Yo no haria eso si fuera tu. Pasado

Parece que esta de suerte que me manden a verificar lugares peligrosos, supongo que las promociones de rangos tienen sus desventajas… En fin, debo estar con mente positiva, aunque este lugar me baja mucho los ánimos. Era de tarde, como eso de las 2:00pm Me adentraba  en un mercado popular de esta isla. Podías ver como vendían de todo: Armas, comida, animales, aditramientos y por supuesto, cosas perversa. Constantemente era rodeado por vendedores o vendedoras que sujetaban mi brazo con la intención de atraerme a ver su mercancía. Además de prostitutas que acariciaban mi pecho e intentaban atraerme. Como oficial de la ley estoy aquí por puros propósitos de mi labor. Esta isla ha estado mucho tiempo fuera del dominio del gobierno, por lo que se ha vuelto un lugar sin orden especifico, básicamente dominado y mantenido  por criminales.

Debo admitir que este lugar representa todo mis disgustos, tanto el clima como la gente. Climas secos y calientes como estos, como los detesto. Comenzaba a mirar por todas partes en la búsqueda de un negocio o bar para refrescarme un poco. Dado al lugar era un desierto, tenia puesta una capa blanca que cubría mi rostro y todo mi cuerpo, por sobre las ropas típicas que suelo llevar. Por donde pasaba a veces sentía comentarios cuando la gente me miraba, supongo que soy “sospechoso” para ello, tal vez es por mi manera correcta de caminar, típica de un oficial. Aunque tampoco es que me este ocultando o algo por el estilo, creo ser capas de manejar cualquier situación en este lugar, aunque los problemas no son de mi agrado, y solo he venido para hacer un informe de estado de la isla.

Mi mascota, boota, salía del interior de mi chaqueta para postrarse en mi hombro derecho y acariciar mi mejilla con su pequeña cabecita. –Oh, vamos boota hahaah me haces cosquilla.- Decía ante la reacción de mi pequeña mascota, muy especial de hecho, un cerdo topo, lo tengo desde que era niño. Finalmente no soportaría este clima y mi sed, así que entraría a un bar, no me fije ni me importo fijarme el aspecto, solo se que al entrar las miradas apuntaron en mi. ¿Acaso esta gente tiene un radar para detectar forasteros? Suspiraba encogiendo mis hombros, mi semblante estaba tranquilo como mis acciones. –Buenas tardes, sírvame cualquier bebida refrescante que tenga. –Mi mascota comenzaría a acariciar mi mejilla nuevamente. -¡OH! Y también un poco de comida, de lo que sea en pequeños trozos. El pan o una patata serviría, señor.- Terminaría acariciando a mi mascota mientras el hombre de mala gana comenzaría a buscar y preparar todo. Cabe destacar que los agentes de la ley en lugares como estos, no son para nada bien recibidos.

Las cosas comenzaron a escalar con rapidez, tanta que el albino empezó a sentirse pequeño e insignificante, algo extraño había sucedido frente a el pero más que esto, ahora las cosas comenzaban a calmarse a pesar de permanecer dentro de un ambiente hostil, en cierto modo todos le temían más a la tormenta que a aquella mujer, era insólito que fallasen en enfrentarse a la naturaleza cuando la misma es pura y efímera. La situación actual merecía un análisis más profundo, como lo era si aceptar o no la cerveza de aquella mujer más sin embargo, otros elementos influían en tal toma de decisión, no deseaba estar junto a una criatura extraña que generara horrores y temor en aquellos que le rodeaban, había conocido a abusadores en el pasado, les había enfrentado a su debido tiempo, había ganado y había perdido en justa medida más jamas hubieron sido de su agrado lo que en cambio provocaba que les viera con cierta pena y a la vez con cierto desprecio. La mujer sensual frente a sus ojos, cuyas características no solo físicas sino más etéreas clamaban por la atención del oji-azul, esta misma mujer que portaba una espada y se movía como quien posee la habilidad de la esgrima en su ser, ella simulaba ser o una abusadora, de esta tipología al menos, o una persona muy afectada como lo era nuestro propio protagonista, en cuyo caso, en otra ocasión y momento llenaría aquel espacio vacío y dudoso que se hubo formado en su mente.

Con esta premisa, era evidente que no podía continuar allí, si la fémina resultaba ser de aquel tipo tan lamentable de persona, entonces no solo habría perdido su tiempo sino que habría fraternizado con alguien que en cierto grado despreciaba, y para nuestro peliblanco, esa acción ya había sido excedida en gran numero y medida, su tiempo encerrado le había otorgado toda clase de experiencias, entre ellas, las que deben de evitarse de ser posible, como lo era la actual. De modo que observando la mesa, y el tarro de cerveza que le ofrecían, Sinclair poso sus orbes sobre la camarera quien le dedico una sonrisa antes de volverse hacia otra mesa y continuar con sus cometidos y seguido de esto, apretó el agarre que poseía sobre su espada, la necesitaba mucho más cerca de lo que cualquiera podría imaginar, y finalmente sus labios de curvaron hasta abrirse y las palabras fluir de estos. -Lo siento, debo marcharme. En otra ocasión nos encontraremos- Sus palabras eran sinceras y cargaban entre si, cierta calidez por lo que no existía motivo para desestimarlas más considerando la clase de personas que frecuentaban la zona y en especial aquel establecimiento, no cargaba muchas esperanzas de una respuesta o futura reunión.

Sin mucho más que hacer o decir, y notando como la llegada de la mascota del peli-azul alteraría el orden o quizás simplemente traería risas y demás, opto por aprovechar el momento y dirigirse hacía la puerta, la tormenta continuaba azotando con fuerza y abrir la misma crearía un caos total, Henry se detuvo en seco y luego avanzo nuevamente, esta vez con miras hacia la puerta trasera, no estaba realmente permitido pasar hacía allá más al albino no le importaba, solo quería y necesitaba salir, sus pasos eran lentos a pesar de su urgencia, en parte porque continuaba monitoreando y midiendo la tormenta, sus azotes y el instante preciso para salir y tener unos instantes para encontrar refugio.

May no dijo nada al ofrecimiento del chico, y también se limitó todos los otros comentarios hacia la comida y demás, no estaba allí para pasar el rato y solo eso la movía, tan solo se había detenido allí por la tormenta creciente y por qué había decidido solo pasar por un trago antes de seguir. Su irritación comenzó a liberarse, era por ello mismo que casi nunca consideraba mezclarse mucho en público, cosas como esa y otras más vergonzosas pasaban cuando se metía siquiera un poco en una situación que involucrara algo fuera de su estilo. La pirata suspiró, y se llevó la cerveza a la boca, mientras que le daba otro gran sorbo y solo escuchaba a todos los demás. Le dedicó una mirada fugaz al albino al lado de ella que decía debía irse.

La actitud de la chica había cambiado drásticamente y eso se sobra podía notarse, tanto que solo hizo un gesto con la mano al albino como de un adiós y volvió a llevarse el borde del baso a la boca para dar el último trago. Fuera el viento y la tormenta estaban calmándose un poco, May no se fijó que el albano había optado por irse por la ´puerta trasera ya que lo perdió del campo de visión y simplemente no le siguió más con la mirada. Aunque debía decir que aquel hombre si le había atraído en primera instancia, no por su físico precisamente, pero que llevara una espada como aquella debía implicar que no era cualquier con aquel arte, sin embargo, llevar solo una espada no lo era todo. Ver para creer.

May se puso de pie entonces mientras que la sombra que estaba detrás de ella iba a un “perchero” junto a la puerta, tomó el más abrigado y largo, lo descolgó y justo como un mayordomo lo haría, se lo colocó en el antebrazo, doblandolo para cuando llegara su ama a reclamarlo. Uno de los hombres quiso poner una réplica pues parecía que aquella era una de sus pertenencias, pero en cuanto May se acercó con una mirada totalmente diferente a la que había mostrado cuando aquel animal se había colado entre sus pechos, este retrocedió unos cuantos pasos. La chica visualizo entonces al peli azul que se había caído en el lugar donde estaba la silla que había dejado atrás y este le hablaba a lo que ahora era su recuerdo, solo sonrió de medio lado a pesar de que en realidad no estaba pensando nada conforme al sujeto. May se colocó la capucha de aquel abrigo sobre la cabeza.

La sombra abrió la puerta por ella y la pirata se limitó a salir entonces como mismo había entrado, el pobre viento ya le azotó suavemente la cara y la arena esta vez no se coló por sus pantalones, era hora de buscar lo que de verdad la llevaba hasta aquella pobre isla.