Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Interlude: Hellfire
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Interlude: Hellfire
Ojos malvas capturaron un apacible horizonte, el astro solar se recostaba cerca de las aguas marinas, mientras que la espuma revoltosa abandonaba su bravía energía acariciando la arena y humedeciéndola de un matiz mucho más obscuro. Una silueta curvilínea se posicionaba justo en el lindero, deteniéndose para contemplar el panorama, aquello le irrigaba de nostalgia su espíritu ya que era como echar un vistazo dentro de sus memorias constatando lo mucho que había avanzado. La ligera risa se escapó cómica, su dedo índice apenas se paseó superficialmente sobre su labio inferior añorando un deseo prohibido, el anhelo de un beso. Desde hace tiempo la mujer había estado envuelta en una clara contradicción debido a minimizar sus prioridades, y todo aquello sucedió cuando un notable personaje la acorraló reduciendo toda posibilidad de victoria a un cero absoluto.
Su relación a pesar de ser inestable jamás le avergonzó el aferrarse a su lado aun si aquello conllevaba poner en riesgo su propia seguridad, no es que le jurara lealtad, pero si se encargaría de limpiar el camino que necesitara para ambos gozar de mutuos beneficios a largo plazo. Transcurrió exactamente un año desde su última reunión, la ansiedad la orillaba a consumirse en un cierto nerviosismo. Dando la vuelta se retiró de la costa, en su camino acomodó uno de sus cenizos mechones.
Sin tener previsto el sitio en el que se encontrarían Justika se arriesgaba a apostar por la palabra de un pirata. Sonriendo maliciosamente la fémina exploraba la ciudadela contemplando ante sí el exasperante orden que gozaba, lo que no podía resistir era el visualizar a varios criminales, no obstante, el tempestivo asedio de controlarse por no intervenir para capturarles le estaba sofocando. Debía concentrarse para no caer en la insurrección, pensando exclusivamente en Zein la cazadora jadeaba inquieta, ya iba siendo hora que se vieran.
Su relación a pesar de ser inestable jamás le avergonzó el aferrarse a su lado aun si aquello conllevaba poner en riesgo su propia seguridad, no es que le jurara lealtad, pero si se encargaría de limpiar el camino que necesitara para ambos gozar de mutuos beneficios a largo plazo. Transcurrió exactamente un año desde su última reunión, la ansiedad la orillaba a consumirse en un cierto nerviosismo. Dando la vuelta se retiró de la costa, en su camino acomodó uno de sus cenizos mechones.
Sin tener previsto el sitio en el que se encontrarían Justika se arriesgaba a apostar por la palabra de un pirata. Sonriendo maliciosamente la fémina exploraba la ciudadela contemplando ante sí el exasperante orden que gozaba, lo que no podía resistir era el visualizar a varios criminales, no obstante, el tempestivo asedio de controlarse por no intervenir para capturarles le estaba sofocando. Debía concentrarse para no caer en la insurrección, pensando exclusivamente en Zein la cazadora jadeaba inquieta, ya iba siendo hora que se vieran.
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Re: Interlude: Hellfire
Pisadas firmes resonaban aquella calle concurrida de la ciudad, siluetas de personas iban y venían, pero entre ellas resaltaba una en particular, una figura fantasmagórica, un espectro de ojos amarillos que se deslizaba casi con movimientos serpentinos entre la multitud, él no llamaba la atención y para él aquellas siluetas solo eran meras sombras sin rostros que no valía la pena detallar; él no los veía ni ellos a él. Había llegado hace dos días para verse con su pareja y su amante, la mujer que le quita horas de sueño y despierta los más bajos instintos de su ser. Había planeado verse con Justika en aquel lugar, escogido de manera estratégica, pues de esa forma podría estar en paz con ella, que se dedicaba a cazar a los de su estirpe. Un pirata y una cazadora juntos, podría ser la escena más irónica de la historia, sin embargo, él no era cualquier pirata, no era un simple criminal o un corrupto, solo que esa es la etiqueta que le daba el mundo, por que no hay otra posible etiqueta para describirlo. —Este lugar es perfecto...podría hasta vivir una temporada aquí. —Decía para si mismo, le gustaba la regla principal de aquel lugar; sin crimen no hay arresto, y era algo fácil de cumplir, pues él solo quebraba la ley cuando era necesario.
El suelo crujía con cada pisada que daba y el Sol se ocultaba poco a poco, deslizándose lentamente en el horizonte, delineando un oscuro crepúsculo. El moreno caminaba frente a unas tiendas y observaba las vitrinas con aquellos orbes dorados que se fijaban en prendas finas y diseños elegantes, especialmente en los vestidos de mujeres, pensó en comprarle uno a su mujer, pero dejaría que ella escogiera después. Él por su parte llevaba las prendas que siempre usaba; aquel traje formal negro y el paño blanco del cuello que le daban un aspecto elegante y formal, nadie pensaría que se trata de alguien buscado por la ley. Su respiración comenzaba a agitarse ligeramente, pues había recorrido gran parte de la ciudad y aun no encontraba a su pareja, comenzaba a rendirse, hasta que en el horizonte pudo reconocer su preciosa silueta; era ella.
Sus ojos se abrieron ante la ilusión de estar con ella en pocos instantes, la ansiedad y la inquietud se apoderó de su mente, no podía esperar más. Tal cual reptil se acercó de manera sigilosa detrás de ella, hasta que al tenerla a pocos centímetros rodeó su cuerpo con los brazos, casi que aprisionándola en un cálido abrazo por detrás, mientras que sus labios empezaban a recorrer la piel de su cuello, dando suaves besos sobre este, mientras que con otra mano le hacía girar el rostro, besándola en los labios de manera suave. Tras breves instantes se separó de su labios dejando un delgado hilo de saliva entre ambas bocas. — Hola, espero que te estés portando como niña buena, ya sabes que aquí no puedes ir cazando a tu antojo. — Indicó con una sonrisa maliciosa, resaltando la regla de aquel lugar, preocupado de que ella no fuera consciente de aquello. — Te permito elegir donde cenar hoy. — Dijo en tono burlesco, casi como si la estuviera premiando.
El suelo crujía con cada pisada que daba y el Sol se ocultaba poco a poco, deslizándose lentamente en el horizonte, delineando un oscuro crepúsculo. El moreno caminaba frente a unas tiendas y observaba las vitrinas con aquellos orbes dorados que se fijaban en prendas finas y diseños elegantes, especialmente en los vestidos de mujeres, pensó en comprarle uno a su mujer, pero dejaría que ella escogiera después. Él por su parte llevaba las prendas que siempre usaba; aquel traje formal negro y el paño blanco del cuello que le daban un aspecto elegante y formal, nadie pensaría que se trata de alguien buscado por la ley. Su respiración comenzaba a agitarse ligeramente, pues había recorrido gran parte de la ciudad y aun no encontraba a su pareja, comenzaba a rendirse, hasta que en el horizonte pudo reconocer su preciosa silueta; era ella.
Sus ojos se abrieron ante la ilusión de estar con ella en pocos instantes, la ansiedad y la inquietud se apoderó de su mente, no podía esperar más. Tal cual reptil se acercó de manera sigilosa detrás de ella, hasta que al tenerla a pocos centímetros rodeó su cuerpo con los brazos, casi que aprisionándola en un cálido abrazo por detrás, mientras que sus labios empezaban a recorrer la piel de su cuello, dando suaves besos sobre este, mientras que con otra mano le hacía girar el rostro, besándola en los labios de manera suave. Tras breves instantes se separó de su labios dejando un delgado hilo de saliva entre ambas bocas. — Hola, espero que te estés portando como niña buena, ya sabes que aquí no puedes ir cazando a tu antojo. — Indicó con una sonrisa maliciosa, resaltando la regla de aquel lugar, preocupado de que ella no fuera consciente de aquello. — Te permito elegir donde cenar hoy. — Dijo en tono burlesco, casi como si la estuviera premiando.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Un familiar y cálida sensación acogía su cuerpo desconectándola automáticamente del exterior, relajando su respiración disfrutaría de los primeros besos que se derramaban sobre su dermis. Suspirando la cazadora apenas elevaría su diestra alcanzando los desordenados mechones azabaches contrarios de su pareja, enredando las primeras hebras entre sus dedos. – ¿Por qué demoraste tanto? – Decidió reprocharle antes de corresponderle un saludo, o siquiera confesarle que lo había extrañado por tanto tiempo de ausencia. Siendo guiada gentilmente por él se arrojaría a sus labios en un pausado contacto desquitando esa pueril necesidad de no obtener sus besos anteriormente. Cesando esa interacción que alarmantemente se volvía íntima, Justika retomó el aliento que le hubo arrebatado previamente.
Sin deseos de volverse acaramelada se zafaba del abrazo pasando cordialmente su diestra sobre la mejilla opuesta de su pareja. – Si hubieras llegado cinco minutos más tarde posiblemente nuestro encuentro se pospondría por otro lapso de un año. – Mofándose de su propia capacidad de impaciencia pudo notar como se reflejaba en esos orbes de oro líquido, ciertamente estaba prendada de su mirada. – Creí que cambiarías más.
Posiblemente su primera actividad era el iniciar una cita, Zein poseía una conducta caballeresca, casi elegante y sobre todo muy romántica. A comparación de la cazadora que portaba su armadura, varias veces la insinuación de coger vestuario más casual salía a colación en sus conversaciones, y tras semejantes sugerencias era la misma respuesta de rechazo. Sin embargo, había un nuevo asunto, deliberadamente le cedía el lugar para escoger dónde cenarían. – ¿Acaso improvisando?, haha… podría pensar que no llegaste preparado como sueles hacerlo. – La espadachina elevó nuevamente la mirada dando un rápido vistazo, de inmediato elegiría al azar el primer establecimiento.
La fachada era demasiado sencilla, se trataba de un bar familiar por lo que la silueta que no encajaba con lo rustico del lugar era el del pelinegro ante su ostentoso porte. Justika se divertía de comprobar como su pareja simplemente se resignaba a seguirla, resultaba ser bastante desafiante cuando se lo proponía. – ¿Insatisfecho amor mío?
Sin deseos de volverse acaramelada se zafaba del abrazo pasando cordialmente su diestra sobre la mejilla opuesta de su pareja. – Si hubieras llegado cinco minutos más tarde posiblemente nuestro encuentro se pospondría por otro lapso de un año. – Mofándose de su propia capacidad de impaciencia pudo notar como se reflejaba en esos orbes de oro líquido, ciertamente estaba prendada de su mirada. – Creí que cambiarías más.
Posiblemente su primera actividad era el iniciar una cita, Zein poseía una conducta caballeresca, casi elegante y sobre todo muy romántica. A comparación de la cazadora que portaba su armadura, varias veces la insinuación de coger vestuario más casual salía a colación en sus conversaciones, y tras semejantes sugerencias era la misma respuesta de rechazo. Sin embargo, había un nuevo asunto, deliberadamente le cedía el lugar para escoger dónde cenarían. – ¿Acaso improvisando?, haha… podría pensar que no llegaste preparado como sueles hacerlo. – La espadachina elevó nuevamente la mirada dando un rápido vistazo, de inmediato elegiría al azar el primer establecimiento.
La fachada era demasiado sencilla, se trataba de un bar familiar por lo que la silueta que no encajaba con lo rustico del lugar era el del pelinegro ante su ostentoso porte. Justika se divertía de comprobar como su pareja simplemente se resignaba a seguirla, resultaba ser bastante desafiante cuando se lo proponía. – ¿Insatisfecho amor mío?
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
El recibimiento por parte de su mujer fue cálido y ameno, las caricias y los besos fueron correspondidos, sin embargo, el romanticismo se cortaba por las quejas y los reproches de ella sobre el tiempo en que había tardado en llegar al lugar. – Tsk, tienes suerte de que te encontrara siquiera, tu fuiste la que no dejaste indicación alguna para la reunión, así que es tu culpa. – Respondió elevando una de sus cejas, sabía que no se habría ido, pero la sola idea de esperar otro año le causaba un escalofrío que recorrió su espalda. Ante su comentario de permanecer con la misma imagen sonrió mientras la miraba. – Cuando algo es bueno, no se cambia. – Comenta con aquel narcisismo que le caracterizaba, dejando salir una risa leve mientras la miraba ahora fijamente a los ojos, a esos ojos que le gustaba observar, como si de un atardecer se tratase. Su mano diestra fue hasta la mejilla ajena, acariciando con suavidad su tersa y clara piel.
Escuchó su respuesta ante la invitación de cenar y después visualizó el lugar donde ella pretendía que comieran ambos. Al escuchar sus palabras burlescas dejó salir una risa leve, casi como una carcajada satírica mientras acariciaba el mentón de su mujer con el dedo indice. – No es improvisación, es simplemente una oportunidad para que muestres tus gustos. – Respondió mientras miraba fijamente aquella taberna familiar. Hesitó unos instantes, pero al escuchar su pregunta capciosa, sin meditarlo mucho más comenzó a caminar hacia dicho lugar, cumpliendo con la elección de Justika.
Al colocarse a su lado apegó la boca a su delicada oreja, susurrando en su oído en el tono de voz más provocativo posible. – Después de haber pasado días de hambruna, nada es insuficiente para mi, además, ya sabes siempre me adapto o sino moriría. – Respondió en aquel susurro para después lanzar una última broma. – Pero si insistes en ir no te quejes después de las miradas cuando empiece a preguntarte de tu vida de cazadora y después te cuente de mi trayectoria de pirata.– Pronunció en otro susurro su lengua viperina, buscando ponerla nerviosa, mientras caminaban hasta dicho humilde estadero.
Tras susurrar aquellas palabras a la mujer de cabellos plateados separó su boca de su oreja, mirando de nuevo hacia el frente. – Al menos espero que tengan buena cerveza para acompañar la comida. – Dijo sonriendo ahora en un tono de voz normal y audible, metiendo ambas manos en los bolsillos de su traje.
Escuchó su respuesta ante la invitación de cenar y después visualizó el lugar donde ella pretendía que comieran ambos. Al escuchar sus palabras burlescas dejó salir una risa leve, casi como una carcajada satírica mientras acariciaba el mentón de su mujer con el dedo indice. – No es improvisación, es simplemente una oportunidad para que muestres tus gustos. – Respondió mientras miraba fijamente aquella taberna familiar. Hesitó unos instantes, pero al escuchar su pregunta capciosa, sin meditarlo mucho más comenzó a caminar hacia dicho lugar, cumpliendo con la elección de Justika.
Al colocarse a su lado apegó la boca a su delicada oreja, susurrando en su oído en el tono de voz más provocativo posible. – Después de haber pasado días de hambruna, nada es insuficiente para mi, además, ya sabes siempre me adapto o sino moriría. – Respondió en aquel susurro para después lanzar una última broma. – Pero si insistes en ir no te quejes después de las miradas cuando empiece a preguntarte de tu vida de cazadora y después te cuente de mi trayectoria de pirata.– Pronunció en otro susurro su lengua viperina, buscando ponerla nerviosa, mientras caminaban hasta dicho humilde estadero.
Tras susurrar aquellas palabras a la mujer de cabellos plateados separó su boca de su oreja, mirando de nuevo hacia el frente. – Al menos espero que tengan buena cerveza para acompañar la comida. – Dijo sonriendo ahora en un tono de voz normal y audible, metiendo ambas manos en los bolsillos de su traje.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Ciertamente a pesar de la relación a distancia y de su ausencia, la nula comunicación entre ellos en tal lapso de tiempo se evidenciaba, sin embargo, Justika admitía que era en gran parte su culpa por desaparecer repentinamente, pero era más por el bien de él que por ella, ya que conociendo su naturaleza posesiva el impulso de traicionarle redimiendo sus prioridades crecía latente y aún no quería salir de esa estúpida ilusión de querer ser solamente suya. En camino a la estadera fue contenida en otro gentil abrazo, el murmullo aterciopelado de aquella voz la sedaba de una manera escalofriante. – No soy tan refinada como tú, mi vida a comparación de la tuya fue diferente. – En un tono más apagado se había dejado llevar en el reproche más de lo que esperaba. Recuperando el sentido se avergonzó un poco, parecía como si se quejara, más era extraño que Zein pudiera conseguir de la cazadora ese nivel de intimidad sin repudiarle al extremo por el hecho de que alcanzara a acariciar su cuerpo o más. – Hablé de más. – Suspirando pesadamente trataba de volver a su buen humor esperando que su torpeza por tocar un tema obviamente delicado se olvidara.
Siendo turno del pelinegro trataba de ser quien presumía de la difícil situación a la que fue arrastrado. La sonrisa de inmediato se plasmó en los labios de la cazadora, a veces existían ocasiones que le gustaba poner a prueba la capacidad de tolerancia en Zein, sabía que era caprichoso debido a su vida anterior llena de lujos. Sí, conocía a profundidad cada aspecto de él, inclusive su pasado a diferencia del propio comienzo trágico de Novacek. – Diciendo eso das la idea de que estas compitiendo conmigo, ¿acaso quieres jugar Zein? – Tras advertir en una risita otorgaría el último beso a sus labios tomando asiento de inmediato, no esperaría que en un ataque de buena conducta le retirara la silla. – Uy, esto promete, ¿se abstendrá del vino para cambiarlo por una burda cerveza?, usted está lleno de sorpresas señor Bekeltov. – Acomodando sus codos sobre la mesa extendería su dedo índice para golpear apenas con ligereza la punta de su nariz. – Por cierto, necesita mucho más para amedrentarme si quiere intimidarme con la exposición pública al revelar nuestra identidad o nuestras vidas.
Sean bienvenidos mi nombre es Tabita, yo les atenderé, mientras tanto dejaré el menú para que decidan… decidan que ordenar. ¡Con su permiso! – La pausa en la voz de la camarera capturó la incordia de Justika, adivinando ese tipo de nerviosismo al instante descubrió la atracción que esa dependienta sintió por su pareja, enfadada disimuló ignorar su comportamiento dedicándose a abrir la carta. – Siempre es lo mismo en cada sitio, es fastidioso. – Declaraba irritada, enarcando una ceja miró a su acompañante por encima del menú. – Apuesto que deseas fuera un poco más femenina como esa chica. – Debía desquitar su molestia, y la persona más cercana era su pareja.
Al fondo se escuchaba como varias cosas se caían desde la cocina, Justika ignoró el ruido, más antes de poder añadir algo más a la conversación la mesera volvía con una jarra de agua, a la vez que con manos temblorosas colocaba dos vasos sobre la mesa, sin embargo, el vaso que le correspondía a Zein caía al suelo rompiéndose. – Esto debe ser un chiste. – Estaba enfadada y ahora era la cazadora quien no podía controlar sus celos a pesar de que el pelinegro no hiciera nada en absoluto. – ¡Lo lamento!, yo me… me encargo. – Siendo descuidada junto los pedazos más grandes con las manos desnudas. La espadachina en una premonición adivinó la secuencia de tal escena ya que la sangre brotaba de ese delgado dedo al herirse tontamente.
Siendo turno del pelinegro trataba de ser quien presumía de la difícil situación a la que fue arrastrado. La sonrisa de inmediato se plasmó en los labios de la cazadora, a veces existían ocasiones que le gustaba poner a prueba la capacidad de tolerancia en Zein, sabía que era caprichoso debido a su vida anterior llena de lujos. Sí, conocía a profundidad cada aspecto de él, inclusive su pasado a diferencia del propio comienzo trágico de Novacek. – Diciendo eso das la idea de que estas compitiendo conmigo, ¿acaso quieres jugar Zein? – Tras advertir en una risita otorgaría el último beso a sus labios tomando asiento de inmediato, no esperaría que en un ataque de buena conducta le retirara la silla. – Uy, esto promete, ¿se abstendrá del vino para cambiarlo por una burda cerveza?, usted está lleno de sorpresas señor Bekeltov. – Acomodando sus codos sobre la mesa extendería su dedo índice para golpear apenas con ligereza la punta de su nariz. – Por cierto, necesita mucho más para amedrentarme si quiere intimidarme con la exposición pública al revelar nuestra identidad o nuestras vidas.
Sean bienvenidos mi nombre es Tabita, yo les atenderé, mientras tanto dejaré el menú para que decidan… decidan que ordenar. ¡Con su permiso! – La pausa en la voz de la camarera capturó la incordia de Justika, adivinando ese tipo de nerviosismo al instante descubrió la atracción que esa dependienta sintió por su pareja, enfadada disimuló ignorar su comportamiento dedicándose a abrir la carta. – Siempre es lo mismo en cada sitio, es fastidioso. – Declaraba irritada, enarcando una ceja miró a su acompañante por encima del menú. – Apuesto que deseas fuera un poco más femenina como esa chica. – Debía desquitar su molestia, y la persona más cercana era su pareja.
Al fondo se escuchaba como varias cosas se caían desde la cocina, Justika ignoró el ruido, más antes de poder añadir algo más a la conversación la mesera volvía con una jarra de agua, a la vez que con manos temblorosas colocaba dos vasos sobre la mesa, sin embargo, el vaso que le correspondía a Zein caía al suelo rompiéndose. – Esto debe ser un chiste. – Estaba enfadada y ahora era la cazadora quien no podía controlar sus celos a pesar de que el pelinegro no hiciera nada en absoluto. – ¡Lo lamento!, yo me… me encargo. – Siendo descuidada junto los pedazos más grandes con las manos desnudas. La espadachina en una premonición adivinó la secuencia de tal escena ya que la sangre brotaba de ese delgado dedo al herirse tontamente.
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Re: Interlude: Hellfire
Parecía ser que su lengua viperina había tocado las fibras sensibles de su pareja ante el comentario que salió de sus delgados labios como un disparo contra él, enmarcando algo de resentimiento contra él y lo que era, algo que llegó a generarle un pequeño brote de culpa, algo que muy rara vez ocurría. Nuevamente la dama habló, esta vez excusándose por sus palabras anteriores, cambiando el semblante que portaba. Por su parte el joven de cabellos azabache no mencionó nada, solo dirigió sus orbes dorados hacia ella, mientras caminaba, levantando ligeras nubes de polvo al rededor de sus zapatos con cada paso que daba. Sin pronunciar palabra alguna su única respuesta fue inclinarse y besar su mejilla de la manera más delicada posible, con ese simple gesto ella le entendería sin necesidad de decir palabra alguna. Decidió regular sus comentarios satíricos y crueles a partir de ese momento, pues no quería que ella se amargara, quería que pasara un buen rato con él, después de todo que caso tiene esperar tanto tiempo para ver a tu pareja si va a terminar provocando ratos amargos. Tras haberle dado aquel beso en la mejilla ambos entraron al local, caminó junto a su pareja hacia una mesa y con cada pisada que el pirata daba la madera rechinaba bajo sus pies, indicando lo viejo que era aquella taberna. Mirando a su al rededor notaba como un par de miradas se posaron sobre el particular dúo, pero hizo caso omiso, pues ya estaba acostumbrado.
Nuevamente su pareja habló, pronunciando palabras desafiantes hacia él a lo que una sonrisa se dibujó en su rostro. — Es interesante que pienses que puedes competir conmigo. — Respondió a su desafío de manera burlona mientras sonreía maliciosamente. Los labios de ambos se juntaron para después tomar asiento, cada uno en una silla contrapuesta, mirándose los rostros, prefería estar posicionado junto a ella, pero era la única manera de poder comer en aquel lugar, ya después estarían apegados. Un nuevo comentario fue disparado por la mujer, ateniendo a una especie de burla por considerarlo un "niño mimado", era una percepción justificable dado a su pasado, pero debido a su destierro y experiencias posteriores se convirtió en alguien más realista y centrado, con los pies en la tierra, si, sentía comodidad al estar entre lujos y sus gustos podían llegar a ser muy refinados, pero podía hacerlos de lado e ignorarlos, como si se tratasen de instintos básicos suprimidos por la civilidad. Era prácticamente un reptil de sangre fría que se adaptaba.
— La verdad, no creo que tengan vino, ademas la cerveza es más barata. — Respondió con una sonrisa, señalando aquella observación debido a que ya no contaba con una fortuna y debía vigilar sus gastos. Una mesera llegó a la mesa, mostrando a los pocos instantes un repentino nerviosismo que le arrancó una sonrisa pronunciada al joven, debido a la ternura de la escena. Aunque no la veía como una mujer de su tipo siempre le había agradado esa actitud en una mujer. Tomó la carta entre sus dedos y la abrió ojeando cada plato mientras escuchaba el comentario de su acompañante, aquejada de su propia conducta. —Ya te dije, cuando algo es bueno, no se cambia.— Comentó elogiándola con una sonrisa leve, mirando aun cada plato, a decir verdad ella no tenía nada de que preocuparse, pues si él no la considerara su tipo se hubiera librado de ella hace tiempo.
La mesera retornó esta vez con una jarra de agua y dos vasos, causando que uno de los vasos se rompiera, al intentar recoger los trozos de vidrio una cortada apareció en su mano, seguido de un quejido de dolor y un ligero brote de sangre, aunque nada grave. — No te preocupes, yo lo hago. — Dijo agarrando la mano de aquella chica para después alejarla de los vidrios mientras que con la otra mano sacaba un pañuelo, envolviendo el dedo en este, sellándolo con un dudo, deteniendo el sangrado. — Con esto estarás bien, cuando tengas tiempo solo lava la herida y pásate un poco de alcohol puro, si no tienes entonces unas gotas de whisky serán suficientes para limpiar la herida.— Agregó sonriendo mientras extendía la mano y recogía los tres trozos en los que se había partido el vaso, las demás astillas de vidrio se habían hundido entre las tablas de madera. — Ahora veamos. — Pronunció el moreno mientras levantaba el delantal de la chica y colocaba los trozos ahí, creando una especie de bolsa improvisada. — Ahora si, puedes ir a tirarlos adecuadamente y puedes quedarte con el pañuelo. — Comentaba notando el intenso rubor en las mejillas de aquella chica que asentía nerviosa.
La mujer volvió a retirarse, una vez que se fue miró a su pareja sonriendo. — Deja los celos, estoy seguro que también usas tácticas de seducción para cazar a pobres bastardos. — Murmuró conociendo a Justika, sabiendo que seguramente los celos la invadían. — Ademas, solo estoy interesado en ti. — Confesaba mientras volvía a mirar el menú. — Como dije que era una oportunidad para conocer tus gustos, entonces ordenaré lo mismo que tú. — Sentenció bajando el menú y mirando el lugar para echar ahora un vistazo más detallado del local donde se encontraba. En una pared notó una cartelera informativa con algunos afiches de Wanted de los distintos mares, no para incitar a la cacería en la ciudad, sino con fines informativos. Entre aquellos rostros, colgados en la pared pudo ver uno particular; su cartel. Su cara estaba distorsionada pues no habían podido sacar una foto clara de él, pero su nombre estaba escrito bajo la distorsionada imagen, justo arriba de su recompensa, que a decir verdad, era tentativa incluso para él, claro, no era una cifra exorbitante, pero alcanzaba para vivir bien un par de años. — Oh, soy famoso. — Dijo casi susurrando en un tono sarcástico, dejando salir una risa leve.
Nuevamente su pareja habló, pronunciando palabras desafiantes hacia él a lo que una sonrisa se dibujó en su rostro. — Es interesante que pienses que puedes competir conmigo. — Respondió a su desafío de manera burlona mientras sonreía maliciosamente. Los labios de ambos se juntaron para después tomar asiento, cada uno en una silla contrapuesta, mirándose los rostros, prefería estar posicionado junto a ella, pero era la única manera de poder comer en aquel lugar, ya después estarían apegados. Un nuevo comentario fue disparado por la mujer, ateniendo a una especie de burla por considerarlo un "niño mimado", era una percepción justificable dado a su pasado, pero debido a su destierro y experiencias posteriores se convirtió en alguien más realista y centrado, con los pies en la tierra, si, sentía comodidad al estar entre lujos y sus gustos podían llegar a ser muy refinados, pero podía hacerlos de lado e ignorarlos, como si se tratasen de instintos básicos suprimidos por la civilidad. Era prácticamente un reptil de sangre fría que se adaptaba.
— La verdad, no creo que tengan vino, ademas la cerveza es más barata. — Respondió con una sonrisa, señalando aquella observación debido a que ya no contaba con una fortuna y debía vigilar sus gastos. Una mesera llegó a la mesa, mostrando a los pocos instantes un repentino nerviosismo que le arrancó una sonrisa pronunciada al joven, debido a la ternura de la escena. Aunque no la veía como una mujer de su tipo siempre le había agradado esa actitud en una mujer. Tomó la carta entre sus dedos y la abrió ojeando cada plato mientras escuchaba el comentario de su acompañante, aquejada de su propia conducta. —Ya te dije, cuando algo es bueno, no se cambia.— Comentó elogiándola con una sonrisa leve, mirando aun cada plato, a decir verdad ella no tenía nada de que preocuparse, pues si él no la considerara su tipo se hubiera librado de ella hace tiempo.
La mesera retornó esta vez con una jarra de agua y dos vasos, causando que uno de los vasos se rompiera, al intentar recoger los trozos de vidrio una cortada apareció en su mano, seguido de un quejido de dolor y un ligero brote de sangre, aunque nada grave. — No te preocupes, yo lo hago. — Dijo agarrando la mano de aquella chica para después alejarla de los vidrios mientras que con la otra mano sacaba un pañuelo, envolviendo el dedo en este, sellándolo con un dudo, deteniendo el sangrado. — Con esto estarás bien, cuando tengas tiempo solo lava la herida y pásate un poco de alcohol puro, si no tienes entonces unas gotas de whisky serán suficientes para limpiar la herida.— Agregó sonriendo mientras extendía la mano y recogía los tres trozos en los que se había partido el vaso, las demás astillas de vidrio se habían hundido entre las tablas de madera. — Ahora veamos. — Pronunció el moreno mientras levantaba el delantal de la chica y colocaba los trozos ahí, creando una especie de bolsa improvisada. — Ahora si, puedes ir a tirarlos adecuadamente y puedes quedarte con el pañuelo. — Comentaba notando el intenso rubor en las mejillas de aquella chica que asentía nerviosa.
La mujer volvió a retirarse, una vez que se fue miró a su pareja sonriendo. — Deja los celos, estoy seguro que también usas tácticas de seducción para cazar a pobres bastardos. — Murmuró conociendo a Justika, sabiendo que seguramente los celos la invadían. — Ademas, solo estoy interesado en ti. — Confesaba mientras volvía a mirar el menú. — Como dije que era una oportunidad para conocer tus gustos, entonces ordenaré lo mismo que tú. — Sentenció bajando el menú y mirando el lugar para echar ahora un vistazo más detallado del local donde se encontraba. En una pared notó una cartelera informativa con algunos afiches de Wanted de los distintos mares, no para incitar a la cacería en la ciudad, sino con fines informativos. Entre aquellos rostros, colgados en la pared pudo ver uno particular; su cartel. Su cara estaba distorsionada pues no habían podido sacar una foto clara de él, pero su nombre estaba escrito bajo la distorsionada imagen, justo arriba de su recompensa, que a decir verdad, era tentativa incluso para él, claro, no era una cifra exorbitante, pero alcanzaba para vivir bien un par de años. — Oh, soy famoso. — Dijo casi susurrando en un tono sarcástico, dejando salir una risa leve.
InvitadoInvitado
Re: Interlude: Hellfire
Muy en el fondo estaba contenta por haberse reunido con la persona que en verdad quería, pero lo que no podía tolerar era verle interactuar amablemente con otra mujer que no fuera ella. Totalmente enfadada su cuerpo se tensó de inmediato al ver como Zein sujetaba la diestra de esa joven camarera atendiéndola con delicadeza al envolver la herida que se provocó al torpemente querer recoger los trozos de vidrio del suelo. Justika teniendo que soportar el explotar contra la camarera prefirió abstenerse un poco más ya que podría meterse en serios problemas si quebrantaba la ley por una tontería como esa. Sin embargo, era doloroso ver que el contacto del pirata con la contraria parecía más que amabilidad.
Unos consejos bastaron para que pudiera tratarse de la mejor manera posible y que no se infectara, la señorita se retiró con el rostro completamente enrojecido. A falta de apetito la cazadora cerraba el menú votándolo en la mesa fastidiada por la escena que fue forzada a contemplar. – Puede que tengas razón. – Simplemente resolvió en ponerse de su lado momentáneamente, cruzando la pierna se sumió en un semblante más escalofriante. – Pero eso es por trabajo, además es una medida extraordinaria para afrontar la situación, sabes muy bien que no tolero que otro hombre pueda tocarme como tú lo haces conmigo. – Casi no hablaban de temas delicados de esa índole, además se negaba a tener un problema tan grave como el de haber sido abusada la mayor parte de su vida, y si no fuera por su desequilibrio de querer sobrevivir a las circunstancias posiblemente su destino sería el de tener un grillete adornando su cuello el resto de sus días. – Esto es ridículo, se supone que todo sería más sencillo cercenándote la cabeza, seguro sería más beneficioso para mí cobrar todo lo que vales en vez de esperar a ver como dispones de mí a tu antojo. – Parecía una pelea interna por su parte, le estaba reclamando por un gesto de amabilidad que Zein simplemente realizaba por mera cortesía. Resoplando Novacek volteaba a ver en dirección al cartel.
Unos consejos bastaron para que pudiera tratarse de la mejor manera posible y que no se infectara, la señorita se retiró con el rostro completamente enrojecido. A falta de apetito la cazadora cerraba el menú votándolo en la mesa fastidiada por la escena que fue forzada a contemplar. – Puede que tengas razón. – Simplemente resolvió en ponerse de su lado momentáneamente, cruzando la pierna se sumió en un semblante más escalofriante. – Pero eso es por trabajo, además es una medida extraordinaria para afrontar la situación, sabes muy bien que no tolero que otro hombre pueda tocarme como tú lo haces conmigo. – Casi no hablaban de temas delicados de esa índole, además se negaba a tener un problema tan grave como el de haber sido abusada la mayor parte de su vida, y si no fuera por su desequilibrio de querer sobrevivir a las circunstancias posiblemente su destino sería el de tener un grillete adornando su cuello el resto de sus días. – Esto es ridículo, se supone que todo sería más sencillo cercenándote la cabeza, seguro sería más beneficioso para mí cobrar todo lo que vales en vez de esperar a ver como dispones de mí a tu antojo. – Parecía una pelea interna por su parte, le estaba reclamando por un gesto de amabilidad que Zein simplemente realizaba por mera cortesía. Resoplando Novacek volteaba a ver en dirección al cartel.
FLASHBACK
Te ves mucho mejor que en el cartel debo admitir. – Incordió una voz encantadora como letal la escena del prófugo, a su alrededor se hallaban cuerpos inertes de marines que cayeron en pos al deber, un deber inalcanzable si desearon por un momento el triunfar contra un enemigo obviamente superior a ellos. Aun dándole la espalda la silueta masculina parecía no hacer caso omiso a la recién intervención por parte de la misteriosa mujer, solo aguardaba ahí, apacible. La densa oscuridad cubría en partes el brutal escenario cometido ciertamente por un demonio, sus espadas brillaron sutiles a una invitación mortal para batirse en duelo. – Zein H. Bekeltov, he venido por tu cabeza. – Sentenciando en una enorme sonrisa le apuntó directamente con su espada. No obstante, apenas pronunciar esas palabras una cegadora velocidad lo colocaba detrás de ella dejando que el primer sable acariciara su cuello, el filo se oprimía revelando una cortada que recubría su pálida piel mientras era contenida en un abrazo por parte del pirata quien en una voz grave correspondió en un juego de palabras la amenaza de la cazadora. – ¿Qué tal si mejor yo me quedo con la tuya? – En una primera impresión, Justika se aterró demasiado que inconscientemente terminó soltando su espada. Paralizada solamente le quedaba esperar que el filo de esa arma dictaminará su sentencia acabando con su vida, no obstante, el pirata de intensos orbes color dorado consintió en sonreír retirando el arma enfundándola, todo esto sin soltar de su acogedor brazo a la fémina. – Prometo no hacerte daño, si tú te portas bien. – Sin comprenderlo del todo los brazos del pelinegro acogieron la curvilínea silueta besando su sien amorosamente, la arrullaba dejándole ver que estaba a salvo a su lado. En una contradicción al estar frente a los cadáveres de los oficiales jamás había llegado a confiar tanto en sus palabras como las de esa noche.
*****
La mesera volvió a presentarse con el dedo vendado, no supo decir qué tiempo había transcurrido como para dejarse sumir en sus pensamientos por un buen rato. – Ehmm, ¿ya decidieron qué ordenar? – Reaccionando tardíamente volteó en dirección a la camarera, ella seguía por otra parte perdida observando a Zein totalmente enamorada, resultaba más duro de lo que podía retenerse. – ¿Podrías dejar de mirarlo de esa forma?, él está conmigo. – Involuntaria sus palabras escapaban en un obvio reproche infantil, delegando prácticamente que él era de su propiedad. La mesera asustada por la frialdad de la espadachina daba un paso hacia atrás temerosa por la mirada asesina con la que era acosada. – Disculpe, no era mi intención… yo no pretendía.. – Desesperada volteó en torno a su pareja clamando por ayuda. – ¿No escuchaste o debo hacértelo entender de otra manera que comprendas?, él es mi... – Y entonces se dio cuenta, simplemente se había involucrado con un criminal, con alguien quien no había formalizado nada, pero quedaba supuestamente implícito, ahora quien empalidecía era Justika al ver fijamente a Zein, ¿qué se supone que eran?
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Re: Interlude: Hellfire
Una vez que la mesera se marchó la actitud de su pareja le confirmaría su premonición, con un silencio absoluto se dedicó a escuchar las palabras que decía, no sabía en ese punto si estaba reprochando algo a él o a ella misma, ambos eran seres complicados y Zein no era precisamente la persona más empática del planeta. El silencio se mantuvo, ni siquiera podría oírse el sonido de su respiración, solo podía notarse como aquellos ojos amarillentos miraban fijamente a la cazadora, una mirada cautivadora pero a la vez siniestra, una mirada afilada pero cálida; era como ver la mirada seductora de un demonio, atrayente pero emisaria de inminente caos y corrupción. Repentinamente su acompañante se unió a la campaña del silencio absoluto, algo parecía estar ocupando su mente, puesto que sus ojos se quedaron observando a la nada y ninguna otra palabra salía de su boca. El moreno extendió su brazo y agarró la jarra de agua y sirvió en el vaso que aun quedaba intacto, el de ella, tras servir el agua bajó la jarra dejándola en la mesa y agarró el vaso, dando un sorbo a este tragando el liquido refrescante, si bien ese vaso había sido designado para la mujer de cabellos plateado, él consideraba que lo que era de ella también era de él y viceversa.
Su garganta se contraía una y otra vez, produciendo un sonido gutural cada vez que tragaba el agua, continuando hasta dejar el vaso vacío, al terminar un suspiro salió de su boca para después dejar el vaso sobre la mesa. Justo cuando deja el vaso regresó la mesera y antes de que pudiera responder a su pregunta la fémina frente a él comenzó a disparar nuevamente con su boca, atacando como serpiente a la indefensa mesera, como una serpiente con su presa, Zein frunció el ceño, todo estaba a punto de convertirse en un escándalo y realmente detestaba aquello. Rápidamente el brazo del pirata se extendió agilmente y de manera brusca, casi como si fuera a lanzar un golpe, pero no era así, solo se lanzó contra el rostro de la chica para sellar sus labios con el dedo indice, como indicación de que se detuviera, en ese mismo momento la chica se había atorado en su discurso, por lo que parecía que la pausa de la mujer y el posicionamiento del dedo sobre sus labios se habían sincronizado, dando a parecer que él era quien le había impedido continuar hablando. — No más. — Sentenció en un tono de voz más grave y siniestro, mientras miraba con una clara expresión de enojo a la cazadora, pues esperaba un mejor comportamiento de su parte, sin embargo, eso es algo que atendería más adelante, de momento lidiaría con la situación de la mesera, sus ojos se giraron amenazantes contra ella, su mirada era afilada y agresiva. — Escucha con atención, te retirarás a la cocina, ordenarás dos platillos recomendados del día y los enviarás con otro mesero, un hombre, así tenga que ser el mismo cocinero, tú te quedarás allá y no te acercarás a la mesa hasta que nos hayamos ido, ¿entendido? — Pronunció de manera amenazante, cambiando el semblante que portaba, la chica sin saber qué decir, solo se quedó sin palabras, asintiendo con nerviosismo mientras varios escalofríos recorrían su espalda, sin nada que hacer la joven se retiró casi que corriendo a la cocina.
Había tenido que comportarse así y decir esas palabras con dicho tono para que ella pudiera alejarse y se cortaran los problemas de raíz, pues parecía ser que su compañera no podía controlarse y no podía responder por la seguridad de ella. Una vez que quedó ese asunto zanjado volvió la mirada hacia su pareja, retirando el dedo de sus labios. — Un rey competente debe cuidar a quienes le sirvan, el esfuerzo de alguien se paga con respeto, y si voy a ser rey tengo que mantener la misma actitud con cualquiera que se someta a mi servicio. — Dijo de manera seca y cortante, dejando en claro porque era amable con aquella chica y brindando la explicación de que lo que había visto de su parte no era atracción; solo un código personal, pues a diferencia de otros criminales Zein tenía varios principios intrínsecos que se delineaban en un concepto distorsionado de moralidad, nobleza y justicia, lo que terminaba por traducirse en un espectro de matriz grisaseo; ni blanco ni negro, él representaba la tonalidad de gris más ambigua del espectro.
— ¿Sabes qué son los celos? — Preguntó de manera retorica a Justika mientras se acercaba un poco más inclinándose sobre la mesa. — No es más que la combinación de la rabia y el miedo, miedo a perder algo valioso y rabia contra aquello que está generando la perdida. — Agregó puntualmente y en tono desafiante. — Una cazadora competente que pretende llegar lejos debe aprender a dominar ambos. — Comentó, como si se tratase de un regaño y una lección a la vez para su pareja. — Así que tranquilízate. — Ordenó para después al instante recobrar su semblante anterior, sonriendo de manera amena. El pirata se colocó de pie y se inclinó sobre la mesa, acercando su rostro al de ella y besando suavemente sus labios mientras que su mano acariciaba el rostro de ella, al separarse la mira sonriendo. — Novio. — Terminó la frase que ella no había podido completar. Había tenido un enojo por la escena que hizo su mujer, pero eso no afectaba el estado y la naturaleza de su relación. Su mano seguía acariciando su rostro, recorriendo su tersa piel con los dedos delicadamente para que dejara de estar celosa y a la defensiva a la vez que su otra mano acariciaba los cabellos de ella.
Su garganta se contraía una y otra vez, produciendo un sonido gutural cada vez que tragaba el agua, continuando hasta dejar el vaso vacío, al terminar un suspiro salió de su boca para después dejar el vaso sobre la mesa. Justo cuando deja el vaso regresó la mesera y antes de que pudiera responder a su pregunta la fémina frente a él comenzó a disparar nuevamente con su boca, atacando como serpiente a la indefensa mesera, como una serpiente con su presa, Zein frunció el ceño, todo estaba a punto de convertirse en un escándalo y realmente detestaba aquello. Rápidamente el brazo del pirata se extendió agilmente y de manera brusca, casi como si fuera a lanzar un golpe, pero no era así, solo se lanzó contra el rostro de la chica para sellar sus labios con el dedo indice, como indicación de que se detuviera, en ese mismo momento la chica se había atorado en su discurso, por lo que parecía que la pausa de la mujer y el posicionamiento del dedo sobre sus labios se habían sincronizado, dando a parecer que él era quien le había impedido continuar hablando. — No más. — Sentenció en un tono de voz más grave y siniestro, mientras miraba con una clara expresión de enojo a la cazadora, pues esperaba un mejor comportamiento de su parte, sin embargo, eso es algo que atendería más adelante, de momento lidiaría con la situación de la mesera, sus ojos se giraron amenazantes contra ella, su mirada era afilada y agresiva. — Escucha con atención, te retirarás a la cocina, ordenarás dos platillos recomendados del día y los enviarás con otro mesero, un hombre, así tenga que ser el mismo cocinero, tú te quedarás allá y no te acercarás a la mesa hasta que nos hayamos ido, ¿entendido? — Pronunció de manera amenazante, cambiando el semblante que portaba, la chica sin saber qué decir, solo se quedó sin palabras, asintiendo con nerviosismo mientras varios escalofríos recorrían su espalda, sin nada que hacer la joven se retiró casi que corriendo a la cocina.
Había tenido que comportarse así y decir esas palabras con dicho tono para que ella pudiera alejarse y se cortaran los problemas de raíz, pues parecía ser que su compañera no podía controlarse y no podía responder por la seguridad de ella. Una vez que quedó ese asunto zanjado volvió la mirada hacia su pareja, retirando el dedo de sus labios. — Un rey competente debe cuidar a quienes le sirvan, el esfuerzo de alguien se paga con respeto, y si voy a ser rey tengo que mantener la misma actitud con cualquiera que se someta a mi servicio. — Dijo de manera seca y cortante, dejando en claro porque era amable con aquella chica y brindando la explicación de que lo que había visto de su parte no era atracción; solo un código personal, pues a diferencia de otros criminales Zein tenía varios principios intrínsecos que se delineaban en un concepto distorsionado de moralidad, nobleza y justicia, lo que terminaba por traducirse en un espectro de matriz grisaseo; ni blanco ni negro, él representaba la tonalidad de gris más ambigua del espectro.
— ¿Sabes qué son los celos? — Preguntó de manera retorica a Justika mientras se acercaba un poco más inclinándose sobre la mesa. — No es más que la combinación de la rabia y el miedo, miedo a perder algo valioso y rabia contra aquello que está generando la perdida. — Agregó puntualmente y en tono desafiante. — Una cazadora competente que pretende llegar lejos debe aprender a dominar ambos. — Comentó, como si se tratase de un regaño y una lección a la vez para su pareja. — Así que tranquilízate. — Ordenó para después al instante recobrar su semblante anterior, sonriendo de manera amena. El pirata se colocó de pie y se inclinó sobre la mesa, acercando su rostro al de ella y besando suavemente sus labios mientras que su mano acariciaba el rostro de ella, al separarse la mira sonriendo. — Novio. — Terminó la frase que ella no había podido completar. Había tenido un enojo por la escena que hizo su mujer, pero eso no afectaba el estado y la naturaleza de su relación. Su mano seguía acariciando su rostro, recorriendo su tersa piel con los dedos delicadamente para que dejara de estar celosa y a la defensiva a la vez que su otra mano acariciaba los cabellos de ella.
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Re: Interlude: Hellfire
No podía decir en verdad que él fuera suyo, la cordialidad expuesta por el pelinegro hacia esa extraña le había afectado más de lo que ella misma pudiera imaginar. Encendiéndose una cólera que amenazaba con cegar su juicio estuvo a punto de quebrantar la regla más sagrada de dicho lugar. Zein de inmediato intuyó que la naturaleza de la fémina se balanceaba superfluo a una decisión que afectaría más a la cazadora, siendo sagaz estiró su diestra frenando la labia viperina de la espadachina, parecía que no iba a consentir ese tipo de rabieta. Sorprendida más por la hazaña que demostraba él por lo que tras ser arrastrada por sus recuerdos la misma impotencia de temor la obligaría a mantenerse petrificada un buen rato. Volviéndose más astuto de lo que podía aparentar Bekeltov se encargaba de mediar la situación apagando la ilusión que talvez se hubo formado en la camarera. La chica simplemente asentía temerosa ya que el verdadero semblante de un soñado príncipe azul se desvelaba febril, el demonio hacía lugar a un acto que la mesera jamás olvidaría por el resto de su vida. Pequeños pasos fugaces se entornaron en dirección a la cocina, su presencia durante la velada desaparecería por completo ante los ojos de Justika, al menos la paz se mantendría un poco más.
No obstante, esta mujer que jugaba a ser una despiadada mercenaria anheló el suave toque que el dedo contrario ejerció sometiéndola, tenía un fuerte control sobre ella, era horrible tal sensación. Entonces convirtiéndose en un agente magnánimo Zein le recitaba la fachada de alguien que aspiraba a la nobleza debía poseer un comportamiento indulgente. Cabizbaja en su loable resolución muy en el fondo no podía, ni deseaba aceptarlo. – Si es así no creo regirme bajo tu propio dogma, porque no concibo la idea de reprimir mis emociones en condiciones superfluas. – A pesar de tenerle un mínimo de consideración se negaba a cambiar por él, desafiante le mantuvo la mirada solo unos breves segundos meditando. Vencida en concluir impulsiva el final de algo que apenas comenzó el pelinegro sonrió esperando casi que esa voluntad doblegada por la duda le permitiera sermonearle.
Reduciendo la distancia entre los dos, Zein contuvo gentil el rostro de su pareja resolviendo que su déspota acción se trataba de una reacción natural guiada por inseguridad. Si antes hubiera declarado semejante ofensa contra ella no cabría duda que tomaría represalias arrancándole la lengua, más esta vez se quedaría a escucharle, porque la verdad se clavaba ferviente en su corazón candente como una daga. Indecisa su diestra instintivamente se colocó sobre su espada negándose a la realidad que el contrario le planteaba. – No puedes. – Reafirmó temerosa para ser ella quien se entregara a un nuevo beso, en un dolor diferente al escuchar como mencionaba que era su novio simplemente molesta le sujetó el rostro enredando sus dedos en el cabello azabache. – Te odio más que nunca. – Quebrantando el ambiente general del sitio prefería concentrarse en el intenso aroma que brotaban de esos labios, el tabaco le picaba la nariz molestándole, más era la fragancia que por siempre amó durante la ausencia del pirata.
Lo único cierto es que tras una larga separación en la que sus vidas se bifurcaron, simplemente le hizo falta. Apenas aceptaría los celos, incluso toleraría un poco que se pusiera en duda su voluntad como cazadora, estaba al tanto que no era perfecta y no pretendía serlo. Nuevamente alcanzó los labios de su amado en otro beso más delicado de los que usualmente la mujer otorgaba, este solo deseaba manifestar un cariño noble, como aquellas parejas que observó acarameladas durante sus tantos viajes en altamar. – Sinceramente ese título no te queda en absoluto. – Pero estaba feliz del lugar que le daba por esa fugaz unión.
No obstante, esta mujer que jugaba a ser una despiadada mercenaria anheló el suave toque que el dedo contrario ejerció sometiéndola, tenía un fuerte control sobre ella, era horrible tal sensación. Entonces convirtiéndose en un agente magnánimo Zein le recitaba la fachada de alguien que aspiraba a la nobleza debía poseer un comportamiento indulgente. Cabizbaja en su loable resolución muy en el fondo no podía, ni deseaba aceptarlo. – Si es así no creo regirme bajo tu propio dogma, porque no concibo la idea de reprimir mis emociones en condiciones superfluas. – A pesar de tenerle un mínimo de consideración se negaba a cambiar por él, desafiante le mantuvo la mirada solo unos breves segundos meditando. Vencida en concluir impulsiva el final de algo que apenas comenzó el pelinegro sonrió esperando casi que esa voluntad doblegada por la duda le permitiera sermonearle.
Reduciendo la distancia entre los dos, Zein contuvo gentil el rostro de su pareja resolviendo que su déspota acción se trataba de una reacción natural guiada por inseguridad. Si antes hubiera declarado semejante ofensa contra ella no cabría duda que tomaría represalias arrancándole la lengua, más esta vez se quedaría a escucharle, porque la verdad se clavaba ferviente en su corazón candente como una daga. Indecisa su diestra instintivamente se colocó sobre su espada negándose a la realidad que el contrario le planteaba. – No puedes. – Reafirmó temerosa para ser ella quien se entregara a un nuevo beso, en un dolor diferente al escuchar como mencionaba que era su novio simplemente molesta le sujetó el rostro enredando sus dedos en el cabello azabache. – Te odio más que nunca. – Quebrantando el ambiente general del sitio prefería concentrarse en el intenso aroma que brotaban de esos labios, el tabaco le picaba la nariz molestándole, más era la fragancia que por siempre amó durante la ausencia del pirata.
Lo único cierto es que tras una larga separación en la que sus vidas se bifurcaron, simplemente le hizo falta. Apenas aceptaría los celos, incluso toleraría un poco que se pusiera en duda su voluntad como cazadora, estaba al tanto que no era perfecta y no pretendía serlo. Nuevamente alcanzó los labios de su amado en otro beso más delicado de los que usualmente la mujer otorgaba, este solo deseaba manifestar un cariño noble, como aquellas parejas que observó acarameladas durante sus tantos viajes en altamar. – Sinceramente ese título no te queda en absoluto. – Pero estaba feliz del lugar que le daba por esa fugaz unión.
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Re: Interlude: Hellfire
A pesar de escuchar sus palabras de rechazo el pirata seguía besando suavemente los labios de la cazadora, deslizando su boca sobre la de ella, sintiendo la suavidad de sus labios, como si estuvieran cubiertos de seda. Una de su manos acariciaba su cintura sobre la tela de su blusa y poco a poco fue deslizándose bajo esta, acariciando su piel directamente. Sin decir palabra alguna Zein parecía perder un poco el control al tener contacto con los labios de ella, sintiendo como su temperatura corporal aumentaba, su corazón se agitaba y una gran cantidad de adrenalina recorría su cuerpo, impulsándolo a descargar su deseo y aceleración sobre la fémina. Su pecho empezaba a expandirse y contraerse una y otra vez, respirando con más agitación mientras sus labios seguían devorando los ajenos, a pesar de escuchar frases como "te odio más que nunca", no le importaba, sabía que ella mentía, lo notaba en sus besos y en la forma en que lo miraba.
Sus besos cesaron momentáneamente al ella separarse, solo para recibir un beso nuevamente, esta vez con más ternura y cariño. Pero cada beso que recibía el pirata terminaba detonando algo en su interior que terminaba explotando; deseo puro. Aquel beso tierno pronto se convirtió en algo más intenso y profundo, hasta que al quedar sin aliento separó su boca de la de su amante, quedando un hilo de saliva entre ambas bocas.
Al separarse de su boca intentó calmarse y tomó asiento de nuevo en una rigida postura, ella era la única capaz de hacerle perder el control. — Te vez muy hermosa cuando andas enojada. — Comentó con una sonrisa amplia y justo en ese momento se acercó un hombre de gran tamaño y con una gran barriga, cubierto de ropas sudorosas y un delantal con amplias manchas de grasa, todo lo contrario a la chica que los atendió previamente, al parecer si había obedecido. El sujeto dejó dos platos de pasta en la mesa con dos tenedores y se retiró de vuelta a la cocina. — Supongo que este es el plato del día. — Dijo tomando el tenedor y empezando a comer de este. Arrugó un poco su cara al probar aquel bocado, era insípido y tal vez hasta agrio pero normalizó su expresión de nuevo y siguió comiendo aquel plato de sabor desagradable, había aprendido a apreciar la comida, por lo que no desperdiciaría ningún bocado. — No vuelvo a confiarte con decisiones. — Amenazó bromeando mientras probaba otro poco de pasta, mientras que su mano se dirigió hasta el otro lado de la mesa, acariciando la pierna de su acompañante, pasando sus dedos delicadamente sobre su muslo.
Tras terminar de comer el plató quedó totalmente vacío, miró a la barra y se dispuso a dar una nueva orden. — Cerveza! — Gritó y nuevamente a los instantes volvió el mismo hombre de gran tamaño con una jarra de cerveza espumosa que depositó en la mesa. Sin hesitar el pirata agarró la jarra y la llevó a su boca, vaciandola en cuestión de segundos, tragando aquel liquido. — Estoy lleno. — Dijo mientras tomaba el pañuelo de su cuello y limpiaba un poco su labios. Las caricias bajo la mesa seguían, ahora con ambas manos, acariciando levemente su piel, acercándose peligrosamente a su entrepierna, pero afortunadamente no llegó a ese punto.
El moreno tras terminar de comer se colocó de pie y caminó hacia la barra, preguntando al hombre que los terminó atendiendo cuanto costaba todo, al responderle, Zein metió la mano en su bolsillo y sacó los berries suficientes, depositandolos en la barra. Volvió caminando a la mesa de su pareja y apuntó hacia afuera mientras la miraba sonriendo. — Ahora vamos afuera un momento, quiero probar algo. — Indicaba para después caminar hacia la salida, dirigiéndose al centro de la calle.
Sus besos cesaron momentáneamente al ella separarse, solo para recibir un beso nuevamente, esta vez con más ternura y cariño. Pero cada beso que recibía el pirata terminaba detonando algo en su interior que terminaba explotando; deseo puro. Aquel beso tierno pronto se convirtió en algo más intenso y profundo, hasta que al quedar sin aliento separó su boca de la de su amante, quedando un hilo de saliva entre ambas bocas.
Al separarse de su boca intentó calmarse y tomó asiento de nuevo en una rigida postura, ella era la única capaz de hacerle perder el control. — Te vez muy hermosa cuando andas enojada. — Comentó con una sonrisa amplia y justo en ese momento se acercó un hombre de gran tamaño y con una gran barriga, cubierto de ropas sudorosas y un delantal con amplias manchas de grasa, todo lo contrario a la chica que los atendió previamente, al parecer si había obedecido. El sujeto dejó dos platos de pasta en la mesa con dos tenedores y se retiró de vuelta a la cocina. — Supongo que este es el plato del día. — Dijo tomando el tenedor y empezando a comer de este. Arrugó un poco su cara al probar aquel bocado, era insípido y tal vez hasta agrio pero normalizó su expresión de nuevo y siguió comiendo aquel plato de sabor desagradable, había aprendido a apreciar la comida, por lo que no desperdiciaría ningún bocado. — No vuelvo a confiarte con decisiones. — Amenazó bromeando mientras probaba otro poco de pasta, mientras que su mano se dirigió hasta el otro lado de la mesa, acariciando la pierna de su acompañante, pasando sus dedos delicadamente sobre su muslo.
Tras terminar de comer el plató quedó totalmente vacío, miró a la barra y se dispuso a dar una nueva orden. — Cerveza! — Gritó y nuevamente a los instantes volvió el mismo hombre de gran tamaño con una jarra de cerveza espumosa que depositó en la mesa. Sin hesitar el pirata agarró la jarra y la llevó a su boca, vaciandola en cuestión de segundos, tragando aquel liquido. — Estoy lleno. — Dijo mientras tomaba el pañuelo de su cuello y limpiaba un poco su labios. Las caricias bajo la mesa seguían, ahora con ambas manos, acariciando levemente su piel, acercándose peligrosamente a su entrepierna, pero afortunadamente no llegó a ese punto.
El moreno tras terminar de comer se colocó de pie y caminó hacia la barra, preguntando al hombre que los terminó atendiendo cuanto costaba todo, al responderle, Zein metió la mano en su bolsillo y sacó los berries suficientes, depositandolos en la barra. Volvió caminando a la mesa de su pareja y apuntó hacia afuera mientras la miraba sonriendo. — Ahora vamos afuera un momento, quiero probar algo. — Indicaba para después caminar hacia la salida, dirigiéndose al centro de la calle.
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