Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Interlude: Hellfire
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Interlude: Hellfire
Recuerdo del primer mensaje :
Ojos malvas capturaron un apacible horizonte, el astro solar se recostaba cerca de las aguas marinas, mientras que la espuma revoltosa abandonaba su bravía energía acariciando la arena y humedeciéndola de un matiz mucho más obscuro. Una silueta curvilínea se posicionaba justo en el lindero, deteniéndose para contemplar el panorama, aquello le irrigaba de nostalgia su espíritu ya que era como echar un vistazo dentro de sus memorias constatando lo mucho que había avanzado. La ligera risa se escapó cómica, su dedo índice apenas se paseó superficialmente sobre su labio inferior añorando un deseo prohibido, el anhelo de un beso. Desde hace tiempo la mujer había estado envuelta en una clara contradicción debido a minimizar sus prioridades, y todo aquello sucedió cuando un notable personaje la acorraló reduciendo toda posibilidad de victoria a un cero absoluto.
Su relación a pesar de ser inestable jamás le avergonzó el aferrarse a su lado aun si aquello conllevaba poner en riesgo su propia seguridad, no es que le jurara lealtad, pero si se encargaría de limpiar el camino que necesitara para ambos gozar de mutuos beneficios a largo plazo. Transcurrió exactamente un año desde su última reunión, la ansiedad la orillaba a consumirse en un cierto nerviosismo. Dando la vuelta se retiró de la costa, en su camino acomodó uno de sus cenizos mechones.
Sin tener previsto el sitio en el que se encontrarían Justika se arriesgaba a apostar por la palabra de un pirata. Sonriendo maliciosamente la fémina exploraba la ciudadela contemplando ante sí el exasperante orden que gozaba, lo que no podía resistir era el visualizar a varios criminales, no obstante, el tempestivo asedio de controlarse por no intervenir para capturarles le estaba sofocando. Debía concentrarse para no caer en la insurrección, pensando exclusivamente en Zein la cazadora jadeaba inquieta, ya iba siendo hora que se vieran.
Su relación a pesar de ser inestable jamás le avergonzó el aferrarse a su lado aun si aquello conllevaba poner en riesgo su propia seguridad, no es que le jurara lealtad, pero si se encargaría de limpiar el camino que necesitara para ambos gozar de mutuos beneficios a largo plazo. Transcurrió exactamente un año desde su última reunión, la ansiedad la orillaba a consumirse en un cierto nerviosismo. Dando la vuelta se retiró de la costa, en su camino acomodó uno de sus cenizos mechones.
Sin tener previsto el sitio en el que se encontrarían Justika se arriesgaba a apostar por la palabra de un pirata. Sonriendo maliciosamente la fémina exploraba la ciudadela contemplando ante sí el exasperante orden que gozaba, lo que no podía resistir era el visualizar a varios criminales, no obstante, el tempestivo asedio de controlarse por no intervenir para capturarles le estaba sofocando. Debía concentrarse para no caer en la insurrección, pensando exclusivamente en Zein la cazadora jadeaba inquieta, ya iba siendo hora que se vieran.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Jamás aceptaría que Zein le importaba a un grado romántico, no caería en su juego de ser ella la primera que tuviera que admitir algo tan vergonzoso e inútil dentro de su rama profesional. Pero, ahí estaba ella, contradiciéndose una vez más a través de sus acciones. Reclinándose por sobre la mesa el pelinegro sujetó como pudo el rostro de la cazadora besándola profundamente, cada roce que se imprimía sobre sus labios siempre llevaban diferente candidez, pasión o ternura la cual no paraba de arrebatarle el aliento. Sin tomarle importancia a sentirse sofocada accedía con la intención de que el resto se diera cuenta como ese hombre estaba entregado a su persona, presumía del control que ejercía, o al menos en eso quería distraer sus pensamientos en vez de admitir que ella estaba por igual atada a él.
Debía detenerse, corría el peligro de a punto tomar la mano ajena con la intención de arrastrarle a otro sitio menos público. Sin embargo, abstuvo su deseo, ¿por qué?, la respuesta es sencilla, le agradaba más observar a Zein enloquecer un poco por ella que ser la mujer una antagonista que echaría a perder la situación por una niñería como los celos. Siéndole concedido un minuto para recobrar la calma acarició sus labios apenas con la punta de los dedos, le ardían, tenía la sensación de tenerlos ligeramente hinchados y entumecidos. Absorta en esa fijación Bekeltov no perdía la oportunidad de instigarla al aludir su belleza justamente cuando la fémina estallaba en una pelea más emocional consigo misma, en consecuencia, Justika solo afiló sus orbes en un modo asesino, si las miradas mataran, la tumba del pelinegro yacería mucho antes de lo que se imaginaba. – Si gustas puedo ser encantadora. – Al no reprimirse de su molestia le devolvía el cumplido con sarcasmo.
De buenas a primeras sus platillos al fin llegaban, a diferencia de la cazadora ella había perdido el apetito muchísimo antes por lo que en ese tiempo solo se la pasaría jugando con la comida. Como una victoria personal Zein no hallaba con buen gusto la pasta a medio cocer, sin mencionar que tenía un sabor por completo insípido. Solo probaría algunos bocados, tenía la idea que tras salir del establecimiento se llenaría de postres u otras cosas mejores que picar por la calle principal. – A decir verdad prefiero esto antes que acostumbrar a mi paladar a cosas buenas, me sería terrible estar comparando algo que no podré costearme todo el tiempo. – Ahora invirtiendo los papeles, la mujer encontraba la excusa perfecta para sermonearle. Por los siguientes veinte minutos la pareja no volvió a intercambiar palabras, la razón se desconocía, pero entre ellos no necesitaban llenar los espacios con charlas innecesarias, solo eran así.
Durante la comida el pirata sutilmente escondió su mano por debajo de la mesa acariciando la piel de la espadachina, recuperando en algo el buen humor sonreía, reconocía que la incitación de ser molestada en el fondo le agradaba. Elevó su mirada para perderse en los orbes dorados, la mujer de orbes de un brillo más apagado le desafió tras llegar a levantarse dejando claro que su cuerpo solo lo podría tocar cuando ella lo dispusiera. – Mientras no sea ningún fetiche tuyo por lo demás tienes mi total aprobación. – En una sonrisa se adelantaría unos pasos solamente cuando le abría la puerta no sin antes rozar con sus dedos la diestra de su pareja el dorso de la mano para que le abrazara.
Debía detenerse, corría el peligro de a punto tomar la mano ajena con la intención de arrastrarle a otro sitio menos público. Sin embargo, abstuvo su deseo, ¿por qué?, la respuesta es sencilla, le agradaba más observar a Zein enloquecer un poco por ella que ser la mujer una antagonista que echaría a perder la situación por una niñería como los celos. Siéndole concedido un minuto para recobrar la calma acarició sus labios apenas con la punta de los dedos, le ardían, tenía la sensación de tenerlos ligeramente hinchados y entumecidos. Absorta en esa fijación Bekeltov no perdía la oportunidad de instigarla al aludir su belleza justamente cuando la fémina estallaba en una pelea más emocional consigo misma, en consecuencia, Justika solo afiló sus orbes en un modo asesino, si las miradas mataran, la tumba del pelinegro yacería mucho antes de lo que se imaginaba. – Si gustas puedo ser encantadora. – Al no reprimirse de su molestia le devolvía el cumplido con sarcasmo.
De buenas a primeras sus platillos al fin llegaban, a diferencia de la cazadora ella había perdido el apetito muchísimo antes por lo que en ese tiempo solo se la pasaría jugando con la comida. Como una victoria personal Zein no hallaba con buen gusto la pasta a medio cocer, sin mencionar que tenía un sabor por completo insípido. Solo probaría algunos bocados, tenía la idea que tras salir del establecimiento se llenaría de postres u otras cosas mejores que picar por la calle principal. – A decir verdad prefiero esto antes que acostumbrar a mi paladar a cosas buenas, me sería terrible estar comparando algo que no podré costearme todo el tiempo. – Ahora invirtiendo los papeles, la mujer encontraba la excusa perfecta para sermonearle. Por los siguientes veinte minutos la pareja no volvió a intercambiar palabras, la razón se desconocía, pero entre ellos no necesitaban llenar los espacios con charlas innecesarias, solo eran así.
Durante la comida el pirata sutilmente escondió su mano por debajo de la mesa acariciando la piel de la espadachina, recuperando en algo el buen humor sonreía, reconocía que la incitación de ser molestada en el fondo le agradaba. Elevó su mirada para perderse en los orbes dorados, la mujer de orbes de un brillo más apagado le desafió tras llegar a levantarse dejando claro que su cuerpo solo lo podría tocar cuando ella lo dispusiera. – Mientras no sea ningún fetiche tuyo por lo demás tienes mi total aprobación. – En una sonrisa se adelantaría unos pasos solamente cuando le abría la puerta no sin antes rozar con sus dedos la diestra de su pareja el dorso de la mano para que le abrazara.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
– Me acusas de fetiches, cuando ambos sabemos lo pervertida que eres en la cama.– Respondió el pirata con su lengua viperina mientras sonreía maliciosamente y se aproximaba a ella, sintiendo la caricia con su mano, sabiendo lo que le estaba pidiendo implícitamente. El moreno rodeó a su mujer con el brazo, saliendo a la calle con ella en una cercanía que dejaba en evidencia que eran pareja, el Sol ya se había ocultado por completo y la oscuridad acechaba la isla, sin embargo, la pálida luz de la luna era suficiente para visualizar todo lo que les rodeaba. Zein se detuvo justo en el centro de la calle, girándose para abrazarla por la cintura, era una escena bastante romántica.
La mano del joven acarició los cabellos plateados de la dama y bajaron para acariciar la tersa piel de su mejilla. Sin decir nada simplemente se aproximó a sus labios y le dio un beso corto pero cálido. Ya no quedaba ni una sola alma afuera, solo ellos dos, los demás estaban en sus hogares o en locales como el que acababan de visitar. La brisa marina soplaba meciendo el cabello de ambos, sintiendo el frío que cargaba consigo, por lo que quitó su chaqueta y la puso sobre ella, rodeándola por sus hombros, para abrigarla con su prenda.
– Solo quería comprobar algo antes de ir a nuestra posada. – Comentaría sonriendo mientras daba nuevamente un tierno y suave beso sobre sus labios. – Debes entender que tengo planes...y no quiero adornos conmigo, para estar conmigo debes estar a mi altura. – Aclaraba con ese característico narcisismo del cual ni siquiera su mujer escapaba, mientras peinaba los mechones de su grisaseo cabello delicadamente. – Me sirve tener una cazadora de compañera...siempre es bueno tener a alguien que pueda controlar a aquellos que intentan entorpecer mis planes. – Agregaba haciendo referencia a los demás piratas que podrían cruzarse en su camino, que al igual que los Marines para el moreno no eran más que plagas. En ese momento flexionó sus piernas y saltó hacia atrás, era un extraordinario salto, que hizo que la misma brisa se quebrara en un agudo zumbido. Zein aterrizó chocando sus pies contra el suelo, levantando una cortina de polvo, la mujer había quedado a una distancia prudente con su chaqueta encima. – Tres minutos. – Dijo mientras extendía su brazo mostrando tres dedos en su mano.
– No ser herida de gravedad en tres minutos.– Aclaró y al instante esos tres dedos se convirtieron en uno solo e inclinando la mano hizo el gesto de una pistola con esta. – ¡Bang! – Dijo en un tono burlesco al tiempo que de su dedo salió disparada una cadena contra la mujer, dirigiéndose en linea recta hacia ella a gran velocidad, si no lo esquivaba sería perforada, pues el final de su cadena tenía un filo. No tenía sus tres espadas consigo, pero su Akuma no Mi sería suficiente para probar la habilidad de su mujer, después de todo, no sabía que tan fuerte se había hecho en ese periodo sin verse. Aunque su poder no sería algo nuevo para ella, pues ya era un portador de Akuma no Mi desde que la conocía, sin embargo, ella no ha visto todo el potencial que el joven había descubierto de su fruta.
La mano del joven acarició los cabellos plateados de la dama y bajaron para acariciar la tersa piel de su mejilla. Sin decir nada simplemente se aproximó a sus labios y le dio un beso corto pero cálido. Ya no quedaba ni una sola alma afuera, solo ellos dos, los demás estaban en sus hogares o en locales como el que acababan de visitar. La brisa marina soplaba meciendo el cabello de ambos, sintiendo el frío que cargaba consigo, por lo que quitó su chaqueta y la puso sobre ella, rodeándola por sus hombros, para abrigarla con su prenda.
– Solo quería comprobar algo antes de ir a nuestra posada. – Comentaría sonriendo mientras daba nuevamente un tierno y suave beso sobre sus labios. – Debes entender que tengo planes...y no quiero adornos conmigo, para estar conmigo debes estar a mi altura. – Aclaraba con ese característico narcisismo del cual ni siquiera su mujer escapaba, mientras peinaba los mechones de su grisaseo cabello delicadamente. – Me sirve tener una cazadora de compañera...siempre es bueno tener a alguien que pueda controlar a aquellos que intentan entorpecer mis planes. – Agregaba haciendo referencia a los demás piratas que podrían cruzarse en su camino, que al igual que los Marines para el moreno no eran más que plagas. En ese momento flexionó sus piernas y saltó hacia atrás, era un extraordinario salto, que hizo que la misma brisa se quebrara en un agudo zumbido. Zein aterrizó chocando sus pies contra el suelo, levantando una cortina de polvo, la mujer había quedado a una distancia prudente con su chaqueta encima. – Tres minutos. – Dijo mientras extendía su brazo mostrando tres dedos en su mano.
– No ser herida de gravedad en tres minutos.– Aclaró y al instante esos tres dedos se convirtieron en uno solo e inclinando la mano hizo el gesto de una pistola con esta. – ¡Bang! – Dijo en un tono burlesco al tiempo que de su dedo salió disparada una cadena contra la mujer, dirigiéndose en linea recta hacia ella a gran velocidad, si no lo esquivaba sería perforada, pues el final de su cadena tenía un filo. No tenía sus tres espadas consigo, pero su Akuma no Mi sería suficiente para probar la habilidad de su mujer, después de todo, no sabía que tan fuerte se había hecho en ese periodo sin verse. Aunque su poder no sería algo nuevo para ella, pues ya era un portador de Akuma no Mi desde que la conocía, sin embargo, ella no ha visto todo el potencial que el joven había descubierto de su fruta.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Después de aquel trago semi amargo donde el temperamento inestable de la cazadora fue puesto a prueba, la pareja abandonaba el sitio no sin antes ser resguardada en los brazos de su compañero sostenida por detrás. La fémina continuó su andar en calma, el calor que le dedicaba era demasiado agradable por lo que esa demostración en público lo dejaría pasar, a comparación del contrario no era una mujer que le agradase aquel tipo de atención. Sin preocuparse de atraer miradas curiosas las calles lucían solitarias, prácticamente la quietud del sitio gobernaba. Zein cambiaría de posición sujetando a la cazadora por la cintura contemplando absorto el rostro de la espadachina, nuevamente regalaba un beso en consideración al tiempo que ambos estuvieron separados. Aquel hombre no perdería el encanto, el gesto de retirar su saco para colocarlo sobre la silueta de Novacek la resguardaría del gélido viento nocturno que intentaría mermar la candidez de su pareja. – A ti te sucede algo. – En gracia pellizcaba la nariz de su compañero sacándolo de esa actitud seria.
Tras aguardar en medio de la plaza las intenciones del pelinegro eran bastante claras, en una postura rígida no reaccionaría en reciprocidad a los siguientes cariños, le enfadaba que la pusiera a prueba, más por el incidente estaba en todo su derecho de reclamarlo. En un semblante serio inclinó su rostro por debajo de la mirada de Zein evaluando la petición. – Si fueran otras las circunstancias estaría enfadada, créeme que me estoy controlando mucho en este momento, pero entiendo tu postura. – La mujer observaba sus manos, vaya momento para retarla estando desarmada. Extendiendo las mismas en desgana ya no sentía las caricias de su pareja sobre su cabello, cuando quiso volver a verle a los ojos él ya se había separado interponiendo distancia.
Bien te tomará más de tres minutos, porque iré en serio… no necesitaré de mi espada para hacerte morder el polvo rogándome perdón, mi amor – El combate cuerpo a cuerpo jamás fue su fuerte, justo en el disparo la mujer lanzaba el saco al aire frente a ella escondiendo su perfil mientras rodaba al costado izquierdo librando el primer golpe. Lo primero que debía que conseguir era una espada, se sentía entorpecida al no poseer nada encima que la resguardase, no podía depender todo el tiempo de su velocidad. Corriendo al próximo callejón esperaría que la distracción anterior le diera algunos minutos de ventaja. En silencio buscó a su alrededor algo que pudiera ofrecerle… la respuesta fue hallada al ver entre la basura una varilla larga de chimenea derrumbada entre otros accesorios, sonriendo la sostuvo sin preocuparle el ligero oxido que ya invadía el metal. Blandiéndolo con destreza, pegaría su cuerpo hacia la pared asomando apenas su rostro. El contrario acechaba por cualquier punto, su tipo de poder era demasiado problemático.
Su estilo de pelea era agresivo, intempestivo, estar escondida simplemente la arraigaba en una inconformidad. Para su suerte un gato escudriñaba entre los desechos, asustándolo dirigió al felino que corriera en su lugar, al menos así le seguiría con la vista. El maullido salvaje escapaba como los clásicos cuentos de terror, Novacek salía en una carrera arrojando un corte directo hacia su supuesto compañero.
Tras aguardar en medio de la plaza las intenciones del pelinegro eran bastante claras, en una postura rígida no reaccionaría en reciprocidad a los siguientes cariños, le enfadaba que la pusiera a prueba, más por el incidente estaba en todo su derecho de reclamarlo. En un semblante serio inclinó su rostro por debajo de la mirada de Zein evaluando la petición. – Si fueran otras las circunstancias estaría enfadada, créeme que me estoy controlando mucho en este momento, pero entiendo tu postura. – La mujer observaba sus manos, vaya momento para retarla estando desarmada. Extendiendo las mismas en desgana ya no sentía las caricias de su pareja sobre su cabello, cuando quiso volver a verle a los ojos él ya se había separado interponiendo distancia.
Bien te tomará más de tres minutos, porque iré en serio… no necesitaré de mi espada para hacerte morder el polvo rogándome perdón, mi amor – El combate cuerpo a cuerpo jamás fue su fuerte, justo en el disparo la mujer lanzaba el saco al aire frente a ella escondiendo su perfil mientras rodaba al costado izquierdo librando el primer golpe. Lo primero que debía que conseguir era una espada, se sentía entorpecida al no poseer nada encima que la resguardase, no podía depender todo el tiempo de su velocidad. Corriendo al próximo callejón esperaría que la distracción anterior le diera algunos minutos de ventaja. En silencio buscó a su alrededor algo que pudiera ofrecerle… la respuesta fue hallada al ver entre la basura una varilla larga de chimenea derrumbada entre otros accesorios, sonriendo la sostuvo sin preocuparle el ligero oxido que ya invadía el metal. Blandiéndolo con destreza, pegaría su cuerpo hacia la pared asomando apenas su rostro. El contrario acechaba por cualquier punto, su tipo de poder era demasiado problemático.
Su estilo de pelea era agresivo, intempestivo, estar escondida simplemente la arraigaba en una inconformidad. Para su suerte un gato escudriñaba entre los desechos, asustándolo dirigió al felino que corriera en su lugar, al menos así le seguiría con la vista. El maullido salvaje escapaba como los clásicos cuentos de terror, Novacek salía en una carrera arrojando un corte directo hacia su supuesto compañero.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Su cadena rápida y fugaz terminó dando de lleno contra su saco, el cual le había prestado a la dama instantes atrás, reconociendo al instante sus intenciones de haberlo usado como un elemento de distracción. La cadena perforó la tela, pero no pudo escuchar grito alguno, de inmediato la cadena descendió, arrastrando la prenda al suelo y revelando que ya no estaba en dicha posición. Efectivamente al recorrer el lugar en un rápido vistazo pudo visualizar la figura curvilínea de su mujer corriendo por un lado evitando el ataque. La mujer desapareció en un callejón, pero no la perseguiría, él no era tan ingenuo para ir tras un enemigo, siempre dejaba que el ratón llegara hasta el gato. Pero la conocía y sabía que volvería, seguro solo estaba ideando una estrategia al estar desarmada, aprovechando el tiempo que le otorgaba él mismo empezó a prepararse para los siguientes movimientos que ambos realizarían, en un complejo juego de ajedrez. Cadenas iban brotando de su piel, envolviendo tanto sus brazos como su pecho, sin embargo, nadie podría darse cuenta de ello, ya que las cadenas se deslizaban como serpientes bajo la ropa.
De igual forma, ligeras cantidades de tierra empezaban a amontonarse al rededor de sus pies, a la vez que sus prendas se agitaban ligeramente por el movimiento de las cadenas; estaba preparando sus trucos. – No puedes esconderte por siempre. –Diría en voz alta, considerando que ya le había dado suficiente tiempo de preparación a su pareja. Repentinamente del callejón salió un gato y justo después de este salió la dama de cabellos plateados. Un poco más de tierra se había acumulado al rededor de sus zapatos, en pequeños amontonamientos y la mujer se lanzó al ataque. Al fijar sus orbes dorados sobre ella notó lo que parecía ser una vara en su mano, evidenciando que había encontrado un arma para improvisar sus ataques. Al verla ni se inmutó, no era necesario evadir su ataque, no porque no fuera peligroso, sino porque ya se había preparado para aquello.
Al estar a escasos centímetros de la dama acomodó su cuerpo frente al ataque con la vara, de tal forma que este impactara contra su pecho en un trazo diagonal.Sin embargo, el rostro del joven permaneció inexpresivo mientras que la vara que sostenía con sus manos rebotaba de su pecho, siendo bloqueada por un objeto sumamente duro. Un chasquido metálico resonó al momento del impacto, pero nada más, su ataque había sido anulado por una armadura de cadenas bajo su ropa. Justo en ese momento sacudió su brazo violentamente, lanzándolo contra el abdomen de Justika, buscando sacarle el aire de un puñetazo. – Necesitas más que eso.– Pronunció durante su contraataque. La tierra bajo ellos se agitaba ligeramente durante el encuentro, pero no sería fácil para ella dañarlo, después de todo Zein siempre estaba planeando sus próximos movimientos, buscando siempre adelantarse.
De igual forma, ligeras cantidades de tierra empezaban a amontonarse al rededor de sus pies, a la vez que sus prendas se agitaban ligeramente por el movimiento de las cadenas; estaba preparando sus trucos. – No puedes esconderte por siempre. –Diría en voz alta, considerando que ya le había dado suficiente tiempo de preparación a su pareja. Repentinamente del callejón salió un gato y justo después de este salió la dama de cabellos plateados. Un poco más de tierra se había acumulado al rededor de sus zapatos, en pequeños amontonamientos y la mujer se lanzó al ataque. Al fijar sus orbes dorados sobre ella notó lo que parecía ser una vara en su mano, evidenciando que había encontrado un arma para improvisar sus ataques. Al verla ni se inmutó, no era necesario evadir su ataque, no porque no fuera peligroso, sino porque ya se había preparado para aquello.
Al estar a escasos centímetros de la dama acomodó su cuerpo frente al ataque con la vara, de tal forma que este impactara contra su pecho en un trazo diagonal.Sin embargo, el rostro del joven permaneció inexpresivo mientras que la vara que sostenía con sus manos rebotaba de su pecho, siendo bloqueada por un objeto sumamente duro. Un chasquido metálico resonó al momento del impacto, pero nada más, su ataque había sido anulado por una armadura de cadenas bajo su ropa. Justo en ese momento sacudió su brazo violentamente, lanzándolo contra el abdomen de Justika, buscando sacarle el aire de un puñetazo. – Necesitas más que eso.– Pronunció durante su contraataque. La tierra bajo ellos se agitaba ligeramente durante el encuentro, pero no sería fácil para ella dañarlo, después de todo Zein siempre estaba planeando sus próximos movimientos, buscando siempre adelantarse.
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Re: Interlude: Hellfire
Durante su trayectoria como cazadora su actuación profesional no había despuntado lo suficiente, casi una figura nula dentro del mundo de los negocios. Jamás le interesó la fama, ni la gloria, ese aspecto no le era trascendental, simplemente una pobre chica rebelde que agradaba causar problemas, buscando encajar su personalidad trastornada…
Entonces le encontró, o mejor dicho él fue capaz de poseerla. No le tenía devoción, lealtad, pero poseía un control que le desquiciaba, una droga de la cual no podía prescindir apenas hubo probado sus labios. Al principio deseó embaucarlo cuando la apresó, más toda la basura que arrastraba de su pasado la seguía que apenas podía conciliar que Bekeltov la abrazara o acariciara. Pero día a día aprendió a aceptar un gramo de intimidad, el primer beso, la primera caricia, todo se desencadenaría hasta haberse entregado finalmente, por él aprendió a tolerar el seducir a otros, ya que como le hubo confiado, ella era terriblemente hipnótica.
Tras haberse refugiado unos momentos no podría soportar el seguir escondida, Zein conocía la naturaleza tempestiva de la cazadora, no sabía quedarse quieta. Cogiendo mayor velocidad alcanzaría al pelinegro, éste no se movía, su semblante indicaba que era lo que estaba esperando de ella. Mordiendo su labio inferior en esa rabieta agitaría la varilla metálica como si manejara con destreza su espada. Al saltar pudo notar solo un sonido de choche que sacaría un par de chispas a la altura del torso del pirata, revelándole a Justika de su ingeniosa respuesta al haberse envuelto para protegerse comparada a una malla. – ¡Esas molestas cadenas! – Reaccionando alerta al siguiente ataque, sagaz sostuvo el brazo que tenía intención de dañarla para usarlo de punto de apoyo saltando para dar una voltereta inversa y colocarse detrás del pelinegro. La varilla se colocaba entre su garganta, presionaría lo suficiente para sofocarle. – No soy la torpe de hace un año. – Si obstruía el paso del oxígeno a su cerebro lo conduciría a asfixiarle, pero lo que ella buscaba era que perdiera el conocimiento.
Sin embargo, Zein le sacaba una cabeza encima de su estatura, sin mencionar que era más resistente por lo que Justika siguió apretando con todas sus fuerzas. Las cadenas se agitaron revolviéndose a la altura de su torso, erráticas buscando a la principal agresora. – ¡Vamos! – Exclamaba impotente, retrocedía un paso solamente apostando a que todo terminara.
Entonces le encontró, o mejor dicho él fue capaz de poseerla. No le tenía devoción, lealtad, pero poseía un control que le desquiciaba, una droga de la cual no podía prescindir apenas hubo probado sus labios. Al principio deseó embaucarlo cuando la apresó, más toda la basura que arrastraba de su pasado la seguía que apenas podía conciliar que Bekeltov la abrazara o acariciara. Pero día a día aprendió a aceptar un gramo de intimidad, el primer beso, la primera caricia, todo se desencadenaría hasta haberse entregado finalmente, por él aprendió a tolerar el seducir a otros, ya que como le hubo confiado, ella era terriblemente hipnótica.
Tras haberse refugiado unos momentos no podría soportar el seguir escondida, Zein conocía la naturaleza tempestiva de la cazadora, no sabía quedarse quieta. Cogiendo mayor velocidad alcanzaría al pelinegro, éste no se movía, su semblante indicaba que era lo que estaba esperando de ella. Mordiendo su labio inferior en esa rabieta agitaría la varilla metálica como si manejara con destreza su espada. Al saltar pudo notar solo un sonido de choche que sacaría un par de chispas a la altura del torso del pirata, revelándole a Justika de su ingeniosa respuesta al haberse envuelto para protegerse comparada a una malla. – ¡Esas molestas cadenas! – Reaccionando alerta al siguiente ataque, sagaz sostuvo el brazo que tenía intención de dañarla para usarlo de punto de apoyo saltando para dar una voltereta inversa y colocarse detrás del pelinegro. La varilla se colocaba entre su garganta, presionaría lo suficiente para sofocarle. – No soy la torpe de hace un año. – Si obstruía el paso del oxígeno a su cerebro lo conduciría a asfixiarle, pero lo que ella buscaba era que perdiera el conocimiento.
Sin embargo, Zein le sacaba una cabeza encima de su estatura, sin mencionar que era más resistente por lo que Justika siguió apretando con todas sus fuerzas. Las cadenas se agitaron revolviéndose a la altura de su torso, erráticas buscando a la principal agresora. – ¡Vamos! – Exclamaba impotente, retrocedía un paso solamente apostando a que todo terminara.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Cruel y despiadada su mujer atacaba con intenciones que podrían interpretarse superficialmente como intentos de asesinato. Sin embargo, la entendía, sabía que para afectarme tendría que atacarme como si quisiera matarme para poder hacerle algo de daño, no porque sus habilidades fueran superiores, sino porque ninguno sabía que tanto habían mejorado el uno del otro y que tan experimentados se habían vuelto en combate, no podía darme la oportunidad de desplegar todos mis trucos o no habría ninguna posibilidad de ganar; si Justika no sacaba todo lo que tenía no tendría la certeza de aprobar aquella prueba. Sin embargo, todo podría resultar ser en vano, pues Zein había aprendido a usar la cabeza para pelear y usar adecuadamente tanto la espada como su Akuma no Mi, después de todo; combatir es un arte que se refina con la experiencia. La mujer logró colocarse detrás de su cuerpo y la vara áspera y oxidada se posó sobre la piel de su cuello, dando un fuerte apretón, cerrando su traquea. La textura metálica de aquel objeto raspaba su piel ante la presión ejercida por la fémina. Cualquiera hubiera perdido el control e intentaría luchar con la fuerza opuesta para intentar liberarse; pero él no. Con calma bajó la mirada, frunciendo el ceño al sentir como su cuello era atrapado por aquella vara.
De su cuello, justo en el punto central de contacto entre su piel y la vara, surgió la punta de una de sus cadenas, estaba creando una cadena en el lugar de impacto, buscando empujar la vara hacia adelante, para poder respirar. Para asegurar aun más su superioridad en fuerza, dos cadenas más emergieron, una de cada lado de su cuello, chocando contra la vara, siendo ahora tres cadenas controladas por su mente empujando. Finalmente y para rematar, apenas la vara se movió unos centímetros hacia adelante llevó la mano a esta, agarrándola y separandola lo suficiente para librarse. — Ni yo. — Respondió el moreno mientras se agachaba y se giraba para luego reincorporarse libre del ahogamiento. La cazadora había cometido un error; quedarse cerca de él, había caído en su trampa, la cual no tardó en mostrarse frente a ella.
Del suelo emergieron varias cadenas, quebrando la tierra al rededor de ellos, dos cadenas amarraron las piernas de su pareja, inmovilizándola y las demás la rodearon, envolviéndola de tal forma que no pudiera mover sus brazos, una vez neutralizada varias cadenas se dirigieron serpenteando hacia ella, solo para detenerse justo al contacto con su piel. — Se acabaron los tres minutos. — Dijo aflojando todas las cadenas para después retraerlas, había estado contando el tiempo en su mente y había finalizado. — Lo hiciste bien. — Comentó sonriendo acercándose a ella para tomar la vara y dejarla caer al suelo, para después acercarse a ella besando sus labios.
De su cuello, justo en el punto central de contacto entre su piel y la vara, surgió la punta de una de sus cadenas, estaba creando una cadena en el lugar de impacto, buscando empujar la vara hacia adelante, para poder respirar. Para asegurar aun más su superioridad en fuerza, dos cadenas más emergieron, una de cada lado de su cuello, chocando contra la vara, siendo ahora tres cadenas controladas por su mente empujando. Finalmente y para rematar, apenas la vara se movió unos centímetros hacia adelante llevó la mano a esta, agarrándola y separandola lo suficiente para librarse. — Ni yo. — Respondió el moreno mientras se agachaba y se giraba para luego reincorporarse libre del ahogamiento. La cazadora había cometido un error; quedarse cerca de él, había caído en su trampa, la cual no tardó en mostrarse frente a ella.
Del suelo emergieron varias cadenas, quebrando la tierra al rededor de ellos, dos cadenas amarraron las piernas de su pareja, inmovilizándola y las demás la rodearon, envolviéndola de tal forma que no pudiera mover sus brazos, una vez neutralizada varias cadenas se dirigieron serpenteando hacia ella, solo para detenerse justo al contacto con su piel. — Se acabaron los tres minutos. — Dijo aflojando todas las cadenas para después retraerlas, había estado contando el tiempo en su mente y había finalizado. — Lo hiciste bien. — Comentó sonriendo acercándose a ella para tomar la vara y dejarla caer al suelo, para después acercarse a ella besando sus labios.
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Re: Interlude: Hellfire
¿Cómo se supone que luchas por la causa correcta?, para Justika este tipo de planteamiento jamás tuvo significado, solo combatía porque sabía hacerlo. Demostrado quedó en veces anteriores cuando la fémina al alejarse de su supuesto hogar para buscar fortuna, nunca consideró los peligros a los que se exponía, además ya no tenía sitio al cual permanecer. Vagando entre los mares la aspirante cazadora a falta de verdaderos deseos siguió con su vida en un punto ambivalente, surcando las aguas avanzando en un destino lleno de incertidumbre. Totalmente desinteresada a los factores externos.
Había pasado un año desde su separación, entendiéndose que ambos debían fortalecerse. Inspirada por tal apuesta la mujer quien sin aferrarse a su pareja fue la primera en partir, no hubo despedidas, su calidad humana demeritaba, apenas aprendía a convivir con alguien ajeno a su ritmo de vida. Ese día a pesar de la ausencia del pelinegro en el fondo llegó a admirarle, su necesidad de encontrarle era una nueva sensación. Ahora debía comprobar su valía, su fortaleza, todavía seguía en la búsqueda del verdadero poder. Distraída por esos pensamientos su fuerza mermó ya que Zein lograba concentrarse para retirar de un golpe la varilla metálica que usó previamente la cazadora. Por la inercia retrocedió buscando el equilibrio, en su descuido las cadenas que emergieron de la superficie entre baldosas reptaron en cada extensión sujetándola con firmeza. – ¡Aún no! – Su herido orgullo no parecía querer flaquear, pero las cadenas no paraban en abrazar cruelmente el resto de su silueta inmovilizándola, la imagen de ser sometida de esa manera sobrepasaba sus expectativas. – Todavía no. – Durar tres minutos, solo tres minutos, no podía estar más decepcionada consigo misma.
Molesta forcejeó para liberarse, el metal se friccionaba sobre sus articulaciones enrojeciendo su dermis debido a la lucha intensa en la que se proponía huir. El pelinegro continuó disminuyendo la distancia. La varilla lanzada lejos de la pareja producía un ruido tintineante que viajaba en eco a través del viento. – Cada vez te vuelves más odioso. – Afirmaba severa, quería todavía seguir reprochándole más un nuevo beso surgía en ambos, le atraía en un abrazo que no le permitiría escapar de ese cálido agarre, no tenía intenciones de dejarla ir, como la última vez. Nunca más.
Había pasado un año desde su separación, entendiéndose que ambos debían fortalecerse. Inspirada por tal apuesta la mujer quien sin aferrarse a su pareja fue la primera en partir, no hubo despedidas, su calidad humana demeritaba, apenas aprendía a convivir con alguien ajeno a su ritmo de vida. Ese día a pesar de la ausencia del pelinegro en el fondo llegó a admirarle, su necesidad de encontrarle era una nueva sensación. Ahora debía comprobar su valía, su fortaleza, todavía seguía en la búsqueda del verdadero poder. Distraída por esos pensamientos su fuerza mermó ya que Zein lograba concentrarse para retirar de un golpe la varilla metálica que usó previamente la cazadora. Por la inercia retrocedió buscando el equilibrio, en su descuido las cadenas que emergieron de la superficie entre baldosas reptaron en cada extensión sujetándola con firmeza. – ¡Aún no! – Su herido orgullo no parecía querer flaquear, pero las cadenas no paraban en abrazar cruelmente el resto de su silueta inmovilizándola, la imagen de ser sometida de esa manera sobrepasaba sus expectativas. – Todavía no. – Durar tres minutos, solo tres minutos, no podía estar más decepcionada consigo misma.
Molesta forcejeó para liberarse, el metal se friccionaba sobre sus articulaciones enrojeciendo su dermis debido a la lucha intensa en la que se proponía huir. El pelinegro continuó disminuyendo la distancia. La varilla lanzada lejos de la pareja producía un ruido tintineante que viajaba en eco a través del viento. – Cada vez te vuelves más odioso. – Afirmaba severa, quería todavía seguir reprochándole más un nuevo beso surgía en ambos, le atraía en un abrazo que no le permitiría escapar de ese cálido agarre, no tenía intenciones de dejarla ir, como la última vez. Nunca más.
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Re: Interlude: Hellfire
Las cadenas habían atrapado a su presa, a decir verdad ya consideraba que aquel encuentro era un jaque mate a su favor desde el inicio, solo que quería probar su desempeño. No estaba decepcionado, al contrario, le impresionaba la fuerza con que agitó la cara, su agilidad y su velocidad, en esos pocos instantes en los que no separó sus orbes dorados de ella pudo abstraer una gran cantidad de información sobre ella. Si le sería útil su compañía a lo largo de su misión, por lo que una sonrisa se dibujó en el rostro del joven al saber que no tenía un simple adorno como pareja.Tenía que estar preparada para pelear por su cuenta en los mares que iban a recorrer, no siempre estaría disponible para defenderla, por lo que quería asegurarse que estaba lista; y lo estaba. El encuentro había terminado y los tres minutos habían pasado, no había necesidad de seguir, ya obtuvo lo que quería, por lo que no hizo caso a la actitud de su mujer, que aun feroz quería continuar, negándose a ser sometida por las cadenas.
Las cadenas como serpientes se contorneaban al rededor de la figura de Justika, rodeando tanto sus brazos como piernas. Al estar cerca de ella las cadenas comenzaron a moverse delicadamente, acariciando sus muslos con aquel frío metal bajo su control, a la vez que tres cadenas más emergieron del suelo, dos se dirigieron contra sus pechos, rodeando cada uno con una cadena, mientras que la otra se dedicaba a restregarse contra su parte trasera, quería provocarla un poco. Mientras ese intimo y sugerente contacto surgía los labios de Zein se deslizaban sobre los de ella, besándola de una manera pasional.
Tras unos momentos todas las cadenas se aflojaron y se retrajeron al cuerpo del pirata, quien se dirigió caminando hacía su chaqueta que yacía en el suelo empolvada, la tomó y se la colocó devuelta, sacando el polvo con leves golpes de la palma de su mano. Caminó acercándose de nuevo a la cazadora y tomando su mano comenzó a caminar, dirigiéndose a la posada donde estaba pasando su estadía. — Vamos a juguetear un rato y después a dormir. — Dijo con una sonrisa maliciosa en su rostro mientras la Luna en lo alto iluminaba el sendero de ambos, dejando tras de si un terreno desquebrajado por el encuentro anterior.
Las cadenas como serpientes se contorneaban al rededor de la figura de Justika, rodeando tanto sus brazos como piernas. Al estar cerca de ella las cadenas comenzaron a moverse delicadamente, acariciando sus muslos con aquel frío metal bajo su control, a la vez que tres cadenas más emergieron del suelo, dos se dirigieron contra sus pechos, rodeando cada uno con una cadena, mientras que la otra se dedicaba a restregarse contra su parte trasera, quería provocarla un poco. Mientras ese intimo y sugerente contacto surgía los labios de Zein se deslizaban sobre los de ella, besándola de una manera pasional.
Tras unos momentos todas las cadenas se aflojaron y se retrajeron al cuerpo del pirata, quien se dirigió caminando hacía su chaqueta que yacía en el suelo empolvada, la tomó y se la colocó devuelta, sacando el polvo con leves golpes de la palma de su mano. Caminó acercándose de nuevo a la cazadora y tomando su mano comenzó a caminar, dirigiéndose a la posada donde estaba pasando su estadía. — Vamos a juguetear un rato y después a dormir. — Dijo con una sonrisa maliciosa en su rostro mientras la Luna en lo alto iluminaba el sendero de ambos, dejando tras de si un terreno desquebrajado por el encuentro anterior.
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