Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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[Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
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[Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
”El camino que una vez fue dividido en dos, tarde o temprano, volverá a unirse. Incluso en otras vidas”. Era lo que me decía mi madre cada cierto tiempo con su enorme sabiduría, palabras que venían a mi cabeza siempre que entrenaba o me encontraba en la dura realidad de tener que despedir a algún compañero caído en el deber o a otro que fuera a ser transferido a otro cuartel en el Grand Line. En aquel entonces, tenía ya diecinueve años, llevaba casi tres años ejerciendo como marine en este cuartel y, por fortuna, todos habían sido sumamente amables conmigo durante todo este tiempo, había hecho buenos amigos y la gente del poblado. que ya conocía desde que era pequeño, se mostraba feliz y orgullosa de verme patrullar por las calles vestido con mi uniforme blanco y azul. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba entrenando en el gimnasio.
No sabía cuánto tiempo había estado golpeando el saco de arena, nuevamente el tiempo había pasado volando desde que terminé mi turno de patrullaje por la ciudad para dirigirme directamente hacia el gimnasio y así seguir puliendo mis puños, los cuales aún estaban sumamente lejos de poder alcanzar mi meta. La misma que tenían muchos de mis compañeros que ya habían seguido con su camino hacia otras partes del mundo que anhelaba conocer. Me frustraba el hecho de que no podría seguir sus pasos, que aún no era lo suficientemente fuerte como para ser considerado dentro de los mejores para dejar este pequeño cuartel y seguir con los pasos de mis padres. Quería ser alguien, quería ser fuerte, quería salir y cumplir mis sueños. A medida que me sumergía más y más en esos pensamientos, mis golpes se hacían más rápidos y fuertes, el saco de arena se movía de manera estrepitosa de un lado a otro como su fuera una pluma. Los reclutas que se encontraban ahí entrenando me miraban con cierta admiración y miedo, puesto que mi semblante, además de mostrar determinación, mostraba ambición, frustración y una especie de “hambre” por más desafíos. Inevitablemente eso generó que muchos de los reclutas que se encontraban entrenando a mi lado se alejaran un poco por la intimidación que indirectamente generaba.
Era increíble, pero sin que me diera cuenta, en unos pocos instantes aquellas palabras de mi madre pronto se cumplirían, puesto que por aquella puerta del gimnasio entraría una pequeña pero importante parte de un pasado que desconocía por completo. Y que, al mismo tiempo, era también un grano de arena de lo que el mundo tenía para mostrarme.
No sabía cuánto tiempo había estado golpeando el saco de arena, nuevamente el tiempo había pasado volando desde que terminé mi turno de patrullaje por la ciudad para dirigirme directamente hacia el gimnasio y así seguir puliendo mis puños, los cuales aún estaban sumamente lejos de poder alcanzar mi meta. La misma que tenían muchos de mis compañeros que ya habían seguido con su camino hacia otras partes del mundo que anhelaba conocer. Me frustraba el hecho de que no podría seguir sus pasos, que aún no era lo suficientemente fuerte como para ser considerado dentro de los mejores para dejar este pequeño cuartel y seguir con los pasos de mis padres. Quería ser alguien, quería ser fuerte, quería salir y cumplir mis sueños. A medida que me sumergía más y más en esos pensamientos, mis golpes se hacían más rápidos y fuertes, el saco de arena se movía de manera estrepitosa de un lado a otro como su fuera una pluma. Los reclutas que se encontraban ahí entrenando me miraban con cierta admiración y miedo, puesto que mi semblante, además de mostrar determinación, mostraba ambición, frustración y una especie de “hambre” por más desafíos. Inevitablemente eso generó que muchos de los reclutas que se encontraban entrenando a mi lado se alejaran un poco por la intimidación que indirectamente generaba.
Era increíble, pero sin que me diera cuenta, en unos pocos instantes aquellas palabras de mi madre pronto se cumplirían, puesto que por aquella puerta del gimnasio entraría una pequeña pero importante parte de un pasado que desconocía por completo. Y que, al mismo tiempo, era también un grano de arena de lo que el mundo tenía para mostrarme.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
El tiempo... ¡Ah! A veces el tiempo era caprichoso, en muchos aspectos. Dos almas separadas hace años por un accidente podrían reencontrarse años más tarde por los túneles del tiempo y poder conversar nuevamente. Como si nada hubiera pasado... Como si ''aquello'' nunca hubiese sucedido. El destino es quien los cría y él mismo es también el que los junta. ¿Y esto? Esto quizás es el comienzo, el comienzo pero a la vez también una continuación. La continuación de una amistad que puede traspasar el tiempo y los mundos paralelos.
Todo esto comienza con Nerelas, el cual tenía la temprana edad de dieciséis años, entrando por las puertas del gimnasio. Como era de esperar era el único gyojin del lugar. Lo cual provocaba una cosa, que todas las miradas se centrasen en él. Era alto, medía cerca de metro noventa, aunque en sus dieciocho años llegaría a medir los dos metros perfectamente. Con él portaba una espada de entrenamiento, un boken de madera y con él en su diestra se dirigió a la zona de esgrima. El gyojin agachaba la mirada al suelo conforme pasaba entre todos. ¿Por qué? Simple, no era fácil ser marine y gyojin. Muchas veces solo por tu raza ya te trataban criminal y Nerelas llevaba cargado a sus espaldas muchos años de racismo contra su persona. Esto se había transformado en un comportamiento huraño, algo introspectivo y solitario. Su confianza en los demás se había visto diezmada por aquellas malas experiencias. Ya no solo sus compañeros eran así, los lugareños a veces le señalaban o se mofaban de él por ser un gyojin marine. Pero nuestro querido pelimorado siempre iba contracorriente, primero, era un espadachín en vez de un luchador del Karate gyojin como era su raza, segundo, era un gyojin en una profesión de humanos o como mucho gigantes.
Fue secuestrado por piratas para ser vendido como esclavo, pero salvado por la marina y por ello es que eligió esa vida. No anduvo mucho antes de que un grupo de bravucones le cortaran el paso con actitud provocadora. - Oie tuh, ¿Tuh ereh un pescaoh de ezos no? - Le dijo en un acento extraño mientras otro de ellos se le acercaba. - Vamos amigo, conesta a su pregunta. ¿Se te ha comido la lengua una carpa? Jajajaja - Comenzó a carcajear sonoramente. - Yo no... No deseo problemas. - Respondió el ser del mar mientras agachaba la cabeza en signo de disculpas. - Oh mirah, ezte pezezito no dezea problemaz. Puez aqui en la marinah no nos guzta los peceh delincuentez como tú. Zabeh compradre... - Le respondió el recluta que hablaba mal mientras le derramaba por encima de la cabeza una bebida isotónica.
Nerelas apretó fuerte los puños mientras sentía el frío líquido corretear su cuerpo. Posiblemente si les propinase un puñetazo podía perfectamente fracturarles algún hueso. Su fuerza como gyojin se lo permitía, pero si lo hacía... ¿Qué clase de ejemplo daría? Él se había apuntado a la marina para dar ejemplo, para cambiarla desde dentro y que su raza sea mejor vista. ¡¡Él luchaba por los suyos a su manera!! Así que tan solo se mantuvo en silencio y sereno esperando que acabase el chaparrón de insultos. No iba a caer bajo golpeándolos. Entonces el que hablaba normal empezó a escupirle mientras el otro le propinaba un empujón, ya había empezado el bullyng. Pero Graywords no haría nada, nada que ensuciara su nombre. Tenía más decencia y honor que esa escoria.
Todo esto comienza con Nerelas, el cual tenía la temprana edad de dieciséis años, entrando por las puertas del gimnasio. Como era de esperar era el único gyojin del lugar. Lo cual provocaba una cosa, que todas las miradas se centrasen en él. Era alto, medía cerca de metro noventa, aunque en sus dieciocho años llegaría a medir los dos metros perfectamente. Con él portaba una espada de entrenamiento, un boken de madera y con él en su diestra se dirigió a la zona de esgrima. El gyojin agachaba la mirada al suelo conforme pasaba entre todos. ¿Por qué? Simple, no era fácil ser marine y gyojin. Muchas veces solo por tu raza ya te trataban criminal y Nerelas llevaba cargado a sus espaldas muchos años de racismo contra su persona. Esto se había transformado en un comportamiento huraño, algo introspectivo y solitario. Su confianza en los demás se había visto diezmada por aquellas malas experiencias. Ya no solo sus compañeros eran así, los lugareños a veces le señalaban o se mofaban de él por ser un gyojin marine. Pero nuestro querido pelimorado siempre iba contracorriente, primero, era un espadachín en vez de un luchador del Karate gyojin como era su raza, segundo, era un gyojin en una profesión de humanos o como mucho gigantes.
Fue secuestrado por piratas para ser vendido como esclavo, pero salvado por la marina y por ello es que eligió esa vida. No anduvo mucho antes de que un grupo de bravucones le cortaran el paso con actitud provocadora. - Oie tuh, ¿Tuh ereh un pescaoh de ezos no? - Le dijo en un acento extraño mientras otro de ellos se le acercaba. - Vamos amigo, conesta a su pregunta. ¿Se te ha comido la lengua una carpa? Jajajaja - Comenzó a carcajear sonoramente. - Yo no... No deseo problemas. - Respondió el ser del mar mientras agachaba la cabeza en signo de disculpas. - Oh mirah, ezte pezezito no dezea problemaz. Puez aqui en la marinah no nos guzta los peceh delincuentez como tú. Zabeh compradre... - Le respondió el recluta que hablaba mal mientras le derramaba por encima de la cabeza una bebida isotónica.
Nerelas apretó fuerte los puños mientras sentía el frío líquido corretear su cuerpo. Posiblemente si les propinase un puñetazo podía perfectamente fracturarles algún hueso. Su fuerza como gyojin se lo permitía, pero si lo hacía... ¿Qué clase de ejemplo daría? Él se había apuntado a la marina para dar ejemplo, para cambiarla desde dentro y que su raza sea mejor vista. ¡¡Él luchaba por los suyos a su manera!! Así que tan solo se mantuvo en silencio y sereno esperando que acabase el chaparrón de insultos. No iba a caer bajo golpeándolos. Entonces el que hablaba normal empezó a escupirle mientras el otro le propinaba un empujón, ya había empezado el bullyng. Pero Graywords no haría nada, nada que ensuciara su nombre. Tenía más decencia y honor que esa escoria.
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Re: [Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
Mis incesantes golpes no parecían tener fin, no prestaba atención a nada de lo que ocurría a mi entorno, realmente estaba en una especie de trance, bueno, eso pasaba muy a menudo cuando entrenaba. Pero entonces, como pocas veces me había pasado, pude escuchar la voz de unos reclutas recién llegados, los conocía muy poco y parecían querer pasarse de listos con... Espera... ¿Qué era eso? Mis ojos no me engañaban, era un gyojin, de esos que sólo había escuchado en las historias que me contaba mi padre cuando me entrenaba. Puse un alto a mi incesante golpear para así poner mi mano derecha al frente y detener el saco de arena que no había parado de moverse de un lado a otro en mucho tiempo. El joven gyojin, cabizbajo, aseguraba que no quería problemas, llevaba su espada de madera dispuesto a entrenar como todos. Entonces, pude ver cómo uno de los reclutas que casi tenían la misma edad del gyojin, empezaron a abusar de él, derramando sobre él sus bebidas para luego escupirle y empujarle. Aquello fue la gota que rebalsó el vaso.
Con algunas gotas de sudor en la frente y aún con la respiración un poco agitada por el entrenamiento que me encontraba realizando anteriormente, caminé hacia la posición de los sujetos. Apareciendo por detrás del particular recluta, dejando que este chocara con mi pecho después de uno de los empujones de los brabucones. No había mucha diferencia en altura entre el gyojin y yo, de hecho, yo era más alto por pocos centímetros, más mi cuerpo serviría para evitar que el gyojin siguiera de largo producto del empujón. Los dos reclutas miraron con sorpresa y miedo al saber de quien se trataba. Mi semblante, como nunca, era el de alguien serio y amenazante. Sabían lo que les estaría por pasar.
Tomando una posición de pelea, di un paso al frente dejando al recluta escamoso atrás para así darles una paliza educativa a los dos reclutas discriminadores. Ambos no tuvieron oportunidad y terminaron arrodillándose pidiéndome perdón con varios moretones protuberantes sobre sus ojos y cabeza. - ¡Lo sentimos Lance-kun! - rogarían inclinando sus cabezas hacia el suelo aún arrodillados, pidiendo no más golpes. Ante lo cual simplemente suspiré y aquel semblante serio y amenazante volvía a ser uno más cálido, relajado y un poco molesto. - No es conmigo con quien deberían disculparse, háganlo con él. - pondría mis manos en la cintura haciendo una señal con mi cabeza indicando al recién llegado. Pero al decir esto, los jóvenes se miraron, dudando de realmente hacer eso, casi como si su "honor" les impidiera hacer eso. Al notar esto, tendría que hablar una vez más. - Todos nos encontramos aquí por varias razones, somos todos personas diferentes y venimos de los lugares más recónditos del mundo, pero al momento de ponernos el uniforme inmediatamente pasamos a ser hermanos unidos por una sola causa, por la cual debemos siempre mantenernos unidos. No lo olviden. - comentaría con sabiduría, recordando las palabras de mi padre y madre cuando me enseñaban todo lo que se en la actualidad. Al escuchar esto, los dos marines se pusieron de pie para tomar una posición firme poniendo su mano derecha sobre su frente. Aquellas palabras les hicieron ver la luz. Por ello, no tardaron en acercarse al particular marine para pedirle disculpas y salir de escena.
Una vez que se marcharon para pensar en lo que hicieron, tomaría una toalla limpia que se encontraba en un estante dedicado para las mismas para así entregársela al joven gyojin. - Lo lamento, no son malos muchachos, solo que aún deben aprender algunas cosas y a veces hay que aprenderlas con golpes. - le diría con una leve sonrisa en el rostro, riendo al final, esperando que ahora estuviera un poco más calmado y dispuesto a conversar. Pude sentir sus ganas de haber arremetido y haberse encargado de los dos brabucones, pero su madurez era realmente admirable.
Con algunas gotas de sudor en la frente y aún con la respiración un poco agitada por el entrenamiento que me encontraba realizando anteriormente, caminé hacia la posición de los sujetos. Apareciendo por detrás del particular recluta, dejando que este chocara con mi pecho después de uno de los empujones de los brabucones. No había mucha diferencia en altura entre el gyojin y yo, de hecho, yo era más alto por pocos centímetros, más mi cuerpo serviría para evitar que el gyojin siguiera de largo producto del empujón. Los dos reclutas miraron con sorpresa y miedo al saber de quien se trataba. Mi semblante, como nunca, era el de alguien serio y amenazante. Sabían lo que les estaría por pasar.
Tomando una posición de pelea, di un paso al frente dejando al recluta escamoso atrás para así darles una paliza educativa a los dos reclutas discriminadores. Ambos no tuvieron oportunidad y terminaron arrodillándose pidiéndome perdón con varios moretones protuberantes sobre sus ojos y cabeza. - ¡Lo sentimos Lance-kun! - rogarían inclinando sus cabezas hacia el suelo aún arrodillados, pidiendo no más golpes. Ante lo cual simplemente suspiré y aquel semblante serio y amenazante volvía a ser uno más cálido, relajado y un poco molesto. - No es conmigo con quien deberían disculparse, háganlo con él. - pondría mis manos en la cintura haciendo una señal con mi cabeza indicando al recién llegado. Pero al decir esto, los jóvenes se miraron, dudando de realmente hacer eso, casi como si su "honor" les impidiera hacer eso. Al notar esto, tendría que hablar una vez más. - Todos nos encontramos aquí por varias razones, somos todos personas diferentes y venimos de los lugares más recónditos del mundo, pero al momento de ponernos el uniforme inmediatamente pasamos a ser hermanos unidos por una sola causa, por la cual debemos siempre mantenernos unidos. No lo olviden. - comentaría con sabiduría, recordando las palabras de mi padre y madre cuando me enseñaban todo lo que se en la actualidad. Al escuchar esto, los dos marines se pusieron de pie para tomar una posición firme poniendo su mano derecha sobre su frente. Aquellas palabras les hicieron ver la luz. Por ello, no tardaron en acercarse al particular marine para pedirle disculpas y salir de escena.
Una vez que se marcharon para pensar en lo que hicieron, tomaría una toalla limpia que se encontraba en un estante dedicado para las mismas para así entregársela al joven gyojin. - Lo lamento, no son malos muchachos, solo que aún deben aprender algunas cosas y a veces hay que aprenderlas con golpes. - le diría con una leve sonrisa en el rostro, riendo al final, esperando que ahora estuviera un poco más calmado y dispuesto a conversar. Pude sentir sus ganas de haber arremetido y haberse encargado de los dos brabucones, pero su madurez era realmente admirable.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
El acoso de aquellos piratas no duró demasiado, enseguida apareció un humano que era incluso más alto que el gyojin, aunque por pocos centímetros. Este sujeto detuvo los empujones de aquellos matones para luego propinarles una buena tunda por su mal comportamiento. Nerelas observaba la escena sin demasiado asombro, pues la golpiza se la merecían, mas no era él quien debía darla. Eso hubiera provocado una reacción en los demás reclutas haciendo que defendieran a sus camaradas humanos frente a la amenaza de un ser del mar. Pero que un humano defendiera a su persona, eso cambiaba la cosa. Después del escarmiento proporcionado por el otro recluta estos se disculparon con él, para después sugerir que debían disculparse con Graywords. Estos le miraron reticentes, pero un noble discurso por parte del alto marine les cambió de parecer, una persona cautivadora cuanto menos. Los dos principiantes marines se disculparon ante Nerelas y este asintió sin hablar aceptando sus palabras, después se marcharon.
El nombre de aquel sujeto era Lance, por lo que había dicho el recluta que se disculpó. Lance se disculpó por el comportamiento de sus camaradas mientras sonreía afablemente, parecía un humano más amable que otros. El gyojin le miró dubitativo, había sufrido mucho desprecio a lo largo de su vida y se había vuelto desconfiado, aunque bien es verdad que nadie había salido en su defensa así que no sabía bien como reaccionar. De golpe toda la tensión acumulada por los brabucones pareció desprenderse de Nerelas y se relajó un poco. - Te llamas Lance, por lo que ha dicho uno de esos chicos. - Comenzó a hablar alzando la mirada mientras señalaba con el índice por donde se habían marchado los otros dos. - Mi nombre es Nerelas Graywords, aspiro a convertirme en un verdadero marine. - Se presentó y a la vez dijo el por qué estaba allí. Esto lo hacía para evitar más maltrato por parte de otro. Era como una especie de defensa instintiva. Aunque por otro lado, no es habitual ver a un gyojin marine, de hecho él era el único caso que conocía. - Gracias por lo de antes. - Finalizó tendiendo la mano con la intención de estrechar la de Lance en un gesto educado.
El nombre de aquel sujeto era Lance, por lo que había dicho el recluta que se disculpó. Lance se disculpó por el comportamiento de sus camaradas mientras sonreía afablemente, parecía un humano más amable que otros. El gyojin le miró dubitativo, había sufrido mucho desprecio a lo largo de su vida y se había vuelto desconfiado, aunque bien es verdad que nadie había salido en su defensa así que no sabía bien como reaccionar. De golpe toda la tensión acumulada por los brabucones pareció desprenderse de Nerelas y se relajó un poco. - Te llamas Lance, por lo que ha dicho uno de esos chicos. - Comenzó a hablar alzando la mirada mientras señalaba con el índice por donde se habían marchado los otros dos. - Mi nombre es Nerelas Graywords, aspiro a convertirme en un verdadero marine. - Se presentó y a la vez dijo el por qué estaba allí. Esto lo hacía para evitar más maltrato por parte de otro. Era como una especie de defensa instintiva. Aunque por otro lado, no es habitual ver a un gyojin marine, de hecho él era el único caso que conocía. - Gracias por lo de antes. - Finalizó tendiendo la mano con la intención de estrechar la de Lance en un gesto educado.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
El joven gyojin parecía no haber recibido de la mejor forma la disculpa de los brabucones, bueno, no lo culpaba, le habían hecho pasar un rato horrible. Su actitud era la de alguien que se encontraba completamente a la defensiva. Sin embargo, pronto empezó a levantar su mirada, asegurando mi nombre justificando que lo había escuchado por los jóvenes reclutas a quienes había apaleado hace pocos instantes. Ante esto sonreí cálidamente asintiendo con la cabeza un poco. - Así es, me llamo Lance Storm. - respondería para así extender mi mano hacia el joven recluta para así esperar que la estrechara. Este se presentó como Nerelas Graywords para finalmente estrechar mi mano, agradeciendo por lo que haía hecho. - No te preocupes por ello, es un placer, Nerelas-san. - al momento de estrechar su mano, lo hice con una fuerza natural, en ese momento pude notar la fuerza que tenía, lo que despertó mi curiosidad y ansias de poder probar su poder.
- Dime algo Nerelas-san... ¿Venías aquí a entrenar? - preguntaría asomándome un poco para ver su espada de madera. Había escuchado que los gyojines eran sumamente buenos en el combate cuerpo a cuerpo, pero jamás había escuchado de gyojines que fueran espadachines. Ante lo cual despertó más aún mi curiosidad. - ¿Qué dices si tenemos un combate de entrenamiento? El que estaba llevando a cabo se vió interrumpido por esos chicos y viendo que tenías todas las intensiones de hacer lo mismo... ¿Por qué no aprovechar? - terminaría por ofrecer de manera alegre, casi infantil a mi ahora compañero, acercándome un poco más a él, mirándole con mis dos ojos brillosos, llenos de ilusión.
- Dime algo Nerelas-san... ¿Venías aquí a entrenar? - preguntaría asomándome un poco para ver su espada de madera. Había escuchado que los gyojines eran sumamente buenos en el combate cuerpo a cuerpo, pero jamás había escuchado de gyojines que fueran espadachines. Ante lo cual despertó más aún mi curiosidad. - ¿Qué dices si tenemos un combate de entrenamiento? El que estaba llevando a cabo se vió interrumpido por esos chicos y viendo que tenías todas las intensiones de hacer lo mismo... ¿Por qué no aprovechar? - terminaría por ofrecer de manera alegre, casi infantil a mi ahora compañero, acercándome un poco más a él, mirándole con mis dos ojos brillosos, llenos de ilusión.
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Re: [Prólogo] Echoes from an old era: "Have we met before?" [Nerelas]
Lance se presentó cortésmente con el gyojin. Sus palabras sonaban cálidas y amables, lo cual era algo que aún chocaban para Nerelas, era obvio que no estaba acostumbrado a ser tratado tan bien. Sin embargo hizo un esfuerzo por esta vez mostrarse algo más afable y educado con Lance, a fin de cuentas él le había ayudado con aquellos matones hacía escasos minutos. - Sí, venía a practicar con mi espada un rato. - Empezó a explicar mientras levantaba el boken con su diestra y lo observaba detenidamente. A la serpiente marina le gustaba las espadas, el combate con ellas era algo que le parecía elegante. En los años de vida que pasó en la Isla Gyojin había visto demasiados combates de Karate Gyojin y eso era algo que había producido en él un hartazgo tremendo. Lo cual le llevó a interesarse por un estilo de combate más caballeroso, según su opinión claro.
Entonces el alto marine le propuso tener un combate de entrenamiento, esto despertó la curiosidad de Nerelas sinq ue este se diera cuenta realmente. - Un... ¿Un combate de entrenamiento? - Preguntó dubitativo y algo intrigado. Nunca había participado en uno, entre otras cosas porque tenía miedo de que si ganaba alguno los demás le increparan por haber hecho trampas, haber usado su fuerza racial u otras cosas. A lo largo de su vida había soportado demasiados improperios como para aguantar más y es que el racismo era algo palpable por desgracia en aquel mundillo. Y más para un ser marino en una profesión de preferencia humana. - ¿Y... Como sería dicho combate señor Storm? - Pregunto llamándolo por el apellido de forma educada. Unas formas que Nerelas acostumbraba a usar con casi todo el mundo.
Entonces el alto marine le propuso tener un combate de entrenamiento, esto despertó la curiosidad de Nerelas sinq ue este se diera cuenta realmente. - Un... ¿Un combate de entrenamiento? - Preguntó dubitativo y algo intrigado. Nunca había participado en uno, entre otras cosas porque tenía miedo de que si ganaba alguno los demás le increparan por haber hecho trampas, haber usado su fuerza racial u otras cosas. A lo largo de su vida había soportado demasiados improperios como para aguantar más y es que el racismo era algo palpable por desgracia en aquel mundillo. Y más para un ser marino en una profesión de preferencia humana. - ¿Y... Como sería dicho combate señor Storm? - Pregunto llamándolo por el apellido de forma educada. Unas formas que Nerelas acostumbraba a usar con casi todo el mundo.
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