Salvación [Pasado - Ra's Al Ghul]

Desde el día que me encontré con mi viejo amigo Simón, que ahora se a vuelto un hombre de la marina, los rumores en la armada revolucionaria empezaron a dispersarse rápidamente. Según los rumores, yo era una traidora que filtraba información de la armada a la marine mediante Simón. Esto era mentira, obviamente, simplemente me encontré con Simón en Spider Miles una vez e incluso tuvimos una pelea en la que casi moría. Sea como fuere, el punto es que el dichoso rumor comenzaba a volverse mas fuerte.

Pasaron los días y todos mis camaradas comenzaban a verme como si fuera una traidora. Ahora, en lugar de brindarles sonrisas, me miraban con desprecio. Recibí bastantes amenazas, algunos todavía confiaban en mi y me apoyaban pero al final todo mi historial como revolucionaria se había manchado. A pesar de todos mis esfuerzos, sacrificios y contribuciones en nombre de la causa, era conocida como una traidora.

Eventualmente, el día llegó, los altos mandos de la armada me habían llamado oficialmente como una traidora. El próximo movimiento, sería mandarme a ejecutar con cierta organización pirata en Baterilla. No los culpó, mis "camaradas" revolucionarios han sufrido bastantes pérdidas a lo largo de enfrentamientos en nombre de la revolución y necesitaban desquitarse. ¿Qué mejor forma para hacerlo que con una ejecución de la famosa traidora? Si, suena horrible, pero esa era la naturaleza del hombre y no podría cambiarla.

Finalmente llegó el día, tenía mi cabeza en la guillotina y un lindo publico lanzador de tomates. No solo yo, habían otras personas que desconocía de rodillas y amarrados esperando a su turno para ser ejecutados. Entre mi público, algunos eran revolucionarios que imitaban a la gente chismosa y me lanzaban tomates.

¿Por qué mi ejecución en Ciudad Libertad, Baterilla? No lo sabía, pero probablemente se debía a que en este lugar nadie diría trataría de detener una ejecución pública. Me sentía frustrada, ni siquiera un revolucionario sería aquel que me ejecutaría, sería un simple pirata mediocre junto a su tripulación criminal. No lo entendía. ¿Acaso ninguno de mis antiguos camaradas tenía el valor de acabar con mi vida?

Tenía mis manos atadas con unas esposas de Kairoseki, probablemente obtenidas en el mercado negro. La hoja de la guillotina estaba a tan solo unos metros arriba de mi cuello y mi ejecutor comenzaba a invitar a que los civiles se acercaran para ver mi "asombrosa" ejecución. ¿Podía ser esta la peor forma de despedirse del mundo? Si tenía suerte, alguien trataría de detener este acto de violencia y crueldad.

Un largo viaje me llevó hasta mis aventuras en los Blues, ¿Nací aquí? Ni hablar, vengo desde el Grand Line, un Cazador que solo ha vivido en esas aguas y escuchando hablar de los Blues deseaba visitarlos para conocerlo llámalo... “El Cazador amplia sus dominios de caza.”

Demasiado novato se podía ver por estas aguas, piratas que se metían en el mundillo de la delincuencia, algunos cazadores que hacían sus primeras capturas. Según tenia entendido Baterilla es una ciudad libre aunque predominaban bastantes Caza-Recompensas que vivían del engaño y la argucia para atrapar a los maleantes, pero la delincuencia estaba a la orden del día; en cada rincón de la isla.

Mi pequeño barco quedó a bien recaudo en el astillero del lugar, poco podia fiarse uno en estas aguas pero al menos pagué un buen dinero de fiables Caza-Recompensas que extrañamente me reconocieron, nunca vine por estas aguas pero sin embargo poseía cierta fama en los Blues, aunque en el Grand Line apenas se me reconocía. Pos las calles andaba, con las manos y sus debidas garras o guanteletes colocadas dentro del bolsillo abdominal de la sudadera, una bastante amplia para poder tener mis alas plegadas y tratando de pasar desapercibido en un mínimo, la capucha estaba colocada ocultando parcialmente los cuernos de mi frente, unicamente se percibía una sombra con un contorno de mi rostro y los destacados ojos de iris blanquecino, el resonar de mi cadena en el abdomen junto con la enroscada en la pierna izquierda haciendo el contoneo a cada paso, como el arrastre de las cadenas de un preso, unos pantalones negros y rojos donde ambos colores se funden en la imagen de una llama.

La gente se aglomeraba en lo que parecía ser la plaza principal de la ciudad, tenia que ir esquivando a la gente aunque mi altura de metro noventa era difícil no chocar hombro con hombro con algún que otro ciudadano o pirata. -¡¡Ehhh!!- Gritó un hombre con parche en el ojo y de musculatura marcada, su mano derecha se poso en mi hombro izquierdo ya que pasé del tema. En ese momento durante unos segundos me di la vuelta mirando de reojo a aquel humano, resplandeciendo el color blanco de mis ojos... algún no natural. Simplemente el contrario abrió los ojos como platos y empezando a sudar dio un paso en retroceso. -Pe-perdón...- Muy amable se volvió, incluso disculpándose por ello. Proseguí mi camino aproximadamente en el centro de toda aquella muchedumbre, donde alzando la cabeza pude contemplar una plataforma de madera de aproximadamente 2 metros de altura, una mujer arrodillada y esposada junto a una maquina para guillotinar a los juzgados a muerte. -¡¡Vamoooss!! Venga a ver la ejecución de una traidora.- Gritaba un sujeto de al menos dos metros de altura y un pasamontañas que cubría su rostro siendo el verdugo que daría paso a la palanca de la guillotina. “¿Una traidora?” Fue lo que pensé al escuchar esas palabras que aclamaban al público a venir, haciendo que atrajese a toda esta gente.

En ese momento el sol desapareció, oscurecido por un cúmulo de nubes negras llenas de tormenta, dando paso en muy poco tiempo la primera gota que dio paso a una lluvia suave y tranquila, bastante relajante donde podía escucharse el resonar de cada gota sobre el suelo. -¡¡¡¡¡Siiiiiiii!!!!!- Gritaba gran parte del público eufóricos de querer ver el espectáculo. -¡¿Queréis ver sangre!?- A plena voz el verdugo cual estrella del rock preguntaba al público que deseaba, estos llenos con ansias de sangre vitoreaban que lo deseaban. “Una Revolucionaria ejecutada por piratas...” Por mas que lo pensaba resultaba extraño e inquietante. Miré a mi alrededor, rodeado de personas con ropajes desgarrados y apariencias grotescas, llenos de tatuajes propios de los corsarios del mar. Pero una persona a mi izquierda, una mujer, no resultaba alarmarse lo mas mínimo, no apoyaba, no aclamaba, no hacia nada... Solo miraba el cielo, contemplando como las gotas de lluvia caían sobre su rostro entristecido. -¿Quien es la juzgada?- Murmuraba a su lado, esta bajó lentamente la mirada, pero sin dirigirla hacia mi, sino a ella, a quien estaba en la plataforma de ejecución. -Una compañera que estaba en el lugar equivocado, que niegan a creer; pero se que no es culpable...- Muestra de impotencia por parte de la desconocida, se notaba en sus palabras, resultaba ser una antigua compañera, pero no podía ir en contra de las ordenes y aun así no podía hacer nada, lo tenia todo en contra. ¿Casualidad? Llámalo así, desvié la mirada hacia donde ella lo hacia, a la plataforma, donde el verdugo alzaba ambos manos hacia arriba, repetidas veces.

-¡Ha llegado el momento!- Alzaba el verdugo los brazos en señal de victoria apoteosica hacia el público que estros seguían aclamando sangre, otros hacían gestos con su pulgar en el cuello a modo de degollarla... Muy amable era la gente. Dicho verdugo se dio la vuelta, para dirigirse hacia la palanca a la izquierda de la fémina, posandola sobre ella. -¡¡Yeeeeeaaaah!!- Expresaba cuando bajó la palanca cuando de pronto un relámpago iluminó toda la plaza, ofreciendo un pequeño deslumbre de no mas unos segundos, una potente lluvia fue desencadenada. Justo cuando debia la guillotina de haber cercenado el cuello de la mujer, allí se encontraba mi persona posando la mano derecha sobre la misma hoja de la guillotina manteniendola arriba del todo y haciendo la fuerza suficiente para que no cayese, requería fuerza, pero alguien como yo aquí no era normal ademas que con la garra metalizada no sufría corte alguno. Mi sudadera había desaparecido, quedando desgarrada en el suelo donde anteriormente estaba, quedando mi torso al descubierto con los tatuajes y las extensas alas negras cual Ángel caído, la lluvia empapaba mi cuerpo, mi cabello, deslizando las gotas por mi rostro hasta la barbilla y caer gota a gota al suelo. -¡¡Pero que es esto!!- Gritaba el verdugo, moviendo la palanca de atrás hacia adelante repetidas veces para accionar la guillotina, pero no funcionaba porque la sujetaba. Mi mirada se centraba hacia abajo, con los ojos clavados en ella. -¿Que has hecho para estar aquí?- Desinteresadamente le preguntaba directamente a la Revolucionaria, si es que aun creía en ello. Esperé respuesta. -¿Eres culpable?- Siguiente cuestión, quería saber su respuesta, si era culpable de los actos acusados contra ella... El verdugo gritaba a su alrededor y se exaltaba, incluso algunos piratas comenzaron a correr escaleras arriba por la rampa para llegar a lo alto de la plataforma de ejecución para detenerme, pero yo hacia oídos sordos mientras tanto. -Te creo. eres libre- Respondía seguramente ante su respuesta afirmativa de ser inocente, donde entonces mi diestra apretaba fuerte la cuchilla de la guillotina, forzaba mis músculos y alzando la mano con suma presión haciendo que la madera del mecanismo crujiera y se desanclara de la plataforma, se resquebrajara hasta que finalmente se partía y era lanzado hacia un lado, así quedar destruido y sin que la fémina lo tuviese sobre ella, liberandola de ese modo quedando solamente sus esposas. Solo quedaba ver que decisión tomaba y que partido daría.

Podía sentir mi muerte cerca, las nubes incluso habían ocultado el sol. El ambiente era mas oscuro, la gente pedía a gritos mi final. La lluvia había hecho su aparición y no había forma de escapar. Era hasta este punto en el que me había dado cuenta de que no quería morir, quería hacer muchas cosas en mi vida y no quería que terminara de esta forma.

Entonces, un ángel hizo su aparición. Al principio, asumí que era el ángel de la muerte y que estaba a punto de llevarme con él al otro mundo. Al ver sus majestuosas alas, una sonrisa se dibujó en mi rostro. ¿Por qué? Simple, ahora sabía que existía un mas allá y que podría reunirme con mi padre. No obstante, ese efímero pensamiento desapareció cuando el ángel comenzó a expulsar unas preguntas. Con miedo, contesté a la primera. -Nada, fue un malentendido.- Cerré los ojos al decir esas palabras, hasta que escuché la segunda pregunta. Abrí los ojos y levanté la mirada lo más que pude para tratar de verlo a los ojos. -¡Soy inocente!.- Espetaba, con todas las fuerzas que tenía espetaba para que me escuchara.

A continuación, aquel ángel se convirtió en mi salvador y destruyó el dispositivo que brindaría mi perdición con el poder de su mano. Había quedado impresionada, semejante poder me parecía increíble. Ahora que había sido liberada, me puse de pie para decir unas palabras antes de ponerme en acción. -Estoy en deuda.- Como acto seguido, utilicé las esposas que tenía para azotarlas contra la cabeza de mi ejecutor y rápidamente tomar las llaves de su cinturón para quitarme las esposas antes de que el resto de los criminales subieran para demandar el espectáculo que se les había prometido.

Una vez libre, realicé un Room de 30 metros a mi alrededor. Estábamos rodeados de criminales pero ninguno de ellos serían un problema ahora que tenía el Room. Con una espada, podría realizar cortes dentro del Room sin la necesidad de quitarles la vida. Sea como fuere, mantenía la palma de mi siniestra abierta para tener el Room activo y choque mi espalda contra el ángel para tener un mejor rango de ataque. -No sé quien eres ni tampoco sé la razón del rescate pero te juro que te lo pagaré el resto de mi vida.- Palabras sinceras dirigidas a mi salvador, ahora mi vida era suya.

Una vez que tenía el área bajo mi poder, estire mi diestra para controlar una de las muchas espadas que los piratas poseían para llevarla hasta mi mano. Una vez que tenía un arma, realicé un corte horizontal dentro del Room para poder intercambiar los cuerpos de los hombres y dejarlos en confusión con unos simples movimientos con mi diestra.

-¡Bueno, ahora se ven mas guapos!.- Decía, en un tono bromista. Con suerte, aquel acto sería distracción suficiente para escapar. Ahora, solo debía esperar un plan de parte de mi salvador para huir de Ciudad Libertad y también de que se haya encargado de los malhechores que estaban de su lado. La situación estaba bajo control pero no debía bajar la guardia, después de todo, el mínimo error puede llevar al fracaso total.

Nada mas liberar a la fémina está embistió al verdugo para de una forma algo ortodoxa acabar quitandole las llaves y quitarse las esposas. Dicho hombre quedaba tirado en el suelo, tratando de levantarse apoyando la diestra sobre la madera y alzando la vista. -Sucia ramera...- Un insulto propio de un pirata hacia una mujer tras haberle arrebatado las llaves y derribado. -No saldréis de aquí... con vida.- Una fúnebre mirada del ejecutor a traves de ese pasamontañas, como si con ella tratase de fulminarnos.

Lentamente me daba la vuelta con una postura totalmente recta, observando como cada pirata ingresaba a la plataforma y nos rodeaban, de pronto una especie de energía etérea pero visible en el ambiente nos envolvió en un área, giré mi cuello hacia la derecha contemplando a mis espaldas a la chica, como por arte de magia se apoderaba de una espada e intercambiaba partes del cuerpo entre varios piratas. No pude evitar quedar sorprendido ante el acontecimiento. -Interesante habilidad.- Muestra de admiración ante sus facultades. -No hay razón para lo que hago.- Flexionaba las rodillas ligeramente y estiraba ambos brazos a los lados con las manos abiertas, con la mirada ahora centrada en mi frente, a los piratas que empuñaban numerosas armas cuerpo a cuerpo. Realmente no tenia una razón, un motivo de porque hago esto, simplemente una corazonada o porque lo vi injusto, pero a su vez tuve la necesidad de hacerlo. -Agradécemelo cuando salgamos de aquí.- Era un simple decir, un comentario, realmente no hacia falta que lo hiciese pero con una cerveza me valía.

El primer pirata dio un amplio paso hacia el frente empuñando su espada de arriba hacia abajo a modo de machetazo, interpuse mi garra izquierda con la mano abierta para detener ampliamente su ataque y corte, estando mis garras metalizadas solo recibía un mero impacto que fácilmente anulaba por mi capacidad superior ante el. Intuitivamente di una patada con mi diestra de manera cruzada, en horizontal, asestando un golpe en costado de este que era mandado a volar fuera de la plataforma con una futura y estrepitosa caída, no era muy grande, pero dolería, no moriría. Un segundo pirata se abalanzó sobre mi con maza en mano, sin embargo con reflejos y anticipación daba una zancada al frente y una patada en el pecho a ese pirata que salia volando arrasando en su camino con otros tres compañeros suyos. Estas aguas son fáciles para mi, pero piratas venían y venían sin cesar, esto podría alargarse.

-Será mejor que nos vayamos cuanto antes, no podremos estar así indefinidamente.- Mis palabras podían ser obvias, tampoco quería controlar el terreno con el poder de mi Akuma a veces era... destructiva y solo la quería emplear en determinados momentos, aunque podía hacerlo de una manera mas controlada. En ese momento mi brazo izquierdo era impregnado de un liquido morado que segregaba y con un movimiento de izquierda a derecha en el que lanzaba innumerables gotas a modo de salpicar con agua, estas se dirigían e impactaban en varias de las personas causándole cierta quemadura en la piel por la corrosión del mismo, así como dañar armas que poseían. Gritos y exclamaciones de que se trataba de un demonio, aunque la chica no se quedaba atrás desfigurando gente. -¡Ven!- Le grité a la fémina, cogiéndola de la mano con mi diestra, mientras la izquierda iba desapareciendo el veneno, absorbimiento en mi cuerpo, la forcé a correr hacia el borde de la plataforma. -¡Salta!- Le pedí que diese un salto de fe si quería salir de aquí.

Comenzaríamos una caída desde la plataforma, mis alas comenzarían a ser batidas continuamente con ferocidad por el peso extra de cargar con ella en mi mano derecha, pasando incluso rozando a la gente que se encontraba allí abajo hasta empezar a tomar altura en vuelo. Durante unos minutos sobrevolamos la plaza alejándonos del lugar, entre gritos e insultos de aquellas personas hasta que en un punto alejado en la ciudad, tomaba tierra y soltaba a la chica, en una azotea de una casa, poblada totalmente de flores como si fuese un jardín. Rabian sido perdidos de vista, pero posiblemente tratarían de buscarnos, pero podíamos descansar y estar mas tranquilos... por ahora.