Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Flashback - Damaged little people
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Flashback - Damaged little people
Recuerdo del primer mensaje :
Kotaro despertó con los primeros rallos del sol. Su vida en el templo no era fácil, pero su positividad hacía posible que la niña sobreviviese día a día. Obtenía una comida en la mañana, y otra en la noche, muy poco para su físico que se estaba recién desarrollando. Su estatura era pequeña y escuchimizada. Aún así, por alguna extraña razón, había crecido a la par que sus compañeros. Pelo corto, rubio, y ceras cortadas en forma de dos huellas de pulgar sobre los ojos azules, la niña parecía sin ninguna duda, uno de los monjes de aquel templo escondido. Nunca había conocido a nadie que no fuese del templo, por mera convivencia ya que casi ninguno de los monjes de su edad se acercaban a ella. La tenían miedo, o quizás era por el simple hecho de que los adultos sabían que era una chica e intentaba que nadie tuviese mucho contacto físico con ella. Aún así, para la niña de ocho años, eso hacía parte de su vida normal, y no influía su carácter amigable en casi nada.
Su túnica roja y larga se juntaba en un nudo para hacerse corta, así ella poder escaparse de una manera más fácil del templo. Una vez saltada la valla, miró los alrededores tranquilamente. Esta no era la única, la última ni la primera vez que salía del templo a escondidas a explorar. Su cuerpo ligero había tomado una forma mucho mejor que en su infancia más temprana. El estómago abultado a causa de la inanición había desaparecido, sus costillas no se marcaban tanto. Su altura era baja para alguien de su edad, y al verse como un niño parecía unos años más joven de lo que era en realidad. Sus pies descalzos estaban dejando huellas en la arena húmeda. Se había separado del templo lo suficiente como para perderlo de vista. Ahí donde el ojo alcanzaba estaba cubierto por árboles. No quería caminar mucho más allá, puesto que seguramente se perdería. Aquello había sido lo máximo que ha llegado jamás.
No lejos de sus piernas, había un estanque pequeño, donde alguna que otra golondrina se paraba para beber agua, si es que no lo hacía del mar. Había curado más de una vez algún que otro pájaro que caía en la tierra. Las golondrinas eran sus únicas amigas. Pero hoy, era un día especial. Aunque no sabía con certeza cuando había nacido, su maestro le había confesado que hoy era el día en el que la había encontrado. Es decir, hoy, hacía ocho años, el nombre de Kotaro le había sido dado. Un milagro había aparecido en el templo. Se consideraba un milagro, puesto que era muy extraño que alguien tan pequeño sobreviva y aparezca de la nada, como si hubiese caído del cielo. Como un ángel. De pequeña, siempre pensó que era un ángel. ¿Qué más podía significar las pequeñas incisiones cicatrizadas de su espalda, si no eran unas pequeñas alitas? Aún así, su maestro decía que los ángeles no existían, y que se trataba de una cicatriz sin importancia. Su cara era sonriente. La única roja le tapaba todo el cuerpo, dejando ver solo su cuello y su cabeza. Su pelo corto y rubio brillaba con intensidad en los primeros rayos de la mañana. La niña abrió la boca, y empezó a desvariar sola. Se sentó de cuclillas cerca del pequeño estanque, y, al ver su reflejo, empezó a balbucear algo, hablando consigo misma.
Isla golondrina❤
Trece años atrás❤
10 A.M.❤
Centro de la isla❤
Trece años atrás❤
10 A.M.❤
Centro de la isla❤
Kotaro despertó con los primeros rallos del sol. Su vida en el templo no era fácil, pero su positividad hacía posible que la niña sobreviviese día a día. Obtenía una comida en la mañana, y otra en la noche, muy poco para su físico que se estaba recién desarrollando. Su estatura era pequeña y escuchimizada. Aún así, por alguna extraña razón, había crecido a la par que sus compañeros. Pelo corto, rubio, y ceras cortadas en forma de dos huellas de pulgar sobre los ojos azules, la niña parecía sin ninguna duda, uno de los monjes de aquel templo escondido. Nunca había conocido a nadie que no fuese del templo, por mera convivencia ya que casi ninguno de los monjes de su edad se acercaban a ella. La tenían miedo, o quizás era por el simple hecho de que los adultos sabían que era una chica e intentaba que nadie tuviese mucho contacto físico con ella. Aún así, para la niña de ocho años, eso hacía parte de su vida normal, y no influía su carácter amigable en casi nada.
Su túnica roja y larga se juntaba en un nudo para hacerse corta, así ella poder escaparse de una manera más fácil del templo. Una vez saltada la valla, miró los alrededores tranquilamente. Esta no era la única, la última ni la primera vez que salía del templo a escondidas a explorar. Su cuerpo ligero había tomado una forma mucho mejor que en su infancia más temprana. El estómago abultado a causa de la inanición había desaparecido, sus costillas no se marcaban tanto. Su altura era baja para alguien de su edad, y al verse como un niño parecía unos años más joven de lo que era en realidad. Sus pies descalzos estaban dejando huellas en la arena húmeda. Se había separado del templo lo suficiente como para perderlo de vista. Ahí donde el ojo alcanzaba estaba cubierto por árboles. No quería caminar mucho más allá, puesto que seguramente se perdería. Aquello había sido lo máximo que ha llegado jamás.
No lejos de sus piernas, había un estanque pequeño, donde alguna que otra golondrina se paraba para beber agua, si es que no lo hacía del mar. Había curado más de una vez algún que otro pájaro que caía en la tierra. Las golondrinas eran sus únicas amigas. Pero hoy, era un día especial. Aunque no sabía con certeza cuando había nacido, su maestro le había confesado que hoy era el día en el que la había encontrado. Es decir, hoy, hacía ocho años, el nombre de Kotaro le había sido dado. Un milagro había aparecido en el templo. Se consideraba un milagro, puesto que era muy extraño que alguien tan pequeño sobreviva y aparezca de la nada, como si hubiese caído del cielo. Como un ángel. De pequeña, siempre pensó que era un ángel. ¿Qué más podía significar las pequeñas incisiones cicatrizadas de su espalda, si no eran unas pequeñas alitas? Aún así, su maestro decía que los ángeles no existían, y que se trataba de una cicatriz sin importancia. Su cara era sonriente. La única roja le tapaba todo el cuerpo, dejando ver solo su cuello y su cabeza. Su pelo corto y rubio brillaba con intensidad en los primeros rayos de la mañana. La niña abrió la boca, y empezó a desvariar sola. Se sentó de cuclillas cerca del pequeño estanque, y, al ver su reflejo, empezó a balbucear algo, hablando consigo misma.
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Re: Flashback - Damaged little people
Sus lágrimas caían como piedras sobre el pecho desnudo del chico. Intentaba escuchar su corazón para saber que está aún con vida. Después de la pelea con el lobo, dudaba mucho que al chico le quedaban fuerzas. Y así pasó un buen rato. Entre sus lloriqueos había escuchado susurros, quizás. No se había parado por ello, aunque sí que había notado algo pensó que fue su imaginación. Pero entonces lo notó. Como una suave brisa, la mano ajena se sumía entre sus cabellos rubios, como si hubiese dicho "Estoy aquí, estoy vivo". Sus lágrimas pararon de forma inmediata, y su cabeza se movió cuando la caricia había terminado. Se incorporó sobre sus rodillas y miró al chico, con sus ojos grandes y llorosos aún. Sentía un alivio tremendo, algo que no había sentido en su vida. Su mano tocó la cara del marine, y sonrió abiertamente, aún con el rostro mojado. - ¡Estás vivo! - exclamó, llena de alegría para después tomar su cantimplora y proceder a limpiar la sangre de sus heridas con un trozo de su túnica. - Qué bueno, qué bueno. - volvía a repetir, en una mezcla de felicidad y susto, como si se tratara de un shot de energía. - No te preocupes, te mejorarás rápidamente. Sólo son rasguños a parte de tu brazo. - intentaba calmarle, y lo hacía con sinceridad. Había visto heridas mucho peores, en su propio cuerpo. - Pero nos tenemos que ir. ¿Puedes caminar?
Intentaba hacerlo de prisa, aunque el cuerpo era pequeño y no tardó en limpiarlo. El lobo aún yacía en el césped, inconsciente, pero no sabían por cuanto tiempo más. Se levantó y colocó su túnica mojada. Metió las bayas en una de las mangas, la cantimplora en otra, e hizo además de cogerle el brazo al desconocido, ayudándose a incorporarse y caminar usando su cuerpo como apoyo. Simón era bastante más alto que ella, y su cuerpo pesaba, aunque eso no era una carga para la rubia, que todos los días entrenaba con rocas. Aún así, sus movimientos eran mermados, y tardaban en avanzar. Obligó al chico caminar aún a pesar de su estado débil. - Lo siento, pero tenemos que avanzar. Seguramente el lobo no tardará en moverse. - intentaba animarle, y darle una razón para esforzarse a pesar de su lamentable estado. - Vamos a ir más adentro un poco, para que nos pierda el rastro. Los lobos tienen un olor muy bueno, normalmente voy en el árbol hasta que se va. - contaba, como si se tratase de una confesión. No era la primera vez que había sido atacada por un lobo, la diferencia es que nunca había sido tan valiente de desafiarle. Se paró en medio a la raíz de un gran árbol, y ayudó al peliazul acampar ahí. Se sentó de piernas cruzadas delante suyo, aunque iba metida por completo en la túnica. Entonces sacó la inmensa hoja, y la destapó, dejando ver las bayas que había recogido anteriormente. Agua y alimento, eso era lo que él necesitaba por ahora. Cogió una fresa silvestre entre sus pequeños dedos y la acercó a la boca del muchacho. - Aahhh. ~- lo incentivó para que pudiese deslizarla entre los labios secos. Sonreía de una manera aliviada, contenta de que él estaba bien y se encontraban a salvo de nuevo.
Intentaba hacerlo de prisa, aunque el cuerpo era pequeño y no tardó en limpiarlo. El lobo aún yacía en el césped, inconsciente, pero no sabían por cuanto tiempo más. Se levantó y colocó su túnica mojada. Metió las bayas en una de las mangas, la cantimplora en otra, e hizo además de cogerle el brazo al desconocido, ayudándose a incorporarse y caminar usando su cuerpo como apoyo. Simón era bastante más alto que ella, y su cuerpo pesaba, aunque eso no era una carga para la rubia, que todos los días entrenaba con rocas. Aún así, sus movimientos eran mermados, y tardaban en avanzar. Obligó al chico caminar aún a pesar de su estado débil. - Lo siento, pero tenemos que avanzar. Seguramente el lobo no tardará en moverse. - intentaba animarle, y darle una razón para esforzarse a pesar de su lamentable estado. - Vamos a ir más adentro un poco, para que nos pierda el rastro. Los lobos tienen un olor muy bueno, normalmente voy en el árbol hasta que se va. - contaba, como si se tratase de una confesión. No era la primera vez que había sido atacada por un lobo, la diferencia es que nunca había sido tan valiente de desafiarle. Se paró en medio a la raíz de un gran árbol, y ayudó al peliazul acampar ahí. Se sentó de piernas cruzadas delante suyo, aunque iba metida por completo en la túnica. Entonces sacó la inmensa hoja, y la destapó, dejando ver las bayas que había recogido anteriormente. Agua y alimento, eso era lo que él necesitaba por ahora. Cogió una fresa silvestre entre sus pequeños dedos y la acercó a la boca del muchacho. - Aahhh. ~- lo incentivó para que pudiese deslizarla entre los labios secos. Sonreía de una manera aliviada, contenta de que él estaba bien y se encontraban a salvo de nuevo.
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Re: Flashback - Damaged little people
Todo lo que había iniciado como una prueba por la supremacía del poder, había quedado en una posible tragedia dejando al joven marine sumido en una terrible agonía… Cuando menos lo esperaba y convencido de su derrota, el joven marina seria encontraría la luz al final de su oscuro túnel. Una luz gentil y aliviadora que retiraría los males de su mente, y su alma. Aquella niña se veía tan feliz de que el muchacho aun respirase, cosa que también hacia feliz al peli azul por dos razones: Una por que la niña detuvo su yanto, y 2 por que jamás nunca alguien se había sentido tan feliz por su existencia. Realmente el dolor era una minoría para el joven marine, pues, la simple presencia de la radiante joven de cabellos dorados era suficiente… Era tan especial que el no podía describirlo por si mismo. Ella realmente daba todo de si, y se esforzaba al máximo por mantener al Peli azul a salvo, tratado con sutileza, el marine disfrutaría sonriente de la generosa y dulce hospitalidad de la rubia.
A veces el niño, cerraba sus ojos por unos instantes, solo para ver si todo era real. Y si, al final ella seguía estando ahí. –Daré lo mejor de mi…- Musito el peli azul mientras la de cabellos dorados le tomaba por el brazo ayudándole a ponerse de pie. Adolorido, y con las piernas temblorosa, el marine estaría finalmente de pie con suma dificultad. Poco se quejo durante el trayecto. Entendía que era necesario abandonar la zona, no tanto por su propio bienestar, temería que aquel lobo lastimase a la chica, y el tener que limitarse a mirar por la inutilidad de su cuerpo herido. .”Realmente, sin importar cuánto dolor sintiera a cada paso, su actitud positiva y su encantadora forma de ser, era suficiente para mantenerme de pie. Sus palabras y gestos de alientos, me dieron la fuerza necesaria para sobrevivir. Realmente es una persona mágica, una por la cual he aprendido a sonreír siempre. Siempre con una sonrisa gentil, y amable. Aunque jamás se comparara a su radiante rostro alegre.”
Finalmente habían llegado a cierto lugar entre la raíces de un árbol. El peli azul fue puesto con sumo cuidado y la chica se sentaría cerca de el. Realmente estaba decidida a cuidar de el… Abriría su boca para seguir el juego de comer la fresa. -¡Deliciosa! ¡Es la fresa más dulce que he probado!- Masticaría mientras se le escapaban unas cuantas carcajadas. A veces cruzaba por su mente por que tanta devoción hacia el. Era un extraño, y el no tardaría en responder.. -¿Por qué eres tan buena conmigo?- Dijo con una voz mas estable y normalizada, parece que la lucidez estaba volviendo al joven marine. El chico, miraría un poco mas serio a la niña, pero realmente terminaría cambiando su rostro al que era gentil siempre, como olvidando el tema. Parece que no era importante saber eso por los momentos. Aunque tenia curiosidad sobre ella, y lo expresaría. –Por cierto… ¿Cómo te llamas?- Diria con un tono leve y suave. Para luego terminar presentandose ante la niña -Mi nombre es ... Simón Simón D.Teppelin,,- Diria de manera timida, con un tono de voz bajo. Realmente el pequeño Simón no era muy bueno relacionandose y socializando. Asi que por ello esa actitud extrevortedia. Pero al menos sentia un poquito de confianza con la niña, cuya presencia inspira tranquilidad a sus pensamientos.
A veces el niño, cerraba sus ojos por unos instantes, solo para ver si todo era real. Y si, al final ella seguía estando ahí. –Daré lo mejor de mi…- Musito el peli azul mientras la de cabellos dorados le tomaba por el brazo ayudándole a ponerse de pie. Adolorido, y con las piernas temblorosa, el marine estaría finalmente de pie con suma dificultad. Poco se quejo durante el trayecto. Entendía que era necesario abandonar la zona, no tanto por su propio bienestar, temería que aquel lobo lastimase a la chica, y el tener que limitarse a mirar por la inutilidad de su cuerpo herido. .”Realmente, sin importar cuánto dolor sintiera a cada paso, su actitud positiva y su encantadora forma de ser, era suficiente para mantenerme de pie. Sus palabras y gestos de alientos, me dieron la fuerza necesaria para sobrevivir. Realmente es una persona mágica, una por la cual he aprendido a sonreír siempre. Siempre con una sonrisa gentil, y amable. Aunque jamás se comparara a su radiante rostro alegre.”
Finalmente habían llegado a cierto lugar entre la raíces de un árbol. El peli azul fue puesto con sumo cuidado y la chica se sentaría cerca de el. Realmente estaba decidida a cuidar de el… Abriría su boca para seguir el juego de comer la fresa. -¡Deliciosa! ¡Es la fresa más dulce que he probado!- Masticaría mientras se le escapaban unas cuantas carcajadas. A veces cruzaba por su mente por que tanta devoción hacia el. Era un extraño, y el no tardaría en responder.. -¿Por qué eres tan buena conmigo?- Dijo con una voz mas estable y normalizada, parece que la lucidez estaba volviendo al joven marine. El chico, miraría un poco mas serio a la niña, pero realmente terminaría cambiando su rostro al que era gentil siempre, como olvidando el tema. Parece que no era importante saber eso por los momentos. Aunque tenia curiosidad sobre ella, y lo expresaría. –Por cierto… ¿Cómo te llamas?- Diria con un tono leve y suave. Para luego terminar presentandose ante la niña -Mi nombre es ... Simón Simón D.Teppelin,,- Diria de manera timida, con un tono de voz bajo. Realmente el pequeño Simón no era muy bueno relacionandose y socializando. Asi que por ello esa actitud extrevortedia. Pero al menos sentia un poquito de confianza con la niña, cuya presencia inspira tranquilidad a sus pensamientos.
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Re: Flashback - Damaged little people
Aquella mañana había sido una de aventura. Pocas veces se encontraba con un lobo feroz, y nunca se hubiese atrevido a hacerle frente de esa forma. Nunca se había encontrado con una persona fuera del templo, por lo cual todo era una gran novedad. Aunque no podía decirle la verdad por ahora, sabía que eso iba en contra de las reglas que le habían impuesto allá donde vivía. El bosque era difícil de sobrevivir, más aún que el templo. La comida era muy escasa, y a veces peligrosa. No había agua potable al menos que ella supiera. Así que si sería echada del templo sería un gran problema para ella. Se había preguntado de donde había salido el peli azul, pero era mejor guardar todas esas preguntas por ahora. Su estado volvía a ser uno feliz, dado a que su nuevo amigo estaba a salvo. No era una niña muy valiente. Aunque sabía pelear, el hecho de nunca haberlo hecho de verdad, la asustaba, por lo cual ante el peligro o corría, o lloraba; como cualquier niña de ocho años.
El tomó la fresa y la masticó, sonriendo aún con penas en su rostro, pero asegurar a la pequeña monje que estaba delicioso. La pregunta hizo que Kotori abriese los ojos de par en par, no por lo que había preguntado si no porque él había notado algo muy personal sobre ella. -¿Sabes que soy una chica? - atisbó con asomo, para después taparse la boca con la mano y sonreír a complicidad. Le parecía lindo aquello, ya que los demás niños del templo la trataban como un chico. Él se presentó, y ella no tardó en ponerse de rodillas y hacer una reverencia exagerada, tocando con su frente el césped. - Mi nombre es Kotori. - dijo con un tono sereno, para después dejar escapar una sonrisa para liberar tensiones, aunque había pensado que ya se presentó, aunque con su apodo. Se volvió a sentar cruzándose de piernas, delante suyo. - ¿Te encuentras mejor? - decía de forma inocente, pero a la vez preocupada por el bienestar ajeno. - Eres muy valiente. - volvía a tomar una de las pequeñas frutillas entre sus dedos y la alzó a la altura del chico, esperando que este lo cogiese con la boca, para aprovechar el momento y posar sobre su mejilla derecha un suave beso cariñoso. - Gracias. - dejó escapar una risita inocente, ladeando la cabeza a un lado.
El tomó la fresa y la masticó, sonriendo aún con penas en su rostro, pero asegurar a la pequeña monje que estaba delicioso. La pregunta hizo que Kotori abriese los ojos de par en par, no por lo que había preguntado si no porque él había notado algo muy personal sobre ella. -¿Sabes que soy una chica? - atisbó con asomo, para después taparse la boca con la mano y sonreír a complicidad. Le parecía lindo aquello, ya que los demás niños del templo la trataban como un chico. Él se presentó, y ella no tardó en ponerse de rodillas y hacer una reverencia exagerada, tocando con su frente el césped. - Mi nombre es Kotori. - dijo con un tono sereno, para después dejar escapar una sonrisa para liberar tensiones, aunque había pensado que ya se presentó, aunque con su apodo. Se volvió a sentar cruzándose de piernas, delante suyo. - ¿Te encuentras mejor? - decía de forma inocente, pero a la vez preocupada por el bienestar ajeno. - Eres muy valiente. - volvía a tomar una de las pequeñas frutillas entre sus dedos y la alzó a la altura del chico, esperando que este lo cogiese con la boca, para aprovechar el momento y posar sobre su mejilla derecha un suave beso cariñoso. - Gracias. - dejó escapar una risita inocente, ladeando la cabeza a un lado.
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Re: Flashback - Damaged little people
Esta historia, quedaría como uno de los recuerdos más importantes en la vida del peli azul. Aquella mañana, aquel día, el, encontraría una amistad con una persona que jamás imagino conocer. Simón no encontraría un modo de cómo pagarle a la chica todo lo que había hecho por el. Quizás, algo así como una promesa eterna de cuidarla y protegerla hasta que sus pulmones quedasen sin aire. Realmente no era problema para el Peli azul pensar en ello, sentiría que podría cuidar de ella eternamente. Uno de los pocos y dulces recuerdos hermosos que el hoy en dia Teniente guarda en lo mas profundo en su memoria. Simón ha tenido un impacto interesante en la marina. Apodado como el niño marine por su historia y logros desde que tenía 10 años. Aunque realmente nadie imagino que su historia pudo haberse dado o conocido, y muerto en aquel solitario bosque. De no se por Kotori, la dulce niña de orbes azul como cristales del mar.
Finalmente, luego de un buen rato de momentos pesados y tormentosos. Ambos infantes se encontraba solos y a salvos, resguardados en la seguridad de aquel árbol. El joven marine, quien en aquel tiempo era conocido por su timidez, con rubor en sus mejillas preguntaría el nombre de la chica. La niña reaccionaria de una manera extraña en la que Simón pondría un semblante de preocupación y apenado. -¡No! No hace falta que hagas eso… No es necesario tener tantos modales…- Decía tras ver como la niña pega su frente en señal de saludo, nunca había visto tal saludo de frente, pero sabia que tal saludo es mas para personas de mayor respeto o peso. –Kotori… Es… - El chico luego detendría sus palabras, para poder contestar a la chica si estaba bien. Aunque aun sentía dolor por sus heridas reciente y lo delicado de su cuerpo, era un niño muy fuerte, y además, gracias al consentimiento sus agonías se aliviaban. –Si, estoy bien. Y…- El chico quedaría pensativo mientras agachaba su mirada. -¿Tu estas bien?- diría con un tono muy bajo.
-¿Valiente? No fue nada la verdad… He enfrentado cosas peores… Pero lo importante es que estas bien… Realmente no quería que te lastimaran…- Mantenía aquel tono sumiso al decir aquellas palabras, palabras sinceras y honestas. Luego la niña alimentaria nuevamente a Simón de la misma manera anterior, de manera inocente Simón accedió a ello sin saber lo que pasaría… Aquella chica de manera dulce acercaría sus labios a la mejilla del Peli azul. Si, un beso. Un beso para luego terminar con risitas picaras. El joven marine quedaría paralizado con los ojos abiertos como platos, de manera que no diría nada ni siquiera movería un musculo. Poco a poco el semblante del niño quedaría tan rojo como un tomate que era incluso visible para otros. El Joven marine quedaría totalmente inmóvil en silencio, como si hubiera visto un espanto o espectro, como si apreciase algo sorprendente que el no podía creer. Realmente, para alguien que no tenía amigos, ni salía mucho, este tipo de cosas son bastante sorpresivas y difíciles de reaccionar a ella.
Finalmente, luego de un buen rato de momentos pesados y tormentosos. Ambos infantes se encontraba solos y a salvos, resguardados en la seguridad de aquel árbol. El joven marine, quien en aquel tiempo era conocido por su timidez, con rubor en sus mejillas preguntaría el nombre de la chica. La niña reaccionaria de una manera extraña en la que Simón pondría un semblante de preocupación y apenado. -¡No! No hace falta que hagas eso… No es necesario tener tantos modales…- Decía tras ver como la niña pega su frente en señal de saludo, nunca había visto tal saludo de frente, pero sabia que tal saludo es mas para personas de mayor respeto o peso. –Kotori… Es… - El chico luego detendría sus palabras, para poder contestar a la chica si estaba bien. Aunque aun sentía dolor por sus heridas reciente y lo delicado de su cuerpo, era un niño muy fuerte, y además, gracias al consentimiento sus agonías se aliviaban. –Si, estoy bien. Y…- El chico quedaría pensativo mientras agachaba su mirada. -¿Tu estas bien?- diría con un tono muy bajo.
-¿Valiente? No fue nada la verdad… He enfrentado cosas peores… Pero lo importante es que estas bien… Realmente no quería que te lastimaran…- Mantenía aquel tono sumiso al decir aquellas palabras, palabras sinceras y honestas. Luego la niña alimentaria nuevamente a Simón de la misma manera anterior, de manera inocente Simón accedió a ello sin saber lo que pasaría… Aquella chica de manera dulce acercaría sus labios a la mejilla del Peli azul. Si, un beso. Un beso para luego terminar con risitas picaras. El joven marine quedaría paralizado con los ojos abiertos como platos, de manera que no diría nada ni siquiera movería un musculo. Poco a poco el semblante del niño quedaría tan rojo como un tomate que era incluso visible para otros. El Joven marine quedaría totalmente inmóvil en silencio, como si hubiera visto un espanto o espectro, como si apreciase algo sorprendente que el no podía creer. Realmente, para alguien que no tenía amigos, ni salía mucho, este tipo de cosas son bastante sorpresivas y difíciles de reaccionar a ella.
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Re: Flashback - Damaged little people
A la pequeña le parecía extraña la presencia de Simón, puesto que él era la primera persona que veía en el bosque, y eso que llevaba ahí desde que tenía uso de razón. Sus facciones parecían ser diferentes, su pelo tenía un color extraño también. Se preguntaba de donde venía, y tenía muchas preguntas para el niño, pero le daba vergüenza preguntar. Por sus palabras, Simón era un niño valiente ahí donde lo veía. Lleno de magulladuras, su carácter se notaba alegre, muy parecido al de ella. Se había preguntado muchas veces como era una niña, o si era muy diferente de los niños. Ella no sabía la diferencia entre eso, ni tampoco había tenido amigos. El hecho de besarle la mejilla fue algo innato, que no había hecho nada pero del que su maestro le habló. Cuando conoces una persona especial, tienes que mostrar cariño. Si alguna vez estás agradecido, realmente endeudado, tenías que mostrar cariño. Le había dicho que el mundo, aunque parezca mentira, en vez de regirse por la devoción hacía a Buda, se regía por el cariño. El cariño era lo que impulsaba la gente hacer cosas. Y pronto, lo sabría bastante bien.
Asintió a medida que él hablaba. Parecía que había peleado más veces, que aquella no era la única, y posiblemente no sea la última para él. Eso le parecía admirable, realmente extraordinario. ¿Cómo un niño tan pequeño podía hacer cosas tan grandes? Sus ojos se llenaron de admiración y devoción, al fin y al cabo él era mayor, por lo cual debía aprender todo lo que podía de aquel desconocido. Pero, por muy valiente que el niño sería, al parecer un beso en la mejilla le había bloqueado los sentidos. Sus orbes se abrieron de par en par, y su cara se había tornado de color rojo. ¿Estaba enfermo? Nunca había visto a alguien tan rojo, ni siquiera con fiebre. Poco sabía la rubia sobre las reacciones del cuerpo humano, y sobre lo que era la vergüenza, pues eso era algo que su maestro aún le estaba por enseñar. Su cuerpo estaba tomando una posición de alerta. Su mano tocaba el hombro del chico, para después tocar su frente. Sus ojos inquisitivos lo miraban.
-¿Te encuentras mal? ¿ Te duele algo? - miró un poco extrañada. - ¿Simón? - preguntó nuevamente, para acercarse aún más, de manera que su pequeño cuerpo estaba traspasando la barrera que había formado las piernas del chico. De rodillas, gateaba encima suyo hasta que su cara quedó mirándole a poca distancia, preguntándose a si misma que había pasado.
Asintió a medida que él hablaba. Parecía que había peleado más veces, que aquella no era la única, y posiblemente no sea la última para él. Eso le parecía admirable, realmente extraordinario. ¿Cómo un niño tan pequeño podía hacer cosas tan grandes? Sus ojos se llenaron de admiración y devoción, al fin y al cabo él era mayor, por lo cual debía aprender todo lo que podía de aquel desconocido. Pero, por muy valiente que el niño sería, al parecer un beso en la mejilla le había bloqueado los sentidos. Sus orbes se abrieron de par en par, y su cara se había tornado de color rojo. ¿Estaba enfermo? Nunca había visto a alguien tan rojo, ni siquiera con fiebre. Poco sabía la rubia sobre las reacciones del cuerpo humano, y sobre lo que era la vergüenza, pues eso era algo que su maestro aún le estaba por enseñar. Su cuerpo estaba tomando una posición de alerta. Su mano tocaba el hombro del chico, para después tocar su frente. Sus ojos inquisitivos lo miraban.
-¿Te encuentras mal? ¿ Te duele algo? - miró un poco extrañada. - ¿Simón? - preguntó nuevamente, para acercarse aún más, de manera que su pequeño cuerpo estaba traspasando la barrera que había formado las piernas del chico. De rodillas, gateaba encima suyo hasta que su cara quedó mirándole a poca distancia, preguntándose a si misma que había pasado.
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Re: Flashback - Damaged little people
“!AHH! ¡ELLA ME BESO,ME BESO!!! ¡¿Por qué HIZO ESO?! Bueno… No es que no me agradara… Se sintió lindo cuando beso mi mejilla… Espera… ¡¿PERO QUE COSAS DIGO?! Porque me pasan estas cosas a mi…”Era gracioso como había interpretado el joven marine aquel beso. Parece que aquella niña no tiene mucha idea de cómo se relacionan las personas haciendo que aquel gesto rebose de inocencia total. Pero en cuanto a Simón… El sabía ya muchas cosas pese a su edad, sabía muy bien lo que es un beso, y lo que ocurre cuando una chica y un chico comparten estas cosas. Aun así, el marine no pensaba muchas cosas, solo se moría de la pena, no sabía que decir o que hacer. En su interior no negaría lo agradable y cálido que se sintió ese pequeño beso. El semblante del peli azul se mantenía rojo, poco a poco comenzaba a volver en si de su pequeño shock. Luego aquella chica comenzaría a tocarlo, desde ese momento la respiración del joven marine empezó a acelerarse, manteniendo esa cara de terror. “Oh dios… ¿Qué hare que hare?? Ella esta hablándome… ¡Vamos idiota di algo! ¡Contéstale! Quedare como un tonto ante ella… ¡Valor!” Pensaría con desespero dentro de si, parece que en la cabeza de Simón, hay una feroz lucha entre su valentía y su cobardía.
-Yo… Ztki… Ann Ann nori…. Izanm….- No se le entendía nada de lo que decía, miraría a la pequeña quien seguía revisando su estado con sus manos. Pero no, no todo acabaría ahí no señor. “!¿QUE?! ¡¿Qué ESTA HACIENDO SE ESTA ACERCANDO DEMSIADO?! OH DIOS!!! ¡VOY A MORIR!” Pensaba desesperadamente al ver que la pequeña se acercaba lentamente invadiendo su espacio personal demasiado. Simon estaba demasiado agitado y exaltado, comenzando a transpirar manteniendo aquella cara de terror. Realmente todo era tan repentino para el, tener una amiga, un beso y ahora esta chica de manera inocente parecía no entender que su invasión al espacio de Simón tenían consecuencias para el pequeño que se moría de nervios. Víctima de su timidez, el pequeño marine no podía decir nada, cualquier intento terminaría en palabras sin sentido. Una vez la niña estando tan cerca, el marine no soportaría tanta presión así que con todas sus fuerzas sin importar el dolor, se alejaría unos cuantos metros hacia atrás. Quedaría sentado de la misma forma en que estaba. El rojo parecía no marcharse de su rostro, de hecho, este se intensificaba demasiado. El joven Marine parecía experimentar mareos, si esto continuaba asi, terminaría desmayándose. --¡S-Si E-estoy bien!!! ¡To-todo esta bien!!!-Diría de manera exaltada luego de haberse alejado, no podía creer que todo esto estuviera ocurriendo.
-Yo… Ztki… Ann Ann nori…. Izanm….- No se le entendía nada de lo que decía, miraría a la pequeña quien seguía revisando su estado con sus manos. Pero no, no todo acabaría ahí no señor. “!¿QUE?! ¡¿Qué ESTA HACIENDO SE ESTA ACERCANDO DEMSIADO?! OH DIOS!!! ¡VOY A MORIR!” Pensaba desesperadamente al ver que la pequeña se acercaba lentamente invadiendo su espacio personal demasiado. Simon estaba demasiado agitado y exaltado, comenzando a transpirar manteniendo aquella cara de terror. Realmente todo era tan repentino para el, tener una amiga, un beso y ahora esta chica de manera inocente parecía no entender que su invasión al espacio de Simón tenían consecuencias para el pequeño que se moría de nervios. Víctima de su timidez, el pequeño marine no podía decir nada, cualquier intento terminaría en palabras sin sentido. Una vez la niña estando tan cerca, el marine no soportaría tanta presión así que con todas sus fuerzas sin importar el dolor, se alejaría unos cuantos metros hacia atrás. Quedaría sentado de la misma forma en que estaba. El rojo parecía no marcharse de su rostro, de hecho, este se intensificaba demasiado. El joven Marine parecía experimentar mareos, si esto continuaba asi, terminaría desmayándose. --¡S-Si E-estoy bien!!! ¡To-todo esta bien!!!-Diría de manera exaltada luego de haberse alejado, no podía creer que todo esto estuviera ocurriendo.
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Re: Flashback - Damaged little people
¿Estaba de verdad enfermo? ¿El agua, quizás? Su cara se había puesto roja como un tomate, su semblante parecía el de alguien que había comido algo en mal estado. Su cuerpo parecía temblar, o estar tieso como la madera. ¿Fiebre? Realmente el tacto se sentía algo caliente, pero... Él abrió la boca en lo que parecían delirios. Ella miró extrañada. En el momento en el que estaba a punto de tocarle la mejilla de nuevo, él había desaparecido en un movimiento rápido. Ella se quedó en el sitio durante unos buenos momentos. ¿Porqué se habría elegido? Notó como él decía que estaba bien. Su cuerpo se relajó de golpe, e intentó sentarse cruzada de piernas allá donde seguía, a metros del pequeño marine. Su semblante había cambiado. Su cara parecía triste, un tanto, aunque más que eso, se había puesto seria. Sus pequeños orbes se volvieron cristalinos, mientras miraban a un punto fijo, perdido en el césped. A la nada.
Ahora entendía. Ella no podía estar cerca de nadie. Había tomado la presencia de Simón como algo nuevo, ya que no era alguien del templo, pero al parecer la regla era general. Todas las personas que había encontrado, aunque a veces si hablaban con ella, ninguno quería acercarse hasta tales extremos como tocarla o tener contacto físico. Ahora lo entendía todo. No se acercó al chico, pero sí que miró hacía su dirección. - Está bien... No me voy a acercar más. - sentenciaba, no con enfado, pero sí con cierta tristeza. Le hubiese gustado porque nadie quería acercarse. Mientras que los chicos hacían bromas y se abrazaban y reían entre ellos, ella siempre estaba sola. Pensó que podía hacer amigos ahora, ya que él no pertenecía al templo, pero... parecía que algo está mal con ella. Aunque no podía decir el que. - ¿Podemos ser amigos? - preguntó, aún con inocencia, aunque dentro suyo sabía que eso quizás era imposible. - Sólo por hoy. Hoy es mi cumpleaños, y no quiero estar sola.- Sus palabras se entrecortaban a medida que un nudo se le formaba en la garganta, aún así, sobó su ojo para sacar esa pequeña lágrima, y sonrió ladeando la cabeza,
Ahora entendía. Ella no podía estar cerca de nadie. Había tomado la presencia de Simón como algo nuevo, ya que no era alguien del templo, pero al parecer la regla era general. Todas las personas que había encontrado, aunque a veces si hablaban con ella, ninguno quería acercarse hasta tales extremos como tocarla o tener contacto físico. Ahora lo entendía todo. No se acercó al chico, pero sí que miró hacía su dirección. - Está bien... No me voy a acercar más. - sentenciaba, no con enfado, pero sí con cierta tristeza. Le hubiese gustado porque nadie quería acercarse. Mientras que los chicos hacían bromas y se abrazaban y reían entre ellos, ella siempre estaba sola. Pensó que podía hacer amigos ahora, ya que él no pertenecía al templo, pero... parecía que algo está mal con ella. Aunque no podía decir el que. - ¿Podemos ser amigos? - preguntó, aún con inocencia, aunque dentro suyo sabía que eso quizás era imposible. - Sólo por hoy. Hoy es mi cumpleaños, y no quiero estar sola.- Sus palabras se entrecortaban a medida que un nudo se le formaba en la garganta, aún así, sobó su ojo para sacar esa pequeña lágrima, y sonrió ladeando la cabeza,
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Re: Flashback - Damaged little people
Simón se había alejado de manera tan repentina debido a que fue víctima de su timidez. El niño no era cercano a nadie, jamás había experimentado lo que es tener lazos, amigos, familia o esas cosas. Desde sus inicio ha vagado vida. Ha estado al borde de la muerte incontables veces, por eso no es la primera vez que sufre algo como lo del lobo. Pero… Pero en el fondo el peli azul sentía algo especial por aquella niña. Quería decirle y demostrarle tantas cosas, pero su forma de ser no se lo permitía. Victima de si mismo, se veía imposibilitado a corresponder de manera correcta la niña. Pero…. Habia algo especial en el joven marine… Y era, que cuando alguien le necesitaba, o alguien necesitase ayuda, sin importar que o que suceda, el acudiría y haría lo que fuera necesario por resolver sus problemas. –Kotori…- Expresó de manera preocupada al ver como los ojos de la cabellos dorados comenzaban a ponerse cristalinos. Poco a poco su rostro recuperaría su color original. La expresión de terror borrada y remplazada por una de preocupación. Preocupado por como la chica había parado de sonreír como lo hacía… Simón odiaba que sucediera eso… El… El quería que ella sonriera…
-Kotori… Yo..- Era lo único que decía de manera preocupada, mirando como la chica estaba quieta mirando el suelo con desgana. El joven marine quería acudir a ella, pero su cuerpo no se movía… No le respondía… “¿Es enserio? ¡Has algo idiota! ¡Has algo rápido!” Debatía dentro de si en esos instantes. El marine estaba tan enojado con su cobardía… Pero finalmente tomaría el control de si mismo. El pensar en que kotori estaba a punto de llorar, a punto de dejar de sonreír… Era razón suficiente para ello. “No quiero que llore… Quiero que sonría.. Como lo ha estado haciendo hasta ahora… Yo… Yo quiero acercarme a ti..” Pensaría luego de escuchar esas palabras tan triste de la niña… Quedaría paralizado tras oír las siguientes palabras… Por su puesto que el quería ser su amigo. ¿Por qué no? Seria un idiota de no querer… Nadie jamás en su vida le había brindado tanto aprecio como lo había hecho aquella niña. Simón estaba tan feliz… Tan feliz de oír aquello de ser su amigo…
“Finalmente… Esto es lo que realmente he querido hacer…” Pensaba el peli azul mientras de un movimiento rápido había acortado la distancia entre ellos, y terminaría abrazando con todo el cariño dentro de si a la pequeña Kotori. La abrazaría de manera tan especial y dulce. . –Con que hoy es tu cumple años… ¿No?.- Diría en un tono suave y muy bajo, mantenía abrazando a la pequeña kotori. –No… No seré tu amigo por hoy..- Diría de manera rápida, para abrazar más fuerte a la pequeña y guardar aire en sus pulmones. -¡Quiero ser tu amigo cada día, cada semana cada mes y cada año por siempre!- Diría con todas sus fuerzas desde lo más profundo de su corazón. Jamás había estado tan feliz y aliviado de decir palabras tan sinceras expresando por primera vez en su vida algo que sentía… Algo que era real. –Prometo que seré tu amigo siempre Kotori… Te prometo que protegeré así como tú me has protegido todo este tiempo… - El joven marine quedaría abrazando a la pequeña kotori sin despegarse. Desde ese momento. Desde ese día, el pequeño Simón aprendería a defender lo que creía sin importar que. De hacer lo que quería, y lo único que quería hacer en estos momentos, era estar cerca de ella y verla sonreír.
-Kotori… Yo..- Era lo único que decía de manera preocupada, mirando como la chica estaba quieta mirando el suelo con desgana. El joven marine quería acudir a ella, pero su cuerpo no se movía… No le respondía… “¿Es enserio? ¡Has algo idiota! ¡Has algo rápido!” Debatía dentro de si en esos instantes. El marine estaba tan enojado con su cobardía… Pero finalmente tomaría el control de si mismo. El pensar en que kotori estaba a punto de llorar, a punto de dejar de sonreír… Era razón suficiente para ello. “No quiero que llore… Quiero que sonría.. Como lo ha estado haciendo hasta ahora… Yo… Yo quiero acercarme a ti..” Pensaría luego de escuchar esas palabras tan triste de la niña… Quedaría paralizado tras oír las siguientes palabras… Por su puesto que el quería ser su amigo. ¿Por qué no? Seria un idiota de no querer… Nadie jamás en su vida le había brindado tanto aprecio como lo había hecho aquella niña. Simón estaba tan feliz… Tan feliz de oír aquello de ser su amigo…
“Finalmente… Esto es lo que realmente he querido hacer…” Pensaba el peli azul mientras de un movimiento rápido había acortado la distancia entre ellos, y terminaría abrazando con todo el cariño dentro de si a la pequeña Kotori. La abrazaría de manera tan especial y dulce. . –Con que hoy es tu cumple años… ¿No?.- Diría en un tono suave y muy bajo, mantenía abrazando a la pequeña kotori. –No… No seré tu amigo por hoy..- Diría de manera rápida, para abrazar más fuerte a la pequeña y guardar aire en sus pulmones. -¡Quiero ser tu amigo cada día, cada semana cada mes y cada año por siempre!- Diría con todas sus fuerzas desde lo más profundo de su corazón. Jamás había estado tan feliz y aliviado de decir palabras tan sinceras expresando por primera vez en su vida algo que sentía… Algo que era real. –Prometo que seré tu amigo siempre Kotori… Te prometo que protegeré así como tú me has protegido todo este tiempo… - El joven marine quedaría abrazando a la pequeña kotori sin despegarse. Desde ese momento. Desde ese día, el pequeño Simón aprendería a defender lo que creía sin importar que. De hacer lo que quería, y lo único que quería hacer en estos momentos, era estar cerca de ella y verla sonreír.
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Re: Flashback - Damaged little people
No tenía intención de llorar, al menos no en aquellos momentos. Aún así no podía parar de sentirse indeseada. Como si hubiese hecho algo malo por el simple hecho de existir. Era una niña activa y feliz, por lo cual necesitaba el cariño humano. No era taciturna, más bien inquisitiva y curiosa, algo que no se iba a ir aún en la madurez. Quería sentir que encajaba en el mundo, que no era un error como la hacían sentir. Aún así, no pesaba llorar en aquellos momentos, ni lo iba a hacer. Ella no había entendido la reacción del chico, o mejor dicho la había mal entendido, y por la parte del muchacho, todo estaba pasando demasiado de prisa para él. Hella mantuvo la mirada fija, esperando a que él aceptase ser su amiga. Al menos por aquel día. No era su cumpleaños, había metido. No sabía su cumpleaños, ni tenía conocimiento de sus padres, pero aún así, su maestro dijo haberla encontrado en un día como ese, hace ocho años. ¿Tenía el derecho de proclamar por si sola, ese día como cumpleaños, no?
Y entonces, cuando sus lágrimas estaban a punto de salir pero desaparecieron con un pequeño sobo, sintió como el cuerpo del chico se acercaba a ella. Por un momento se alarmó. Él no dijo nada, se acercó de una manera peligrosa, haciendo que la muchacha hiciese ademán para levantarse asustada. ¿La iba a pegar? Su cara se veía, de alguna forma sentimental, pero aún así Kotori no es que supiese nada sobre él. Era un poco apresurado. Y no tenía sentido. A él no le agradaba su presencia, porqué se iba a acercar a ella. Pero aún así, sintió el abrazo del pequeño marine, apretando fuerte. Una sorpresa, agradable por cierto. Su cuerpo se dejó llevar, convirtiendose en algo tan blando como el flan. Él prometía ser su amigo por siempre. ¿Cuanto era por siempre? Aún le quedaba por descubrir, pero por un momento, hubiese deseado que aquella fuera eterno. Quería sentir como el cuerpo ajeno estaba tan cerca que parecían uno. Quería sentirse querida, deseada. Quería ser su amiga más allá de cualquier otro lazo.
- Simón... - sus ojos se abrían de par en par, su cara se empezaba a ruborizar pero no de la manera que el marine se había puesto, si no de una forma mucho más ligera. Sus mejillas cogían un tono saludable, mientras que dejaba una sonrisa emotiva llenar su rostro. Su cabeza pequeña se apoyó sobre el hombro ajeno, y se quedó ahí, escuchando un par de segundos el corazón que latía con fuerza al lado suyo. La promesa se hacía difícil de cumplir, pero ¿qué sabrían dos niños? En aquel entonces, todo parecía posible, y Kotori estaba feliz de haber escuchado esas palabras. No tardó a enderezarse y mirar al niño. No quería que eso fuera una mentira. Mostró su dedo meñique. - Prométemelo. - decía con ganas, exigía más bien. Sus orbes azules lo miraban con cierta incredulidad, como si no le diese mucha confianza aquellas palabras. Quería asegurarse. No esperó a que él hiciese nada, pues con la otra mano levantó una de las manos del peliazúl, cogiendo su meñique con el menique del hombre. - Prométeme que volverás aquí cada año, en este mismo sitio. - decía con convicción, quería asegurarse. Quería saber que lo suyo, era para siempre.
Y entonces, cuando sus lágrimas estaban a punto de salir pero desaparecieron con un pequeño sobo, sintió como el cuerpo del chico se acercaba a ella. Por un momento se alarmó. Él no dijo nada, se acercó de una manera peligrosa, haciendo que la muchacha hiciese ademán para levantarse asustada. ¿La iba a pegar? Su cara se veía, de alguna forma sentimental, pero aún así Kotori no es que supiese nada sobre él. Era un poco apresurado. Y no tenía sentido. A él no le agradaba su presencia, porqué se iba a acercar a ella. Pero aún así, sintió el abrazo del pequeño marine, apretando fuerte. Una sorpresa, agradable por cierto. Su cuerpo se dejó llevar, convirtiendose en algo tan blando como el flan. Él prometía ser su amigo por siempre. ¿Cuanto era por siempre? Aún le quedaba por descubrir, pero por un momento, hubiese deseado que aquella fuera eterno. Quería sentir como el cuerpo ajeno estaba tan cerca que parecían uno. Quería sentirse querida, deseada. Quería ser su amiga más allá de cualquier otro lazo.
- Simón... - sus ojos se abrían de par en par, su cara se empezaba a ruborizar pero no de la manera que el marine se había puesto, si no de una forma mucho más ligera. Sus mejillas cogían un tono saludable, mientras que dejaba una sonrisa emotiva llenar su rostro. Su cabeza pequeña se apoyó sobre el hombro ajeno, y se quedó ahí, escuchando un par de segundos el corazón que latía con fuerza al lado suyo. La promesa se hacía difícil de cumplir, pero ¿qué sabrían dos niños? En aquel entonces, todo parecía posible, y Kotori estaba feliz de haber escuchado esas palabras. No tardó a enderezarse y mirar al niño. No quería que eso fuera una mentira. Mostró su dedo meñique. - Prométemelo. - decía con ganas, exigía más bien. Sus orbes azules lo miraban con cierta incredulidad, como si no le diese mucha confianza aquellas palabras. Quería asegurarse. No esperó a que él hiciese nada, pues con la otra mano levantó una de las manos del peliazúl, cogiendo su meñique con el menique del hombre. - Prométeme que volverás aquí cada año, en este mismo sitio. - decía con convicción, quería asegurarse. Quería saber que lo suyo, era para siempre.
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Re: Flashback - Damaged little people
“Como poder describir ese momento… La única palabra en la que pienso capas de ello es… Mágico… Podía sentir sus suaves latidos palpitar, el calor de su cuerpo reconfortando el mío. Era algo inigualable… Por unos momentos sentí que flotaba… Quizás era por el mareo ocurrido dado a la pérdida de sangre, y mi falta de descanso… Pero tenerla en mis brazos, hacia que cualquier dolor o pena valiera la pena solo pro ello.”
Deslizar sus suaves dedos por su espalda, al final la contraria haría el mismo gesto acomodando su rostro en el hombro del joven marine. Por unos instante el chico cerraría los ojos, realmente era algo tranquilizador. Por un momento el dolor de su cuerpo terrenal se marchaba, quedando solo la sensación y la esencia misma de ellos dos. No había nada mas que ellos. Durante años, había pasado muchas noches solitarias… Tardes en las que miraba como otros eran felices, preguntándose que se siente eso… ¿Sentir que? Sentir… Que alguien se alegra de verte al final del dia, que al llegar a casa alguien te reciba con una dulce sonrisa, y se emocione al verte. Simón no podía creer que por primera vez hubiese sido tan valiente de hacer algo como esto. Pero no se arrepentía por nada de ello, agradecía haberlo hecho. Por fin… Tranquilidad y felicidad.
El joven de cabello azulado hacia un esfuerzo aun mas por mantenerse consiente, pues, su cuerpo aun no se había recuperado, por lo que puede que en cualquier momento vuelva a desfallecer. Aunque el quería que ese momento perdurara, esto no seria así. Kotori se enderezaría alejándose, finalmente dando fin al momento para realizar algo que haría que las mejillas del marine ser ruborizaran. Aunque no como anteriormente que se veía de manera exagerada, esta vez, era más controlado. La niña de cabellos dorados tomaría el meñique del peli azul, el, mirando confundido de aquel gesto, se dejaba llevar por la mano de la niña. Terminaría dando una sonrisa y comprendiendo tal gesto, es una manera de sellar un trato, una promesa. Promesa que el niño no duraría en hacer y por supuesto, cumpliría sin importar que se le cruzase. Rodeando su meñique con el de ella, el niño sacaría un semblante decidido, firme mirando fijamente a los azulados orbes de la chica. –¡Hai! ¡Lo prometo! ¡Ya lo veraz kotori! ¡Nunca estarás sola en tu cumpleaños! ¡Prometo traerte lindos obsequios, y acompañarte hasta que el sol se oculte y vuelva a salir!- Y asi, comenzarían los inicios de esa personalidad decidida del niño, una que hoy en día lo ha hecho el hombre valeroso y firme que es.
Mantenía cruzado su meñique con el de ella, pronto culminaría con una sonrisa gentil a al niña. –Lo prometo Kotori… Yo siempre te acompa..ña..re.- Culminaría tales palabras con un tono suave mientras su mirada quedaba vacía y sus parpados se cerraban. Su cuerpo quedaría tambaleante producto de su agotamiento. Parece que finalmente ha llegado su límite, de esta manera el joven marine quedaría a a merced de la gravedad cayendo lentamente hacia el frente pero… Manteniendo una sonrisa visible. “Gracias… Kotori…”
Deslizar sus suaves dedos por su espalda, al final la contraria haría el mismo gesto acomodando su rostro en el hombro del joven marine. Por unos instante el chico cerraría los ojos, realmente era algo tranquilizador. Por un momento el dolor de su cuerpo terrenal se marchaba, quedando solo la sensación y la esencia misma de ellos dos. No había nada mas que ellos. Durante años, había pasado muchas noches solitarias… Tardes en las que miraba como otros eran felices, preguntándose que se siente eso… ¿Sentir que? Sentir… Que alguien se alegra de verte al final del dia, que al llegar a casa alguien te reciba con una dulce sonrisa, y se emocione al verte. Simón no podía creer que por primera vez hubiese sido tan valiente de hacer algo como esto. Pero no se arrepentía por nada de ello, agradecía haberlo hecho. Por fin… Tranquilidad y felicidad.
El joven de cabello azulado hacia un esfuerzo aun mas por mantenerse consiente, pues, su cuerpo aun no se había recuperado, por lo que puede que en cualquier momento vuelva a desfallecer. Aunque el quería que ese momento perdurara, esto no seria así. Kotori se enderezaría alejándose, finalmente dando fin al momento para realizar algo que haría que las mejillas del marine ser ruborizaran. Aunque no como anteriormente que se veía de manera exagerada, esta vez, era más controlado. La niña de cabellos dorados tomaría el meñique del peli azul, el, mirando confundido de aquel gesto, se dejaba llevar por la mano de la niña. Terminaría dando una sonrisa y comprendiendo tal gesto, es una manera de sellar un trato, una promesa. Promesa que el niño no duraría en hacer y por supuesto, cumpliría sin importar que se le cruzase. Rodeando su meñique con el de ella, el niño sacaría un semblante decidido, firme mirando fijamente a los azulados orbes de la chica. –¡Hai! ¡Lo prometo! ¡Ya lo veraz kotori! ¡Nunca estarás sola en tu cumpleaños! ¡Prometo traerte lindos obsequios, y acompañarte hasta que el sol se oculte y vuelva a salir!- Y asi, comenzarían los inicios de esa personalidad decidida del niño, una que hoy en día lo ha hecho el hombre valeroso y firme que es.
Mantenía cruzado su meñique con el de ella, pronto culminaría con una sonrisa gentil a al niña. –Lo prometo Kotori… Yo siempre te acompa..ña..re.- Culminaría tales palabras con un tono suave mientras su mirada quedaba vacía y sus parpados se cerraban. Su cuerpo quedaría tambaleante producto de su agotamiento. Parece que finalmente ha llegado su límite, de esta manera el joven marine quedaría a a merced de la gravedad cayendo lentamente hacia el frente pero… Manteniendo una sonrisa visible. “Gracias… Kotori…”
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