Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
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Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
Parece que esta de suerte que me manden a verificar lugares peligrosos, supongo que las promociones de rangos tienen sus desventajas… En fin, debo estar con mente positiva, aunque este lugar me baja mucho los ánimos. Era de tarde, como eso de las 2:00pm Me adentraba en un mercado popular de esta isla. Podías ver como vendían de todo: Armas, comida, animales, aditramientos y por supuesto, cosas perversa. Constantemente era rodeado por vendedores o vendedoras que sujetaban mi brazo con la intención de atraerme a ver su mercancía. Además de prostitutas que acariciaban mi pecho e intentaban atraerme. Como oficial de la ley estoy aquí por puros propósitos de mi labor. Esta isla ha estado mucho tiempo fuera del dominio del gobierno, por lo que se ha vuelto un lugar sin orden especifico, básicamente dominado y mantenido por criminales.
Debo admitir que este lugar representa todo mis disgustos, tanto el clima como la gente. Climas secos y calientes como estos, como los detesto. Comenzaba a mirar por todas partes en la búsqueda de un negocio o bar para refrescarme un poco. Dado al lugar era un desierto, tenia puesta una capa blanca que cubría mi rostro y todo mi cuerpo, por sobre las ropas típicas que suelo llevar. Por donde pasaba a veces sentía comentarios cuando la gente me miraba, supongo que soy “sospechoso” para ello, tal vez es por mi manera correcta de caminar, típica de un oficial. Aunque tampoco es que me este ocultando o algo por el estilo, creo ser capas de manejar cualquier situación en este lugar, aunque los problemas no son de mi agrado, y solo he venido para hacer un informe de estado de la isla.
Mi mascota, boota, salía del interior de mi chaqueta para postrarse en mi hombro derecho y acariciar mi mejilla con su pequeña cabecita. –Oh, vamos boota hahaah me haces cosquilla.- Decía ante la reacción de mi pequeña mascota, muy especial de hecho, un cerdo topo, lo tengo desde que era niño. Finalmente no soportaría este clima y mi sed, así que entraría a un bar, no me fije ni me importo fijarme el aspecto, solo se que al entrar las miradas apuntaron en mi. ¿Acaso esta gente tiene un radar para detectar forasteros? Suspiraba encogiendo mis hombros, mi semblante estaba tranquilo como mis acciones. –Buenas tardes, sírvame cualquier bebida refrescante que tenga. –Mi mascota comenzaría a acariciar mi mejilla nuevamente. -¡OH! Y también un poco de comida, de lo que sea en pequeños trozos. El pan o una patata serviría, señor.- Terminaría acariciando a mi mascota mientras el hombre de mala gana comenzaría a buscar y preparar todo. Cabe destacar que los agentes de la ley en lugares como estos, no son para nada bien recibidos.
Debo admitir que este lugar representa todo mis disgustos, tanto el clima como la gente. Climas secos y calientes como estos, como los detesto. Comenzaba a mirar por todas partes en la búsqueda de un negocio o bar para refrescarme un poco. Dado al lugar era un desierto, tenia puesta una capa blanca que cubría mi rostro y todo mi cuerpo, por sobre las ropas típicas que suelo llevar. Por donde pasaba a veces sentía comentarios cuando la gente me miraba, supongo que soy “sospechoso” para ello, tal vez es por mi manera correcta de caminar, típica de un oficial. Aunque tampoco es que me este ocultando o algo por el estilo, creo ser capas de manejar cualquier situación en este lugar, aunque los problemas no son de mi agrado, y solo he venido para hacer un informe de estado de la isla.
Mi mascota, boota, salía del interior de mi chaqueta para postrarse en mi hombro derecho y acariciar mi mejilla con su pequeña cabecita. –Oh, vamos boota hahaah me haces cosquilla.- Decía ante la reacción de mi pequeña mascota, muy especial de hecho, un cerdo topo, lo tengo desde que era niño. Finalmente no soportaría este clima y mi sed, así que entraría a un bar, no me fije ni me importo fijarme el aspecto, solo se que al entrar las miradas apuntaron en mi. ¿Acaso esta gente tiene un radar para detectar forasteros? Suspiraba encogiendo mis hombros, mi semblante estaba tranquilo como mis acciones. –Buenas tardes, sírvame cualquier bebida refrescante que tenga. –Mi mascota comenzaría a acariciar mi mejilla nuevamente. -¡OH! Y también un poco de comida, de lo que sea en pequeños trozos. El pan o una patata serviría, señor.- Terminaría acariciando a mi mascota mientras el hombre de mala gana comenzaría a buscar y preparar todo. Cabe destacar que los agentes de la ley en lugares como estos, no son para nada bien recibidos.
InvitadoInvitado
Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
El rey astro se encontraba poco más arriba del "medio cielo" y aún así se sentía un intenso ardor en el aire, mismo que se reflejaba en las infinitas arenas que ocupaban el espacio a los pies del errante vagabundo, sus botas se acomodaban con una sutileza irreal en el blando piso, tanto así que incluso empezó a llamar a la atención de aquellos que gritaban secamente por el calor o la agonía del desierto, mientras el mencionado personaje avanzaba sin tocar nada o a nadie, esquivando cada obstáculo en su trayecto y mostrando una apariencia fresca e inhumana considerando el clima y el estado de la isla, nadie debía ser capaz de permanecer perfectamente compuesto y sin una gota de sudor en su rostro o cuerpo, en especial tomando en cuenta que el puerto más cercano se encontraba a varios kilómetros de distancia.
Tal cual había sido mencionado previamente, sus pasos apenas osaban acariciar los más superficiales granos que componían el "arenero" una evidente rareza pues lo usual era quedar atascado de cuanto en cuanto por lo irregular del terreno. El sujeto eventualmente se detuvo y poso su mirada hacia el cielo, observando el punto inverso al Sol, seguido de esto y liberando un suspiro se volvió suavemente y tan solo con su cabeza para notar como decenas de personas le miraban fijamente, era una anomalía en todos los sentidos y a nadie le gustaba eso pero aún lo desconocido podía superarse o pasarse por alto para obtener un tesoro valioso y era entonces cuando el objeto a la siniestra del caminante entraba en escena, si bien nadie había visto su contenido, tan solo la guarda y el mango poseían un valor excepcional, sumado esto al filo y comerciando todo el paquete, cualquier podría amasar una buena cantidad de dinero a costa de un peculiar extraño. El semblante del portador de dicha espada se mostró inalterado y sereno, sus orbes viajaron a lo largo y ancho de cada persona a su alrededor y sus cavilaciones se centraron en calcular los posibles eventos que acontecerían posteriormente, uno en especial le parecía el más atractivo y la comisura de sus labios se rompió para dar paso a las palabras.
-No sean necios y necias, una espada no es un juguete, sino más bien un instrumento de despedida, el filo es lo ultimo que ven- Ciertamente no le importaba si esas palabras calaban en las mentes de los criminales a su alrededor o no, más sentía que era su responsabilidad pronunciarlas pues si le provocaban, les mataría. No tenía intención alguna de realizar tal acción más, tampoco portaba aquel objeto corto-punzante por diversión. Sin reparar en la respuesta o reacción de quienes se encontraban cerca, el peliblanco giro hacia la derecha y avanzó con cierta prisa hasta un local que prometía ser un bar -No que hiciera ninguna diferencia, si no lo fuese- y por ende, tendría un punto "ciego" para la tormenta de arena que se avecinaba, tras ingresar lo primero en notar fue al extraño que tal cual lo era el, no pertenecía al lugar ni tampoco intentaba hacerlo, un ser fiel a sus principios, quizás un espécimen interesante en aquella isla olvidada.
Tal cual había sido mencionado previamente, sus pasos apenas osaban acariciar los más superficiales granos que componían el "arenero" una evidente rareza pues lo usual era quedar atascado de cuanto en cuanto por lo irregular del terreno. El sujeto eventualmente se detuvo y poso su mirada hacia el cielo, observando el punto inverso al Sol, seguido de esto y liberando un suspiro se volvió suavemente y tan solo con su cabeza para notar como decenas de personas le miraban fijamente, era una anomalía en todos los sentidos y a nadie le gustaba eso pero aún lo desconocido podía superarse o pasarse por alto para obtener un tesoro valioso y era entonces cuando el objeto a la siniestra del caminante entraba en escena, si bien nadie había visto su contenido, tan solo la guarda y el mango poseían un valor excepcional, sumado esto al filo y comerciando todo el paquete, cualquier podría amasar una buena cantidad de dinero a costa de un peculiar extraño. El semblante del portador de dicha espada se mostró inalterado y sereno, sus orbes viajaron a lo largo y ancho de cada persona a su alrededor y sus cavilaciones se centraron en calcular los posibles eventos que acontecerían posteriormente, uno en especial le parecía el más atractivo y la comisura de sus labios se rompió para dar paso a las palabras.
-No sean necios y necias, una espada no es un juguete, sino más bien un instrumento de despedida, el filo es lo ultimo que ven- Ciertamente no le importaba si esas palabras calaban en las mentes de los criminales a su alrededor o no, más sentía que era su responsabilidad pronunciarlas pues si le provocaban, les mataría. No tenía intención alguna de realizar tal acción más, tampoco portaba aquel objeto corto-punzante por diversión. Sin reparar en la respuesta o reacción de quienes se encontraban cerca, el peliblanco giro hacia la derecha y avanzó con cierta prisa hasta un local que prometía ser un bar -No que hiciera ninguna diferencia, si no lo fuese- y por ende, tendría un punto "ciego" para la tormenta de arena que se avecinaba, tras ingresar lo primero en notar fue al extraño que tal cual lo era el, no pertenecía al lugar ni tampoco intentaba hacerlo, un ser fiel a sus principios, quizás un espécimen interesante en aquella isla olvidada.
InvitadoInvitado
Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
La Isla de Sandy no era el mejor lugar para estar, de hecho, la pirata lo repudiaba, las calles llenas de arena y la gente cubriéndose más de lo necesario con todo aquel calor, era algo que no le gustaba, pero, por más que no lo tolerara, debía pasar por allí, pues podía comprar cosas más baratas de lo usual, además, a veces le daban un buen descuento involuntario. La muchacha se encontraba vagando por las calles arenosas y calientes con aquel pantalón que solo le cubría una pierna entera, aquella camisa blanca arremangada casi de lado derecho de la espalda y su espada colgando de su cintura. El viento caliente de medio día le pegaba en todo el cuerpo y la arena le molestaba hasta lo más recóndito “Maldición… sería mejor estar en una playa ahora mismo…” pensó simplemente mientras que chasqueaba un poco la lengua.
Mientras caminaba, un hombre se le acercó tomándola de la cintura y obligandola a mirarlo a los ojos. El tipo en cuestión no estaba mal, pero su repulsiva manera de apretujarla al primer roce la sacó de quicio. —Entonces... ¿cómo resolveremos este problema? — dijo mientras que lo miraba a los ojos fríamente pero con una sonrisa picarona en los labios. La mujer no se molestó en desenvainar su espada, como era mucho más baja que este, simplemente arremetió contra sus partes bajas en una patada, el hombre se quedó sin respiración mientras que lentamente le quitaba las manos de encima y se arrodillaba en el piso con ellas cubriendo la parte golpeada —No trates a las mujeres tan a la ligera chico… merecemos algo de respeto… — le dijo mientras que se agachaba para darle dos pequeñas palmadas fuertes en una de las mejillas.
En la cara de la mujer se reflejaba una sonrisa cínica llena de diversión que hicieron que varias personas se apartaran de allí cuando se puso en marcha nuevamente.
Un paso tras otro, con las manos metidas en las bolsas del pantalón y una mirada fría en el rostro que expresaba muchísima irritación, no era el mejor de todos sus días por supuesto, pero deseaba salir de allí inmediatamente en cuanto hubiera conseguido lo que había ido a buscar.
Sin embargo, mientras caminaba vio un bar en una esquina de la calle, en su entrada ponía la leyenda de “El cuervo blanco”, la pirata no dudó mucho en entrar, tenía sed y pensó en ese momento que no le caería mal una bebida antes de continuar la búsqueda del mejor mercado ilegal que pudiera encontrar. Al entrar allí, simplemente no se fijó en nada a su alrededor, ni en que el bar estaba medio lleno, ni en que el hombre que atendía la barra era gordo, ni la mesera con demasiada voluptuosidad siendo víctima de acoso sexual cada vez que pasaba entre las mesas llenas de barbaros, aunque los chiflidos y piropos no fuera muy frecuentes.
En nada de eso presto atención, ni siquiera en los dos hombres que parecían no encajar allí, ella solamente tomó asiento al pie de la barra mientras que acomodaba su espada para que quedara colgando de su cinturón sin estovar y dio dos golpes pequeños en la madera de caoba donde se servían las bebidas —Deme una cerveza… — dijo simplemente mientras que el hombre gordo entregaba varios platillos a uno de los dos hombres peculiares y con un resoplido, le tomaba la orden a ella.
La mujer no tuvo que esperar mucho por su vaso con cerveza, pues el hombre solo tomó uno de los vasos limpios de la estantería y poniéndolo debajo de la perilla del barril, dejó caer el refrescante líquido y desde donde estaba hizo deslizar el vaso de cerveza hasta la mano de May, quien no tardó en llevárselo a los labios para empezar a dejar caer el refrescante líquido.
InvitadoInvitado
Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
Sin importar las miradas y los comentarios, me mantenía calmo y sonriente sentado en un banquillo en la barra. –Come bien Boota, el viaje será largo.- Decía mientras le daba rodajas de pan al pequeño Boota, los cuales fueron dados de mala gana por el barman, bueno, ya uno con el tiempo se acostumbra a ser mal visto, en especial sirviendo para la marina. -¿Y mi bebida?- Preguntaba con confusión para que el hombre comenzara a llenar un tarro de cerveza. –Aquí solo se sirve alcohol, no más ni menos.- Dijo dejando el tarro cerca de mí, yo moví el tarro hacia un lado para que quedara claro que no tenía interés en consumir alcohol. –Me temo que las bebidas alcohólicas no son lo mío, señor.- Decía de manera tranquila y despreocupada, me enfoque más en darle de comer a mi mascota que a la mirada de perro rabioso que me colocaba el hombre. Vaya, que delicados..
-¿Por qué no la pruebas al menos? ¿Acaso es mucho para ti niño bonito?- Dijo un hombre alto con cicatrices en el ojo, cabello negro, camisa manchada y desabotonada, mostrando un pecho esbelto. El hombre caminaba de manera engreída hasta pararse detrás de mí, sostenía un tarro de cerveza al cual constantemente le daba sorbos. –Ese es el problema de los niñitos ricos como tu, “todo tiene que ser especial”- Criticaba el hombre mientras daba un trago a su tarro, yo simplemente seguía dándole de comer a Boota.
Me mantenía en silencio manteniendo esa sonrisa radiante como si todo estuviera bien, por otra parte tanto el borracho como su público no compartían ese sentimiento. –¿Eres muy importante eh?- Dijo en un tono muy despectivo, tenerlo detrás de mi no me daba buena espina. Mi cuerpo comenzó a endurecerse de manera extrema, claro, nadie lo notaria más que yo y pues… Es una extraña habilidad la que he aprendido hace poco, el haki, algo que trata del poder de la voluntad y dominarla a tal punto para poder hacer varias cosas. -¿Respóndeme niño bonito?- Decía el hombre de manera mas directa y enojada. La dureza extrema de mi cuerpo se mantenía, aunque nadie lo notaria, solo yo. –Por favor señor, vuelva a su lugar, no haga una escena.- Dije con calma, tomaría al pequeño Boota y pondría sobre mis piernas. –¿Calma? ¡Aquí tienes tu calma!- El hombre elevaría su mano con el tarro y bajaría con fuerza para partírmelo en la cabeza. El resultado dejo impresionados a todos, pues se podía ver trozos de vidrio por todas partes, pero mi cabeza parecía estar intacta, además que ni titubee al recibir el impacto, amo esta habilidad.
Con mi diestra comenzaba a retirar los trozos de vidrios de mi cabello, el borracho tanto el barman estaban boquiabiertos. Procedí a ponerme de pie de manera tranquila. –Sa-Sabes que… Olvidalo, tranquilo…- Decía tembluriento y asustado el tipo. Yo simplemente mire con amabilidad y sonriente al barman.-¿No tiene un poco de Te, jugo o leche?- Dije con una sonrisa al final, el hombre sin pensarlo traería un vaso con jugo de naranja, incluso me dejaría la jarra. –Oh muchas gracias!- Boota terminaría subiendo hasta quedarse en mi hombro derecho, tomaría la jarra y el vaso, y me movería de sitio sentándome en un lugar retirado en una de las esquinas, es mejor, no quiero más molestias. Los murmullos y comentarios como era obvio se harían presente, poco a poco la dureza producida por aquella técnica extraña, comenzaría a mermarse lentamente.
-¿Por qué no la pruebas al menos? ¿Acaso es mucho para ti niño bonito?- Dijo un hombre alto con cicatrices en el ojo, cabello negro, camisa manchada y desabotonada, mostrando un pecho esbelto. El hombre caminaba de manera engreída hasta pararse detrás de mí, sostenía un tarro de cerveza al cual constantemente le daba sorbos. –Ese es el problema de los niñitos ricos como tu, “todo tiene que ser especial”- Criticaba el hombre mientras daba un trago a su tarro, yo simplemente seguía dándole de comer a Boota.
Me mantenía en silencio manteniendo esa sonrisa radiante como si todo estuviera bien, por otra parte tanto el borracho como su público no compartían ese sentimiento. –¿Eres muy importante eh?- Dijo en un tono muy despectivo, tenerlo detrás de mi no me daba buena espina. Mi cuerpo comenzó a endurecerse de manera extrema, claro, nadie lo notaria más que yo y pues… Es una extraña habilidad la que he aprendido hace poco, el haki, algo que trata del poder de la voluntad y dominarla a tal punto para poder hacer varias cosas. -¿Respóndeme niño bonito?- Decía el hombre de manera mas directa y enojada. La dureza extrema de mi cuerpo se mantenía, aunque nadie lo notaria, solo yo. –Por favor señor, vuelva a su lugar, no haga una escena.- Dije con calma, tomaría al pequeño Boota y pondría sobre mis piernas. –¿Calma? ¡Aquí tienes tu calma!- El hombre elevaría su mano con el tarro y bajaría con fuerza para partírmelo en la cabeza. El resultado dejo impresionados a todos, pues se podía ver trozos de vidrio por todas partes, pero mi cabeza parecía estar intacta, además que ni titubee al recibir el impacto, amo esta habilidad.
Con mi diestra comenzaba a retirar los trozos de vidrios de mi cabello, el borracho tanto el barman estaban boquiabiertos. Procedí a ponerme de pie de manera tranquila. –Sa-Sabes que… Olvidalo, tranquilo…- Decía tembluriento y asustado el tipo. Yo simplemente mire con amabilidad y sonriente al barman.-¿No tiene un poco de Te, jugo o leche?- Dije con una sonrisa al final, el hombre sin pensarlo traería un vaso con jugo de naranja, incluso me dejaría la jarra. –Oh muchas gracias!- Boota terminaría subiendo hasta quedarse en mi hombro derecho, tomaría la jarra y el vaso, y me movería de sitio sentándome en un lugar retirado en una de las esquinas, es mejor, no quiero más molestias. Los murmullos y comentarios como era obvio se harían presente, poco a poco la dureza producida por aquella técnica extraña, comenzaría a mermarse lentamente.
InvitadoInvitado
Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
Los minutos transcurrieron con premura dentro de aquel bar, los sujetos continuaban divirtiéndose, vociferando cosas imposibles de comprender, entonando canciones, lanzando miradas furtivas, básicamente lo que cualquiera realizaría bajo los efectos de las drogas y en especial en un lugar de “recreación” como lo era el actual. Por su parte, tanto el individuo de interés como el mismo peliblanco, emanaban desde sus seres una clase de silencio que parecía molestar a los demás, más la apariencia poco convencional más “relativamente normal” del espadachín le compro algo de tiempo dado que las miradas y los esfuerzos fueron centrados hacía el joven de la barra, quien aparentemente pretendía alimentar a su mascota y re-hidratarse. Varios individuos se levantaron de sus asientos, uno mostraba un instinto o furia más evidente que los demás, todos devengaban una clara misión, acosar al peli-azul. Si bien no le parecía justo ni decente, no era quien para entrometerme en los negocios ajenos, volvió su rostro hacia la puerta pero con la idea de divisar el ambiente fuera del establecimiento, más por su posición y el ángulo disponible de su visión, le era imposible y tendría que moverse, más al hacerlo podría perder la oportunidad de disfrutar de la “zona segura” de modo que no se preocuparía más y simplemente aguardaría por el paso de la tormenta. Sus parpados se cerraban para luego abrirse nuevamente en el simple y efímero acto de pestañear más tan solo en aquel instante, cuando todo se torno negro y mientras la luz invadía los iris azulados de nuestro protagonista, una silueta se formaba frente a él, una que continuaba avanzando y con la misma, su cabeza iba girándose, siguiéndola, intentando descifrarla y percibir a cabalidad el significado de la misma, se trataba de una mujer acompañada de una espada y si bien cualquiera puede andar con un sable en mano o enganchado en su cintura, se trataba del andar, como sus pies se colocaban uno frente al otro, como su cadera se movía de una forma que para el ojo inexperto parecería excesivamente sensual más para el ojo entrenado era evidentemente a raíz de cierto conocimiento sino inclusive especialidad en la esgrima -Dos puntos no excluyentes entre sí- cuando finalmente la imagen de la chica se vio completa en la mente de Sinclair, el sonido característico del local volvía a sentirse, un silencio había acompañado, dirigido y orquestado la llegada de la fémina y una sonrisa se había involuntariamente formado en los labios del peliblanco.
El resto de los hombres e incluso algunas de las mujeres, sino todas, empezaron a observar a la tercera extraña, la misma parecía haberlos ignorado a todos -Algo que Henry sabía no era cierto, si bien no se hubo detenido a visualizar el rostro de cada quien, su percepción del espacio que le rodeaba no era una broma, el modo en que acomodo su espada era más que suficiente prueba- y esto ciertamente no les había hecho gracia más considerando que pronto pasaría de nuevo aquella voluptuosa camarera y que todos empezarían a manosearla una y otra vez, mientras volvía a tomar sus ordenes, no le hicieron caso a la peli-purpura, eso era favorable en cierto grado para nuestro protagonista pues el mismo deseaba centrarse en los dos objetos de su atención sin preocupaciones, y considerando que el joven parecía encontrarse a inicios de un aprieto, observaría más a la chica para pasar el tiempo y discernir un poco más de lo que le había llamado a la atención de la misma. En primer orden, estaba su tez pálida, similar a la propia seguido de sus orbes lila que brindaban cierto aire en su mirada, aun ausente como se encontraba en aquellos momentos, aun entonces poseían un llamado que invitaba a más. Siguiendo las líneas exteriores de sus mejillas y descendiendo por el cuello que presentaba la misma o quizás incluso más palidez que el rostro, dos opciones se mostraban para el oji-azul y este decidió ir por la espalda debido a que algo en sus memorias le hubo interesado y al hacerlo, noto como la blusa blanca se hallaba arenosa y polvorienta, algo usual considerando el lugar y el trayecto a recorrer, tal realización le brindo un nuevo parámetro, aquella chica había recorrido varios kilómetros desde el puerto para arribar a ese bar, y mientras todos los presentes e incluso aquellos en el exterior optaban por cubrirse en exceso, la joven iría por lo inverso, y acomodaría sus prendas para brindarle más libertad y frescura, en situaciones normales funcionaría sin problemas, más en aquella tierra infernal solo sería un vano accionar y la prueba yacía entre muchas otras, en las gemelas gotas de sudor que se deslizaban por las líneas centrales de su espalda, la mirada no solo del peliblanco sino de varios otros individuos -Estos últimos tan distraídos que incluso vertieron cerveza sobre sus propios cuerpos- seguía a las mismas para conocer el lugar final de su reposo, para el resto sería una decepción notar cómo eran absorbidas por unos granos singulares de arena que se habrían adherido al cuerpo descubierto de la peli-purpura.
Otro punto de interés, el pirata aun no llegaba al medio cuerpo de aquella mujer y su garganta se sentía pesada para tragar, como era posible que alguien pudiese despertar tanta curiosidad e interés en su ser, no había sentido algo así desde sus tiempos en Impel Down cuando soñaba con el mundo a las afueras de la prisión, en aquel instante mientras todos los demás volteaban sus miradas y se centraban nuevamente en sus asuntos o se dedicaban a ver como el peli-azul reaccionaba a las amenazas que le eran enviadas por parte del sujeto con gran presencia pero tendencia suicida, durante esto, los parpados del peliblanco cesaron de funcionar y su mirada se dedico a continuar su recorrido, se había quedado en los granos de arena que sutil pero majestuosamente habían absorbido el sudor, otras gotas se formaban y descendían a su propio ritmo para sufrir el mismo destino, no necesitaba verlo de nuevo, ahora se interesaba en la arena, en como cubría suficientemente algo en el lado izquierdo de la espalda baja como para no ser reconocible más no tanto como para obviar que algo existía allí. Quizás en alguna posterior conversación podría descifrar de que se trataba, atento a esta zona rápidamente se desvió a la cintura, bien definida y perfectamente balanceada, un rápido vistazo a toda la zona superior de la chica evidenciaba su magnífica figura, tanto en el ámbito de la práctica de la esgrima como en el arte de la seducción y la femineidad, más los muchos solo buscaban lo sexual, este pensamiento lo llevo nuevamente a la realidad y a ver cómo era acosada la camarera, las manos que cruzaban por todas las zonas de su cuerpo y como el gordo que atendía el local, solo sonreía y se relamía los labios al ver a la misma ser perpetrada, como si disfrutara ver aquella escena y le brindara placer, incluso las comisuras de su boca se encontraban húmedas -Baba- pensó el oji-azul antes de retornar a sus asuntos, la samurái bebía cerveza pues eso era lo que había pedido más su sed era mayor a lo que esta podía controlar, Henry conocía la verdad sobre la sed, si bien era un aspecto fisiológico también era un aspecto sumamente psicológico, por ello la peli-purpura trataba de beber más de lo que su boca podía soportar y el elixir se deslizaba por las comisuras de sus labios, el más lejano destino eran las gotas y leves chorros que bañaban sutil pero constantemente su pierna izquierda, la cual se encontraba descubierta a falta de gran parte del pantalón, un aspecto que ciertamente era por comodidad o moda más que por la ocasión de visitar aquel lugar. Del mismo modo, su pierna derecha era afectada por el mismo suceso y su prenda inferior se mostraba ligeramente manchada a raíz de esto, quizás por ser hombre, quizás por continuar curioso, tal vez como reflejo o posiblemente a raíz del comentario de uno de los tipos de la barra, uno que se encontraba a la izquierda de la mujer en el lateral izquierdo por la esquina de la barra, cuando esta se tornaba en “L” aunque en realidad era una especie de “U” pues el lado derecho poseía ese mismo ángulo. No había realmente una respuesta al motivo o razón por el cual Sinclair siguió el chorro hasta su origen, pero al hacerlo, se percato que en la desesperación por hidratarse, la joven vertía incluso parte del liquido sobre su pecho, más específicamente sobre sus senos y con la cantidad de cerveza que había en la jarra la mancha empezaba a cobrar tamaño, aunque ciertamente estaba a punto de terminarse y la diversión acabaría para los “mirones”.
Un ruido característico para nuestro protagonista le aviso no solo de que el tiempo se había terminado sino también de que la tormenta había roto y se dirigía hacia la parte “habitable” del lugar, dígase, donde se encontraban y otros establecimientos más. La idea de encontrar un sitio techado era evitar la molestia de la tormenta, y nuevamente el dilema invadía la mente de Henry, se había interesado en la joven y en el peli-azul, sin embargo, este ultimo tras una distintiva y peculiar forma de demostrar su superioridad, obtuvo la “seguridad” de su soledad y se movió hacia una de las esquinas, posiblemente el único otro lugar donde no se sufrirían los efectos del arenal que se avecinaba, la chica de la barra en cambio continuaba con un rostro de pocos amigos y difícilmente escucharía a un extraño hablar, más aún si este le decía que necesitaba “ir con él a una esquina del bar” habían cosas que simplemente, sin importar la intención, no era posible articularlas pues no existía forma de argumentar adecuadamente el propósito de las palabras. En este caso, podía dejarla sufrir la tormenta o podía brindarle una oportunidad de no caer más bajo de lo que los otros clientes la tenían, aun si esta no les prestaba caso a los mismos, el problema era que el tiempo comprado para el peliblanco por parte del extraño, ya se había terminado y considerando que nadie se atrevería a meterse con él, la atención ahora había sido desviada al samurái y al tesoro que cargaba en su siniestra, tal cual había acontecido afuera, el aparente valor de la espada, de su guarda y demás, llamaba a la atención de todos. Tras un suspiro, empezó a caminar hacia la fémina de la barra, lo ideal sería resolver ambas cosas en un solo instante, así que mientras sus pasos le acercaban más a su destino noto como la ultima jarra limpia del bar era llenada para que la camarera la sirviera en una mesa, el sujeto gritaba algunas cosas y se regodeaba no solo en los insultos y piropos que enviaba al aire sino también en las cosas que le haría a la sirvienta, nuestro protagonista tomo eso como una señal para aprovechar el momento y mientras la chica avanzaba con la jarra, este arrebato la misma de su bandeja al atravesar la saya de su espada por el mango del vaso y elevarlo, inmediatamente lo dejo “caer” con sutileza junto a la chica de la barra y con un sutil empuje se lo ofreció a esta por si deseaba un “segundo trago”. La acción en si no era mucho, más hizo enojar al sujeto que ya no recibiría su bebida empero mientras este se elevaba de su asiento para hablar o quizás dirigirse a un enfrentamiento con el espadachín, el sonido de las afueras del bar convencía a Henry de que la tormenta se encontraba sobre ellos, en un rápido y fluido movimiento removió la gabardina de su cuerpo y la echo sobre la espalda y el cuerpo de la fémina a su lado, dada la diferencia de tamaño entre ambos, la prenda la cubría completa y sobraba incluso espacio. -Cubre tus ojos y tu rostro- musitó mientras cerraba los propios y sostenía el mango de su espada, segundos más tarde la tormenta atravesó las puertas de las instalaciones y lleno todo de arena, incluyendo los cuerpos de los presentes y el suelo, tomaría un periodo corto de tiempo para el evento detenerse, el peli-azul se encontraba apenas a unos centímetros del límite de efecto, la arena llegaría a el más no sufriría como el resto mientras que la chica, su suerte dependía de si había aceptado o no, el regalo y oferta de Sinclair, por su lado este ultimo yacía tranquilo de espaldas a la barra con sus orbes protegidos por sus parpados a la espera del final del evento, si podía ver podría luchar, y había conocido situaciones peores que la actual, solo requería de su sentido de la vista para lidiar con el problema.
El resto de los hombres e incluso algunas de las mujeres, sino todas, empezaron a observar a la tercera extraña, la misma parecía haberlos ignorado a todos -Algo que Henry sabía no era cierto, si bien no se hubo detenido a visualizar el rostro de cada quien, su percepción del espacio que le rodeaba no era una broma, el modo en que acomodo su espada era más que suficiente prueba- y esto ciertamente no les había hecho gracia más considerando que pronto pasaría de nuevo aquella voluptuosa camarera y que todos empezarían a manosearla una y otra vez, mientras volvía a tomar sus ordenes, no le hicieron caso a la peli-purpura, eso era favorable en cierto grado para nuestro protagonista pues el mismo deseaba centrarse en los dos objetos de su atención sin preocupaciones, y considerando que el joven parecía encontrarse a inicios de un aprieto, observaría más a la chica para pasar el tiempo y discernir un poco más de lo que le había llamado a la atención de la misma. En primer orden, estaba su tez pálida, similar a la propia seguido de sus orbes lila que brindaban cierto aire en su mirada, aun ausente como se encontraba en aquellos momentos, aun entonces poseían un llamado que invitaba a más. Siguiendo las líneas exteriores de sus mejillas y descendiendo por el cuello que presentaba la misma o quizás incluso más palidez que el rostro, dos opciones se mostraban para el oji-azul y este decidió ir por la espalda debido a que algo en sus memorias le hubo interesado y al hacerlo, noto como la blusa blanca se hallaba arenosa y polvorienta, algo usual considerando el lugar y el trayecto a recorrer, tal realización le brindo un nuevo parámetro, aquella chica había recorrido varios kilómetros desde el puerto para arribar a ese bar, y mientras todos los presentes e incluso aquellos en el exterior optaban por cubrirse en exceso, la joven iría por lo inverso, y acomodaría sus prendas para brindarle más libertad y frescura, en situaciones normales funcionaría sin problemas, más en aquella tierra infernal solo sería un vano accionar y la prueba yacía entre muchas otras, en las gemelas gotas de sudor que se deslizaban por las líneas centrales de su espalda, la mirada no solo del peliblanco sino de varios otros individuos -Estos últimos tan distraídos que incluso vertieron cerveza sobre sus propios cuerpos- seguía a las mismas para conocer el lugar final de su reposo, para el resto sería una decepción notar cómo eran absorbidas por unos granos singulares de arena que se habrían adherido al cuerpo descubierto de la peli-purpura.
Otro punto de interés, el pirata aun no llegaba al medio cuerpo de aquella mujer y su garganta se sentía pesada para tragar, como era posible que alguien pudiese despertar tanta curiosidad e interés en su ser, no había sentido algo así desde sus tiempos en Impel Down cuando soñaba con el mundo a las afueras de la prisión, en aquel instante mientras todos los demás volteaban sus miradas y se centraban nuevamente en sus asuntos o se dedicaban a ver como el peli-azul reaccionaba a las amenazas que le eran enviadas por parte del sujeto con gran presencia pero tendencia suicida, durante esto, los parpados del peliblanco cesaron de funcionar y su mirada se dedico a continuar su recorrido, se había quedado en los granos de arena que sutil pero majestuosamente habían absorbido el sudor, otras gotas se formaban y descendían a su propio ritmo para sufrir el mismo destino, no necesitaba verlo de nuevo, ahora se interesaba en la arena, en como cubría suficientemente algo en el lado izquierdo de la espalda baja como para no ser reconocible más no tanto como para obviar que algo existía allí. Quizás en alguna posterior conversación podría descifrar de que se trataba, atento a esta zona rápidamente se desvió a la cintura, bien definida y perfectamente balanceada, un rápido vistazo a toda la zona superior de la chica evidenciaba su magnífica figura, tanto en el ámbito de la práctica de la esgrima como en el arte de la seducción y la femineidad, más los muchos solo buscaban lo sexual, este pensamiento lo llevo nuevamente a la realidad y a ver cómo era acosada la camarera, las manos que cruzaban por todas las zonas de su cuerpo y como el gordo que atendía el local, solo sonreía y se relamía los labios al ver a la misma ser perpetrada, como si disfrutara ver aquella escena y le brindara placer, incluso las comisuras de su boca se encontraban húmedas -Baba- pensó el oji-azul antes de retornar a sus asuntos, la samurái bebía cerveza pues eso era lo que había pedido más su sed era mayor a lo que esta podía controlar, Henry conocía la verdad sobre la sed, si bien era un aspecto fisiológico también era un aspecto sumamente psicológico, por ello la peli-purpura trataba de beber más de lo que su boca podía soportar y el elixir se deslizaba por las comisuras de sus labios, el más lejano destino eran las gotas y leves chorros que bañaban sutil pero constantemente su pierna izquierda, la cual se encontraba descubierta a falta de gran parte del pantalón, un aspecto que ciertamente era por comodidad o moda más que por la ocasión de visitar aquel lugar. Del mismo modo, su pierna derecha era afectada por el mismo suceso y su prenda inferior se mostraba ligeramente manchada a raíz de esto, quizás por ser hombre, quizás por continuar curioso, tal vez como reflejo o posiblemente a raíz del comentario de uno de los tipos de la barra, uno que se encontraba a la izquierda de la mujer en el lateral izquierdo por la esquina de la barra, cuando esta se tornaba en “L” aunque en realidad era una especie de “U” pues el lado derecho poseía ese mismo ángulo. No había realmente una respuesta al motivo o razón por el cual Sinclair siguió el chorro hasta su origen, pero al hacerlo, se percato que en la desesperación por hidratarse, la joven vertía incluso parte del liquido sobre su pecho, más específicamente sobre sus senos y con la cantidad de cerveza que había en la jarra la mancha empezaba a cobrar tamaño, aunque ciertamente estaba a punto de terminarse y la diversión acabaría para los “mirones”.
Un ruido característico para nuestro protagonista le aviso no solo de que el tiempo se había terminado sino también de que la tormenta había roto y se dirigía hacia la parte “habitable” del lugar, dígase, donde se encontraban y otros establecimientos más. La idea de encontrar un sitio techado era evitar la molestia de la tormenta, y nuevamente el dilema invadía la mente de Henry, se había interesado en la joven y en el peli-azul, sin embargo, este ultimo tras una distintiva y peculiar forma de demostrar su superioridad, obtuvo la “seguridad” de su soledad y se movió hacia una de las esquinas, posiblemente el único otro lugar donde no se sufrirían los efectos del arenal que se avecinaba, la chica de la barra en cambio continuaba con un rostro de pocos amigos y difícilmente escucharía a un extraño hablar, más aún si este le decía que necesitaba “ir con él a una esquina del bar” habían cosas que simplemente, sin importar la intención, no era posible articularlas pues no existía forma de argumentar adecuadamente el propósito de las palabras. En este caso, podía dejarla sufrir la tormenta o podía brindarle una oportunidad de no caer más bajo de lo que los otros clientes la tenían, aun si esta no les prestaba caso a los mismos, el problema era que el tiempo comprado para el peliblanco por parte del extraño, ya se había terminado y considerando que nadie se atrevería a meterse con él, la atención ahora había sido desviada al samurái y al tesoro que cargaba en su siniestra, tal cual había acontecido afuera, el aparente valor de la espada, de su guarda y demás, llamaba a la atención de todos. Tras un suspiro, empezó a caminar hacia la fémina de la barra, lo ideal sería resolver ambas cosas en un solo instante, así que mientras sus pasos le acercaban más a su destino noto como la ultima jarra limpia del bar era llenada para que la camarera la sirviera en una mesa, el sujeto gritaba algunas cosas y se regodeaba no solo en los insultos y piropos que enviaba al aire sino también en las cosas que le haría a la sirvienta, nuestro protagonista tomo eso como una señal para aprovechar el momento y mientras la chica avanzaba con la jarra, este arrebato la misma de su bandeja al atravesar la saya de su espada por el mango del vaso y elevarlo, inmediatamente lo dejo “caer” con sutileza junto a la chica de la barra y con un sutil empuje se lo ofreció a esta por si deseaba un “segundo trago”. La acción en si no era mucho, más hizo enojar al sujeto que ya no recibiría su bebida empero mientras este se elevaba de su asiento para hablar o quizás dirigirse a un enfrentamiento con el espadachín, el sonido de las afueras del bar convencía a Henry de que la tormenta se encontraba sobre ellos, en un rápido y fluido movimiento removió la gabardina de su cuerpo y la echo sobre la espalda y el cuerpo de la fémina a su lado, dada la diferencia de tamaño entre ambos, la prenda la cubría completa y sobraba incluso espacio. -Cubre tus ojos y tu rostro- musitó mientras cerraba los propios y sostenía el mango de su espada, segundos más tarde la tormenta atravesó las puertas de las instalaciones y lleno todo de arena, incluyendo los cuerpos de los presentes y el suelo, tomaría un periodo corto de tiempo para el evento detenerse, el peli-azul se encontraba apenas a unos centímetros del límite de efecto, la arena llegaría a el más no sufriría como el resto mientras que la chica, su suerte dependía de si había aceptado o no, el regalo y oferta de Sinclair, por su lado este ultimo yacía tranquilo de espaldas a la barra con sus orbes protegidos por sus parpados a la espera del final del evento, si podía ver podría luchar, y había conocido situaciones peores que la actual, solo requería de su sentido de la vista para lidiar con el problema.
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Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
Su cuerpo se encontraba lleno de arena, su tatuaje incluso era cubierto por buena parte de aquello mezclado con un sudor que no era bueno para ella y que empezaba a irritarla de manera muy peculiar, ya que al entrar su boca en contacto con aquel manjar como lo era la cerveza, el sabor más lo frío de la misma la relajaba, haciendo que olvidara por completo el hecho de estar cubierta de arena mezclada con su propio sudor, de su frente escurrían unas cuantas gotas que bajaban por su garganta hasta ir a su pecho y ser limitadas por la barrera de tela que solo le cubría a la chica el pecho y poco más abajo “Ha sido mala idea venir de este modo, solo por querer ahorrar dinero en ropa…” pensó mientras que daba los últimos tragos y ponía casi con elegancia el vaso sobre la mesa de caoba.
Afuera parecía todo silencioso y con las ventanas abiertas y las puertas de igual modo se podía ver que el cielo estaba tan despejado como pasar un verano en altamar, con el ancla echada y una silla en cubierta, bebiendo licor dulce y durmiendo sin temor a nada aunque fuera por el momento, ya que sus planes aún no estaban del todo completos “Ni siquiera han empezado…” pensó mientras que limpiaba la comisura de sus labios con el dedo gordo de su mano derecha.
Afuera parecía todo silencioso y con las ventanas abiertas y las puertas de igual modo se podía ver que el cielo estaba tan despejado como pasar un verano en altamar, con el ancla echada y una silla en cubierta, bebiendo licor dulce y durmiendo sin temor a nada aunque fuera por el momento, ya que sus planes aún no estaban del todo completos “Ni siquiera han empezado…” pensó mientras que limpiaba la comisura de sus labios con el dedo gordo de su mano derecha.
Un punto malo de May, era el hecho de ser indiferente a la situación de su alrededor cuando con ella no tenían nada que ver con ellos. Aunque después de haber terminado su vaso de cerveza, no pudo evitar fijarse en el pleito que había a un lado de ella, un muchacho de cabellos azules con una mascota un tanto peculiar estaba teniendo “un encuentro” claro con uno de los borrachos de la cantina-bar, sin embargo, el único que en realidad estaba buscando el pleito era el borracho, quien como de costumbre en poblados como aquellos, era una boca floja y desaliñado.
May en realidad no hizo mucho caso a todo aquello, tampoco quedó impresionada por el hecho de que aquel muchacho quedara ileso tras aquel gran golpe, hombres así había muchos, resistencia innata, tal vez alguna u otra habilidad, como fuera que fuese, ella solo le prestaba atención a la mascota que salía, colocándose en el hombro del chico cuando todo hubo terminado.
“Qué lindo…” pensaba, estaba bien que fuera una pirata y que aspirara a convertirse en alguien reconocido y temido, aunque esas solo eran la mitad de sus planes, pero dejando de lado eso, también era una mujer y no una cualquiera, descendía de una cuna decente donde le enseñaron a admirar el arte y lo salvaje a la vez, además, como la mayoría de las mujeres, tenía una gran afición a las cosas tiernas y pequeñas…
Cuando el muchacho se ganó la admiración de todos allí, solo se escondió en la zona trasera de la taberna para comer con tranquilidad, cosa que era sabia, pues lo que eran las posiciones medias y delanteras de aquella cantina, iban en decadencia y desorden siempre. La pirata no podía hilar como es que una persona podía ser tan escandalosa y presumir algo que no tenía, le molestaba ese hecho, aunque no fuera de su incumbencia, al igual que ver a aquella camarera siendo violentada por su físico o el escozor que sentía en la nuca, como si pudiera decir que alguien la veía fijamente, pero a pesar de eso, decidió soportarlo, no era la primera vez que le pasaba y según ella, tampoco la última.
“Si no te hubieras colado en mi barco ese día, hoy estarías nadando entre niños ricos ¿y tú no soportas eso, ¿verdad?” recordó las palabras de aquel pirata que no veía hacía ya cinco años y quien la había provocado a ser como era en ese mismo instante, instante que se vio turbado por algo que no previo.
Con la punta de lo que parecía ser una espada, alguien le acercó una segunda cerveza, pero eso no fue lo único que hizo, pues también le puso por encima de sus hombros lo que parecía ser una gabardina que al estar a esa altura tocaba el piso “¿Un abrazo?” pensó alarmada por el peso de aquello sobre sus hombros, aunque luego se dio cuenta de que no era así. Por dentro se sentía caliente y olía de una manera un poco extraña, no era sudor, pues no olía mal… era… olor a hombre…
Si no fuera porque la pirata tenía una extraña obsesión con el sexo opuesto, hubiera tirado aquella cosa a los suelos e ignorado completamente a aquel tipo, pero en ese momento, algo azotó contra el lugar, una ventisca de arena entro por las ventanas y puestas, provocando que la camarera gritara y corriera a cerrar todas las ventanas del local al mismo tiempo que el barman y algunos otros hombres, May se resignó a solo suspirar y tomar la cerveza para que no le cayera arena encima al momento en el que se volteó para ver qué era lo que pasaba, quien le había dado aquello y que intenciones tenía. Pero estaba de más decir que quien fuera que fuese el que le hubiera dado la gabardina aquella no era más que un caballero de los que ya no habían…
May en realidad no hizo mucho caso a todo aquello, tampoco quedó impresionada por el hecho de que aquel muchacho quedara ileso tras aquel gran golpe, hombres así había muchos, resistencia innata, tal vez alguna u otra habilidad, como fuera que fuese, ella solo le prestaba atención a la mascota que salía, colocándose en el hombro del chico cuando todo hubo terminado.
“Qué lindo…” pensaba, estaba bien que fuera una pirata y que aspirara a convertirse en alguien reconocido y temido, aunque esas solo eran la mitad de sus planes, pero dejando de lado eso, también era una mujer y no una cualquiera, descendía de una cuna decente donde le enseñaron a admirar el arte y lo salvaje a la vez, además, como la mayoría de las mujeres, tenía una gran afición a las cosas tiernas y pequeñas…
Cuando el muchacho se ganó la admiración de todos allí, solo se escondió en la zona trasera de la taberna para comer con tranquilidad, cosa que era sabia, pues lo que eran las posiciones medias y delanteras de aquella cantina, iban en decadencia y desorden siempre. La pirata no podía hilar como es que una persona podía ser tan escandalosa y presumir algo que no tenía, le molestaba ese hecho, aunque no fuera de su incumbencia, al igual que ver a aquella camarera siendo violentada por su físico o el escozor que sentía en la nuca, como si pudiera decir que alguien la veía fijamente, pero a pesar de eso, decidió soportarlo, no era la primera vez que le pasaba y según ella, tampoco la última.
“Si no te hubieras colado en mi barco ese día, hoy estarías nadando entre niños ricos ¿y tú no soportas eso, ¿verdad?” recordó las palabras de aquel pirata que no veía hacía ya cinco años y quien la había provocado a ser como era en ese mismo instante, instante que se vio turbado por algo que no previo.
Con la punta de lo que parecía ser una espada, alguien le acercó una segunda cerveza, pero eso no fue lo único que hizo, pues también le puso por encima de sus hombros lo que parecía ser una gabardina que al estar a esa altura tocaba el piso “¿Un abrazo?” pensó alarmada por el peso de aquello sobre sus hombros, aunque luego se dio cuenta de que no era así. Por dentro se sentía caliente y olía de una manera un poco extraña, no era sudor, pues no olía mal… era… olor a hombre…
Si no fuera porque la pirata tenía una extraña obsesión con el sexo opuesto, hubiera tirado aquella cosa a los suelos e ignorado completamente a aquel tipo, pero en ese momento, algo azotó contra el lugar, una ventisca de arena entro por las ventanas y puestas, provocando que la camarera gritara y corriera a cerrar todas las ventanas del local al mismo tiempo que el barman y algunos otros hombres, May se resignó a solo suspirar y tomar la cerveza para que no le cayera arena encima al momento en el que se volteó para ver qué era lo que pasaba, quien le había dado aquello y que intenciones tenía. Pero estaba de más decir que quien fuera que fuese el que le hubiera dado la gabardina aquella no era más que un caballero de los que ya no habían…
May se volteó en su asiento para ver al buen hombre, pero solo vio su espalda, incluso a través de la ropa pudo visualizar con claridad todos aquellos músculos y el porte, además de fijarse atentamente en su espada, extraordinaria y llamativa, cabellos blancos y tez de la misma índole, mayor a ella tal vez. Con la bebida en la mano, siendo que las ventanas ya estaban cerradas y en la puerta se había puesto una especie de protección, el lugar estaba cerrado y lo único que la alumbraba de mala manera eran varios focos que colgaban del teche, aunque por otro lado las mesas estaban llenas de arena al igual que el piso, afuera se escuchaba en gran medida los golpeteos de la misma contra las paredes y dentro, solo sillas arrastrándose para volver a sentarse después de haber encerrado aquello.
Por su parte, la mujer pirata se puso en pie y observó lo que tenía enfrente el alvino mientras que se sacudía la arena del rostro, cabello y un poco de la ropa del hombre sutilmente, para que luego, con un suspiro dar un par de pasos hasta donde se encontraban los hombres de frente, mirar un poco al que con claridad buscaba pleito y luego de eso, dirigir la mirada hacia el de cabellos blancos, fijamente y con el mismo tono frió en sus orbes. Pero algo más había pasado en ese instante, el hombre frente a ellos dos había caído desmayado al piso dejando encima de él un rastro, negruzco y con forma humana parecida a la del hombre que acababa de caer a los suelos. Aquella cosa que había quedado sobre el hombre comenzó a caminas hacia May como lo haría una persona normal, la chica se voleó y este le quitó la gabardina para luego sacudirla y entregarla al hombre de cabellos blancos —Muchas gracias por eso, lamento que se haya llenado de arena... y también por la bebida… — dijo entonces May, mirándolo fijamente a los ojos desde su altura, unos ojos que le recordaban a una playa en invierno, fríos, pero al mismo tiempo calmos.
Tras ello, la chica buscó a la camarera con la mirada y levantó un brazo para hacerle una señal de que trajera otro tarro con cerveza para el caballero, también, miró de reojo al peli azul que estaba sentado en el fondo del luagar.
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Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
Por alguna razón todo se notaba tenso, y un poco complicado, de todas maneras me las arreglaba para estar distraído jugando con boota, quien mordía mis dedos y merodeaba por mis brazos y hombres. –hahahaha ya detente Boota.- Decía al pequeñín desobediente quien no paraba de corretear por todas partes. Incluso a veces se me escapaban las carcajadas que se hacían fuertes en el lugar, de vez en cuando algunas miradas se acumulaban, aunque era de impotencia. A algunos ebrios del lugar le parecía molesta mi actitud despreocupada, además de no poder hacer nada por el miedo que se me tenía, yo simplemente ignoraba todo los aspectos. Podía notar como había cierta camarera la cual era brutalmente acosada por las miradas, pobre chica, debe ser horrible. Por suerte no había visto intento de alguno en hacerle algo, cosa que no podría permitir y tendría que entrometerme de una manera más seria y violenta.
No me fijaba de nada mas detalle, solo estar al cuidado de la chica por que mas que un deber, se cómo se siente en parte eso. Ahora, un suceso azotaría el lugar dado a la zona, terminando en una tormenta de arena, la misma que acabaría mis expectativas de retirarme tan pronto y obligarme a pasar mas tiempo. Tal clima asustaría un poco a mi mascota, quien comenzaría se pondría mas imperativa. –Vamos amigo, cálmate.- Decía tratando de calmarlo, incluso le rascaba su pancita, pero este aun se notaba nervioso. Algo además ocurriría cerca de la barra, donde podía notar a un hombre de cabello blanco portar un arma, era inevitable no notarla, y por su cercanía a una chica te daba a entender todo. La chica al parecer llamaba la atención de este hombre, lo se, no se conocen por la manera tan fría de ser de la mujer. Debo admitir que no puedo negar no sentirse atraído, despues de todos sus alargados cabellos es hermoso y brillante. ¿Me pregunto que tan suave será? Bueno, supongo que quedara en el misterio, de todos modos no soy alguien tan conversador con extraños, inclusive si estos me llaman la atención.
Un detalle adicional que captaría mi atención en la mujer, además de quitarle la mirada a mi mascota. Y era que alguien que la molestaba caería desmayado, y un suceso un tanto aterrador abriría mis ojos como plato. –Dios… Otra vez eso…- Decía al ver tal escena de que una sombra se desprendía de aquel hombre y camino a la mujer de cabello purpura. ¿A que me refiero a “Otra vez? Pues, en el pasado enfrente a alguien con poderes raros, no lo se, pero se que esa misma persona me explico que se debía a que consumió una fruta extraña la cual le otorgo esos poderes. Claro, cabe destacar que no es seguro, quizás se trate de alguna habilidad extraña, pero sea lo que sea, debo tener cuidado. –¡Boota, espera!- Decía tratando de sujetar a mi mascota, pero esta se había escapado de mi agarre, pues, por aquella escena le quite el ojo.
El cerdo topo correría de mesa en mesa saltándolas, en alguna derramando los cabezas, o desacomodándolas. Finalmente terminaría saltando a la cabeza de la chica, y se dejaría caer hasta sus hombros y luego… ¿Se metería entre sus ropas ocultándose? Si… Eso ha hecho… Dios, me sonroje al ver tal acto típico de la mascota. Está bien que lo haga conmigo, pero no con extraños. Me disculpaba con las personas donde la mascota había causado desorden, finalmente llegue hasta estar a una distancia de 1 metro de la chica. Estaba ralamente apenado, no sabía que hacer ni decir. Comenzaba a rascarme la cabeza y ni siquiera la miraba, finalmente dije algo. –Lo… Lo siento mucho señorita… Es mi culpa, debi sujetar mejor a mi mascota… ¡Boota! ¡Sal de ahí ahora mismo! – La mascota saldría de las ropas de la mujer, para deslizarse de su pecho, al hombro, y acariciar la mejilla de la misma. Eso simplemente terminaría dejando una expresión de miedo y más vergüenza. -¡Asumiré la responsabilidad! ¡Solo no le haga daño, es especial, prometo que lo regañare y castigare por esto!- Decía con nervios, no quería que estas personas lastimaran a mi amigo, realmente el es especial, ha estado conmigo desde que era un niño solitario. Los murmullos en el lugar se harían presente, pues, finalmente dos personas misteriosas con niveles de fuerza misteriosa estaban cara a cara. La verdad esto para mi es una terrible casualidad… El único miedo que tenia era de que mi amiguito terminara lastimado… Y bueno, la gente miraba con atencion la escena. ¿Cual seria la reacción de la mujer? Incluso yo estaba nervioso por ello.
Off:Link para ver avBoota.No me fijaba de nada mas detalle, solo estar al cuidado de la chica por que mas que un deber, se cómo se siente en parte eso. Ahora, un suceso azotaría el lugar dado a la zona, terminando en una tormenta de arena, la misma que acabaría mis expectativas de retirarme tan pronto y obligarme a pasar mas tiempo. Tal clima asustaría un poco a mi mascota, quien comenzaría se pondría mas imperativa. –Vamos amigo, cálmate.- Decía tratando de calmarlo, incluso le rascaba su pancita, pero este aun se notaba nervioso. Algo además ocurriría cerca de la barra, donde podía notar a un hombre de cabello blanco portar un arma, era inevitable no notarla, y por su cercanía a una chica te daba a entender todo. La chica al parecer llamaba la atención de este hombre, lo se, no se conocen por la manera tan fría de ser de la mujer. Debo admitir que no puedo negar no sentirse atraído, despues de todos sus alargados cabellos es hermoso y brillante. ¿Me pregunto que tan suave será? Bueno, supongo que quedara en el misterio, de todos modos no soy alguien tan conversador con extraños, inclusive si estos me llaman la atención.
Un detalle adicional que captaría mi atención en la mujer, además de quitarle la mirada a mi mascota. Y era que alguien que la molestaba caería desmayado, y un suceso un tanto aterrador abriría mis ojos como plato. –Dios… Otra vez eso…- Decía al ver tal escena de que una sombra se desprendía de aquel hombre y camino a la mujer de cabello purpura. ¿A que me refiero a “Otra vez? Pues, en el pasado enfrente a alguien con poderes raros, no lo se, pero se que esa misma persona me explico que se debía a que consumió una fruta extraña la cual le otorgo esos poderes. Claro, cabe destacar que no es seguro, quizás se trate de alguna habilidad extraña, pero sea lo que sea, debo tener cuidado. –¡Boota, espera!- Decía tratando de sujetar a mi mascota, pero esta se había escapado de mi agarre, pues, por aquella escena le quite el ojo.
El cerdo topo correría de mesa en mesa saltándolas, en alguna derramando los cabezas, o desacomodándolas. Finalmente terminaría saltando a la cabeza de la chica, y se dejaría caer hasta sus hombros y luego… ¿Se metería entre sus ropas ocultándose? Si… Eso ha hecho… Dios, me sonroje al ver tal acto típico de la mascota. Está bien que lo haga conmigo, pero no con extraños. Me disculpaba con las personas donde la mascota había causado desorden, finalmente llegue hasta estar a una distancia de 1 metro de la chica. Estaba ralamente apenado, no sabía que hacer ni decir. Comenzaba a rascarme la cabeza y ni siquiera la miraba, finalmente dije algo. –Lo… Lo siento mucho señorita… Es mi culpa, debi sujetar mejor a mi mascota… ¡Boota! ¡Sal de ahí ahora mismo! – La mascota saldría de las ropas de la mujer, para deslizarse de su pecho, al hombro, y acariciar la mejilla de la misma. Eso simplemente terminaría dejando una expresión de miedo y más vergüenza. -¡Asumiré la responsabilidad! ¡Solo no le haga daño, es especial, prometo que lo regañare y castigare por esto!- Decía con nervios, no quería que estas personas lastimaran a mi amigo, realmente el es especial, ha estado conmigo desde que era un niño solitario. Los murmullos en el lugar se harían presente, pues, finalmente dos personas misteriosas con niveles de fuerza misteriosa estaban cara a cara. La verdad esto para mi es una terrible casualidad… El único miedo que tenia era de que mi amiguito terminara lastimado… Y bueno, la gente miraba con atencion la escena. ¿Cual seria la reacción de la mujer? Incluso yo estaba nervioso por ello.
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Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
Era evidente que los habitantes de aquella isla estaban preparados para las ventiscas y eventos de índole similar, sin embargo, era extraño que no se hubieran percatado de la misma hasta sino después de esta haber impactado contra el establecimiento. Mientras el arenal pretendía ingresar al bar, la camarera junto con un grupo de hombres cerró las ventanas y protegió la puerta de modo que no ingresara aquel fenómeno más de lo que había hecho. A todo esto, el albino se mantenía con los ojos cubiertos por sus parpados, hasta percibir que el golpeteo del suceso contra la madera implicaba que habían cubierto con éxito todas las entrada, al abrir sus orbes no pudo evitar notar como todos parecían haber perdido las ganas y simplemente retornaban a sus asientos, uno de los pocos que se mantenía de pie y con malas intenciones era el individuo al que le habían "robado" su cerveza, más antes de que Sinclair pudiera hacer nada respecto a este individuo, los pasos de alguien detrás de su persona le hicieron perder la concentración e intentar discernir de quien se trataba, y no era más que la chica quien ahora se movía por propia cuenta y quien le dedicaba una mirada al sujeto así como al Oji-azul, durante aquel intercambio de miradas e incluso desde antes, la joven estaba sacudiendo la arena de su rostro, sus cabellos y de la gabardina que pertenecía al peli-blanco, misma que le hubo protegido de más caos sobre su cuerpo.
La femina al parecer poseía habilidades especiales o era una hechicera pues el busca-pleitos se desmayo frente a los ojos de Henry como si nada y de su cuerpo se elevo una criatura desconocida y fantasmal, misma que se acerco tanto al muchacho como a la chica y posteriormente tomo la gabardina del hombre y se le ofreció de regreso al tiempo que la interlocutora del pirata le dedicaba unas palabras de agradecimiento, tanto por la prenda como por la bebida y unas de disculpa por la arena. El albino pretendía limitarse a asentir más fue incapaz de parar allí, tras haber realizado el ademán con su cabeza, sus labios se separaron y las palabras volaron de entre los mismos. -No te aflijas por ello, y no fue nada- si bien no era mucho, si alguien le miraba, notaria como sus labios pretendían seguir moviéndose más el chico se silencio a si mismo a la fuerza, no había razón para decir más. En un movimiento suave pero preciso, coloco la diestra dentro de la gabardina más antes de llevar la prenda hasta su otro brazo, noto como aun quedaba arena sobre la cabeza de la mujer, una sutil sonrisa enmarco su boca y habló nuevamente. -Aun tienes arena en tu cabello, ¿puedo?- inquirió con un tono un tanto juguetón, inapropiado para un guerrero y un pirata.
Antes de ser capaz de tener una respuesta, la mascota del peli-azul entro en escena y armo lo que podría llamarse un alboroto dado que salto sobre las mesas y desarreglo los platos, tiro vasos y jarras, se subió encima de las cabezas de varias personas, y un sin fin de acciones mas. Casi concluyendo su recorrido, el pequeño opto por acomodarse entre las ropas de la peli-purpura, no era como si tuviera mucha para la criatura acogerse, y tomando en cuenta que la parte inferior ademas de rasgada estaba bastante apretada, esta decidió alojarse en la parte superior, quizás entre los pechos de la joven, era el momento perfecto para hacer un comentario más no lo hizo, en especial porque muchos de los presentes empezaron a lanzar "piropos" y a silbar ante la escena, parecía que haber sido molestados o arrollados por la mascota no les suponía a nada ante el "Show" que se desarrollaba frente a sus ojos.
La femina al parecer poseía habilidades especiales o era una hechicera pues el busca-pleitos se desmayo frente a los ojos de Henry como si nada y de su cuerpo se elevo una criatura desconocida y fantasmal, misma que se acerco tanto al muchacho como a la chica y posteriormente tomo la gabardina del hombre y se le ofreció de regreso al tiempo que la interlocutora del pirata le dedicaba unas palabras de agradecimiento, tanto por la prenda como por la bebida y unas de disculpa por la arena. El albino pretendía limitarse a asentir más fue incapaz de parar allí, tras haber realizado el ademán con su cabeza, sus labios se separaron y las palabras volaron de entre los mismos. -No te aflijas por ello, y no fue nada- si bien no era mucho, si alguien le miraba, notaria como sus labios pretendían seguir moviéndose más el chico se silencio a si mismo a la fuerza, no había razón para decir más. En un movimiento suave pero preciso, coloco la diestra dentro de la gabardina más antes de llevar la prenda hasta su otro brazo, noto como aun quedaba arena sobre la cabeza de la mujer, una sutil sonrisa enmarco su boca y habló nuevamente. -Aun tienes arena en tu cabello, ¿puedo?- inquirió con un tono un tanto juguetón, inapropiado para un guerrero y un pirata.
Antes de ser capaz de tener una respuesta, la mascota del peli-azul entro en escena y armo lo que podría llamarse un alboroto dado que salto sobre las mesas y desarreglo los platos, tiro vasos y jarras, se subió encima de las cabezas de varias personas, y un sin fin de acciones mas. Casi concluyendo su recorrido, el pequeño opto por acomodarse entre las ropas de la peli-purpura, no era como si tuviera mucha para la criatura acogerse, y tomando en cuenta que la parte inferior ademas de rasgada estaba bastante apretada, esta decidió alojarse en la parte superior, quizás entre los pechos de la joven, era el momento perfecto para hacer un comentario más no lo hizo, en especial porque muchos de los presentes empezaron a lanzar "piropos" y a silbar ante la escena, parecía que haber sido molestados o arrollados por la mascota no les suponía a nada ante el "Show" que se desarrollaba frente a sus ojos.
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Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
La mujer estaba al pendiente de todo lo que pasaba en aquella cantina de alguna manera desde el momento en que se puso de pie en su asiento y fue a “socorrer” al hombre que amablemente le había brindado su gabardina, el cual se veía bien sin duda, le gustaba el modo en el que peinaba su cabello y en el que sus ojos contrastaban por el mismo. La chica dio un suspiro al escuchar sus palabras y ver de nuevo su rostro —No, déjalo, puedo hacerlo yo misma, muchas gracias— dijo, con una sonrisa en el rostro mientras que con la mano que le quedaba libre se sacudía lo que le quedaba de arena de todas partes; incluso llegó a rosar un poco su espalda baja quitando aquellos granos de la misma y dando a mostrar su tatuaje, que, si bien no mantenía oculto y era bastante proporcional, la gente no se fijaba mucho en él.
Tras sacudirse, llegó la camarera con un nuevo vaso de cerveza para el hombre albino y May simplemente se dirigió a donde estaba el hombre sombra que había materializado del tipo de taberna, se escuchaban los murmullos “Sera bruja…” decían unos “Vamonos de aquí” pronunciaban otros, pero el temor y la comodidad de no tener que enfrentarse con la tormenta de arena les podía, May por su parte solo mantenía aquel rostro sereno mientras que caminaba a la mesa que había escogido con la sombra para sentarse.
Al llegar a esta solo se sentó en una de las tres sillas al pie de la mesa, colocó el tarro de cerveza en la mesa y suspiro —Ven siéntate conmigo… — le dijo al hombre de la gabardina del cual por alguna razón May comenzó a sentir un poco de interés, era raro, pero el hombre tenía algo que la llamaba… bastante particular y no, no era la fascinación por lo chicos guapos que había desarrollado hacía años por culpa de alguien más, no… se trataba de algo diferente… “Tal vez él pueda...” pensaba solo mirándolo.
Pero entonces pasó algo que no previo en lo absoluto, después de haberse sentado y cruzado las piernas, sintió algo pequeño y esponjoso botar en su hombro para después verlo saltar entre sus pechos, la pirata lo sintió como un suave colchón que se frotaba contra los mismos desnudos, aquello solo la hizo mirar estupefacta la situación mientras que de nuevo este salía y una voz venía de su lado derecho, era el chico de cabellos azules que antes había demostrado su gran capacidad contra el borracho, entonces May comprendió de que se trataba y después de que el pequeño animal se fortara contra su mejilla, dejó de sostener la jarra, tomó a la pequeña cosa con las dos manos suavemente y lo puso a la altura de sus ojos —No puedes ser así, travieso — dijo simplemente, tratando de ocultar toda la voz femenina que quería salírsele en ese momento, aunque no pudo evitar reprimir una sonrisa bastante amplia que iluminaba su cara.
La sombra que estaba detrás de ella, como un fiel sirviente, la tomó de las manos de la pirata y se giró hacia el peli azul para entregarle a su pequeña cosa —No te preocupes… no ha pasado nada… — dijo la mujer ahora mirando al chico —No lo regañes, no ha hecho nada... —
Al llegar a esta solo se sentó en una de las tres sillas al pie de la mesa, colocó el tarro de cerveza en la mesa y suspiro —Ven siéntate conmigo… — le dijo al hombre de la gabardina del cual por alguna razón May comenzó a sentir un poco de interés, era raro, pero el hombre tenía algo que la llamaba… bastante particular y no, no era la fascinación por lo chicos guapos que había desarrollado hacía años por culpa de alguien más, no… se trataba de algo diferente… “Tal vez él pueda...” pensaba solo mirándolo.
Pero entonces pasó algo que no previo en lo absoluto, después de haberse sentado y cruzado las piernas, sintió algo pequeño y esponjoso botar en su hombro para después verlo saltar entre sus pechos, la pirata lo sintió como un suave colchón que se frotaba contra los mismos desnudos, aquello solo la hizo mirar estupefacta la situación mientras que de nuevo este salía y una voz venía de su lado derecho, era el chico de cabellos azules que antes había demostrado su gran capacidad contra el borracho, entonces May comprendió de que se trataba y después de que el pequeño animal se fortara contra su mejilla, dejó de sostener la jarra, tomó a la pequeña cosa con las dos manos suavemente y lo puso a la altura de sus ojos —No puedes ser así, travieso — dijo simplemente, tratando de ocultar toda la voz femenina que quería salírsele en ese momento, aunque no pudo evitar reprimir una sonrisa bastante amplia que iluminaba su cara.
La sombra que estaba detrás de ella, como un fiel sirviente, la tomó de las manos de la pirata y se giró hacia el peli azul para entregarle a su pequeña cosa —No te preocupes… no ha pasado nada… — dijo la mujer ahora mirando al chico —No lo regañes, no ha hecho nada... —
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Re: Yo no haria eso si fuera tu. Pasado
El clima se sentía tenso para ser honestos, incluso las personas murmuraban sobre el efecto o reacción que podría tener que ambas personas misteriosas chocaran miradas y palabras. –Lo siento… Bueno, es que siempre me mete en problemas.- Tomaba a mi mascota por esa cosa negra que me la daba. –Bueno, fue un placer. Pidan cualquier cosa, yo invito. Es todo.- Voltee rápidamente, quería salir de ahí, la verdad sentía que esta gente era peligrosa, y no quiero problemas. Por otra parte, tenía enfrente de mí el cuerpo de aquel sujeto, lo picaba con la punta de mi pie para ver si estaba bien, no lucia bien para ser honestos. ¿Qué poderes son esos? La verdad me atemorizo un poco, quisiera que esta chica y su amigo no me dieran razones para tener que confrontarlos.
De algo que si estoy seguro, es que se ha de tratar de un poder de fruta del diablo, pero jamás he visto ese tipo. Anteriormente he enfrentado algo como una cúpula y todos dentro de ella salen cortados, aunque no entendí porque yo no pude resultar herido por dicho poder y otros si… Supongo que me hace falta por aprender de esto así que será mejor evitar problemas a la mayor de la medida. Debo recordar que esto solo es una misión de reconocimiento, nada de otro mundo, solo es checar que todo ande bien y luego retirarse y dar el informe a la base. Por otra parte la tormenta de arena complicaría mis planes de manera que no podría salir de este lugar, y tener que obligarme a quedarme. Pase con cuidado sobre aquel sujeto, ignorando completamente a aquella chica y el muchacho, creo que ellos pueden tener todo bajo control y no necesitar nada más. Mientras pasaba sobre el cuerpo del tipo, este se despertó. Realmente pensé que estaba muerto o algo asi, pero dado a ello impacto con mis partes nobles. –Rayos….- Y luego con la fuerza de su cuerpo me hizo perder el equilibrio y termine cayendo hacia atrás, chocando con aquella chica que estaba de espalda.
Seguramente aquella chica golpearía la barra con su cuerpo, aunque yo a gran medida trataba lo máximo de controlar mi caída para que esta no fuera tan fuerte, pero eso del hombre fue tan inesperado para mi que me desconcentro completamente. Básicamente había hecho que la mujer derramara su bebida. Los murmullos y risas se harían presente en el lugar, cosa que me decía que las cosas se pondrían realmente feas, no se como reaccionara ella pero no creo que de buena forma. –Lo.. lo siento mucho.- Dije mientras me levantaba y rascaba la cabeza apenado. -¿Todo bien señorita?- Realmente no creo que este todo bien… Lo de mi mascota y ahora esto. Solo no espero que su bebida no callera sobre su camisa… O eso empeoraría las cosas, dado a que el color es blanco….
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