Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Dead x Or x Rebirth
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Dead x Or x Rebirth
Recuerdo del primer mensaje :
No sabía cómo había llegado a ese punto, en un primer momento no le había hecho gracia –nada de gracia– tener que ir hasta allá. Estar destacado en Swallow –siendo que la isla realmente parecía estar en medio de la nada– no había sido un premio, de hecho lo contrario. Muchas veces la impaciencia o mal carácter del marine lo llevaban a tener ese tipo de distinciones con él, como por ejemplo tener que ser trasladado allí. ¿Qué había en Swallow? Nada concreto, simplemente rumores. Rumores de bandas piratas itinerantes y técnicamente un poblado pequeño de monjes ascetas del que se sabía muy poco por propia elección, que ellos se encargaban de mantener ese tipo de secretismo. Kou entendía el procedimiento, debía haberlo interiorizado en ese punto pero su forma de ser le ganaba y estaba obligado a la reacción.
No poder contenerse a veces era parte de él, lo hacía quién era y no tenía que darle explicaciones a nadie. Monólogos, soliloquios y canturreos, cualquier cosa para distraerse en aquel momento, mientras caminaba sin dirección determinada. Y ahí fue cuando pasó. Ruidos lejanos, humo, caos. Lo escuchó primero y luego tuvo que acercarse para poder ver mejor. Las quejas cesaron convirtiéndose en genuina preocupación. ¿Cómo era posible? Si en ese lugar no había nada, pensó. Evidentemente se había equivocado y quizás había sido el karma o una mala pasada del destino pero al estar lejos llegó demasiado tarde, llegó cuando las cosas ya se habían dado y los infractores a su vez también debían estar lejos. El marine apretó el puño negando la cabeza. ¿Por qué a veces tenía que ser tan lento? Pateó una pequeña piedra, un pedazo de escombro que aparentemente había salido disparado de forma indeterminada cuando aterrizó en lo que debía ser una mano humana.
Corrió al lugar lo más rápido que pudo, retirando rocas y piedras de lo que con el pasar de lo minutos en los que el único menester del marine era ayudar, pudo finalmente reconocer la silueta exquisitamente femenina allí, yaciendo en el piso, un rostro con lágrimas y heridas, cortes y magulladuras. Kou no supo bien cómo reaccionar, tan acostumbrado a la rudeza con la que trataba a sus pares y ser tan directo y lisonjero cuando se trataba de mujeres atractivas, hasta ese momento no había visto tanta delicada fragilidad y menos directamente en sus manos, no había visto a una mujer así de vulnerable, de delicada, de verse tan increíblemente débil o confundida. Manos que la mayoría del tiempo solían golpear o detener golpes en aquel momento solo debían mantenerla con vida. Frunció el ceño levemente ante la confusión, como una contradicción de su misma esencia que debía superar por todos los medios posibles.
La acomodó en sus brazos, había comunicado apoyo pero en ese momento solamente estaba él, por lo que aprovechando su tamaño, maniobró con ella hasta tener una postura en la que podía cargarla y tener movilidad al mismo tiempo. Por un momento le pareció verla abrir sus ojos y a ellos clavados en él, pero fue breve y afortunadamente en ese punto, no estaba demasiado lejos del “cuartel” que la marina había instalado en ese lugar, por lo menos tenía una enfermería. ▬Maldito, más te vale cuidarla bien o te las verás conmigo. La encontré muy mal. Cúrala– acotó después de colocarla suavemente en una camilla y de tomar al enfermero de la camisa con rudeza, para que supiera que iba en serio. ▬Avísame apenas termines… O mejor no, voy a ver qué haces– le dijo ingresando a la fuerza a aquel consultorio, empujando al doctor sin esperar permiso y sentándose en la silla contigua a la camilla y es que la experiencia le había enseñado a Kou que para que las cosas salieran bien, tenía que hacerlo él mismo, o por lo menos supervisar.
No poder contenerse a veces era parte de él, lo hacía quién era y no tenía que darle explicaciones a nadie. Monólogos, soliloquios y canturreos, cualquier cosa para distraerse en aquel momento, mientras caminaba sin dirección determinada. Y ahí fue cuando pasó. Ruidos lejanos, humo, caos. Lo escuchó primero y luego tuvo que acercarse para poder ver mejor. Las quejas cesaron convirtiéndose en genuina preocupación. ¿Cómo era posible? Si en ese lugar no había nada, pensó. Evidentemente se había equivocado y quizás había sido el karma o una mala pasada del destino pero al estar lejos llegó demasiado tarde, llegó cuando las cosas ya se habían dado y los infractores a su vez también debían estar lejos. El marine apretó el puño negando la cabeza. ¿Por qué a veces tenía que ser tan lento? Pateó una pequeña piedra, un pedazo de escombro que aparentemente había salido disparado de forma indeterminada cuando aterrizó en lo que debía ser una mano humana.
Corrió al lugar lo más rápido que pudo, retirando rocas y piedras de lo que con el pasar de lo minutos en los que el único menester del marine era ayudar, pudo finalmente reconocer la silueta exquisitamente femenina allí, yaciendo en el piso, un rostro con lágrimas y heridas, cortes y magulladuras. Kou no supo bien cómo reaccionar, tan acostumbrado a la rudeza con la que trataba a sus pares y ser tan directo y lisonjero cuando se trataba de mujeres atractivas, hasta ese momento no había visto tanta delicada fragilidad y menos directamente en sus manos, no había visto a una mujer así de vulnerable, de delicada, de verse tan increíblemente débil o confundida. Manos que la mayoría del tiempo solían golpear o detener golpes en aquel momento solo debían mantenerla con vida. Frunció el ceño levemente ante la confusión, como una contradicción de su misma esencia que debía superar por todos los medios posibles.
La acomodó en sus brazos, había comunicado apoyo pero en ese momento solamente estaba él, por lo que aprovechando su tamaño, maniobró con ella hasta tener una postura en la que podía cargarla y tener movilidad al mismo tiempo. Por un momento le pareció verla abrir sus ojos y a ellos clavados en él, pero fue breve y afortunadamente en ese punto, no estaba demasiado lejos del “cuartel” que la marina había instalado en ese lugar, por lo menos tenía una enfermería. ▬Maldito, más te vale cuidarla bien o te las verás conmigo. La encontré muy mal. Cúrala– acotó después de colocarla suavemente en una camilla y de tomar al enfermero de la camisa con rudeza, para que supiera que iba en serio. ▬Avísame apenas termines… O mejor no, voy a ver qué haces– le dijo ingresando a la fuerza a aquel consultorio, empujando al doctor sin esperar permiso y sentándose en la silla contigua a la camilla y es que la experiencia le había enseñado a Kou que para que las cosas salieran bien, tenía que hacerlo él mismo, o por lo menos supervisar.
InvitadoInvitado
Re: Dead x Or x Rebirth
Decidió no responder la pregunta del hotel porque la primera respuesta que se le vino a la cabeza era muy bruta y quizás lo sería aun más para alguien que probablemente no sabía lo que era varias cosas. “Un lugar donde los amantes follan” no era tan bonito de escuchar para oídos “vírgenes” y si es que luego venía la pregunta de ‘¿Qué es follar?’ se podría pegar un tiro en ese mismo lugar. Dentro de todo estaba agradecido que ella le estuviera prestando atención y que sobretodo pudiera hacerle caso, que sí olvidarse de todo el pasado, de haber estado enclaustrada y en un templo por buena parte de su vida le había hecho vivir en una burbuja que afortunadamente se había roto, y ahora tenía mil oportunidades más, era tal como le había dicho, podía hacer lo que le diera la gana. No todos tenían esa suerte.
Obviamente ella estaba en un mood de exploración y normal, posiblemente él, de haber vivido en un templo tanto tiempo, hubiera ido a beber y buscar mujeres, lo normal. Ella le decía estar mejor, pero bueno, eso lo tendría que decir el doctor, por lo menos aparentaba que ella no estaba mintiendo. ▬Entonces vamos a ver si eso es verdad… Vamos a entrenar un rato, si veo que puedes mantener el ritmo, vamos a la ciudad y sino pues no, te quedas aquí. Podemos hacerlo varios días y conocer diferentes partes, tranquila, no se va a ir a ningún lado▬ Era verdad que no había conversado con el doctor sobre su estado, pero siendo que él la había recogido directamente de las ruinas había hecho en su cabeza la irremediable idea que le tocaría a ella estar varios días ahí. Que sí, podía salir y pasear, pero sí estar en las horas de visita médica, exámenes, revisiones y todo lo que el doctor viera.
No sabía cómo lo iba a tomar, posiblemente le diría que no y como Kou era inflexible en sus decisiones –la mayoría de las veces- le iba a tocar esperar hasta que le diera la ganas de entrenar otra vez. Nada era gratis en el mundo, enseñarle eso debía ser la primera lección, joder, que nadie hacía las cosas sin esperar nada a cambio. Y podía parecer que los marines sí, pero ellos recibían un cheque a fin de mes que podía compensarlos por su papel desprendido en la sociedad. Kou lo hacía por eso pero primero, porque era lo correcto.
Obviamente ella estaba en un mood de exploración y normal, posiblemente él, de haber vivido en un templo tanto tiempo, hubiera ido a beber y buscar mujeres, lo normal. Ella le decía estar mejor, pero bueno, eso lo tendría que decir el doctor, por lo menos aparentaba que ella no estaba mintiendo. ▬Entonces vamos a ver si eso es verdad… Vamos a entrenar un rato, si veo que puedes mantener el ritmo, vamos a la ciudad y sino pues no, te quedas aquí. Podemos hacerlo varios días y conocer diferentes partes, tranquila, no se va a ir a ningún lado▬ Era verdad que no había conversado con el doctor sobre su estado, pero siendo que él la había recogido directamente de las ruinas había hecho en su cabeza la irremediable idea que le tocaría a ella estar varios días ahí. Que sí, podía salir y pasear, pero sí estar en las horas de visita médica, exámenes, revisiones y todo lo que el doctor viera.
No sabía cómo lo iba a tomar, posiblemente le diría que no y como Kou era inflexible en sus decisiones –la mayoría de las veces- le iba a tocar esperar hasta que le diera la ganas de entrenar otra vez. Nada era gratis en el mundo, enseñarle eso debía ser la primera lección, joder, que nadie hacía las cosas sin esperar nada a cambio. Y podía parecer que los marines sí, pero ellos recibían un cheque a fin de mes que podía compensarlos por su papel desprendido en la sociedad. Kou lo hacía por eso pero primero, porque era lo correcto.
InvitadoInvitado
Re: Dead x Or x Rebirth
Sí, tenía un montón de preguntas aún por aclarar, y al parecer no iban a ser contestadas enseguida. El término de hotel seguía siendo una gran desconocida, se lo apuntaría para preguntar por ahí, cuando tenga oportunidad de hablar con alguien más. Le parecía a ella o es que las primeras conversaciones iban a ser tan extrañas para ella dada la cantidad enorme de conceptos que aún está por conocer. Obviamente, aún tenía un montón de tiempo. Pensaba que dentro del rango de edades, era bastante joven, ya que mirando a su maestro este debería haber vivido tres veces más que la rubia. Al parecer Kou quería por todos los medios entrenar, pero a ella no le apetecía tanto. Había entrenado cada maldito día al estar encerrada ahí, era obligatorio ahora también? No sabía mucho que decir, así que ladeó la cabeza pensando que podía hacer para evitarlo. Siempre intentaba eso en el templo también, pero ninguna artimaña la sacó del apuro, al menos que se perdiese un rato por los bosques y la tuviesen que buscar. Cuando era una niña, sus compañeros la querían por hacer ese tipo de cosas, ya que el entrenamiento se suspendía para todos, y, a veces, lo hacía justo por esa razón. Para encajar.
Se llevó una mano a la barriga. No sabía si realmente le iban a dar comida, pero estaba hambrienta. La dieta del templo era pobre, pero un tanto equilibrada, lo justo para mantener el cuerpo sano aún sin hacer ejercicio, aunque claro que Kotori había robado comida estando ahí aún desde la niñez. Aún así, aquello que ingería en la noche, no permanecía en su estómago por tanto tiempo. Había pasado hace mucho la hora del desayuno, y ella había permanecido ahí, durmiendo, cosa que en realidad se agradece bastante pero necesitaba sostento de verdad. Sus mejillas se coloraron suavemente mientras su estómago rugía. No sabía si pedir, o si se le iba a dar en algún momento y más valía esperar. No quería enfadar a aquel hombre que la había salvado, eso para empezar. - Yo... - dijo con un hilo de voz, con la personalidad totalmente cambiada a lo que había visto anteriormente Kou. Se pasó la lengua por los labios cortados por la sed y tragó en seco. - La verdad es que yo... - su mano derecha alcanzó un mechón rebelde de cabello, escondiéndolo detrás de la oreja para luego jugar con las puntas a la altura de su ombligo. - Tengo hambre.
Ya está. Lo había dicho. La comida no era algo con lo que normalmente jugaba, y siempre podía ir afuera a cazar una golondrina y asarla al fuego, pero claro, primero la deberían dejar salir y eso, a su entender, no era posible. Era raro que alguien que le puso hincapié en curarse, era el que le pidió un entrenamiento físico, pero parecía que no tenía otra alternativa. Su mirada aún estaba baja, esperando la respuesta. - Si hay algún problema puedo salir a buscar comida y volver después. - intentaba hacer que las cosas no sean tan... vergonzosas, y que su salvador supiera que ella disponía de sus propios medios, no era alguien que mendigue. Al menos en aquel territorio donde conocía de sobras la flora y la fauna.
Se llevó una mano a la barriga. No sabía si realmente le iban a dar comida, pero estaba hambrienta. La dieta del templo era pobre, pero un tanto equilibrada, lo justo para mantener el cuerpo sano aún sin hacer ejercicio, aunque claro que Kotori había robado comida estando ahí aún desde la niñez. Aún así, aquello que ingería en la noche, no permanecía en su estómago por tanto tiempo. Había pasado hace mucho la hora del desayuno, y ella había permanecido ahí, durmiendo, cosa que en realidad se agradece bastante pero necesitaba sostento de verdad. Sus mejillas se coloraron suavemente mientras su estómago rugía. No sabía si pedir, o si se le iba a dar en algún momento y más valía esperar. No quería enfadar a aquel hombre que la había salvado, eso para empezar. - Yo... - dijo con un hilo de voz, con la personalidad totalmente cambiada a lo que había visto anteriormente Kou. Se pasó la lengua por los labios cortados por la sed y tragó en seco. - La verdad es que yo... - su mano derecha alcanzó un mechón rebelde de cabello, escondiéndolo detrás de la oreja para luego jugar con las puntas a la altura de su ombligo. - Tengo hambre.
Ya está. Lo había dicho. La comida no era algo con lo que normalmente jugaba, y siempre podía ir afuera a cazar una golondrina y asarla al fuego, pero claro, primero la deberían dejar salir y eso, a su entender, no era posible. Era raro que alguien que le puso hincapié en curarse, era el que le pidió un entrenamiento físico, pero parecía que no tenía otra alternativa. Su mirada aún estaba baja, esperando la respuesta. - Si hay algún problema puedo salir a buscar comida y volver después. - intentaba hacer que las cosas no sean tan... vergonzosas, y que su salvador supiera que ella disponía de sus propios medios, no era alguien que mendigue. Al menos en aquel territorio donde conocía de sobras la flora y la fauna.
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