One Piece Blue Sky
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Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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El as de corazones [Lance]

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Mensaje por Invitado Miér Feb 08, 2017 11:08 am

Taberna "Calypso"·Dos semanas antes· 1:00 AM:

Había estado en aquella isla una semana, tiempo suficiente para familiarizarse con la isla y los isleños. También con la multitud de piratas e hijos de puta que paseaban con total libertad, pero ¿quién era ella para decidir eso? Había llegado a la isla en búsqueda de una pista. Algo que podría resolver su curiosidad. Lo que había escuchado de Jagger ha encendido la chispa en su corazón. Necesitaba saberlo todo. Necesitaba saciar esa sed de venganza y después, arreglar su vida. ¿Qué iba a pasar cuando todo aquello hubiese terminado? No tenía ni idea de lo que seguía a continuación, pero estaba deseosa de averiguarlo. ¿Cual sería la vida de aquella niña cuyas extremidades fueron cortadas solo para hacer experimentos? ¿Crear el arma perfecto? No lo sabía aún, la verdad es que fue enseñada a no preguntarse porque le pasa lo que le pasa, si no aceptarlo y hacerlo parte de ella misma. Aceptar su destino. Conformarse. Lo había hecho un montón de veces, pero aquella, no sería una. La venganza debía ser tomada. La vida de 20 personas inocentes, valía la pena luchar.

Pero a veces el peso de la venganza se hacía demasiado. Los hombros se encogían. La sensación de soledad la sobrecogía. Ella sola, contra lo desconocido. Daba miedo. ¿Iba a morir en el intento? Quién sabía. Sólo sabía que de morir, no había nadie que la echaría en falta. Todas las personas habían sido pasajeras. Todo era pasajero a su alrededor, y, en algún modo, aquello era mejor. No formar lazos, no tener amigos. Todo el mundo bueno, era digo no de su respeto, mientras que los criminales se las verían con ella. No se inmiscuía demasiado en la vida de nadie, aunque eso también era una manera de protegerse. Sabía que era demasiado inocente. Que mordía en anzuelo con facilidad. Le había pasado un par de veces anteriormente. Pensar que sus sentimientos eran importantes para Henry, y no lo fueron. Pensar que había encontrado un compañero en Illya, pero desapareció sin rastro. Había encontrado muchas personas desde que había salido de Swallow, pero nadie parecía estar dispuesta a ver lo que había en su interior. Mejor. ¿Quién necesitaba esa mierda? Los sentimientos, como el imbécil de Kuma decía, te hacían débil. Los lazos, te hacían dudar y te apartaban de tu misión. Al final y sí va a resultar que el pelomoco tenía razón.

Entró en la taberna, dejando que la puerta hiciese ruido atrás suyo, sin cerrarla personalmente. Se paró en la entrada y vio el panorama. Pagafantas, criminales, mercenarios, en fin... una dulzura. En el sitio, todos se habían callado, y, después de unos segundos, el dueño hasta paró la música. Notó los rostros mirando hacía ella, algunos con temor. No había tenido mucha paciencia últimamente en la investigación, así que había usado los puños más de una vez. Sonrió por lo bajo, justo lo que necesitaba.
- ¡Mami está aquí! - dijo después de acabarse uno de los jarrones de vino que había sobre las mesas del principio. La música volvió a sonar y la gente volvía a su normalidad. Había venido en modo de paz, aunque sabían que tenían que portarse, medianamente bien. Se sentó en una mesa solitaria, aunque no tardó en tener el vino a su disposición, al que bebía como si de agua se tratase. Aunque los charlatanes sabían que se trataba de noche de engaño. Cartas, su debilidad, y una de las formas en las que perdía más dinero. Una partida de poker. - Bien, como me ganéis os voy a crujir los huesos. - se colocaba la silla del revés, y se sentaba, apoyando su pecho vendado sobre el respaldo. - ¡Necesito un compañero! - alzó la mano, viendo los otros dos criminales haciéndose señales entre ellos más sin saber de que se trataba.
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Mensaje por Invitado Miér Feb 08, 2017 1:04 pm

Los días en el cuartel general de Shell Town pasaban demasiado lento, todo era muy tranquilo y la única actividad que me quedaba por hacer era entrenar. Patrullar era tan solo un paseo en el cual me encontraba con la gente de siempre, por supuesto, nunca se me pasaba la oportunidad de corroborar si sus vidas iban bien. Herreros, panaderos e incluso mujeres que entregaban su cuerpo a otros hombres a cambio de dinero, estas últimas no se contenían en cortejarme pese a que era un marine, a quienes, con respeto y una sonrisa en el rostro las rechazaba. Hombres alegres bebiendo dentro y afuera de las tabernas me saludaban, celebraban e invitaban a beber, pero claro, no podía unírmeles estando en servicio. Definitivamente, haber nacido y crecido en este lugar era algo que agradecía, puesto que me ayudaba a conocer a cada una de las personas a la perfección y a desear por su seguridad y bienestar aún más.

Sin embargo, el simple hecho de vivir todos los días lo mismo era algo que me resultaba desmotivante, sentía que me estaba estancando y que no estaba creciendo como yo lo quería. Necesitaba conocer más lugares y más personas que proteger, de lo contrario, no tendría motivos para incrementar mi fuerza y alcanzar a mi padre. ¡Quería viajar! Pero fue entonces, casi como si fuera una señal del destino, cuando una llamada de un superior agrupando a todo mi pelotón cambió mi rutina completamente, puesto que nos necesitaban en el cuartel general del South Blue para así posteriormente dividir patrullas en las diferentes islas del mismo mar. Lleno de emoción, seguí las órdenes de mis superiores y abordé el gran buque hacia los mares del sur, en los cuales jamás había estado en mi vida.

Luego de unos días viajando finalmente llegamos a nuestro destino. La isla de Baterilla. Para nuestra suerte, cada uno de los marines que habían llegado a servir tenían todo el día libre para conocer la isla y poder descansar de tan largo viaje. No podía haber pedido por algo mejor, necesitaba estirar mis piernas y por sobre todo ver qué tan diferente era la cultura y la gente en comparación a mi isla natal. Por ello, vestido como civil, relajado y con una leve sonrisa en el rostro empecé a caminar con la mano en los bolsillos mirando hacia todas partes, sorprendido por la belleza única que ofrecía la isla.

Finalmente, y de tanto caminar, uno de mis instintos más básicos había despertado. Tenía hambre. Es por ello que, al no conocer muy bien el lugar, entré al primer lugar que vi y que parecía ofrecer lo que buscaba. Por ello entré, y pude ver como había mucha gente bebiendo, charlando y festejando, a lo cual no di mucha importancia y me senté en la barra para pedir cordialmente lo que estuvieran ofreciendo para comer el día de hoy. Pero antes de que pudiera empezar a comer lo que me habían traído, una mujer entró de golpe al recinto, saludando de una manera particular y energética. Ante esto inevitablemente me volteé a mirarla y ver que se encontraba sola, hasta que un par de hombres se le acercaron para proponerle un juego de cartas. Estos mismos no parecían de confianza, y mi preocupación se disparó levemente, aunque parecía que ella podría cuidarse por si sola.


- ¿Puedo acompañarte? - me le acerqué mirándola con una leve sonrisa en el rostro. Sea cual fuese la respuesta de la bella rubia de las vendas, me sentaría de igual manera a su lado. Tenía suerte de que unos viejos conocidos que siempre beben y juegan en la taberna de mi isla natal me habían enseñado algunas cosas sobre cartas, por lo que me encontraba confiado en que no perdieríamos con facilidad, claro, si es que la joven que se encontraba a mi derecha supiera jugar. - ¿Y bien? ¿Comenzamos? - pregunté a los dos hombres sospechosos que se encontraban al otro lado de la mesa para así finalmente mirar a la joven de rubios cabellos y sonreírle.
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Mensaje por Invitado Miér Feb 08, 2017 5:39 pm

No parecía ser, ni mucho menos, una dama en problemas. Más bien, pudo notar como los charlatanes se sintieron levemente nerviosos ante su amenaza. Había estado ahí tan solo una semana, pero se había llevado el nombre del lugar. Ni marine, ni pirata. Tan sólo una chica fuerte que odiaba las injusticias. Hasta podía ser tu amigo, sabiendo que eres pirata, pero no podía dejarte hacer tu trabajo. A veces, se convertía en una molestia para casi todo el mundo. Parecía una infiltrada de la marina, aunque era obvio que no lo era, por la poca información que tenía, o quizás, era una demasiado buena actriz, cosa que mucha gente dudaba. Muchos de ellos simpatizaban en parte con ella, ya que sabían que estaba persiguiendo. Aún así, no había encontrado nada en aquella isla. No había avanzado en su investigación ni un día. Quizás y ese era el gran problema. Problema que en el presente, la obligaba a beber casi sin respirar. Notó que un chico se sentaba a su lado. Esperaba que al menos tuviese alguna idea. Sonrió de manera cálida. El hombre era algo delgado pero muy alto, aunque eso ya sabía ella que no tenía nada que ver con la fuerza. La fuerza, obviamente, venía desde el interior. Esperó a que las cartas fuese repartidas.

Para quedar claros. No tenía ni idea de jugar, pero aún así, le parecía interesante. Hubiese preferido las cartas japonesas, pero un poker podía ser divertido también. No era la única mujer del recinto, pero si la que más atención tenía. No quería tener que matar a golpes a los criminales que tenía delante, así que hubiese sido mejor, por su propio bien, que le dejasen ganar. Miró a su nuevo compañero. Esperó una señal.
- No te preocupes, soy muy buena jugando. - decía con naturaleza, intentando agrandarse el ego, aunque al notar que uno de los hombres de al lado se aguantaba la risa, le lanzó una mirada asesina, que su cara volvió a la postura inicial. Y sí, bebía. Sólo desde que el muchacho se había sentado con ella, había acabado medio jarrón. ¿Cómo iba a ganar una persona borracha, un juego de poker? Tenía que intentarlo. La adrenalina y el peligro. Era como un boleto para pegar matones. Una excusa. Aún así, tomó las cartas entre sus manos. No parecía ser lo que ella necesitaba, y la pasó. La apuesta era cincuenta berries. No era demasiado, aunque los juegos tenían algo en común. Una vez que empezabas, era muy difícil parar. Y eso, lo sabía de sobra. Miró a su compañero. Volvió a sonreír y a tomar algo de vino. Quiso ofrecerle, pero la jarra ya estaba vacía. Miró sus cartas. ¿Era eso una mano ganadora,o perdedora?
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Mensaje por Invitado Miér Feb 08, 2017 9:00 pm

Al sentarme y pedir cordialmente que comenzáramos a jugar, pude escuchar como la rubia vendada aseguraba que era bastante buena jugando, dicha seguridad me hizo creer que realmente sabía lo que estaba por hacer. - Cuento contigo. - le dije con amabilidad, mirándola con una sonrisa y semblante cálido, para posteriormente notar que la joven no se contenía al momento de beber, lo cual hacía a un ritmo admirable, a tal punto, que llegaban a preocuparme las probabilidades nuestras de ganar. Quizás debería jugar en serio y tomando en cuenta algún posible error por parte de la joven justiciera que, al momento de sentir o ver que los dos sujetos sospechosos se reían de ella, simplemente imponía respeto con una mirada que era de temer. - Puede que me haya preocupado de más. - pensaba para luego suspirar con un semblante de alivio. Ahora había llegado la hora de la verdad, las cartas habían comenzado a ser repartidas.

- Buena suerte, caballeros. - comenté a los hombres con un tono de voz un poco más grave pero aún así respetuoso y confiado, dedicándoles una sonrisa cálida a ambos. Luego procedí a mirar a mi compañera y volver a sonreírle. Las cartas fueron repartidas y la apuesta base era de 50 berries por persona. Ahora debíamos ver si lo que tendríamos sería una mano ganadora o una que debía desecharse. La joven seguía bebiendo, y ahora me devolvía una grata y confiada sonrisa. Eso me había puesto un tanto nervioso, ya que, en efecto, la rubia era bastante hermosa, y no podía hacer caso omiso a mi naturaleza.

Finalmente, todos tuvimos cinco cartas en nuestra mano, y, por casualidad, pude ver las cartas que tenía en la mano la joven rubia, quien tenía una mano que de seguro le haría perder esta ronda. Por ello, moví mi pierna de tal forma que golpeara con suavidad la suya para llamarle la atención y moverle levemente la cabeza en señal de negación, esperando a que desechara la mano y me dejara a mi esta ronda, puesto que tenía una mano prometedora. ¿Haría caso la chica? Sea como fuese, en mi intento de llamarle la atención, pude notar algo sospechoso, aquellos dos hombres estaban riendo entre las cartas, podía notarlo con tan solo ver sus hombros moviéndose y su cuchicheo constante. - Algo no anda bien aquí. - pensaba preocupado, sospechando seriamente de los dos individuos. Al parecer estaban listos para hacer trampa, pero debía descartarlo luego de ver el resultado de las respectivas manos.
- Call. - dije con un tono de voz serio y determinado, apostando 100 berries más, dejando ver mi mano y así llamando a los otros dos tipos a que mostraran la suya y, claro, a la muchacha rubia si es que no hacía caso a mi advertencia.

Finalmente, el resultado, los dos tipos, intentando hacerse los más listos, mostraron ambos casualmente la misma mano. "Escala real" dijeron ambos al mismo tiempo y entre risas, poniendo los dos sus manos sobre el dinero ya apostado. Algo olía mal, y por ello, tomé la baraja y las cartas que habían jugado, para notar así que las cartas de la baraja estaban sumamente nuevas y que las cartas que habían jugado estaban sumamente usadas y desgastadas, como si hubieran estado mucho tiempo guardadas en un lugar estrecho.
- Vaya decepción, y tan sólo es la primera mano que jugamos. - comenté luego de suspirar desilusionado y tomando las cartas que habían jugado para compararlas con la baraja de cartas entera. - ¿De verdad creerían que se iban a aprovechar de nosotros? - comenté ahora con un tono más serio y una leve sonrisa en el rostro, poniendo a la vista y comparando a la misma altura una de las cartas que habían usado y una de las que se encontraba en la baraja, haciéndole notar a la rubia de que efectivamente estos tipos querían embaucarla. Los días que pasaba patrullando por la taberna de Shell Town y el tiempo que perdía con los viejos jugando cartas ahora mostraban sus frutos. ¿Cómo reaccionaría la explosiva rubia? Quizás, por esta vez, dejaría que alguien más ejerciera su justicia, puesto que la actitud de esos tipos también me había irritado.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 09, 2017 1:02 pm

Y ahí estaba, parecía que el juego ya había empezado, y la rubia estaba decidida a ir a por todas. No sabía como funcionaba eso de las parejas, la verdad es que la gente con la que había jugado anteriormente tampoco es que se tomaran el poker tan a pecho. Pero parecía que el hombre de cejas grandes sí. Su estatura superaba por mucho a la de ella, para ser sinceros, en verdad parecía una niña junto a todos aquellos hombres. Pero ¿qué era el miedo, para Kotori? ¿A caso sabía lo que era eso? Sonrió al escuchar las palabras del nuevo. Parecía de confianza y eso le gustaba, aunque por su inocencia tampoco es que tenía problemas en confiar en quien sea, como los matones que tenía en frente también. Relajó su cuerpo, y se dejó llevar por la musiquita que sonaba en el antro. Sus nalgas se movían de un lado para otro aún estando sentada sobre la silla. Aquello parecía ser divertido, y hasta notó cuando el chico la señaló que no debía hacer ningún movimiento. Por ahora, confiaría en él y simplemente se quedaría ahí, esperando el resultado. La apuesta se iba agrandando, más ella no hacía nada. Simplemente levantó la mano y pidió más vino para aquella mesa. Seguramente necesitaría algo de beber y hacerle compañía.

Pero entonces algo cambió. Todo pasaba de prisa, así que no entendía muy bien. Arqueó la boca, a forma de sorpresa, y quedó mirando como tonta a lo que pasaba sobre la mesa. A medida que los charlatanes eran descubiertos, sus ojos se cerraban. Su ceja temblaba bajo la rabia que se estaba acumulando en su cuerpo. ¿Había sido engañada todo este tiempo? Dejó las cartas sobre la mesa, con un tembleque estúpido. No quería perder los estribos, y menos en frente de aquel chico que la había ayudado. No pintaba bien, pero no podía hacer otra cosa. Sus impulsos la sobrecogían. Se levantó de prisa, y, con ello, levantó una de sus piernas mecánicas, aplastando la mesa. Las cartas volaron por los aires, así como las jarras de vino y alguna que otra cosa de ahí. Su coleta volvía sobre su hombro, y abrió la mirada. Su sien mostraba una vena exageradamente hinchada, obviamente estaba molesta.
- ¡Imbeciles! - gritó mientras apuntaba a los charlatanes. - Todo este tiempo me habéis engañado y habéis tomado mi dinero con este truco sucio. - su lengua estaba siendo mermada por el alcohol, así que no atinaba bien el acento. Aún así, su dedo índice golpeaba una de las narices bombeadas de sus contrincantes. - ¡Vais a morir ahora mismo! - sin pensarlo dos veces, apoyó una mano sobre el hombro de su ahora amigo, y lanzó una patada voladora al gordinflón.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 09, 2017 5:03 pm

- ¡Maldición! ¡Nos descubrió! - exclamó uno de los hombres para ponerse de pie rápidamente luego de que hubiese puesto las pruebas sobre la mesa de la fechoría que estaban cometiendo. Aunque bueno, esta clase de cosas suelen pasar muy a menudo cuando uno visita esta clase de lugares. La joven inmediatamente reaccionó de una forma sumamente explosiva, incluso llegando a sorprenderme, puesto que de golpe y con una sola pierna se cargó la mesa en la que nos encontrábamos jugando. El dinero y las cartas salieron volando para todas partes.

Mi semblante era el de alguien completamente sorprendido, jamás me hubiera esperado semejante fuerza proveniente de la peculiar justiciera. Luego, la chica encaró al más gordo de los dos rufianes, apuntándolo y llegando a tocar su nariz con su dedo índice. Podía notar como el alcohol se le había subido un poco a la cabeza, puesto que al hablar llegaba a escuchar como su lengua se "trababa" entre palabras.

Acto seguido, las represalias de la rubia no se hicieron esperar, puesto que se apoyó en mi hombro con gran seguridad para así lanzar una fuerte patada voladora hacia el gordo hombre. Ante esto simplemente suspiré con una leve sonrisa en el rostro, manteniendo un semblante relajado y cálido incluso pese a la situación.
- Bueno, lo tenían merecido. - les decía con un tono de voz calmado y un tanto alegre, para así notar que el otro hombre sacaba rápidamente un cuchillo de su bolsillo para intentar amenazar la vida de la chica que acababa de mandar varios metros con fuerza a su compañero.

Ante esto, mi semblante cambió completamente a uno serio y determinado, debía proteger a la muchacha. Por ello, me apresuré a apartarla de la trayectoria del ataque del rufián. Pero a cambio fui herido con el mismo cuchillo en el brazo izquierdo, aunque eso no detuvo mi arremetida, puesto que con el otro brazo y con todo el peso de mi cuerpo me encontraba realizando un golpe de abajo hacia arriba que terminó por conectar en el mentón del criminal, mandándolo unos cuantos metros hacia atrás, haciendo que cayera y destrozara otra mesa.
- ¿Te encuentras bien? - le pregunté con un tono de voz suave y tranquilo, con un semblante cálido.

- Peleas muy bien y tienes mucha fuerza. - le comentaba y felicitaba de una forma amigable, sin siquiera preocuparme de la herida que tenía en el brazo izquierdo. - ¿Dónde lo aprendiste? - terminé por preguntarle de la misma manera que la anterior. Tenía curiosidad por saber quién era esta joven y cómo había adquirido semejante fuerza, puesto que, como un simple recluta que anhelaba superarse constantemente, debía conocer toda clase de secretos e historias para poder concretar mi deseo. - Si quieres, luego de que cure mi herida, te invito algo para beber, ya que al parecer colaboré un poco a arruinar tu tarde. - le terminé por ofrecer cálidamente con una sonrisa al mismo tiempo que retiraba de mi bolsillo unas cuantas vendas y utencilios de primeros auxilios. Aprovecharía de curar herida ahí mismo, por fortuna, era solo un rasguño.
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Mensaje por Invitado Vie Feb 10, 2017 5:59 am

Todo pasaba muy de prisa. Pegarle la patada al gordo fue efectivo, pero otro peligro acechaba a la rubia. Ante la vista del cuchillo, simplemente decidió esperar, aunque aún su cuerpo estaba cayendo sobre el suelo. Iba a pegar otra patada al otro hombre, pero ni bien su mano abandonó el hombro del muchacho joven, este se levantó e intentó protegerla con su propio cuerpo, para después darle sus merecidos al hombre. Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Porqué iba a hacer algo tan tonto? Quizás y no le daría tiempo para retractar su cuerpo, o contratacar, pero seguramente con poner su brazo en medio, el cuchillo no la atravesería el metal. Se estaba preocupando. Él era un desconocido, y aún así había sido herido para simplemente salvarla. Eso era extraño, pero a la vez la llenaba de rabia.¿Cómo se atrevía el idiota ese sacar un cuchillo? ¿Cómo se puede ser tan rastrero? Y, al fin y al cabo, ¿porqué iba a seguir con el ataque cuando una persona se interponía entre ellos? Su cara tornaba de una forma macabra. Era oficial, estaba cabreada. Iba a arremeter contra la persona que había dañado al chico alto, pero su voz la paró. Al parecer se estaba preocupando por si ella estaba bien, cosa graciosa ya que él ha sido el que se había llevado la peor. parte. Estaba ya por la mitad, entre Lance y el hombre de la cuchilla. Aunque estaba noqueado, pesaba pegarle un rato más, para que aprendiese.

Su rostro se tornó hacía el chico, con las dejas bien juntadas.
- ¿QUÉ? - gritó con rabia, y sin pensarlo, aunque después de escuchar lo que tenía que decir, su cara mostró una cálida y añonadada sonrisa. - Sí, estoy bien. ¿Duele mucho? - preguntó antes de voltearse contra sus enemigos una vez más, y mostrar con sus dos dedos hacía sus ojos, como si quisiera decir que los está vigilando, pese a no hacer nada más. Estos tomaron sus posesiones, recogiendo poco del dinero que había volado por los aires, y se marcharían corriendo sin siquiera mirar atrás. Ante el suceso, la gente se esparciría nuevamente. La música volvería a tocar, el peligro había terminado. Para que los clientes se sientan mejor, algunas prostitutas se subieron a la barra para encender la noche. La muchacha se acercó y tocó el brazo ajeno, así como acercándolo un poco más. No sabía como él se iba a tomar el hecho de ser tocado por alguien cuya mano es puro metal, pero tampoco pensó en esos momentos. - Ya veo, déjame curarte. - dijo, después de analizar si había veneno dentro. La verdad es que la gente podía ser muy rastrera. No sabía de medicina, pero sabía un rato de venenos, ya que ella misma los usaba. Se sentó a una de las mesas, e hizo una señal con la mano para que se acerquen a traer algunas cosas, aunque al parecer él ya tenía todo lo que necesitaba.

- He sido entrenada toda la vida en un templo de la isla Swallow, la isla de la golondrina del East blue, pero desafortunadamente, ese sitio ya no está. -
decía con semblante tranquilo y relajado. Nunca le había costado hablar sobre si misma, aunque tampoco llevó una vida simple, se consideraba una más. Tomó las cosas de primeros auxilios que el chico sujetaba en su grande mano. La verdad es que no sabía muy bien como usar todo eso, pero hizo lo mejor que pudo. Al fin y al cabo, era su culpa todo aquello, se sentía apenada por lo que le había pasado. ¿Quizás se había pasado con las gasas? Lance acabó teniendo una bola blanca, pegada a su pequeña herida. La hipocondría. - Bien, ya está. -sonrió con ganas, moviendo la cabeza un poco. Ahora, se sentía mucho mejor. Y preferiría no beber más, ya que estaba en su punto. No quería saltar en la vista del hombre de mala forma, y lo cierto es que la bebida sacaba lo peor de ella. Las vendas de su pecho ya estaban manchadas de rojo, así como parte de su cara, especialmente la barbilla. Podía sentir la sensación pegajosa. - Mejor yo de invito a beber y comer algo por las molestias. Mi nombre es Kotori. - su mano se extendía, a modo de saludo.
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 11, 2017 12:15 am

Finalmente, había pasado todo, los rufianes habían sido derrotados y ya todo comenzaba a volver a la normalidad dentro del recinto. Sin embargo, me encontraba herido, ante esto, la joven rubia justiciera mostró preocupación por mi estado dentro de toda su explosividad. - No te preocupes, es sólo un rasguño. - le respondí de manera amable, dedicándole una cálida sonrisa. Me encontraba en parte sorprendido, no pensé que la chica fuera a responder de esa manera siendo que en parte había sido el culpable de arruinar su tarde, si, aún me culpaba por ello. Mientras que la rubia les dedicaba una última mirada amenazante a los rufianes acompañados de un gesto bastante peculiar indicando sus dos ojos con sus dedos, reí entre dientes mirándola cálidamente.

Ahora lo único que quedaba era curar mi herida, pero nuevamente, la joven me sorprendió, puesto que tomó mis utencilios de primeros auxilios para así tomar ella las acciones pertinentes. No sin antes tocar mi brazo con su mano, la cual se sentía más fría de lo normal y más... ¿Dura? Quizás era mi imaginación.
- Te lo agradezco. - le dije con aquel tono suave, alegre y confiado de siempre mientras le sonreía y me acercaba hacia la mesa en la cual se había sentado. Una vez que lo hice, parecía tomarse su tiempo, revisando con cautela la herida, casi como si fuera algo muy complicado. Ante esto simplemente sonreí y dejé que la rubia se hiciera cargo, llámenlo cordialidad.

La joven después respondió mis preguntas a medida que curaba mis heridas.
- Ehhh... Nunca había escuchado de esa isla. Tuvo que haber sido un entrenamiento muy duro. - comentaba ante el pequeño extracto de su pasado que había decidido compartir conmigo, la verdad le envidiaba un poco, ella era muy fuerte y además había tenido un entrenamiento en un templo extinto, entonces, ella era la única y posible poseedora de todo lo que aprendió ahí. Estaba empezando a aumentar mi admiración por ella.

Pero entonces, antes de que pudiera siquiera complementar más esa parte de la historia, fue cuando vi que tenía una enorme bola hecha de vendas en mi brazo izquierdo sobre el pequeño rasguño. - M-Muchas gracias... - le agradecí un poco inseguro y a la vez algo conmovido, puesto que se notaba que la joven había hecho su mayor esfuerzo para curarme pese a no saber muy bien lo que hacía. Sus prendas estaban cubiertas levemente con sangre y parte de su piel también, por lo que me sentía un tanto culpable de haberla hecho hacer eso. Sea como fuese, lo dejaría así, puesto que el simple hecho de que hubiera tomado su tiempo para curarme realmente me conmovía.

Finalmente, la joven decidió ofrecerme a mí algo para comer y beber, ante lo cual no podía declinar, puesto que el sueldo de un recluta no era mucho que digamos.
- Está bien, acepto tu oferta. - acepté con una cálida sonrisa para luego abrir mis ojos levemente sorprendidos para ver como esta extendía su mano en señal de saludo a la vez que se presentaba con una muy agradable sonrisa. - Es un placer, Kotori-san. Mi nombre es Lance. - le respondí con respeto y alegría, dedicándole, una vez más, esa cálida sonrisa para tomar su mano en señal de cordialidad y saludo.

Ahora me encontraba en una particular situación, junto a una mujer única cuya forma de ser me intrigaba, me cautivaba. Por ello, alcé mi mano para pedir algo para comer y beber, quien fuera a pagar al final me daba lo mismo, pero tan solo quería seguir compartiendo con tan amable joven. Había pedido más vino, este se encontraba en una jarra muy parecida a la que había bebido anteriormente Kotori y además había pedido una jarra igual con agua. Los bebestibles llegaron primero, por lo que primero que hice fue tomar una de las jarras para alzarla y ofrecerla en señal de salud.
- Salud, por las apuestas. - brindaba utilizando un motivo un tanto sarcástico, sacando ya en broma la peculiar situación en la que nos habíamos vistos enfrascados anteriormente.

Finalmente, haría chocar mi jarra con la suya con fuerza para así beber el contenido de la misma en su totalidad. Pero una vez que terminé de beber, pude notar inmediatamente que eso no era agua... ERA VINO. Pero no alcancé siquiera a pensar en la situación y mi cabeza dio de lleno en la mesa casi como si me hubiera desmayado. Por otro lado, la rubia justiciera, también tenía vino en su jarra, al parecer, aquel cantinero se había equivocado al momento de repartir los pedidos debido al alboroto causado anteriormente. ¿Cómo reaccionaría Kotori al ver que su nuevo compañero de apuestas "caía" inconsciente en la mesa?
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 11, 2017 2:11 pm

El muchacho parecía deleitarse con sus cuidados, aunque su mano estaba un poco temblando porque no tenía mucha idea. Al final, el resultado era espantoso, pero era lo mejor que podía hacer. Sus ojos lo miraban, esperando que aceptase la invitación. No es que los ahorros la echaban fuera de casa ni mucho menos, pero sí tenía lo suficiente como para vivir normalmente y viajar de un lado para otro sin preocuparse demasiado. Sonrió feliz al notar que el muchacho accedía a comer y beber con ella, aunque realmente no creía que debía beber más por esa noche, o se iba a comportar muy mal. Recordó la última vez que se había emborrachado, y al final fue obligada a pagar las cosas rotas, y se llevó varios cuchillazos por parte del infeliz de Kuma. Corrigió el pedido, queriendo agua también. Era lo más adecuado para la ocasión. También añadió algo de comer, seguramente el simple hecho de tener algo en el estómago cambiaría el curso de la noche. Debía de conseguir estar lucida para aquella conversación, ya que se veía interesante. Él decía que nunca había oído de aquella isla. Muchos no lo habían hecho. Era una isla caída en el olvido, ya que no había casi nada ahí. Sólo se la conocía por ser poblada de golondrinas.

Mostró su cálida sonrisa una vez más, y asintió con la cabeza.
- Así es. La verdad es que pocos conocen su existencia. Es una isla desierta, ahora. Antes también lo era, pero el templo estaba ahí. Aunque creo que nadie lo sabía. - se perdió entre sus propias palabras por un segundo, pero volvió enseguida a la conversación. Las bebidas estaban ahí, y, aunque agua, debía parecer que lo disfrutaba. El muchacho se veía animado también. Alzó la jarra y la chocó con la ajena, para después mostrar una mueca de asco. ¿Cómo había llegado a brindar con agua? Vio que su compañero bebía con ganas, así que decidió hacer lo mismo. En vez del inodoro olor del agua, se encontró con la sabrosura del vino, que mojaba su garganta dándole una sensación de bienestar y energía. No podía pararlo en ese momento, igual y pensó que una jarra más no le haría mal a nadie, pero se equivocó. Dejó el objeto vacío sobre la mesa, y notó de golpe como su cabeza empezaba a dar vueltas, cosa que no era nada bueno. Su mirada desenfocaba, pero podía notar como el chico había caído rendido sobre la mesa. Atinó para agarrarle de los pelos. -Eh, nene. Despielta. - decía, más poco se la entendía en realidad. Podía ver como su compañero no reaccionaba, pero aún así decidía hablar.

- Ufff, ya sé, ya sé. Beber a veces daña los sentidos. No sabía que tenías tan poco aguante, con lo macho que te ves. -
La comida no tardó en llegar, y la muchacha se metió un trozo de pollo en la boca, de manera casual. - He venido de una isla que no conoces, ni siquiera conoces mi nombre, y te permites bajar la guardia de esta forma. - Decía, mientras le picaba con uno de los tenedores la mejilla. - Tienes suerte de que soy buena. - volvía a reponer, aunque se la pasó hablando cinco minutos más de cosas sin sentido, esperando a que él despertase por su cuenta. Aún así, tampoco es que pensaba mucho. En esa etapa tan solo se limitaba a cruzar su lengua dentro de la boca intentando hablar. Pero hablar sola era aburrido, por lo cual tomó una jarra llena, esta vez de agua, y se la echó al chico encima de la cara. Eso debería ser suficiente como para despertarlo. - ¡Despierta ya, te estoy hablando! - gritó, algo enfurecida por no haber sido escuchada todo aquel tiempo.
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 11, 2017 11:02 pm

Maldición, esta era la razón por la cual no bebía ningún tipo de alcohol, puesto a que pese a tener un cuerpo grande, mi resistencia era casi la de un enclenque, aquello se debía probablemente a mi casi nulo contacto con el alcohol con el paso de los años. Quizás una copa de vino o sake para compartir con algunos lugareños amigables a quienes no podía rechazar en mis días libres, pero beber una jarra entera y de una sola vez, era lo peor que me podría pasar. Por ello, mi cabeza golpeó la mesa, casi como si hubiera sido noqueado por otro boxeador.

Podía escuchar la voz de la rubia algo distorsionada. ¿Qué estaba diciendo? No tenía idea, pero un momento, logré entender lo que decía. "¡Levántate Lance! ¡Tú puedes vencerlo!". Claramente, eso no era lo que decía realmente, pero en mi borrachera era lo que llegaba a entender. Ante esto, simplemente emitía sonidos extraños, en especial después de ser pinchado por el tenedor de la rubia. Pero finalmente, pude sentir un refrescante y frío shock en mi cuerpó, que me hizo levantarme de golpe e incluso pararme de la silla.
- ¡UOOOOOH! - exclamaba borracho y con determinación para así ponerme en guardia con mis dos puños arriba encontra de mi fiel compañero saco de boxear. Lanzaba golpes al aire, precisos, rápidos y bueno... de vez en cuando torpes debido a la borrachera. Por fortuna no había golpeado a nadie, más había llamado la atención de todos.

- ¡Debo seguir entrenando! - exclamé con mi lengua claramente adormecida para así tomar por impulso a mi joven acompañante de un brazo para así salir corriendo disparados sin rumbo aparente. Corría a toda velocidad arrastrando a la rubia conmigo. De seguro, era la primera vez que se encontraba con un borracho como yo, y claro, era la primera vez que me emborrachaba de esa manera. La carrera nos llevaría hasta nada más que la costa, una playa bastante bonita y solitaria, alejada completamente del poblado. Por coincidencia, mis fuerzas se agotaban y de a poco empezaba a volver en mí y a recuperar el sentido, disminuyendo así el paso hasta que me detuve completamente en la arena, aún tomando a la rubia de su mano.

- La verguenza. - pensaba ruborizado al darme cuenta de lo que había hecho y de donde estaba, con un claro dolor de cabeza y aún un poco mareado. Entonces, me dejé caer levemente hacia la rubia, dejando que mi espalda estuviera más cerca de ella.
- L-Lo siento... Kotori-san... No sabía que pasaría esto.- hablaba con aún un poco de dificultad y sumamente avergonzado. Honestamente, ella era una chica muy interesante y por lo demás bonita, quería conocerla más, no sólo el secreto de su fuerza, sino que también más de ella. - Si te parece, podríamos seguir nuestra conversación aquí. - dije un tanto ruborizado y aún con alcohol en la sangre, invitándola a sentarse en la arena luego de que yo lo hiciera, mirándola siempre con una cálida sonrisa y todavía algo ruborizado, tanto por la petición como por la causa que nos había llevado hasta ahí.
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