Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Flashback - Damaged little people
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Flashback - Damaged little people
Isla golondrina❤
Trece años atrás❤
10 A.M.❤
Centro de la isla❤
Trece años atrás❤
10 A.M.❤
Centro de la isla❤
Kotaro despertó con los primeros rallos del sol. Su vida en el templo no era fácil, pero su positividad hacía posible que la niña sobreviviese día a día. Obtenía una comida en la mañana, y otra en la noche, muy poco para su físico que se estaba recién desarrollando. Su estatura era pequeña y escuchimizada. Aún así, por alguna extraña razón, había crecido a la par que sus compañeros. Pelo corto, rubio, y ceras cortadas en forma de dos huellas de pulgar sobre los ojos azules, la niña parecía sin ninguna duda, uno de los monjes de aquel templo escondido. Nunca había conocido a nadie que no fuese del templo, por mera convivencia ya que casi ninguno de los monjes de su edad se acercaban a ella. La tenían miedo, o quizás era por el simple hecho de que los adultos sabían que era una chica e intentaba que nadie tuviese mucho contacto físico con ella. Aún así, para la niña de ocho años, eso hacía parte de su vida normal, y no influía su carácter amigable en casi nada.
Su túnica roja y larga se juntaba en un nudo para hacerse corta, así ella poder escaparse de una manera más fácil del templo. Una vez saltada la valla, miró los alrededores tranquilamente. Esta no era la única, la última ni la primera vez que salía del templo a escondidas a explorar. Su cuerpo ligero había tomado una forma mucho mejor que en su infancia más temprana. El estómago abultado a causa de la inanición había desaparecido, sus costillas no se marcaban tanto. Su altura era baja para alguien de su edad, y al verse como un niño parecía unos años más joven de lo que era en realidad. Sus pies descalzos estaban dejando huellas en la arena húmeda. Se había separado del templo lo suficiente como para perderlo de vista. Ahí donde el ojo alcanzaba estaba cubierto por árboles. No quería caminar mucho más allá, puesto que seguramente se perdería. Aquello había sido lo máximo que ha llegado jamás.
No lejos de sus piernas, había un estanque pequeño, donde alguna que otra golondrina se paraba para beber agua, si es que no lo hacía del mar. Había curado más de una vez algún que otro pájaro que caía en la tierra. Las golondrinas eran sus únicas amigas. Pero hoy, era un día especial. Aunque no sabía con certeza cuando había nacido, su maestro le había confesado que hoy era el día en el que la había encontrado. Es decir, hoy, hacía ocho años, el nombre de Kotaro le había sido dado. Un milagro había aparecido en el templo. Se consideraba un milagro, puesto que era muy extraño que alguien tan pequeño sobreviva y aparezca de la nada, como si hubiese caído del cielo. Como un ángel. De pequeña, siempre pensó que era un ángel. ¿Qué más podía significar las pequeñas incisiones cicatrizadas de su espalda, si no eran unas pequeñas alitas? Aún así, su maestro decía que los ángeles no existían, y que se trataba de una cicatriz sin importancia. Su cara era sonriente. La única roja le tapaba todo el cuerpo, dejando ver solo su cuello y su cabeza. Su pelo corto y rubio brillaba con intensidad en los primeros rayos de la mañana. La niña abrió la boca, y empezó a desvariar sola. Se sentó de cuclillas cerca del pequeño estanque, y, al ver su reflejo, empezó a balbucear algo, hablando consigo misma.
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Re: Flashback - Damaged little people
Tal vez muchos niños estarían felices y lleno de tanta emoción que no les cabria en sus pechos, pero no era el caso de Simón quien le aterraba la idea de andar solo por cuenta propia. Simon al igual que muchos otros niños huérfanos, fue escogido para formar parte de un proyecto único de la marina y el gobierno. “Promesas del futuro” donde reunirían a estos niños, y desde pequeño los encomendarían con los ideales de la justicia y además de potentes entrenamientos, con tal de crear futuros hombres y mujeres devotos a la justicia. Enviado a esta isla solo y sin nada, el marine tendría una prueba crucial que decidirá el resultado de su vida. Sobrevivir. Estando en esta isla, fue dejado por sus superiores sin nada. Preocupado y nervioso, el niño se opondría ante tal echo el cual fue ignorado. Los oficiales confiarían a que Simon seria capas de sobrevivir, ya que fue uno de los pocos niños en mostrar algunas habilidades destacables como disciplinas.
Era una mañana agradable aquel día. Había pasado una semana desde que el jovencito fue dejado a su suerte. Merodeando con total desgano se encontraba el pequeñín de cabello corto aguamarina, pantalones marrones botas negras, y una chaqueta azul abierta que dejaba su pecho al descubierto. Cabe destacar que por su semblante decaído el estado de salud del niño no era del todo bueno. Llevaba horas caminando y caminando sin parar. Ese día no amaneció bien. El estaba en la rutina diaria donde tendría que cazar o conseguir alimentos para sustentarse, y tratar de buscar algún refugio. Había sido una semana terrible. AL no saber mucho que hacer, y vivir a la intemperie de un mundo al que no había salido jamás. Soporto noches frías en las que a veces la lluvia le acompañaba, quedando empapado y todo eso. Uno que otros días no lograba conseguir el sustento adecuado para satisfacer su hambre. Todos estos factores se fueron acumulando dejando al joven marine en un estado deplorable.
Paso tras paso, con su mirada borrosa, los labios secos los parpados entre abierto. El joven marine hacia un esfuerzo grandísimo por mantenerse de pie. Caminaba sin saber a dónde iba, era mejor que quedarse parado a seguir sufriendo. El sonido de su estomago se hacía presente, el chico terminaría colocando sus mando abrazando su propio abdomen. –Comida… Agua…- Susurraba el peliazul mientras detenía su avance. Sus piernas temblaban, su visión se hacia tan borrosa que ya no era capas de notar nada. Pronto terminaría cayendo en seco quedando boca abajo, pegando su mejilla derecha al suelo. Con una respiración un poco acelerada, y la temperatura tan alta que te podía quemar. El muchacho suspiraba unas pobres y lamentable palabras. –Ayudenme…- Sentenciara cerrando sus ojos, perdiendo totalmente la conciencia. Algunos animales cercano del lugar, se agitarían al momento en el que el muchacho cayó en seco.
Era una mañana agradable aquel día. Había pasado una semana desde que el jovencito fue dejado a su suerte. Merodeando con total desgano se encontraba el pequeñín de cabello corto aguamarina, pantalones marrones botas negras, y una chaqueta azul abierta que dejaba su pecho al descubierto. Cabe destacar que por su semblante decaído el estado de salud del niño no era del todo bueno. Llevaba horas caminando y caminando sin parar. Ese día no amaneció bien. El estaba en la rutina diaria donde tendría que cazar o conseguir alimentos para sustentarse, y tratar de buscar algún refugio. Había sido una semana terrible. AL no saber mucho que hacer, y vivir a la intemperie de un mundo al que no había salido jamás. Soporto noches frías en las que a veces la lluvia le acompañaba, quedando empapado y todo eso. Uno que otros días no lograba conseguir el sustento adecuado para satisfacer su hambre. Todos estos factores se fueron acumulando dejando al joven marine en un estado deplorable.
Paso tras paso, con su mirada borrosa, los labios secos los parpados entre abierto. El joven marine hacia un esfuerzo grandísimo por mantenerse de pie. Caminaba sin saber a dónde iba, era mejor que quedarse parado a seguir sufriendo. El sonido de su estomago se hacía presente, el chico terminaría colocando sus mando abrazando su propio abdomen. –Comida… Agua…- Susurraba el peliazul mientras detenía su avance. Sus piernas temblaban, su visión se hacia tan borrosa que ya no era capas de notar nada. Pronto terminaría cayendo en seco quedando boca abajo, pegando su mejilla derecha al suelo. Con una respiración un poco acelerada, y la temperatura tan alta que te podía quemar. El muchacho suspiraba unas pobres y lamentable palabras. –Ayudenme…- Sentenciara cerrando sus ojos, perdiendo totalmente la conciencia. Algunos animales cercano del lugar, se agitarían al momento en el que el muchacho cayó en seco.
- OFF:
- Bueno aqui te dejo una imagen de como luce Simon de pequeño Click Y bueno, si te encuentras a SSimon por el ruido de caida, y por los animales hacien ajetreo. Podras notar que tanto su ropa como su piel se ve degastada. Dado a los entrenamientos sin descanso que tubo antes de llegar a esa isla, y los dias dificiles que ha tenido que pasar en ella
InvitadoInvitado
Re: Flashback - Damaged little people
Se quedó de cuclillas durante varios minutos. En el silencio del bosque, sus palabras hacía si misma son las únicas que se podían escuchar. Pero después de un rato, otro sonido se hizo presente. Los pájaros abandonaron la zona ante la caída de un objeto bastante pesado, o quizás un animal. Su curiosidad le impulsó en ponerse de pie de nuevo. De manera inquisitiva, se acercaba al sitio con pasos temerosos. Se escondió detrás de un árbol para mirar la situación que se presentaba delante de sus ojos. En un pequeño claro, un cuerpo humano yacía en el suelo. Nunca se había encontrado a nadie en el bosque, y el niño llevaba unas ropas diferentes a las del templo. Su primer pensamiento es que se había perdido desde la ciudad hasta acá. Tomó un palo de entre las hojas secas, y se acercó con pequeños pasos al cuerpo. Lo picó un poco, a la altura de la espalda, para ver si se movía. Después, con la ayuda del mismo palo, retiró el pelo azulado de su cara, para verlo mejor.
Se trataba de un niño mayor que ella, con más cuerpo y seguramente más alto. Parecía tener algún tipo de enfermedad, no estaba muy segura. Aunque de fijarse mejor, conocía muy bien los señales del agotamiento. De no tener agua y comida durante días. Pasó el palo por debajo de la nariz del chico, no importa lo débil que estaría, seguramente su cara reaccionaría a ello, por lo cual podía ver que sí estaba con vida. De su enorme manga, sacó una cantimplora de agua. No volvía a salir fuera de aquel templo sin, por lo menos, agua. Ante la situación, la niña de tan solo ocho años se mostró inocente. No pensó en el riesgo de si la enfermedad del peliazul sería contagiosa, tan solo tiró el palo y se sentó sobre sus rodillas, levantando el pequeño rostro del suelo y colocándolo en su regazo, para después abrir la cantimplora y dejar caer algunas gotas sobre sus labios secos, remojándolos. El agua caía de esa manera por su rostro también, de una manera lenta, avivando un poco la piel blanquecina. El viento suave hacía que los pelos de la muchacha se revolotearan. Su sonrisa era cálida y su cuerpo era sereno, aunque no decía nada. En aquellos momentos, quería ayudar a aquel desconocido. Esperaba que no fuese nada serio, y que su intervención ayude en verdad.
Se trataba de un niño mayor que ella, con más cuerpo y seguramente más alto. Parecía tener algún tipo de enfermedad, no estaba muy segura. Aunque de fijarse mejor, conocía muy bien los señales del agotamiento. De no tener agua y comida durante días. Pasó el palo por debajo de la nariz del chico, no importa lo débil que estaría, seguramente su cara reaccionaría a ello, por lo cual podía ver que sí estaba con vida. De su enorme manga, sacó una cantimplora de agua. No volvía a salir fuera de aquel templo sin, por lo menos, agua. Ante la situación, la niña de tan solo ocho años se mostró inocente. No pensó en el riesgo de si la enfermedad del peliazul sería contagiosa, tan solo tiró el palo y se sentó sobre sus rodillas, levantando el pequeño rostro del suelo y colocándolo en su regazo, para después abrir la cantimplora y dejar caer algunas gotas sobre sus labios secos, remojándolos. El agua caía de esa manera por su rostro también, de una manera lenta, avivando un poco la piel blanquecina. El viento suave hacía que los pelos de la muchacha se revolotearan. Su sonrisa era cálida y su cuerpo era sereno, aunque no decía nada. En aquellos momentos, quería ayudar a aquel desconocido. Esperaba que no fuese nada serio, y que su intervención ayude en verdad.
InvitadoInvitado
Re: Flashback - Damaged little people
“Ese día, ese día realmente estaba mal, sentía que no podría soportar por mucho tiempo, estaba a punto de bajar mis brazos y huir de mi destino. Pero… Cierta calidez terminaría revirtiendo tal idea y tal realidad en mí. Si, fui salvado. Cuando mas necesite ayuda la recibí de alguien que no imagine que conocería en tales circunstancias. Ese momento vivirá en mi memoria siempre.”
Todo parecía perdido para el joven marine. Pobre de el quien era azotado por el terrible malestar y las diferentes necesidades que ha tenido que pasar en este sitio. Sus parpados cerrados se arrugarían dado al pequeño sufrimiento que estaba padeciendo, de manera que aun en un estado inconsciente era capaz de sentir el abrazador dolor de sus síntomas, de la sed y el hambre. Estando en tan delicado estado comenzaría incluso a delirar un poco, reviviendo viejas memorias, horribles memorias que brindarían mas intranquilidad al muchacho. Pero… Pronto ocurriría algo con lo que el no contaría. Una chica quien lucia un poco mas joven que el chico haría acto de presencia. La ñiña quien curioseaba al ver el cuerpo tirado del joven marine, lo inspeccionaría con una rama y una que otras veces le picaba en el cuerpo para ver cual seria su reacción. –No… Aléjense… Aléjense…- Comentario que sacaría tras sentir los piquetes de la rama, comentarios que en realidad reflejaban parte del sufrimiento causado por sus delirios y pesadillas.
El muchacho se veía intranquilo, demasiado. Sus parpados arrugados, sus labios temblando, todo indicio de que estaba pasando un mal momento pero… Pero cuando el chico sintió las cálidas manos de la extraña tomar su rostro, aquellos temblores se detendrían. Sintiendo el suave y fresco liquido humedecer sus labios, finalmente esto brindaría aun mas alivio al muchacho, que terminaría suspirando tras ingerir una gran cantidad de agua. Empezaba a sentir calma de momento, la calidez que ocasionaba los simples cuidados dela chica, harían que una pequeña sonrisa se dibujara en su semblante. Pronto, una suave brisa chocaría con su rostro moviendo sus mechones, era tan suave, era tan reconfortante y tranquilizante era…. –Mama…- Pronunciaría con un tono débil y bajo con mucho sentimiento cabe destacar. Cabe destacar que Simón no recuerda nada de su pasado como tal. Sus memorias sobre familias y demás son mas que sombras sin nombre que merodean en lo mas profundo de su mente. En ocasiones, suele tener destellos y pequeños momentos en los que suele recordar. No se podía saber, pero en su mente, en este momento, sucedían varias cosas que podían afectar como aliviar un poco la cansada mente del joven de cabello aquamarina.
Todo parecía perdido para el joven marine. Pobre de el quien era azotado por el terrible malestar y las diferentes necesidades que ha tenido que pasar en este sitio. Sus parpados cerrados se arrugarían dado al pequeño sufrimiento que estaba padeciendo, de manera que aun en un estado inconsciente era capaz de sentir el abrazador dolor de sus síntomas, de la sed y el hambre. Estando en tan delicado estado comenzaría incluso a delirar un poco, reviviendo viejas memorias, horribles memorias que brindarían mas intranquilidad al muchacho. Pero… Pronto ocurriría algo con lo que el no contaría. Una chica quien lucia un poco mas joven que el chico haría acto de presencia. La ñiña quien curioseaba al ver el cuerpo tirado del joven marine, lo inspeccionaría con una rama y una que otras veces le picaba en el cuerpo para ver cual seria su reacción. –No… Aléjense… Aléjense…- Comentario que sacaría tras sentir los piquetes de la rama, comentarios que en realidad reflejaban parte del sufrimiento causado por sus delirios y pesadillas.
El muchacho se veía intranquilo, demasiado. Sus parpados arrugados, sus labios temblando, todo indicio de que estaba pasando un mal momento pero… Pero cuando el chico sintió las cálidas manos de la extraña tomar su rostro, aquellos temblores se detendrían. Sintiendo el suave y fresco liquido humedecer sus labios, finalmente esto brindaría aun mas alivio al muchacho, que terminaría suspirando tras ingerir una gran cantidad de agua. Empezaba a sentir calma de momento, la calidez que ocasionaba los simples cuidados dela chica, harían que una pequeña sonrisa se dibujara en su semblante. Pronto, una suave brisa chocaría con su rostro moviendo sus mechones, era tan suave, era tan reconfortante y tranquilizante era…. –Mama…- Pronunciaría con un tono débil y bajo con mucho sentimiento cabe destacar. Cabe destacar que Simón no recuerda nada de su pasado como tal. Sus memorias sobre familias y demás son mas que sombras sin nombre que merodean en lo mas profundo de su mente. En ocasiones, suele tener destellos y pequeños momentos en los que suele recordar. No se podía saber, pero en su mente, en este momento, sucedían varias cosas que podían afectar como aliviar un poco la cansada mente del joven de cabello aquamarina.
InvitadoInvitado
Re: Flashback - Damaged little people
La situación del pequeño parecía mejorar a medida que los segundos iban avanzando. Lo que empezó con unas gotas de agua, el muchacho terminó por beber casi todo el contenido de la cantimplora, haciendo que la rubia soltase una risita divertida. Aún así, no pudo no preocuparse por su estado. Su cuerpo pasaba por una deshidratación avanzada. Ella sabía muy bien aquellos síntomas puesto que, durante sus castigos, pasaba más tiempo sin agua y sin comida, hasta el desmayo. Así que intentó recordar que pasaba después. Cuando su maestro la recogía y la trataba, como hacía. Sus manos tocaban la piel arrugada, sintiendo el calor. Si hubiese sabido que su tacto era limitado a un periodo de tiempo, seguramente lo hubiese hecho más. Pero por aquel entonces, no tenía ni idea que sus manos, al igual que sus piernas, serían cortadas y sustituidas por piezas de metal, por lo que intentó soltar la cabeza y dejarla sobre sus muslos. Fue a penas solo un susurro, pero lo escuchó. Seguramente él no sabía lo que decía en esos momentos, tenía constancia de que, cuando tu cuerpo está tan débil, recuerdas a la persona más buena que conoces en el mundo.
¡Ya hubiese querido ella saber lo que es una madre! Pero por desgracia, desconocía el concepto, por lo cual supuso que era un nombre. - No soy Mamá... - su voz suave y dulce llegaba a los oídos del peliazul desde muy cerca. - Soy Hella, pero no tengas miedo. - repuso, sabiendo que quizás, al ser una desconocida, el cuerpo del niño se pondría en estado de altera, cosa que no era para nada bueno. Remojó una de sus mangas con el agua restante, y empezó a pasar la tela húmeda por la cara del marine, apartando a su paso los mechones de pelo. - ¿Te has perdido? - preguntó, aunque era más algo retórico porque ya sabía la contestación. - No tengo comida conmigo, pero si no te da miedo quedarte sólo puedo ir a recoger unas bayas. - reponía con la característica dulzura y una sonrisa. Kotori era una niña alegre, más allá de todo el sufrimiento del templo. Inquisitiva. Curiosa. Nunca se había encontrado con un desconocido, aunque sabía muy bien que hablar con alguien fuera del templo, estaba prohibido, así como dejarse ver por los extraños o dar a conocer el templo.
¡Ya hubiese querido ella saber lo que es una madre! Pero por desgracia, desconocía el concepto, por lo cual supuso que era un nombre. - No soy Mamá... - su voz suave y dulce llegaba a los oídos del peliazul desde muy cerca. - Soy Hella, pero no tengas miedo. - repuso, sabiendo que quizás, al ser una desconocida, el cuerpo del niño se pondría en estado de altera, cosa que no era para nada bueno. Remojó una de sus mangas con el agua restante, y empezó a pasar la tela húmeda por la cara del marine, apartando a su paso los mechones de pelo. - ¿Te has perdido? - preguntó, aunque era más algo retórico porque ya sabía la contestación. - No tengo comida conmigo, pero si no te da miedo quedarte sólo puedo ir a recoger unas bayas. - reponía con la característica dulzura y una sonrisa. Kotori era una niña alegre, más allá de todo el sufrimiento del templo. Inquisitiva. Curiosa. Nunca se había encontrado con un desconocido, aunque sabía muy bien que hablar con alguien fuera del templo, estaba prohibido, así como dejarse ver por los extraños o dar a conocer el templo.
InvitadoInvitado
Re: Flashback - Damaged little people
-¿No eres mi mama…?- Respondió de manera tan pobre a ese momento, con una voz tan delicada y de un tono muy bajo. El peli azul pronto intentaría abrir sus ojos, aunque le costaba, aun no estaba del todo consiente, por lo que todo lo sucedido a un no esta claro para el. –Cierto… Ella ya no está…- Decía de manera desganada, palabras que reflejaban una curiosa y triste realidad. Por otra parte, la chica respondería de manera amable y dulce que el no debía temer a nada, mientras este seguiría siendo tratado por la amabilidad y el cuidado de la rubia. Pronto, el jovencito quien aun mantenía sus parpados cerrados, sonreiría para soltar unas dulces palabras. –Seas quien sea… Gracias por ayudarme… Enserio… Gracias…- Diría con más potencia y energía que antes, parece que la lucidez vuelve poco a poco a el, aunque tampoco hay que cantar victoria con su estado actual.
Un momento tan espectacular. Una mañana tranquila con brisas tan suaves como la voz de la chica misteriosa. El joven marina finalmente abriría los ojos muy lentamente, observando el rostro claro, sonriente y por supuesto, tranquilizador de su misteriosa salvadora. –Hermoso…- Diría con un tono suave y tan bajo como un susurro; además con los parpados entre abiertos, su semblante se mostraba con un tono de satisfacción. Como era evidente, el chico no media muy bien lo que decía, así que no se ha percatado del todo de la realidad de lo que sucede, su mirada aun es un poco borrosa, tenía aun los parpados entre abiertos. Escucharía lo que la chica decía sobre retirarse para buscar alimentos, cosa que tendría que dejarle solo. Evidentemente la inseguridad nuevamente volvería a el, y de un movimiento involuntario, tomaría la fría mano de la chica que, sostenía aquel tajo de tela humedecida, la cual pasaba sobre el rostro del joven marine. –No… No me deje solo por favor… No quiero estar solo… No quiero volver a la oscuridad y que esa calma se marche…- Sentenciaría de manera angustiada el joven peliazul.
Poco a poco su fuerza terminaría mermándose, de manera que su mano soltaría la de la rubia y cayendo bruscamente. Una expresión de incomodidad quedaría en su rostro, pero nuevamente sus parpados caerían, sumiendo al joven marine en su estado anterior. –Por favor…-Dijo con sus últimas fuerzas. “El sentimiento era difícil de describir. Con ella, me sentía seguro y tranquilo… Temía que al alejarse, volvería a tener todas esas horribles pesadillas y alucinaciones dado a mi estado grave… Realmente, realmente si estos eran mis últimos momentos, quería viviros e paz, con esa paz que por mucho tiempo no he tenido el placer de saborear….”
Un momento tan espectacular. Una mañana tranquila con brisas tan suaves como la voz de la chica misteriosa. El joven marina finalmente abriría los ojos muy lentamente, observando el rostro claro, sonriente y por supuesto, tranquilizador de su misteriosa salvadora. –Hermoso…- Diría con un tono suave y tan bajo como un susurro; además con los parpados entre abiertos, su semblante se mostraba con un tono de satisfacción. Como era evidente, el chico no media muy bien lo que decía, así que no se ha percatado del todo de la realidad de lo que sucede, su mirada aun es un poco borrosa, tenía aun los parpados entre abiertos. Escucharía lo que la chica decía sobre retirarse para buscar alimentos, cosa que tendría que dejarle solo. Evidentemente la inseguridad nuevamente volvería a el, y de un movimiento involuntario, tomaría la fría mano de la chica que, sostenía aquel tajo de tela humedecida, la cual pasaba sobre el rostro del joven marine. –No… No me deje solo por favor… No quiero estar solo… No quiero volver a la oscuridad y que esa calma se marche…- Sentenciaría de manera angustiada el joven peliazul.
Poco a poco su fuerza terminaría mermándose, de manera que su mano soltaría la de la rubia y cayendo bruscamente. Una expresión de incomodidad quedaría en su rostro, pero nuevamente sus parpados caerían, sumiendo al joven marine en su estado anterior. –Por favor…-Dijo con sus últimas fuerzas. “El sentimiento era difícil de describir. Con ella, me sentía seguro y tranquilo… Temía que al alejarse, volvería a tener todas esas horribles pesadillas y alucinaciones dado a mi estado grave… Realmente, realmente si estos eran mis últimos momentos, quería viviros e paz, con esa paz que por mucho tiempo no he tenido el placer de saborear….”
- OFFF:
- Puedes decir en tu proximo post si quieres, que luego detu reaccion a lo dicho por el chico y todo eso. Paso y transcurrio un tiemmpo, y luego este parece despertar finalmente.
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Re: Flashback - Damaged little people
Su voz se escuchaba triste al recordar aquel ser que se llamaba Mamá. La añoranza de su voz, la hizo querer ser, por un momento, esa persona. Odiaba ver a la gente sufrir, y el muchacho que tenía en su regazo, no era una excepción. Había probado el sufrimiento en todas sus formas. Había sido abandonada, recogida por unos extraños que la mayoría de las veces la trataba de forma dudosa, los compañeros de su edad no la aceptaban, estaba siendo echada de lado hasta el punto de que, la mayoría de las veces, la única persona con la que hablaba en el día era consigo misma. Sin tener en cuenta las penitencias físicas, quizás el dolor más común. El pequeño no parecía saber muy bien lo que estaba diciendo, o al menos no todo de lo que decía tenía un sentido en realidad, aunque seguramente en su estado tampoco podía pedir mucho más. Sabía que tenía que hacer algo. El chico necesitaba sostento, comida. A parte de un buen descanso, en el que parecía sumirse finalmente, de manera temerosa, pidíendole a la rubia que permaneciese a su lado. No paró de sonreír hasta que sus ojos se cerraron por completo, y su cuerpo se destensó, dejando un peso muerto.
La muchacha situó con cuidado la pequeña cabeza sobre el césped, para después ponerse de piernas de un salto y proceder a desatarse la gran túnica que llevaba encima. Dejó ver un pantalón corto y blanco, mientras que su tronco estaba cubierto por varios vendajes que tapaban desde el pecho hasta dentro de su short. Después de unos movimientos sin prisas, colocó la túnica a forma de almohada para el marine, y apartó un poco su pelo de la frente, para mirar su cara con detenimiento. Era un niño diferente a los del templo, nunca había visto a nadie con las cejas enteras y eso le daba un aire interesante y extraño a la vez. Le hubiese gustado que le había pasado pero ese no era el momento para preguntas. Salió en búsqueda de las bayas, y también de agua, aunque sabía que no había agua potable en los alrededores. Ella misma se había enfermado por beber el mismo agua que las golondrinas.
No volvió hasta después de casi una hora de reloj. Había tomado una enorme hoja verde y la había llenado con bayas dulces y algunas fresas salvajes. Su cantimplora colgaba de su cuello llena de agua que al menos serviría para limpiarle la cara y bajar la fiebre. Se sentó en silencio a su lado, sobre sus rodillas, y dejó aquello que había traído, a un lado. Su pequeña mano tocó de nuevo el rostro del muchacho, confirmando que la fiebre había disminuido bastante. Tomó un rincón de la tela que yacía detrás de la cabeza del peliazúl y la remojó en agua nuevamente, pasándola por los labios, los ojos, y todos los sitios desnudos del pequeño, esperando que eso sirviera de algo.
La muchacha situó con cuidado la pequeña cabeza sobre el césped, para después ponerse de piernas de un salto y proceder a desatarse la gran túnica que llevaba encima. Dejó ver un pantalón corto y blanco, mientras que su tronco estaba cubierto por varios vendajes que tapaban desde el pecho hasta dentro de su short. Después de unos movimientos sin prisas, colocó la túnica a forma de almohada para el marine, y apartó un poco su pelo de la frente, para mirar su cara con detenimiento. Era un niño diferente a los del templo, nunca había visto a nadie con las cejas enteras y eso le daba un aire interesante y extraño a la vez. Le hubiese gustado que le había pasado pero ese no era el momento para preguntas. Salió en búsqueda de las bayas, y también de agua, aunque sabía que no había agua potable en los alrededores. Ella misma se había enfermado por beber el mismo agua que las golondrinas.
No volvió hasta después de casi una hora de reloj. Había tomado una enorme hoja verde y la había llenado con bayas dulces y algunas fresas salvajes. Su cantimplora colgaba de su cuello llena de agua que al menos serviría para limpiarle la cara y bajar la fiebre. Se sentó en silencio a su lado, sobre sus rodillas, y dejó aquello que había traído, a un lado. Su pequeña mano tocó de nuevo el rostro del muchacho, confirmando que la fiebre había disminuido bastante. Tomó un rincón de la tela que yacía detrás de la cabeza del peliazúl y la remojó en agua nuevamente, pasándola por los labios, los ojos, y todos los sitios desnudos del pequeño, esperando que eso sirviera de algo.
InvitadoInvitado
Re: Flashback - Damaged little people
Había pasado bastante tiempo desde que Simón había quedado a solas luego de que la chica se marchara a buscar los alimentos prometidos. Cabe destacar que durante ese tiempo el peli azul continuaría con esas extrañas pesadillas y horridas visiones de su pasado, aunque solo serian fragmentos de lo que alguna vez sucedió y su mente decidió callar. Por suerte esta vez no estaría solo para combatir tales demonios. Ella, la niña, volvería nuevamente con agua y comida. De manera dulce volvería a tratar y a humedecer la piel del niño con la intención de bajar un poco su fiebre. Cabe destacar que Simón comenzaba a despertar y a reaccionar a la presencia de la chica, la cual emanaba mucha tranquilidad funcionando como una luz en estos momentos tormentosos para el marine.
Esta vez, había descansado lo suficiente para poder despertar. Levantando sus pesados parpados lentamente, finalmente podría ver de nuevo la luz de aquel bello día, y por supuesto, la hermosa imagen del rostro de la niña que ha estado cuidado de el. “No fue un sueño…” Pensó el muchacho, mientras parpadeaba varias veces y si, la imagen se mantenía ahí. Pronto, con mucho cuidado el marine fue elevando su tronco aunque este casi cae pero con ayuda de sus brazos lo evitaría. El marine silencioso comenzaría a mover sus manos y a mirarla. Si, efectivamente ya no estaba soñando, esto era totalmente real, por lo que esa imagen hermosa la cual le brindo calidez en aquello momento, pertenecía aquella niña, quien se veía mucho más joven e infante que el. El joven giraría su cabeza para visualizar a la niña, manteniendo una sonrisa gentil y cuando planeaba decir algo, este semblante se borraría cambiando por uno de terror el cual hacia que sus orbes se abrieran como platos.
-¡Cuidado!- Grito alarmado el peli azul, de manera que sin pensarlo saltaría a la acción a una velocidad increíble, pasando por un lado de la rubia y quedando parado a su espalda. ¿Que esta sucediendo? Quizás la chica no lo entendería, pero el joven marine si. Un Lobo había parecido queriendo atacar a la niña a sus espaldas, dada a la posición de Simón este visualizo con anticipación a la bestia y al momento en que este saltaría al ataque. -¡Huye! ¡Rapido!- Diria con una voz un poco temblorosa y débil, mas, ahí se encontraba su figura parada con sus piernas las cuales temblaban como todo su cuerpo. Unas cuantas gotas de sangre salpicaban en el suelo, y pronto, la razón seria revelada con suma atención. El Brazo izquierdo del muchacho estaba posicionado de manera vertical entre la mandíbula de aquel lobo, de esta manera frenando lo que iba a ser un trágico destino para la joven.
Los filosos colmillos se encajaban en la frágil piel del brazo del niño, este cerraba uno de sus ojos dado al dolor además de un pequeño grito. Pronto, la bestia movería con fuerza su mandíbula para quitarse a simón de su camino mandándolo a unos cuantos metros a su lateral izquierdo. Este, ahora tendría libre camino para atacar a la pequeña, pero… -¡Aléjate de ella!!- Grito el muchacho con todas sus fuerzas, para saltar sobre la bestia entrando en un violento combate. Garras, golpes, patadas, perdidas. Era deplorable el estado en el que iba quedando el herido cuerpo del muchacho que por ningún motivo se rendía. Exhalando aire dada a la intensa batalla al igual que su enemigo canino, este correría con todas sus fuerzas para patear el osico del animal y así dejarlo fuera de combate. El muchacho apenas podía mantenerse de pie, sus piernas temblaban, su ropa y partes desnudas de su cuerpo rasgadas. Su brazo izquierdo empapado de sangre. Lo primero que haría el muchacho seria voltear a mirar a la joven con una sonrisa gentil y amable mientras la mirada se le iba de nuevo. –Estas bien… Que bueno que estas bien….- Comenzaría a caer nuevamente, de por si su estado era deplorable, y ahora más la batalla empeoraría. No se lamentaba para nada de lo sucedido, al contrario, lo agradecía. Realmente aquella niña dulce que ha cuidado de el de manera tan dulce, de manera tan comprometida al bienestar del joven marine. Estando en el suelo, aun mantenía conciencia, manteniendo la mirada a la chica, mirada con su visión que se iba desvaneciendo lentamente, pero su sonrisa quedaría. “No me queda mucho… Pero al menos estoy tan feliz te haberla protegido, tan feliz de ver su rostro por última vez, ese rostro sonriente y calmo… Realmente, hasta el final, siempre estare agradecido con su hospitalidad, y la bondad que tuvo al cuidarme todo este tiempo... Jamas nadie se habia preocupado por mi en tanto tiempo”
Esta vez, había descansado lo suficiente para poder despertar. Levantando sus pesados parpados lentamente, finalmente podría ver de nuevo la luz de aquel bello día, y por supuesto, la hermosa imagen del rostro de la niña que ha estado cuidado de el. “No fue un sueño…” Pensó el muchacho, mientras parpadeaba varias veces y si, la imagen se mantenía ahí. Pronto, con mucho cuidado el marine fue elevando su tronco aunque este casi cae pero con ayuda de sus brazos lo evitaría. El marine silencioso comenzaría a mover sus manos y a mirarla. Si, efectivamente ya no estaba soñando, esto era totalmente real, por lo que esa imagen hermosa la cual le brindo calidez en aquello momento, pertenecía aquella niña, quien se veía mucho más joven e infante que el. El joven giraría su cabeza para visualizar a la niña, manteniendo una sonrisa gentil y cuando planeaba decir algo, este semblante se borraría cambiando por uno de terror el cual hacia que sus orbes se abrieran como platos.
-¡Cuidado!- Grito alarmado el peli azul, de manera que sin pensarlo saltaría a la acción a una velocidad increíble, pasando por un lado de la rubia y quedando parado a su espalda. ¿Que esta sucediendo? Quizás la chica no lo entendería, pero el joven marine si. Un Lobo había parecido queriendo atacar a la niña a sus espaldas, dada a la posición de Simón este visualizo con anticipación a la bestia y al momento en que este saltaría al ataque. -¡Huye! ¡Rapido!- Diria con una voz un poco temblorosa y débil, mas, ahí se encontraba su figura parada con sus piernas las cuales temblaban como todo su cuerpo. Unas cuantas gotas de sangre salpicaban en el suelo, y pronto, la razón seria revelada con suma atención. El Brazo izquierdo del muchacho estaba posicionado de manera vertical entre la mandíbula de aquel lobo, de esta manera frenando lo que iba a ser un trágico destino para la joven.
Los filosos colmillos se encajaban en la frágil piel del brazo del niño, este cerraba uno de sus ojos dado al dolor además de un pequeño grito. Pronto, la bestia movería con fuerza su mandíbula para quitarse a simón de su camino mandándolo a unos cuantos metros a su lateral izquierdo. Este, ahora tendría libre camino para atacar a la pequeña, pero… -¡Aléjate de ella!!- Grito el muchacho con todas sus fuerzas, para saltar sobre la bestia entrando en un violento combate. Garras, golpes, patadas, perdidas. Era deplorable el estado en el que iba quedando el herido cuerpo del muchacho que por ningún motivo se rendía. Exhalando aire dada a la intensa batalla al igual que su enemigo canino, este correría con todas sus fuerzas para patear el osico del animal y así dejarlo fuera de combate. El muchacho apenas podía mantenerse de pie, sus piernas temblaban, su ropa y partes desnudas de su cuerpo rasgadas. Su brazo izquierdo empapado de sangre. Lo primero que haría el muchacho seria voltear a mirar a la joven con una sonrisa gentil y amable mientras la mirada se le iba de nuevo. –Estas bien… Que bueno que estas bien….- Comenzaría a caer nuevamente, de por si su estado era deplorable, y ahora más la batalla empeoraría. No se lamentaba para nada de lo sucedido, al contrario, lo agradecía. Realmente aquella niña dulce que ha cuidado de el de manera tan dulce, de manera tan comprometida al bienestar del joven marine. Estando en el suelo, aun mantenía conciencia, manteniendo la mirada a la chica, mirada con su visión que se iba desvaneciendo lentamente, pero su sonrisa quedaría. “No me queda mucho… Pero al menos estoy tan feliz te haberla protegido, tan feliz de ver su rostro por última vez, ese rostro sonriente y calmo… Realmente, hasta el final, siempre estare agradecido con su hospitalidad, y la bondad que tuvo al cuidarme todo este tiempo... Jamas nadie se habia preocupado por mi en tanto tiempo”
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Re: Flashback - Damaged little people
Todo había quedado en el silencio, hasta que los ojos de aquel niño se volvieron a abrir para dejar ver una mirada más viva y activa que anteriormente. Sus rasgos eran dulces, pero a la vez varoniles, a pesar de que se notaba que había pasado por un mal momento. - ¿Te sientes mejor? - susurró con una sonrisa que hacía que sus ojos se cerrasen un poco, mientras ladeaba la cabeza con soltura. Pero todo cambió en un momento. Después de incorporarse un tanto su cara se torció en un gesto de sorpresa y miedo. Su cuerpo se sobrecogió ante el cambio, y su sonrisa se desvaneció, entrando en estado de alarma. ¿Qué había pasado para que el chico reaccionaste así? ¿Acaso se había asustado de ella? Pero no, este con rapidez se puso de pie y saltó detrás de ella. Estaba a punto de decir algo mientras se daba la vuelta, pero ya era demasiado tarde. El niño saltó a pelearse con un lobo. Ella se asustó al ver que el animal mordía a su nuevo amigo, y se llevó las manos a la boca. No era extraño encontrarse animales en el bosque, pero nunca se había atrevido a pelear. Es más, sentía una especial empatia hacía los animales, y muchas veces cuidaba de ellos si se los encontraba en apuros.
Pero reaccionó con lentitud. De nada servían las negaciones y plegarias de la muchacha, puesto que aquello se había desencadenado en una pelea a vida o muerte. El animal peludo mordió y arañó varias veces al chico, mientras que él intentaba pelear con puños y patadas. No podía intervenir. Nunca había estado en un combate real pese a haber entrenado muchísimo en su vida, desde que tenía uso de razón. Y, si tendría que intervenir, no sabía por donde, puesto que aquello era una mezcla de piel humano y pelo animal, y no quería hacerle más daño aún al muchacho. Lágrimas de impotencia se asomaban poco a poco en su rostro. Al fin y al cabo, por mucha valentía que ella tenía, era una llorica cuando sentía frustración. Al final, todo paró con el lobo al suelo, y con su peliazúl lleno de rasguños, con los ropajes castigados y un mordisco en el brazo. Dejó salir un suspiro pesado, y su cuerpo intentó llegar al pequeño marine antes de que este se desplomase al suelo. Su cuerpo hacía de almohada, y ambos cayeron sobre el césped.
Miraba a su amigo sin poder hacer nada. Seguramente el lobo solo estaba inconsciente, así que se tendrían que ir pronto de allá, si es que no querían que eso volviera a pasar. Las lágrimas de desolación caían sobre el rostro de Simón, diluyendo la sangre que salía de un pequeño rasguño de su rostro. Sus manos agitaban la cara del chico con desesperación. - ¿Estás bien? ¡Contestame! ¡Dime algo! - gritaba alarmada, esperando que él diese una señal de que aún estaba con vida. Debía actuar pronto y rápido. Dejó el cuerpo ajeno descansar de nuevo por si solo, y corrió a por las cosas que había allá donde se situaron anteriormente. Mojó su mano en agua y la pasó por la cara del peliazúl. Haciendo fuerza, rompió su camiseta ya hechas trizas por la pelea, y la usó para hacer un torniquete en el brazo que había sido mordido. Sus manos se colocaron sobre su pecho blanco para sentir si su corazón aún funcionaba. Sin saber muy bien que hacer, apoyó su cabeza donde sus manos estaban y empezó a llorar desconsoladamente, rezando a Dios tal y como había aprendido en el templo. - ¡No te mueras, por favor! - repetía una y otra vez, cerrando los ojos con fuerza mientras que sus lágrimas corrían entre ambos.
Pero reaccionó con lentitud. De nada servían las negaciones y plegarias de la muchacha, puesto que aquello se había desencadenado en una pelea a vida o muerte. El animal peludo mordió y arañó varias veces al chico, mientras que él intentaba pelear con puños y patadas. No podía intervenir. Nunca había estado en un combate real pese a haber entrenado muchísimo en su vida, desde que tenía uso de razón. Y, si tendría que intervenir, no sabía por donde, puesto que aquello era una mezcla de piel humano y pelo animal, y no quería hacerle más daño aún al muchacho. Lágrimas de impotencia se asomaban poco a poco en su rostro. Al fin y al cabo, por mucha valentía que ella tenía, era una llorica cuando sentía frustración. Al final, todo paró con el lobo al suelo, y con su peliazúl lleno de rasguños, con los ropajes castigados y un mordisco en el brazo. Dejó salir un suspiro pesado, y su cuerpo intentó llegar al pequeño marine antes de que este se desplomase al suelo. Su cuerpo hacía de almohada, y ambos cayeron sobre el césped.
Miraba a su amigo sin poder hacer nada. Seguramente el lobo solo estaba inconsciente, así que se tendrían que ir pronto de allá, si es que no querían que eso volviera a pasar. Las lágrimas de desolación caían sobre el rostro de Simón, diluyendo la sangre que salía de un pequeño rasguño de su rostro. Sus manos agitaban la cara del chico con desesperación. - ¿Estás bien? ¡Contestame! ¡Dime algo! - gritaba alarmada, esperando que él diese una señal de que aún estaba con vida. Debía actuar pronto y rápido. Dejó el cuerpo ajeno descansar de nuevo por si solo, y corrió a por las cosas que había allá donde se situaron anteriormente. Mojó su mano en agua y la pasó por la cara del peliazúl. Haciendo fuerza, rompió su camiseta ya hechas trizas por la pelea, y la usó para hacer un torniquete en el brazo que había sido mordido. Sus manos se colocaron sobre su pecho blanco para sentir si su corazón aún funcionaba. Sin saber muy bien que hacer, apoyó su cabeza donde sus manos estaban y empezó a llorar desconsoladamente, rezando a Dios tal y como había aprendido en el templo. - ¡No te mueras, por favor! - repetía una y otra vez, cerrando los ojos con fuerza mientras que sus lágrimas corrían entre ambos.
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Re: Flashback - Damaged little people
No me arrepentía de lo que había hecho. No me arrepentía de cómo había sido mi vida, ni lamentaba todos los hechos y desgracias que dieron estos resultados. ¿Por qué? Porque hasta el día de hoy he vivido para esto… Proteger… Patético… ¿Verdad? Tal vez si para algunos no para mi. Todo esto comenzó como un sueño, yo quería ser tan grande y tan fuerte como esos héroes de las noticias. Hombres barbaros que viajan a tierras peligrosas y enfrentan males desconocidos, sea todo por traer la paz y sonrisa a los corazones de las personas. Aunque el dolor y el ardor en mi cuerpo era tan fuerte y potenciado. Dentro de mi… Dentro de mi mente, sentía ese alivio y esa calma, como si no debiera nada, como si todo estuviera bien. Viajaba a través de mi memoria y mis pensamientos… Pensando en la cálida imagen de la niña… Por una vez… Se sintió tan lindo que alguien me cuidara, que alguien se preocupara por mi… Aunque… Siento que todo es tan injusto y a la vez un peso y dolor se siente en mi pecho…
Había pasado un largo rato desde que había cado sin fuerza alguna dada a mi batalla… Estaba flotando en mis pensamientos, viendo mi vida pasara… Claro, incompletos recuerdos dado a mi pérdida de memoria, mas aun así, me he dado cuenta que todo lo que he hecho es… Perseguir y luchar por lo que anhelo, pero hasta ahora no había tenido tanto sentido y gracia como ahora. No… No es suficiente, no quiero y no estoy de acuerdo… Definitivamente algo anda mal… Mi pecho, duele mucho… No se por que duele tanto…. Comenzaría a abrir lentamente mis parpados, vaya… Aun vivo, eso es bueno.. La niña. ¿Dónde esta la niña? ¿Por qué me duele el pecho? Esperen, escucho algo. Ya veo, ahí esta… No llores… Se supone que debo protegerte… Dado a los entrenamientos que he recibido estos años, mi cuerpo se ha vuelto tan duro y resistente, que ya no es para nada el de un niño. Mas bien, tiene la fuerza y la resistencia de la de un adulto. –N-No llores.- Decía con una voz calmada y en un tono muy bajo. Tal vez no me escucho… Debo.. Debo evitar que llore… No quiero que llore, no me gusta que llore. Con todas mis fuerzas alzaría mi brazo derecho, para en un intento acariciar su cabeza. Mis dedos se enredaban con suavidad entre sus cabellos. Era una manera de decirle. “Estoy vivo, no llores”
Había pasado un largo rato desde que había cado sin fuerza alguna dada a mi batalla… Estaba flotando en mis pensamientos, viendo mi vida pasara… Claro, incompletos recuerdos dado a mi pérdida de memoria, mas aun así, me he dado cuenta que todo lo que he hecho es… Perseguir y luchar por lo que anhelo, pero hasta ahora no había tenido tanto sentido y gracia como ahora. No… No es suficiente, no quiero y no estoy de acuerdo… Definitivamente algo anda mal… Mi pecho, duele mucho… No se por que duele tanto…. Comenzaría a abrir lentamente mis parpados, vaya… Aun vivo, eso es bueno.. La niña. ¿Dónde esta la niña? ¿Por qué me duele el pecho? Esperen, escucho algo. Ya veo, ahí esta… No llores… Se supone que debo protegerte… Dado a los entrenamientos que he recibido estos años, mi cuerpo se ha vuelto tan duro y resistente, que ya no es para nada el de un niño. Mas bien, tiene la fuerza y la resistencia de la de un adulto. –N-No llores.- Decía con una voz calmada y en un tono muy bajo. Tal vez no me escucho… Debo.. Debo evitar que llore… No quiero que llore, no me gusta que llore. Con todas mis fuerzas alzaría mi brazo derecho, para en un intento acariciar su cabeza. Mis dedos se enredaban con suavidad entre sus cabellos. Era una manera de decirle. “Estoy vivo, no llores”
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