A - ¿Acaso me llamaste Idiota? (Pasado)

¿A dónde demonios había terminado esta vez? Sus largos rizos rubios se balanceaban de un lado a otro con cada paso apresurado que ejercían sus cortas piernas. Los últimos rayos del sol se perdían en la lejanía coloreando el paisaje de tonos pasteles y una pequeña “niña”  se encontraba sola caminando con algo de prisa, casi trotando, mientras volteaba su cabeza de un lado a otro como si buscara ubicarse en vano. Estaba al 100÷ segura que se había subido en la carreta correcta con dirección directa al puerto del País de las flores. Sin embargo… ahí estaba ella, por tercera vez en el día, dando vueltas en círculos, en un lugar desconocido lejos de ser su destinación principal.

Se detuvo durante un segundo y enfocó su mirada en el cartel de madera señalando que estaba frente a un bar. “El Hada verde” leyó en voz alta para sí  misma por tercera vez en toda su larga jornada  -Ya he pasado  por aquí antes… ¿Verdad?- La última palabra la formuló mientras dejaba escapar un suspiro de derrota entretanto se acomodaba un poco la mochila colgada sobre sus hombros.  Su hermano no iba estar muy contento se decía , bien le había advertido de no alejarse del Mercado Central de La Ciudad Girasol y ahora parecía que  había ido a dar  en un lugar llamado Villa del Espino. De seguro perderían el barco que zarpaba hoy y ni siquiera tenía en mano un Den Den Mushi para avisarle que llegaría algo tarde. Desinteresándose de aquel cartel que decoraba la entrada al bar, miró a su alrededor algo incómoda después de experimentar de nuevo esa sensación en su nuca, sentía como si la observaran… pero simplemente negó con la cabeza no dándole importancia.   Desde hacía ya unas horas que seguía en esta misma situación. Vaya a saber como, siempre se las arreglaba para perderse a pesar de que algunos ciudadanos se tomaban las molestias de proporcionarle algunas indicaciones.

¿Debería preguntar direcciones otra vez? Pensó. Siguió su camino decidiendo que era mejor continuar por donde iba, a lo mejor no había pasado por aquella calle mas  allá a su derecha. Sus ojos azulados se orientaron de manera automática hacia el hermoso crepúsculo sobre su cabeza, sintiéndose fascinada, casi atraída como si de un imán se tratara  por tales bellos colores del atardecer en esta Villa. Tan enfocada y despreocupada estaba ella en su contemplación, dando  como resultado, que en un parpadeo se encontrara sobre el suelo. Había chocado con un muro, pero estaba segura que iba a doblar a la esquina... Soltando una pequeña queja por un leve dolor en sus brazos alzó su mirada hacia ese supuesto "muro" y pudo ver que estaba equivocada por completo. El muro estaba vivo y desprendía el olor del alcohol. Era un hombre que no parecía estar en sus mejores días.

A su alrededor se veía caer el tono del anochecer opacando los colores del ocaso, tiñéndolos con una tonalidad  más sombría y anunciando definitivamente la llegada de la majestuosa oscuridad. La pequeña rubia, todavía sentada sobre el suelo debido al “accidente”, levantaba su mirada azulada estudiando a aquel hombre en frente de ella algo aturdida. Todo había ocurrido muy rápido, su vista se fijó en la ajena unos segundos y pudo notar como la expresión del rostro cambiaba, ensombreciéndose. No estaba segura si su mente le jugaba bromas, pero... durante un corto instante, juraría haber sentido un aura negra desprenderse  de aquel desconocido, una sensación de amenaza que provocó que un escalofrío le recorriera su espalda. Más todo se desvaneció  en un parpadeo, y no quedó ningún rastro de aquella aura amenazante de hace unos momentos, dando lugar a una más amable.

Debió haberlo imaginado, pensó mientras pestañeaba una, dos, tres veces, se sentía un poco  perturbada mas no le dio tantas vueltas al asunto. Dando un ágil  salto, se despidió de su viejo amigo el suelo mientras que de paso agarraba su mochila tirada a sus pies – ¡Hop!- Soltó con cierto entusiasmo mientras se levantaba. Sus largos rizos revolotearon levemente sobre sus hombros al ejercer tal rápida acción, para luego caer nuevamente a su estado habitual en un baile hipnotizante. Una sonrisa risueña se dibujó sobre sus labios iluminando su cara mientras se dirigía a su interlocutor -Oh~ ¡Un bombón! Muchas gracias- Exclamó agradecida tomando el delicioso manjar que le ofrecían. No lo pensó dos veces, no lo dudó un segundo, según ella, una persona que ofrecía comida debía ser alguien de gran corazón. Además, llegaba justo a tiempo, su estómago ya había comenzado a protestar unas horas atrás -No  es nada, no te preocupes. ¡Soy yo la quien tiene la culpa por andar en las nubes!- Sentenció con fervor para posteriormente soltar una risita algo apenada rascándose la mejilla de manera inconsciente. Ahora que ya estaba erguida sobre sus cortas piernas, bien podía ver con más claridad y detalle a aquel muchacho. Sus rasgos eran bastantes suaves para un hombre adulto, mas el parche que llevaba en su ojo derecho le otorgaba un aire varonil. Automáticamente tuvo que retroceder unos pasos ya que su baja estatura no le permitía mirarlo “a su ojo” sin romperse el cuello en el proceso - Jum…- Su cara adoptó un semblante pensativo entretanto hacia un imperceptible  puchero - Digamos que me he perdido. Quería llegar al Puerto principal del país de las Flores y no sé como fui a dar en esta villa- Prosiguió con su frase para luego alzar suavemente sus hombros y  dedicarle una media sonrisa. Sus ojos cristalinos lo divisaban brillando con un destello particular, liberando por cada poro de su piel, una inocencia límpida siendo acentuada por su cálida forma de hablar.

La Luna tomó su lugar sobre sus cabezas, iluminando aquella ciudad con su tenue luz como reemplazo del astro sol. Recordando la delicia que sostenía en su mano, la llevó a sus labios proporcionándole una mordida y dejando que el licor en su interior se esparciera dentro de su boca. Sus mejillas se colorearon ligeramente por la sensación placentera de masticar algo dulce. Sin embargo, de nuevo tuvo ese presentimiento. Dirigió su mirada curiosa por encima de su hombro como si buscara algo entre las penumbras de la noche. ¿Estaban siendo observados?

La persona con la cuál intercambiaba palabras le parecía ser alguien muy cortés y considerado. Vaya que preocuparse por ella a pesar de que apenas se habían conocido, ese detalle le agradaba en muchos aspectos siendo ella una chica algo crédula. Inconscientemente comenzó a jugar con sus dedos mientras lo escuchaba atentamente-¿También estas buscándolo? ¡Qué coincidencia!- Exclamó con su típico  entusiasmo mientras casi daba un salto emocionado y sus ojos brillantes, miraban fijamente al chico de cabellos negros azulados. Ella era un libro abierto. Cada parte de su rostro reflejaba sus emociones, actuando como límpidos y claros espejos.

Sin embargo, al oír su proposición su rostro hizo un ademan pensativo. A la pequeña joven nunca le había gustado estar sola y tener alguien de compañía siempre sería bienvenido para ella. Además, tenía que tener en cuenta que ya era de noche. Mas su hermano siempre le advertía de no hacerle confianza a un desconocido y mucho menos cuando esté se mostraba demasiado amable. Sacudió su cabeza como si tratara de acomodar las ideas en su lugar y simplemente echó a un lado las consejos de su hermano de un manotazo para luego esbozar una sonrisa risueña a su acompañante -¡Me encantaría que me acompañaras! De seguro que contigo encontraré el puerto en un abrir y cerrar de ojos- Afirmó entretanto asentía con su cabeza como si lo que dijera fuera evidente. Sus ojos azulados lo estudiaron con más profundidad. Se fijó en el parche que cubría su ojo derecho, las mechas de cabello negro azulado que le caían sobre la frente  y en la forma delicada de su cara con una tez algo clara.   No tenía ninguna razón para desconfiar, como siempre su hermano se preocupaba demasiado –Ah… Ya creía habértelo dicho, supongo que no lo hice- Soltó una risita apenada para a continuación comenzar a entrelazar los dedos de su diestra con uno de sus largos rizos, jugando con este último. Esta chica no podía dejar sus manos en un solo lugar, las cuales constantemente debían estar ocupadas con algo -Me llamo Lilian, pero puedes llamarme Lili– Respondió calidamente a su interrogante para luego dar un saltito y chocar ambas manos siguiéndole el juego media divertida – Ya que conoces mi nombre… ¿Me dirías el tuyo, agradable desconocido?- De una cierta manera estaba curiosa, aquel chico desprendía un palpable aire de misterio y por lo menos tenía que saber como dirigirse hacia su nuevo amigo. Si, "nuevo amigo", así es como ella ya lo veía.

Acomodándose su mochila sobre sus hombros y casi trotinando, le siguió el paso despreocupadamente – ¡Exacto! Y en verdad que me pase esto ya no es nuevo- Soltó un suspiro para a continuación proseguir -Llegué a esté País con mi hermano mayor hace unos días… Pues para tomar un barco hacia la próxima isla, ¿no era por eso que tu también lo buscabas?- Detuvo su marcha durante un segundo mirándolo con un signo de interrogación en la cara. La Luna los bañaba con su ligera luz permitiendo que en aquellas horas tan tardías la visibilidad fuera apropiada y resaltaban, a la vez, la palidez de la ingenua muchacha -Aunque...  ¿A dónde nos dirigimos exactamente?-

Su curiosidad no tardó mucho en ser saciada. Aquel hombre respondió a su interrogante con rapidez mostrando cierto entusiasmo lo cuál  logró  que otra sonrisa se dibujara en sus finos labios. Sin embargo, algo la había interpelado provocando que pestañeara varias veces. ¿D? No muy a menudo escuchaba esa letra en los apellidos. Sin darse cuenta, durante un instante, entrevió a su madre sentada en un escritorio contándole una vieja historia sobre los “D”, mas sus recuerdos se mantenían borrosos debido a la antigüedad de aquellas memorias -D… me suena de algo…- Susurró en voz baja más para sí misma. Sus ojos se nublaron unos segundos como si en sus pensamientos se hubiera perdido para luego prestar nuevamente la atención a su interlocutor -¡Ti-chan!- Exclamó con energía repentinamente. Le gustaba como sonaba, la pequeña rubia siempre tenía la costumbre de poner sobrenombres a aquéllos que la rodeaban llamándolos raramente por su nombre completo – Mmm~ ¿Puedo llamarte así, Ti-chan?- Preguntó de manera animada al joven de cabello negro azulado mirándolo ansiosa esperando una respuesta.

La verdad, fue ella misma quien sacó la conclusión de que aquel muchacho también  buscaba el puerto para dirigirse a la próxima isla. Según ella, era una deducción lógica si tomaba en cuenta que su compañero tenía la apariencia de un extranjero justamente como ella, así que tampoco insistió mucho con el tema de sus verdaderas intenciones para querer llegar allá -Es cierto que a estas alturas el último barco del día ya habrá zarpado- Suspiró mientras alzaba un poco los hombros –Mi hermano seguramente me estará esperando en las cercanías del Puerto y realmente preferiría no hacerlo esperar demasiado- Como anteriormente había detenido su marcha, la retomó trotinando un poco para llegar hasta donde se encontraba su ahora compañero con la mano extendida -Si me aparezco a la mañana siguiente después de no saber nada de mi persona durante toda la noche… ¡Lo más probable es que no viva para contarlo!- Afirmó con un cierto tono burlón dramatizando el asunto.

-Justo como acabas de decir, podríamos dirigirnos al bar más cercano para comer e informarnos. ¿Te molesta si de ahí nos vamos directo hacia el puerto?- Formuló su demanda acompañada de una pequeña  sonrisa suavizando sus palabras. No estaba segura de que aquel acuerdo le pudiese convenir al tuerto. Ya que su viaje a lo mejor lo tenía agotado y el hecho de pasearse por la noche en las calles de esta villa no era uno de sus pasatiempos favoritos. Sin embargo, ahora mismo le parecía una idea grandiosa encontrar un lugar conveniente donde recostar su cabeza y dejar reposar su cuerpo pero su hermano le preocupaba. Sólo estaban a unos pocos pasos del bar que hacia unas horas había entrevisto. Aunque una cierta distancia los separaba, desde alli se podía escuchar las risas y debates muy animados. Generalmente evitaba entrar sola a este tipo de lugares pero ahora estaba acompañada lo que cambiaba las circunstancias.

Viendo que no recibía respuesta alguna a la brillante idea del sobrenombre que le había  mencionado lo tomó como un “Si, está  bien”. Sin embargo, la expresión del muchacho no parecía estar del todo satisfecho con el cambio de planes que le había solicitado, ¿Tal vez deseaba otra cosa? Más no tardó mucho en confirmar estar de acuerdo con ella mientras charlaban -No te preocupes, de seguro lo estará~- Afirmó entretanto asentía con su cabeza. Conociendo a su Hermano no cabía duda alguna -Y no me llames “señorita” , llámame Lili-  En realidad no se sentía muy cómoda si se dirigían a ella con ese sustantivo.

Pronto la poca distancia que los separaba del bar desapareció y Lilian se sintió entrar en ese ambiente particular tan animado. El tan deseado aroma de la comida acarició su olfato abriendo aún más su apetito casi haciéndola babear. En su cabeza se enumeraban las imágenes de carne asada, frutas y todo lo que su imaginación le permitía ver a partir del olor. Durante unos segundos se había detenido en frente la entrada pero inmediatamente sintió como Tian palmeaba su espalda animándola a entrar casi con pequeños empujoncitos lo que llevó que traspasara las puertas móviles ladeando su cabeza de un lado a otro observando con cierta curiosidad  a su alrededor. Algunas cabezas se voltearon a mirar de reojo los recién llegados para luego continuar con sus ocupaciones, ya sea beber un jarrón de cerveza, soltar una carcajada después de oír cierto comentario de un compañero o los típicos coqueteos que se daban en aquellos tipos de lugares. Tanto se había distraído la joven de rizos rubios que no se percató que su compañero ya no se encontraba cerca de ella miró por arriba de su hombro y allí se dio cuenta de su ausencia – ¿Ti-Chan?- Lo buscó con la mirada entre todos los presentes y al fin lo percibió en la esquina luego que un hombre con una expresión derrotada saliera de su campo de visión.

Notando que le hacía señas, se dirigió hacia donde él se encontraba esquivando a algunos que parecía que ya se habían pasado de copas y que cantaban al unisonó tomados de los hombros. Antes de llegar a la mesa donde la esperaba el pelinegro azulado  uno de aquellos hombres de repente la tomó de la mano jalándola hacia él  mientras que con la otra sostenía una botella de cerveza -Señorita, ¿Estás sola? ¿Porque no vienes a divertirte un rato con nosotros? – Sus camaradas de copas se carcajearon al terminar su frase como si hubiera formulado el mejor chiste jamás oído. La oji-azulada frunció levemente su ceño, el aliento de alcohol proveniente de su interlocutor  le había abofeteado la cara -No estoy, sola. Y tampoco me interesa “divertirme un rato con ustedes”- Soltó de manera directa con un tono exasperado, lo único que deseaba ella en esos momentos era comer algo y a decir verdad; no le gustaba mucho como este hombre la contemplaba.