Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
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Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
Habían pasado ya seis meses desde su aventura en la isla de Drumm, parecía poco pero para Eden muchas cosas habían cambiado de forma considerable, empezando porque ahora era un Ouka y respondía ante la autoridad del Gobierno Mundial y también de la misma Marina, llevaba ya un par de meses cumpliendo aquel cometido al pie de la letra, o algo así, en realidad no había cambiado demasiado su modus operante, capturaba solamente a los criminales que se lo merecían y al resto les dejaba ir, al parecer no tenían problema con ello pues aquellos que dejaba ir generalmente eran piratas de poco riesgo, muchos de ellos acabarían muriendo al intentar cruzar al Nuevo Mundo o eventualmente serían capturados por la marina, en el peor de los casos causarían suficiente revuelo para ser cazados por los busca recompensa o hasta los mismos agentes del gobierno y con eso se acabaría el problema.
Por su parte, aunque en un momento pensó dirigirse al infierno decidió al final mantenerse en paraíso, el otoño complicaba los viajes a la isla gyojin y sinceramente no estaba de ánimo para pasar por Mariejois pese a tener la autorización, tenía entendido que en aquellos momentos la guerra entre los cuatro emperadores estaba recrudeciendo y meterse en una batalla sin tener ninguna deuda era algo que solo un tonto haría. Además, a lo anterior se sumaba el hecho que, definitiva y absolutamente no era ya significativo todo lo mencionado, desde Drumm muchas cosas carecían de sentido para el Ouka, no le emocionaban ya y aunque mantenía ciertos principios, los mismos no estaban anquilosados en su piel, sino más bien eran meramente pautas de conducta que se obligaba a mantener debido a la costumbre, una que se arraigó desde Shimotsuki cuando entrenaba con Oku, Sakura y Natsumi, todos ellos ya muertos.
En todo caso, aquel día estaba allí sentado en la mesa de reuniones, totalmente solo por una razón, estando en Sabaody realizando tareas de patrullaje le habían informado que se solicitaba su presencia en Marineford, al parecer querían informarle respecto a algo, algo que no era extraño, según tenía entendido, sus compañeros más fuertes se habían dirigido al Nuevo Mundo, de modo que solo quedaban un par de Oukas para vigilar las actividades dentro de la Grand Line, eso sin duda debía poner nerviosos a los altos mandos, a final de cuentas el intento de traición anterior de los ahora presos no era para tomarse a la ligera, ¿sería acaso que estaban dudando de su lealtad a la institución?, eso sería idiota, no había dado ningún indicio de traicionar, además, ciertamente no estaba en sus planes, le agradaba su puesto, tenía ciertos beneficios y en definitiva podía otorgar un mejor servicio a la población general siendo considerado ya una entidad legal, en lugar de un simple cazador con renombre.
“Que interesante, parece que hay buenas noticias” pensaba dedicándose a leer aquel periódico que uno de los tenientes le había entregado tras dejarle en aquel sitio, a diferencia de otras ocasiones no había nadie vigilándole, salvo un par de marines en la puerta que custodiaban la entrada, a ese sitio no podían entrar salvo los Ouka junto a ciertos cargos de importancia dentro de la marina como los comodoros, aunque en ocasiones capitanes también eran admitidos según tenía entendido. “Parece que finalmente llega” pudo percibir una energía considerable que se acercaba hasta su posición, empero, no cerró el periódico, se mantuvo leyendo con tranquilidad, sus ropajes a diferencia de antes ya eran más modernos, un conjunto negro de tela fina y elegante, sobre este un atuendo de la vieja escuela samurái que se vislumbraba más como una capa que como otra cosa y por supuesto, como siempre, sus tres katanas al ciento, dos en un costado y una en otro.
Por su parte, aunque en un momento pensó dirigirse al infierno decidió al final mantenerse en paraíso, el otoño complicaba los viajes a la isla gyojin y sinceramente no estaba de ánimo para pasar por Mariejois pese a tener la autorización, tenía entendido que en aquellos momentos la guerra entre los cuatro emperadores estaba recrudeciendo y meterse en una batalla sin tener ninguna deuda era algo que solo un tonto haría. Además, a lo anterior se sumaba el hecho que, definitiva y absolutamente no era ya significativo todo lo mencionado, desde Drumm muchas cosas carecían de sentido para el Ouka, no le emocionaban ya y aunque mantenía ciertos principios, los mismos no estaban anquilosados en su piel, sino más bien eran meramente pautas de conducta que se obligaba a mantener debido a la costumbre, una que se arraigó desde Shimotsuki cuando entrenaba con Oku, Sakura y Natsumi, todos ellos ya muertos.
En todo caso, aquel día estaba allí sentado en la mesa de reuniones, totalmente solo por una razón, estando en Sabaody realizando tareas de patrullaje le habían informado que se solicitaba su presencia en Marineford, al parecer querían informarle respecto a algo, algo que no era extraño, según tenía entendido, sus compañeros más fuertes se habían dirigido al Nuevo Mundo, de modo que solo quedaban un par de Oukas para vigilar las actividades dentro de la Grand Line, eso sin duda debía poner nerviosos a los altos mandos, a final de cuentas el intento de traición anterior de los ahora presos no era para tomarse a la ligera, ¿sería acaso que estaban dudando de su lealtad a la institución?, eso sería idiota, no había dado ningún indicio de traicionar, además, ciertamente no estaba en sus planes, le agradaba su puesto, tenía ciertos beneficios y en definitiva podía otorgar un mejor servicio a la población general siendo considerado ya una entidad legal, en lugar de un simple cazador con renombre.
“Que interesante, parece que hay buenas noticias” pensaba dedicándose a leer aquel periódico que uno de los tenientes le había entregado tras dejarle en aquel sitio, a diferencia de otras ocasiones no había nadie vigilándole, salvo un par de marines en la puerta que custodiaban la entrada, a ese sitio no podían entrar salvo los Ouka junto a ciertos cargos de importancia dentro de la marina como los comodoros, aunque en ocasiones capitanes también eran admitidos según tenía entendido. “Parece que finalmente llega” pudo percibir una energía considerable que se acercaba hasta su posición, empero, no cerró el periódico, se mantuvo leyendo con tranquilidad, sus ropajes a diferencia de antes ya eran más modernos, un conjunto negro de tela fina y elegante, sobre este un atuendo de la vieja escuela samurái que se vislumbraba más como una capa que como otra cosa y por supuesto, como siempre, sus tres katanas al ciento, dos en un costado y una en otro.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
Su vida había dado un giro considerable, pero sus intenciones seguían siendo las mismas. El plan que había ideado con Illya siete meses atrás, era el que estaba siguiendo al pie de la letra en aquellos momentos. Aún así, se había encontrado muchos detalles por el camino que no habían considerado. La pista que siguió durante un buen rato, del monstruo que aterrorizaba Syrup, al final se quedó tan solo en eso: una pista. En verdad, había una criatura pues pudo ver como una sustancia verde caía de la nada. Tardó mucho investigándolo, pero sin llegar a más conclusiones, se vio estancada y en la necesidad de irse. El progreso parecía lento, hasta que la oportunidad llegó. Y la verdad es que su ingreso en la Marina estaba siendo plagados de hermosos reencuentros. Lance y el señor del tiempo le habían dado una calurosa bienvenida, y se habían puesto bajo su mando al momento que se enteraron de su cargo. Era bueno saber como los nueve meses que pasó fuera de su templo, hizo tan valiente conocidos, quizás amigos. Pero la rubia aún seguía con sus principios: no acercarse demasiado a nadie. Sólo debía ser una conocida pasajera, trataría al máximo de no influir demasiado en la vida de nadie, puesto que aún no sabía donde quedaría parada después de llevar al cabo sus planes.
Aún persiguiendo las mismas metas, había cambiado. Al ingresar en un cargo tan importante, se le había pedido que llevase a cargo una misión de infiltración. Convertirse en pirata, y proseguir al Nuevo Mundo para estar en la tripulación de uno de los piratas más buscados mundialmente. Tras tres meses de duro entrenamiento que pretendía convertirla en una "delicada cortesana", los planes cambiaron nuevamente. Si bien sus prótesis mecánicas habían sido recubiertas con piel artificial, su pelo cortado y sus ropas cambiadas, poco pudieron hacer en cuanto a su personalidad. Es verdad, sabía más que cuando todo el entrenamiento empezó, pero su esencia no había cambiado. Era demasiado nueva. Necesitaba tiempo. Y, aunque la rubia seguía rechistando y decía que podía llevar a cabo la misión, los Altos mandos decidieron mandar a otra persona en su lugar, seguramente dejandole el trabajo al Cipher Police. La noticia, como era de esperar, no había sido del agrado de Kotori, quien estaba echando humos y pateando todo a su paso, esperando que nadie la viera mientras se encerraba en su oficina de Marineford. Las ordenes habían sido claras: acompañar a uno de los Ouka`s más nuevos. ¿A donde? ¿A hacer qué? ¿Porqué? Muchas preguntas que no habían sido respuestas de manera apropiada, y le habían dejado un sabor de boca muy malo.
Sabor que, obviamente podría apaciguar con una paleta de naranja, que sacó con cuidado de una de la única manga de su kimono oscuro, y se la metió en la boca como si fuese un chupete. Suspiró hondo, notando el sabor dulce disparar la hormona de la felicidad, y haciendo que su cuerpo se relajase. -¿Momo-chan, qué debo hacer ahora? - miró hacía abajo, notando la cabeza pequeña de un gato albino, asomando por los bordes de su ropa, y posando una pata sobre el obi rosado que apretaba su cintura. - Tendré que hacer de niñera, lo sé. ¿Qué tipo de persona será? - El gato ladeó la cabeza y movió los mostachos durante un breve segundo, para después desaparecer entre las telas oscuras. Cerró los ojos y abrió la carpeta del informe. Como si no quisiera mirar, o temería el contenido que había descubierto, se fijó en la foto con un solo ojo a medio abrir. Un hombre de pelo permanente blanquecino, ojos de color avena con un toque rojizo. Su kimono blanco iba a medio abrir, y atado en varios cinturones de cuero. No parecía ser tan malo, así que empezó a leer, apoyándose sobre el escritorio y obviamente, dejando que ambos irises barriesen las hojas blancas que tenía en las manos. Un año mayor que ella, tres meses de Ouka y, bonus; Inmortal. Había visto una larga gama de habilidades, pero ¿inmortal?. No lo pensó mucho al momento puesto que El Fénix ya estaba esperando en la sala de reuniones.
Sus pasos no tardaron en alcanzar la puerta, y abrirla. El motivo general para sospecharlo, era la actitud que tomaba frente a los criminales. Informes recientes habían demostrado un juicio subjetivo, aunque se había encargado de los criminales más peligrosos sin problemas. Aún así, el hombre, aunque desprendía una energía bastante considerable, no parecía ser inmortal a simple vista. ¿Porqué inmortal si ellos mismos habían dicho que es solo un año mayor que la rubia? Ladeó la cabeza un tanto. No se esperaba a un trato favorable por ser un cargo superior, ni respeto más de lo necesario. Para ella, nada había cambiado. Tampoco llevaba ningún uniforme, ni mucho menos la capa que tan mal se vería con su kimono cortado en una parte. Sus pasos se acercaron al albino, quien leía un periódico. Tomó asiento delante de él, y se sacó la paleta de la boca, haciendo un sonido típico de una ventosa. Su mano se apoyaba en la mesa, sosteniendo su propia cara. - Phoenix-san - dijo con tranquilidad, sin saber si al hombre le iba a molestar o no. Pensaba que los apodos eran siempre algo de lo que uno se debería sentir orgulloso, pese a que ella no tuviera ningún sobrenombre. El hecho de que algunas personas acortaran su nombre como "Koto", seguido por el sufijo propicio, era una nota de acercamiento, calidez. Sabía que había notado su presencia al menos desde el momento que se hallaba en la habitación, pero sus modales no le molestaron. En cambio, sonrió con calma, entrecerrando los ojos levemente. De su kimono, al mismo tiempo, se mostraba la patita de su mascota, tocando la mesa a modo de saludo.
Aún persiguiendo las mismas metas, había cambiado. Al ingresar en un cargo tan importante, se le había pedido que llevase a cargo una misión de infiltración. Convertirse en pirata, y proseguir al Nuevo Mundo para estar en la tripulación de uno de los piratas más buscados mundialmente. Tras tres meses de duro entrenamiento que pretendía convertirla en una "delicada cortesana", los planes cambiaron nuevamente. Si bien sus prótesis mecánicas habían sido recubiertas con piel artificial, su pelo cortado y sus ropas cambiadas, poco pudieron hacer en cuanto a su personalidad. Es verdad, sabía más que cuando todo el entrenamiento empezó, pero su esencia no había cambiado. Era demasiado nueva. Necesitaba tiempo. Y, aunque la rubia seguía rechistando y decía que podía llevar a cabo la misión, los Altos mandos decidieron mandar a otra persona en su lugar, seguramente dejandole el trabajo al Cipher Police. La noticia, como era de esperar, no había sido del agrado de Kotori, quien estaba echando humos y pateando todo a su paso, esperando que nadie la viera mientras se encerraba en su oficina de Marineford. Las ordenes habían sido claras: acompañar a uno de los Ouka`s más nuevos. ¿A donde? ¿A hacer qué? ¿Porqué? Muchas preguntas que no habían sido respuestas de manera apropiada, y le habían dejado un sabor de boca muy malo.
Sabor que, obviamente podría apaciguar con una paleta de naranja, que sacó con cuidado de una de la única manga de su kimono oscuro, y se la metió en la boca como si fuese un chupete. Suspiró hondo, notando el sabor dulce disparar la hormona de la felicidad, y haciendo que su cuerpo se relajase. -¿Momo-chan, qué debo hacer ahora? - miró hacía abajo, notando la cabeza pequeña de un gato albino, asomando por los bordes de su ropa, y posando una pata sobre el obi rosado que apretaba su cintura. - Tendré que hacer de niñera, lo sé. ¿Qué tipo de persona será? - El gato ladeó la cabeza y movió los mostachos durante un breve segundo, para después desaparecer entre las telas oscuras. Cerró los ojos y abrió la carpeta del informe. Como si no quisiera mirar, o temería el contenido que había descubierto, se fijó en la foto con un solo ojo a medio abrir. Un hombre de pelo permanente blanquecino, ojos de color avena con un toque rojizo. Su kimono blanco iba a medio abrir, y atado en varios cinturones de cuero. No parecía ser tan malo, así que empezó a leer, apoyándose sobre el escritorio y obviamente, dejando que ambos irises barriesen las hojas blancas que tenía en las manos. Un año mayor que ella, tres meses de Ouka y, bonus; Inmortal. Había visto una larga gama de habilidades, pero ¿inmortal?. No lo pensó mucho al momento puesto que El Fénix ya estaba esperando en la sala de reuniones.
Sus pasos no tardaron en alcanzar la puerta, y abrirla. El motivo general para sospecharlo, era la actitud que tomaba frente a los criminales. Informes recientes habían demostrado un juicio subjetivo, aunque se había encargado de los criminales más peligrosos sin problemas. Aún así, el hombre, aunque desprendía una energía bastante considerable, no parecía ser inmortal a simple vista. ¿Porqué inmortal si ellos mismos habían dicho que es solo un año mayor que la rubia? Ladeó la cabeza un tanto. No se esperaba a un trato favorable por ser un cargo superior, ni respeto más de lo necesario. Para ella, nada había cambiado. Tampoco llevaba ningún uniforme, ni mucho menos la capa que tan mal se vería con su kimono cortado en una parte. Sus pasos se acercaron al albino, quien leía un periódico. Tomó asiento delante de él, y se sacó la paleta de la boca, haciendo un sonido típico de una ventosa. Su mano se apoyaba en la mesa, sosteniendo su propia cara. - Phoenix-san - dijo con tranquilidad, sin saber si al hombre le iba a molestar o no. Pensaba que los apodos eran siempre algo de lo que uno se debería sentir orgulloso, pese a que ella no tuviera ningún sobrenombre. El hecho de que algunas personas acortaran su nombre como "Koto", seguido por el sufijo propicio, era una nota de acercamiento, calidez. Sabía que había notado su presencia al menos desde el momento que se hallaba en la habitación, pero sus modales no le molestaron. En cambio, sonrió con calma, entrecerrando los ojos levemente. De su kimono, al mismo tiempo, se mostraba la patita de su mascota, tocando la mesa a modo de saludo.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
Sus ojos no se desviaron del periódico pese a la presencia femenina, tampoco le prestaba demasiada atención, desde hace tiempo todo era más o menos igual -Huy, en Notice siguen los asesinatos- susurró mostrando una mueca de diversión tenue, antes aquello le habría enfadado y seguramente hubiese decidido tomar rumbo al sitio para brindar apoyo, pero no ahora, ahora era algo malo aunque no por ello necesario de erradicar, al final de cuentas en los mares cardinales el conocido Capone continuaba con su reinado de terror, pensaba que alguien se ocuparía de ese mal nacido, al parecer eran todos tan inútiles como parecían, ¿acaso la marina o el gobierno no tenían mayor capacidad que contratar a gente como él para arreglar ciertos asuntos?, simplemente irrisorio, de hecho, en lugar de perder el tiempo en reuniones sin sentido como aquella deberían estar enviado a hombres capacitados a frenar los hechos de los Blues.
La recién llegada le dirigió la palabra por su apodo, algo que le mantuvo inmóvil, sin prestarle atención pasando a la siguiente sección del periódico notando que, debido al invierno, el camino al Nuevo Mundo desde isla Gyojin estaba cerrado, eso era problemático pues significaba que la mayoría de piratas se estancarían en la Grand Line y por consiguiente el trabajo iba a incrementar para la Ouka Shichibukai, seguro que ese cerdo de Abner se había dirigido a otro lado para ocultarse y evitar sus labores, no era algo inusual, pese a haber capturado a dos de sus antiguos compañeros. En fin, tras unos diez segundos de silencio y de ignorar a la otra, cerró aquel papel y lo colocó sobre la mesa con tranquilidad ubicando la mirada de la contraria, parecía bastante fuerte y a menos que se equivocase ella debía ser una de las nuevas Vice-Almirantes, un cargo que no se obtenía todos los días, menos de manera tan rápida como adjudicaban algunos a la mujer.
-Creo que te conozco, al menos me han hablado de ti- por suerte en la mesa estaba algo de comer y beber, frutas y jugos claro, entonces Eden aprovechó y sujetó un vaso con jugo de uva para beber de este con serenidad -Como sea, ¿por qué me han llamado aquí?, hasta donde tengo entendido he estado cumpliendo con mis labores, los piratas que han llegado a Sabaody son capturados y enviados aquí para su posterior traslado a Impel Down- en cierto modo sus palabras eran una queja, no creía que fuese necesario tenerle allí como una especie de rehén sin decirle el motivo de su cita, ni siquiera pudo ver a alguno de los Almirantes para que este le explicase la situación, un acto que no solo era inusual sino incluso descortés, afortunadamente eso a Eden poco o nada le importaba, solo se sentía perdiendo el tiempo estando allí sentado y encima ahora con una mujer, guapa eso sí, pero a fin de cuentas una marine que seguro solo estaba interesada en despachar labores de oficina, según algunos de sus compañeros Ouka, tener el cargo de Vice-Almirante no les hacía necesariamente gente fuerte.
Enfocó su mirada en aquel gato que estaba con la mujer, se le hizo curioso, no le agradaban mucho los gatos, de hecho, les veía como animales ariscos y hasta tontos, solo dispuestos a comer y dormir -Por cierto, ¿les han llegado los piratas que capturé hace unos días?, curiosamente a veces capturo a unos cuantos y ellos se “escapan”, no sé si es culpa de la revolución o de algo más- por no decir que podía ser la misma ineptitud de la marina, aunque ese comentario no lo diría, no hasta que fuese conveniente.
La recién llegada le dirigió la palabra por su apodo, algo que le mantuvo inmóvil, sin prestarle atención pasando a la siguiente sección del periódico notando que, debido al invierno, el camino al Nuevo Mundo desde isla Gyojin estaba cerrado, eso era problemático pues significaba que la mayoría de piratas se estancarían en la Grand Line y por consiguiente el trabajo iba a incrementar para la Ouka Shichibukai, seguro que ese cerdo de Abner se había dirigido a otro lado para ocultarse y evitar sus labores, no era algo inusual, pese a haber capturado a dos de sus antiguos compañeros. En fin, tras unos diez segundos de silencio y de ignorar a la otra, cerró aquel papel y lo colocó sobre la mesa con tranquilidad ubicando la mirada de la contraria, parecía bastante fuerte y a menos que se equivocase ella debía ser una de las nuevas Vice-Almirantes, un cargo que no se obtenía todos los días, menos de manera tan rápida como adjudicaban algunos a la mujer.
-Creo que te conozco, al menos me han hablado de ti- por suerte en la mesa estaba algo de comer y beber, frutas y jugos claro, entonces Eden aprovechó y sujetó un vaso con jugo de uva para beber de este con serenidad -Como sea, ¿por qué me han llamado aquí?, hasta donde tengo entendido he estado cumpliendo con mis labores, los piratas que han llegado a Sabaody son capturados y enviados aquí para su posterior traslado a Impel Down- en cierto modo sus palabras eran una queja, no creía que fuese necesario tenerle allí como una especie de rehén sin decirle el motivo de su cita, ni siquiera pudo ver a alguno de los Almirantes para que este le explicase la situación, un acto que no solo era inusual sino incluso descortés, afortunadamente eso a Eden poco o nada le importaba, solo se sentía perdiendo el tiempo estando allí sentado y encima ahora con una mujer, guapa eso sí, pero a fin de cuentas una marine que seguro solo estaba interesada en despachar labores de oficina, según algunos de sus compañeros Ouka, tener el cargo de Vice-Almirante no les hacía necesariamente gente fuerte.
Enfocó su mirada en aquel gato que estaba con la mujer, se le hizo curioso, no le agradaban mucho los gatos, de hecho, les veía como animales ariscos y hasta tontos, solo dispuestos a comer y dormir -Por cierto, ¿les han llegado los piratas que capturé hace unos días?, curiosamente a veces capturo a unos cuantos y ellos se “escapan”, no sé si es culpa de la revolución o de algo más- por no decir que podía ser la misma ineptitud de la marina, aunque ese comentario no lo diría, no hasta que fuese conveniente.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
Sus ojos admiraban la tranquilidad del sujeto. Aunque había hecho muy clara su presencia, este aún leía el periódico, y hasta lo comentaba en voz alta mientras que mis labios se moldeaban a modo de sorpresa. Había visto algunos Oukas, aunque no llegó a acercarse a ninguno. Por lo que había aprendido en el tiempo que había estado fuera de su area de confort, las personas que sostenían cargos importantes, la mayoría de ellas por lo menos, tenían aires de grandeza. Y es que para que no te moleste que pasen olímpicamente de tu presencia, uno tenía que tener una paciencia digna de admirar. Sus orbes azules intentaban seguir el juego al hombre, pero su sangre se calentaba por momentos. La tensión se hizo presente durante unos cuantos segundos, en los cuales ninguno de los dos dijo nada. Sintió la cola del gato tocarle con suavidad el abdomen, por dentro de su ropa, cosa que la hizo apaciguar esas ganas que tenía de echarle una de las jarras llenas de jugo encima de la cabeza. Se imaginó un tanto la reacción, y pensó que hubiese sido explosivo. Aún así no lo conocía lo suficiente como para hacerse la idea de que tipo de persona era, aunque el reporte lo dejó como un hombre de justicia subjetiva, algo que por ahora, parecían tener en común.
Sus palabras hicieron que la rubia tomara una postura un poco más cómoda, apoyando la espalda sobre la silla, dejando la mesa libre. Intentaba sonreír, y se mordió un tanto el labio inferior al escuchar su primera frase. No tenían porque empezar con mal pie por sus aires arrogantes, en algo que ni ella sabía muy bien que hacer. Suspiró, bajando los hombros visiblemente cansada y eso que no habían hecho más que empezar. Para el colmo, había de escuchar lo que sería una ¿queja?. El hombre le pedía a ella, en Marineford, una explicación, cuando en realidad era la marine quien debería hacer las preguntas. De pronto, toda la situación había cambiado, y, para echarle más leña al fuego, el Ouka formulaba una pregunta que, a como ella lo había entendido, ponía en evidencia la incompetencia de la Marina. Carraspeó la garganta un tanto, con cierta delicadeza, y sonrió abriendo sus ojos e intentando hacer contacto visual con su "invitado". - Bueno, metiéndome en la situación ahora, parece que tú eres el que me ha llamado a mi, y yo soy la invitada. - decía con sarcasmo, algo un tanto impropio de ella en el pasado, ya que se hubiese liado a golpes a la primera de cambio. - ¿Puedo tomar un poco de jugo?- preguntó, de forma retorica, llenando el vaso y bebiendo hasta vaciar la mitad del mismo, sólo para tranquilizar el fuego que parecía venir desde su mismo corazón.
- Y, la verdad es que te tengo que dar las gracias por preocuparte más allá de lo que te corresponde. - suspiró nuevamente. Eso se le hacía tan raro, que se sentía como jugando un papel que no le correspondía. Estar en la Marina la incapacitaba a tantas cosas, y la obligaban a dejar de ser tan impulsiva, que hasta ella notó que se estaba convirtiendo en una cascarrabias frustrada por no poder actuar como ella quisiera. - Mira, Phoenix-san. Es cierto que llegaron informes de todos tus buenos actos, e igual te esperabas ser recibido por uno de los altos cargos, pero tendrás que acostumbrarte a mi pobre presencia, puesto que para eso estás aquí. - decía, mientras volvía a apoyar los codos sobre la mesa, juntando sus manos a la altura de su pecho. - Fuiste invitado aquí para conocerme. Quizás te esperabas a algo más a tu nivel, obviamente, pero es lo que hay. Tómalo como una cita. - mentía. No pensaba que fuera más débil, aunque su fama de inmortal intimidaba un tanto. Se preguntaba si él llegara a conocer sus verdaderas intenciones, se volvería en su contra, aunque debía de idear un plan rápido para que eso no pasara. Quizás llamar a Lance para encargarle ir tras aquella pista era una buena idea, pero eso ya habría que verse, ya que en aquellos momentos no confiaba en nadie al cien por ciento.
- Mi nombre es Kotori Miura, seré tu compañera de ahora en adelante, por un periodo limitado de tiempo. - su voz, aunque suave, era decidida y no dejaba ver el hecho de que no sabía cuanto tiempo tenían que estar juntos. Su mano se extendió hacía el hombre, con la intención de pasar las introducciones y moverse al próximo punto. - Para mi no importa que seas un Ouka, y por lo visto a ti tampoco te importa mi cargo, así que espero que nos llevemos bien en un futuro. - no esperaba que el hombre cogiese su mano, pero eso no significaba dejar de lado su propio ser sólo porque la otra persona quizás carecía de modales. Independientemente de lo que iba a pasar, su cara mostraría una cálida y sincera sonrisa. No sabía como iba a resultar aquel casi experimento, pero lo cierto es que sus palabras habían sido honestas y verdaderas. Debían poner un poco de su lado para que aquello no salga justo lo contrario, puesto que pasar de la tranquilidad al combate, había solo un pequeño paso en el caso de la impulsiva marine. Volvió a meter la paleta dentro de su boca, para así esperar la respuesta de su invitado, mientras que su dedo tocaba la pata del gato que no tardó en esconderse entre sus ropas.
Sus palabras hicieron que la rubia tomara una postura un poco más cómoda, apoyando la espalda sobre la silla, dejando la mesa libre. Intentaba sonreír, y se mordió un tanto el labio inferior al escuchar su primera frase. No tenían porque empezar con mal pie por sus aires arrogantes, en algo que ni ella sabía muy bien que hacer. Suspiró, bajando los hombros visiblemente cansada y eso que no habían hecho más que empezar. Para el colmo, había de escuchar lo que sería una ¿queja?. El hombre le pedía a ella, en Marineford, una explicación, cuando en realidad era la marine quien debería hacer las preguntas. De pronto, toda la situación había cambiado, y, para echarle más leña al fuego, el Ouka formulaba una pregunta que, a como ella lo había entendido, ponía en evidencia la incompetencia de la Marina. Carraspeó la garganta un tanto, con cierta delicadeza, y sonrió abriendo sus ojos e intentando hacer contacto visual con su "invitado". - Bueno, metiéndome en la situación ahora, parece que tú eres el que me ha llamado a mi, y yo soy la invitada. - decía con sarcasmo, algo un tanto impropio de ella en el pasado, ya que se hubiese liado a golpes a la primera de cambio. - ¿Puedo tomar un poco de jugo?- preguntó, de forma retorica, llenando el vaso y bebiendo hasta vaciar la mitad del mismo, sólo para tranquilizar el fuego que parecía venir desde su mismo corazón.
- Y, la verdad es que te tengo que dar las gracias por preocuparte más allá de lo que te corresponde. - suspiró nuevamente. Eso se le hacía tan raro, que se sentía como jugando un papel que no le correspondía. Estar en la Marina la incapacitaba a tantas cosas, y la obligaban a dejar de ser tan impulsiva, que hasta ella notó que se estaba convirtiendo en una cascarrabias frustrada por no poder actuar como ella quisiera. - Mira, Phoenix-san. Es cierto que llegaron informes de todos tus buenos actos, e igual te esperabas ser recibido por uno de los altos cargos, pero tendrás que acostumbrarte a mi pobre presencia, puesto que para eso estás aquí. - decía, mientras volvía a apoyar los codos sobre la mesa, juntando sus manos a la altura de su pecho. - Fuiste invitado aquí para conocerme. Quizás te esperabas a algo más a tu nivel, obviamente, pero es lo que hay. Tómalo como una cita. - mentía. No pensaba que fuera más débil, aunque su fama de inmortal intimidaba un tanto. Se preguntaba si él llegara a conocer sus verdaderas intenciones, se volvería en su contra, aunque debía de idear un plan rápido para que eso no pasara. Quizás llamar a Lance para encargarle ir tras aquella pista era una buena idea, pero eso ya habría que verse, ya que en aquellos momentos no confiaba en nadie al cien por ciento.
- Mi nombre es Kotori Miura, seré tu compañera de ahora en adelante, por un periodo limitado de tiempo. - su voz, aunque suave, era decidida y no dejaba ver el hecho de que no sabía cuanto tiempo tenían que estar juntos. Su mano se extendió hacía el hombre, con la intención de pasar las introducciones y moverse al próximo punto. - Para mi no importa que seas un Ouka, y por lo visto a ti tampoco te importa mi cargo, así que espero que nos llevemos bien en un futuro. - no esperaba que el hombre cogiese su mano, pero eso no significaba dejar de lado su propio ser sólo porque la otra persona quizás carecía de modales. Independientemente de lo que iba a pasar, su cara mostraría una cálida y sincera sonrisa. No sabía como iba a resultar aquel casi experimento, pero lo cierto es que sus palabras habían sido honestas y verdaderas. Debían poner un poco de su lado para que aquello no salga justo lo contrario, puesto que pasar de la tranquilidad al combate, había solo un pequeño paso en el caso de la impulsiva marine. Volvió a meter la paleta dentro de su boca, para así esperar la respuesta de su invitado, mientras que su dedo tocaba la pata del gato que no tardó en esconderse entre sus ropas.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
-Uhm, no recuerdo haber hecho eso- se quedó un momento pensativo reflexionando si las palabras de la mujer tenían algo de razón, en realidad no estaba seguro, para ser honesto no prestaba demasiada atención a las cosas que carecían de importancia en su mente y obviamente una cita concertada con una vice-almirante que no conocía encajaba en su definición de “irrelevante”, así que era posible, más no lógico, el argumento que la chica le estaba dirigiendo. -Supongo, no soy el dueño de eso- asintió ante la petición de tomar un jugo con la verdad, es decir, al final de cuentas la marina establecía aquello para los invitados que en este caso eran los Oukas, sin embargo, no por ello se volvían dueños de todo, sino solamente como participes de una acción, algo complejo probablemente, aunque así veía las cosas ahora el albino, con cierto toque de frialdad y objetividad siempre impuesta.
-¿Esperaba a los altos cargos?, aseguras demasiadas cosas sin mucha base- no fue aquello una agresión sino un comentario sincero, en realidad parecía que la mujer estaba pensando que a Eden le importaba entrevistarse con algún almirante o algo similar, cuando en realidad no era así, a él no le interesaba demasiado, solo estaba considerando que era extraño no ver a uno de esos sujetos enfrente suyo, al final de cuentas la norma era que los altos cargos se ocupasen de las labores de aquellos corsarios -En todo caso, si ya estás aquí tenemos cosas que discutir, he de suponer- pues después de todo, estar junto a una vice-almirante no era tampoco poca cosa, ellos tenían una alta influencia dentro de la marina y como tal debían ser respetados y en ocasiones hasta temidos, sin embargo, estando del mismo lado no existía nada por lo cual temer, ¿o sí?. -Cita, una palabra bastante curiosa para hacer referencia a este encuentro, igualmente, lo tomaré entonces como tal- aseguró, en realidad no pensaba en nada similar a lo dicho, solo estaba interesado en completar cualquier labor que tuviese en Marineford y salir a realizar sus actos de corsario, incluso en aquel estado de indiferencia existía todavía una parte de responsabilidad social que le impedía pensar en los criminales sueltos acampando a sus anchas en cualquier puerto y dañando a la gente honrada que solo pretendía llevar una vida pacífica mediante el sudor de su frente.
Lo de ir juntos le tomó por sorpresa, aunque en su rostro solo se pudo vislumbrar cierta duda, no hizo ningún comentario al respecto aunque pudo inundar de mil preguntas a la marine, aquello era la clara declaración que estaba considerado como un elemento no del todo fiel a la institución, algo que objetivamente era normal, los antecedentes de otros Oukas no eran los mejores y en tiempos turbulentos cuidarse las espaldas lo mejor posible era algo recomendable, en definitiva, aquello era una duda razonable. -Creo que no habrá problemas, no somos enemigos, estamos en el mismo bando- se atrevió a estrechar la mano de la contraria, no era una persona de malos modales, al menos eso estaba también intacto, solamente que no le gustaba demasiado el contacto con la gente desconocida, se le hacía un poco extraño hablar con aquellas entidades que a su parecer eran meras sombras que andaban de un lado a otro.
Tras un breve silencio volvió a tomar algo de jugo de uva y se atrevió entonces a retomar la palabra, estando claro que aquella iba a ser una especie de unión para una supervisión no quedaban muchas incógnitas, era más bien momento de establecer ciertas pautas -Kotori Miura…dicen que antes eras una civil, ¿no?- estaba informado de manera general, los casos extraordinarios como el de aquella rubia eran bastante sonados, no era un secreto para nadie que su historia causó cierto revuelo, una civil tan poderosa que de repente decide unirse a la justicia era cuando menos, una historia digna de un libro para niñas que soñaban con ser heroínas -Dime, ¿por qué decidiste unirte a la marina tan de repente?, tal vez no es asunto mío, empero, debes admitir que la tuya es una historia particular- y con eso esperó la respuesta de la contraria, su nueva compañera.
-¿Esperaba a los altos cargos?, aseguras demasiadas cosas sin mucha base- no fue aquello una agresión sino un comentario sincero, en realidad parecía que la mujer estaba pensando que a Eden le importaba entrevistarse con algún almirante o algo similar, cuando en realidad no era así, a él no le interesaba demasiado, solo estaba considerando que era extraño no ver a uno de esos sujetos enfrente suyo, al final de cuentas la norma era que los altos cargos se ocupasen de las labores de aquellos corsarios -En todo caso, si ya estás aquí tenemos cosas que discutir, he de suponer- pues después de todo, estar junto a una vice-almirante no era tampoco poca cosa, ellos tenían una alta influencia dentro de la marina y como tal debían ser respetados y en ocasiones hasta temidos, sin embargo, estando del mismo lado no existía nada por lo cual temer, ¿o sí?. -Cita, una palabra bastante curiosa para hacer referencia a este encuentro, igualmente, lo tomaré entonces como tal- aseguró, en realidad no pensaba en nada similar a lo dicho, solo estaba interesado en completar cualquier labor que tuviese en Marineford y salir a realizar sus actos de corsario, incluso en aquel estado de indiferencia existía todavía una parte de responsabilidad social que le impedía pensar en los criminales sueltos acampando a sus anchas en cualquier puerto y dañando a la gente honrada que solo pretendía llevar una vida pacífica mediante el sudor de su frente.
Lo de ir juntos le tomó por sorpresa, aunque en su rostro solo se pudo vislumbrar cierta duda, no hizo ningún comentario al respecto aunque pudo inundar de mil preguntas a la marine, aquello era la clara declaración que estaba considerado como un elemento no del todo fiel a la institución, algo que objetivamente era normal, los antecedentes de otros Oukas no eran los mejores y en tiempos turbulentos cuidarse las espaldas lo mejor posible era algo recomendable, en definitiva, aquello era una duda razonable. -Creo que no habrá problemas, no somos enemigos, estamos en el mismo bando- se atrevió a estrechar la mano de la contraria, no era una persona de malos modales, al menos eso estaba también intacto, solamente que no le gustaba demasiado el contacto con la gente desconocida, se le hacía un poco extraño hablar con aquellas entidades que a su parecer eran meras sombras que andaban de un lado a otro.
Tras un breve silencio volvió a tomar algo de jugo de uva y se atrevió entonces a retomar la palabra, estando claro que aquella iba a ser una especie de unión para una supervisión no quedaban muchas incógnitas, era más bien momento de establecer ciertas pautas -Kotori Miura…dicen que antes eras una civil, ¿no?- estaba informado de manera general, los casos extraordinarios como el de aquella rubia eran bastante sonados, no era un secreto para nadie que su historia causó cierto revuelo, una civil tan poderosa que de repente decide unirse a la justicia era cuando menos, una historia digna de un libro para niñas que soñaban con ser heroínas -Dime, ¿por qué decidiste unirte a la marina tan de repente?, tal vez no es asunto mío, empero, debes admitir que la tuya es una historia particular- y con eso esperó la respuesta de la contraria, su nueva compañera.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
El hombre que tenía delante, parecía estar dispuesto a acabar su poca paciencia, desde la primera vez que se veían. Y es que lo hacía de una forma tan natural, que cualquiera que lo veía de fuera, pensaría que en realidad era estúpido, no se lo hacía. Mas la impresión de Kotori era diferente. Aunque inocente, la muchacha pensaba que claramente se trataba de un sarcasmo desmesurado. Se había tomado a mal todo lo que el hombre había dicho en primera instancia, y le faltaba de poco a nada para dejar que unas acciones impulsivas e impropias de una Vice-Almirante tomaran posesión de la escena y desencadenar un caos, por lo cual sería ella la única culpable, y quizás podía hasta perder lo que tan duramente se había esforzado en conseguir. Intentó calmarse, por segunda vez en la misma cita, poniendo su mano debajo de la mesa y apretando su puño. Se podía haber escuchado a lo largo de toda la primera parte, un sonido estridente proviniendo de su boca, señal que estaba rompiendo la paleta que tenía en su boca con sus dientes, haciendo que los pequeños cristales de azúcar se clavaran en lo tierno de su lengua. Nunca imaginó que estar en la Marina conllevase tantos sacrificios, y mucho menos de aquel tipo. En definitiva, no poder actuar como a ella le gustaba, o más bien como ella era, la estaba fastidiando demasiado.
Pero su espíritu se empezó a calmar poco a poco mientras que el Ouka procedía con sus palabras, dejando claro que se tomaría aquello como una cita, aunque obviamente ambos sabían ahora, porqué se hallaban en aquella amplia sala, con una mesa demasiado grande y solitaria, y con aquellas bebidas que se suponía eran para el disfrute de ambos. Por otro lado, Edén si que tomó su mano a modo de saludo, contacto que robó una sonrisa de la joven que estaba a punto de enfadarse por aquella situación molesta en la que la habían puesto. Por su mente había pasado la posibilidad de rechazar aquello, tan solo la pregunta retórica del qué harán en su contra, la hizo abandonar la idea de inmediato. Había trabajado demasiado duro para que su plan funcionase, y no iba a ser el Ouka el que lo echase a perder todo. El hombre estaba bajo las órdenes del gobierno, y debía trabajar con la Marina, aunque eso quizás no le gustaba tampoco. Eso de estar en el mismo bando seguramente habría que verse. La rubia dudaba que tenían el mismo objetivo pese a su aparente similitud. Ciertamente desde su informe resultaba tener un punto de justicia equivalente a la muchacha, aunque habían varios puntos que se tendrían que mirar con cuidado. Varias preguntas rondaban por su cabeza, que quizás aún no era tiempo de formularlas.
Una vez contestadas sus palabras, hubo un breve silencio. Anteriormente, tan solo asintió con su cabeza, pocas cosas podían añadir e intentar no sonar sarcástica o de malas ganas iba a ser casi imposible. Se tomó aquel breve silencio como un descanso, metiendo la mano dentro de su kimono negro, de una manga, y tocar los pelitos blancos de su mascota, cosa que la hacía volver en si y poder sonreír nuevamente. Una de las pocas cosas buenas que tenía en su vida, a parte de los dulces. Notaba como el peliblanco se estaba sintiendo cómodo desde el momento que ella había entrado por aquella puerta. Todo le salía de manera tan natural, y ella estaba pasando por un infierno intentando controlar aquella situación. Los contras de ser una persona impulsiva, con un carácter un tanto fuerte y una personalidad demasiado motivada. Volvió a bajar los hombros y a suspirar un poco. Se sorprendió al escuchar las próximas palabras que se dirigían directamente a ella. - Sí, así es. - dijo, intentando sentirse cómoda con todo aquello, aunque de alguna manera su silla de pronto parecía haber criado espinas, y eso se notaba claramente en su cara. - No fue de repente para mi. Me crié en un templo aislado del mundo, llevo tan solo nueve meses surcando los mares. No tenía planeado unirme a la Marina pero me vi tentada cuando me ofrecieron el puesto.
Estaba siendo sincera, hasta un punto. No había dicho ninguna mentira, pero sí había omitido parte de la verdad. - Sé que aún me faltan muchísimas cosas por aprender, así que quizás en este tiempo que viajemos juntos, me puedes ayudar con eso. - su codo se apoyó nuevamente sobre la mesa, y su mentón apoyado en la palma de su mano, intentando hacer un contacto visual directo. - Ya que estamos haciendo preguntas personales, ¿porqué te llaman "El fénix"? - sin pelos en la lengua, abriría la bocaza para preguntar algo quizás demasiado personal, aunque no se iba a detener ahí. - Supongo que ser un cazador sin estar bajo la tutela de un mando es más divertido que ser Ouka, ¿porqué el cambio? - tomó uno de los frutos secos que habían sobre la mesa, pero al notar que tenía sal, lo dejó en el mismo cuenco, arrugando la nariz en desagrado. - Oh... casi se me olvidaba. Tengo algo más para ti. - decía, mientras agarraba con sus dos manos las solapas de su kimono negro, abriéndolas de par en par, como si fuese a dejar visto algo mas, cuando, de pronto, la cabeza mullida de un gato pequeño y albino hizo presencia - Momo-chan. Es mi fiel compañero desde hace dos meses. - hacía las introducciones, mientras que el gato ponía una pata sobre la mesa nuevamente. - Se llama Momo por las almohadillas de color melocotón. - tomó la pata entre sus dedos, mostrando las almohadas que realmente eran del color que hacía.
- ¿Tienes familia? ¿Estás casado? - preguntó después de callarse lo suficiente para recibir algún tipo de respuesta a lo anterior. Lo cierto es que había leído lo justo y necesario, lo que más la interesaba a ella. - He visto que eres sólo un año mayor que yo. Seguro que tenemos muchas cosas en común. - Vaya, estaba hablando demasiado. Antes de darse cuenta ya estaba pareciendo como que quería hacer amigos, cosa que realmente era lo último que necesitaba. "No te acerques demasiado, no te acerques demasiado. Lo justo para caerle bien" se repetía a ella misma para coger uno de los frutos secos y meterselo dentro de la boca, olvidando que estaba lleno de sal. Empezó a toser, y se apresuró a por algo de jugo. En cierto, odiaba las cosas extremadamente saldas, lo había hecho por puros nervios y miedo de no meter la pata.
Pero su espíritu se empezó a calmar poco a poco mientras que el Ouka procedía con sus palabras, dejando claro que se tomaría aquello como una cita, aunque obviamente ambos sabían ahora, porqué se hallaban en aquella amplia sala, con una mesa demasiado grande y solitaria, y con aquellas bebidas que se suponía eran para el disfrute de ambos. Por otro lado, Edén si que tomó su mano a modo de saludo, contacto que robó una sonrisa de la joven que estaba a punto de enfadarse por aquella situación molesta en la que la habían puesto. Por su mente había pasado la posibilidad de rechazar aquello, tan solo la pregunta retórica del qué harán en su contra, la hizo abandonar la idea de inmediato. Había trabajado demasiado duro para que su plan funcionase, y no iba a ser el Ouka el que lo echase a perder todo. El hombre estaba bajo las órdenes del gobierno, y debía trabajar con la Marina, aunque eso quizás no le gustaba tampoco. Eso de estar en el mismo bando seguramente habría que verse. La rubia dudaba que tenían el mismo objetivo pese a su aparente similitud. Ciertamente desde su informe resultaba tener un punto de justicia equivalente a la muchacha, aunque habían varios puntos que se tendrían que mirar con cuidado. Varias preguntas rondaban por su cabeza, que quizás aún no era tiempo de formularlas.
Una vez contestadas sus palabras, hubo un breve silencio. Anteriormente, tan solo asintió con su cabeza, pocas cosas podían añadir e intentar no sonar sarcástica o de malas ganas iba a ser casi imposible. Se tomó aquel breve silencio como un descanso, metiendo la mano dentro de su kimono negro, de una manga, y tocar los pelitos blancos de su mascota, cosa que la hacía volver en si y poder sonreír nuevamente. Una de las pocas cosas buenas que tenía en su vida, a parte de los dulces. Notaba como el peliblanco se estaba sintiendo cómodo desde el momento que ella había entrado por aquella puerta. Todo le salía de manera tan natural, y ella estaba pasando por un infierno intentando controlar aquella situación. Los contras de ser una persona impulsiva, con un carácter un tanto fuerte y una personalidad demasiado motivada. Volvió a bajar los hombros y a suspirar un poco. Se sorprendió al escuchar las próximas palabras que se dirigían directamente a ella. - Sí, así es. - dijo, intentando sentirse cómoda con todo aquello, aunque de alguna manera su silla de pronto parecía haber criado espinas, y eso se notaba claramente en su cara. - No fue de repente para mi. Me crié en un templo aislado del mundo, llevo tan solo nueve meses surcando los mares. No tenía planeado unirme a la Marina pero me vi tentada cuando me ofrecieron el puesto.
Estaba siendo sincera, hasta un punto. No había dicho ninguna mentira, pero sí había omitido parte de la verdad. - Sé que aún me faltan muchísimas cosas por aprender, así que quizás en este tiempo que viajemos juntos, me puedes ayudar con eso. - su codo se apoyó nuevamente sobre la mesa, y su mentón apoyado en la palma de su mano, intentando hacer un contacto visual directo. - Ya que estamos haciendo preguntas personales, ¿porqué te llaman "El fénix"? - sin pelos en la lengua, abriría la bocaza para preguntar algo quizás demasiado personal, aunque no se iba a detener ahí. - Supongo que ser un cazador sin estar bajo la tutela de un mando es más divertido que ser Ouka, ¿porqué el cambio? - tomó uno de los frutos secos que habían sobre la mesa, pero al notar que tenía sal, lo dejó en el mismo cuenco, arrugando la nariz en desagrado. - Oh... casi se me olvidaba. Tengo algo más para ti. - decía, mientras agarraba con sus dos manos las solapas de su kimono negro, abriéndolas de par en par, como si fuese a dejar visto algo mas, cuando, de pronto, la cabeza mullida de un gato pequeño y albino hizo presencia - Momo-chan. Es mi fiel compañero desde hace dos meses. - hacía las introducciones, mientras que el gato ponía una pata sobre la mesa nuevamente. - Se llama Momo por las almohadillas de color melocotón. - tomó la pata entre sus dedos, mostrando las almohadas que realmente eran del color que hacía.
- ¿Tienes familia? ¿Estás casado? - preguntó después de callarse lo suficiente para recibir algún tipo de respuesta a lo anterior. Lo cierto es que había leído lo justo y necesario, lo que más la interesaba a ella. - He visto que eres sólo un año mayor que yo. Seguro que tenemos muchas cosas en común. - Vaya, estaba hablando demasiado. Antes de darse cuenta ya estaba pareciendo como que quería hacer amigos, cosa que realmente era lo último que necesitaba. "No te acerques demasiado, no te acerques demasiado. Lo justo para caerle bien" se repetía a ella misma para coger uno de los frutos secos y meterselo dentro de la boca, olvidando que estaba lleno de sal. Empezó a toser, y se apresuró a por algo de jugo. En cierto, odiaba las cosas extremadamente saldas, lo había hecho por puros nervios y miedo de no meter la pata.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
-Una historia curiosamente familiar- al parecer la chica estuvo en un templo durante todos estos años, algo que la convertía en una ignorante de los mares, ciertamente, tener fuerza era muy distinto a tener conocimientos, en aquellas aguas tener cierta clase de conocimientos podía ser peligroso incluso para una entidad tan grande como el gobierno, Eden estaba consciente de ello y por ende no hablaba demasiado de sus capacidades intelectuales, ser una especie de erudito solo tenía dos vías…vivir en el anonimato o unirse abiertamente a un bando para que este le protegiese y de las dos, para Silverman la primera era sin duda la mejor, ya que, pese a trabajar ahora para el gobierno y la marina, eso no implicaba que los considerase sus dueños ni mucho menos, en su mente era más bien un mutuo acuerdo de conveniencia, él atrapaba criminales peligrosos y problemáticos, algo en lo que era bueno y le gustaba, mientras las instituciones que le estaban utilizando le daban ciertos beneficios, como acampar a sus anchas en los campamentos y cruzar por zonas que normalmente estaban cerradas para el tránsito de la gente ajena a dichas facciones, era en sí misma una relación de ganar y ganar.
En todo caso, la historia de Kotori se le hizo familiar pues le recordaba a Henry y hasta él mismo, probablemente no en un grado tan extremo, pero existían las similitudes imposibles de omitir. Henry había estado encerrado en Impel Down simplemente por nacer allí, algo injusto que eventualmente fue posible de debatir y con ello emergió al mundo, entonces se podría decir que surgió del infierno al mundo estando ya preparado para afrontarlo. Por otro lado, Eden vivió por diez años en Shimotsuki entrenando y aprendiendo de su maestro, el camino del samurái le enseñó que uno podía ser tanto potencialmente grande como potencialmente perverso, así que, una vez salido al mundo como un samurái -algo que le diferenciaba de los simples espadachines, pues sus preceptos y normas eran distintos, incluso en aquel estado indiferente seguía conservando gran parte de ellos- también se encontraba preparado para hacer frente a las circunstancias. En cambio, Miura hablaba como si viniese de un mundo extraño, algo fuera de ese planeta, cosa interesante, según la experiencia de Eden si había llegado tan lejos con tan poca experiencia eso solo significaba que era una genio que desarrollaba exponencialmente sus habilidades o que estaba mintiendo.
De cualquier forma, estando en una charla tranquila decidió preguntar algo más -¿Acaso provienes de la isla Kenpo?, según he escuchado es la única isla con templos dedicados a la meditación, no sería raro en ese caso- se quedó pensando, en realidad existían múltiples templos en el mundo, siendo un historiador ya con cierta habilidad sabía que en Arabasta, Skypiea, Amazon Lily, el País de las Flores y hasta otros lares como Nakamura existían cuantiosos templos, aunque el discurso de la vice-almirante daba a pensar que se trataba de un sitio de meditación y aprendizaje, o al menos eso había entendido.
Posteriormente la charla se dirigió a la persona del albino, su rostro se elevó un tanto prestando atención aunque manteniendo ese típico toque de indiferencia, la pregunta de su apodo era algo bastante natural, la gente solía hacerse la misma pregunta una y otra vez, para mala suerte de Kotori, al igual que en todas las demás ocasiones, la respuesta de Eden no iba a cambiar -Un apodo es solo eso, a alguien le pareció divertido y simplemente lo adjudicó a mi persona, en realidad antes me molestaba pero ahora me gusta- admitió ladeando un poco la cabeza para mirar rumbo al balcón que estaba más lejos, a veces se le antojaba transformarse y surcar los cielos, sin embargo, hacerlo sería un craso error, si hasta el momento había subsistido como una especie de mito urbano era precisamente por su capacidad de ser discreto en cuanto a sus capacidades, ese era uno de los mejores medios para salvaguardar la integridad, pues al final a todos, incluso a las personas como Kotori, les gustaba algo el misterio, deseaban en cierto modo ser engañados por un cuento o una historia de magia, simplemente a veces la gente, de manera no consciente, deseaba creer en algo más allá.
Ya en relación a la segunda pregunta una tenue mueca de diversión se formuló en su rostro, algunos lo veían como ella, para aquel chico en realidad esa forma de ver las cosas era demasiado simple -No hay una razón en especial, el gobierno me envió una invitación y decidí aceptar- se puso en pie para acercarse a otro extremo de la mesa y con ello poder alcanzar un cuenco de fresas -Lo creas o no, todos estamos bajo la tutela de alguien, quizás eso solo excluye a los más altos cargos- en referencia claro a los emperadores pirata, el Gorosei y quizás hasta el Almirante de Flota -Los cazadores siempre están supeditados a la marina y al gobierno, son en efecto un brazo no oficial de estas organizaciones, atrapan piratas y criminales por dinero, básicamente tú y yo hacemos lo mismo omitiendo la parte del dinero, aunque obtenemos otras prestaciones, así que, ¿por qué no hacerlo?- hubo un momento de silencio donde consumió la fresa y posteriormente decidió agregar algo, siendo un Ouka podía permitirse decir cosas que quizás no eran tan agradables -Además, actualmente considero que de los males existentes en el mundo, el gobierno y la marina son el menor, así que “jugar” para un bando que no es tan nocivo es la mejor opción a mi parecer- concluyó aquella parte y consumió unas cuantas fresas más.
Eventualmente ella pareció estarse desnudando, aunque incluso eso no pareció interesar al samurái que solo observó con tranquilidad, lastimosamente poder ver los senos de la mujer hubiese sido mejor que encontrarse con aquel animal, un gato feo que parecía más bien una marioneta molida a palos en la percepción de Eden -Uhm…ya, un gusto, supongo- no ocultaba mucho el hecho que los gatos le resultaban animales poco agradables, sin embargo, si mantenía su distancia seguro que no tendrían ningún problema.
“Y parecía que era una mujer callada” pensó en tanto las preguntas volaban a cada momento, se estaba tomando en serio eso de ser una especie de amigos, igual no estaba mal conversar con alguien de vez en cuando -Haces muchas preguntas, aunque creo que puedo responderlas. No, no tengo familia. No, no estoy casado ni nada por el estilo- retomó un poco de aire y finalmente agregó -Y no, no creo que tengamos muchas cosas en común- algunos considerarían que aquello convertía al hombre en un pesado y engreído, aunque en realidad pensaba que eran bastante distintos, al final de cuentas ella estaba en la marina y él no, ella conocía poco del mundo y él no, ella gustaba de los gatos y él no, ergo, la secuencia lógica dictaba que no tenían tantas cosas en común, ni siquiera parecían tener el mismo carácter y ya ni hablar de los sueños. -Claro, no ser iguales no implica que no podamos llevarnos bien, alguna vez mi maestro me dijo que “el cambio es lo único que hace interesante el mundo, si todos fuésemos iguales estaríamos viviendo en una pesadilla interminable donde el aburrimiento sería nuestro único comandante”- Oku era sabio, lástima que Silverman antes era un bobo, era hasta ahora que podía apreciar sus conocimientos a plenitud.
En todo caso, la historia de Kotori se le hizo familiar pues le recordaba a Henry y hasta él mismo, probablemente no en un grado tan extremo, pero existían las similitudes imposibles de omitir. Henry había estado encerrado en Impel Down simplemente por nacer allí, algo injusto que eventualmente fue posible de debatir y con ello emergió al mundo, entonces se podría decir que surgió del infierno al mundo estando ya preparado para afrontarlo. Por otro lado, Eden vivió por diez años en Shimotsuki entrenando y aprendiendo de su maestro, el camino del samurái le enseñó que uno podía ser tanto potencialmente grande como potencialmente perverso, así que, una vez salido al mundo como un samurái -algo que le diferenciaba de los simples espadachines, pues sus preceptos y normas eran distintos, incluso en aquel estado indiferente seguía conservando gran parte de ellos- también se encontraba preparado para hacer frente a las circunstancias. En cambio, Miura hablaba como si viniese de un mundo extraño, algo fuera de ese planeta, cosa interesante, según la experiencia de Eden si había llegado tan lejos con tan poca experiencia eso solo significaba que era una genio que desarrollaba exponencialmente sus habilidades o que estaba mintiendo.
De cualquier forma, estando en una charla tranquila decidió preguntar algo más -¿Acaso provienes de la isla Kenpo?, según he escuchado es la única isla con templos dedicados a la meditación, no sería raro en ese caso- se quedó pensando, en realidad existían múltiples templos en el mundo, siendo un historiador ya con cierta habilidad sabía que en Arabasta, Skypiea, Amazon Lily, el País de las Flores y hasta otros lares como Nakamura existían cuantiosos templos, aunque el discurso de la vice-almirante daba a pensar que se trataba de un sitio de meditación y aprendizaje, o al menos eso había entendido.
Posteriormente la charla se dirigió a la persona del albino, su rostro se elevó un tanto prestando atención aunque manteniendo ese típico toque de indiferencia, la pregunta de su apodo era algo bastante natural, la gente solía hacerse la misma pregunta una y otra vez, para mala suerte de Kotori, al igual que en todas las demás ocasiones, la respuesta de Eden no iba a cambiar -Un apodo es solo eso, a alguien le pareció divertido y simplemente lo adjudicó a mi persona, en realidad antes me molestaba pero ahora me gusta- admitió ladeando un poco la cabeza para mirar rumbo al balcón que estaba más lejos, a veces se le antojaba transformarse y surcar los cielos, sin embargo, hacerlo sería un craso error, si hasta el momento había subsistido como una especie de mito urbano era precisamente por su capacidad de ser discreto en cuanto a sus capacidades, ese era uno de los mejores medios para salvaguardar la integridad, pues al final a todos, incluso a las personas como Kotori, les gustaba algo el misterio, deseaban en cierto modo ser engañados por un cuento o una historia de magia, simplemente a veces la gente, de manera no consciente, deseaba creer en algo más allá.
Ya en relación a la segunda pregunta una tenue mueca de diversión se formuló en su rostro, algunos lo veían como ella, para aquel chico en realidad esa forma de ver las cosas era demasiado simple -No hay una razón en especial, el gobierno me envió una invitación y decidí aceptar- se puso en pie para acercarse a otro extremo de la mesa y con ello poder alcanzar un cuenco de fresas -Lo creas o no, todos estamos bajo la tutela de alguien, quizás eso solo excluye a los más altos cargos- en referencia claro a los emperadores pirata, el Gorosei y quizás hasta el Almirante de Flota -Los cazadores siempre están supeditados a la marina y al gobierno, son en efecto un brazo no oficial de estas organizaciones, atrapan piratas y criminales por dinero, básicamente tú y yo hacemos lo mismo omitiendo la parte del dinero, aunque obtenemos otras prestaciones, así que, ¿por qué no hacerlo?- hubo un momento de silencio donde consumió la fresa y posteriormente decidió agregar algo, siendo un Ouka podía permitirse decir cosas que quizás no eran tan agradables -Además, actualmente considero que de los males existentes en el mundo, el gobierno y la marina son el menor, así que “jugar” para un bando que no es tan nocivo es la mejor opción a mi parecer- concluyó aquella parte y consumió unas cuantas fresas más.
Eventualmente ella pareció estarse desnudando, aunque incluso eso no pareció interesar al samurái que solo observó con tranquilidad, lastimosamente poder ver los senos de la mujer hubiese sido mejor que encontrarse con aquel animal, un gato feo que parecía más bien una marioneta molida a palos en la percepción de Eden -Uhm…ya, un gusto, supongo- no ocultaba mucho el hecho que los gatos le resultaban animales poco agradables, sin embargo, si mantenía su distancia seguro que no tendrían ningún problema.
“Y parecía que era una mujer callada” pensó en tanto las preguntas volaban a cada momento, se estaba tomando en serio eso de ser una especie de amigos, igual no estaba mal conversar con alguien de vez en cuando -Haces muchas preguntas, aunque creo que puedo responderlas. No, no tengo familia. No, no estoy casado ni nada por el estilo- retomó un poco de aire y finalmente agregó -Y no, no creo que tengamos muchas cosas en común- algunos considerarían que aquello convertía al hombre en un pesado y engreído, aunque en realidad pensaba que eran bastante distintos, al final de cuentas ella estaba en la marina y él no, ella conocía poco del mundo y él no, ella gustaba de los gatos y él no, ergo, la secuencia lógica dictaba que no tenían tantas cosas en común, ni siquiera parecían tener el mismo carácter y ya ni hablar de los sueños. -Claro, no ser iguales no implica que no podamos llevarnos bien, alguna vez mi maestro me dijo que “el cambio es lo único que hace interesante el mundo, si todos fuésemos iguales estaríamos viviendo en una pesadilla interminable donde el aburrimiento sería nuestro único comandante”- Oku era sabio, lástima que Silverman antes era un bobo, era hasta ahora que podía apreciar sus conocimientos a plenitud.
InvitadoInvitado
Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
Lo único que agradecía la rubia era que, el momento sarcástico del principio de la conversación había pasado, y esperaba que pudieran tener una primera conversación más agradable de lo que había sido hasta entonces. - No. Swallow.¿Tú? - contestó con simpleza ante la pregunta de Eden. Si bien quizás había pisado Kenpo, ese no era el lugar de donde provenía, aunque tampoco lo era Swallow. La muchacha seguía sin saber el hecho de que era un ángel, o lo fue en su momento dado, antes de obtener las prótesis. Nadie había llegado a ver aún, las cicatrices tan peculiares que tenía en la espalda, y su maestro se había muerto antes de llegar a decirle, siquiera, su procedencia. Habían muchos misterios en su vida que ni ella sabía que existían. De aquella época tan solo guardaba consigo una pulsera de oro con una piedra roja. ¿Se tomó las molestias de investigarla? Lo cierto es que no, ni tuvo tiempo ni interés, por ahora. Sí, era algo que tenía en mente, y era curiosa sobre quien era su progenitora, pero habían cosas más importantes a las que atender, por ahora. Su primera meta era obviamente, vengar la veintena de vidas que habían quitado, de manera injusta, en el aislado templo de Swallow. Después, se sentía un tanto perdida en cuanto a su vida. Quizás, en su paso a hacer del mundo un sitio mejor, encontraría alguna pista sobre sus orígenes, pero no tenía muy claro lo siguiente.
Sus ojos buscaban la mirada ajena. Era extraño, pues no sentía nada. Durante casi todo el rato que llevaban, el hombre mostraba el mismo bajo interés, tanto por la conversación, como por el hecho de estar ahí. Aún así, no se podía quejar. La interacción había sido mutua hasta en aquel momento, y Eden se dignaba a contestar de una forma normal a sus preguntas, pese a que su rostro era casi inamovible. - Un apodo se da en función a las capacidades de una persona. Algo por lo que sobresale. - volvía a añadir, sin maldad ni nada por el estilo, tan solo decía lo que a ella le parecía. No había que ser muy listo para sumar uno más uno. El fénix era un pájaro legendario y fantástico, con el don de renacer de sus propias cenizas, cosa que le hacía inmortal. Si bien no sabía elementos de la vida actual en el mundo, tenía muy aprendidas las clases de religión, mitología, escritura y varias otras disciplinas que, por lo que ha podido ver, no valían de mucho en el mundo actual. Sabía bien sus capacidades intelectuales, y en aquellos momentos intentaba mejorar como persona e intentar sobrevivir en un mundo que no parecía encajar. También sabía que, el trato con las personas no era su punto fuerte. En un intento a acercarse, se acercaba demasiado. Le había pasado con Lance y Henry. Hacía de las problemas de la gente, algo personal que debía ser llevado a cabo. Y también, con ambos, había dejado ver demasiado sentimientos en muy poco tiempo, terreno que obviamente aún desconocía.
Había entrado en el mundo del peliblanco, o quizás así parecía por las preguntas tan personales que estaba haciendo. Quizás era verdad aquello que decía, se lo pensaba a medida que iba escuchando sus palabras. Realmente en su mundo, todos estaban bajo la tutela de alguien, y hasta en el templo pasaba lo mismo. Pero su mente idealizaba la imagen de libertad, y la deseaba. Haber estado encerrada casi en contra de su voluntad durante poco más de veinte años, había engendrado en ella unos deseos ferreos de ser libre. De hacer lo que ella quería, ayudar a quien ella viera necesario sin contar el bando en el que estaban ni otras nimiedades que ella consideraba coo tal. Pero entendió con facilidad lo que la otra persona explicaba, ya que le enseñaron de una forma un tanto básica, como se rige el mundo en la actualidad. No le parecía que la Marina fuera mala, así como ninguna facción ya que eso carecía de importancia para ella. Las facciones no eran malas, si no las personas. Pero eso pensó que aún era rápido desvelar al desconocido, que no solo no se ganó su confianza por ahora, si no que tampoco es que habían empezado con buen pie. Porqué no decirlo, se le daba mal leer a las personas, y, tras un rostro tan poco expresivo como el de Edén, tan solo era capaz de deducir lo que podía de sus palabras.
Tomó el jugo para contener su tos. Había sido un error comer el fruto seco, que le había dejado un sabor entre salado y amargo, haciéndola sentir un tanto de discomfort general, y sus dulces ya habían acabado. Se levantó mientras que él contestaba a sus últimas preguntas, para coger las canastas de frutas que habían un poco más allá, y traerlas sobre la mesa que separaba a los dos miembros de aquella reunión. Al parecer no tenía familia tampoco, ni estaba casado, cosa que también le traían un poco más cerca a ella, que estaba en la misma situación. Aún así, mientras que la muchacha se metía una cereza en la boca, el Ouka dijo algo que hizo que su corazón se parase en seco. No creía tener nada en común con ella, cosa que le daba un escalofrío sobre la espalda. De alguna manera, se sintió rechazada. Vale que no tuviese capacidad para hacer con facilidad amigos, o que las clases de "como ser una mujer normal" no habían funcionado en su totalidad, pero de ahí a no tener nada en común con el hombre, era cosa un tanto cruel que decir. Y eso que se había esforzado casi tanto como podía, en caerle bien y empezar aquello que se veía venir como un viaje cansino y aburrido. Ahora tenía la certeza de ello.
Quizás si y eran muy diferentes. Notaba como su nuevo compañero hablaba de manera un tanto educada, no en el sentido de modales si no en el sentido de tener idea de lo que estaba diciendo. Sabía lo que decía, no hablaba de libros ni como si hubiese aprendido de memoria, si no que tenía consciencia propia y podía pensar por si mismo en el mundo actual, cosa que Kotori aún no tenía. - Ya veo...- se limitó a decir, tragando el último trozo de la cereza, sintiendo como, de pronto, su apetito había disminuido, así como sus ideas infantiles de hacer una conversación normal com el hombre. Se quedó en silencio un buen rato. En realidad, ni eral a que tenía que hacer tantas preguntas, ya que el informe seguía estando en su oficina y podría estudiarlo al volver ahí. No era la que necesitaba todo aquello, y en cambio era la que se estaba esforzando más, de alguna forma. Su rostro había cambiado ante aquellas palabras, su sonrisa había desaparecido. Quizás de ser en un pasado, hasta sus ojos se habrían llenado de lágrimas. Pero ahora lo veía de una forma un tanto más madura. Consideró que su sobreesfuerzo no había sido lo suficientemente valorado, o quizás que la sinceridad del hombre provenía de un rechazo a su personalidad.
Miraba una de las frutas, aunque realmente estaba metida en sus pensamientos. Hasta su gato había sido rechazado de alguna forma, ya que el primer impulso de la gente solía ser en intentar tocarlo. No había que ser un genio para declarar que Momo tampoco era de su agrado, cosa que la hizo meter la mano dentro de su kimono para acariciar su pequeña cabeza mientras que este lamía su mano. Quería que eso acabara rápido, se había convertido en una de las estúpidas reuniones a las que sus mandos le mandaban asistir, y donde tenía que encontrar algo interesante que hacer. Se debería de haber acostumbrado a aquel tipo de caras inexpresivas y personalidades desinteresadas, pero no lo hacía. - ¿Dónde vamos a ir a partir de aquí? - preguntó, aún pensando en como había llegado a hacer parte de aquel tipo de grupo. Viajar con Eden quizás no sería muy diferente que viajar con todos aquellos oficiales de la Marina. En verdad, estar con gente normal sin aires de arrogancia ni títulos, era lo que más la divertía. Quizás y tenía que quedarse un tanto más de civil, aunque eso hubiese ralentizando sus planes. Desechó la idea de su cabeza rápidamente. No podía haber avanzado desde aquella posición aunque lo hubiera querido. Se quedó esperando, quería saber cual era el próximo paso. No sabía a que tenía que atenerse pero sí que necesitaba un plan para intentar hacer de aquel viaje, algo más llevadero.
Sus ojos buscaban la mirada ajena. Era extraño, pues no sentía nada. Durante casi todo el rato que llevaban, el hombre mostraba el mismo bajo interés, tanto por la conversación, como por el hecho de estar ahí. Aún así, no se podía quejar. La interacción había sido mutua hasta en aquel momento, y Eden se dignaba a contestar de una forma normal a sus preguntas, pese a que su rostro era casi inamovible. - Un apodo se da en función a las capacidades de una persona. Algo por lo que sobresale. - volvía a añadir, sin maldad ni nada por el estilo, tan solo decía lo que a ella le parecía. No había que ser muy listo para sumar uno más uno. El fénix era un pájaro legendario y fantástico, con el don de renacer de sus propias cenizas, cosa que le hacía inmortal. Si bien no sabía elementos de la vida actual en el mundo, tenía muy aprendidas las clases de religión, mitología, escritura y varias otras disciplinas que, por lo que ha podido ver, no valían de mucho en el mundo actual. Sabía bien sus capacidades intelectuales, y en aquellos momentos intentaba mejorar como persona e intentar sobrevivir en un mundo que no parecía encajar. También sabía que, el trato con las personas no era su punto fuerte. En un intento a acercarse, se acercaba demasiado. Le había pasado con Lance y Henry. Hacía de las problemas de la gente, algo personal que debía ser llevado a cabo. Y también, con ambos, había dejado ver demasiado sentimientos en muy poco tiempo, terreno que obviamente aún desconocía.
Había entrado en el mundo del peliblanco, o quizás así parecía por las preguntas tan personales que estaba haciendo. Quizás era verdad aquello que decía, se lo pensaba a medida que iba escuchando sus palabras. Realmente en su mundo, todos estaban bajo la tutela de alguien, y hasta en el templo pasaba lo mismo. Pero su mente idealizaba la imagen de libertad, y la deseaba. Haber estado encerrada casi en contra de su voluntad durante poco más de veinte años, había engendrado en ella unos deseos ferreos de ser libre. De hacer lo que ella quería, ayudar a quien ella viera necesario sin contar el bando en el que estaban ni otras nimiedades que ella consideraba coo tal. Pero entendió con facilidad lo que la otra persona explicaba, ya que le enseñaron de una forma un tanto básica, como se rige el mundo en la actualidad. No le parecía que la Marina fuera mala, así como ninguna facción ya que eso carecía de importancia para ella. Las facciones no eran malas, si no las personas. Pero eso pensó que aún era rápido desvelar al desconocido, que no solo no se ganó su confianza por ahora, si no que tampoco es que habían empezado con buen pie. Porqué no decirlo, se le daba mal leer a las personas, y, tras un rostro tan poco expresivo como el de Edén, tan solo era capaz de deducir lo que podía de sus palabras.
Tomó el jugo para contener su tos. Había sido un error comer el fruto seco, que le había dejado un sabor entre salado y amargo, haciéndola sentir un tanto de discomfort general, y sus dulces ya habían acabado. Se levantó mientras que él contestaba a sus últimas preguntas, para coger las canastas de frutas que habían un poco más allá, y traerlas sobre la mesa que separaba a los dos miembros de aquella reunión. Al parecer no tenía familia tampoco, ni estaba casado, cosa que también le traían un poco más cerca a ella, que estaba en la misma situación. Aún así, mientras que la muchacha se metía una cereza en la boca, el Ouka dijo algo que hizo que su corazón se parase en seco. No creía tener nada en común con ella, cosa que le daba un escalofrío sobre la espalda. De alguna manera, se sintió rechazada. Vale que no tuviese capacidad para hacer con facilidad amigos, o que las clases de "como ser una mujer normal" no habían funcionado en su totalidad, pero de ahí a no tener nada en común con el hombre, era cosa un tanto cruel que decir. Y eso que se había esforzado casi tanto como podía, en caerle bien y empezar aquello que se veía venir como un viaje cansino y aburrido. Ahora tenía la certeza de ello.
Quizás si y eran muy diferentes. Notaba como su nuevo compañero hablaba de manera un tanto educada, no en el sentido de modales si no en el sentido de tener idea de lo que estaba diciendo. Sabía lo que decía, no hablaba de libros ni como si hubiese aprendido de memoria, si no que tenía consciencia propia y podía pensar por si mismo en el mundo actual, cosa que Kotori aún no tenía. - Ya veo...- se limitó a decir, tragando el último trozo de la cereza, sintiendo como, de pronto, su apetito había disminuido, así como sus ideas infantiles de hacer una conversación normal com el hombre. Se quedó en silencio un buen rato. En realidad, ni eral a que tenía que hacer tantas preguntas, ya que el informe seguía estando en su oficina y podría estudiarlo al volver ahí. No era la que necesitaba todo aquello, y en cambio era la que se estaba esforzando más, de alguna forma. Su rostro había cambiado ante aquellas palabras, su sonrisa había desaparecido. Quizás de ser en un pasado, hasta sus ojos se habrían llenado de lágrimas. Pero ahora lo veía de una forma un tanto más madura. Consideró que su sobreesfuerzo no había sido lo suficientemente valorado, o quizás que la sinceridad del hombre provenía de un rechazo a su personalidad.
Miraba una de las frutas, aunque realmente estaba metida en sus pensamientos. Hasta su gato había sido rechazado de alguna forma, ya que el primer impulso de la gente solía ser en intentar tocarlo. No había que ser un genio para declarar que Momo tampoco era de su agrado, cosa que la hizo meter la mano dentro de su kimono para acariciar su pequeña cabeza mientras que este lamía su mano. Quería que eso acabara rápido, se había convertido en una de las estúpidas reuniones a las que sus mandos le mandaban asistir, y donde tenía que encontrar algo interesante que hacer. Se debería de haber acostumbrado a aquel tipo de caras inexpresivas y personalidades desinteresadas, pero no lo hacía. - ¿Dónde vamos a ir a partir de aquí? - preguntó, aún pensando en como había llegado a hacer parte de aquel tipo de grupo. Viajar con Eden quizás no sería muy diferente que viajar con todos aquellos oficiales de la Marina. En verdad, estar con gente normal sin aires de arrogancia ni títulos, era lo que más la divertía. Quizás y tenía que quedarse un tanto más de civil, aunque eso hubiese ralentizando sus planes. Desechó la idea de su cabeza rápidamente. No podía haber avanzado desde aquella posición aunque lo hubiera querido. Se quedó esperando, quería saber cual era el próximo paso. No sabía a que tenía que atenerse pero sí que necesitaba un plan para intentar hacer de aquel viaje, algo más llevadero.
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Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
Contrario a lo esperado la mujer pareció extinguir sus preguntas, sus comentarios igualmente desaparecieron y de no ser porque juzgaba con lógica pensaría que algo en ella cambió, por un momento le recordó a Natsumi, aquella niña caprichosa que se enfadaba cuando algo no resultaba como esperaba, eso le causó cierta gracia, aunque ya no la suficiente para reír, simplemente para admirar por un momento la situación. Desconocía que pensaba Miura de Swallow -debido a que esa era su isla de origen, extrañamente según Eden allí no existía ningún templo-, aunque eso en realidad no era molesto, antes quizás habría dicho un chiste idiota, o comenzado una conversación estúpida, sin embargo, Silverman ya no era un bobo del cual todos se reían, eso quedó en el pasado, eso se abandonó en Drumm con el verdadero despertar de su malestar y su odio por todo su pasado, de algún modo ahora sentía que este le estaba consumiendo de una manera lenta, las injusticias de Spider Miles, su incapacidad de triunfar en Shimotsuki, vamos, la katana que portaba nunca fue designada para él, Oku solamente se la entregó porque era el único con vida, así que se podría decir que ni siquiera su maestro pudo confiar en él.
El silencio era agradable, la vida podía pasar sin pena ni gloria, ahora mismo Eden solo tenía una meta clara y esa era ayudar a traer equilibrio al mundo, esto significaba proponer la captura de los piratas más problemáticos y claro, permitir que afloraran los males necesarios, pues a final de cuentas todo giraba en un círculo eterno de armonía y caos. “No será algo tan extraño como supuse al inicio, en todo caso, eso es mejor” pensó que en definitiva la compañía de la chica iba a ser menos molesta de lo esperado, si ambos se acoplaban a sus funciones todo iría como la seda, si la marina o el gobierno estaba en la idea de verificar su lealtad no objetaría nada, era preferible, a decir verdad, después de todo, pensar que estaría todos los días respondiendo preguntas o bien, participando de rituales extraños era, cuanto menos, irritable. Igualmente, él ya estaba acostumbrado a la soledad, nunca tuvo muchos amigos, tras Shimotsuki viajó solo por años y eso no iba a cambiar ahora, las sombras que se dibujaban en personas no le importaban demasiado, eran tan efímeras como una estrella fugaz.
-Pensaba viajar al Nuevo Mundo, sin embargo, el invierno azota aquellas aguas, eso significa que el paso por isla Gyojin ha quedado cerrado, los criminales se van a aglomerar en la Grand Line, así que creo deberíamos vigilar las corrientes, me han informado que deberíamos vigilar lugares como St. Poplar, es una isla relativamente segura, aunque como dije, si los piratas comienzan a establecerse en estas aguas esperando la primavera seguro causarán bastantes problemas incluso en islas con cierta vigilancia- sacó de sus ropas una pipa vieja de madera aunque notablemente tallada a mano, un recuerdo de su mentor -Otro asunto son los supernovas, hace meses estuvieron en Drumm, sin embargo parecen estar ocultos, deberíamos buscar la pista de alguno creo yo- sacó unas cerillas y encendió su pipa con tranquilidad para comenzar a fumar, una vez dicho y hecho todo se dirigió hasta la salida caminando, al menos deberían adelantarse para ir al barco de Eden, este no indicó nada a Miura, supuso que ella le seguiría y en caso de no ser así podrían reunirse por separado en la isla dicha, eso no era en realidad ningún problema para el Ouka.
El silencio era agradable, la vida podía pasar sin pena ni gloria, ahora mismo Eden solo tenía una meta clara y esa era ayudar a traer equilibrio al mundo, esto significaba proponer la captura de los piratas más problemáticos y claro, permitir que afloraran los males necesarios, pues a final de cuentas todo giraba en un círculo eterno de armonía y caos. “No será algo tan extraño como supuse al inicio, en todo caso, eso es mejor” pensó que en definitiva la compañía de la chica iba a ser menos molesta de lo esperado, si ambos se acoplaban a sus funciones todo iría como la seda, si la marina o el gobierno estaba en la idea de verificar su lealtad no objetaría nada, era preferible, a decir verdad, después de todo, pensar que estaría todos los días respondiendo preguntas o bien, participando de rituales extraños era, cuanto menos, irritable. Igualmente, él ya estaba acostumbrado a la soledad, nunca tuvo muchos amigos, tras Shimotsuki viajó solo por años y eso no iba a cambiar ahora, las sombras que se dibujaban en personas no le importaban demasiado, eran tan efímeras como una estrella fugaz.
-Pensaba viajar al Nuevo Mundo, sin embargo, el invierno azota aquellas aguas, eso significa que el paso por isla Gyojin ha quedado cerrado, los criminales se van a aglomerar en la Grand Line, así que creo deberíamos vigilar las corrientes, me han informado que deberíamos vigilar lugares como St. Poplar, es una isla relativamente segura, aunque como dije, si los piratas comienzan a establecerse en estas aguas esperando la primavera seguro causarán bastantes problemas incluso en islas con cierta vigilancia- sacó de sus ropas una pipa vieja de madera aunque notablemente tallada a mano, un recuerdo de su mentor -Otro asunto son los supernovas, hace meses estuvieron en Drumm, sin embargo parecen estar ocultos, deberíamos buscar la pista de alguno creo yo- sacó unas cerillas y encendió su pipa con tranquilidad para comenzar a fumar, una vez dicho y hecho todo se dirigió hasta la salida caminando, al menos deberían adelantarse para ir al barco de Eden, este no indicó nada a Miura, supuso que ella le seguiría y en caso de no ser así podrían reunirse por separado en la isla dicha, eso no era en realidad ningún problema para el Ouka.
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Re: Duda razonable [Kotori Miura - Presente].
El silencio se extendía, puesto que el hombre no decía nada más. Así como Kotori se calló las preguntas, de la misma forma cesaban las respuestas. Lo que más tenía había pasado, de aquella forma tomaba como conclusión que a él de hecho, no le interesaba su persona o su compañía. Sus pensamientos eran de todo menos buenos, y sus expectativas sobre aquel viaje bajaron de forma considerable. No solo eso, el hecho de que la persona que tenía en frente seguía con su cara larga la hacía sentirse fuera de lugar. Intentó seguirle la corriente, pero no podía. La cara de la vice-almirante era una mezcla de dolor y confusión. Si bien había estado sola toda su vida, eso no significaba que así tenía que ser el resto de su vida. En el templo a penas era dejada entrenar con los otros niños, y hasta aquel momento no tenía ninguna persona a la que podía llamar, en toda la confianza, amigo. Habían, en cambio, algunas personas por la que valía la pena luchar. Personas que demostraban día tras día que la bondad aún existía en el mundo. Gente como Simón, el niño al que conoció cuando a penas tenía seis años y cuya pista había perdido en el tiempo, Lance y el cyborg Tic Tac que ahora estaban bajo su mando. Por ese tipo de gente pensó que quizás, al escapar de aquella meta sanguinaria y la espiral de venganza en la que se veía sumida, podría intentar seguir su vida como una justiciera, de alguna forma. Pero eso, ya era una cosa del futuro donde el destino tenía la última palabra.
"Es mejor así. " pensó brevemente. Aunque no le gustaba, quizás era mejor la actitud que había tomado el peliblanco. No se iban a acercar de forma innecesaria, ni iban a ser amigos. ¿Para que necesitaba amigos a aquella altura? Aquello era una misión más, aunque era la primera que se le encomendaba y aún tenía algo de problemas con la autoridad. No entendía porque tenía que estar haciendo aquello con el único propósito de obtener información, cuando bien podía preguntarle directamente sus dudas. ¿Porqué iba a viajar con alguien que no puede llamar amigo? Realmente la manera en la que veía el mundo era un tanto fantástica e idílica, cosa que la llevó tener problemas más de una vez. Las buenas cosas siempre tenían que acabar. Por un moment volvió al recuerdo de Henry. Sólo un breve momento, puesto que lo único que recordaba de aquel extraño encuentro eran los sentimientos que había puesto ahí. En verdad era tonta, se lo repetía a ella misma una y otra vez. El hecho de estar aislada la hacía actuar extraño en frente de otras personas, normalmente cuando venía el momento de echarle sentimiento a algo no tenía límites. La emoción era una parte que ni en aquellos momentos había conseguido dominar, y que le hacía parecer como una persona infantil y boba.
Su última pregunta fue contestada, trayendo cierto rastro de sonrisa sobre su rostro nuevamente, aunque obviamente no era ni tan extensa, ni tan brillante que anteriormente. - Entiendo. Nunca he estado en el Nuevo Mundo. - decía, sólo por decir algo, aunque en realidad pocas islas de la Grand Line había visitado desde que la trajeron a Marineford. Tenía como orden seguir al Ouka allá donde fuese, así que debía ir en su navío ya desde la capital marine, hasta St. Poplar por lo visto, que sería su primera parada. Otra de las cosas malas es que la muchacha no leía los periódicos. Tenía... lacayaos que hacían eso para ella, así que ni se molestaba. Pero por lo visto ahora viajaría con un sabido, y no se debería quedar atrás, así que al ver la reacción del hombre de encender su pipa e irse, cogió el periódico y lo metió dentro de su manga, para leerlo en algún momento libre en el navío. No se iba a quedar atrás, ni permitiría que el hombre se ría del hecho de que no sabía nada del mundo, aunque dudaba de la capacidad de Edén para reír. - Hey, espera por mi. - dijo con prisas, olvidando parte del mal trago que la había hecho pasar, y corriendo un poco para alcanzarlo, dándole una palmada en la espalda. - Vamos a ser amigos,¿ sí? - susurraba un poco, para después sonreír y adelantarse. -¡Voy a coger mis pertenencias, no te vayas sin mi! - diría sin mirarle, yendo hacía su oficina.
"Es mejor así. " pensó brevemente. Aunque no le gustaba, quizás era mejor la actitud que había tomado el peliblanco. No se iban a acercar de forma innecesaria, ni iban a ser amigos. ¿Para que necesitaba amigos a aquella altura? Aquello era una misión más, aunque era la primera que se le encomendaba y aún tenía algo de problemas con la autoridad. No entendía porque tenía que estar haciendo aquello con el único propósito de obtener información, cuando bien podía preguntarle directamente sus dudas. ¿Porqué iba a viajar con alguien que no puede llamar amigo? Realmente la manera en la que veía el mundo era un tanto fantástica e idílica, cosa que la llevó tener problemas más de una vez. Las buenas cosas siempre tenían que acabar. Por un moment volvió al recuerdo de Henry. Sólo un breve momento, puesto que lo único que recordaba de aquel extraño encuentro eran los sentimientos que había puesto ahí. En verdad era tonta, se lo repetía a ella misma una y otra vez. El hecho de estar aislada la hacía actuar extraño en frente de otras personas, normalmente cuando venía el momento de echarle sentimiento a algo no tenía límites. La emoción era una parte que ni en aquellos momentos había conseguido dominar, y que le hacía parecer como una persona infantil y boba.
Su última pregunta fue contestada, trayendo cierto rastro de sonrisa sobre su rostro nuevamente, aunque obviamente no era ni tan extensa, ni tan brillante que anteriormente. - Entiendo. Nunca he estado en el Nuevo Mundo. - decía, sólo por decir algo, aunque en realidad pocas islas de la Grand Line había visitado desde que la trajeron a Marineford. Tenía como orden seguir al Ouka allá donde fuese, así que debía ir en su navío ya desde la capital marine, hasta St. Poplar por lo visto, que sería su primera parada. Otra de las cosas malas es que la muchacha no leía los periódicos. Tenía... lacayaos que hacían eso para ella, así que ni se molestaba. Pero por lo visto ahora viajaría con un sabido, y no se debería quedar atrás, así que al ver la reacción del hombre de encender su pipa e irse, cogió el periódico y lo metió dentro de su manga, para leerlo en algún momento libre en el navío. No se iba a quedar atrás, ni permitiría que el hombre se ría del hecho de que no sabía nada del mundo, aunque dudaba de la capacidad de Edén para reír. - Hey, espera por mi. - dijo con prisas, olvidando parte del mal trago que la había hecho pasar, y corriendo un poco para alcanzarlo, dándole una palmada en la espalda. - Vamos a ser amigos,¿ sí? - susurraba un poco, para después sonreír y adelantarse. -¡Voy a coger mis pertenencias, no te vayas sin mi! - diría sin mirarle, yendo hacía su oficina.
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