podía decir la verdad. Caminó de aquella manera un poco más, para después soltarle a medida que llegarían al cuartel marine que se veía en las cercanías. El panorama lluvioso era sin duda alguna, poco apetecible. Le desagradaba el frío y la lluvia,por lo cual no sabía si estaba más deprimida que anteriormente. " Si estamos aquí seguramente habrá mucho trabajo. " dijo al llegar al cuartel, que si bien no se veía grande, muchas tropas se hallaban ahí. No le gustaba estar en islas que pertenecían al gobierno, pero le interesaba, así que de alguna forma se podía ver como sus ganas iban bajando a medida que habían avanzado en aquella isla.
- Vice-almirante Miura, fue un placer escoltarla hasta aquí. Por favor, tome asiento mientras que iré a por el capitán para tener una corta reunión de informe. - decía, saludando de manera firme, cambiando por completo de comportamiento ya que estaban en la base. Ella también lo haría, haciendo una solo señal para después entrar en la sala pequeña, esperando ser seguida por el albino. Dentro de la sala, una mesa cuadrada, con cuatro sillas, donde se sentó sin más. - Hmmm. ¿Qué opinas? - preguntó antes de sacarse la pipa y empezar a dar pequeñas caladas. Pensaba que eso la hacía parecer mucho más interesante. Quizás no tan joven y sin experiencia. Lo cierto es que era de las más jovenes en su puesto, por no decir la que más. Muchos la intentaban intimidar, quizás por lo inofensiva que se veía. Era como un pez pequeño en un mar de tiburones, pero el espíritu era fuerte, así que hacía lo que podía para imponer el respecto de alguna forma más que con sus puños. No tuvieron mucho tiempo a su disposición para entablar una conversación normal, pues de una manera rápida el capitán y su teniente entrarían en prisa, con cierta mueca de desagrado. Era un hombre pasado de los cincuenta, con una estatura grandiosa y musculosa, que hacía quedar casi en ridículo tanto al Shichibukai como a la rubia. El hombre saludó en desgano, nada más verle se podía notar cierto rechazo hacía la vicealmirante, como también a su acomapañante de pelo blanco. Suspiró. No era extraño. La envidia era algo normal en los humanos, y el hecho de que quizás el hombre había trabajado muy duro durante muchos años para llegar en ese sitio podía hacerle pensar que un ascenso repentino de alguien que parecía débil, era injusto.
- Buenos días y bienvenidos a St. Poplar. - no pedía disculpas por no haber podido acudir al muelle, y quizás hasta lo había hecho a posta. - La situación aquí es difícil de mantener bajo control aún con la ayuda del gobierno, que se ríe en nuestras narices por el hecho de que muchas veces tienen que intervenir y hasta entonces con pocos resultados. Esta siempre ha sido una isla que hemos podido controlar, pero como el paso al Nuevo Mundo está cerrado, se está convirtiendo en un problema para nosotros. - decía, mientras su teniente pondría sobre la mesa un informe, justo bajo las narices de la rubia. Exprimiendo la pipa con sus labios rosados, esta abrió dicha carpeta para leer su contenido. - Hmm... - pensó durante un momento. Sabía leer, por supuesto. Pero también sabía que habrían muchos detalles que quizás podía pasar si era la única que lo leería. Y lo cierto es que no le apetecía tener alguna pregunta del peliblanco que no pudiese contestar. Aparte, ¿eran compañeros, verdad? Él tendría que haber llegado ahí sólo, ella le estaba acompañando a él. Le pareció una falta de respeto el hecho de que al shichibukai no se le había entregado nada, así que simplemente movió la carpeta delante del hombre para que lo lea. Se preguntaba que tanto tendrían que quedarse en aquella isla. No era de su agrado, ni la isla ni el trato que se la estaba dando nada más llegar. También el hecho de ir acompañada por un ouka influía bastante, cosa que no se daba cuenta pero, por alguna razón extraña, la molestaba. - Estoy esperando tu informe verbal, capitán.- terminaba por decir, no de una manera molesta, pero si seca y clara. Con un solo adjetivo, había dejado claro que, le gustase o no, el hombre estaba un par de rangos por debajo suyo.
Al llegar al puerto, siguió a Eden hasta estar en el muelle, donde varios oficiales de la Marina les daba la bienvenida. El shichibukai se quedó un tanto atrás, dando ordenes a su tripulación mientras que la rubia caminaba a la par con el que se presentaba como teniente de aquella ciudad. - Se agradece que alguien ha venido a recibirnos de todas formas. - agradecía con una simple sonrisa mientras intentaba hacer sus pasos pequeños para que los que habían detrás no se separan demasiado del grupo. No era por seguridad, pero no consideraba cortés dejar atrás al que había estado con ella durante todo aquel tiempo en alta mar, aunque no fuera de manera directa. - Si me permite, vice-almirante, he oído muchísimas cosas buenas sobre usted que al parecer son ciertas. Pese a ostentar un cargo tan importante puede llevar una conversación sin hacer que nosotros nos pongamos nerviosos, creo que estamos muy cómodos, esto irá como la seda. - decía, visiblemente nervioso quizás por no meter la pata. La mujer dejó escapar una sonrisa de lado a lado mientras palmoteaba la espalda del teniente. - Claro, claro. Pero también si no me hacen caso puedo ser bastante temible. - lo decía a modo de broma, aunque ellos habían captado el mensaje y se echaron a reír un poco tensos. - ¡Era broma! No soy adepta de los castigos, pero se que os agrado y me van a escuchar por eso. - guiñó un ojo, como lo había hecho con Edén tiempo atrás, aunque sobre los marines había tenido un efecto visiblemente notorio.
- Antes de que lleguemos a nuestro destino, creo que a todos de aquí nos irán bien un par de consejos. El capitán os espera así que posiblemente no tendremos otra oportunidad para hablar. - pedía el teniente, algo más relajado, mientras la lluvia caía sobre el paraguas rojo, haciendo cierto ruido. La rubia se tomaba algo de tiempo admirando la multitud de canales que se iban encontrando a su paso, y la manera en la que llovía que, en verdad, parecía eterna. - Hmm, consejos. - pensó durante un momento, para después volver su atención hacía los demás que, aunque caminaban, tenían los ojos apuntados hacía ella. - Diría que mi consejo es trabajar duro. Mmmmh, entrenar, volverse más fuerte y nunca olvidar de donde habéis empezado. Supongo que muchos altos cargos olvidan eso. Pero tampoco me hagan mucho caso, que soy la nueva. - todos se echaron a reír mientras que el camino se estaba haciendo un poco más ameno. La verdad es que le gustaba aquello, era mucho mejor que estar en el barco con el peliblanco, pero eso no se lo diría directamente. Había intentado mirar hacía atrás anteriormente, pero al parecer la mirada ajena no estaba en ella como había supuesto. Pero en aquellos momentos vio la necesidad de mirar por el rabillo del ojo, y de aprovechar mientras que los oficiales estaban hablando sobre algo para alcanzar el brazo de su compañero y agarrarlo con su propio brazo, colocando el paraguas de tal forma que ambos quedasen bajo el mismo.
- No te quedes atrás. - mencionó con una sonrisa y, si bien él iba a intentar zafarse del agarro, esta ejercería la presión necesaria para que eso no pasara. Era verdad, no estaba realmente en la misma facción, y quizás diferentes rumores se propagarían ante tal acto que no sería del todo dañidos depende para que oídos, puesto que los altos mandos realmente la habían mandado a acercarse al hombre por lo cual aquello era poco ético pero necesario. Aún así, eso no es lo que había dentro de su mente. Como antes pasó con el ouka, notó que las preguntas se volvían cada vez más personales. Y no le gustaba hablar de ella misma con cualquiera. Dar un nivel adecuado de fan service sin tener que desvelar muchas cosas sobre su experiencia. Estaba un poco harta de la pregunta "¿Cómo llegaste de civil a un puesto tan importante?". Aparte de no ser de sus incumbencias, consideraba que la historia que contaba era muy incierta, por lo cual era mejor callarse ya que no podía decir la verdad. Caminó de aquella manera un poco más, para después soltarle a medida que llegarían al cuartel marine que se veía en las cercanías. El panorama lluvioso era sin duda alguna, poco apetecible. Le desagradaba el frío y la lluvia,por lo cual no sabía si estaba más deprimida que anteriormente. " Si estamos aquí seguramente habrá mucho trabajo. " dijo al llegar al cuartel, que si bien no se veía grande, muchas tropas se hallaban ahí. No le gustaba estar en islas que pertenecían al gobierno, pero le interesaba, así que de alguna forma se podía ver como sus ganas iban bajando a medida que habían avanzado en aquella isla.
- Vice-almirante Miura, fue un placer escoltarla hasta aquí. Por favor, tome asiento mientras que iré a por el capitán para tener una corta reunión de informe. - decía, saludando de manera firme, cambiando por completo de comportamiento ya que estaban en la base. Ella también lo haría, haciendo una solo señal para después entrar en la sala pequeña, esperando ser seguida por el albino. Dentro de la sala, una mesa cuadrada, con cuatro sillas, donde se sentó sin más. - Hmmm. ¿Qué opinas? - preguntó antes de sacarse la pipa y empezar a dar pequeñas caladas. Pensaba que eso la hacía parecer mucho más interesante. Quizás no tan joven y sin experiencia. Lo cierto es que era de las más jovenes en su puesto, por no decir la que más. Muchos la intentaban intimidar, quizás por lo inofensiva que se veía. Era como un pez pequeño en un mar de tiburones, pero el espíritu era fuerte, así que hacía lo que podía para imponer el respecto de alguna forma más que con sus puños. No tuvieron mucho tiempo a su disposición para entablar una conversación normal, pues de una manera rápida el capitán y su teniente entrarían en prisa, con cierta mueca de desagrado. Era un hombre pasado de los cincuenta, con una estatura grandiosa y musculosa, que hacía quedar casi en ridículo tanto al Shichibukai como a la rubia. El hombre saludó en desgano, nada más verle se podía notar cierto rechazo hacía la vicealmirante, como también a su acomapañante de pelo blanco. Suspiró. No era extraño. La envidia era algo normal en los humanos, y el hecho de que quizás el hombre había trabajado muy duro durante muchos años para llegar en ese sitio podía hacerle pensar que un ascenso repentino de alguien que parecía débil, era injusto.
- Buenos días y bienvenidos a St. Poplar. - no pedía disculpas por no haber podido acudir al muelle, y quizás hasta lo había hecho a posta. - La situación aquí es difícil de mantener bajo control aún con la ayuda del gobierno, que se ríe en nuestras narices por el hecho de que muchas veces tienen que intervenir y hasta entonces con pocos resultados. Esta siempre ha sido una isla que hemos podido controlar, pero como el paso al Nuevo Mundo está cerrado, se está convirtiendo en un problema para nosotros. - decía, mientras su teniente pondría sobre la mesa un informe, justo bajo las narices de la rubia. Exprimiendo la pipa con sus labios rosados, esta abrió dicha carpeta para leer su contenido. - Hmm... - pensó durante un momento. Sabía leer, por supuesto. Pero también sabía que habrían muchos detalles que quizás podía pasar si era la única que lo leería. Y lo cierto es que no le apetecía tener alguna pregunta del peliblanco que no pudiese contestar. Aparte, ¿eran compañeros, verdad? Él tendría que haber llegado ahí sólo, ella le estaba acompañando a él. Le pareció una falta de respeto el hecho de que al shichibukai no se le había entregado nada, así que simplemente movió la carpeta delante del hombre para que lo lea. Se preguntaba que tanto tendrían que quedarse en aquella isla. No era de su agrado, ni la isla ni el trato que se la estaba dando nada más llegar. También el hecho de ir acompañada por un ouka influía bastante, cosa que no se daba cuenta pero, por alguna razón extraña, la molestaba. - Estoy esperando tu informe verbal, capitán.- terminaba por decir, no de una manera molesta, pero si seca y clara. Con un solo adjetivo, había dejado claro que, le gustase o no, el hombre estaba un par de rangos por debajo suyo.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
La lluvia le recordaba tantas cosas, tanto buenas como malas, en Spider Miles y hasta en Shimotsuki cuando llovía era un momento especial para Eden, careciendo de muchas diversiones a veces pensaba que aquello era una especie de aventura, por entonces a él le agradaban las historias de los marines que, audaces desafiaban a las tormentas para llevar justicia a cualquier parte del mundo, muchas veces sus compañeros le debatieron la razón para no unirse a la marina, después de todo Eden siempre pareció tener una filiación por sus ideales, empero, la cosa era que al carecer de presencia en su isla natal llegó al convencimiento que eran meras instituciones solo interesadas en proteger a aquellas islas que les rendían tributo o que les eran útiles de alguna manera, como era de esperarse, en la isla de la chatarra no existía nada de valor, salvo la mano de obra y eso no era demasiado para una entidad como el gobierno mundial. Por tales motivos, el albino cerró un momento los ojos y tuvo un fragmento pequeño de hace años.
Silverman tenía ya quince años, estaba en el grupo intermedio de espadachines y según Sakura si se esforzaba un poco más estaría en los avanzados dentro de apenas un año, era su meta ya que Natsumi se encontraba ahí, aunque también le dolería dejar a sus dos amigos, Ebert, proveniente de Loguetown, cuya meta era volverse un samurái para ingresar eventualmente a la marina y servir como toda su familia en la misma y por otro lado Tseru, proveniente de Flevance, él buscaba convertirse en una especie de policía dentro de su isla natal para ahuyentar a todos los ladrones que pretendían robar las riquezas de la misma. Junto a ellos pasaba buenos momentos, compartían ciertas aficiones e incluso intercambiaban historia, eran los únicos que quedaban en el grupo intermedios, aquel año no había sido especialmente bueno, casi todos desertaban, en total ya solo existían diez alumnos contando a los cinco nuevos de los cuales algunos parecían ya querer irse de igual manera.
Como fuere, aquel día estaba lloviendo, el entrenamiento se había tratado de la meditación y los movimientos suaves, algo que resultaba más fácil de decir que de hacer, tras ello hubo un par de combates donde como siempre el de mayor habilidad fue Tseru seguido de Ebert y teniendo como final a Eden, aunque al menos ahora era capaz de dar una buena batalla. Ya al caer la tarde pudo ver a Natsumi, ella se encontraba disfrutando de la lluvia en la playa, indiferente a que las gotas de agua mojasen todo su cuerpo, por alguna razón le gustaba aquel clima, ella provenía de la Grand Line aunque hasta el momento jamás le había revelado el lugar exacto, según ella le gustaba guardar un poco el misterio, eso era en realidad raro aunque en cierto modo bastante interesante. Entre ella y el albino no había palabras, era como si ambos se entendiesen mutuamente estando allí parados mirando al mar, solamente la mano de Eden se movía para sujetar la contraría, esta no le rechazaba sino que se entrelazaba con la misma, la sonrisa tenue de ambos se hacía presente, para ambos era una especie de comienzo, empero, el de menor habilidad tenía ya una meta en la vida, esa meta era alcanzar a Natsumi, pues solo así podría ser digno de hacerle una pregunta directa, una que ambos sabían, sin embargo, nunca la dirían abiertamente hasta que fuese el momento adecuado.
-¿Ah?- el Ouka reaccionó ante la pregunta de Miura mirándole por un momento y negando con la cabeza tratando de despertar de aquella ensoñación repentina -Parece que la isla es bastante húmeda- fue lo mejor que se le ocurrió decir, en realidad no le estaba prestando la atención debida a su compañera y pensó que ella se refería a la isla, aunque tras analizarlo un momento llegó a la deducción que era más viable que se tratase de la situación, no obstante, rectificar le haría quedar como un tonto que la ignoraba, así que era mejor fingir que le estaba tratando de hacer un chiste o algo similar, uno de los horribles y seguramente muy torpes, de hecho apenas caía en el hecho que estaban en una oficina, en una mesa y esperando al capitán, ¿acaso anduvo como zombie todo ese tramo?, era muy posible.
Por su lado, Silverman subió los pies a la mesa sin importarle que sus botas escurriesen algo de agua sobre la misma y se recargó confiado en la silla, era un poco mal educado aunque no le importaba, siendo un Ouka se podía dar ciertos lujos ya que tenía inmunidad mientras no hiciese nada malo, además, si todos le trataban como una especie de bandolero no veía motivos para no hacerlo, le gustaba ser respetado y respetar, aunque si eso no sucedía tampoco le incomodaba corresponder de una forma adecuada. “No debo pensar más en eso, ya pasó” se recriminaba respecto al hecho de recordar aquella escena en Shimotsuki gracias al agarre de Miura, aunque estaba consciente que, conforme más ella parecía acercarse más recuerdos le venían a la mente, pensaba que eso ya estaba enterrado, al parecer no era así, le faltaba mucho para que eso estuviese finiquitado de una vez por todas, necesitaba trabajar más en ese asunto, pues de no hacerlo seguramente se dejaría llevar como antes y todo acabaría en tragedia.
Una vez el capitán ingresó al sitio y explico las cosas se le pasó un informe a la vice-almirante, ella a su vez lo movió para con Eden aunque este no le hizo caso, no lo necesitaba, estaba ya seguro de lo que estaba sucediendo según su percepción. -Tengo experiencia tratando con muchos criminales- obviamente aquellos también, para algo pasaban su vida entera dedicados a su captura, aunque existía una diferencia circunstancial muy importante -El paso de la isla Gyojin al Nuevo Mundo quedó cerrado por el invierno, además, dirigirse desde Sabaody a la isla de los tritones es peligroso por el otoño que ahora padece la Grand Line, es normal que se aglomeren en las últimas islas de cada corriente- cerró sus ojos estando bastante seguro de lo que estaba afirmando -Los supernovas han desaparecido desde lo acontecido en Drumm, Sabaody ya no es tan segura pues ahí se ha establecido parte de las actividades del Ouka Shichibukai y encima ahí los mismos piratas son enemigos, sin embargo, aquí, en St. Poplar, es el último lugar donde uno buscaría criminales, es una isla dominada por el gobierno, claro, supongo que si nos han traído aquí no es por la afluencia pirata, existen suficientes elementos para detenerlos- abrió los ojos y giró su cabeza estando recargado de manera tal que la silla se inclinaba un poco hacía atrás otorgándole una postura cómoda y holgada -Si no me equivoco, estamos aquí para encontrar “el nido de ratas”, es decir, en una ciudad como esta, el único problema que podría existir es que ellos se oculten tan bien, que les sea imposible atraparlos, robos discretos, venta de drogas de manera muy sutil, todo eso debe estar pasando, ¿no?- el capitán y el teniente guardaron silencio, aunque el rostro de aquel marine lo decía todo, enfadado, incluso hasta indignado quizás, aunque parecía que el chico había dado en el clavo.
Silverman tenía ya quince años, estaba en el grupo intermedio de espadachines y según Sakura si se esforzaba un poco más estaría en los avanzados dentro de apenas un año, era su meta ya que Natsumi se encontraba ahí, aunque también le dolería dejar a sus dos amigos, Ebert, proveniente de Loguetown, cuya meta era volverse un samurái para ingresar eventualmente a la marina y servir como toda su familia en la misma y por otro lado Tseru, proveniente de Flevance, él buscaba convertirse en una especie de policía dentro de su isla natal para ahuyentar a todos los ladrones que pretendían robar las riquezas de la misma. Junto a ellos pasaba buenos momentos, compartían ciertas aficiones e incluso intercambiaban historia, eran los únicos que quedaban en el grupo intermedios, aquel año no había sido especialmente bueno, casi todos desertaban, en total ya solo existían diez alumnos contando a los cinco nuevos de los cuales algunos parecían ya querer irse de igual manera.
Como fuere, aquel día estaba lloviendo, el entrenamiento se había tratado de la meditación y los movimientos suaves, algo que resultaba más fácil de decir que de hacer, tras ello hubo un par de combates donde como siempre el de mayor habilidad fue Tseru seguido de Ebert y teniendo como final a Eden, aunque al menos ahora era capaz de dar una buena batalla. Ya al caer la tarde pudo ver a Natsumi, ella se encontraba disfrutando de la lluvia en la playa, indiferente a que las gotas de agua mojasen todo su cuerpo, por alguna razón le gustaba aquel clima, ella provenía de la Grand Line aunque hasta el momento jamás le había revelado el lugar exacto, según ella le gustaba guardar un poco el misterio, eso era en realidad raro aunque en cierto modo bastante interesante. Entre ella y el albino no había palabras, era como si ambos se entendiesen mutuamente estando allí parados mirando al mar, solamente la mano de Eden se movía para sujetar la contraría, esta no le rechazaba sino que se entrelazaba con la misma, la sonrisa tenue de ambos se hacía presente, para ambos era una especie de comienzo, empero, el de menor habilidad tenía ya una meta en la vida, esa meta era alcanzar a Natsumi, pues solo así podría ser digno de hacerle una pregunta directa, una que ambos sabían, sin embargo, nunca la dirían abiertamente hasta que fuese el momento adecuado.
-¿Ah?- el Ouka reaccionó ante la pregunta de Miura mirándole por un momento y negando con la cabeza tratando de despertar de aquella ensoñación repentina -Parece que la isla es bastante húmeda- fue lo mejor que se le ocurrió decir, en realidad no le estaba prestando la atención debida a su compañera y pensó que ella se refería a la isla, aunque tras analizarlo un momento llegó a la deducción que era más viable que se tratase de la situación, no obstante, rectificar le haría quedar como un tonto que la ignoraba, así que era mejor fingir que le estaba tratando de hacer un chiste o algo similar, uno de los horribles y seguramente muy torpes, de hecho apenas caía en el hecho que estaban en una oficina, en una mesa y esperando al capitán, ¿acaso anduvo como zombie todo ese tramo?, era muy posible.
Por su lado, Silverman subió los pies a la mesa sin importarle que sus botas escurriesen algo de agua sobre la misma y se recargó confiado en la silla, era un poco mal educado aunque no le importaba, siendo un Ouka se podía dar ciertos lujos ya que tenía inmunidad mientras no hiciese nada malo, además, si todos le trataban como una especie de bandolero no veía motivos para no hacerlo, le gustaba ser respetado y respetar, aunque si eso no sucedía tampoco le incomodaba corresponder de una forma adecuada. “No debo pensar más en eso, ya pasó” se recriminaba respecto al hecho de recordar aquella escena en Shimotsuki gracias al agarre de Miura, aunque estaba consciente que, conforme más ella parecía acercarse más recuerdos le venían a la mente, pensaba que eso ya estaba enterrado, al parecer no era así, le faltaba mucho para que eso estuviese finiquitado de una vez por todas, necesitaba trabajar más en ese asunto, pues de no hacerlo seguramente se dejaría llevar como antes y todo acabaría en tragedia.
Una vez el capitán ingresó al sitio y explico las cosas se le pasó un informe a la vice-almirante, ella a su vez lo movió para con Eden aunque este no le hizo caso, no lo necesitaba, estaba ya seguro de lo que estaba sucediendo según su percepción. -Tengo experiencia tratando con muchos criminales- obviamente aquellos también, para algo pasaban su vida entera dedicados a su captura, aunque existía una diferencia circunstancial muy importante -El paso de la isla Gyojin al Nuevo Mundo quedó cerrado por el invierno, además, dirigirse desde Sabaody a la isla de los tritones es peligroso por el otoño que ahora padece la Grand Line, es normal que se aglomeren en las últimas islas de cada corriente- cerró sus ojos estando bastante seguro de lo que estaba afirmando -Los supernovas han desaparecido desde lo acontecido en Drumm, Sabaody ya no es tan segura pues ahí se ha establecido parte de las actividades del Ouka Shichibukai y encima ahí los mismos piratas son enemigos, sin embargo, aquí, en St. Poplar, es el último lugar donde uno buscaría criminales, es una isla dominada por el gobierno, claro, supongo que si nos han traído aquí no es por la afluencia pirata, existen suficientes elementos para detenerlos- abrió los ojos y giró su cabeza estando recargado de manera tal que la silla se inclinaba un poco hacía atrás otorgándole una postura cómoda y holgada -Si no me equivoco, estamos aquí para encontrar “el nido de ratas”, es decir, en una ciudad como esta, el único problema que podría existir es que ellos se oculten tan bien, que les sea imposible atraparlos, robos discretos, venta de drogas de manera muy sutil, todo eso debe estar pasando, ¿no?- el capitán y el teniente guardaron silencio, aunque el rostro de aquel marine lo decía todo, enfadado, incluso hasta indignado quizás, aunque parecía que el chico había dado en el clavo.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
No le gustaban los sabelotodo. No porque la pusiera en evidencia la situación per se, sino que se sentía rodeada de enemigos. Y eso que estaban en una base marine, con un capitán y un shichibukai. Iban en el mismo equipo pero bandos diferentes por lo que ella podía sentir. Edén había colocando sus pies en lo alto de la mesa, cosa que no pasaba desapercibido para los oficiales de aquella isla. Sentía el desagrado del capitán hacía la pareja, que pese al tiempo que había pasado en alta mar, no habían llegada a ser una pareja del todo funcional. No le molestó el hecho de que parecía no tener educación, o que estaban en una base marine y esas cosas no se hacían. De hecho de ser unos meses atrás, ella también colocaba sus botas de acero de aquella forma, pero cuando llegaba al respeto, Kotori había aprendido un par de lecciones en el templo y fuera de él. Como sea, lo que realmente la molestó es que, pese al hecho de que le había puesto el informe en frente, demostrando así que realmente iban juntos y no había ningún tipo de "secreto" que se debía tener entre ambos. Si fuese otra persona, seguramente hubiese pensado mal el hecho de que la muchacha leyese un informe y tuviese que contarle lo que a ella le parecía. Aún así, no dijo nada. Se limitó a ver la escena desde la perspectiva de una extraña a aquella mesa.
El humo se estaba interponiendo entre ella y el musculado capitán. Había notado que Edén no había prestado casi nada de atención a aquel viaje. Lo había cogido del brazo para evitar así a los nuevos marines pero, en vez de rechistar o decir algo al respeto, su cara ni siquiera había cambiado. ¿Había hecho algo mal? Una vez dentro de la sala murmuró un par de palabras que ni siquiera iban en aquella conversación, más no tenía tiempo de pensar en su reacción anterior. La manera en la que habían sido tratados en aquel cuartel, la molestaba de una forma personal. Edén mostraba lo mucho que sabía sobre la situación, aún sin tener que leerse el informe.¿Es que a caso no tenía miedo a equivocarse? Ese era uno de sus miedos, al estar ocupando una función tan importante. No es que en muchos casos no supiese que decir si no que temía que no fuera lo adecuado. Odiaba dar con presupuesto, abrir su bocaza y así quedar en evidencia. Pero su caso era diferente, los ouka no eran muy queridos ya de por si, teniendo en cuenta que normalmente los peores criminales aceptaban el puesto para andar jodiendo a otros antes de tener que joderse a si mismos. Pero en su caso, no había sido pirata. No era malo, ni siquiera su informe lo decía. Si no que, diferente. Y eso la rubia lo había podido ver desde el principio.
Suspiró un tanto abatida, de la misma forma que lo había hecho en Marineford. Sus uñas empezaron a moverse la mano mientras que el capitán estaba visiblemente molesto por su petición, o quizás por la manera en la que le había hecho sentir llamándole por su rango. El teniente empieza a hablar, salvando así aquel momento. - De hecho, es verdad. Tenemos algunos informes sobre su modus operandi, pero no hemos conseguido gran cosa hasta ahora. Tenemos nuestras ratas también, pero creemos que los criminales se conocen con anterioridad entre ellos, así que es bastante difícil infiltrarse, o que cierta información sobre su localización se filtre. Todo está muy encubierto, y de hecho ni sabemos su número exacto. - terminó diciendo. Ni tan solo una información viable en aquellas palabras, y eso no le gustaba ni un ápice. Aparte de eso, era muy extraño que mandaran a una persona de su rango a infiltrarse de aquella forma. ¿O quizás solo tenían que patrullar para que aquello no se salga de control? La rubia pensó de forma rápida, aunque no con muchos resultados. Acatar órdenes era algo más simple que tener que dar las órdenes, para los que necesitabas cierto grado de comprehensión y conocimientos de los que aún dudaba. Aún así, su mirada intentaba mostrarse pasiva ante aquella situación. Su cargo no le daba espacio a bromear.
Expulsó el humo con cuidado y delicadeza. - Ya veo lo que está pasando aquí. - Miró con recriminación al capitán, quien ya desde hacía un rato no hablaba, por el simple hecho de que su orgullo no le dejaba, seguramente. La muchacha se levanta. - Preparad dos habitaciones. Vamos a tomar el pulso por ahora y veremos que hacer en la noche. Seguramente es cuando tengamos que actuar. - No había mejor manera que salir a la ciudad por si mismos, y ver como estaban las cosas ahí. Por su lado, la manera en la que trataba al shichibukai era diferente. De estar en un espacio más amistoso, se intentaría acercar a él, pero, ahí mismo, ni siquiera se había dignado en mirarle, y menos después de que no se había tomado la molestia de coger los papeles que ella había pasado. Si bien no había quedado en ridículo, poco le había faltado. Era querida en la Marina, pero no por todos. Todos los que estaban en sus veintes, la admiraban. Ostentar dicho puesto con aquella edad y tan poca experiencia era como un rayo de esperanza para ellos también. Kotori representaba un colectivo de reclutas que, hoy en día, se esforzaban incluso más para poder ver si corrían la misma suerte de la rubia. Pero después estaban los que tenían experiencia más poco rango, por el motivo que fuese. Ese tipo de personas son los que más detestaba su presencia, por lo cual sabía que trabajar como la seda quizás no sería una opción.
Aún así,no debía de olvidar a lo que había venido aquí. Ella estaba siguiendo al hombre. Tenía que ver como y en base a que actuaba. La que estaba siendo evaluada, en aquellos momentos no era ella, así que debía de quedarse en un plano secundario, y limitarse a mirar. - Por ahora vamos a dar una vuelta por la ciudad. - decía, levantándose de su silla con aparente delicadeza. No iba a dejar que la actuación de ambos se interponga en lo que tenía que hacer. - Té caliente por favor, como me pase mucho más tiempo aquí me voy a quedar helada. - No estaba acostumbrada al frío, o más bien no le gustaba. Le habían avisado de que GL era una mezcla poco definida en cuanto los climas, así que tenía que apechugarlo. El teniente daría ordenes de inmediato, y el té la esperaría en la puerta. tomó la taza y la fue bebiendo poco a poco mientras salían de la base marine. Rechazó la propuesta de ser acompañada por más que Edén, mientras soltaba la taza vacía sobre la mesa. No le gustó como había sido tratada ahí dentro, y, como siempre, al sentir el rechazo prefería mantener las distancias. Luego haría su parte de dar el informe a sus superiores sobre la isla, y no se iba a cortar ni un pelo en expresar la molestia que habían causado. Seguramente el capitán pensaba que por ser una novata también tenía poco cerebro, y la verdad es que Kotori a simple vista, parecía inofensiva. Pero se notaba que aún no se le conocía lo suficiente.
Una vez fuera de la base marine, se paró en medio de la calle, poniéndose justo delante del hombre con rapidez, haciendo que su cuerpos se toquen durante un breve momento por la inercia que el peliblanco tenía al caminar. Mostró un rostro de enfado, con las cejas juntadas, mientras que Momo aparecía de entre el kimono casi con el mismo rostro. - ¿Sabes que debemos trabajar juntos, verdad? - preguntaba con indignación. Aún así, dejó el paraguas recto, para que el hombre estuviese resguardado de la lluvia. Edén era un tanto más alto que ella, lo suficiente para hacerla mirar hacía arriba si quería hacer contacto visual directo. Sus pupilas eran como dos almendras, pequeñas e inexpresivas. Llevaba una vestimenta negra simple, con un poco de rojo en los bordes y un kimono a medio poner, de color blanco. Parecían salidos del mismo sitio, por la manera de vestir quizás, pero la realidad no podía ser más diferente: no tenían nada en común, y el shichibukai la hacía saber eso con cada movimiento. - ¿No puedes poner un poco de tu parte? - ni ella sabía a lo que se refería. Estaba enfadada pero no sabría decir porque. La actuación de su compañero no fue mala, aunque tampoco buena, pero no la afectaba en nada en realidad. Pero aún así, quizás se esperaba que él la hiciera algo de caso. Algo más caso de lo normal. Pero su relación no era muy diferente a lo que era cuando se conocieron por primera vez.
El humo se estaba interponiendo entre ella y el musculado capitán. Había notado que Edén no había prestado casi nada de atención a aquel viaje. Lo había cogido del brazo para evitar así a los nuevos marines pero, en vez de rechistar o decir algo al respeto, su cara ni siquiera había cambiado. ¿Había hecho algo mal? Una vez dentro de la sala murmuró un par de palabras que ni siquiera iban en aquella conversación, más no tenía tiempo de pensar en su reacción anterior. La manera en la que habían sido tratados en aquel cuartel, la molestaba de una forma personal. Edén mostraba lo mucho que sabía sobre la situación, aún sin tener que leerse el informe.¿Es que a caso no tenía miedo a equivocarse? Ese era uno de sus miedos, al estar ocupando una función tan importante. No es que en muchos casos no supiese que decir si no que temía que no fuera lo adecuado. Odiaba dar con presupuesto, abrir su bocaza y así quedar en evidencia. Pero su caso era diferente, los ouka no eran muy queridos ya de por si, teniendo en cuenta que normalmente los peores criminales aceptaban el puesto para andar jodiendo a otros antes de tener que joderse a si mismos. Pero en su caso, no había sido pirata. No era malo, ni siquiera su informe lo decía. Si no que, diferente. Y eso la rubia lo había podido ver desde el principio.
Suspiró un tanto abatida, de la misma forma que lo había hecho en Marineford. Sus uñas empezaron a moverse la mano mientras que el capitán estaba visiblemente molesto por su petición, o quizás por la manera en la que le había hecho sentir llamándole por su rango. El teniente empieza a hablar, salvando así aquel momento. - De hecho, es verdad. Tenemos algunos informes sobre su modus operandi, pero no hemos conseguido gran cosa hasta ahora. Tenemos nuestras ratas también, pero creemos que los criminales se conocen con anterioridad entre ellos, así que es bastante difícil infiltrarse, o que cierta información sobre su localización se filtre. Todo está muy encubierto, y de hecho ni sabemos su número exacto. - terminó diciendo. Ni tan solo una información viable en aquellas palabras, y eso no le gustaba ni un ápice. Aparte de eso, era muy extraño que mandaran a una persona de su rango a infiltrarse de aquella forma. ¿O quizás solo tenían que patrullar para que aquello no se salga de control? La rubia pensó de forma rápida, aunque no con muchos resultados. Acatar órdenes era algo más simple que tener que dar las órdenes, para los que necesitabas cierto grado de comprehensión y conocimientos de los que aún dudaba. Aún así, su mirada intentaba mostrarse pasiva ante aquella situación. Su cargo no le daba espacio a bromear.
Expulsó el humo con cuidado y delicadeza. - Ya veo lo que está pasando aquí. - Miró con recriminación al capitán, quien ya desde hacía un rato no hablaba, por el simple hecho de que su orgullo no le dejaba, seguramente. La muchacha se levanta. - Preparad dos habitaciones. Vamos a tomar el pulso por ahora y veremos que hacer en la noche. Seguramente es cuando tengamos que actuar. - No había mejor manera que salir a la ciudad por si mismos, y ver como estaban las cosas ahí. Por su lado, la manera en la que trataba al shichibukai era diferente. De estar en un espacio más amistoso, se intentaría acercar a él, pero, ahí mismo, ni siquiera se había dignado en mirarle, y menos después de que no se había tomado la molestia de coger los papeles que ella había pasado. Si bien no había quedado en ridículo, poco le había faltado. Era querida en la Marina, pero no por todos. Todos los que estaban en sus veintes, la admiraban. Ostentar dicho puesto con aquella edad y tan poca experiencia era como un rayo de esperanza para ellos también. Kotori representaba un colectivo de reclutas que, hoy en día, se esforzaban incluso más para poder ver si corrían la misma suerte de la rubia. Pero después estaban los que tenían experiencia más poco rango, por el motivo que fuese. Ese tipo de personas son los que más detestaba su presencia, por lo cual sabía que trabajar como la seda quizás no sería una opción.
Aún así,no debía de olvidar a lo que había venido aquí. Ella estaba siguiendo al hombre. Tenía que ver como y en base a que actuaba. La que estaba siendo evaluada, en aquellos momentos no era ella, así que debía de quedarse en un plano secundario, y limitarse a mirar. - Por ahora vamos a dar una vuelta por la ciudad. - decía, levantándose de su silla con aparente delicadeza. No iba a dejar que la actuación de ambos se interponga en lo que tenía que hacer. - Té caliente por favor, como me pase mucho más tiempo aquí me voy a quedar helada. - No estaba acostumbrada al frío, o más bien no le gustaba. Le habían avisado de que GL era una mezcla poco definida en cuanto los climas, así que tenía que apechugarlo. El teniente daría ordenes de inmediato, y el té la esperaría en la puerta. tomó la taza y la fue bebiendo poco a poco mientras salían de la base marine. Rechazó la propuesta de ser acompañada por más que Edén, mientras soltaba la taza vacía sobre la mesa. No le gustó como había sido tratada ahí dentro, y, como siempre, al sentir el rechazo prefería mantener las distancias. Luego haría su parte de dar el informe a sus superiores sobre la isla, y no se iba a cortar ni un pelo en expresar la molestia que habían causado. Seguramente el capitán pensaba que por ser una novata también tenía poco cerebro, y la verdad es que Kotori a simple vista, parecía inofensiva. Pero se notaba que aún no se le conocía lo suficiente.
Una vez fuera de la base marine, se paró en medio de la calle, poniéndose justo delante del hombre con rapidez, haciendo que su cuerpos se toquen durante un breve momento por la inercia que el peliblanco tenía al caminar. Mostró un rostro de enfado, con las cejas juntadas, mientras que Momo aparecía de entre el kimono casi con el mismo rostro. - ¿Sabes que debemos trabajar juntos, verdad? - preguntaba con indignación. Aún así, dejó el paraguas recto, para que el hombre estuviese resguardado de la lluvia. Edén era un tanto más alto que ella, lo suficiente para hacerla mirar hacía arriba si quería hacer contacto visual directo. Sus pupilas eran como dos almendras, pequeñas e inexpresivas. Llevaba una vestimenta negra simple, con un poco de rojo en los bordes y un kimono a medio poner, de color blanco. Parecían salidos del mismo sitio, por la manera de vestir quizás, pero la realidad no podía ser más diferente: no tenían nada en común, y el shichibukai la hacía saber eso con cada movimiento. - ¿No puedes poner un poco de tu parte? - ni ella sabía a lo que se refería. Estaba enfadada pero no sabría decir porque. La actuación de su compañero no fue mala, aunque tampoco buena, pero no la afectaba en nada en realidad. Pero aún así, quizás se esperaba que él la hiciera algo de caso. Algo más caso de lo normal. Pero su relación no era muy diferente a lo que era cuando se conocieron por primera vez.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
“Lo suponía” pensó Eden mirando al techo mientras estaba haciendo algunas conjeturas muy abiertas, aunque posiblemente exactas. Primero, St. Poplar al ser una conocida ciudad bajo el mando del gobierno era un sitio ideal para encubrir sus actos, después de todo lo que menos aceptaría el gobierno era que debajo de sus barbas estaban ocultos criminales, por tanto, nunca se realizaría una guardia a gran escala, eso alertaría a la población y al resto de las islas, para bien o para mal, si algo le importaba a esa institución gris y rodeada de misterio era precisamente mantener la imagen que eran capaces de controlar cualquier situación, de hecho la vista de una vice-almirante y un Ouka no era algo irregular, era bien sabido que las ciudades controladas solían recibir a ciertos cargos para inspecciones y demás, por tanto, incluso ante los civiles ellos no eran más que algunos visitantes esporádicos sin ningún fin particular.
En segundo, la lluvia y el clima eran ideales para actividades criminales, parecía una tontería, aunque si uno lo analizaba encontraba la razón. La mayoría de los negocios en aquel sitio eran a puerta cerrada o dentro de viviendas, pues obviamente la incesante lluvia no era algo que agradase cuando se estaba comiendo o charlando amenamente, esto irremediablemente implicaba que cualquier nuevo negocio sería visto como algo casual incluso estando en una casa, por tanto, la marina y el gobierno no tenía mucho más que hacer que las revisiones generales, incluso se podría pensar que estaban ya en contacto con varios comerciantes, pues que fuese una ciudad controlada por la justicia no significaba que sus habitantes estuviesen en esa línea, quizás incluso la revolución estaba detrás de todo aquello, al final de cuentas “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, siguiendo esa premisa no sería extraño que algunas actividades pirata en contra de la marina y el gobierno fuesen subsidiadas por aquellos rebeldes, aunque claro, esto no estaba plenamente comprobado, eran teorías que tenía Eden y que algunas vez había compartido con el mismo Abner, este pese a su aspecto, estaba bien enterado y tenía cierta experiencia en esos temas.
Tercero y final, en aquella ciudad no se podía efectuar un combate abierto pues al estar tan juntas las viviendas debido a los canales y encima al tener una amplía población, el riesgo de dañar a un tercero -lo que sería un daño colateral- incrementaba exponencialmente hasta el punto que era casi inevitable pensar que si se enfrentaban abiertamente contra una docena de criminales existirían las bajas civiles y esto generaría no solo molestia sino pánico en la población general, algo que sin duda sería utilizado por la prensa y otras facciones contrarias para señalar que en realidad el gobierno mundial no era tan poderoso como se pensaba, a nivel imagen aquello podía ser bastante jodido para la institución, sin duda alguna aquellos piratas ocultos en la isla debían tener mucho ingenio, probablemente no eran demasiado listos, aunque sin duda el ingenio les había resultado a las mil maravillas si es que todo estaba previsto de tal manera.
Tras un momento justo cuando pensaba decir algo más se vio sorprendido por la petición de Kotori respecto a las habitaciones y al hecho de actuar en la noche, pensaba que aquello era un error aunque no quiso decirlo abiertamente, se notaba molesta por algo y era mejor no acentuar eso, le gustase o no su puesto dentro de los Oukas podía depender bastante del informe que diese aquella mujer y sinceramente no tenía ganas de convertirse en un criminal, si bien era cierto que no había cometido ninguno, estaba seguro que si era dado de baja de aquel selecto grupo el gobierno no le dejaría andar a sus anchas, eso lo tuvo bien claro desde el momento en que la invitación llegó a sus manos y desde el primer paso que dio en Mariejois para ser reconocido como un “perro” por parte del almirante de flota en representación del Gorosei. -Gracias- fue lo único que dijo antes de ponerse en pie y seguir a la chica, en realidad a él no le importaba mucho el trato recibido en aquel sitio, claro que era un tanto molesto, aunque eso era cosa de las circunstancias más que de otra cosa.
Se vio a sí mismo chocando con Miura y retrocedió al menos tres pasos casi de forma instantánea ante aquel hecho, no elevó su guardia pues no esperaba un ataque, aunque el contacto pareció tener un efecto no deseado en su persona. Las preguntas de la marine llegaron con cierta fuerza y él simplemente se giró para observar atrás, con su mantra detectaba que los otros estaban todavía en la sala, sin embargo estaba tomando un momento para responder sin que aquello sonase demasiado mal, lo que menos necesitaba era estar en una isla repleta de marines y agentes enemistado con la única persona que les agradaba -Lo sé, me lo dijiste en Marineford y lo has venido repitiendo todo el viaje, créeme, no soy tonto- sus manos se colocaron en los bolsillos de su pantalón y ladeó un tanto su cabeza -No obstante, creo que trabajar en la noche es un error táctico, la isla tiene un clima lluvioso incesante, eso significa que la noche será tan oscura que apenas podremos ver- ya que, no iban a estar en la plaza principal, dudaba mucho que los piratas se reuniesen a tomar el té en la mitad de la isla, el sitio más concurrido de todos y cercano a las bases del gobierno y la marina -A menos que tengas visión nocturna y conozcas la ciudad como si la hubieses construido tú, dudo que tengamos éxito, nuestra probabilidad es muy baja- y es que, independientemente de la fuerza de ambos, aquello se trataba en parte de fortuna y en parte de habilidad para la vigilancia, algo en lo cual seguramente los agentes del gobierno les superaban a ambos con creces.
-Por otro lado- pasó al lado de ella sin girar a verla siquiera -Si vamos a trabajar juntos creo que necesitas dejar de actuar como una niña- se detuvo apenas cinco pasos al haberla rebasado y la miró por encima del hombro con tranquilidad, su voz no era agresiva aunque el contenido de sus comentarios podían hacerlo ver así -No te ofendas, pero hablas como si pensases que no es necesario matar a nadie- volvió a mirar al frente donde ya un par de rasos abrían las puertas, eran la escolta de ambos hasta las habitaciones en aquella base -Y eso no siempre es verdad, tarde o temprano nos enfrentamos a una decisión así, si no puedo confiar en que harás lo necesario llegado el momento…no sé cómo puedo confiar entonces- y con ello se adelantó junto a los chicos.
En segundo, la lluvia y el clima eran ideales para actividades criminales, parecía una tontería, aunque si uno lo analizaba encontraba la razón. La mayoría de los negocios en aquel sitio eran a puerta cerrada o dentro de viviendas, pues obviamente la incesante lluvia no era algo que agradase cuando se estaba comiendo o charlando amenamente, esto irremediablemente implicaba que cualquier nuevo negocio sería visto como algo casual incluso estando en una casa, por tanto, la marina y el gobierno no tenía mucho más que hacer que las revisiones generales, incluso se podría pensar que estaban ya en contacto con varios comerciantes, pues que fuese una ciudad controlada por la justicia no significaba que sus habitantes estuviesen en esa línea, quizás incluso la revolución estaba detrás de todo aquello, al final de cuentas “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, siguiendo esa premisa no sería extraño que algunas actividades pirata en contra de la marina y el gobierno fuesen subsidiadas por aquellos rebeldes, aunque claro, esto no estaba plenamente comprobado, eran teorías que tenía Eden y que algunas vez había compartido con el mismo Abner, este pese a su aspecto, estaba bien enterado y tenía cierta experiencia en esos temas.
Tercero y final, en aquella ciudad no se podía efectuar un combate abierto pues al estar tan juntas las viviendas debido a los canales y encima al tener una amplía población, el riesgo de dañar a un tercero -lo que sería un daño colateral- incrementaba exponencialmente hasta el punto que era casi inevitable pensar que si se enfrentaban abiertamente contra una docena de criminales existirían las bajas civiles y esto generaría no solo molestia sino pánico en la población general, algo que sin duda sería utilizado por la prensa y otras facciones contrarias para señalar que en realidad el gobierno mundial no era tan poderoso como se pensaba, a nivel imagen aquello podía ser bastante jodido para la institución, sin duda alguna aquellos piratas ocultos en la isla debían tener mucho ingenio, probablemente no eran demasiado listos, aunque sin duda el ingenio les había resultado a las mil maravillas si es que todo estaba previsto de tal manera.
Tras un momento justo cuando pensaba decir algo más se vio sorprendido por la petición de Kotori respecto a las habitaciones y al hecho de actuar en la noche, pensaba que aquello era un error aunque no quiso decirlo abiertamente, se notaba molesta por algo y era mejor no acentuar eso, le gustase o no su puesto dentro de los Oukas podía depender bastante del informe que diese aquella mujer y sinceramente no tenía ganas de convertirse en un criminal, si bien era cierto que no había cometido ninguno, estaba seguro que si era dado de baja de aquel selecto grupo el gobierno no le dejaría andar a sus anchas, eso lo tuvo bien claro desde el momento en que la invitación llegó a sus manos y desde el primer paso que dio en Mariejois para ser reconocido como un “perro” por parte del almirante de flota en representación del Gorosei. -Gracias- fue lo único que dijo antes de ponerse en pie y seguir a la chica, en realidad a él no le importaba mucho el trato recibido en aquel sitio, claro que era un tanto molesto, aunque eso era cosa de las circunstancias más que de otra cosa.
Se vio a sí mismo chocando con Miura y retrocedió al menos tres pasos casi de forma instantánea ante aquel hecho, no elevó su guardia pues no esperaba un ataque, aunque el contacto pareció tener un efecto no deseado en su persona. Las preguntas de la marine llegaron con cierta fuerza y él simplemente se giró para observar atrás, con su mantra detectaba que los otros estaban todavía en la sala, sin embargo estaba tomando un momento para responder sin que aquello sonase demasiado mal, lo que menos necesitaba era estar en una isla repleta de marines y agentes enemistado con la única persona que les agradaba -Lo sé, me lo dijiste en Marineford y lo has venido repitiendo todo el viaje, créeme, no soy tonto- sus manos se colocaron en los bolsillos de su pantalón y ladeó un tanto su cabeza -No obstante, creo que trabajar en la noche es un error táctico, la isla tiene un clima lluvioso incesante, eso significa que la noche será tan oscura que apenas podremos ver- ya que, no iban a estar en la plaza principal, dudaba mucho que los piratas se reuniesen a tomar el té en la mitad de la isla, el sitio más concurrido de todos y cercano a las bases del gobierno y la marina -A menos que tengas visión nocturna y conozcas la ciudad como si la hubieses construido tú, dudo que tengamos éxito, nuestra probabilidad es muy baja- y es que, independientemente de la fuerza de ambos, aquello se trataba en parte de fortuna y en parte de habilidad para la vigilancia, algo en lo cual seguramente los agentes del gobierno les superaban a ambos con creces.
-Por otro lado- pasó al lado de ella sin girar a verla siquiera -Si vamos a trabajar juntos creo que necesitas dejar de actuar como una niña- se detuvo apenas cinco pasos al haberla rebasado y la miró por encima del hombro con tranquilidad, su voz no era agresiva aunque el contenido de sus comentarios podían hacerlo ver así -No te ofendas, pero hablas como si pensases que no es necesario matar a nadie- volvió a mirar al frente donde ya un par de rasos abrían las puertas, eran la escolta de ambos hasta las habitaciones en aquella base -Y eso no siempre es verdad, tarde o temprano nos enfrentamos a una decisión así, si no puedo confiar en que harás lo necesario llegado el momento…no sé cómo puedo confiar entonces- y con ello se adelantó junto a los chicos.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
- Estoy empezando a dudarlo. Pareces brillante pero careces de sentido común. O quizás te guste llevar esa pasividad de mierda que sinceramente, no te llevará a ningún sitio conmigo. A veces hay que tomar decisiones, tomar partes. Por si no lo sabes, pese a estar en la misma facción el capitán nos odia, cosa que no hará buena la comunicación, y posiblemente el trabajo nos lo traguemos nosotros, así como la responsabilidad de como salga. Por no decir que yo no trabajo con el gobierno si no es por obligación. Así que disculpa si te ofendo, pero estoy un poco cabreada ahora mismo. - se había quitado un peso de encima. El impulso había salido de su corazón en palabras disparadas, aunque el hombre realmente no la estaba mirando. No era raro estar sola ni trabajar sola, pero ahora se tenían que amoldar el uno al otro, y lo tenían que hacer rápido. No le gustaba no caerle bien a la gente. Como todo en aquella vida, lo idealizaba hasta el máximo. Pensaba que todos podían ser sus amigos, era parte del carácter que le habían dado en un templo budista y era totalmente comprensible. Había trabajado en Marineford tan duro sólo para caer bien a la gente alrededor suya. No era lo suyo hacer papeles, y aún así lo llevaba al máximo, solo para que luego no tenga reproches. La frustraba si tenía algún error, y siempre intentaba mejorar aunque muchas de las cosas que tenía que hacer eran claramente superiores a sus capacidades, y lo sabía muy bien.
La muchacha con una educación de monje no había quedado tan atrás. El mundo la había cambiado, pero su esencia seguía siendo la misma. Suave, pero a la vez agresiva en momentos que lo merecían. Sus razones muchas veces eran por algo que había pasado dentro de su corazón o su mente, no necesariamente actos de los demás, y muchas veces pasaba por alto actos que realmente deberían enfadarla. Era en verdad, alguien peculiar cosa que quizás hacía difícil saber que decir o que hacer para caerle bien, pero siempre apreciaba una persona con intenciones buenas. - Estamos caminando desde hacía un rato solos, pero en cambio no dijiste nada de lo que te parecía. Creo que en una relación de compañerismo la comunicación es muy importante, y dudo que no te he dado oportunidad de acercarte a mi y hablarme en todo momento. Soy humana, me puedo equivocar. Hablando la gente se entiende, y dos mentes razonan mejor que una aunque ya veo que crees tenerlo todo bajo control. - miró hacía otro lado mientras este pasaba con indiferencia por su lado, haciendo como si no le importaba, pero en realidad el pequeño viento que su kimono hacía al pasar por su lado y rozarle el brazo, se le hacía un tanto molesto. Quizás doloroso. Quería que el acercamiento entre ambos occuriese ya. Estaba impaciente por ser realmente su compañera, y quizás eso se había notado desde que se tomó la molestia de conocerle en el barco, sin mucho resultado.
Las últimas palabras de Edén trajo decepción a la cara de la rubia, que ahora caminaba un paso por detrás, justo al lado de él. Obviamente habían rumores alrededor del shichibukai, y no sólo de él sino de todos los compañeros. Ser un Ouka implicaba, la mayoría de las veces ser un criminal anteriormente. En el caso del peliblanco, un cazador independiente que, si bien desde su informe no resultaba estar motivado por el dinero, seguramente algún tipo de motivación había, más allá de hacer el bien como él lo había dicho anteriormente. La desconfianza también crecía en el corazón de la rubia ante aquellas palabras. - ¿Sabes qué? Es verdad que somos diferentes. - se paro en seco durante un momento. Su rostro tenía un rastro de tristeza, así como sus palabras. Había esperado demasiado de Edén, y se lo estaba recriminando a ella misma. Sacó su pipa para empezar a dar un par de caladas. No se merecía dejarse guiar por los sentimientos en aquellos momentos, y eso la ayudaría a no hacerlo. Se puso al mismo nivel que el hombre que anteriormente había pasado por su lado con indiferencia. Debía dejar claro un par de cosas antes de que aquello se pusiera feo. - No creo que la muerte sea una solución. No soy una criminal, ni tampoco soy una cazadora que se guía por el precio que las personas tienen sobre su cabeza. - empezaba a hablar, borrando cualquier sentimiento de su voz.
Tiró de nuevo de la pipa, barriendo las calles por donde ambos pasaban con la mirada. Su memoria no era especialmente buena, más bien como la media, pero seguramente algo le ayudaría. - Los tiempos en los que vivimos hoy en día, requieren dinero para casi todo. Es fácil meterse en líos por conseguir dinero para sobrevivir, las oportunidades no faltan. Pero no creo que hay que matar o encarcelar a todos. Los criminales deben ser juzgados en base a los hechos, no a las leyendas. Cada persona tiene su propia historia, y se merece un juicio antes de decidir que hacer. Ni siquiera a la Marina le conviene tener las cárceles llenas de quien roba un trozo de pan para sobrevivir. Los gastos son más grandes que los premios. - tomó un poco de aire en el pecho, para después expulsarlo y volver a fumar. Se estaba tranquilizando de a poco, por lo cual podía pensar sin tener esa impulsividad que la hacía poner el corazón sobre la mesa. - Y no pienso que matar a alguien es una opción. Nunca lo hice. - decía con sinceridad. Nunca había matado a alguien, y esa era la verdad. - Y espero nunca tener que decidir si quito o dejo con vida a alguien. La vida es un regalo de los dioses sobre el cual no deberíamos tener control. Las personas deberían morir por causas naturales, y vivir con la culpa. Matar es un regalo que yo no doy. Matar es olvidar tu culpa, y quizás volver a renacer, si Dios lo quiere. Y cuando eso pase, tu vida anterior no tiene mayor sentido. Todo quedará en el olvido, como las vidas de las personas que tomaste. La muerte no es un castigo, es una liberación, una expiación de los pecados, y nadie que haya hecho tales pecados se la merece. - tragaba en seco. Sabia que las culpas eran grandes, ella misma se culpaba por no haber podido moverse ni un ápice cuando su maestro murió.
- Las personas viven atormentadas con el recuerdo de las muertes que causaron. Ese es el peor castigo que se les podía dar, y es un castigo divino, no humano. Yo solo me encargo de que no vuelvan a repetirlo, encerrándolos en una habitación que da lo justo para poder sobrevivir. Eso enloquece a una persona, y son muy pocos los que pueden realmente escapar de sus propios demonios. Creo que es suficiente castigo. - terminaba por exponer su punto de vista. Eso le había dejado ver un montón sobre ella, aunque se arriesgaba de que la poca confianza que había depositado en ella se pierda al momento. Sonaba como una persona débil, y lo sabía. Pero no por ello lo era, aunque seguramente Edén supiera el hecho de que el tamaño de una persona o la bondad, no definía la fuerza. La fuerza se podía usar de muchas maneras, y es que elegir como se usa era la clave de la vida. Tampoco pensaba que lo que ella hacía era demasiado bueno. Había empezado la vida siendo un error, y la terminaría haciendo un error. La venganza no era buena, pero era lo único que podía devolverle la paz y quitar parte de la culpa que llevaba. - Mi maestro ha muerto a mi lado sin que yo pudiese moverme un ápice. No dejaré que nadie más muera, los humanos no han sido creados para que se maten entre ellos, si no para vivir en paz y aprender uno de los otros. - volvía a decir con cierta emoción, carraspeando un poco la garganta e intentando no recordar nada, pese a habar hablado de ello. - Reconozco que de noche podría ser más difícil y peligroso, pero también es el tiempo cuando las actividades criminales suelen ser más frecuentes. Aún así, estoy aquí para acompañarte, no para liderar.
La muchacha con una educación de monje no había quedado tan atrás. El mundo la había cambiado, pero su esencia seguía siendo la misma. Suave, pero a la vez agresiva en momentos que lo merecían. Sus razones muchas veces eran por algo que había pasado dentro de su corazón o su mente, no necesariamente actos de los demás, y muchas veces pasaba por alto actos que realmente deberían enfadarla. Era en verdad, alguien peculiar cosa que quizás hacía difícil saber que decir o que hacer para caerle bien, pero siempre apreciaba una persona con intenciones buenas. - Estamos caminando desde hacía un rato solos, pero en cambio no dijiste nada de lo que te parecía. Creo que en una relación de compañerismo la comunicación es muy importante, y dudo que no te he dado oportunidad de acercarte a mi y hablarme en todo momento. Soy humana, me puedo equivocar. Hablando la gente se entiende, y dos mentes razonan mejor que una aunque ya veo que crees tenerlo todo bajo control. - miró hacía otro lado mientras este pasaba con indiferencia por su lado, haciendo como si no le importaba, pero en realidad el pequeño viento que su kimono hacía al pasar por su lado y rozarle el brazo, se le hacía un tanto molesto. Quizás doloroso. Quería que el acercamiento entre ambos occuriese ya. Estaba impaciente por ser realmente su compañera, y quizás eso se había notado desde que se tomó la molestia de conocerle en el barco, sin mucho resultado.
Las últimas palabras de Edén trajo decepción a la cara de la rubia, que ahora caminaba un paso por detrás, justo al lado de él. Obviamente habían rumores alrededor del shichibukai, y no sólo de él sino de todos los compañeros. Ser un Ouka implicaba, la mayoría de las veces ser un criminal anteriormente. En el caso del peliblanco, un cazador independiente que, si bien desde su informe no resultaba estar motivado por el dinero, seguramente algún tipo de motivación había, más allá de hacer el bien como él lo había dicho anteriormente. La desconfianza también crecía en el corazón de la rubia ante aquellas palabras. - ¿Sabes qué? Es verdad que somos diferentes. - se paro en seco durante un momento. Su rostro tenía un rastro de tristeza, así como sus palabras. Había esperado demasiado de Edén, y se lo estaba recriminando a ella misma. Sacó su pipa para empezar a dar un par de caladas. No se merecía dejarse guiar por los sentimientos en aquellos momentos, y eso la ayudaría a no hacerlo. Se puso al mismo nivel que el hombre que anteriormente había pasado por su lado con indiferencia. Debía dejar claro un par de cosas antes de que aquello se pusiera feo. - No creo que la muerte sea una solución. No soy una criminal, ni tampoco soy una cazadora que se guía por el precio que las personas tienen sobre su cabeza. - empezaba a hablar, borrando cualquier sentimiento de su voz.
Tiró de nuevo de la pipa, barriendo las calles por donde ambos pasaban con la mirada. Su memoria no era especialmente buena, más bien como la media, pero seguramente algo le ayudaría. - Los tiempos en los que vivimos hoy en día, requieren dinero para casi todo. Es fácil meterse en líos por conseguir dinero para sobrevivir, las oportunidades no faltan. Pero no creo que hay que matar o encarcelar a todos. Los criminales deben ser juzgados en base a los hechos, no a las leyendas. Cada persona tiene su propia historia, y se merece un juicio antes de decidir que hacer. Ni siquiera a la Marina le conviene tener las cárceles llenas de quien roba un trozo de pan para sobrevivir. Los gastos son más grandes que los premios. - tomó un poco de aire en el pecho, para después expulsarlo y volver a fumar. Se estaba tranquilizando de a poco, por lo cual podía pensar sin tener esa impulsividad que la hacía poner el corazón sobre la mesa. - Y no pienso que matar a alguien es una opción. Nunca lo hice. - decía con sinceridad. Nunca había matado a alguien, y esa era la verdad. - Y espero nunca tener que decidir si quito o dejo con vida a alguien. La vida es un regalo de los dioses sobre el cual no deberíamos tener control. Las personas deberían morir por causas naturales, y vivir con la culpa. Matar es un regalo que yo no doy. Matar es olvidar tu culpa, y quizás volver a renacer, si Dios lo quiere. Y cuando eso pase, tu vida anterior no tiene mayor sentido. Todo quedará en el olvido, como las vidas de las personas que tomaste. La muerte no es un castigo, es una liberación, una expiación de los pecados, y nadie que haya hecho tales pecados se la merece. - tragaba en seco. Sabia que las culpas eran grandes, ella misma se culpaba por no haber podido moverse ni un ápice cuando su maestro murió.
- Las personas viven atormentadas con el recuerdo de las muertes que causaron. Ese es el peor castigo que se les podía dar, y es un castigo divino, no humano. Yo solo me encargo de que no vuelvan a repetirlo, encerrándolos en una habitación que da lo justo para poder sobrevivir. Eso enloquece a una persona, y son muy pocos los que pueden realmente escapar de sus propios demonios. Creo que es suficiente castigo. - terminaba por exponer su punto de vista. Eso le había dejado ver un montón sobre ella, aunque se arriesgaba de que la poca confianza que había depositado en ella se pierda al momento. Sonaba como una persona débil, y lo sabía. Pero no por ello lo era, aunque seguramente Edén supiera el hecho de que el tamaño de una persona o la bondad, no definía la fuerza. La fuerza se podía usar de muchas maneras, y es que elegir como se usa era la clave de la vida. Tampoco pensaba que lo que ella hacía era demasiado bueno. Había empezado la vida siendo un error, y la terminaría haciendo un error. La venganza no era buena, pero era lo único que podía devolverle la paz y quitar parte de la culpa que llevaba. - Mi maestro ha muerto a mi lado sin que yo pudiese moverme un ápice. No dejaré que nadie más muera, los humanos no han sido creados para que se maten entre ellos, si no para vivir en paz y aprender uno de los otros. - volvía a decir con cierta emoción, carraspeando un poco la garganta e intentando no recordar nada, pese a habar hablado de ello. - Reconozco que de noche podría ser más difícil y peligroso, pero también es el tiempo cuando las actividades criminales suelen ser más frecuentes. Aún así, estoy aquí para acompañarte, no para liderar.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Eden continuó caminando sin hacer caso a lo que decía ella, en realidad estaba intentando omitir todo lo que pensaba de dichas palabras, estaba consciente que no era del agrado del capitán, aunque eso no era una sorpresa, los Oukas en rara ocasión eran del agrado de alguien, incluso hombres como Eden y hasta Gates que antaño ayudaron a las instituciones eran mal vistos, una cosa de facción suponía, no obstante, a él poco o nada le importaba la opinión que tuviesen ellos de él, algo que parecía ser contrario a la chica, ella estaba interesada en ganarse su reconocimiento o algo así, cosa que Eden no comprendía bien, se supone que ella era de un rango superior, ¿qué le podía importar lo que pensasen sus subordinados?, a veces uno tenía que aceptar el hecho que no le caía bien a todas las personas, empecinarse en buscar ser agradable para todo mundo era una niñería, de hecho era algo tan tonto que no le cabía por la cabeza que eso estuviese buscando la rubia, aunque, hilando las cosas del barco y de los días juntos, comenzó a creer que era en realidad exactamente lo que ella deseaba, caerle bien a todos.
La calle y la lluvia les hizo de nuevo compañía, los rasos les estaban dirigiendo a la zona de hospedaje de aquella base marine, era sencilla pues siendo una isla del gobierno seguramente la base principal estaba destinada solamente para los agentes, en cambio a ellos les tocaría dormir en un edificio pequeño donde se veían algunas luces encendidas, no era extraño, quizás incluso estaban ahí algunos diplomáticos de otras islas, como podría ser Arabasta que se sabía tenía desde hace tiempo trato con el gobierno mundial aunque no estaba afiliado al mismo.
Para su mala suerte, en todo ese tiempo la mujer no paró de hablar e incluso se detuvo a mitad de camino, los marines por suerte no se dieron cuenta y prosiguieron pensando que las dos entidades le seguían, por un momento estuvo a punto de dejarla hablando sola, aunque prefirió detener su marcha y girarse parcialmente para ver a la chica que ahora hablaba sobre cosas que a Silverman le sonaban vacías. ¿Dios?, él ni siquiera creía en eso, desde Spider Miles sus abuelos le habían inculcado que no existía tal cosa como una fuerza invisible superior que lo comandase, él creaba su destino, él…no una entidad falsa, no un ser amorfo con características de fábula, nadie controlaba su vida, jamás iba a ser una marioneta de alguien invisible, para él la idea de Dios no existía, de hecho era hasta algo irrisorio, Sakura, una erudita versada en temas de investigación no creía en ello, ¿de verdad Kotori estaba apelando a eso ante Eden?. Por si fuera poco, ella ahora hablaba sobre lo que era el bien y el mal, otro tema que hace tiempo el albino había concluido, aquello no existía, siempre iban a ser puntos de vista nada más, para los piratas el bien era hacer lo que ellos deseaban a costa de cualquier precio, o incluso imponiendo sus propias reglas, lo que habitualmente llevaba al abuso del poder, para la marina y el gobierno el bien implicaba frenar a los piratas garantizando la paz, para la revolución el bien era destruir al gobierno y en todo caso a la marina para erradicar los privilegios que estas instituciones brindaban a ciertas clases sociales y finalmente para los Ouka y cazadores el bien era simplemente lo conveniente para cada individuo, en un tiempo el ronin -pues ya no se nombraría samurái como tal- pensaba que él era parte de los “buenos”, empero, ahora sabía que solo fingía.
-Bonitas palabras, creo que te servirán para alentar a un grupo de reclutas un día- comentó sin burlarse de ella, de haberlo hecho hubiese sonreído, en realidad no estaba destinado a ser una comedia de la chica, solo estaba expresando sus ideas, unas que claramente no congeniaban con ella, aunque curiosamente eso en lugar de hacerle enfadar solo incrementaba una curiosidad peligrosa, una que, necesitaba erradicar de una vez de su cabeza, ella solo le traería ruina y amargura, ella era la viva imagen del fracaso de Eden -Aunque, lamento decepcionarte, quizás pensabas otra cosa, o esperabas que yo fuese una especie de paladín de la justicia, una especie de caballero con armadura y sangre azul- se giró dándole la espalda, podría haber dicho muchas cosas, discutir en tantos conceptos de una manera intelectual, aunque no estaba en sus planes hacer de eso un drama, en esa relación él estaba en desventaja, necesitaba seguir siendo un Ouka y para eso a veces tenía que agachar la cabeza, a eso se le llamaba madurar. -Yo soy un perro- aseguró sin temor -Un miembro de la Ouka Shichibukai, eso es lo que somos, no somos héroes, tampoco somos paladines de la verdad o la justicia, hago lo que se debe para ayudar al gobierno, a veces no congenio con algunas reglas, pero por eso soy un Ouka, porque así puedo considerar la situación y reaccionar de acuerdo a ella, mientras cumpla mi deber no importa nada más- miró al cielo un momento, sin duda alguna muchos estarían decepcionados de él, desde sus abuelos hasta Oku probablemente, aunque eso no importaba, el chico dejó atrás los días en que pretendía cumplir expectativas de los difuntos, el mundo real era cruel y diverso. -Soy un loco como has dicho, he matado a mucha gente y sabes que, no me arrepiento de casi ninguna…- en ese momento recordó a Natsumi -En serio desearía que tu compañero fuese alguien tan “bueno” como tú, sin embargo esto puede acabar fácil…has un maldito reporte indicando que cumplo mis deberes y así ambos nos libramos de esta farsa- en ese momento comenzó a caminar rumbo al edificio donde ya los marines habían llegado abriendo las puertas y admirándose de no haberse dado cuenta que dejaron a los otros dos muy atrás.
Aunque, al igual que la chica, el hombre se detuvo apenas andar unos cuantos metros y elevó para ella -Una última cosa, si yo mato a un hombre y lo “libero” como has dicho, mientras tú los encierras para que vivan años en un sufrimiento continúo, entonces dime, vice-almirante Kotori Miura, ¿quién de los dos es más cruel?...es irónico- en realidad él pensaba que era cruel, pero tras los argumentos de la mujer había entendido que estaba equivocado, entre los dos ella era mucho más cruel que él, aunque eso tampoco importaba ya, solo quería dormir un rato, estar solo, la fémina le removía demasiadas cosas, tantas que no recordaba la última vez que habló de forma sincera sobre cosas como su papel dentro de la Ouka Shichibukai.
La calle y la lluvia les hizo de nuevo compañía, los rasos les estaban dirigiendo a la zona de hospedaje de aquella base marine, era sencilla pues siendo una isla del gobierno seguramente la base principal estaba destinada solamente para los agentes, en cambio a ellos les tocaría dormir en un edificio pequeño donde se veían algunas luces encendidas, no era extraño, quizás incluso estaban ahí algunos diplomáticos de otras islas, como podría ser Arabasta que se sabía tenía desde hace tiempo trato con el gobierno mundial aunque no estaba afiliado al mismo.
Para su mala suerte, en todo ese tiempo la mujer no paró de hablar e incluso se detuvo a mitad de camino, los marines por suerte no se dieron cuenta y prosiguieron pensando que las dos entidades le seguían, por un momento estuvo a punto de dejarla hablando sola, aunque prefirió detener su marcha y girarse parcialmente para ver a la chica que ahora hablaba sobre cosas que a Silverman le sonaban vacías. ¿Dios?, él ni siquiera creía en eso, desde Spider Miles sus abuelos le habían inculcado que no existía tal cosa como una fuerza invisible superior que lo comandase, él creaba su destino, él…no una entidad falsa, no un ser amorfo con características de fábula, nadie controlaba su vida, jamás iba a ser una marioneta de alguien invisible, para él la idea de Dios no existía, de hecho era hasta algo irrisorio, Sakura, una erudita versada en temas de investigación no creía en ello, ¿de verdad Kotori estaba apelando a eso ante Eden?. Por si fuera poco, ella ahora hablaba sobre lo que era el bien y el mal, otro tema que hace tiempo el albino había concluido, aquello no existía, siempre iban a ser puntos de vista nada más, para los piratas el bien era hacer lo que ellos deseaban a costa de cualquier precio, o incluso imponiendo sus propias reglas, lo que habitualmente llevaba al abuso del poder, para la marina y el gobierno el bien implicaba frenar a los piratas garantizando la paz, para la revolución el bien era destruir al gobierno y en todo caso a la marina para erradicar los privilegios que estas instituciones brindaban a ciertas clases sociales y finalmente para los Ouka y cazadores el bien era simplemente lo conveniente para cada individuo, en un tiempo el ronin -pues ya no se nombraría samurái como tal- pensaba que él era parte de los “buenos”, empero, ahora sabía que solo fingía.
-Bonitas palabras, creo que te servirán para alentar a un grupo de reclutas un día- comentó sin burlarse de ella, de haberlo hecho hubiese sonreído, en realidad no estaba destinado a ser una comedia de la chica, solo estaba expresando sus ideas, unas que claramente no congeniaban con ella, aunque curiosamente eso en lugar de hacerle enfadar solo incrementaba una curiosidad peligrosa, una que, necesitaba erradicar de una vez de su cabeza, ella solo le traería ruina y amargura, ella era la viva imagen del fracaso de Eden -Aunque, lamento decepcionarte, quizás pensabas otra cosa, o esperabas que yo fuese una especie de paladín de la justicia, una especie de caballero con armadura y sangre azul- se giró dándole la espalda, podría haber dicho muchas cosas, discutir en tantos conceptos de una manera intelectual, aunque no estaba en sus planes hacer de eso un drama, en esa relación él estaba en desventaja, necesitaba seguir siendo un Ouka y para eso a veces tenía que agachar la cabeza, a eso se le llamaba madurar. -Yo soy un perro- aseguró sin temor -Un miembro de la Ouka Shichibukai, eso es lo que somos, no somos héroes, tampoco somos paladines de la verdad o la justicia, hago lo que se debe para ayudar al gobierno, a veces no congenio con algunas reglas, pero por eso soy un Ouka, porque así puedo considerar la situación y reaccionar de acuerdo a ella, mientras cumpla mi deber no importa nada más- miró al cielo un momento, sin duda alguna muchos estarían decepcionados de él, desde sus abuelos hasta Oku probablemente, aunque eso no importaba, el chico dejó atrás los días en que pretendía cumplir expectativas de los difuntos, el mundo real era cruel y diverso. -Soy un loco como has dicho, he matado a mucha gente y sabes que, no me arrepiento de casi ninguna…- en ese momento recordó a Natsumi -En serio desearía que tu compañero fuese alguien tan “bueno” como tú, sin embargo esto puede acabar fácil…has un maldito reporte indicando que cumplo mis deberes y así ambos nos libramos de esta farsa- en ese momento comenzó a caminar rumbo al edificio donde ya los marines habían llegado abriendo las puertas y admirándose de no haberse dado cuenta que dejaron a los otros dos muy atrás.
Aunque, al igual que la chica, el hombre se detuvo apenas andar unos cuantos metros y elevó para ella -Una última cosa, si yo mato a un hombre y lo “libero” como has dicho, mientras tú los encierras para que vivan años en un sufrimiento continúo, entonces dime, vice-almirante Kotori Miura, ¿quién de los dos es más cruel?...es irónico- en realidad él pensaba que era cruel, pero tras los argumentos de la mujer había entendido que estaba equivocado, entre los dos ella era mucho más cruel que él, aunque eso tampoco importaba ya, solo quería dormir un rato, estar solo, la fémina le removía demasiadas cosas, tantas que no recordaba la última vez que habló de forma sincera sobre cosas como su papel dentro de la Ouka Shichibukai.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
Edén no quería reconocerla como su compañera. Se burlaba de sus palabras, o por lo menos así es como ella lo veía. Lejos de molestarla, no sintió nada. El hombre había decaído en sus ojos con las últimas palabras de aquel diálogo. Darse cuenta que, cuando por fin conoció algo de él, aquello no era lo que esperaba. No era la idea que se había hecho de él. Para la rubia no contaba nada ser de una facción o de otra. La fuerza y el apoyo se podría dar en base a unas convicciones, y obviamente no tendría que ser todas las metas de dicha facción. ¿Estaba ella de acuerdo con todas las ordenes que recibía? No, pero si que estaba de acuerdo con algunas de ellas, aunque muchas otras tenía que acatarlas a la fuerza. Por eso, juzgar a alguien en base a su facción era un error. Seguramente habría gente que acataría con gusto las ordenes que ella detestaba. Ambos eran Marines, pero diferentes y, quizás hasta opuestos. No veía razón alguna para que no puedan compartir una meta común, o tener una idea general igual sobre la vida, la muerte o la justicia. Había dejado muy claro que la justicia era algo subjetivo, ellos estaban ahí para decidir en base a sus cargos, pero eso no les hacía ser menos humanos. De hecho, si sabían como proyectar su poder, eran de los únicos que podían enseñar a la gente a llevar una vida sin violencia. El cargo ponía un peso enorme de responsabilidad.
- Esperaba conocerte a ti, no al ouka con el que partí de Marineford. - respondería de manera cortante pero sincera, entre medias de él. Lo cierto es que cuando estaba en las bases de la Marina, cambiaba. Se volvía menos sincera, y más arisca. Estar con personas que por todos los medios la intentaban vigilar, esperar la oportunidad de un error para culparla. La mayoría esperaban poder demostrar que se había hecho un error al darle dicho cargo en aquellas condiciones. Se sentía muchas veces como que jugaba un papel que no le correspondía, pero su meta era más importante que todo eso. Se limitaba en intentar cumplir todas las espectativas, y aún pensaba subir más de cargo si la situación lo apremiaba. Pero notaba que, contra más cargo, sus metas estaban tomando un rumbo que nunca imaginó. Intentaba quedarse neutral, pero le costaba bastante. Ver como había gente que la escuchaba, y la apreciaba. Que en los islas, los pueblerinos la querían y valoraban, hacía que lo que pensaran los altos mandos se quedara en un plano secundario. No quería caer bien a todo el mundo. Se le había visto en la oficina del capitán. No le interesaba caer bien a todo el mundo, pero si saber a quien le caía bien y a quién mal. Y al fin de cuentas, sólo pasaría en la isla un tiempo limitado, podía evitar la cara de las personas que la rechazaban. Pero Edén era diferente.
No sabía cuanto tiempo iba a pasar con él, aunque eso ni siquiera importaba a aquellas alturas. Se vio involucrada antes de poder darse cuenta. - Eres lo que tú quieres ser. La percepción que otros tienen de ti cambian en el momento que tu propia percepción de ti mismo, da el giro. Todo cambio empieza desde el interior. Convertirse en malo o bueno. Dar el paso a escoger el lado que más te interesa. Elegir vivir como un asesino o cambiar. Todo cambio se proyecta desde tu corazón y tu mente, al exterior. Y la gente ve eso. Se nota. No es como algo escrito o palpable. Es lenguaje corporal y el aura. El sexto sentido de los humanos. - explicaba. No dijo nada ante las siguientes palabras, porque notó un ápice de enfado en Edén. Era suficiente por ahora. Notar que realmente puede cambiar ese aura de pasividad, era un paso hace adelante. Aún así, le hubiera gustado tener otro tipo de vía para llegar hasta él. No le gustaba tener que empujar a alguien al límite, aunque aquella vena impulsiva podría hacer lo que fuera para conseguir su meta. No en vano sus ojos le habían seguido arriba y abajo. Algo despertaba la curiosidad de la rubia como nadie antes lo había hecho. O quizás sí. Por un momento recordó ese encuentro extraño con Henry. Realmente misterioso, llegó a ella y se marchó sin decir nada. Como la lluvia que paraba en seco, dejando el olor a tierra mojada quedar un rato. Pero no era lo mismo.
Edén no removía sus sentimientos como si fuera una tormeta que duraba cinco minutos, o un encuentro. Él era callado, y no dejaba a nadie acercase. Tenía sus maneras de hacer las cosas, ya que como aprendió hasta ahora lo había hecho todo solo. Y aún así, pese a no querer conocerla como Henry lo demostró anteriormente, ella sí quería conocerle a él. Quería saber sus gustos, sus disgustos. Aunque en el tiempo que llevaban juntos ya conoció alguno de ellos. Preguntó al cocinero que tipo de comida come, a los marineros que tipo de jefe era. Había puesto demasiado esfuerzo en aquella relación, porque nunca había tenido un compañero anteriormente. Le era fácil involucrarse en la vida de las personas, y el deseo de ayudar era tanto que podía superar cualquier pega. La diferencia era que, ahora mismo, la pega era la misma persona que pretendía ayudar. ¿Porqué quería estar tanto a su lado? A saber. Pese al rechazo que el ouka mostraba, seguía aferrándose a aquella relación. Y es que era curioso, todo estaba en sus manos. Podía redactar el informe y acabar con ello, pero algo le decía que iba a tardar en redactarlo más de la cuenta. Lo suficiente hasta que encuentre unas acciones buenas, para escribir un informe positivo. No se estaba dando cuenta que, a más que Edén la rechazaba, más quería acercarse. Pensaba que estaba en una zona segura, ya que no importaba lo que pesaba él no la vería como alguien importante en su vida, por lo cual si alguna vez desaparecería no importaba. Y eso, la mantenía con una visión clara y hasta una meta con respeto al joven.
Notó como él caminó algunos metros por delante, una vez solos. Ni se había percatado que habían llegado al edificio de las habitaciones. Sus palabras podrían haberla indignado, pero no lo hicieron. No se detuvo al escucharlas, si no que hasta sonrió de lado. ¿Qué decir? Habían muchos aspectos en la cual se podría considerar cruel, aunque la misma palabra era tan subjetiva, que cualquiera tendría opiniones diferentes. Llegó a su altura justo cuando este abría la puerta para retirarse en su habitación, pero la mano femenina impidió la acción. Su mirada se levantó del suelo, para buscar la ajena y, eventualmente, forzar el contacto visual. - Nunca he dicho que soy una persona buena, tú me has visto así porque es lo que intento ser. Has visto mis esfuerzos y has decidido que lo soy. Pero no te equivoques. No voy a firmar ni escribir ningún reporte hasta que no me demuestres que tipo de persona eres. Y me voy a quedar contigo lo suficiente para demostrarte que las vidas que quitase nunca se borrarán por completo de tu mente, Silverman. - su voz era a penas un susurro, pero lo suficientemente cortante como para que el hombre entienda que no estaba bromeando. Su boca se torcía en una sonrisa extraña. Diferente de todas las que había mostrado para él anteriormente, y quizás para los demás también.
Si bien su esencia seguía estando intacta, no era la misma niña estúpida que lloraba con facilidad. Había sufrido más dolor físico que ninguno, le habían cortado uno por uno, los miembros, muy de a poco, para convertirla en un monstruo. Pero ella no iba a dejar que eso pase. Su corazón aún tenía muchas cosas que ofrecer, podía hacer una diferencia en la vida de muchos, aunque de manera pasajera, pero si eso era suficiente para mejorar la vida de alguien y liberar la carga, lo haría. En ningún momento, pensaba en ella misma. - Cuando quitas la vida de alguien, en verdad extingues una generación completa. Las personas que mataste tenían por delante una vida que privaste, que podía influir de muchas formas en miles de otras personas. Estamos conectados entre nosotros mismos, mis decisiones pueden influir en la vida de otra persona y hasta en la tuya, y te lo voy a demostrar. - hablaba rápido, cogiendo un poco de aire con cada palabra. Habían demasiadas cosas que necesitaba que el supiera. Se había quedado callada por demasiado tiempo, y el corazón necesitaba expresarse de esa forma impertinente, muy típica de ella.
Los pasos de guardias viniendo en su posición hacía que la fémina afloje la mano que tenía sobre la puerta, y colocarla sobre su hombro, acercándose a la oreja del shichibukai. - La manera en la que desprecias la vida me molesta, pero no estoy aquí para atormentarte. La farsa continuará hasta que haya visto algo más de ti. Algo que nadie ha visto. Esa es la única forma de que escriba mi informe y me aleje de ti, Ouka. - pese a que sus labios casi tocaban el cuello de Edén, su cara se apartó al momento que los guardias pasaban, yendo en dirección contraria, como si los dos se habían encontrado por un breve instante. Sus pasos se acercarían a la habitación donde pasaría la estancia en St. Poplar. Las cosas habían tornado un rumbo inesperado, hasta para ella. Desde que había subido al rango de vicealmirante, se había encontrado con muchas decisiones difíciles, Edén era una de ellas. Se había arrepentido de lo que dijo al momento, pero no había vuelta atrás. Si pudiese coger esas palabras antes de que llegarían al oído del peliblanco, lo hubiese hecho. Al fin y al cabo, eso era lo que se denominaba impulso. Se arrepentía y preocupaba de que de alguna forma le había hecho sentir mal. No estaba en su carácter y aún así su voz había sido tan cortante que había herido hasta sus propios sentimientos.
- Esperaba conocerte a ti, no al ouka con el que partí de Marineford. - respondería de manera cortante pero sincera, entre medias de él. Lo cierto es que cuando estaba en las bases de la Marina, cambiaba. Se volvía menos sincera, y más arisca. Estar con personas que por todos los medios la intentaban vigilar, esperar la oportunidad de un error para culparla. La mayoría esperaban poder demostrar que se había hecho un error al darle dicho cargo en aquellas condiciones. Se sentía muchas veces como que jugaba un papel que no le correspondía, pero su meta era más importante que todo eso. Se limitaba en intentar cumplir todas las espectativas, y aún pensaba subir más de cargo si la situación lo apremiaba. Pero notaba que, contra más cargo, sus metas estaban tomando un rumbo que nunca imaginó. Intentaba quedarse neutral, pero le costaba bastante. Ver como había gente que la escuchaba, y la apreciaba. Que en los islas, los pueblerinos la querían y valoraban, hacía que lo que pensaran los altos mandos se quedara en un plano secundario. No quería caer bien a todo el mundo. Se le había visto en la oficina del capitán. No le interesaba caer bien a todo el mundo, pero si saber a quien le caía bien y a quién mal. Y al fin de cuentas, sólo pasaría en la isla un tiempo limitado, podía evitar la cara de las personas que la rechazaban. Pero Edén era diferente.
No sabía cuanto tiempo iba a pasar con él, aunque eso ni siquiera importaba a aquellas alturas. Se vio involucrada antes de poder darse cuenta. - Eres lo que tú quieres ser. La percepción que otros tienen de ti cambian en el momento que tu propia percepción de ti mismo, da el giro. Todo cambio empieza desde el interior. Convertirse en malo o bueno. Dar el paso a escoger el lado que más te interesa. Elegir vivir como un asesino o cambiar. Todo cambio se proyecta desde tu corazón y tu mente, al exterior. Y la gente ve eso. Se nota. No es como algo escrito o palpable. Es lenguaje corporal y el aura. El sexto sentido de los humanos. - explicaba. No dijo nada ante las siguientes palabras, porque notó un ápice de enfado en Edén. Era suficiente por ahora. Notar que realmente puede cambiar ese aura de pasividad, era un paso hace adelante. Aún así, le hubiera gustado tener otro tipo de vía para llegar hasta él. No le gustaba tener que empujar a alguien al límite, aunque aquella vena impulsiva podría hacer lo que fuera para conseguir su meta. No en vano sus ojos le habían seguido arriba y abajo. Algo despertaba la curiosidad de la rubia como nadie antes lo había hecho. O quizás sí. Por un momento recordó ese encuentro extraño con Henry. Realmente misterioso, llegó a ella y se marchó sin decir nada. Como la lluvia que paraba en seco, dejando el olor a tierra mojada quedar un rato. Pero no era lo mismo.
Edén no removía sus sentimientos como si fuera una tormeta que duraba cinco minutos, o un encuentro. Él era callado, y no dejaba a nadie acercase. Tenía sus maneras de hacer las cosas, ya que como aprendió hasta ahora lo había hecho todo solo. Y aún así, pese a no querer conocerla como Henry lo demostró anteriormente, ella sí quería conocerle a él. Quería saber sus gustos, sus disgustos. Aunque en el tiempo que llevaban juntos ya conoció alguno de ellos. Preguntó al cocinero que tipo de comida come, a los marineros que tipo de jefe era. Había puesto demasiado esfuerzo en aquella relación, porque nunca había tenido un compañero anteriormente. Le era fácil involucrarse en la vida de las personas, y el deseo de ayudar era tanto que podía superar cualquier pega. La diferencia era que, ahora mismo, la pega era la misma persona que pretendía ayudar. ¿Porqué quería estar tanto a su lado? A saber. Pese al rechazo que el ouka mostraba, seguía aferrándose a aquella relación. Y es que era curioso, todo estaba en sus manos. Podía redactar el informe y acabar con ello, pero algo le decía que iba a tardar en redactarlo más de la cuenta. Lo suficiente hasta que encuentre unas acciones buenas, para escribir un informe positivo. No se estaba dando cuenta que, a más que Edén la rechazaba, más quería acercarse. Pensaba que estaba en una zona segura, ya que no importaba lo que pesaba él no la vería como alguien importante en su vida, por lo cual si alguna vez desaparecería no importaba. Y eso, la mantenía con una visión clara y hasta una meta con respeto al joven.
Notó como él caminó algunos metros por delante, una vez solos. Ni se había percatado que habían llegado al edificio de las habitaciones. Sus palabras podrían haberla indignado, pero no lo hicieron. No se detuvo al escucharlas, si no que hasta sonrió de lado. ¿Qué decir? Habían muchos aspectos en la cual se podría considerar cruel, aunque la misma palabra era tan subjetiva, que cualquiera tendría opiniones diferentes. Llegó a su altura justo cuando este abría la puerta para retirarse en su habitación, pero la mano femenina impidió la acción. Su mirada se levantó del suelo, para buscar la ajena y, eventualmente, forzar el contacto visual. - Nunca he dicho que soy una persona buena, tú me has visto así porque es lo que intento ser. Has visto mis esfuerzos y has decidido que lo soy. Pero no te equivoques. No voy a firmar ni escribir ningún reporte hasta que no me demuestres que tipo de persona eres. Y me voy a quedar contigo lo suficiente para demostrarte que las vidas que quitase nunca se borrarán por completo de tu mente, Silverman. - su voz era a penas un susurro, pero lo suficientemente cortante como para que el hombre entienda que no estaba bromeando. Su boca se torcía en una sonrisa extraña. Diferente de todas las que había mostrado para él anteriormente, y quizás para los demás también.
Si bien su esencia seguía estando intacta, no era la misma niña estúpida que lloraba con facilidad. Había sufrido más dolor físico que ninguno, le habían cortado uno por uno, los miembros, muy de a poco, para convertirla en un monstruo. Pero ella no iba a dejar que eso pase. Su corazón aún tenía muchas cosas que ofrecer, podía hacer una diferencia en la vida de muchos, aunque de manera pasajera, pero si eso era suficiente para mejorar la vida de alguien y liberar la carga, lo haría. En ningún momento, pensaba en ella misma. - Cuando quitas la vida de alguien, en verdad extingues una generación completa. Las personas que mataste tenían por delante una vida que privaste, que podía influir de muchas formas en miles de otras personas. Estamos conectados entre nosotros mismos, mis decisiones pueden influir en la vida de otra persona y hasta en la tuya, y te lo voy a demostrar. - hablaba rápido, cogiendo un poco de aire con cada palabra. Habían demasiadas cosas que necesitaba que el supiera. Se había quedado callada por demasiado tiempo, y el corazón necesitaba expresarse de esa forma impertinente, muy típica de ella.
Los pasos de guardias viniendo en su posición hacía que la fémina afloje la mano que tenía sobre la puerta, y colocarla sobre su hombro, acercándose a la oreja del shichibukai. - La manera en la que desprecias la vida me molesta, pero no estoy aquí para atormentarte. La farsa continuará hasta que haya visto algo más de ti. Algo que nadie ha visto. Esa es la única forma de que escriba mi informe y me aleje de ti, Ouka. - pese a que sus labios casi tocaban el cuello de Edén, su cara se apartó al momento que los guardias pasaban, yendo en dirección contraria, como si los dos se habían encontrado por un breve instante. Sus pasos se acercarían a la habitación donde pasaría la estancia en St. Poplar. Las cosas habían tornado un rumbo inesperado, hasta para ella. Desde que había subido al rango de vicealmirante, se había encontrado con muchas decisiones difíciles, Edén era una de ellas. Se había arrepentido de lo que dijo al momento, pero no había vuelta atrás. Si pudiese coger esas palabras antes de que llegarían al oído del peliblanco, lo hubiese hecho. Al fin y al cabo, eso era lo que se denominaba impulso. Se arrepentía y preocupaba de que de alguna forma le había hecho sentir mal. No estaba en su carácter y aún así su voz había sido tan cortante que había herido hasta sus propios sentimientos.
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Re: Una ayuda para el futuro [Eden-Presente]
La chica habló de nueva cuenta aunque ahora en realidad no le estaba haciendo ningún caso, estaba más inmerso en sus recuerdos, para Kotori las cosas parecían claras, eso quizás era una bendición, alguna vez su maestro le había dicho algo bastante acertado “pensar que estas en lo correcto, que sabes todo respecto a la vida y a tus decisiones, eso se llama ignorancia, la vida se basa en dudar a cada paso, aunque a pesar de esas dudas elijas un camino”, nada podía ser más cierto ahora en la vida del Ouka, dudaba a cada momento de sus decisiones, empero, ya no eran de total importancia para el albino, es decir, en realidad no estaba preocupado de volverse bueno o malo, antaño cuando era un cazador inexperto se preocupaba bastante por dar una buena imagen, creía que estaba haciendo el bien y necesitaba sentir que en realidad generaba un cambio, al igual que lo mencionaba Miura, le gustaba soñar que era algo distinto, quizás incluso que podía ser un factor determinante para una nueva generación, no obstante, con los años navegando y luchando se encontró que la realidad era bastante distinta, los matices nunca eran claros, quizás no existían respuestas buenas ni malas, solo respuestas.
Sus decisiones podrían considerase como un acierto para su persona, ahora estaba mejor que nunca, reconocido por el gobierno mundial de alguna manera eso le daba inmunidad ante las dos instituciones justicieras, era temido por los piratas de forma general e incluso los revolucionarios buscaban evitarse un encuentro con él, claro estaba, algunos otros ya le tomaban como un posible objetivo, aunque eso en realidad no importaba demasiado, no le asustaba la muerte, nuevamente, ese concepto para él estaba bastante lejos de ser cierto. La conveniencia personal a muchos les resultaba abominable, sin embargo, Eden ahora solo lo veía como un modo de ser más honesto que la mayoría de los humanos, ¿acaso no buscaban todos eso en el fondo?, la misma vice-almirante al estar allí a su lado estaba buscando un beneficio personal, fuera en su carrera o en su vida, entonces, al final de todo, ella no era diferente a Silverman, ambos estaban buscando sobrevivir de la mejor manera posible, por tanto, que ella se las diese de justiciera y santa le estaba comenzando a molestar de verdad. Curiosamente eso le gustaba, ¿la razón?, en eso ella era tan distinta a Natsumi que cuando hablaba así llegaba incluso a ignorarla por entero.
En todo caso, estaba claro que solamente saldría perdiendo se ponía a discutir con una persona como esa, por lo tanto era mejor dejar que las cosas acabasen de una manera más simple, en este caso era solamente permitir que la mujer dijese todo lo que quería y posteriormente retirarse, al parecer ella estaba empeñada en hacerla vida difícil, algo que contrastaba notablemente con su apariencia gentil, no entendía porque demonios no podía solo hacer un informa adecuado y largarse, eso hubiese sido bastante más simple para todos, aunque al parecer ahora el objetivo de la chica era solamente joderle los momentos. –Como digas- fue lo único que mencionó tras las últimas palabras de la mujer para retirarse sin más que decir, pasó entre los rasos y estos se hicieron a un lado como era habitual con gente de su clase, así, tomó rumbo a su habitación ubicada en la segunda planta y frontal a la habitación de Miura, llegó a la misma y cerró la puerta con llave, no quería ser molestado y tampoco deseaba ver a la rubia en esos momentos, ansiaba tener un momento a solas nada más.
El lugar era sencillo aunque muy agradable, una cama bien ordenada con un guardaropa al lado y un escritorio más al fondo, un ventanal que dejaba ver la base de la marina y parte de la ciudad así como un par de muebles extra y un pequeño refrigerador donde estaba la comida que podía consumir de forma inmediata, además de una mesa con frutas y algunos dulces aparentemente destinada para agradar a los visitantes que llegaban. Ignoró casi todo y solo tomó un par de dulces, se dirigió al escritorio, sacó su libreta y comenzó a examinar de nuevo algunas cosas que antes no le quedaron claras, por fin la paz era reinante y extrañamente se notaba de mejor humor que antes, era casi como si descubrir que aquella diferencia con Natsumi le hubiese traído bastante calma, incluso no pensó en Miura en todas las horas que pasó examinando sus notas, su mente ya no debatía sobre la figura de la fémina y eso le permitió acabar sus labores con suma velocidad para después tirarse en la cama a dormir, no hubo pesadillas ni sueños idílicos, solo la nada, algo más reconfortante de lo que uno podría esperas.
Despertó solamente cuando tocaron a su puerta, se estiró medio adormilado y observó un reloj en la pared, ya eran casi las diez de la noche, al parecer iba siendo momento de ponerse en marcha, aquello le devolvió a la cruda realidad que necesitaba colaborar con la chica “Que divertido…” pensó sarcástico mientras se ponía en pie acomodando sus ropas y sus katanas para abrir mirando a un muchacho de la marina que le avisaba sobre los hechos, al parecer Kotori ya le estaba esperando en la sala de la planta baja, el clima afuera no había cambiado en lo más mínimo y al parecer su teoría era cierta, salvo por la iluminación de las viviendas y negocios, aquello estaba más oscuro que una caverna de oso. Como fuere, bajó al sitio de reunión y allí observó a la mujer, no le dedicó un saludo ni nada parecido, solo se colocó a cierta distancia cruzado de brazos esperando las ordenes de la misma a un pequeño y selecto grupo de marines, la misión estaba por comenzar.
Sus decisiones podrían considerase como un acierto para su persona, ahora estaba mejor que nunca, reconocido por el gobierno mundial de alguna manera eso le daba inmunidad ante las dos instituciones justicieras, era temido por los piratas de forma general e incluso los revolucionarios buscaban evitarse un encuentro con él, claro estaba, algunos otros ya le tomaban como un posible objetivo, aunque eso en realidad no importaba demasiado, no le asustaba la muerte, nuevamente, ese concepto para él estaba bastante lejos de ser cierto. La conveniencia personal a muchos les resultaba abominable, sin embargo, Eden ahora solo lo veía como un modo de ser más honesto que la mayoría de los humanos, ¿acaso no buscaban todos eso en el fondo?, la misma vice-almirante al estar allí a su lado estaba buscando un beneficio personal, fuera en su carrera o en su vida, entonces, al final de todo, ella no era diferente a Silverman, ambos estaban buscando sobrevivir de la mejor manera posible, por tanto, que ella se las diese de justiciera y santa le estaba comenzando a molestar de verdad. Curiosamente eso le gustaba, ¿la razón?, en eso ella era tan distinta a Natsumi que cuando hablaba así llegaba incluso a ignorarla por entero.
En todo caso, estaba claro que solamente saldría perdiendo se ponía a discutir con una persona como esa, por lo tanto era mejor dejar que las cosas acabasen de una manera más simple, en este caso era solamente permitir que la mujer dijese todo lo que quería y posteriormente retirarse, al parecer ella estaba empeñada en hacerla vida difícil, algo que contrastaba notablemente con su apariencia gentil, no entendía porque demonios no podía solo hacer un informa adecuado y largarse, eso hubiese sido bastante más simple para todos, aunque al parecer ahora el objetivo de la chica era solamente joderle los momentos. –Como digas- fue lo único que mencionó tras las últimas palabras de la mujer para retirarse sin más que decir, pasó entre los rasos y estos se hicieron a un lado como era habitual con gente de su clase, así, tomó rumbo a su habitación ubicada en la segunda planta y frontal a la habitación de Miura, llegó a la misma y cerró la puerta con llave, no quería ser molestado y tampoco deseaba ver a la rubia en esos momentos, ansiaba tener un momento a solas nada más.
El lugar era sencillo aunque muy agradable, una cama bien ordenada con un guardaropa al lado y un escritorio más al fondo, un ventanal que dejaba ver la base de la marina y parte de la ciudad así como un par de muebles extra y un pequeño refrigerador donde estaba la comida que podía consumir de forma inmediata, además de una mesa con frutas y algunos dulces aparentemente destinada para agradar a los visitantes que llegaban. Ignoró casi todo y solo tomó un par de dulces, se dirigió al escritorio, sacó su libreta y comenzó a examinar de nuevo algunas cosas que antes no le quedaron claras, por fin la paz era reinante y extrañamente se notaba de mejor humor que antes, era casi como si descubrir que aquella diferencia con Natsumi le hubiese traído bastante calma, incluso no pensó en Miura en todas las horas que pasó examinando sus notas, su mente ya no debatía sobre la figura de la fémina y eso le permitió acabar sus labores con suma velocidad para después tirarse en la cama a dormir, no hubo pesadillas ni sueños idílicos, solo la nada, algo más reconfortante de lo que uno podría esperas.
Despertó solamente cuando tocaron a su puerta, se estiró medio adormilado y observó un reloj en la pared, ya eran casi las diez de la noche, al parecer iba siendo momento de ponerse en marcha, aquello le devolvió a la cruda realidad que necesitaba colaborar con la chica “Que divertido…” pensó sarcástico mientras se ponía en pie acomodando sus ropas y sus katanas para abrir mirando a un muchacho de la marina que le avisaba sobre los hechos, al parecer Kotori ya le estaba esperando en la sala de la planta baja, el clima afuera no había cambiado en lo más mínimo y al parecer su teoría era cierta, salvo por la iluminación de las viviendas y negocios, aquello estaba más oscuro que una caverna de oso. Como fuere, bajó al sitio de reunión y allí observó a la mujer, no le dedicó un saludo ni nada parecido, solo se colocó a cierta distancia cruzado de brazos esperando las ordenes de la misma a un pequeño y selecto grupo de marines, la misión estaba por comenzar.
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