Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
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Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
- ¡Ansley! ¡Recuerda sacar la basura! – La voz de Hertrud, resonaría en toda la vivienda, provocando que rápidamente la pequeña se presentara en el acto, un poco sudada por la carreara que había dado, siendo que, esta cruzo la propiedad completa y subió 1 piso antes de llegar a la dueña del local, - ¡Señora si señora! – La rubiecita colocaría su mano en su frente, como si se tratara de una militar, para acto seguido bajarla y salir corriendo otra vez, mientras que en su mano derecha, llevaba su siempre confiable peluche, waffles, - Esa chica es demasiado enérgica… - Hertrud se sentaría en un pequeño banco, mientras tomaba una pequeña taza de café, esperando que sacar la basura, no se convirtiera en una de esas “aventuras” que tanto solía tener la de orbes miel.
Pero esta recordaría algo de golpe, y para ello se asomaría rápido por el balcón, mirando que aun la pequeña se encontraba “enfrentándose” con la basura, siendo que esta estaba haciéndole muecas a la misma, mientras parecía decirle algo, lo habitual en ella, - ¡Ansley! ¿Podrías traer algo de fruta? Dile al viejo Joe que le pagare luego. – La pequeña se sorprendería cayendo hacia atrás y pegándose en el trasero, pero asintió con la cabeza, siendo que afirmaba haber escuchado lo que le habían encomendado, ¿Sera que no olvidara el encargo esta vez? Hertrud se preocupaba demasiado, pero es que la pequeña le había dado ya suficientes razones para hacerlo siempre.
Los pasos de la pequeña eran seguros, más aun después de haber depositado la basura en su lugar con éxito, aquello la llenaba de orgullo aun cuando había sido una tarea sencilla, - ¡Fruuuta Fruuuta, vamos por fruuuta! – Se encontraba cantando de igual forma, se encontraba demasiado contenta en aquel día y es que, por alguna razón, el humor de la pequeña era muy bueno, más de lo normal. Los orbes miel de la pequeña, continuaban buscando el mercado donde se encontraba el vendedor de frutas Joe, un viejo amigo de la dueña del local, alguien de confianza y con quien la pequeña se llevaba bastante bien.
Pero algo extraño pasaba en el puerto, algo que llamo la atención de la pequeña, al parecer, algunos piratas estaban desembarcando, lo cual llamaba mucho la atención de los civiles que se encontraban en el área, debido a que estaban muy escandalosos aquel día, - ¡Logramos tomar ese tesoro! ¡Los dioses nos han premiado por nuestro gran esfuerzo y pérdidas! – Por lo que se había escuchado, las personas se preguntaban el que habían obtenido esas personas, pero tambien podían ver que no mentían, siendo que de 3 barcos, dos estaban casi completamente destruidos, ¿De qué trataba todo eso? La rubiecita estaba sumamente curiosa sobre el asunto, pero miraría a otro lado, siendo que no olvidaba las palabras de Hertrud, “No te distraigas” continuaría caminando rumbo al mercado.
Pero esta recordaría algo de golpe, y para ello se asomaría rápido por el balcón, mirando que aun la pequeña se encontraba “enfrentándose” con la basura, siendo que esta estaba haciéndole muecas a la misma, mientras parecía decirle algo, lo habitual en ella, - ¡Ansley! ¿Podrías traer algo de fruta? Dile al viejo Joe que le pagare luego. – La pequeña se sorprendería cayendo hacia atrás y pegándose en el trasero, pero asintió con la cabeza, siendo que afirmaba haber escuchado lo que le habían encomendado, ¿Sera que no olvidara el encargo esta vez? Hertrud se preocupaba demasiado, pero es que la pequeña le había dado ya suficientes razones para hacerlo siempre.
Los pasos de la pequeña eran seguros, más aun después de haber depositado la basura en su lugar con éxito, aquello la llenaba de orgullo aun cuando había sido una tarea sencilla, - ¡Fruuuta Fruuuta, vamos por fruuuta! – Se encontraba cantando de igual forma, se encontraba demasiado contenta en aquel día y es que, por alguna razón, el humor de la pequeña era muy bueno, más de lo normal. Los orbes miel de la pequeña, continuaban buscando el mercado donde se encontraba el vendedor de frutas Joe, un viejo amigo de la dueña del local, alguien de confianza y con quien la pequeña se llevaba bastante bien.
Pero algo extraño pasaba en el puerto, algo que llamo la atención de la pequeña, al parecer, algunos piratas estaban desembarcando, lo cual llamaba mucho la atención de los civiles que se encontraban en el área, debido a que estaban muy escandalosos aquel día, - ¡Logramos tomar ese tesoro! ¡Los dioses nos han premiado por nuestro gran esfuerzo y pérdidas! – Por lo que se había escuchado, las personas se preguntaban el que habían obtenido esas personas, pero tambien podían ver que no mentían, siendo que de 3 barcos, dos estaban casi completamente destruidos, ¿De qué trataba todo eso? La rubiecita estaba sumamente curiosa sobre el asunto, pero miraría a otro lado, siendo que no olvidaba las palabras de Hertrud, “No te distraigas” continuaría caminando rumbo al mercado.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
Debía admitir que su viaje hasta aquella isla conocida como "Red" no había sido del todo cómodo. Había dormido entre bolsas de provisiones, algunas de ellas duras porque tenían galletas resecas y algunas inclusive ya con su fecha de consumisión pasada. Estaba todo duro, contracturado, le dolía la espalda y el cuello que no podía girarlo más de unos grados a un lado y al otro.
— Mierda... esto es lo que me gano por querer ahorrarme unos Berries... ¡bah! Podría haberlos robado si quisiera. — murmuraba hablando consigo mismo. La gente que había accedido amablemente a traerlo -aunque en realidad los haya amenazado para lograr esto mismo- le avisó que estaban por llegar así que aprovechó a acomodarse la ropa, ponerse el pequeño bolso con sus pocas pertenencias al hombro izquierdo y salió a la cubierta del barco viendo que efectivamente, estaban ya anclando en el puerto.
— Gracias por traerme, caballeros... fue un viaje de lo más particular, seguro termine con tortícolis por unos días más, pero al menos me trajeron al destino y es lo que cuenta, ¿no es verdad? — decía sonriendo con total confianza como si los conociera hacía años. Estos le dedicaron una mirada con recelo, queriendo que se fuera cuanto antes. Sabían que no podían contra él, quien había intentado revelarse contra el albino terminó sin dientes y acostado en una cama dentro del barco porque no despertaría al menos unos días después. El capitán de la embarcación pesquera fue el único en hablarle a Adam, el cual solo sonrió de medio labio con cierta malicia.
— Espero que pases bien en esta isla, no sé qué buscas... pero espero que lo encuentres y no vengas más por aquí.
— Eso no creo que sea de tu incumbencia, pero en serio... gracias por el viaje. Fue divertido. — agregaba con cierta ironía. Pero le había gustado darle aquellas hostias en la boca al bueno para nada.
Apenas terminaron de anclar y el bote pesquero quedó lo suficientemente quieto, se bajó de un brinco y se acomodó la ropa, vistiendo un traje blanco marfil con una camisa celeste debajo y un cravat del mismo color que el ambo.
— Ah ~ Es bueno pisar tierra luego de tanto tiempo. — decía el muchacho, suspirando con alivio; empezó a caminar, ciertamente ignorando la presencia de aquellos sujetos que parecían bastante animosos por lo que habían logrado; iba tan concentrado en alejarse del puerto para disfrutar del interior de la isla, que alguien llegó a chocar con él. Bajó la mirada y se trataba de una chiquilla rubia. Le causó gracia ver a alguien cerca del puerto con tal edad, o al menos parecía una niña que no superaba los diez años.
— ¿Estás bien, pequeña? — preguntó el albino, poniéndose de cuclillas para estar a la misma altura que ella, ya que sino a lo sumo le llevaba a la altura de las caderas. Era gracioso ver algo así y un tanto incómodo tener que bajar tanto la mirada. Le miró fijo a los ojos, esperando una respuesta mientras dejaba su bolso a un lado, ladeando la cabeza levemente; parecía que los maleantes aquellos estaban bastante animosos, y se tornaban hostiles hacia todo aquel que se aproximase a ellos aunque fuese inconscientemente. Vaya... ¿habría paz en algún lado? Le llegaban a parecer tan miserables aquellos sujetos que hasta le causaban gracia. — Se está poniendo caldeada la cosa, ¿huh? ... Será mejor que te alejes de aquí, ¿no? — le recomendaba volviendo la mirada a las orbes ajenas, sonriendo con cierto encanto.
— Mierda... esto es lo que me gano por querer ahorrarme unos Berries... ¡bah! Podría haberlos robado si quisiera. — murmuraba hablando consigo mismo. La gente que había accedido amablemente a traerlo -aunque en realidad los haya amenazado para lograr esto mismo- le avisó que estaban por llegar así que aprovechó a acomodarse la ropa, ponerse el pequeño bolso con sus pocas pertenencias al hombro izquierdo y salió a la cubierta del barco viendo que efectivamente, estaban ya anclando en el puerto.
— Gracias por traerme, caballeros... fue un viaje de lo más particular, seguro termine con tortícolis por unos días más, pero al menos me trajeron al destino y es lo que cuenta, ¿no es verdad? — decía sonriendo con total confianza como si los conociera hacía años. Estos le dedicaron una mirada con recelo, queriendo que se fuera cuanto antes. Sabían que no podían contra él, quien había intentado revelarse contra el albino terminó sin dientes y acostado en una cama dentro del barco porque no despertaría al menos unos días después. El capitán de la embarcación pesquera fue el único en hablarle a Adam, el cual solo sonrió de medio labio con cierta malicia.
— Espero que pases bien en esta isla, no sé qué buscas... pero espero que lo encuentres y no vengas más por aquí.
— Eso no creo que sea de tu incumbencia, pero en serio... gracias por el viaje. Fue divertido. — agregaba con cierta ironía. Pero le había gustado darle aquellas hostias en la boca al bueno para nada.
Apenas terminaron de anclar y el bote pesquero quedó lo suficientemente quieto, se bajó de un brinco y se acomodó la ropa, vistiendo un traje blanco marfil con una camisa celeste debajo y un cravat del mismo color que el ambo.
— Ah ~ Es bueno pisar tierra luego de tanto tiempo. — decía el muchacho, suspirando con alivio; empezó a caminar, ciertamente ignorando la presencia de aquellos sujetos que parecían bastante animosos por lo que habían logrado; iba tan concentrado en alejarse del puerto para disfrutar del interior de la isla, que alguien llegó a chocar con él. Bajó la mirada y se trataba de una chiquilla rubia. Le causó gracia ver a alguien cerca del puerto con tal edad, o al menos parecía una niña que no superaba los diez años.
— ¿Estás bien, pequeña? — preguntó el albino, poniéndose de cuclillas para estar a la misma altura que ella, ya que sino a lo sumo le llevaba a la altura de las caderas. Era gracioso ver algo así y un tanto incómodo tener que bajar tanto la mirada. Le miró fijo a los ojos, esperando una respuesta mientras dejaba su bolso a un lado, ladeando la cabeza levemente; parecía que los maleantes aquellos estaban bastante animosos, y se tornaban hostiles hacia todo aquel que se aproximase a ellos aunque fuese inconscientemente. Vaya... ¿habría paz en algún lado? Le llegaban a parecer tan miserables aquellos sujetos que hasta le causaban gracia. — Se está poniendo caldeada la cosa, ¿huh? ... Será mejor que te alejes de aquí, ¿no? — le recomendaba volviendo la mirada a las orbes ajenas, sonriendo con cierto encanto.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
“No te distraigas” Era más fácil decirlo que hacerlo, y es que, la pequeña, no lograba concentrarse con facilidad, su mente estaba en constante cambio, así como el mundo y las cosas más minúsculas, podían hacer que olvidara por completo el objetivo de su pequeño viaje. Aun así, esta tenía algo que la ayudaría en aquellos momentos, y eso era… el hambre, si, se encontraba sumamente hambrienta en aquellos momentos y aquella fruta sería una comida demasiado buena, más cuando se trataba de la fruta de Joe, la misma siempre se encontraba fresca y como era de cultivos naturales, tenían un sabor exquisito. Mientras la pequeña babeaba sin control, esta chocaría contra algo, provocando que retrocediera mientras sus pequeños orbecitos miel se cerrarían suavemente para luego, abrirse con delicadeza y buscar la razón de su abrupto choque.
Se trataba de un chico, ¡Alguien muy alto! – ¡Woah! – Esta le miraría un tanto ruborizada y emocionada, no había visto a alguien así en aquella isla, o por lo menos, no desde hacía mucho tiempo. La pregunta del chico, provocaría una suave sonrisa en la pequeñita, - ¡Sip! – Esta contestaría al instante, mientras que continuaba observando como el enorme chico, se colocaba a una altura casi parecida a la suya, mirándole a los orbecitos miel de la pequeñita, notando aquel azul en los del contrario, los cuales le traían recuerdos, - Hehehe, iguales a los del angel. – Comentaría sin pensarlo mucho, la pequeña era alguien que decía las cosas sin pensar, algo que le había pesado en distintas circunstancias con la querida Hertrud. Las manitas de la rubiecita, fueron a parar a la cara del contrario, tocando cada parte de su rostro, e inspeccionando el mismo para terminar por pellizcar muy suavemente sus mejillas, algo que Hertrud solía hacerle a ella.
La pequeña era muy hiperactiva y curiosa, es por ello que no perdería la oportunidad de juguetear con alguien que no le parecía mala persona, aunque lo que este le comentaría a la pequeña la haría dudar un poco, - Pero no hace calor. – Llevaría su dedo índice a sus labios, introduciendo el mismo en su boca para chuparlo con suavidad, una pequeña maña que Hertrud aún no había podido erradicar en la pequeña, aun cuando le había incluso atado la mano a un poste para que no pudiera continuar haciéndolo. - ¡Hahaha! Vamos compañeros, hoy vamos a celebrar este triunfo, la posada de Joe, es muy famosa por estos lares, sé que podremos disfrutar de esta hermosa victoria en dicho lugar. – Aquellas personas extrañas, pasarían de la pequeña y el peli blanco a solo 6 o 8 metros de donde se encontraban, por la izquierda de la pequeña (derecha de Adam) - ¿Dijo Joe? ¡Cierto! ¡Debo ir por fruta! – Esta se voltearía rápidamente, mientras le hacía señas con la mano al de azulados orbes, - ¡Nos vemos luego DesconocidoConOjosAzulesIgualesALosDelAngelito! – ¿A dónde iría? Detrás de aquellos sujetos por supuesto, si ellos sabían dónde se encontraba Joe, será más fácil para ella hacer sus compras.
Se trataba de un chico, ¡Alguien muy alto! – ¡Woah! – Esta le miraría un tanto ruborizada y emocionada, no había visto a alguien así en aquella isla, o por lo menos, no desde hacía mucho tiempo. La pregunta del chico, provocaría una suave sonrisa en la pequeñita, - ¡Sip! – Esta contestaría al instante, mientras que continuaba observando como el enorme chico, se colocaba a una altura casi parecida a la suya, mirándole a los orbecitos miel de la pequeñita, notando aquel azul en los del contrario, los cuales le traían recuerdos, - Hehehe, iguales a los del angel. – Comentaría sin pensarlo mucho, la pequeña era alguien que decía las cosas sin pensar, algo que le había pesado en distintas circunstancias con la querida Hertrud. Las manitas de la rubiecita, fueron a parar a la cara del contrario, tocando cada parte de su rostro, e inspeccionando el mismo para terminar por pellizcar muy suavemente sus mejillas, algo que Hertrud solía hacerle a ella.
La pequeña era muy hiperactiva y curiosa, es por ello que no perdería la oportunidad de juguetear con alguien que no le parecía mala persona, aunque lo que este le comentaría a la pequeña la haría dudar un poco, - Pero no hace calor. – Llevaría su dedo índice a sus labios, introduciendo el mismo en su boca para chuparlo con suavidad, una pequeña maña que Hertrud aún no había podido erradicar en la pequeña, aun cuando le había incluso atado la mano a un poste para que no pudiera continuar haciéndolo. - ¡Hahaha! Vamos compañeros, hoy vamos a celebrar este triunfo, la posada de Joe, es muy famosa por estos lares, sé que podremos disfrutar de esta hermosa victoria en dicho lugar. – Aquellas personas extrañas, pasarían de la pequeña y el peli blanco a solo 6 o 8 metros de donde se encontraban, por la izquierda de la pequeña (derecha de Adam) - ¿Dijo Joe? ¡Cierto! ¡Debo ir por fruta! – Esta se voltearía rápidamente, mientras le hacía señas con la mano al de azulados orbes, - ¡Nos vemos luego DesconocidoConOjosAzulesIgualesALosDelAngelito! – ¿A dónde iría? Detrás de aquellos sujetos por supuesto, si ellos sabían dónde se encontraba Joe, será más fácil para ella hacer sus compras.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
Adam por su lado se dejó acariciar la cara, causándole mucha ternura lo que la niña hacía. Podría ser un mujeriego seductor, todo con lo que quieran halagarlo, pero con niñas pequeñas su corazón se ablandaba hasta el punto en que un leve rubor yacía presente todo el tiempo al ver las actitudes de aquella pequeña muchacha descubrir cada recoveco de su cara con esas delicadas y suaves manos. Sonrió con cierta dulzura acariciando la cabeza de la contraria cuando esta le apretó las mejillas.
— "Vaya... hacía tiempo no veía a una niña tan dulce y bonita..." — pensaba olvidándose por unos segundos a lo que había venido a aquella isla. La verdad es que no era la primera vez que se encontraba con personas como esa muchacha, pero sí debía admitir que era la primera con la que se podría derretir allí mismo como gelatina y la chica treparse encima, saltarle como si fuese una especie de trampolín. Le podía tirar del pelo, jalar de cada rincón de su cara que él se dejaría como si fuese su propia hija más o menos.
— ¿Por qué te tienes que ir? ... ¡Oi! — exclamó notando que rápidamente se iba corriendo. ¿La posada de Joe? Ahí es a donde se dirigían también aquella banda de buenos para nada... no era buena idea que la niña estuviera en un ambiente potencialmente hostil, no sola al menos.
Sin dudarlo, corrió tras ella intentando alcanzarle, cruzando entre la gente y esquivando cuanto puesto se le cruzara encima. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le tomó por debajo de las axilas y con gran facilidad la levantó en brazos.
— ¡Te agarré! — vociferó soltando una suave risotada, sonriendo de medio labio. — ¿A dónde crees que vas así sola? ... ¿No ves que hay gente mala yendo a lo de "Joe"? ... Ven, te acompaño. — decía riendo nuevamente. La puso sobre sus hombros, cargándola así y dejándola a más allá de su altura. Posó ambas manos en los tobillos ajenos para tomarle por estos y que así por si las dudas no cayera al momento en que el albino caminara.
— ¿Qué te parece la vista desde ahí arriba, pequeña? — preguntó Adam.
No estaba acostumbrado a hacer esas cosas, ¿pero quién se resistiría con una pequeña tan adorable? Que se la podía comer a besos todo el día y no se cansaría; fue caminando lentamente, siguiendo desde una distancia considerable a los tipos que estaban antes en el puerto, esos que pasaron a excasos metros de ellos. ¿Qué es lo que se armaría en aquella posada, acaso habría problemas? Bueno, no es como si Adam temiera de estos, todo lo contrario... por eso mismo estaba yendo, le encantaban los problemas... sospechaba que aquellos eran unos buenos para nada a los cuales podría dejar en el piso con la mandíbula rota, pero eso... ¡Eso! ... Estaba por verse.
— Por cierto, enana, ¿cómo te llamas? — preguntó —... yo me llamo Adam, es un gusto. — agregó sin tardar.
Levantaba la mirada un poco, como queriendo ver si asomaba la cabeza y así le correspondía ella su mirada con aquella expresión tan dulcemente cariñosa, adorable. Le daban en serio ganas de raptarla y nunca dejarle en paz esas mejillas, apachurrándole estas y besuqueándoselas hasta el cansancio; poco tiempo tomó para llegar a dicha posada, el anterior grupo ya había llegado y se escuchaba el barullo fuerte desde lejos. La música empezaba a sonar como si estuviesen animosos de que tuvieran clientes... aunque estaba casi del todo seguro que no estaban muy felices de tener la presencia de ese tipo de sujetos allí, o eso llegaba a suponer.
— ¿Acaso es recomendable que vayas allí sola? No creo... ¿cierto? — le preguntaba con cierta 'preocupación' por así decirlo. De todas formas fue él quien empezó a avanzar, agachándose un poco para que la cabeza de la contraria no impactara contra el umbral de la puerta. Ya dentro se podía escuchar todo el barullo, los gritos de los maleantes que festejaban su victoria en las fechorías que habían hecho.
— Agradables sujetos... — soltó con cierta ironía, divisando toda la escena frente a él, sosteniendo con cierta firmeza a la pequeña rubia que estaba sobre sus hombros, siempre a la vigía... por si las dudas. — ¿Qué ves desde ahí arriba? — cuestionó, dirigiéndole la palabra a la muchacha.
— "Vaya... hacía tiempo no veía a una niña tan dulce y bonita..." — pensaba olvidándose por unos segundos a lo que había venido a aquella isla. La verdad es que no era la primera vez que se encontraba con personas como esa muchacha, pero sí debía admitir que era la primera con la que se podría derretir allí mismo como gelatina y la chica treparse encima, saltarle como si fuese una especie de trampolín. Le podía tirar del pelo, jalar de cada rincón de su cara que él se dejaría como si fuese su propia hija más o menos.
— ¿Por qué te tienes que ir? ... ¡Oi! — exclamó notando que rápidamente se iba corriendo. ¿La posada de Joe? Ahí es a donde se dirigían también aquella banda de buenos para nada... no era buena idea que la niña estuviera en un ambiente potencialmente hostil, no sola al menos.
Sin dudarlo, corrió tras ella intentando alcanzarle, cruzando entre la gente y esquivando cuanto puesto se le cruzara encima. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le tomó por debajo de las axilas y con gran facilidad la levantó en brazos.
— ¡Te agarré! — vociferó soltando una suave risotada, sonriendo de medio labio. — ¿A dónde crees que vas así sola? ... ¿No ves que hay gente mala yendo a lo de "Joe"? ... Ven, te acompaño. — decía riendo nuevamente. La puso sobre sus hombros, cargándola así y dejándola a más allá de su altura. Posó ambas manos en los tobillos ajenos para tomarle por estos y que así por si las dudas no cayera al momento en que el albino caminara.
— ¿Qué te parece la vista desde ahí arriba, pequeña? — preguntó Adam.
No estaba acostumbrado a hacer esas cosas, ¿pero quién se resistiría con una pequeña tan adorable? Que se la podía comer a besos todo el día y no se cansaría; fue caminando lentamente, siguiendo desde una distancia considerable a los tipos que estaban antes en el puerto, esos que pasaron a excasos metros de ellos. ¿Qué es lo que se armaría en aquella posada, acaso habría problemas? Bueno, no es como si Adam temiera de estos, todo lo contrario... por eso mismo estaba yendo, le encantaban los problemas... sospechaba que aquellos eran unos buenos para nada a los cuales podría dejar en el piso con la mandíbula rota, pero eso... ¡Eso! ... Estaba por verse.
— Por cierto, enana, ¿cómo te llamas? — preguntó —... yo me llamo Adam, es un gusto. — agregó sin tardar.
Levantaba la mirada un poco, como queriendo ver si asomaba la cabeza y así le correspondía ella su mirada con aquella expresión tan dulcemente cariñosa, adorable. Le daban en serio ganas de raptarla y nunca dejarle en paz esas mejillas, apachurrándole estas y besuqueándoselas hasta el cansancio; poco tiempo tomó para llegar a dicha posada, el anterior grupo ya había llegado y se escuchaba el barullo fuerte desde lejos. La música empezaba a sonar como si estuviesen animosos de que tuvieran clientes... aunque estaba casi del todo seguro que no estaban muy felices de tener la presencia de ese tipo de sujetos allí, o eso llegaba a suponer.
— ¿Acaso es recomendable que vayas allí sola? No creo... ¿cierto? — le preguntaba con cierta 'preocupación' por así decirlo. De todas formas fue él quien empezó a avanzar, agachándose un poco para que la cabeza de la contraria no impactara contra el umbral de la puerta. Ya dentro se podía escuchar todo el barullo, los gritos de los maleantes que festejaban su victoria en las fechorías que habían hecho.
— Agradables sujetos... — soltó con cierta ironía, divisando toda la escena frente a él, sosteniendo con cierta firmeza a la pequeña rubia que estaba sobre sus hombros, siempre a la vigía... por si las dudas. — ¿Qué ves desde ahí arriba? — cuestionó, dirigiéndole la palabra a la muchacha.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
- ¡Joe! ¡Joe! ¡La fruta la vende Joe! – La pequeña, sonriente y risueña, continuaba su camino mientras parecía cantar algo que ella misma componía al instante, está siempre se notaba alegre aun cuando se desconocía el porqué de la misma, ¿Quizás porque no podía sentir algo distinto? La de rubios cabellos, mantenía su rumbo fijo, directo hacia aquella banda de piratas que habían desembarcado momentos antes en el puerto de Isla Red, ¿Sabia esta que eran piratas? Probablemente no, y si lo supiera, tampoco le hubiese importado demasiado. Pero antes de que pudiera alcanzar a dicho grupo, esta sentiría que levitaba, - ¡Woa! – Pero al escuchar una voz, notaria que se trataba del chico que había visto anteriormente, - No sabía que jugábamos… - Pensando que aquella frase dicha por el mayor, se trataba de algún juego del cual no pudo escuchar momentos antes.
Esta seria cargada por el mayor, siendo que este deseaba acompañarla a la taberna de Joe, - ¿Gente mala? ¿Quiénes? – Estaba algo confundida, pero al mismo tiempo emocionada, no solía encontrarse en tal altura, es por eso que la pequeña sonreía de manera alegre al ver todo lo que, desde el suelo no lograría ver habitualmente, - ¡Pajaritos! ¡¿Ese árbol estaba ahí antes?! ¡Woa! – ¡Agitaría los brazos con emoción mientras reía con alegría! - ¡Sip! ¡Me gusta mucho! – Seguía observando todo con sus orbecitos miel, tratando de ver las cosas que antes no podía mirar debido a su estatura. Mientras esta continuaba entretenida, olvidando por completo lo de la fruta como siempre, esta escucharía al peli blanco, una pregunta sería hecha, así como lograría escuchar el nombre de su transporte del día de hoy, - ¡Soy Ansley! ¡Mucho gusto Adam! – Esta le observaría a la cara siendo que este trataba de hacer lo mismo y le sonreiría alegremente para luego, empezar a jugar un poco con el cabello del mayor.
La posada no había estado tan… llena, desde hacía bastante tiempo, eso lo notaba la pequeña al ver tantas personas reunidas, - ¡Vaya! ¿Acaso abra una fiesta? ¡Esto es muy genial! ¡Muy genial! – La pequeña, totalmente ignorando el peligro que suponían aquellas personas, solo se imaginaba que algo se encontraban celebrando dicho día, y la pequeña quería divertirse también. La pequeña escuchaba al peli blanco, aunque solo asentía con la cabeza, siendo una acción un tanto tonta o boba, debido a que este no podía verla asentir. - ¡Puedo ver a Joe! ¡Por allá! ¡Por allá! – La pequeña señalaría, y halaría suavemente del pelo del mayor, como si estuviesen dentro de Ratatouille y esta fuera el ratoncito que dirigía al humano, trataba de hacer que se dirigiera directo a la barra con rapidez.
- ¿Sabes cuánto podría valer esto? Realmente nos ha costado mucho obtenerla, ¡Hahaha! Esos tontos piratas de pacotilla, creían que si le daban esto al Yonkou Scar, este los dejaría unirse a sus filas, ¿Qué tan tontos pueden ser? ¡Hahaha! – La pequeña escucharía una voz, era la misma que la del puerto, ¿De qué tanto hablaban? Esta entonces observaría lo que sostenía ese sujeto, era una fruta con una forma muuuy extraña, - Oh… se ve… rica… - Esta empezaría a babear, dejando caer de sus labiecitos aquella sustancia que daría a parar en la cabeza del peli blanco y sus piernitas. – Una fruta del diablo… deberías tener cuidado con eso y con quien te metiste para obtenerla, yo que tú no estaría celebrando por aquí. – Joe era quien había comentado aquello, la pequeña le observaría, notando preocupación en su rostro, y un suspiro que iría por lo bajo, ¿De que hablaban exactamente? La pequeña no conocía mucho del mundo, se había pasado su vida atrapada en un cuarto en Ohara, y ahora en Isla Red. – Somos amigos, Hughs, pero esto te va a causar problemas, tus piratas nunca habían tratado de hacer algo tan peligroso como ahora. – Joe parecía ser familiar con aquel sujeto, pero este no reaccionaria a las palabras del mismo, solo sonreiría mientras daba un largo trago a su bebida. – Tranquilo viejo amigo, somos los reyes de este mar, ¡Puedo disfrutar un poco ahora! ¡Hahaha! – Este parecía estar empezando a emborracharse, y Joe solo le observaría cansado.
Actualidad – A varios metros de la Taberna.
Dos sujetos se encontraban caminando, muy lentamente, pero con una dirección fijada, - ¿Entonces se encuentran realmente en aquel lugar? – Un hombre alto, con un aspecto un tanto tenebroso seria el que diría dichas palabras, para luego mirar a su compañero, alguien que por donde lo vieras, era un animal caminando en dos patas, - Grrr… pagaran caro por robarle a los piratas de Bucaner. – Al notar que su compañero parecía estar inmerso en sus propios pensamientos, pasaría una mano por su cabeza, rascando la misma, -Espero que la información de esos pueblerinos sea confiable, si no… creo que causaremos algunos destrozos al volver. – La malicia se sentía hasta en su aura, siendo que aquellos dos sujetos, nada bueno planeaban.
Esta seria cargada por el mayor, siendo que este deseaba acompañarla a la taberna de Joe, - ¿Gente mala? ¿Quiénes? – Estaba algo confundida, pero al mismo tiempo emocionada, no solía encontrarse en tal altura, es por eso que la pequeña sonreía de manera alegre al ver todo lo que, desde el suelo no lograría ver habitualmente, - ¡Pajaritos! ¡¿Ese árbol estaba ahí antes?! ¡Woa! – ¡Agitaría los brazos con emoción mientras reía con alegría! - ¡Sip! ¡Me gusta mucho! – Seguía observando todo con sus orbecitos miel, tratando de ver las cosas que antes no podía mirar debido a su estatura. Mientras esta continuaba entretenida, olvidando por completo lo de la fruta como siempre, esta escucharía al peli blanco, una pregunta sería hecha, así como lograría escuchar el nombre de su transporte del día de hoy, - ¡Soy Ansley! ¡Mucho gusto Adam! – Esta le observaría a la cara siendo que este trataba de hacer lo mismo y le sonreiría alegremente para luego, empezar a jugar un poco con el cabello del mayor.
La posada no había estado tan… llena, desde hacía bastante tiempo, eso lo notaba la pequeña al ver tantas personas reunidas, - ¡Vaya! ¿Acaso abra una fiesta? ¡Esto es muy genial! ¡Muy genial! – La pequeña, totalmente ignorando el peligro que suponían aquellas personas, solo se imaginaba que algo se encontraban celebrando dicho día, y la pequeña quería divertirse también. La pequeña escuchaba al peli blanco, aunque solo asentía con la cabeza, siendo una acción un tanto tonta o boba, debido a que este no podía verla asentir. - ¡Puedo ver a Joe! ¡Por allá! ¡Por allá! – La pequeña señalaría, y halaría suavemente del pelo del mayor, como si estuviesen dentro de Ratatouille y esta fuera el ratoncito que dirigía al humano, trataba de hacer que se dirigiera directo a la barra con rapidez.
- ¿Sabes cuánto podría valer esto? Realmente nos ha costado mucho obtenerla, ¡Hahaha! Esos tontos piratas de pacotilla, creían que si le daban esto al Yonkou Scar, este los dejaría unirse a sus filas, ¿Qué tan tontos pueden ser? ¡Hahaha! – La pequeña escucharía una voz, era la misma que la del puerto, ¿De qué tanto hablaban? Esta entonces observaría lo que sostenía ese sujeto, era una fruta con una forma muuuy extraña, - Oh… se ve… rica… - Esta empezaría a babear, dejando caer de sus labiecitos aquella sustancia que daría a parar en la cabeza del peli blanco y sus piernitas. – Una fruta del diablo… deberías tener cuidado con eso y con quien te metiste para obtenerla, yo que tú no estaría celebrando por aquí. – Joe era quien había comentado aquello, la pequeña le observaría, notando preocupación en su rostro, y un suspiro que iría por lo bajo, ¿De que hablaban exactamente? La pequeña no conocía mucho del mundo, se había pasado su vida atrapada en un cuarto en Ohara, y ahora en Isla Red. – Somos amigos, Hughs, pero esto te va a causar problemas, tus piratas nunca habían tratado de hacer algo tan peligroso como ahora. – Joe parecía ser familiar con aquel sujeto, pero este no reaccionaria a las palabras del mismo, solo sonreiría mientras daba un largo trago a su bebida. – Tranquilo viejo amigo, somos los reyes de este mar, ¡Puedo disfrutar un poco ahora! ¡Hahaha! – Este parecía estar empezando a emborracharse, y Joe solo le observaría cansado.
Actualidad – A varios metros de la Taberna.
Dos sujetos se encontraban caminando, muy lentamente, pero con una dirección fijada, - ¿Entonces se encuentran realmente en aquel lugar? – Un hombre alto, con un aspecto un tanto tenebroso seria el que diría dichas palabras, para luego mirar a su compañero, alguien que por donde lo vieras, era un animal caminando en dos patas, - Grrr… pagaran caro por robarle a los piratas de Bucaner. – Al notar que su compañero parecía estar inmerso en sus propios pensamientos, pasaría una mano por su cabeza, rascando la misma, -Espero que la información de esos pueblerinos sea confiable, si no… creo que causaremos algunos destrozos al volver. – La malicia se sentía hasta en su aura, siendo que aquellos dos sujetos, nada bueno planeaban.
- NPCs:
- Hughs:
- Nivel = Desconocido
- Morto:
Nivel = 3
- Joakin:
Nivel = 2
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
— Mmmh... no creo que sea una fiesta lo que va a haber ahí, al menos no del tipo que imaginas.
Le contestaba el albino sonriendo de medio labio. Más que temer por aquella situación, llegaba a sospechar que las cosas se pondrían de lo más interesantes. Las palabras de aquellas personas que charlaban con quien parecía ser el dueño de la taberna se ponía un poco tensa, no entre ellos sino más bien por lo que parecían festejar a viva voz como si no les importaran las posibles consecuencias de hacer aquello tan despreocupadamente. Adam soltó un suave suspiro, moviendo un poco la cabeza cuando sintió la tibia saliva de la pequeña en sus hombros caerle sobre la cabeza.
— Oye, sé que estoy rico... pero no me gustan tan pequeñas. — susurró, frunciendo un poco el ceño. Aunque podía ver con total claridad aquella Akuma no Mi, le era imposible al albino saber de qué se trataba eso. No tenía conocimientos sobre tales cosas, pero la apariencia de la dichosa fruta realmente destacaba de todas las demás que conocía él. Especialmente por el hecho de que poseía esos extraños remolinos cubriendo su superficie.
— ¿Qué es eso...? — susurró Adam. Se cuestionaba seguramente tanto como la pequeña sobre sus hombros la procedencia de esa fruta, aunque ella en realidad babeara por querer comérsela. ¿Tendría alguna importancia valiosa? Si era así, la verdad es que no estaría mal 'sacarle provecho' por así decirlo. Era un grupo de varios piratas, y todos se veían bien armados, no hasta los dientes pero sí lo suficiente como para defenderse.
Más que acercarse al grupo, Adam con total suspicacia caminó unos pasos hasta sentarse en una banca, bajando a Ansley de sus hombros, sentándola ahora en su regazo, más específicamente sobre el muslo de la pierna derecha manteniendo estas separadas entre si. Posó ambas manos sobre los pequeños hombros de la rubia y le susurró al oído.
— ¿Qué te parece si jugamos algo...? — susurró el albino, sonriendo con cierta picardía. Aprovechar el tamaño de aquella pequeña estaba en sus planes, sospechaba que crear una distracción para aquel grupo no sería mucho problema, o eso esperaba. Sin tardanza, le dio unos cien berries a la rubia directo en la mano con el suficiente cuidado de que nadie más viese esa transacción, y le susurró al oído izquierdo.
— Si me ayudas a conseguir esa fruta, te daré más dinero del que te di ahora... ¿Qué te parece, tenemos un trato? Podrás comprar muchas golosinas. — propuso, aún con el dinero en mano esperando respuesta por parte de la fémina. Pero no le daría el tiempo a ello, ya que inmediatamente parecieron entrar otros dos sujetos a la taberna. Estos no tenían cara de buenos amigos... es más, daban más mala espina que los primeros.
— Vaya... esto se pondrá bueno. — murmuró riendo. — Si quieres jugar, tendrá que ser ahora. — agregó. Hablándole de nuevo a la muchacha aún en su regazo. No tenía buena pinta todo aquello, más aún lo expresaron quienes se encontraban en la posada de Joe. El albino se levantó de su asiento, con sumo cuidado y teniendo de la mano a la pequeña rubia a su lado, caminando con cierto disimulo mientras se iba acercando al primer grupo que había entrado a la taberna, aprovechando cuanta pequeña distracción pudiese obtener de la gente que deambulaba por el local. Sentándose ocasionalmente para que no sospecharan de él... ¿Temor? Para nada, era más bien para ser precavido; suspiró un poco, mirando más de cerca aquella fruta, teniendo de nuevo a Ansley en su regazo sentada ahora en ambas piernas ya que mantuvo estas juntas.
— ¿La ves? ... Habla con Joe... distrae a esos sujetos, y yo tomaré la fruta. — le decía sonriendo con cierta malicia. No porque estuviese utilizando a la chica -aunque en parte pareciera así-. Pero le había despertado su interés el saber que aquello tenía cierta importancia para alguien, seguro le darían bastante dinero por ella si podía conseguir tenerla en sus manos.
Le contestaba el albino sonriendo de medio labio. Más que temer por aquella situación, llegaba a sospechar que las cosas se pondrían de lo más interesantes. Las palabras de aquellas personas que charlaban con quien parecía ser el dueño de la taberna se ponía un poco tensa, no entre ellos sino más bien por lo que parecían festejar a viva voz como si no les importaran las posibles consecuencias de hacer aquello tan despreocupadamente. Adam soltó un suave suspiro, moviendo un poco la cabeza cuando sintió la tibia saliva de la pequeña en sus hombros caerle sobre la cabeza.
— Oye, sé que estoy rico... pero no me gustan tan pequeñas. — susurró, frunciendo un poco el ceño. Aunque podía ver con total claridad aquella Akuma no Mi, le era imposible al albino saber de qué se trataba eso. No tenía conocimientos sobre tales cosas, pero la apariencia de la dichosa fruta realmente destacaba de todas las demás que conocía él. Especialmente por el hecho de que poseía esos extraños remolinos cubriendo su superficie.
— ¿Qué es eso...? — susurró Adam. Se cuestionaba seguramente tanto como la pequeña sobre sus hombros la procedencia de esa fruta, aunque ella en realidad babeara por querer comérsela. ¿Tendría alguna importancia valiosa? Si era así, la verdad es que no estaría mal 'sacarle provecho' por así decirlo. Era un grupo de varios piratas, y todos se veían bien armados, no hasta los dientes pero sí lo suficiente como para defenderse.
Más que acercarse al grupo, Adam con total suspicacia caminó unos pasos hasta sentarse en una banca, bajando a Ansley de sus hombros, sentándola ahora en su regazo, más específicamente sobre el muslo de la pierna derecha manteniendo estas separadas entre si. Posó ambas manos sobre los pequeños hombros de la rubia y le susurró al oído.
— ¿Qué te parece si jugamos algo...? — susurró el albino, sonriendo con cierta picardía. Aprovechar el tamaño de aquella pequeña estaba en sus planes, sospechaba que crear una distracción para aquel grupo no sería mucho problema, o eso esperaba. Sin tardanza, le dio unos cien berries a la rubia directo en la mano con el suficiente cuidado de que nadie más viese esa transacción, y le susurró al oído izquierdo.
— Si me ayudas a conseguir esa fruta, te daré más dinero del que te di ahora... ¿Qué te parece, tenemos un trato? Podrás comprar muchas golosinas. — propuso, aún con el dinero en mano esperando respuesta por parte de la fémina. Pero no le daría el tiempo a ello, ya que inmediatamente parecieron entrar otros dos sujetos a la taberna. Estos no tenían cara de buenos amigos... es más, daban más mala espina que los primeros.
— Vaya... esto se pondrá bueno. — murmuró riendo. — Si quieres jugar, tendrá que ser ahora. — agregó. Hablándole de nuevo a la muchacha aún en su regazo. No tenía buena pinta todo aquello, más aún lo expresaron quienes se encontraban en la posada de Joe. El albino se levantó de su asiento, con sumo cuidado y teniendo de la mano a la pequeña rubia a su lado, caminando con cierto disimulo mientras se iba acercando al primer grupo que había entrado a la taberna, aprovechando cuanta pequeña distracción pudiese obtener de la gente que deambulaba por el local. Sentándose ocasionalmente para que no sospecharan de él... ¿Temor? Para nada, era más bien para ser precavido; suspiró un poco, mirando más de cerca aquella fruta, teniendo de nuevo a Ansley en su regazo sentada ahora en ambas piernas ya que mantuvo estas juntas.
— ¿La ves? ... Habla con Joe... distrae a esos sujetos, y yo tomaré la fruta. — le decía sonriendo con cierta malicia. No porque estuviese utilizando a la chica -aunque en parte pareciera así-. Pero le había despertado su interés el saber que aquello tenía cierta importancia para alguien, seguro le darían bastante dinero por ella si podía conseguir tenerla en sus manos.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
Pasos, era lo único que podía escucharse en medio de aquella calle, unos pasos que, no eran tan sonoros, pero que al haber un increíble silencio, podían escucharse como si se trataran del picoteo de un pájaro carpintero. No se trataba de que no hubiese nadie cerca, si no que todo mundo se encontraba muy callado, demasiado, la presencia de aquellos dos hombres, o más bien, hombre y bestia, no solo atemorizaba a los ciudadanos, sino que los hacia alucinar, los hacía pensar que… si no decían anda, si no movían un musculo, aquellos animales salvajes, no los atacarían. Aunque sin mucha lógica detrás, sería lo que todos harían. – Este lugar es demasiado pacifico… creo que deberíamos venir luego de este trabajo… a divertirnos como sabemos hacerlo, kyahaha. – Una risa un tanto asquerosa, vendría del sujeto alto y de vestimentas oscuras, pero su compañero no reaccionaria ante lo de el mismo había comunicado momentos atrás, lo que provocaría que una pequeña gota recorrerá su frente.
Actualidad.
La pequeña, no entendía mucho de la situación actual, solo sabía una cosa, ¡Adam quería jugar un juego! Esto emocionaba mucho a la rubiecita quien, empezaría a dar “saltitos” (aunque vendrían siendo sentaditas) en el pie del peli blanco, - ¡Sí! ¡Sí! ¿Qué vamos a jugar? - ¿Dinero? ¡El dinero no era divertido! No veía en que se parecía eso a un juego, pero la pequeña se lo tomaría con calma y solo escucharía lo que tenía que decir el mayor. Las golosinas eran atrayentes… babearía un poco, mientras mantenía su campo de visión en el peli blanco, - ¡Okidoki! – La pequeña entonces, con un saltito, bajaría de la pierna de Adam, para empezar su travesía, ¡Por la fruta!
- Buenas… ¡Hemos venido por un tal capitán Hughs! ¿Está por aquí? – La voz de aquel sujeto, resonaría en toda la taberna, provocando que las miradas de los que allí se encontraban fueran hacia ellos… principalmente, la de cierto castaño que, por la forma en como los miraba, parecía conocerlos, más al que tenía rasgos de animal que al otro. Al verle, su cuerpo parecía empezar a temblar, sus pelos se erizarían como si se le hubiese suministrado un electro shock, y su garganta, se secaría de una manera que al tragar sentiría que en su boca había un montón de arena blanca atrapada en la misma.
- Mo-morto… - Los piratas de Hughs, le observarían y sabrían que lo que sucedía era algo grave, y es que aquel capitán, sabía algo que los demás no, - No sabía… que Bucaner enviaría a alguien como tu… tras de mí. – Este se veía preocupado, y el sudor que se encontraba en su cuerpo, mancharía rápidamente su camisa, - Grrr… Hughs, aun si nos entregas la fruta, tu castigo será la muerte. – El castaño, no parecía sorprendido, este parecía ya conocer su destino, y es por eso que lentamente, introduciría con lentitud un cigarrillo en su boca, ¿De menta? Si, eran sus favoritos, - Eso lo veremos… ¡Muchachos! – Aquel grito, provocaría que todos los piratas, saltaran de sus asientos en busca de batallar contra el enemigo que había invadido sus dominios.
Pero… mientras todo esto sucedía, cierta rubiecita se encontraba gateando por el suelo, con lentitud, pero segura, decidida a llegar a la tabla y con unos ojitos que parecían dos estrellas, mientras se relamía los labios, ¿Ya se encontraba imaginando los dulces que comería no? Si, así era la rubiecita. Sus manitas serían las primeras en llegar, colocando sus deditos en el borde de la tabla, para luego empezar a levantarse hasta una de las sillas, - ¡Yata! – Exclamaría con una vocecilla infantil y mucha alegría, por haber logrado tal azaña, aun cuando a su alrededor, se había armado una guerra civil.
- ¡Joe!-Pero aquel llamado se iría al vacío, siendo que Joe, se encontraba entrando a una habitación extraña, a la cual la pequeña nunca le había visto entrar, - Oww… ¿Y ahora qué hago? – Llevaría su dedito a su boca, para chuparlo debido a la ansiedad, mientras que, miraba a todos lados tratando de que una idea fuese a su mente. Los ojos miel de la menor, serían capturados al instante por… la fruta que había visto con anterioridad, ¿Era la fruta que quería Adam? No lo recordaba pero… - ¿Se molestaría si le doy una pequeña mordidita? – La pequeña se acercaría con lentitud a la fruta, gateando sobre la tabla, sin que Hughs se dé cuenta por estar observando el enfrentamiento, claramente, estaba demasiado concentrado para darse cuenta, demasiado concentrado para darse la vuelta y observar… que su precioso tesoro tenía la marca de una mordida.
Actualidad.
La pequeña, no entendía mucho de la situación actual, solo sabía una cosa, ¡Adam quería jugar un juego! Esto emocionaba mucho a la rubiecita quien, empezaría a dar “saltitos” (aunque vendrían siendo sentaditas) en el pie del peli blanco, - ¡Sí! ¡Sí! ¿Qué vamos a jugar? - ¿Dinero? ¡El dinero no era divertido! No veía en que se parecía eso a un juego, pero la pequeña se lo tomaría con calma y solo escucharía lo que tenía que decir el mayor. Las golosinas eran atrayentes… babearía un poco, mientras mantenía su campo de visión en el peli blanco, - ¡Okidoki! – La pequeña entonces, con un saltito, bajaría de la pierna de Adam, para empezar su travesía, ¡Por la fruta!
- Buenas… ¡Hemos venido por un tal capitán Hughs! ¿Está por aquí? – La voz de aquel sujeto, resonaría en toda la taberna, provocando que las miradas de los que allí se encontraban fueran hacia ellos… principalmente, la de cierto castaño que, por la forma en como los miraba, parecía conocerlos, más al que tenía rasgos de animal que al otro. Al verle, su cuerpo parecía empezar a temblar, sus pelos se erizarían como si se le hubiese suministrado un electro shock, y su garganta, se secaría de una manera que al tragar sentiría que en su boca había un montón de arena blanca atrapada en la misma.
- Mo-morto… - Los piratas de Hughs, le observarían y sabrían que lo que sucedía era algo grave, y es que aquel capitán, sabía algo que los demás no, - No sabía… que Bucaner enviaría a alguien como tu… tras de mí. – Este se veía preocupado, y el sudor que se encontraba en su cuerpo, mancharía rápidamente su camisa, - Grrr… Hughs, aun si nos entregas la fruta, tu castigo será la muerte. – El castaño, no parecía sorprendido, este parecía ya conocer su destino, y es por eso que lentamente, introduciría con lentitud un cigarrillo en su boca, ¿De menta? Si, eran sus favoritos, - Eso lo veremos… ¡Muchachos! – Aquel grito, provocaría que todos los piratas, saltaran de sus asientos en busca de batallar contra el enemigo que había invadido sus dominios.
Pero… mientras todo esto sucedía, cierta rubiecita se encontraba gateando por el suelo, con lentitud, pero segura, decidida a llegar a la tabla y con unos ojitos que parecían dos estrellas, mientras se relamía los labios, ¿Ya se encontraba imaginando los dulces que comería no? Si, así era la rubiecita. Sus manitas serían las primeras en llegar, colocando sus deditos en el borde de la tabla, para luego empezar a levantarse hasta una de las sillas, - ¡Yata! – Exclamaría con una vocecilla infantil y mucha alegría, por haber logrado tal azaña, aun cuando a su alrededor, se había armado una guerra civil.
- ¡Joe!-Pero aquel llamado se iría al vacío, siendo que Joe, se encontraba entrando a una habitación extraña, a la cual la pequeña nunca le había visto entrar, - Oww… ¿Y ahora qué hago? – Llevaría su dedito a su boca, para chuparlo debido a la ansiedad, mientras que, miraba a todos lados tratando de que una idea fuese a su mente. Los ojos miel de la menor, serían capturados al instante por… la fruta que había visto con anterioridad, ¿Era la fruta que quería Adam? No lo recordaba pero… - ¿Se molestaría si le doy una pequeña mordidita? – La pequeña se acercaría con lentitud a la fruta, gateando sobre la tabla, sin que Hughs se dé cuenta por estar observando el enfrentamiento, claramente, estaba demasiado concentrado para darse cuenta, demasiado concentrado para darse la vuelta y observar… que su precioso tesoro tenía la marca de una mordida.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
No parecía ser que aquella escena tuviera muy buena pinta. Varios piratas se unían a la acción hasta el punto en que todo se convertía en una batalla campal, mientras que la enana rubia se le había perdido de vista. — "Carajos, ¿y ahora dónde me meto yo?" — pensó, aunque pronto recibió de garrón un puñetazo en una de sus mejillas que si bien no le hizo mucho daño, sí le crispaba los nervios el tener que lidiar con ese tipo de cosas. ¿En qué se había metido? La curiosidad mató al gato dice un dicho, y en este caso si bien Adam seguía vivito y coleando, eso no significaba que estuviera libre de todo peligro. Todo lo contrario, aquel lugar se había convertido en una batalla campal, y para peor la enana se le había perdido de vista. ¿En dónde coño se había metido acaso? Le había pedido un favor y seguramente había logrado escabullirse entre la gente para irse de ahí. Se fue aproximando gradualmente a la barra, frunciendo el ceño y esquivando gente, golpes cuantos pudiera mientras renegaba rápidamente con la cabeza y se sobaba la mejilla en la cual le habían golpeado.
— ¿Dónde se ha metido?
Susurró Adam, buscando con la mirada entre la gente a aquella enana. No pudo evitar divisarla allí dándole un mordisco a la fruta, algo que si bien le causó gracia, también le heló la sangre. No sabía exactamente por qué, pero había creído oír antes algo sobre las "Akuma no Mi", frutos que otorgaban poderes a quien las comía. Entonces... ¿significaba que la pequeña obtendría alguna especie de poder al momento de comer aquel bocado? Además, no es lo que le había pedido, aunque podría haber sido más específico ... en vez de decirle tan solo que la trajera, podría haber dejado en claro que no debía morderla. Pero bueno, gajes del oficio... tampoco es que se fuese a morir por no tener una Akuma no Mi en sus manos, ahora el problema era que se habían percatado de la presencia de la muchacha, junto con la fruta a la cual le faltaba un trozo. Los espirales que antes cubrían toda su extensión ahora desaparecían, dándose a notar que parecía más una fruta común y corriente.
— ¿¡Qué hiciste, mocosa!? — exclamaba el hombre.
Evidentemente se trataba de un problema bastante complicado. Adam se quedaba mirando eso intentando esquivar cuanto golpe le intentase llegar a él, aplicando solamente el uso de sus piernas para defenderse ya que sus manos, como buen cocinero, eran demasiado preciadas como para ser utilizadas como arma de combate; veía a la pequeña, y luego a los otros que se percataban de la situación. La fruta había perdido su característica forma, volviéndose una mera manzana y nada más. — Eso me pregunto yo... — susurraba consigo mismo, encogiéndose de hombros para luego ir aproximándose cada vez más; tomó de la cintura a la chica, como si fuese una especie de muñeca, para luego mirar "apenado" a esos sujetos -aunque era más bien una actuación- — Sepan disculpar a esta enana... siempre se le antojan las cosas más dulces y al parecer esto le pareció apetitoso. — decía Adam, intentando no perder la cordura, ganas no le faltaban de abrirse camino entre la gente, pateando a cuanto imbécil se le cruzara pero en vez de eso simplemente sonrió con ironía, entrecerrando la mirada. No parecía ser que estos fuesen a ser bastante amables.
— ¿Dónde se ha metido?
Susurró Adam, buscando con la mirada entre la gente a aquella enana. No pudo evitar divisarla allí dándole un mordisco a la fruta, algo que si bien le causó gracia, también le heló la sangre. No sabía exactamente por qué, pero había creído oír antes algo sobre las "Akuma no Mi", frutos que otorgaban poderes a quien las comía. Entonces... ¿significaba que la pequeña obtendría alguna especie de poder al momento de comer aquel bocado? Además, no es lo que le había pedido, aunque podría haber sido más específico ... en vez de decirle tan solo que la trajera, podría haber dejado en claro que no debía morderla. Pero bueno, gajes del oficio... tampoco es que se fuese a morir por no tener una Akuma no Mi en sus manos, ahora el problema era que se habían percatado de la presencia de la muchacha, junto con la fruta a la cual le faltaba un trozo. Los espirales que antes cubrían toda su extensión ahora desaparecían, dándose a notar que parecía más una fruta común y corriente.
— ¿¡Qué hiciste, mocosa!? — exclamaba el hombre.
Evidentemente se trataba de un problema bastante complicado. Adam se quedaba mirando eso intentando esquivar cuanto golpe le intentase llegar a él, aplicando solamente el uso de sus piernas para defenderse ya que sus manos, como buen cocinero, eran demasiado preciadas como para ser utilizadas como arma de combate; veía a la pequeña, y luego a los otros que se percataban de la situación. La fruta había perdido su característica forma, volviéndose una mera manzana y nada más. — Eso me pregunto yo... — susurraba consigo mismo, encogiéndose de hombros para luego ir aproximándose cada vez más; tomó de la cintura a la chica, como si fuese una especie de muñeca, para luego mirar "apenado" a esos sujetos -aunque era más bien una actuación- — Sepan disculpar a esta enana... siempre se le antojan las cosas más dulces y al parecer esto le pareció apetitoso. — decía Adam, intentando no perder la cordura, ganas no le faltaban de abrirse camino entre la gente, pateando a cuanto imbécil se le cruzara pero en vez de eso simplemente sonrió con ironía, entrecerrando la mirada. No parecía ser que estos fuesen a ser bastante amables.
InvitadoInvitado
Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
El sonido parecía haber desaparecido de toda aquella isla, un silencio sepulcral era lo único que había en toda la zona alrededor de… aquella taberna, el único lugar donde se podía escuchar personas, no hablando de manera civilizada, solo se escuchaban los gritos de batalla de los marineros y uno que otro rugido de parte de los que trataban de acabar con los que les habían robado. Hughs, sabía que esa batalla no les favorecía en nada, y que probablemente la perderían debido al poder de los que ahí se encontraban, es por eso que, en un acto de cobardía, trataría de escabullirse por detrás mientras tomaba la fruta del diablo junto con él, no se iría sin su botín, ¿No?
Pero este no se esperaba una cosa… y es lo que sus propios ojos verían al voltear la cara, ver como una criaturita de rubia cabellera se encontraba ahí arriba de la tabla, mordisqueando un tesoro que… le costó la vida a un tercio de su tripulación para obtenerlo, - N-no es posible… - Este, lentamente, cambiaría su expresión de sorpresa, a una de enojo sin igual, la ira lo abordaba y es que, ese objeto tan preciado, se había desvanecido en menos de 1 minuto, - ¿¡Que hiciste, mocosa!? – Este se alarmaría, levantándose de su asiento y mirando cómo está aún continuaba devorando el fruto que con tanto sacrificio había obtenido.
- ¡Delicioso! – Aquella sonrisa alegre y risueña que caracterizaba a la rubiecita, aparecería enfrente de aquel hombre molesto, quien se molestaría aún más al ver como esta ni siquiera le prestó atención. Esta, dirigiría su mirada al frente, dándose cuenta que aquella persona le estaba mirando con ojos llenos de rabia y dirigiéndose hacia ella con paso lento. Esta se preocuparía un poco, su rostro demostraba esto, y retrocedería, gateando, hacia la silla que había utilizado para trepar hasta allí arriba. Pero sin previo aviso, sentiría como unas manos bastante grandes, la tomaban de la cintura para elevarla al cielo, provocando que otra vez empezara a sonreír y a mover los bracitos como si en algún parque de diversiones estuviera, - ¡Wii! – La pequeña mantenía sus ojitos cerrados, mientras que aquella sonrisa enorme que expresaba alegría e infantilidad, se encontraba posada en su rostro.
- ¡Me han arruinado! Todo el sacrifico no valió para nada… ¡Estoy muerto! – Este se recargaría en la tabla, mientras sus ojos miraban al suelo, pero en una fracción de segundo, su mirada volvería a dar con aquellos dos jóvenes que se encontraban ahí, - Pero les hare pagar… ¡Muchachos! – Este les señalaría, a ambos, provocando que la atención de los que aún no se habían adentrado en la lucha, se dirigieran a ellos, - ¿Ansley? ¿Qué haces aquí? – Joe, saldría de la habitación a la cual se había introducido, observando como la pequeña se encontraba en medio de todo un alboroto, y al ver la mordida en la fruta, este se palmearía el rostro, suponiendo muy bien lo que había sucedido.
A pesar de todo, la pequeña continuaba sonriendo de una manera demasiado alegre, provocando que los sujetos se preguntaran si estaba bien el atacar a la niña, algunos no tenían la sangre tan fría como para hacer algo como esto, pero las ordenes de su capitán eran ley, - Oi, ¿Realmente vas a tratar de atacarlos por algo como eso? – Joe, parecía tratar de hablar con Hughs, pero este le ignoraría por completo, en aquellos momentos, su ira le dominaba, - Acábenlos. – Este los señalaría y esta vez, su voz se escucharía mucho más molesta, casi pareciendo rasposa.
Estos asentiría, y darían varios pasos hacia ellos, buscando rodearles, pero… se detendrían de golpe, y en sus rostros, una expresión de sorpresa total era fácilmente apreciable, ante lo que estos presenciaban con sus propios ojos, - J-jefe… ¿Está viendo lo mismo que yo? – Hughs, también se mostraba sorprendido, mirando… como la pequeña parecía estar flotando… ¿Acaso la fruta había provocado esto en ella? Solo se podía ver como el chico que la sostenía también se encontraba en el aire con ella, - ¡Woa! ¡¡Sí que puedes volar también!! ¡Justo como mi angelito! Jijiji – Esta sonreía como una infante, mientras sus manos se movían de un lado a otro, alegre por lo que pasaba, y pensando que el peli blanco era quien los mantenía en el aire a ambos, sin saber la realidad.
- Heh… parece que llegamos tarde. – El que poseía una vestimenta oscura, podía verles flotando desde la posición en la que se encontraban, provocando que el otro también los observara, - Grr… lo pagaran caro… todos… ¡RAAAAAAWR! – Un inmenso rugido seria escuchado en aquella caverna, el mismo resonaría en la misma provocando que muchos de los presentes taparan sus oídos. – Tengo una mejor idea… Kuku... – La mirada de aquel sujeto, se posaría en la rubiecita… observándola de pies a cabeza y lamiéndose los labios, - Kukuku… -
Pero este no se esperaba una cosa… y es lo que sus propios ojos verían al voltear la cara, ver como una criaturita de rubia cabellera se encontraba ahí arriba de la tabla, mordisqueando un tesoro que… le costó la vida a un tercio de su tripulación para obtenerlo, - N-no es posible… - Este, lentamente, cambiaría su expresión de sorpresa, a una de enojo sin igual, la ira lo abordaba y es que, ese objeto tan preciado, se había desvanecido en menos de 1 minuto, - ¿¡Que hiciste, mocosa!? – Este se alarmaría, levantándose de su asiento y mirando cómo está aún continuaba devorando el fruto que con tanto sacrificio había obtenido.
- ¡Delicioso! – Aquella sonrisa alegre y risueña que caracterizaba a la rubiecita, aparecería enfrente de aquel hombre molesto, quien se molestaría aún más al ver como esta ni siquiera le prestó atención. Esta, dirigiría su mirada al frente, dándose cuenta que aquella persona le estaba mirando con ojos llenos de rabia y dirigiéndose hacia ella con paso lento. Esta se preocuparía un poco, su rostro demostraba esto, y retrocedería, gateando, hacia la silla que había utilizado para trepar hasta allí arriba. Pero sin previo aviso, sentiría como unas manos bastante grandes, la tomaban de la cintura para elevarla al cielo, provocando que otra vez empezara a sonreír y a mover los bracitos como si en algún parque de diversiones estuviera, - ¡Wii! – La pequeña mantenía sus ojitos cerrados, mientras que aquella sonrisa enorme que expresaba alegría e infantilidad, se encontraba posada en su rostro.
- ¡Me han arruinado! Todo el sacrifico no valió para nada… ¡Estoy muerto! – Este se recargaría en la tabla, mientras sus ojos miraban al suelo, pero en una fracción de segundo, su mirada volvería a dar con aquellos dos jóvenes que se encontraban ahí, - Pero les hare pagar… ¡Muchachos! – Este les señalaría, a ambos, provocando que la atención de los que aún no se habían adentrado en la lucha, se dirigieran a ellos, - ¿Ansley? ¿Qué haces aquí? – Joe, saldría de la habitación a la cual se había introducido, observando como la pequeña se encontraba en medio de todo un alboroto, y al ver la mordida en la fruta, este se palmearía el rostro, suponiendo muy bien lo que había sucedido.
A pesar de todo, la pequeña continuaba sonriendo de una manera demasiado alegre, provocando que los sujetos se preguntaran si estaba bien el atacar a la niña, algunos no tenían la sangre tan fría como para hacer algo como esto, pero las ordenes de su capitán eran ley, - Oi, ¿Realmente vas a tratar de atacarlos por algo como eso? – Joe, parecía tratar de hablar con Hughs, pero este le ignoraría por completo, en aquellos momentos, su ira le dominaba, - Acábenlos. – Este los señalaría y esta vez, su voz se escucharía mucho más molesta, casi pareciendo rasposa.
Estos asentiría, y darían varios pasos hacia ellos, buscando rodearles, pero… se detendrían de golpe, y en sus rostros, una expresión de sorpresa total era fácilmente apreciable, ante lo que estos presenciaban con sus propios ojos, - J-jefe… ¿Está viendo lo mismo que yo? – Hughs, también se mostraba sorprendido, mirando… como la pequeña parecía estar flotando… ¿Acaso la fruta había provocado esto en ella? Solo se podía ver como el chico que la sostenía también se encontraba en el aire con ella, - ¡Woa! ¡¡Sí que puedes volar también!! ¡Justo como mi angelito! Jijiji – Esta sonreía como una infante, mientras sus manos se movían de un lado a otro, alegre por lo que pasaba, y pensando que el peli blanco era quien los mantenía en el aire a ambos, sin saber la realidad.
- Heh… parece que llegamos tarde. – El que poseía una vestimenta oscura, podía verles flotando desde la posición en la que se encontraban, provocando que el otro también los observara, - Grr… lo pagaran caro… todos… ¡RAAAAAAWR! – Un inmenso rugido seria escuchado en aquella caverna, el mismo resonaría en la misma provocando que muchos de los presentes taparan sus oídos. – Tengo una mejor idea… Kuku... – La mirada de aquel sujeto, se posaría en la rubiecita… observándola de pies a cabeza y lamiéndose los labios, - Kukuku… -
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Re: Una probabilidad que cambiara el futuro. /Ft Adam.
El albino lo menos que se esperaba es que los demás reaccionaran de esa manera tan violenta, especialmente porque nunca se había buscado el estar en una situación como esa. Ahora todo se volvía demasiado caótico, pero por alguna extraña razón aún le seguía causando ternura aquella inocente y jovial personalidad de la rubia incluso frente a todo lo que pasaba. Más que preocuparse, solamente sonrió de medio labio enarcando una ceja... se tenía demasiada confianza como para pensar que una panda de buenos para nada le derrotarían, por tener los brazos ocupados no terminaría perdiendo, todo lo contrario... afortunadamente sabía pelear mejor con sus piernas así que de eso no había preocupaciones, lo que sí le agarró por sorpresa es que ... se sintió más liviano que antes. Cuando bajó la mirada vio que sus pies se habían despegado del suelo. Se le heló la sangre, no de miedo sino de impresión. ¿Cómo es que estaban flotando de repente? No era por él, obviamente... alas no tenía y tampoco una habilidad que le permitiera tal cosa. ¿Sería acto de la Akuma no Mi que la rubia se había devorado con tanta gula y gusto?
— Ehm... no creo que sea yo quien esté volando en este caso, enana. — susurraba el albino contra la oreja izquierda de la contraria a la cual aún sostenía en brazos. Parecía una niña de tres, cuatro años con esa enorme inocencia. Lo que no pudo evitar hacer fue soltar a la pequeña de sus brazos porque se vio en la obligación de taparse los oídos cuando aquella bestia parada en la entrada soltó ese fuerte rugido a todo pulmón.
— ¡Ugh! ¿¡Cuál es la necesidad de gritar así!? — vociferaba Adam, frunciendo un poco el ceño. Las cosas se estaban saliendo poco a poco de control, hasta el punto en que ya no le daban las manos para intentar mantener a todo el mundo bajo cordura. Los que habían traído la fruta estaban dispuestos a matar, y lo mismo parecía con los otros dos sujetos extraños que aparecieron después como persiguiendo al primer grupo; Adam volteó la mirada hacia Joe rápidamente, frunciendo el ceño.
— ¿Te llamas Joe, cierto? — cuestionó.
— ¿Sí, qué pasa... quién eres tú? — contestó sin tardanza.
— Adam X. McCoy, me sorprende que no me reconozcas cuando tienes un puto cartel con mi cara a tus espaldas. — bufó girando los ojos en blanco de forma fugaz antes de seguir hablando con cierto apuro, de vez en cuando mirando de reojo a ver dónde estaba Ansley, y a su vez los otros dos sujetos de la entrada. A comparación del primer grupo, estos sí parecían más fuertes. Más aún con lo dicho por el capitán del grupo inicial, casi toda la tripulación perdida solo para tomar esa fruta que ahora había sido todo en vano. ¿Acaso tan fuertes eran, o solo que ellos eran unos inútiles, buenos para nada?
— ... No, no me suenas de nada. — dijo Joe. En el ojo izquierdo de Adam se presentó un sutil 'tic' antes de soltar un profundo suspiro y seguir hablando de forma veloz, no podía perder el tiempo.
— Muéstrame un lugar para salir, dime que esa compuerta por la que saliste recién es una salida al exterior de esta taberna. — musitó de inmediato, viendo que ya los lacayos del primer grupo se aproximaban con cierta violencia tanto al joven albino como a la pequeña rubia que había devorado la fruta del diablo. — ¡Muérete! — exclamó uno de ellos mientras arremetía al par. Adam volteó de inmediato, dando un brinco sobre la barra de la taberna para usar aquel impulso y darle una patada en medio de la boca al maleante que venía directamente a atacarles. — ¡Que no se escapen! — gritó Hughs. Los gruñidos se hacían cada vez más fuerte, a medida que luchaban con aquellos sujetos que obviamente les superaban en fuerza, encargándose de cada lacayo con mucha facilidad y brutalidad. Sin pensarlo dos veces le tapó los ojos a la rubia, soltando un bufido. — Hay batallas que pelear, esta no es una de ellas. — decía el albino a medida que se aproximaba a Joe. Este solamente hizo ademán para que le siguieran.
— A donde entré son las bodegas, pero hay una puerta atrás... lo que pasa es que está bloqueada con cajas, y son demasiado pesadas como para moverlas todas a tiempo. — advirtió el hombre, a medida que los miraba a los ojos. Aquello le dio una pequeña idea a Adam, mirando ocasionalmente tras de si para ver si alguien se aproximaba de sorpresa.
— Enana, levanta las cajas... ¡hazlas volar! ... Si piensas en ello yo ... yo te pasaré mi poder, sí. — mentía. No era él quien tenía el poder de hacer levitar las cosas, desconocía siquiera si era ella específicamente la que había logrado que flotaran al menos de momento, pero no costaba nada intentarlo. Además, aún seguía sujetándole por debajo de los brazos, por la cintura más específicamente. — Si te apuras te llevaré a comprar caramelos. — agregó a ver si eso motivaba más aún a la pequeña que tenía en brazos.
— Ehm... no creo que sea yo quien esté volando en este caso, enana. — susurraba el albino contra la oreja izquierda de la contraria a la cual aún sostenía en brazos. Parecía una niña de tres, cuatro años con esa enorme inocencia. Lo que no pudo evitar hacer fue soltar a la pequeña de sus brazos porque se vio en la obligación de taparse los oídos cuando aquella bestia parada en la entrada soltó ese fuerte rugido a todo pulmón.
— ¡Ugh! ¿¡Cuál es la necesidad de gritar así!? — vociferaba Adam, frunciendo un poco el ceño. Las cosas se estaban saliendo poco a poco de control, hasta el punto en que ya no le daban las manos para intentar mantener a todo el mundo bajo cordura. Los que habían traído la fruta estaban dispuestos a matar, y lo mismo parecía con los otros dos sujetos extraños que aparecieron después como persiguiendo al primer grupo; Adam volteó la mirada hacia Joe rápidamente, frunciendo el ceño.
— ¿Te llamas Joe, cierto? — cuestionó.
— ¿Sí, qué pasa... quién eres tú? — contestó sin tardanza.
— Adam X. McCoy, me sorprende que no me reconozcas cuando tienes un puto cartel con mi cara a tus espaldas. — bufó girando los ojos en blanco de forma fugaz antes de seguir hablando con cierto apuro, de vez en cuando mirando de reojo a ver dónde estaba Ansley, y a su vez los otros dos sujetos de la entrada. A comparación del primer grupo, estos sí parecían más fuertes. Más aún con lo dicho por el capitán del grupo inicial, casi toda la tripulación perdida solo para tomar esa fruta que ahora había sido todo en vano. ¿Acaso tan fuertes eran, o solo que ellos eran unos inútiles, buenos para nada?
— ... No, no me suenas de nada. — dijo Joe. En el ojo izquierdo de Adam se presentó un sutil 'tic' antes de soltar un profundo suspiro y seguir hablando de forma veloz, no podía perder el tiempo.
— Muéstrame un lugar para salir, dime que esa compuerta por la que saliste recién es una salida al exterior de esta taberna. — musitó de inmediato, viendo que ya los lacayos del primer grupo se aproximaban con cierta violencia tanto al joven albino como a la pequeña rubia que había devorado la fruta del diablo. — ¡Muérete! — exclamó uno de ellos mientras arremetía al par. Adam volteó de inmediato, dando un brinco sobre la barra de la taberna para usar aquel impulso y darle una patada en medio de la boca al maleante que venía directamente a atacarles. — ¡Que no se escapen! — gritó Hughs. Los gruñidos se hacían cada vez más fuerte, a medida que luchaban con aquellos sujetos que obviamente les superaban en fuerza, encargándose de cada lacayo con mucha facilidad y brutalidad. Sin pensarlo dos veces le tapó los ojos a la rubia, soltando un bufido. — Hay batallas que pelear, esta no es una de ellas. — decía el albino a medida que se aproximaba a Joe. Este solamente hizo ademán para que le siguieran.
— A donde entré son las bodegas, pero hay una puerta atrás... lo que pasa es que está bloqueada con cajas, y son demasiado pesadas como para moverlas todas a tiempo. — advirtió el hombre, a medida que los miraba a los ojos. Aquello le dio una pequeña idea a Adam, mirando ocasionalmente tras de si para ver si alguien se aproximaba de sorpresa.
— Enana, levanta las cajas... ¡hazlas volar! ... Si piensas en ello yo ... yo te pasaré mi poder, sí. — mentía. No era él quien tenía el poder de hacer levitar las cosas, desconocía siquiera si era ella específicamente la que había logrado que flotaran al menos de momento, pero no costaba nada intentarlo. Además, aún seguía sujetándole por debajo de los brazos, por la cintura más específicamente. — Si te apuras te llevaré a comprar caramelos. — agregó a ver si eso motivaba más aún a la pequeña que tenía en brazos.
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