Enfrentando al Pasado [Pasado - Amy D. Hacke]

Sentarse en una silla de madera de tres patas mientras dos hombres borrachos luchaban por el ultimo sorbo de cerveza al tiempo que un tercero, mucho más cuerdo y menos afectado por el alcohol, se acercaba y entre sorbos y sorbos para acabarse el refrigerio les alentaba a continuar con fuerza, incluso vociferando instrucciones para hacer del espectáculo mucho más entretenido, era algo totalmente inusual para el Albino, y era por ello que no estaba haciendo tal cosa. En cambio, avanzaba por la curvatura de aquella región, adentrándose al son del viento e introduciéndose silenciosamente a la villa, habían quienes le notaban y optaban por no hacerle caso. Otros que al verle temían por el objeto que su diestra cargaba, así como muchos simplemente corrían sin rumbo alguno. Antes de arribar a aquel lugar, las historias habían llegado a los oídos de Henry, esperaba tener la oportunidad de apreciar los girasoles, si bien ya les conocía nunca había tenido la oportunidad de conocerles en un campo tan amplio y magnifico como le describían en relatos y fabulas, ansiaba que sus ojos pudiesen presenciar tal maravilla, sin embargo, como era usual en el muchacho, perderse o pasarse del destino no era sorpresa de modo que había terminado en la parte más baja de la isla y tendría que escalar un tramo desconocido para alcanzar el lugar esperado.

De igual forma, y como era costumbre en el, sus prendas se encontraban lo más pulcras posibles denotando cierta elegancia en su porte, su andar era medido y lleno de gracia, ciertamente debía de tener clase o educación, ambas cosas en extremo ausentes en el chico, si bien había aprendido a andar y a hablar con propiedad, aun le faltaban muchas cosas por entender o siquiera llegar a conocer, de cualquier manera podía pasar por cualquier cosa que soñase quien le viese, la higiene era algo que no descuidaba tras los incontables reproches dados por aquella mujer que creaba saltos en su latir y sonrisas en sus labios a pesar de su evidente ausencia. La distancia del albino con el resto de los habitantes era demasiada como para este dedicarse a saludarles de manera individual, más decidió extender su siniestra a modo de saludo mientras continuaba a la distancia, si alguien le veía podría retornarle el saludo o simplemente alegrarse por el muchacho tenerle presente, si nadie lo hacía, no le importaba realmente dado que estaba allí solo para avanzar y continuar hacía la ciudad girasol, donde pretendía darse vida con la belleza que rodeaba aquella mística localidad.

Retornando al primer evento, los sujetos al parecer habían caído rendidos a causa de la ebriedad mientras el resto de personas, en este caso los espectadores, gritaban sobre la ausencia de un evento que les divirtiera mientras otro grupo también allí presente alegaba que necesitaban definir la victoria de uno de los dos para cobrar sus ganancias tras las apuestas realizadas, el sonoro intercambio alcanzaba incluso a duras penas y en modo de cuchicheo la posición de Sinclair, su mirada no pudo evitar dirigirse hacia el lugar, una zona clara con tres bares formando un triangulo mortal, licor en abundancia, incluso en barriles que eran utilizados como asientos, claramente una zona a evitar a toda costa, mientras el peliblanco miraba alguien saco una pistola y tomo dos disparos contra otro sujeto que murió en el acto cayendo junto a uno de los previos competidores, la sangre se derramaba con rapidez, como era usual a raíz de esas heridas y seguido, todos empezaron a gritar, una guerra se armaría entre dos bandos y posiblemente nadie sabría el motivo. Henry comenzó a caminar de nuevo hacía su propósito cuando alguien silbó y calmo a la multitud hambrienta de sangre y muerte, los orbes del muchacho no pudieron escapar de la curiosidad y se volví a ver a la criatura capaz de traer armonía al caos, era un hombre de complexión delgada y edad avanzada, salía con calma del tercer establecimiento, unas palabras fueron pronunciadas por este, más el oji-azul no podría escucharlas y todos se calmaron a la vez. ¿Realmente necesitaba ir a la ciudad girasol tan deprisa? ¿Podría investigar como convertir el caos en armonía? El Sol se encontraba en lo alto pero pronto empezaría a decaer, si no lo conseguía hoy tendría que aguardar a mañana y el tiempo apremiaba en sobremanera al samurái.

Henry nunca se había preparado para lo inesperado, en cambio, siempre se encontraba listo para el peor de los escenarios, reconocía a la muerte no solo como algo natural sino como algo capaz de acontecer en cualquier momento o lugar, esa había sido su experiencia por una década y media, no había forma de borrar tales memorias ni tales verdades, por lo que escuchar a la distancia como música sonaba de la nada hizo desviar su atención hacía el lugar origen, para su sorpresa era aquel triangulo formado por los establecimientos de bebidas, una chica entre hombres se alzaba sobre algo, una mesa o un barril y con un instrumento en mano empezaba a desglosar su tema a todo pulmón, era extraño ver aquella escena y aun más extraño notar como la gente le rodeaba, posiblemente les gustaba la música o tal vez, les gusta la chica, lo cual llevaba la preguntaba a la mente del Albino, ¿Podría ella salir de aquel circulo de fanáticos? Ciertamente el muchacho no tenía razón para detenerse y averiguarlo, no le debía nada a esta y tampoco necesitaba nada de la misma, su sueño se hallaba a pocos kilómetros de distancia, ¿Por que debía preocuparse por una joven desquiciada que se involucra con borrachos y asesinos? A todo esto, nuestro protagonista no se había movido, continuaba congelado en aquel lugar, paralizado sobre sus pies sopesando las alternativas, en el mejor de los casos saldrían sin la intervención del mismo, en el peor de los mismos, la sangre correría cual rio por el lugar, sin embargo en ambas, perdería la oportunidad de apreciar las flores y de llevar el recuerdo a alguien más, no era capaz de perder más tiempo y aun así, sus orbes eran incapaces de separarse de la fémina que cantaba alegremente.

Era posible que esa fuera su decisión, así como era posible que fuese tan solo un instinto o tal vez un movimiento involuntario, de cualquier modo el chico empezó a acortar la distancia entre su posición pasada y la posición del grupo de personas, sus pasos eran veloces más no lo suficientes como para trotar o correr, esperaba llevar el mismo ritmo de la melodía para llegar a la chica previó al gran final, del mismo modo esperaba que si no conseguía tal cosa, la misma comenzase otra canción para calmar a las bestias que hacían fila para devorarla. Claro estaba que existía la posibilidad de que simplemente fueran fieles seguidores de esta, más considerando la isla, y el hedor que desprendían todos, lo más posible era el peor escenario y Henry no estaba listo para verlo desenvolverse, esto no implicaba que no pudiera hacerlo suceder, sino que provocarlo o verlo, le destrozaría profundamente. No quería hacer correr la sangre en este día pero al parecer el universo y esa chica se habían combinado para crear la situación perfecta para que esto fuese inevitable, el pesar invadía al peliblanco mientras notaba como la separación se hacía cada vez más inexistente.

La diestra del Albino cargaba la espada con suavidad, como si no hubiese nada en la misma, como si no pesase, como si en realidad estuviese en la siniestra. La costumbre de convivir con la misma a cada momento había adecuado al cuerpo a cargarla de tal manera que ni siquiera era percibida, se había transformado en más de un sentido, en una extensión del cuerpo de Sinclair de modo que parecía natural su presencia allí. La mente del oji-azul no se atrevió a navegar por los recuerdos en gran parte por el miedo que sentía de que la joven fuese atacada y no pudiese defenderse, si la misma demostraba aptitudes para defenderse a si misma de aquella multitud, le dejaría en paz y aprovecharía el tiempo en algo distinto, más al tiempo que la música se detenía, el pirata ansiaba por otra melodía, misma que quizás jamas llegaría.

La distancia que separaba al muchacho de la multitud se había desvanecido, por lo que este comenzó a deslizarse entre las personas que ocupaban aquel lugar, muchos de estos se encontraban en silencio tras las recientes revelaciones, mientras que la mirada del albino continuaba fija en su objetivo, la chica aunque a la vez, posaba de vez en vez sus ojos en el anciano, quien evidentemente mentía con lo de la familiaridad con la chica, el pirata era capaz de discernir esos detalles, no sabía realmente como pero si poseía esa habilidad innata, era posible que fuese a raíz de su crianza o de sus defensas personales, a estas alturas no importaba demasiado. Con un movimiento oportuno, rápido y certero, Henry tomó impulso y se elevo por los aires tras haber pegado un salto, dirigiéndose hacía la joven que continuaba sobre la estructura, ¿era una mesa? ¿Un barril? La verdad es que no se tomo el tiempo de revisarlo puesto que ni el, ni la chica estarían allí por demasiado tiempo. Con una gracia poco característica de su físico y tamaño, el peliblanco poso su pie izquierdo sobre la misma superficie que la joven de cabellera plateada se encontraba y luego, con su diestra rodeó la cintura de la misma para posteriormente impulsarse nuevamente y sobrepasar la cabeza de los pocos que se encontraban detrás de la artista. El aterrizaje los había colocado lastimosamente en el tercer bar, lo más alejados de la salida como podían encontrarse y con todos los espectadores cual muralla a vencer para librarse de cualquier eventualidad.

Ya en tierra firme, el oji-azul se volvió hacia la multitud y liberó un suspiro mientras estudiaba la situación, era posible que fuera necesario referirse a la joven o incluso hablar con esta previo a realizar cualquier otra acción. -Linda canción- musitó de la nada sin volverse a ver a la fémina a su espalda, en el mismo tono casual y sin llevar su rostro o mirada hacía la chica continuó hablando. -Fue un reflejo- confesó mientras seguía analizando los alrededores y la situación en general. -Siendo honesto, me recordaste a alguien y actué- No mentía, y el hecho de que su voz no se alterase mientras articulaba dichas palabras era una de muchas pruebas. Esta vez, ya volviéndose hacía Amy como había sido llamada por el anciano, nombre que el albino hubo escuchado, este habló por nueva cuenta. -Mi nombre es Henry, Dime Amy, ¿necesitas ayuda?- Su pregunta era genuina y una sonrisa se había empezado a dibujar en sus labios en aras a inspirar confianza, esperaba no haber hecho nada errado o mal en sus acciones, de todos modos eso lo sabría a la brevedad. Mientras estos sucesos tomaban lugar, el anciano entrecerraba los ojos y observaba con atención al muchacho de blanca cabellera, pensaba que le reconocía y buscaba en su memoria el rostro de este y la información que poseía del mismo.