Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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El as de corazones [Lance]
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El as de corazones [Lance]
Recuerdo del primer mensaje :
Había estado en aquella isla una semana, tiempo suficiente para familiarizarse con la isla y los isleños. También con la multitud de piratas e hijos de puta que paseaban con total libertad, pero ¿quién era ella para decidir eso? Había llegado a la isla en búsqueda de una pista. Algo que podría resolver su curiosidad. Lo que había escuchado de Jagger ha encendido la chispa en su corazón. Necesitaba saberlo todo. Necesitaba saciar esa sed de venganza y después, arreglar su vida. ¿Qué iba a pasar cuando todo aquello hubiese terminado? No tenía ni idea de lo que seguía a continuación, pero estaba deseosa de averiguarlo. ¿Cual sería la vida de aquella niña cuyas extremidades fueron cortadas solo para hacer experimentos? ¿Crear el arma perfecto? No lo sabía aún, la verdad es que fue enseñada a no preguntarse porque le pasa lo que le pasa, si no aceptarlo y hacerlo parte de ella misma. Aceptar su destino. Conformarse. Lo había hecho un montón de veces, pero aquella, no sería una. La venganza debía ser tomada. La vida de 20 personas inocentes, valía la pena luchar.
Pero a veces el peso de la venganza se hacía demasiado. Los hombros se encogían. La sensación de soledad la sobrecogía. Ella sola, contra lo desconocido. Daba miedo. ¿Iba a morir en el intento? Quién sabía. Sólo sabía que de morir, no había nadie que la echaría en falta. Todas las personas habían sido pasajeras. Todo era pasajero a su alrededor, y, en algún modo, aquello era mejor. No formar lazos, no tener amigos. Todo el mundo bueno, era digo no de su respeto, mientras que los criminales se las verían con ella. No se inmiscuía demasiado en la vida de nadie, aunque eso también era una manera de protegerse. Sabía que era demasiado inocente. Que mordía en anzuelo con facilidad. Le había pasado un par de veces anteriormente. Pensar que sus sentimientos eran importantes para Henry, y no lo fueron. Pensar que había encontrado un compañero en Illya, pero desapareció sin rastro. Había encontrado muchas personas desde que había salido de Swallow, pero nadie parecía estar dispuesta a ver lo que había en su interior. Mejor. ¿Quién necesitaba esa mierda? Los sentimientos, como el imbécil de Kuma decía, te hacían débil. Los lazos, te hacían dudar y te apartaban de tu misión. Al final y sí va a resultar que el pelomoco tenía razón.
Entró en la taberna, dejando que la puerta hiciese ruido atrás suyo, sin cerrarla personalmente. Se paró en la entrada y vio el panorama. Pagafantas, criminales, mercenarios, en fin... una dulzura. En el sitio, todos se habían callado, y, después de unos segundos, el dueño hasta paró la música. Notó los rostros mirando hacía ella, algunos con temor. No había tenido mucha paciencia últimamente en la investigación, así que había usado los puños más de una vez. Sonrió por lo bajo, justo lo que necesitaba. - ¡Mami está aquí! - dijo después de acabarse uno de los jarrones de vino que había sobre las mesas del principio. La música volvió a sonar y la gente volvía a su normalidad. Había venido en modo de paz, aunque sabían que tenían que portarse, medianamente bien. Se sentó en una mesa solitaria, aunque no tardó en tener el vino a su disposición, al que bebía como si de agua se tratase. Aunque los charlatanes sabían que se trataba de noche de engaño. Cartas, su debilidad, y una de las formas en las que perdía más dinero. Una partida de poker. - Bien, como me ganéis os voy a crujir los huesos. - se colocaba la silla del revés, y se sentaba, apoyando su pecho vendado sobre el respaldo. - ¡Necesito un compañero! - alzó la mano, viendo los otros dos criminales haciéndose señales entre ellos más sin saber de que se trataba.
- Taberna "Calypso"·Dos semanas antes· 1:00 AM:
- Música de fondo: https://www.youtube.com/watch?v=1QzlcmHjTCo
Había estado en aquella isla una semana, tiempo suficiente para familiarizarse con la isla y los isleños. También con la multitud de piratas e hijos de puta que paseaban con total libertad, pero ¿quién era ella para decidir eso? Había llegado a la isla en búsqueda de una pista. Algo que podría resolver su curiosidad. Lo que había escuchado de Jagger ha encendido la chispa en su corazón. Necesitaba saberlo todo. Necesitaba saciar esa sed de venganza y después, arreglar su vida. ¿Qué iba a pasar cuando todo aquello hubiese terminado? No tenía ni idea de lo que seguía a continuación, pero estaba deseosa de averiguarlo. ¿Cual sería la vida de aquella niña cuyas extremidades fueron cortadas solo para hacer experimentos? ¿Crear el arma perfecto? No lo sabía aún, la verdad es que fue enseñada a no preguntarse porque le pasa lo que le pasa, si no aceptarlo y hacerlo parte de ella misma. Aceptar su destino. Conformarse. Lo había hecho un montón de veces, pero aquella, no sería una. La venganza debía ser tomada. La vida de 20 personas inocentes, valía la pena luchar.
Pero a veces el peso de la venganza se hacía demasiado. Los hombros se encogían. La sensación de soledad la sobrecogía. Ella sola, contra lo desconocido. Daba miedo. ¿Iba a morir en el intento? Quién sabía. Sólo sabía que de morir, no había nadie que la echaría en falta. Todas las personas habían sido pasajeras. Todo era pasajero a su alrededor, y, en algún modo, aquello era mejor. No formar lazos, no tener amigos. Todo el mundo bueno, era digo no de su respeto, mientras que los criminales se las verían con ella. No se inmiscuía demasiado en la vida de nadie, aunque eso también era una manera de protegerse. Sabía que era demasiado inocente. Que mordía en anzuelo con facilidad. Le había pasado un par de veces anteriormente. Pensar que sus sentimientos eran importantes para Henry, y no lo fueron. Pensar que había encontrado un compañero en Illya, pero desapareció sin rastro. Había encontrado muchas personas desde que había salido de Swallow, pero nadie parecía estar dispuesta a ver lo que había en su interior. Mejor. ¿Quién necesitaba esa mierda? Los sentimientos, como el imbécil de Kuma decía, te hacían débil. Los lazos, te hacían dudar y te apartaban de tu misión. Al final y sí va a resultar que el pelomoco tenía razón.
Entró en la taberna, dejando que la puerta hiciese ruido atrás suyo, sin cerrarla personalmente. Se paró en la entrada y vio el panorama. Pagafantas, criminales, mercenarios, en fin... una dulzura. En el sitio, todos se habían callado, y, después de unos segundos, el dueño hasta paró la música. Notó los rostros mirando hacía ella, algunos con temor. No había tenido mucha paciencia últimamente en la investigación, así que había usado los puños más de una vez. Sonrió por lo bajo, justo lo que necesitaba. - ¡Mami está aquí! - dijo después de acabarse uno de los jarrones de vino que había sobre las mesas del principio. La música volvió a sonar y la gente volvía a su normalidad. Había venido en modo de paz, aunque sabían que tenían que portarse, medianamente bien. Se sentó en una mesa solitaria, aunque no tardó en tener el vino a su disposición, al que bebía como si de agua se tratase. Aunque los charlatanes sabían que se trataba de noche de engaño. Cartas, su debilidad, y una de las formas en las que perdía más dinero. Una partida de poker. - Bien, como me ganéis os voy a crujir los huesos. - se colocaba la silla del revés, y se sentaba, apoyando su pecho vendado sobre el respaldo. - ¡Necesito un compañero! - alzó la mano, viendo los otros dos criminales haciéndose señales entre ellos más sin saber de que se trataba.
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Re: El as de corazones [Lance]
No sabía lo que estaba pasando, pero ciertamente no se esperó a la reacción del marine. ¿Qué estaba pasando? Sus movimientos bruscos la hicieron dar un pequeño brinco, sus ojos se abrían y su cabeza se despejaba un tanto por el estado de alerta. Podía ver al chico, quien ciertamente no se veía como alguien que pudiese llegar a estar tan borracho, ponerse de pies de un salto y dar puños al aire. Obviamente por la distancia, no pasó nada, pero la verdad es que aquella panorama era un tanto cómica. ¿Qué había pasado ahí? Sin medir más palabras, él la cogió del brazo, y echó a correr. Un trote rápido, pero compensado, como el de la armada. Sus ojos se cerraron y simplemente se dejó llevar. Sabía que quizás podría haber intentado pararle, pero... ¿qué más daba? Él lo estaba pasando bien, y ponerse mediante Lance y la diversión seguramente sería pelear, algo que no le apetecía mucho en aquellos momentos. Pero sabía algo, mientras aquel chico la arrastraba, podía sentir como él seguramente sea una persona llena de emociones e ilusiones. Ganas de hacer algo grande. Entusiasmo. Entusiasmo... algo que a ella le había faltado. Que aunque no lo hubiese parecido, su vida ahora giraba entorno a una estúpida venganza.
Sus piernas se pararon. El brazo le dolía, un tanto, así que una vez sus piernas tocaron suelo de nuevo, empezó a girar el cuello y el brazo de manera dolorosa. El hombre estaba diciendo que lo siente, pero en realidad no importaba nada aquello. No se sentía molesta, de hecho había sido algo gracioso. Sus ojos miraban los ajenos y su mano tapaba la boca que se curvaba ligeramente en una sonrisa. Le parecía gracioso como estaba actuando. Primero, de manera seria y hasta rudo, para después se emborrachase tan... pronto, y que fuera a hacer algo tan divertido. Y ahora, aquello lado tierno que estaba mostrando a una desconocida. Era demasiado fácil de leerle. Podía ver como su cuerpo perdía un poco el equilibrio, mientras que el suyo se mantenía firme. La borrachera, o quizás mejor dicho el estado entre sobria y tomada, se había ido dejando atrás la misma Kotori de siempre. Tomó la invitación ajena, aunque no fue hasta entonces que realmente se dio cuenta de donde se encontraba. Miró a su alrededor mientras que el muchacho tomaba asiento en la arena. ¿Cómo y cuando habían llegado a una playa? Su cara parecía sorprendida, o quizás alertada, aunque no tardó en reír por lo bajo divertida. Le haría bien ese momento para despejar la cabeza, siempre beber para olvidar no era una buena idea.
Tomó asiento a su lado. La diferencia de estaturas era claramente visible, aún sentados. Su cuerpo hasta parecía pequeño y delicado al lado de su ahora, compañero. Agarró sus piernas al pecho y apoyó su cabeza en el brazo ajeno. Hubiera sido el hombro normalmente, pero en realidad sólo hasta ahí llegó. Podía sentir el calor de su cuerpo, pero también el aura de inocencia que este desprendía. Sus ojos miraban al mar, y suspiró durante un momento. Lance tenía razón. Aquello era un sitio perfecto para hablar. Aunque fuesen dos desconocidos, ella sentía cierta afinidad con el muchacho. Quizás porque en su inocencia, pensó que este tenía el corazón puro y ciertamente aún más blando que el suyo. Era tan fácil leerlo, o quizás sólo para ella. - No te preocupes. Me vino bien esto. - Suspiró durante un momento, para luego tocar repetidamente su espalda con la palma de su mano. - Pero no lo hagas de nuevo con otra persona. Bajaste la guardia con facilidad y te podrían haber hecho daño. - terminó por acariciar la parte que antes había pegado un tanto más duro, y volvió a juntar su mano para agarrar sus piernas. La brisa daba paso a un silencio placentero. De alguna forma, no se había sentido así antes. Aquello era tan... sencillo y a falta de peligro. Sin cambios de humor, ni remolinos de sentimientos como en el pasado. Simplemente paz. - ¿Qué estabas haciendo en la taberna? Ya veo que no era para beber. - sonrió un tanto, aún mirando hacía el mar.
Sus piernas se pararon. El brazo le dolía, un tanto, así que una vez sus piernas tocaron suelo de nuevo, empezó a girar el cuello y el brazo de manera dolorosa. El hombre estaba diciendo que lo siente, pero en realidad no importaba nada aquello. No se sentía molesta, de hecho había sido algo gracioso. Sus ojos miraban los ajenos y su mano tapaba la boca que se curvaba ligeramente en una sonrisa. Le parecía gracioso como estaba actuando. Primero, de manera seria y hasta rudo, para después se emborrachase tan... pronto, y que fuera a hacer algo tan divertido. Y ahora, aquello lado tierno que estaba mostrando a una desconocida. Era demasiado fácil de leerle. Podía ver como su cuerpo perdía un poco el equilibrio, mientras que el suyo se mantenía firme. La borrachera, o quizás mejor dicho el estado entre sobria y tomada, se había ido dejando atrás la misma Kotori de siempre. Tomó la invitación ajena, aunque no fue hasta entonces que realmente se dio cuenta de donde se encontraba. Miró a su alrededor mientras que el muchacho tomaba asiento en la arena. ¿Cómo y cuando habían llegado a una playa? Su cara parecía sorprendida, o quizás alertada, aunque no tardó en reír por lo bajo divertida. Le haría bien ese momento para despejar la cabeza, siempre beber para olvidar no era una buena idea.
Tomó asiento a su lado. La diferencia de estaturas era claramente visible, aún sentados. Su cuerpo hasta parecía pequeño y delicado al lado de su ahora, compañero. Agarró sus piernas al pecho y apoyó su cabeza en el brazo ajeno. Hubiera sido el hombro normalmente, pero en realidad sólo hasta ahí llegó. Podía sentir el calor de su cuerpo, pero también el aura de inocencia que este desprendía. Sus ojos miraban al mar, y suspiró durante un momento. Lance tenía razón. Aquello era un sitio perfecto para hablar. Aunque fuesen dos desconocidos, ella sentía cierta afinidad con el muchacho. Quizás porque en su inocencia, pensó que este tenía el corazón puro y ciertamente aún más blando que el suyo. Era tan fácil leerlo, o quizás sólo para ella. - No te preocupes. Me vino bien esto. - Suspiró durante un momento, para luego tocar repetidamente su espalda con la palma de su mano. - Pero no lo hagas de nuevo con otra persona. Bajaste la guardia con facilidad y te podrían haber hecho daño. - terminó por acariciar la parte que antes había pegado un tanto más duro, y volvió a juntar su mano para agarrar sus piernas. La brisa daba paso a un silencio placentero. De alguna forma, no se había sentido así antes. Aquello era tan... sencillo y a falta de peligro. Sin cambios de humor, ni remolinos de sentimientos como en el pasado. Simplemente paz. - ¿Qué estabas haciendo en la taberna? Ya veo que no era para beber. - sonrió un tanto, aún mirando hacía el mar.
InvitadoInvitado
Re: El as de corazones [Lance]
La joven parecía no estar molesta, al contrario, esta se mostraba alegre, riéndose de la situación a su manera, riendo detrás de su mano. Aquello era una escena encantadora, la risa de la muchacha se mezclaba con el sonido del placentero viento costero que nos acariciaba. Aunque claro, con el aire fresco, venían las consecuencias por haber bebido demás y con ello parte del dolor de cabeza. Realmente el alcohol no era lo mío. Sorprendido, la rubia aceptó mi oferta de sentarse a mi lado en la arena, pero la forma en que lo hizo me llegó a poner un tanto nervioso, puesto que apoyó su cabeza en mi brazo. Podía sentir su sedoso y fino cabello acariciar mi piel, lo que provocó que algo de rubor apareciera en mis mejillas para mirarla un tanto sorprendido, mi corazón latía con rapidez. Sin embargo, la joven emanaba una paz increíble, parecía estar disfrutando este accidentado encuentro, ante lo cual, mi incrédulo semblante se transformó a uno cálido en conjunto al esbozo de una sonrisa para luego contemplar tranquilamente el paisaje.
La joven calmaba en parte mi sentimiento de culpa por haber, según yo, arruinado su día. Puesto que según ella, necesitaba un momento así. Pero luego, suspiró para así golpear mi espalda con confianza y fuerza dándome un sermón sobre no bajar mi guardia y confiarme, puesto que otras personas se podrían aprovechar de mi. Sus golpes no eran normales, tenía mucha fuerza, por lo que la zona quedó resentida. - Lo sé, por eso no suelo beber mucho. - le respondía un tanto tartamudeante entre sus golpes con un semblante cálido pero con un toque de sufrimiento debido a sus golpes, pero aún así no evitó que saliera una inocente risa luego de responderle. Su extremidad, por lo demás, se sentía peculiarmente más dura que cualquier otra, era casi como si me estuvieran dando con un palo de acero. Pero entonces, el dolor empezó a ser apaciguado, puesto que la joven empezó a acariciar la misma zona, entregándome aún más relajo, paz y, por supuesto, rubor a mis mejillas. Sus intensiones realmente eran puras, ella no quería ver a nadie sufrir, lo pude sentir en sus palabras. ¿Quizás era un poco parecida a mi en ese sentido? Por ello, le sonreí con calidez para así asentir con la cabeza. - Procuraré que no pase de nuevo, pero no prometo nada si es que volvemos a salir juntos a una taberna. - aceptaba mi error, dando a conocer que no pasaría nuevamente bromeando al final, puesto que al parecer con la joven cerca sería inevitable compartir uno o dos tragos.
Fue entonces que la joven se acomodó nuevamente para así dejarnos llevar por la suave brisa marina, disfrutando el grato silencio. Sonreía, mirando el atardecer, para luego escuchar a la joven romper el silencio, preguntando por lo que había hecho en la taberna. Ante esto, inmediatamente me ruboricé para así poner mi mano derecha en mi rostro poniendo un semblante avergonzado. No podía recordar mucho, pero entre los ligeros dolores de cabeza venían a mi recuerdos de lo acontecido. Suspiré. - Creo que no es la primera vez que me pasa... La última vez que bebí así hace un par de años me contaron que noqueé a un tipo por accidente, creía que era un pirata buscado. - bajaba la mano de mi rostro para así verla con el semblante cálido y alegre de siempre para contar mi anécdota relacionada con lo que había pasado en la taberna. - Pero realmente sólo pasaba por esa taberna, recién habíamos llegado con mis demás compañeros desde el cuartel de Shell Town para poder patrullar esta isla, así que se nos dio este día libre. Caminé un tanto y me dieron ganas de beber algo... Pero jamás pensé que terminaría así. - le comentaría y hablaría con la verdad de manera cálida, gentil y emitiendo una corta risa al final, inmediatamente con mi respuesta, había dejado en claro que era un marine, o al menos eso creía. No me importaba la verdad, sentía que podía ser yo mismo y hablar de lo que fuera con la agradable joven.
Esperaba hacerla reír, al igual que lo hicieron las pocas personas que saben la misma historia. Luego de eso, me estiraría un poco para así dejar mis brazos apoyados hacia atrás y estirar mis largas piernas. Ahora miraría el atardecer fijamente para seguir con la grata conversación. - Dime Kotori-san... - llamaba su atención cortesmente pausando un poco para mirarla de reojo. - ¿Qué te trae por esta isla? ¿Llevas mucho por aquí? - terminaría por preguntarle para así mirarla fijamente con confianza y relajo, esbozando una leve sonrisa. Tenía curiosidad por saber más de ella, su pasado, su presente, sus ambiciones. Sentía una conexión muy fuerte con la rubia, a tal punto, de despertar algo que no sentía hace tiempo debido a la tranquilidad de mi realidad, el deseo de proteger a alguien.
La joven calmaba en parte mi sentimiento de culpa por haber, según yo, arruinado su día. Puesto que según ella, necesitaba un momento así. Pero luego, suspiró para así golpear mi espalda con confianza y fuerza dándome un sermón sobre no bajar mi guardia y confiarme, puesto que otras personas se podrían aprovechar de mi. Sus golpes no eran normales, tenía mucha fuerza, por lo que la zona quedó resentida. - Lo sé, por eso no suelo beber mucho. - le respondía un tanto tartamudeante entre sus golpes con un semblante cálido pero con un toque de sufrimiento debido a sus golpes, pero aún así no evitó que saliera una inocente risa luego de responderle. Su extremidad, por lo demás, se sentía peculiarmente más dura que cualquier otra, era casi como si me estuvieran dando con un palo de acero. Pero entonces, el dolor empezó a ser apaciguado, puesto que la joven empezó a acariciar la misma zona, entregándome aún más relajo, paz y, por supuesto, rubor a mis mejillas. Sus intensiones realmente eran puras, ella no quería ver a nadie sufrir, lo pude sentir en sus palabras. ¿Quizás era un poco parecida a mi en ese sentido? Por ello, le sonreí con calidez para así asentir con la cabeza. - Procuraré que no pase de nuevo, pero no prometo nada si es que volvemos a salir juntos a una taberna. - aceptaba mi error, dando a conocer que no pasaría nuevamente bromeando al final, puesto que al parecer con la joven cerca sería inevitable compartir uno o dos tragos.
Fue entonces que la joven se acomodó nuevamente para así dejarnos llevar por la suave brisa marina, disfrutando el grato silencio. Sonreía, mirando el atardecer, para luego escuchar a la joven romper el silencio, preguntando por lo que había hecho en la taberna. Ante esto, inmediatamente me ruboricé para así poner mi mano derecha en mi rostro poniendo un semblante avergonzado. No podía recordar mucho, pero entre los ligeros dolores de cabeza venían a mi recuerdos de lo acontecido. Suspiré. - Creo que no es la primera vez que me pasa... La última vez que bebí así hace un par de años me contaron que noqueé a un tipo por accidente, creía que era un pirata buscado. - bajaba la mano de mi rostro para así verla con el semblante cálido y alegre de siempre para contar mi anécdota relacionada con lo que había pasado en la taberna. - Pero realmente sólo pasaba por esa taberna, recién habíamos llegado con mis demás compañeros desde el cuartel de Shell Town para poder patrullar esta isla, así que se nos dio este día libre. Caminé un tanto y me dieron ganas de beber algo... Pero jamás pensé que terminaría así. - le comentaría y hablaría con la verdad de manera cálida, gentil y emitiendo una corta risa al final, inmediatamente con mi respuesta, había dejado en claro que era un marine, o al menos eso creía. No me importaba la verdad, sentía que podía ser yo mismo y hablar de lo que fuera con la agradable joven.
Esperaba hacerla reír, al igual que lo hicieron las pocas personas que saben la misma historia. Luego de eso, me estiraría un poco para así dejar mis brazos apoyados hacia atrás y estirar mis largas piernas. Ahora miraría el atardecer fijamente para seguir con la grata conversación. - Dime Kotori-san... - llamaba su atención cortesmente pausando un poco para mirarla de reojo. - ¿Qué te trae por esta isla? ¿Llevas mucho por aquí? - terminaría por preguntarle para así mirarla fijamente con confianza y relajo, esbozando una leve sonrisa. Tenía curiosidad por saber más de ella, su pasado, su presente, sus ambiciones. Sentía una conexión muy fuerte con la rubia, a tal punto, de despertar algo que no sentía hace tiempo debido a la tranquilidad de mi realidad, el deseo de proteger a alguien.
InvitadoInvitado
Re: El as de corazones [Lance]
Aquella noche estaba siendo genial, dejando de lado lo que había pasado en la taberna, y el hecho de que la joven había perdido los estribos por un momento al partir la mesa en dos. Si había algo que la molestaban eran las injusticias, las mentiras. Esperaba que la persona que tenía al lado sea tan honesto como parecía, puesto que realmente aquello se sentía bien. Aunque avergonzado, las palabras le salían de forma natural, signo inequivoco de que disfrutaba de aquello casi tanto como ella. Era gracioso, la diferencia entre su físico y su personalidad, le parecía cuanto menos, interesante y cómico. Nunca había conocido una persona así, pero se alegraba de haberlo hecho. Casi todo en su comportamiento dejaba ver un apeno personal, hasta su rostro estaba un tanto enrojecido. Se pasaba la mano por la cara como si quisiera evadir su mirada. No sabía porque, pero le recordaba a cierto niño que había conocido tiempo atrás, cuando era pequeña. ¿Era uno de los monjes? Lo cierto es que desde que se había transformado en un ciborg, había perdido parte de sus memorias antiguas, por lo cual no podría localizar a aquella persona entre ellas. Pero igual, sabía que nunca había visto a Lance anteriormente. Seguramente él se hubiese acordado de ella.
- No pasa nada mientras estés conmigo. Aunque yo tampoco puedo contar grandes hazañas de cuando me emborraché. - pensó durante un momento, aunque no sonrió. No había nada de gracioso beber para olvidar, ni tampoco liarse a puños cuando uno está embriagado. No era por error como él lo iba a contar más adelante, era frustración reprimida. Rabia. Pero aquello no era lo que pasaba por su cabeza en aquellos momentos. Si no que escuchaba con atención, girando la mirada hacía su cara mientras este contaba el momento gracioso. Podía notar cierto nerviosismo, o mejor dicho apeno por ser así. ¿A caso pretendía ser más... masculino? Sus hombros se encogían varias veces bajo una risa reprimida. No quería parecer burlarse, pero aquello era en realidad un panorama bastante tierno. - Bien hecho. - terminó por reírse de tan solo imaginar al chico después de la embriaguez, seguramente las culpas serían vastas si él era tal y como se mostraba. Podía haber notado que se trataba de un marine. Nunca lo hubiese imaginado, seguramente porque pensó que los marines frecuentaban otro tipo de lugares. Sabía que en aquella taberna la mayoría eran criminales o mercenarios, por eso no tenía ni el mínimo apego a ellos. Sólo esperaba tener una razón para patearles el trasero. Ese era el lugar genial para emborracharse y dejar salir toda la rabia contenida.
- Oh.. ya veo. - susurró, meneando la cabeza un tanto. - No deberías entrar en ese tipo de antros solo. Estabas ciertamente rodeado de enemigos. - su aura era una amistosa, o hasta maternal. Eran de esos momentos que se permitía ser la misma Kotori que había salido del templo, meses atrás, antes de encontrar la mierda que vivía entro lo que ella llamaba humanidad. - La verdad es que no llevo mucho aquí. Empecé mi aventura meses atrás pero... - tragó en seco durante un momento, para después proseguir con una triste sonrisa. - No fue lo que yo me esperé. - su cuerpo se había desequilibrado un momento por el cambio de posición del casi gigante, pero no tardó en encontrar su punto de equilibro en un costado del hombre. Sus ojos se cerraron un momento e inspiró con fuerza. El aire casi salado que dejaba el mar atrás. La brisa que revoloteó durante un momento sus cabellos rubios. Sonrió con malicia. Sus ojos se abrieron mientras que su cuerpo se acercaba más al ajeno, hasta que agarró la muñeca que sostenía el cuerpo del hombre, y acercó su mano a su cuello, hincando una rodilla en el suelo.
Su aura parecía haber cambiado durante un momento. Con rapidez. La magia había sido rota. Sus labios mostraban cierta sonrisa malévola, o eso era lo que pretendía. - Aunque hay algo que no te conté. Yo también soy una pirata buscada. - sonrió con ganas. - ¿Qué harás ahora, Lance-kun? - preguntó mientras ejercía cierta fuerza, para que él se sientiese en peligro y así, ver su reacción. Obviamente, se trataba de una mera prueba. Quizás algo para despertar sus sentidos. Para ver que tipo de persona era. Había aprendido que la gente saca su real ser en momentos de peligro, ya que ella también lo hacía.
- No pasa nada mientras estés conmigo. Aunque yo tampoco puedo contar grandes hazañas de cuando me emborraché. - pensó durante un momento, aunque no sonrió. No había nada de gracioso beber para olvidar, ni tampoco liarse a puños cuando uno está embriagado. No era por error como él lo iba a contar más adelante, era frustración reprimida. Rabia. Pero aquello no era lo que pasaba por su cabeza en aquellos momentos. Si no que escuchaba con atención, girando la mirada hacía su cara mientras este contaba el momento gracioso. Podía notar cierto nerviosismo, o mejor dicho apeno por ser así. ¿A caso pretendía ser más... masculino? Sus hombros se encogían varias veces bajo una risa reprimida. No quería parecer burlarse, pero aquello era en realidad un panorama bastante tierno. - Bien hecho. - terminó por reírse de tan solo imaginar al chico después de la embriaguez, seguramente las culpas serían vastas si él era tal y como se mostraba. Podía haber notado que se trataba de un marine. Nunca lo hubiese imaginado, seguramente porque pensó que los marines frecuentaban otro tipo de lugares. Sabía que en aquella taberna la mayoría eran criminales o mercenarios, por eso no tenía ni el mínimo apego a ellos. Sólo esperaba tener una razón para patearles el trasero. Ese era el lugar genial para emborracharse y dejar salir toda la rabia contenida.
- Oh.. ya veo. - susurró, meneando la cabeza un tanto. - No deberías entrar en ese tipo de antros solo. Estabas ciertamente rodeado de enemigos. - su aura era una amistosa, o hasta maternal. Eran de esos momentos que se permitía ser la misma Kotori que había salido del templo, meses atrás, antes de encontrar la mierda que vivía entro lo que ella llamaba humanidad. - La verdad es que no llevo mucho aquí. Empecé mi aventura meses atrás pero... - tragó en seco durante un momento, para después proseguir con una triste sonrisa. - No fue lo que yo me esperé. - su cuerpo se había desequilibrado un momento por el cambio de posición del casi gigante, pero no tardó en encontrar su punto de equilibro en un costado del hombre. Sus ojos se cerraron un momento e inspiró con fuerza. El aire casi salado que dejaba el mar atrás. La brisa que revoloteó durante un momento sus cabellos rubios. Sonrió con malicia. Sus ojos se abrieron mientras que su cuerpo se acercaba más al ajeno, hasta que agarró la muñeca que sostenía el cuerpo del hombre, y acercó su mano a su cuello, hincando una rodilla en el suelo.
Su aura parecía haber cambiado durante un momento. Con rapidez. La magia había sido rota. Sus labios mostraban cierta sonrisa malévola, o eso era lo que pretendía. - Aunque hay algo que no te conté. Yo también soy una pirata buscada. - sonrió con ganas. - ¿Qué harás ahora, Lance-kun? - preguntó mientras ejercía cierta fuerza, para que él se sientiese en peligro y así, ver su reacción. Obviamente, se trataba de una mera prueba. Quizás algo para despertar sus sentidos. Para ver que tipo de persona era. Había aprendido que la gente saca su real ser en momentos de peligro, ya que ella también lo hacía.
InvitadoInvitado
Re: El as de corazones [Lance]
La joven parecía estar disfrutando la tarde al final de cuentas, esto lo podía notar con su dulce risa al momento de escuchar mi particular historia de borrachera, bueno, no es como si tuviera muchas. No pasó mucho tiempo para que esta volviera a darme un cálido sermón sobre no entrar a esos lugares sólo, puesto que están llenos de "enemigos". Pero lo que ella no sabía, es que yo tenía un único sentido de la justicia, el cual pronto estaría por descubrir. - ¡Haha! Suenas casi como mi madre. - reiría para luego mencionar ese particular hecho, claramente no lo decía en serio, pero la preocupación de la joven realmente me cautivaba y me hacía sentir feliz.
La joven meneaba su cabeza, para luego responder la pregunta que le hice anteriormente. Al parecer tampoco llevaba mucho tiempo en la isla, pero al parecer eso le había traído recuerdos amargos, puesto que pude notar un cambio en su semblante. Me preocupé. Debía ser yo quien diera palabras de ánimo. Tosí un par de veces para llamar la atención, preparando un sermón que aprendí hace unos años. - "Lo que hace un viaje inolvidable no es como empiezas, sino la gente que conoces, que te acompañan en el camino y anhelas proteger a toda costa." - diría con un tono de voz diferente, fingiendo rectitud mirando hacia el horizonte, mi semblante también cambiaba, pero denotaba que era forzado. Al terminar, con esa misma posición firme, miré a la joven para así sonreírle. - Eso es algo que solía decir mi padre cuando me entrenaba, también es marine. - terminé por comentarle volviendo a mi semblante y posición relajados sin dejar de apartarle la vista de encima. - Todos hemos pasado por malos momentos durante nuestros viajes, pero, en mi caso, el simple hecho de pensar que en el trayecto podré conocer a gente como tú, me hace olvidar esos malos recuerdos y querer seguir avanzando. - le dije con una sonrisa en el rostro, esperando que esas palabras sirvieran para poder hacer cambiar un poco esa mentalidad o mal recuerdo que tenía la joven.
Pero pronto las cosas cambiarían de golpe, puesto que el aura de tranquilidad que emanaba la joven cambió a una más agresiva, esta tomó mi muñeca con su mano para arrodillarse con una sóla rodilla y agarrar mi cuello con su mano libre. Estaba muy cerca, podía incluso sentir su respiración y ver con claridad sus ahora maliciosos ojos. Al tenerla tan cerca, fue imposible no sonrojarme un poco. ¿Qué estaba tramando? Fue entonces que la joven dijo que era una pirata buscada, preguntando después que era lo que haría respecto a eso. Mi semblante entonces cambió a uno serio, mis ojos alegres y cálidos cambiaron a unos más serios y determinados, siendo incluso iluminados por el atardecer para brillar un poco más. El silencio dominó el lugar por unos minutos, el reventar de las olas en conjunto con el sonido de la brisa marina era todo lo que podía sentir además de la respiración de la rubia.
De pronto, tomé la mano que se encontraba aferrando mi muñeca, sintiendo esa particular dureza que ya no me era anormal. - Que seas una pirata buscada y reconocida no te hace mala persona. - le dije repentinamente con un tono de voz más cálido para así sonreírle levemente. - Para mí, una persona merece ser juzgada cuando hace algo malo o cuando realmente es un peligro para la gente inocente. - hablaba con madurez sin apartar mis ojos de los suyos. - Para los ojos del gobierno mundial puedes ser una amenaza, pero para los míos, eres única. - seguía hablando casi iluminado por algún ente justiciero o quizás la brisa marina había hecho que saliera el hombre sabio y sentimental que se escondía dentro de mí. - El conocerte me hizo comprobar nuevamente que mi "Justicia" no está equivocada, eres una gran persona, seas o no una criminal para el mundo. - concluí para dedicarle una sonrisa de oreja a oreja, esperando que esta revelación no pasara a mayores, puesto que no quería enfrentarme a ella.
La joven meneaba su cabeza, para luego responder la pregunta que le hice anteriormente. Al parecer tampoco llevaba mucho tiempo en la isla, pero al parecer eso le había traído recuerdos amargos, puesto que pude notar un cambio en su semblante. Me preocupé. Debía ser yo quien diera palabras de ánimo. Tosí un par de veces para llamar la atención, preparando un sermón que aprendí hace unos años. - "Lo que hace un viaje inolvidable no es como empiezas, sino la gente que conoces, que te acompañan en el camino y anhelas proteger a toda costa." - diría con un tono de voz diferente, fingiendo rectitud mirando hacia el horizonte, mi semblante también cambiaba, pero denotaba que era forzado. Al terminar, con esa misma posición firme, miré a la joven para así sonreírle. - Eso es algo que solía decir mi padre cuando me entrenaba, también es marine. - terminé por comentarle volviendo a mi semblante y posición relajados sin dejar de apartarle la vista de encima. - Todos hemos pasado por malos momentos durante nuestros viajes, pero, en mi caso, el simple hecho de pensar que en el trayecto podré conocer a gente como tú, me hace olvidar esos malos recuerdos y querer seguir avanzando. - le dije con una sonrisa en el rostro, esperando que esas palabras sirvieran para poder hacer cambiar un poco esa mentalidad o mal recuerdo que tenía la joven.
Pero pronto las cosas cambiarían de golpe, puesto que el aura de tranquilidad que emanaba la joven cambió a una más agresiva, esta tomó mi muñeca con su mano para arrodillarse con una sóla rodilla y agarrar mi cuello con su mano libre. Estaba muy cerca, podía incluso sentir su respiración y ver con claridad sus ahora maliciosos ojos. Al tenerla tan cerca, fue imposible no sonrojarme un poco. ¿Qué estaba tramando? Fue entonces que la joven dijo que era una pirata buscada, preguntando después que era lo que haría respecto a eso. Mi semblante entonces cambió a uno serio, mis ojos alegres y cálidos cambiaron a unos más serios y determinados, siendo incluso iluminados por el atardecer para brillar un poco más. El silencio dominó el lugar por unos minutos, el reventar de las olas en conjunto con el sonido de la brisa marina era todo lo que podía sentir además de la respiración de la rubia.
De pronto, tomé la mano que se encontraba aferrando mi muñeca, sintiendo esa particular dureza que ya no me era anormal. - Que seas una pirata buscada y reconocida no te hace mala persona. - le dije repentinamente con un tono de voz más cálido para así sonreírle levemente. - Para mí, una persona merece ser juzgada cuando hace algo malo o cuando realmente es un peligro para la gente inocente. - hablaba con madurez sin apartar mis ojos de los suyos. - Para los ojos del gobierno mundial puedes ser una amenaza, pero para los míos, eres única. - seguía hablando casi iluminado por algún ente justiciero o quizás la brisa marina había hecho que saliera el hombre sabio y sentimental que se escondía dentro de mí. - El conocerte me hizo comprobar nuevamente que mi "Justicia" no está equivocada, eres una gran persona, seas o no una criminal para el mundo. - concluí para dedicarle una sonrisa de oreja a oreja, esperando que esta revelación no pasara a mayores, puesto que no quería enfrentarme a ella.
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Re: El as de corazones [Lance]
Me encontraba en él. Sus palabras, sus maneras de expresarse. El sermón anterior. Podía ver como todo lo que decía era lo que alguna vez he aprendido de mi maestro. "No importa cuanto tardes en llegar, si no como haces tu camino". Sentí un hilo de rabia, y eso fue lo que me impulsó hacía mis seguidos actos. Sería mejor que aprendiese ahora, lo que más tarde le costaría, o seguramente lo aprendería a base de golpes. ¿Qué demonios estaba haciendo? En todo mi viaje, lleno de caras familiares, no me había acercado a nadie justamente porque no sabía como iba a acabar todo aquello. Había esquivado al máximo los sentimientos que los demás intentaban poner en mi. Me consideraba a mi misma vulnerable ante tales sentimientos, por lo cual sólo debía hacer una cosa: Evitar sentir. Y aún así, decidía darle una "lección" de vida a aquel chico que había bajado tanto la guardia nada más verme. ¿Qué estaría pasando por su cabeza? Mis ojos hacían contacto visual, y se movían de un ojo al otro, intentaba ver lo que pensaba. Su semblante se transformó. Se había puesto serio. Podía notar que el alcohol había dejado por completo su cabeza. Me había creído. ¡Por Dios, era tan fácil engañarle! Hasta que que no tenía ningún tipo de conocimiento en el arte del engaño, lo había hecho. ¿Cómo iba a sobrevivir?
Su mano pronto cogió la mía. Aunque no podía sentir nada a través del metal, si tenía conocimiento de ello. ¿Qué coño estaba pensando? Me hubiese gustado estar en su mente en aquellos momentos. Mi cara no se movió ni un ápice mientras él hablaba. Y entonces podía haberlo dicho con claridad. El chico tenía mis mismos ideales. Las personas no eran malas por tener un precio sobre su cabeza, si no por lo que hacían en el momento. Por supuesto que importaba los crímenes del pasado, y tenían que pagar por ellas. Pero las personas podían cambiar en cualquier momento. Tenía fe en la humanidad, algo que desde que partí de mi casa, no había encontrado. ¡El imbécil había tocado mi corazón con ese discursillo cutre! Aunque mi cara estaba siendo seria mientras él sonreía, por unos segundos me di el lujo de pensar bien mis acciones seguidas, aunque no sirviese de mucho. Me dirigía por mi primer impulso, como siempre. Mi cabeza no paraba de repetir a si misma que no debía dejar esta oportunidad pasar por mi lado. No le conocía, ni mucho menos, pero me había demostrado algo: era un chico genial. Un humano como pocos hay ya. Y debía saberlo, para así no perder su esencia por muy difícil que sea. Era demasiado fácil sucumbir ante las ganas de ser el más fuerte, el más respetado. El más.
La mano que tenía en su cuello, se posó detrás de su nuca, terminando por acercarle a mi. Le había abrazado, y ahora ponía mi cuello en el espacio que había entre su hombro y su cabeza. No fue difícil atraerle, quizás por mi fuerza o porque él no opuso ningún tipo de resistencia. O quizás ambas. Suspiré de manera honda. No era muy dada para hablar, pero sabía una cosa: para tocar de manera real el corazón de alguien, sólo hacían falta sentimientos verdaderos. Puesto que no me inventaba nada, y todo venía desde adentro, fue bastante fácil. - Sé que estoy haciendo algo que no debería, pero quiero que sepas que hay pocas personas como tú en este mundo. - decía de manera firme, aunque mi voz a medida que estaba hablando, se volvía muy sentimental. - Debes saber que te enfrentarás a muchas decisiones difíciles, y a muchos peligros que te harán escoger entre seguir tu corazón o seguir órdenes. - enterré mi cara en su cuello, e inspiré su aroma. Podía sentir como su corazón latía con fuerza, y sonreír un tanto. Tener contacto humano no se podía comparar con nada en este mundo. Sentir el otro corazón latir al mismo tiempo era sentirse viva. - Sigue tu corazón y encontrarás siempre lo que andas buscando. Y lo que te mereces. - acabé por susurrar en su oído. No era una charla de abuelas, aunque podía ser que era lo que una padre diría a su hijo. Aún así, después de decir aquello, mi corazón se sentía en paz, señal de que había hecho lo correcto, por ahora.
Su mano pronto cogió la mía. Aunque no podía sentir nada a través del metal, si tenía conocimiento de ello. ¿Qué coño estaba pensando? Me hubiese gustado estar en su mente en aquellos momentos. Mi cara no se movió ni un ápice mientras él hablaba. Y entonces podía haberlo dicho con claridad. El chico tenía mis mismos ideales. Las personas no eran malas por tener un precio sobre su cabeza, si no por lo que hacían en el momento. Por supuesto que importaba los crímenes del pasado, y tenían que pagar por ellas. Pero las personas podían cambiar en cualquier momento. Tenía fe en la humanidad, algo que desde que partí de mi casa, no había encontrado. ¡El imbécil había tocado mi corazón con ese discursillo cutre! Aunque mi cara estaba siendo seria mientras él sonreía, por unos segundos me di el lujo de pensar bien mis acciones seguidas, aunque no sirviese de mucho. Me dirigía por mi primer impulso, como siempre. Mi cabeza no paraba de repetir a si misma que no debía dejar esta oportunidad pasar por mi lado. No le conocía, ni mucho menos, pero me había demostrado algo: era un chico genial. Un humano como pocos hay ya. Y debía saberlo, para así no perder su esencia por muy difícil que sea. Era demasiado fácil sucumbir ante las ganas de ser el más fuerte, el más respetado. El más.
La mano que tenía en su cuello, se posó detrás de su nuca, terminando por acercarle a mi. Le había abrazado, y ahora ponía mi cuello en el espacio que había entre su hombro y su cabeza. No fue difícil atraerle, quizás por mi fuerza o porque él no opuso ningún tipo de resistencia. O quizás ambas. Suspiré de manera honda. No era muy dada para hablar, pero sabía una cosa: para tocar de manera real el corazón de alguien, sólo hacían falta sentimientos verdaderos. Puesto que no me inventaba nada, y todo venía desde adentro, fue bastante fácil. - Sé que estoy haciendo algo que no debería, pero quiero que sepas que hay pocas personas como tú en este mundo. - decía de manera firme, aunque mi voz a medida que estaba hablando, se volvía muy sentimental. - Debes saber que te enfrentarás a muchas decisiones difíciles, y a muchos peligros que te harán escoger entre seguir tu corazón o seguir órdenes. - enterré mi cara en su cuello, e inspiré su aroma. Podía sentir como su corazón latía con fuerza, y sonreír un tanto. Tener contacto humano no se podía comparar con nada en este mundo. Sentir el otro corazón latir al mismo tiempo era sentirse viva. - Sigue tu corazón y encontrarás siempre lo que andas buscando. Y lo que te mereces. - acabé por susurrar en su oído. No era una charla de abuelas, aunque podía ser que era lo que una padre diría a su hijo. Aún así, después de decir aquello, mi corazón se sentía en paz, señal de que había hecho lo correcto, por ahora.
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Re: El as de corazones [Lance]
Las palabras que salían de mi boca iban no sólo con un tanto de inocencia, sino que también con determinación y honestidad. Sostenía su mano, estaba un poco sonrojado, no sólo por decir tantas palabras que podían sonar un cursis, sino que también por el hecho de que no paraba de hacer contacto visual con ella. Una vez que terminé, el silencio reinó por un momento, no fue mucho tiempo a decir verdad, quizás fueron segundos, pero para mí fueron instancias preciosas en las cuales pude observar al detalle el rostro de la rubia. Mi corazón empezaba a palpitar intensamente.
Entonces, pude sentir como el brazo de la joven que se encontraba en mi cuello de forma un tanto amenazante se convertía en un cálido agarre para acercarme a ella. No me resistí, al contrario, me acerqué a ella para así poder sentir cómo se acomodaba de manera tierna. Mi corazón latía fuertemente, no sabía qué pensar o qué decir, quizás debía dejar que este continuara siendo mi guía. Pero entonces, pude escuchar a la rubia respirar profundo para luego empezar a hablar de manera muy cálida, era la primera vez que la escuchaba así, y muy dentro de mí, esperaba que no fuera la última.
Cada una de sus palabras, cada uno de sus consejos, llenaba mi corazón y mi determinación de seguir adelante por el mismo camino que me encontraba recorriendo. Pero ahora, deseaba otra cosa más, caminar junto a la joven luchadora. No era ambición, no era deseo. ¿Era amor? Posiblemente, pero por sobre todas las cosas, era la admiración, el deseo de protegerla a toda costa y quedarme junto a ella.
Entonces, entre un acto de valor y casi instintivo, puse mi mano libre en la mejilla de la joven para así alzar un poco su rostro y quedar mirándole fijamente una vez más. Sonreía levemente, pero ya no con un semblante inocente, era un semblante cálido y lleno de determinación. - Ya encontré lo que buscaba. - le dije a la joven para así acercármele un poco más y apoyar mi frente con la suya sin dejar de hacer contacto visual con ella. Mi corazón latía, pero no dolía, al contrario, se sentía bien estar con ella, me sentía pleno, me sentía feliz, que podía hacer lo imposible si la tenía a mi lado, que mi justicia no era simplemente una cosa sacada de un cuento de niños. Era alguien con quien podía compartir mis sueños y esperanzas. Espera... ¿Esa era una declaración de amor? En el sentido rebuscado de la palabra, lo era. Las palabras de la joven habían hecho que mi corazón fuera flechado increíblemente, lo que inevitablemente hizo que se lo ofreciera ahí mismo.
Entonces, pude sentir como el brazo de la joven que se encontraba en mi cuello de forma un tanto amenazante se convertía en un cálido agarre para acercarme a ella. No me resistí, al contrario, me acerqué a ella para así poder sentir cómo se acomodaba de manera tierna. Mi corazón latía fuertemente, no sabía qué pensar o qué decir, quizás debía dejar que este continuara siendo mi guía. Pero entonces, pude escuchar a la rubia respirar profundo para luego empezar a hablar de manera muy cálida, era la primera vez que la escuchaba así, y muy dentro de mí, esperaba que no fuera la última.
Cada una de sus palabras, cada uno de sus consejos, llenaba mi corazón y mi determinación de seguir adelante por el mismo camino que me encontraba recorriendo. Pero ahora, deseaba otra cosa más, caminar junto a la joven luchadora. No era ambición, no era deseo. ¿Era amor? Posiblemente, pero por sobre todas las cosas, era la admiración, el deseo de protegerla a toda costa y quedarme junto a ella.
Entonces, entre un acto de valor y casi instintivo, puse mi mano libre en la mejilla de la joven para así alzar un poco su rostro y quedar mirándole fijamente una vez más. Sonreía levemente, pero ya no con un semblante inocente, era un semblante cálido y lleno de determinación. - Ya encontré lo que buscaba. - le dije a la joven para así acercármele un poco más y apoyar mi frente con la suya sin dejar de hacer contacto visual con ella. Mi corazón latía, pero no dolía, al contrario, se sentía bien estar con ella, me sentía pleno, me sentía feliz, que podía hacer lo imposible si la tenía a mi lado, que mi justicia no era simplemente una cosa sacada de un cuento de niños. Era alguien con quien podía compartir mis sueños y esperanzas. Espera... ¿Esa era una declaración de amor? En el sentido rebuscado de la palabra, lo era. Las palabras de la joven habían hecho que mi corazón fuera flechado increíblemente, lo que inevitablemente hizo que se lo ofreciera ahí mismo.
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Re: El as de corazones [Lance]
No sabía que había dicho, pero había salido desde el fondo de mi corazón. Ni tampoco lo pensé mucho. El hecho de encontrarle en aquel sitio, y haber llegado hasta aquí teniendo en cuenta que no nos conocíamos, decía mucho sobre nosotros. Me gustaría quedarme bajo su vista, pero sabía que eso me era imposible, pues mi meta personal iba más allá de la marina. Aún así, me aferraba a su cuerpo, para despegarme cuando él lo hubiera indicado. Su mano cálida tocaba mi rostro para apoyar su frente contra la mía, invadiendo así mi espacio personal más de lo que ninguna persona lo había hecho anteriormente, al menos de aquella manera. Las matices de amistad se estaban convirtiendo en algo más, aunque no lo sabía en aquellos momentos. Sus ojos penetraron con su mirada, haciendo contacto visual de inmediato. ¿Qué era eso? Mi corazón se empezó a accelerar más de la cuenta, y un suave sonrojo se posó sobre mis mejillas. ¿Qué pretendía hacer? No tenía ni idea, me daba miedo pero al mismo tiempo no me podía mover. No estaba bajo unos encantos, ni nada parecido. Había expermientado eso con Henry y no lo iba a hacer nunca más. No estaba tocando mi corazón, puesto a que sus palabras aún eran muy confusas, estaba tocando mi..¿cuerpo?
Mis ojos se agrandaron, brillando en la oscuridad con fuerza. El viento proveniente desde mi espalda, hacía que mis pelos tocaran ligeramente su cara, y mi coleta quedara totalmente a la merced del aire. Me estaba axfisiando de alguna manera, pero no podría describirlo muy bien. Sentía mariposas en el estómago, puesto que era la primera vez en esa situación. Lance no parecía apenado para nada, si no más bien su determinación era la que me estaba asustando. Tenía que volver en mi, y dejar de pensar todas las tonterías. Esa no era yo. Yo, no necesitaba eso. De hecho tampoco necesitaba una amistad, o lo que fuese que me estaba ofreciendo. Yo, no podía ofrecer nada de vuelta. Mis ojos pronto rompieron el contacto visual, moviéndose nerviosos, mostrando que ya estaba en mis cabales, aunque el rubor tardaría un tanto más al irse. Dejé un suspiro corto, que se convirtió en una sonrisa antes de llegara ser hondo. - Me alegro, es lo que te mereces siempre. - sin saber, había arrojado una especie de maldición. Si tan siquiera hubiese sabido sus sentimientos en aquel momento, quizás mi respuesta hubiese sido diferente. Pero en aquellos momentos, realmente desconocía a lo que se refería, aún con aquella mirada sobre mi. - Es el fruto del duro labor. - mi mano se acercó a su cabeza, revoloteando su cabello para después alisarlo con cuidado de vuelta. Tardé un poco en romper aquel contacto que él había creado, pero al final si que lo hice. Me apoyé en la mano que había cogido mi mueca para ponerme de pie y mirarle desde esa posición.
- Lance. La verdad es que fuiste una compañía genial. - miré con una sonrisa. A medida que me fui alejando de él, esa sensación iba desapareciendo. Aún así el calor de su frente junto a la mía duraría un poco más. Sabía que me tenía que ir, antes de que pasara algo que quizás me arrepienta luego. - Pero la verdad es que mañana voy a viajar de nuevo. No sé hacía donde aún, pero... - me miré a mi misma durante un momento, antes de llevar ambas manos a mi coleta, y quitar la pequeña cinta azul que la mantenía en su sitio, haciendo de aquella forma que mi cabello rubio se esparciera por mi espalda y dejara ver su extrema longitud. Extendía la mano, esperando la ajena y tomándolo como un saludo. - Seguramente nos volvamos a ver. - lo tomé como un trato, puesto que sabía que iba a ser yo misma una marine. Por ello, até la cinta a su muñeca, para despedirla con una caricia. - Así que no te olvidas de mi, ¿sí? - ladeé la cabeza un tanto, para volver a sonreír con el mismo entusiasmo de siempre.
Mis ojos se agrandaron, brillando en la oscuridad con fuerza. El viento proveniente desde mi espalda, hacía que mis pelos tocaran ligeramente su cara, y mi coleta quedara totalmente a la merced del aire. Me estaba axfisiando de alguna manera, pero no podría describirlo muy bien. Sentía mariposas en el estómago, puesto que era la primera vez en esa situación. Lance no parecía apenado para nada, si no más bien su determinación era la que me estaba asustando. Tenía que volver en mi, y dejar de pensar todas las tonterías. Esa no era yo. Yo, no necesitaba eso. De hecho tampoco necesitaba una amistad, o lo que fuese que me estaba ofreciendo. Yo, no podía ofrecer nada de vuelta. Mis ojos pronto rompieron el contacto visual, moviéndose nerviosos, mostrando que ya estaba en mis cabales, aunque el rubor tardaría un tanto más al irse. Dejé un suspiro corto, que se convirtió en una sonrisa antes de llegara ser hondo. - Me alegro, es lo que te mereces siempre. - sin saber, había arrojado una especie de maldición. Si tan siquiera hubiese sabido sus sentimientos en aquel momento, quizás mi respuesta hubiese sido diferente. Pero en aquellos momentos, realmente desconocía a lo que se refería, aún con aquella mirada sobre mi. - Es el fruto del duro labor. - mi mano se acercó a su cabeza, revoloteando su cabello para después alisarlo con cuidado de vuelta. Tardé un poco en romper aquel contacto que él había creado, pero al final si que lo hice. Me apoyé en la mano que había cogido mi mueca para ponerme de pie y mirarle desde esa posición.
- Lance. La verdad es que fuiste una compañía genial. - miré con una sonrisa. A medida que me fui alejando de él, esa sensación iba desapareciendo. Aún así el calor de su frente junto a la mía duraría un poco más. Sabía que me tenía que ir, antes de que pasara algo que quizás me arrepienta luego. - Pero la verdad es que mañana voy a viajar de nuevo. No sé hacía donde aún, pero... - me miré a mi misma durante un momento, antes de llevar ambas manos a mi coleta, y quitar la pequeña cinta azul que la mantenía en su sitio, haciendo de aquella forma que mi cabello rubio se esparciera por mi espalda y dejara ver su extrema longitud. Extendía la mano, esperando la ajena y tomándolo como un saludo. - Seguramente nos volvamos a ver. - lo tomé como un trato, puesto que sabía que iba a ser yo misma una marine. Por ello, até la cinta a su muñeca, para despedirla con una caricia. - Así que no te olvidas de mi, ¿sí? - ladeé la cabeza un tanto, para volver a sonreír con el mismo entusiasmo de siempre.
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Re: El as de corazones [Lance]
Mis palabras eran sinceras, cada una cargada con determinación y por sobretodo, mis más puros sentimiento. Sin embargo, no sabía bien cómo iba a tomárselo la rubia, quien parecía estar un tanto ruborizada y sin saber qué hacer en ese momento. ¿Estaba realmente haciendo lo correcto? Sea como fuese, en ese momento sentía que no debía guardarme absolutamente nada, puesto que bien sabía que no volvería a verla quizás hasta un tiempo bastante largo. Debía dejarle en claro lo mucho que significaba para mí. Sin embargo, sus palabras no tardaron en hacerse presentes en aquel silencio acompañado del viento marino que movía gentilmente nuestros cabellos y vestimentas. Escuchaba su dulce voz con atención y detenimiento, de a poco dándome cuenta hacia dónde quería llegar la luchadora.
Jugaba con mi cabello de manera suave, pero todo con la finalidad de tomar un poco la distancia. Fue entonces que, tomando mi mano y usándola de apoyo, se puso de pie para terminar de romper aquel nexo. La joven me miraría desde aquella elevada posición, declarando que había sido buena compañía durante esa tarde y además que viajaría al día siguiente sin rumbo, haciendo más real el hecho de que no la vería hasta quizás mucho tiempo. Quizás demasiado. Con una melancólica sonrisa me puse de pie, dejando notar así la diferencia en nuestras alturas nuevamente y mirarle con mi semblante de siempre y ver cómo la rubia removía con delicadeza el listón azul que ataba su cabello, dejando caer este y siendo revuelto por la brisa.
La joven ató esta misma a mi muñeca derecha, terminando por ser este un recuerdo de una promesa. - Reamente eres una gran persona, Kotori-san, ansío el día en que volveremos a vernos. Nunca te olvidaré. - terminé por decirle para así dar por finalizado un encuentro que marcaría mi vida por siempre, no sólo en un ámbito emocional, sino que también en uno más vocacional, mi determinación estaba por las nubes, deseaba ser más fuerte para poder algún día alcanzarla y poder protegerla cuando el destino nos volviera a reunir.
Jugaba con mi cabello de manera suave, pero todo con la finalidad de tomar un poco la distancia. Fue entonces que, tomando mi mano y usándola de apoyo, se puso de pie para terminar de romper aquel nexo. La joven me miraría desde aquella elevada posición, declarando que había sido buena compañía durante esa tarde y además que viajaría al día siguiente sin rumbo, haciendo más real el hecho de que no la vería hasta quizás mucho tiempo. Quizás demasiado. Con una melancólica sonrisa me puse de pie, dejando notar así la diferencia en nuestras alturas nuevamente y mirarle con mi semblante de siempre y ver cómo la rubia removía con delicadeza el listón azul que ataba su cabello, dejando caer este y siendo revuelto por la brisa.
La joven ató esta misma a mi muñeca derecha, terminando por ser este un recuerdo de una promesa. - Reamente eres una gran persona, Kotori-san, ansío el día en que volveremos a vernos. Nunca te olvidaré. - terminé por decirle para así dar por finalizado un encuentro que marcaría mi vida por siempre, no sólo en un ámbito emocional, sino que también en uno más vocacional, mi determinación estaba por las nubes, deseaba ser más fuerte para poder algún día alcanzarla y poder protegerla cuando el destino nos volviera a reunir.
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