Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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#I ; Gota a gota.
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#I ; Gota a gota.
¿Cuántos viajes tendría que hacer para sentirse bien lejos de su hogar? Lejos de aquella madre que nunca le dio ninguna lógica razón para merecerse tal puesto más que haberle "escupido" de su vientre literalmente; Adam sentía rencor hacia su progenitora, mientras que en cambio... veía como un ejemplo a seguir, un héroe a su padre. Aquel que siempre le brindó todo, inclusive las atenciones que el pequeño albino necesitaba o pedía ocasionalmente. Adam nunca fue alguien demasiado demostrativo exceptuando con su padre. ¿Por qué? se preguntarán. Es simple, era en la única persona que podía confiar dentro de aquella casa en la que alguna vez vivió. Nunca sintió apego con nadie más que con su progenitor, aquel que brindó su semilla para que engendrar a aquel retoño que terminaron llamando Adam.
Hijo único, y tratado como tal... gracias a su padre nunca le faltó nada, y por ello es que estaría por siempre agradecido con él; pero ahora el albino debía tomar su propio camino, no podía vivir siempre en la sombra de su padre, tendría que hacerle orgulloso de una manera o de otra... tal vez el camino de las fechorías no era el más adecuado, camino del cual su padre lo quería alejar... ¿Pero qué hacer, cuando lo que aprendiste en la vida con tu padre era cómo pelear? Y cocinar con las sirvientas... ¡Nada más! Sí, ocasionalmente habían oportunidades de divertirse de otra forma, pero para Adam... su diversión era escuchar los relatos de su padre cada vez que volvía de un viaje con su antigua banda, ahora disuelta en lo que pasaron los años.
Isla Sandy, ¿qué magnífico lugar para llegar en ese bote de dos velas, cierto? ... ¡Bah! Patrañas, ¿quién desearía caer en un sitio así por mera mala suerte? A fin de cuentas, con el calor que hacía allí y la manada de maleantes que frecuentaban sus tierras era más que obvio los problemas que se podrían cocinar allí.
— Madre mía... ¿Y este lugar qué es?
Se preguntaba Adam. Obvio, nosotros como narradores podemos perfectamente saber todo, ¿pero cómo alguien que nunca había visto el mundo externo a su hogar podría tener una mínima idea de qué isla era esa? Si recién ahora se echaba al mar, a navegar y descubrir nuevas fronteras? Con aquel ego inflado que tiene el albino, le era imposible no querer comerse el mundo por delante; se vio en la necesidad y casi que obligación de quitarse la camisa que sostuvo con la mano derecha, poniéndose una especie de sombrero parecido al de los Marines solo que completamente blanco sin diseños ni nada, unas gafas 'aviadoras' antiguas para resguardar los ojos de cualquier posible tormenta de arena, y se desabrochó un poco el pantalón para dejar apenas un poco al descubierto el borde de su ropa interior.
— Este calor... no es normal —susurró hablando consigo mismo—. Si paso media hora más bajo este sol terminaré asado cual filet mignon. — agregó.
Siempre con términos de cocina que había aprendido gracias a las sirvientas en la mansión en la que solía vivir. Ahora un cocinero hecho y derecho, era más que obvio que estaría acostumbrado a hablar de ese modo; poco tiempo le tomó anclar en el puerto improvisado que había en la isla. Parecían ruinas más que nada, de una civilización que antes estuvo allí. Vio algunas caras raras y miradas con recelo. Adam solamente les ignoraba, sonriendo de medio labio a medida que terminaba de subir las velas y atar el bote. No fue hasta que un sujeto se aproximó a él, parecía ebrio y el aroma que le acompañaba acrecentaba esa suposición. Cuando abrió la boca y ese vaho rancio acarició el rostro de Adam, este frunció el ceño y la nariz, notándose algo asqueado.
— ¿Y qué hace una nena tan bonita... *hip* como tú aquí? ... Me preg-*hip*-pregunto cuánto cobras por ese culito tuyo.
— ¿Tan borracho vas que no reconoces a un hombre cuando lo ves, enano?
Preguntó Adam, poniéndose erguido y notándose la clara diferencia de alturas entre los dos. El borracho era un hombre medio calvo, con barba crecida de unos días sin afeitarse, vestimentas sucias casi hechas harapos y midiendo un metro cincuenta a lo sumo. Mientras que Adam en cambio era un joven hombre albino, de buen ver, con el rostro afeitado y cuerpo lampiño, bien trabajado muscularmente y midiendo más de dos metros. El hombre se vio algo intimidado, cayendo de culo al piso y arrastrándose hacia atrás, como si hubiera visto una especie de monstruo... había que suponer que tenía miedo, ¿no? ~
Hijo único, y tratado como tal... gracias a su padre nunca le faltó nada, y por ello es que estaría por siempre agradecido con él; pero ahora el albino debía tomar su propio camino, no podía vivir siempre en la sombra de su padre, tendría que hacerle orgulloso de una manera o de otra... tal vez el camino de las fechorías no era el más adecuado, camino del cual su padre lo quería alejar... ¿Pero qué hacer, cuando lo que aprendiste en la vida con tu padre era cómo pelear? Y cocinar con las sirvientas... ¡Nada más! Sí, ocasionalmente habían oportunidades de divertirse de otra forma, pero para Adam... su diversión era escuchar los relatos de su padre cada vez que volvía de un viaje con su antigua banda, ahora disuelta en lo que pasaron los años.
Isla Sandy, ¿qué magnífico lugar para llegar en ese bote de dos velas, cierto? ... ¡Bah! Patrañas, ¿quién desearía caer en un sitio así por mera mala suerte? A fin de cuentas, con el calor que hacía allí y la manada de maleantes que frecuentaban sus tierras era más que obvio los problemas que se podrían cocinar allí.
— Madre mía... ¿Y este lugar qué es?
Se preguntaba Adam. Obvio, nosotros como narradores podemos perfectamente saber todo, ¿pero cómo alguien que nunca había visto el mundo externo a su hogar podría tener una mínima idea de qué isla era esa? Si recién ahora se echaba al mar, a navegar y descubrir nuevas fronteras? Con aquel ego inflado que tiene el albino, le era imposible no querer comerse el mundo por delante; se vio en la necesidad y casi que obligación de quitarse la camisa que sostuvo con la mano derecha, poniéndose una especie de sombrero parecido al de los Marines solo que completamente blanco sin diseños ni nada, unas gafas 'aviadoras' antiguas para resguardar los ojos de cualquier posible tormenta de arena, y se desabrochó un poco el pantalón para dejar apenas un poco al descubierto el borde de su ropa interior.
— Este calor... no es normal —susurró hablando consigo mismo—. Si paso media hora más bajo este sol terminaré asado cual filet mignon. — agregó.
Siempre con términos de cocina que había aprendido gracias a las sirvientas en la mansión en la que solía vivir. Ahora un cocinero hecho y derecho, era más que obvio que estaría acostumbrado a hablar de ese modo; poco tiempo le tomó anclar en el puerto improvisado que había en la isla. Parecían ruinas más que nada, de una civilización que antes estuvo allí. Vio algunas caras raras y miradas con recelo. Adam solamente les ignoraba, sonriendo de medio labio a medida que terminaba de subir las velas y atar el bote. No fue hasta que un sujeto se aproximó a él, parecía ebrio y el aroma que le acompañaba acrecentaba esa suposición. Cuando abrió la boca y ese vaho rancio acarició el rostro de Adam, este frunció el ceño y la nariz, notándose algo asqueado.
— ¿Y qué hace una nena tan bonita... *hip* como tú aquí? ... Me preg-*hip*-pregunto cuánto cobras por ese culito tuyo.
— ¿Tan borracho vas que no reconoces a un hombre cuando lo ves, enano?
Preguntó Adam, poniéndose erguido y notándose la clara diferencia de alturas entre los dos. El borracho era un hombre medio calvo, con barba crecida de unos días sin afeitarse, vestimentas sucias casi hechas harapos y midiendo un metro cincuenta a lo sumo. Mientras que Adam en cambio era un joven hombre albino, de buen ver, con el rostro afeitado y cuerpo lampiño, bien trabajado muscularmente y midiendo más de dos metros. El hombre se vio algo intimidado, cayendo de culo al piso y arrastrándose hacia atrás, como si hubiera visto una especie de monstruo... había que suponer que tenía miedo, ¿no? ~
InvitadoInvitado
Re: #I ; Gota a gota.
~Flashback~
>>No m- más por f-favor…<< suplicó la chica, con el cuerpo mojado, las fuerzas acabadas y tirada en la cubierta del enorme barco, rodeada de un montón de hombres que solo la miraban con aire de lujuria, era de noche y la lluvia los amenazaba en plena alta mar, creando poco a poco una tormenta >>¿Entonces… volverás a desobedecerme?<< le preguntó aquel hombre con el parche en un ojo, quien la miraba como una escoria. La tomó de los cabellos para levantarla y la chica solo soltó un gemido de dolor >>Recuerda que me perteneces ¡Y DEBES HACER LO QUE YO DIGA!, ¿no era tu sueño convertirte en pirata?<< le preguntó entonces, tirándola a un lado con tanta fuerza que hizo que se estrellara de espaldas contra la baranda de cubierta. La nariz de la chica sangraba, así como la esquina superior de su frente, tenía varios huesos rotos y la cabeza casi destrozada, además, ardía en fiebre desde hacía varias horas, pero a pesar de eso, los subordinados de aquel hombre no dejaban las carcajadas y los abucheos, la chica lo entendía pues ya había pasado mucho tiempo con aquellos bárbaros animales como para no saber lo que le esperaba si fallaba. >>¡Muéstrele quien manda capitán!<<
~~
May apretó los dientes mientras que dirigía su barco hacia la Isla Sandy, el viento llevaba bien las velas y el sol inundaba su cabeza hasta el punto de poner calientes sus cabellos, al igual que sus hombros. Gotas de sudor corrían por su espalda pasando por su tatuaje y luego, fundiéndose con su cinturón de cuero favorito.
A buen ritmo avanzaba la pirata sobre “El gran Salón”, la chica se dirigía a dicha isla por que debía regatear por un buen loge pose si quería salir de los blues a como diera lugar, pero no estaba de humor para soportar los rumores sobre la isla si eran ciertos, el color ardiente, la arena que se pegaba a su cuerpo y, sobre todo, la escoria andante. Era la primera vez que iba, sin embargo, aquellos desiertos la recibirían con una irritación que no era muy frecuente en ella, solo algunas veces cuando recordaba cosas que no le gustaban, pues la mujer no solía enfadarse tan seguido y mucho menos estando sola.
No tardó mucho en que a su cara llegara un viento caliente y la primera vista de aquella Isla, del color de la arena completamente, incluso el calor doblaba la vista alrededor de la misma, por lo que la pirata solo dio un suspiro y contó hasta diez; se recogió el cabello en la coleta tradicional pues lo había estado llevando suelto, y se preparó para encallar en el muelle de aquella isla, su barco no era la gran cosa, pero por lo menos era lo suficiente como para transportar a más de cinco personas a bordo. Se paró entonces en la proa del barco después de echar el ancla y saltó hasta el muelle improvisado que tembló en cuanto ella calló de cuclillas con las manos metidas en las bolsas, justo en el momento perfecto para escuchar como un hombre ebrio intentaba seducir a un chico albino que terminaba de amarrar su bote a aquellos pilares que sostenían el muelle. Aquello le causó un poco de gracia, pero no lo expresó en su rostro, así que solo se quedó ahí viendo un poco la escena. May se puso de pie entonces.
Eso y por otro lado el simple hecho de cómo estaba vestido el chico aquel… o más bien desvestido, se le veía parte de la ropa interior de frente y sus trabajados músculos brillaban a la luz del brillante sol “Nada mal…” pensó entonces, y esa vez sí puso una sonrisa, siguió observándolo mientras hablaba, paseando su vista por aquellos omóplatos bien definidos en su espalda y aquellas líneas de su espalda baja… “Nop, no está nada mal”…
InvitadoInvitado
Re: #I ; Gota a gota.
El viejo se empezó a retirar aprovechando que Adam terminaba de atar el barco al puerto. Mientras que el albino además volteó la mirada hacia un lado, notando que le estaban viendo. ¿Pero quién, se preguntarán? Bueno, la verdad es que ni idea, no reconocía ese rostro pero al menos sentía que eso era una ventaja, alguien nuevo para conocer, alguien a quien poder acercarse sin saber siquiera cómo podría reaccionar. Se trataba de una bella chica, más baja que él obviamente -¿quién no? El ochenta porciento de los que estaban en esa isla parecían más bajos que Adam-; atractiva, ¿por qué negarlo? Con un cuerpo que destacaba entre la multitud y unas prendas que ... bueno, no es que dejaran mucho a la imaginación, pero se podría decir que tampoco hacían el intento de ocultar las curvas voluptuosas de aquella joven mujer. El albino se limitó a sonreír de medio labio, poniéndose la camisa sobre el hombro izquierdo sosteniendo el cuello de esta con la mano zurda, comenzando a caminar en dirección a aquella muchacha, ya que ... como verán, tampoco es que se haya fijado en otra cosa, ¿no? Adam una vez posaba su mirar en una fémina que le llegaba a parecer interesante, no había quien le hiciera pensar lo contrario. Al menos hasta que llegase a conocer a dicha fémina.
No tardó más que unos segundos para llegar a ella, enarcando fugazmente una ceja a medida que le miraba fijo a los ojos. Siquiera osó dedicarle una ojeada de pies a cabeza, era muy 'pronto' para eso, aunque ella lo hubiera hecho con él antes. ¿Cómo podría saberlo Adam, cierto? Aclaró un poco la garganta cuando estuvo frente a ella, notándose con más facilidad la diferencia entre alturas que había entre los dos.
— ¿Acaso ves algo que te gusta? — preguntó.
Emitió una suave risotada mientras se cruzaba de brazos dejando la camisa colgada sobre los hombros. Le miraba fijo a los ojos sonriendo de medio labio y mordiéndose fugazmente el labio inferior relamiéndose en ese gesto. Sentía la boca reseca debido al ambiente desértico, y se sentía un tanto incómodo por el calor que hacía. Su piel se veía levemente brillosa debido al sudor que de sus poros brotaba para intentar así bajar la temperatura del cuerpo y compensar.
— No te voy a hacer la clásica pregunta de: "¿Qué hace una bella mujer como tú en un lugar como este?" ... Pero no tengo ni idea de qué tipo de sitio sea este, aunque... parece que no muy agradable, como para que me confundan a mi por mujer. — decía recordando ese 'pequeño' accidente.
Miró hacia un lado notando algunas miradas de recelo, desconfianza. Pensaban que tal vez se podría tratar de un Marine, aunque no... nadie en su sano juicio que perteneciera a las fuerzas armadas de la marina osaría ir solo hasta allí.
— Por cierto... me llamo Adam, ¿y tú, bonita? — soltó de golpe. Descarado y lanzado, desinhibido de toda posible consecuencia que podría abarcar decirle "bonita" a una total desconocida. Tal vez la fémina le podría salir de golpe con una daga y hundírsela en la boca del estómago. Dudaba mucho que alguien fuese capaz de hacerle algo así a alguien tan hermoso como él, ¿quién osaría robarle al mundo tal belleza como Adam? Desafortunados serían quienes no tuvieran la oportunidad de verle al menos una vez al rostro. ¡Hah! Pero por favor, lamentablemente no le daría una vida entera para conocer a todo aquel que transite por el mundo, pero al menos se daría la oportunidad de darle el gusto a cuantos -y cuantas- pudiera.
— ¿Qué tal si me acompañas? Digo, ¿tienes algo mejor que hacer? — le propuso guiñando el ojo izquierdo. Por suerte no se le dificultaba intercambiar palabras con las mujeres, mucho menos a una tan bonita como ella. Siquiera sabía su nombre, pero tenía la leve sospecha de que pronto estaría por averiguar no solamente cómo habían decidido llamarle sus padres. Tal vez había un "futuro" para ambos y ninguno de los dos estaba consciente de ello, ¿cuánto compartirían ese par? Aparte de un par de palabras y unas miradas que básicamente se devoraban el cuerpo mutuamente. Lo que ninguno de los dos se imaginaba, es lo que se estaba cocinando en el interior de la isla, entre la gente los susurridos corrían como pan caliente, ¿qué tanto hablarían? ¿Habrían llegado en mal momento acaso?
No tardó más que unos segundos para llegar a ella, enarcando fugazmente una ceja a medida que le miraba fijo a los ojos. Siquiera osó dedicarle una ojeada de pies a cabeza, era muy 'pronto' para eso, aunque ella lo hubiera hecho con él antes. ¿Cómo podría saberlo Adam, cierto? Aclaró un poco la garganta cuando estuvo frente a ella, notándose con más facilidad la diferencia entre alturas que había entre los dos.
— ¿Acaso ves algo que te gusta? — preguntó.
Emitió una suave risotada mientras se cruzaba de brazos dejando la camisa colgada sobre los hombros. Le miraba fijo a los ojos sonriendo de medio labio y mordiéndose fugazmente el labio inferior relamiéndose en ese gesto. Sentía la boca reseca debido al ambiente desértico, y se sentía un tanto incómodo por el calor que hacía. Su piel se veía levemente brillosa debido al sudor que de sus poros brotaba para intentar así bajar la temperatura del cuerpo y compensar.
— No te voy a hacer la clásica pregunta de: "¿Qué hace una bella mujer como tú en un lugar como este?" ... Pero no tengo ni idea de qué tipo de sitio sea este, aunque... parece que no muy agradable, como para que me confundan a mi por mujer. — decía recordando ese 'pequeño' accidente.
Miró hacia un lado notando algunas miradas de recelo, desconfianza. Pensaban que tal vez se podría tratar de un Marine, aunque no... nadie en su sano juicio que perteneciera a las fuerzas armadas de la marina osaría ir solo hasta allí.
— Por cierto... me llamo Adam, ¿y tú, bonita? — soltó de golpe. Descarado y lanzado, desinhibido de toda posible consecuencia que podría abarcar decirle "bonita" a una total desconocida. Tal vez la fémina le podría salir de golpe con una daga y hundírsela en la boca del estómago. Dudaba mucho que alguien fuese capaz de hacerle algo así a alguien tan hermoso como él, ¿quién osaría robarle al mundo tal belleza como Adam? Desafortunados serían quienes no tuvieran la oportunidad de verle al menos una vez al rostro. ¡Hah! Pero por favor, lamentablemente no le daría una vida entera para conocer a todo aquel que transite por el mundo, pero al menos se daría la oportunidad de darle el gusto a cuantos -y cuantas- pudiera.
— ¿Qué tal si me acompañas? Digo, ¿tienes algo mejor que hacer? — le propuso guiñando el ojo izquierdo. Por suerte no se le dificultaba intercambiar palabras con las mujeres, mucho menos a una tan bonita como ella. Siquiera sabía su nombre, pero tenía la leve sospecha de que pronto estaría por averiguar no solamente cómo habían decidido llamarle sus padres. Tal vez había un "futuro" para ambos y ninguno de los dos estaba consciente de ello, ¿cuánto compartirían ese par? Aparte de un par de palabras y unas miradas que básicamente se devoraban el cuerpo mutuamente. Lo que ninguno de los dos se imaginaba, es lo que se estaba cocinando en el interior de la isla, entre la gente los susurridos corrían como pan caliente, ¿qué tanto hablarían? ¿Habrían llegado en mal momento acaso?
InvitadoInvitado
Re: #I ; Gota a gota.
May lo vio acercársele, tenía un caminar bastante particular y la ropa que llevaba puesta no le ayudaba mucho, su mente estaba distraída viendo aquellos pectorales y aquel cabello albino, gotas de sudor le recorrían la tez pálida “Definitivamente, maldita seas Ezekiel…” maldijo para sí misma mientras que cruzaba casi elegantemente los brazos, y lo escuchaba decir aquello.
—Si… si te soy sincera si… no todos los días se ve una escultura así… — le dijo, sin vacilar, no porque fuera lanzada, todo lo contrario, la chica realmente rebosaba de sinceridad y si tenía que decir algo lo decía y listo, aquello incluso se podía tomar como un elogio y no como una insinuación. Vio la ceja albina enarcada del chico, aquella expresión combinaba perfectamente con el momento y con su forma de ir vestido… o desvestido realmente.
El chico se podía notar algo intranquilo por las personas a su alrededor aunque a la pirata realmente aquello no le importaba, pero el chico no parecía especialmente nervioso, hablaba con naturalidad y ello era refrescante, así no tendrían que hacer un concurso de miradas incomodas y penosas. La chica soltó una especie de risita al escuchar su comentario para solo terminar con una sonrisa de medio lado. —La gente por aquí es así, hunden su miseria en alcohol y da lugar a ese tipo de situaciones, podríamos decir que estabas en mal lugar a mala hora, eso es todo… — le dijo mientras que descruzaba sus brazos y metía sus manos en los bolsillos de su pantalón con los hombros totalmente relajados y mirando hacia arriba, pues el tipo era bastante alto. “Bueno… me tapa el sol por lo menos” pensó, al darse cuenta de que no estaba forzando la vista para poder ver hacia los ojos del chico.
—Tu nombre me suena de algún lado… pero en realidad no recuerdo donde lo leí… o escuché… — dijo cuando este soltó de golpe su nombre.
—Yo soy May Ragnak… —
Y simplemente eso, sin temor a decir su nombre ni que la reconociera como una pirata, pues el chico no tenía pinta de Marine, no llevaba uniforme y por otro lado, le importaba poco que fuera un cazador o revolucionario, incluso otro pirata.
—Si la verdad es que si… vine por negocios y ya que estas tan interesado en caminar conmigo… te propongo un trato… tú me ayudas a conseguir algo que quiero y yo te recompenso de buena manera ¿Qué dices? — preguntó mientras que lo miraba seriamente, pues su sonrisa se había extinguido después de aquel guiño en los ojos del albino.
May comenzó a andar con aquel paso que le caracterizaba, siempre una pierna delante de la otra, solo dejaría que el chico decidiera y si accedía, ya la alcanzaría siempre y cuando no la perdiera de vista… además, no quería pasarse todo el día en aquel lugar horrendo.
InvitadoInvitado
Re: #I ; Gota a gota.
— "Si… si te soy sincera si… no todos los días se ve una escultura así…"
Aquellas palabras sí que le causaban gracia, más que nada porque pocas eran las veces que se encontraba con una chica que no tenía pelos en la lengua como para soltar algo de tal calaña. Sin duda alguna no pudo evitar soltar una suave risotada para luego renegar con la cabeza. No diría nada más al respecto debido a que sino seguramente quedaría como un lanzado. Hubo algo en particular que la contraria destacó, ¿su cara le sonaba de algún lado? Bueno, era difícil confundir un rostro tan bello como el suyo, ¿cierto? Pocas veces se veía a un hombre tan alto y apuesto, siendo que la mayoría de las ocasiones si eran altos, usualmente eran un nudo de músculos y con unas caras que... bueno, dejaban mucho que desear.
— No me sorprendería en absoluto que te suene de algún lado, May... la verdad, una carita como esta no la ves en todos lados. — le decía sonriendo de medio labio, tan encantador y desinhibido como siempre. Se mordió fugazmente el labio inferior, llevándose la mano a la frente apartando por unos segundos el flequillo de su frente. Realmente hacía calor ahí, así que era justificado que anduviera sin camiseta, mostrando ahí su cuerpo musculado; se aproximó al rostro ajeno teniendo que encorvar un poco su cuerpo para lograr aquella postura por la diferencia de alturas, acercando de forma "amenazante" sus labios a los ajenos aunque desviándose a último momento, y así, susurrar a su oído izquierdo. — Tal vez... de mi recompensa, llámame "El Emperador", querida... — murmuró, para luego mirarle con cierta picardía y guiñar su ojo derecho.
Al parecer la fémina tenía que hacer una especie de encargo, y le pedía a él, Adam, que actuara como una especie de "chico de recados" a juzgar por lo de conseguir algo para ella. ¿Pero es que necesitaba separarse? Independiente de las promesas de buenas recompensas, eso la verdad es que le daba lo mismo al muchacho, dinero no le faltaba afortunadamente al venir de una familia con suficiente dinero para costearle un buen viaje. ¿Sería que estaba pensando en otra cosa tal vez? Bueno, de todas formas, Adam no tardó en contestarle a la contraria, sonriendo de medio labio e irguiendo el cuerpo para luego contestar.
— ¿Por qué no? No tengo nada mejor que hacer por estos lares, llegué para reabastecer mis provisiones en el barco ya que me estoy quedando sin comida... y bueno, un hombre de la cocina tiene que mantener su estómago lleno. Más alguien como yo. — lo decía refiriéndose a su altura, para luego llevarse ambas manos a la zona abdominal, acariciando los músculos de esa zona que se marcaban sin esfuerzo alguno debido al ejercicio que hacía constantemente el albino. Vamos, que le gustaba mantener su cuerpo en forma aparte de alimentarse bien, beneficios de ser un cocinero que sabía perfectamente lo que hacía a la hora de ponerse frente a las estufas.
— Y dime, ¿entonces... qué debo hacer? ¿Qué es lo que debes obtener, que no puedas hacerlo tú misma y por ello me pides el favor a mi? — cuestionó.
La curiosidad azotaba fuerte, y también el ser precavido, que tonto no nació ni nunca lo fue. Tenía esa perspicacia de sospechar que algo estaba tramando ella pero no sabía exactamente qué. Había que tener cuidado, porque independientemente de lo que pudiera aparentar la fémina, aún seguía siendo una total desconocida, y como tal, era un potencial peligro hasta que se demostrara lo contrario. El mundo le había educado para ser un poco desconfiado, aunque un poco menos con las mujeres por OBVIAS razones, y si no se dan cuenta de cuales son... pues al parecer no tienen dos dedos de frente como para darse cuenta del aspecto que más resalta en la personalidad de nuestro queridísimo albino; — Digo, no es que esté titubeando, May... querida, pero debo saber qué tengo que hacer antes de lanzarme de clavado al abismo. — agregó, mirándole de soslayo, mostrando intenciones de comenzar a caminar, ya para adentrarse en territorios de mala muerte como lo eran aquellos.
Aquellas palabras sí que le causaban gracia, más que nada porque pocas eran las veces que se encontraba con una chica que no tenía pelos en la lengua como para soltar algo de tal calaña. Sin duda alguna no pudo evitar soltar una suave risotada para luego renegar con la cabeza. No diría nada más al respecto debido a que sino seguramente quedaría como un lanzado. Hubo algo en particular que la contraria destacó, ¿su cara le sonaba de algún lado? Bueno, era difícil confundir un rostro tan bello como el suyo, ¿cierto? Pocas veces se veía a un hombre tan alto y apuesto, siendo que la mayoría de las ocasiones si eran altos, usualmente eran un nudo de músculos y con unas caras que... bueno, dejaban mucho que desear.
— No me sorprendería en absoluto que te suene de algún lado, May... la verdad, una carita como esta no la ves en todos lados. — le decía sonriendo de medio labio, tan encantador y desinhibido como siempre. Se mordió fugazmente el labio inferior, llevándose la mano a la frente apartando por unos segundos el flequillo de su frente. Realmente hacía calor ahí, así que era justificado que anduviera sin camiseta, mostrando ahí su cuerpo musculado; se aproximó al rostro ajeno teniendo que encorvar un poco su cuerpo para lograr aquella postura por la diferencia de alturas, acercando de forma "amenazante" sus labios a los ajenos aunque desviándose a último momento, y así, susurrar a su oído izquierdo. — Tal vez... de mi recompensa, llámame "El Emperador", querida... — murmuró, para luego mirarle con cierta picardía y guiñar su ojo derecho.
Al parecer la fémina tenía que hacer una especie de encargo, y le pedía a él, Adam, que actuara como una especie de "chico de recados" a juzgar por lo de conseguir algo para ella. ¿Pero es que necesitaba separarse? Independiente de las promesas de buenas recompensas, eso la verdad es que le daba lo mismo al muchacho, dinero no le faltaba afortunadamente al venir de una familia con suficiente dinero para costearle un buen viaje. ¿Sería que estaba pensando en otra cosa tal vez? Bueno, de todas formas, Adam no tardó en contestarle a la contraria, sonriendo de medio labio e irguiendo el cuerpo para luego contestar.
— ¿Por qué no? No tengo nada mejor que hacer por estos lares, llegué para reabastecer mis provisiones en el barco ya que me estoy quedando sin comida... y bueno, un hombre de la cocina tiene que mantener su estómago lleno. Más alguien como yo. — lo decía refiriéndose a su altura, para luego llevarse ambas manos a la zona abdominal, acariciando los músculos de esa zona que se marcaban sin esfuerzo alguno debido al ejercicio que hacía constantemente el albino. Vamos, que le gustaba mantener su cuerpo en forma aparte de alimentarse bien, beneficios de ser un cocinero que sabía perfectamente lo que hacía a la hora de ponerse frente a las estufas.
— Y dime, ¿entonces... qué debo hacer? ¿Qué es lo que debes obtener, que no puedas hacerlo tú misma y por ello me pides el favor a mi? — cuestionó.
La curiosidad azotaba fuerte, y también el ser precavido, que tonto no nació ni nunca lo fue. Tenía esa perspicacia de sospechar que algo estaba tramando ella pero no sabía exactamente qué. Había que tener cuidado, porque independientemente de lo que pudiera aparentar la fémina, aún seguía siendo una total desconocida, y como tal, era un potencial peligro hasta que se demostrara lo contrario. El mundo le había educado para ser un poco desconfiado, aunque un poco menos con las mujeres por OBVIAS razones, y si no se dan cuenta de cuales son... pues al parecer no tienen dos dedos de frente como para darse cuenta del aspecto que más resalta en la personalidad de nuestro queridísimo albino; — Digo, no es que esté titubeando, May... querida, pero debo saber qué tengo que hacer antes de lanzarme de clavado al abismo. — agregó, mirándole de soslayo, mostrando intenciones de comenzar a caminar, ya para adentrarse en territorios de mala muerte como lo eran aquellos.
InvitadoInvitado
Re: #I ; Gota a gota.
“Mira, que se lo tiene bien creído este señor… “ pensó sarcásticamente mientras que lo veía hacer todos aquellos gestos mientras que para ello solo terminaba de cruzar sus brazos para dedicarle una sonrisa y solo escuchar todo lo que le tenía que decir “Con que emperador he… bueno, ese apodo si te lo ganas a la perfección” pensó, pero no respondió ante ello tampoco, por lo que cuando comenzaron a caminar, ella solo metió las manos en sus bolsillos y desarrolló aquello de siempre, una pierna delante de la otra erguida y como siempre, desbordando aquel aura que decía a todos “aléjense de mi… les conviene” aunque bueno, ella nunca se daba cuenta de ello, su indiferencia hacia los terceros que no tuvieran parentesco, inclinación, o algo con ella era notable.
—Un cocinero, nada mal, me hace falta uno en mi tripulación… — dijo por lo bajo mientras que lo escuchaba y se metía cada vez más por calles viejas y evitaba personas que insistían en chocarle los hombros, la ropa ligera de aquellas dos personas sin duda era algo nuevo en la ciudad antigua de Sandy, pero esto a May poco le importaba. —Veamos… lo que tienes que hacer es simplemente actuar como alguien diplomático — comenzó a decir mientras que hacia énfasis en la última palabra y ponía todas las comillas del mundo al sacar las manos de sus bolsillos y hacer aquella seña, para luego volverás a meter y mirar hacia adelante —Un guarda espaldas en pocas palabras… necesito hacer esto de la forma más… relajada posible, no quiero problemas… muchos por lo menos — dijo y no balbuceaba, aquello que iba a “comprar” pretendía llevárselo a su manera junto con un par de cosas que quizá harían que su recompensa subiese, pero ello era algo que poco le importaba.
—No es que no pueda hacerlo yo misma… es simplemente estrategia, además se ve que eres fuerte, ¿esos músculos no están ahí de adorno verdad? — le preguntó simplemente la chica al albino mientras que se giraba para verlo, caminaba de espaldas y luego se giraba una vez más —No tienes que ensuciarte las manos si no quieres, de eso ya me encargo yo, si es necesario claro… — dijo simplemente encogiéndose de hombros y retomando la cara seria que normalmente siempre hacía.
—Y por si te preguntas que es lo que estoy buscando… solo unos utensilios para salir de los monótonos Blues… — dijo, ni más ni menos, eso era todo, aunque el lugar al que iban no era el más bonito de todo precisamente, sobre todo por el intercambio y el tipo de ambientes que se daban, May no sabía si el chico era un pirata o qué al contrario de ella que desde pequeña había lidiado con aquel tipo de lugares.
—Un cocinero, nada mal, me hace falta uno en mi tripulación… — dijo por lo bajo mientras que lo escuchaba y se metía cada vez más por calles viejas y evitaba personas que insistían en chocarle los hombros, la ropa ligera de aquellas dos personas sin duda era algo nuevo en la ciudad antigua de Sandy, pero esto a May poco le importaba. —Veamos… lo que tienes que hacer es simplemente actuar como alguien diplomático — comenzó a decir mientras que hacia énfasis en la última palabra y ponía todas las comillas del mundo al sacar las manos de sus bolsillos y hacer aquella seña, para luego volverás a meter y mirar hacia adelante —Un guarda espaldas en pocas palabras… necesito hacer esto de la forma más… relajada posible, no quiero problemas… muchos por lo menos — dijo y no balbuceaba, aquello que iba a “comprar” pretendía llevárselo a su manera junto con un par de cosas que quizá harían que su recompensa subiese, pero ello era algo que poco le importaba.
—No es que no pueda hacerlo yo misma… es simplemente estrategia, además se ve que eres fuerte, ¿esos músculos no están ahí de adorno verdad? — le preguntó simplemente la chica al albino mientras que se giraba para verlo, caminaba de espaldas y luego se giraba una vez más —No tienes que ensuciarte las manos si no quieres, de eso ya me encargo yo, si es necesario claro… — dijo simplemente encogiéndose de hombros y retomando la cara seria que normalmente siempre hacía.
—Y por si te preguntas que es lo que estoy buscando… solo unos utensilios para salir de los monótonos Blues… — dijo, ni más ni menos, eso era todo, aunque el lugar al que iban no era el más bonito de todo precisamente, sobre todo por el intercambio y el tipo de ambientes que se daban, May no sabía si el chico era un pirata o qué al contrario de ella que desde pequeña había lidiado con aquel tipo de lugares.
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Re: #I ; Gota a gota.
— ¿Acaso tienes una tripulación? Y justo les falta un cocinero, ¿pero ves lo afortunada que eres de haberte topado conmigo...? — le decía llevándose las manos a la nuca mientras caminaban.
No pudo evitar soltar una sonora carcajada. Algunas personas que pasaban a sus lados se los quedaban mirando con cierta curiosidad a la par de recelo, era como si no quisieran que deambularan con tanta tranquilidad por esos predios, mucho menos teniendo en cuenta lo desconfiados que podían llegar a ser los lugareños de esa isla. Principalmente porque no eran nada más que maleantes, un mercado negro apto para todo público siempre y cuando estos no vinieran a arruinar el negocio que ya tenían armado ahí hacía años, quizás decenas de estos.
— No es que tenga miedo de esta gente, pero la verdad es que no parecen muy abiertos a los nuevos por estos lares, a juzgar por la cara de pocos amigos con la que nos miran. — destacaba el albino mientras proseguía caminando con la contraria, sonriendo de medio labio ya que le causaba un poco de gracia; escuchaba el resto de las explicaciones que la fémina tenía para darle, como explicando más o menos cual sería el globo que debía pinchar Adam en todo ese asunto. ¿Así que un guardaespaldas más o menos? Bueno, al menos era lo que mejor se le daba, aunque también le gustaba hablar, por el momento se limitaría a no meterse demasiado en asuntos ajenos, ¿cierto? Mejor prevenir que lamentar, el ser precavido no es señal de cobardía.
— ¿Salir de los Blues? ... Y a mi que me quedan dos por recorrer aún, supongo que no tienes mucha paciencia. — decía emitiendo una suave risotada. — Aunque teniendo en cuenta sus palabras, he de suponer que tú también posees una recompensa por tu cabeza, señorita May... — le susurró acercándose a la oreja derecha de la fémina ya que el albino caminaba de ese lado suyo. Volvió a erguirse y ahora le tocaba a él hablar, a fin de cuentas no quería dejarle con la palabra en la boca a la contraria sin contestarle, lo consideraba de mala educación, como si fuese una señal de que no le estaba prestando atención, cuando Adam sí que lo estaba haciendo. Así que sin mucho preámbulo, el alto albino volvió a hablar. — Pero no tengo mucho que discutirte, querida... sí, vamos... que acepto acompañarte a donde sea... Si igual venía a la isla para comprar unas provisiones y seguramente me iría... así que tu idea al menos hará la estadía un poco más amena. — le comentaba soltando una suave risotada antes de proseguir. Era normal para él socializar con tanta facilidad, para mejor era bastante desinhibido, carente de vergüenza por lo que charlar con una fémina le resultaba inclusive más fácil que con los demás.
— Me sorprende de todos modos no haber visto tu cartel por algún lado... ¿O acaso eres una novata nada más? Aunque lo dudo, pareces manejarte bien en estos lares, incluso con muchos mirándote... bueno, con ciertos deseos en mente. — le preguntaba enarcando una ceja. No es que le estuviera menospreciando o tirando a menos, pero le sorprendía el hecho de que nadie se le haya intentado lanzar encima, tal vez reconocían aquel bello rostro de un cartel que el albino todavía no había visto. En cambio, a diferencia, a él lo miraban feo... aunque no era raro, teniendo en cuenta que era un hombre; pero habían peores cosas de las que preocuparse en esos momentos que simples recompensas. Mientras aquel par paseaban entre la gente, o más bien Adam seguía a May hacia su nuevo destino, habían un par de sujetos que, desde lejos, se relamían, mirando por la ventana de un edificio en ruinas. Uno de ellos divisó al par que caminaba, codeando a su compañero para llamar su atención. Ambos sujetos estaban ocultos tras las sombras, tapados con una especie de capucha por lo que sus rostros tampoco se veían.
— Mira a esos dos... ¿no te resultan conocidos?
— ¿Hm? — el otro, un poco más fornido y no en el buen sentido volteó la mirada ya que estaba concentrado comiendo, mirando a los ojos dos usurpándole los binoculares a su colega, viendo a los dos a los que se refería. Sonrió con cierta satisfacción, reconociendo a la mujer más que nada. — No sé quién sea el tipejo ese, pero ella... Mmh~ me gustaría probar sus carnes. — decía relamiéndose, emitiendo un húmedo y grosero sonido al hacerlo. Su compañero en cambio se estremeció de asco, renegando con la cabeza. Parecía ser que, Adam y May no estarían solos, no mucho tiempo.
No pudo evitar soltar una sonora carcajada. Algunas personas que pasaban a sus lados se los quedaban mirando con cierta curiosidad a la par de recelo, era como si no quisieran que deambularan con tanta tranquilidad por esos predios, mucho menos teniendo en cuenta lo desconfiados que podían llegar a ser los lugareños de esa isla. Principalmente porque no eran nada más que maleantes, un mercado negro apto para todo público siempre y cuando estos no vinieran a arruinar el negocio que ya tenían armado ahí hacía años, quizás decenas de estos.
— No es que tenga miedo de esta gente, pero la verdad es que no parecen muy abiertos a los nuevos por estos lares, a juzgar por la cara de pocos amigos con la que nos miran. — destacaba el albino mientras proseguía caminando con la contraria, sonriendo de medio labio ya que le causaba un poco de gracia; escuchaba el resto de las explicaciones que la fémina tenía para darle, como explicando más o menos cual sería el globo que debía pinchar Adam en todo ese asunto. ¿Así que un guardaespaldas más o menos? Bueno, al menos era lo que mejor se le daba, aunque también le gustaba hablar, por el momento se limitaría a no meterse demasiado en asuntos ajenos, ¿cierto? Mejor prevenir que lamentar, el ser precavido no es señal de cobardía.
— ¿Salir de los Blues? ... Y a mi que me quedan dos por recorrer aún, supongo que no tienes mucha paciencia. — decía emitiendo una suave risotada. — Aunque teniendo en cuenta sus palabras, he de suponer que tú también posees una recompensa por tu cabeza, señorita May... — le susurró acercándose a la oreja derecha de la fémina ya que el albino caminaba de ese lado suyo. Volvió a erguirse y ahora le tocaba a él hablar, a fin de cuentas no quería dejarle con la palabra en la boca a la contraria sin contestarle, lo consideraba de mala educación, como si fuese una señal de que no le estaba prestando atención, cuando Adam sí que lo estaba haciendo. Así que sin mucho preámbulo, el alto albino volvió a hablar. — Pero no tengo mucho que discutirte, querida... sí, vamos... que acepto acompañarte a donde sea... Si igual venía a la isla para comprar unas provisiones y seguramente me iría... así que tu idea al menos hará la estadía un poco más amena. — le comentaba soltando una suave risotada antes de proseguir. Era normal para él socializar con tanta facilidad, para mejor era bastante desinhibido, carente de vergüenza por lo que charlar con una fémina le resultaba inclusive más fácil que con los demás.
— Me sorprende de todos modos no haber visto tu cartel por algún lado... ¿O acaso eres una novata nada más? Aunque lo dudo, pareces manejarte bien en estos lares, incluso con muchos mirándote... bueno, con ciertos deseos en mente. — le preguntaba enarcando una ceja. No es que le estuviera menospreciando o tirando a menos, pero le sorprendía el hecho de que nadie se le haya intentado lanzar encima, tal vez reconocían aquel bello rostro de un cartel que el albino todavía no había visto. En cambio, a diferencia, a él lo miraban feo... aunque no era raro, teniendo en cuenta que era un hombre; pero habían peores cosas de las que preocuparse en esos momentos que simples recompensas. Mientras aquel par paseaban entre la gente, o más bien Adam seguía a May hacia su nuevo destino, habían un par de sujetos que, desde lejos, se relamían, mirando por la ventana de un edificio en ruinas. Uno de ellos divisó al par que caminaba, codeando a su compañero para llamar su atención. Ambos sujetos estaban ocultos tras las sombras, tapados con una especie de capucha por lo que sus rostros tampoco se veían.
— Mira a esos dos... ¿no te resultan conocidos?
— ¿Hm? — el otro, un poco más fornido y no en el buen sentido volteó la mirada ya que estaba concentrado comiendo, mirando a los ojos dos usurpándole los binoculares a su colega, viendo a los dos a los que se refería. Sonrió con cierta satisfacción, reconociendo a la mujer más que nada. — No sé quién sea el tipejo ese, pero ella... Mmh~ me gustaría probar sus carnes. — decía relamiéndose, emitiendo un húmedo y grosero sonido al hacerlo. Su compañero en cambio se estremeció de asco, renegando con la cabeza. Parecía ser que, Adam y May no estarían solos, no mucho tiempo.
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Re: #I ; Gota a gota.
May soltó una carcajada algo traviesa —Si, puede contarse que es una tripulación de uno por el momento… — dijo con un poco de sorna, era cierto que aún solo estaba ella como parte de Kizuna, pero por lo menos estaba teniendo la iniciativa de iniciar una tripulación, una tripulación que conduciría hacia la libertad, siguiendo el más placentero código pirata y el egoísmo era una de las cosas que mejor la definía, por una parte, ya que ella siempre había sido muy de hacerse de algo si lo quería, además aquel chico comenzaba a agradarle en sobremanera “Sin duda un gran Don Juan” pensó mientras que sonreía de oreja a oreja por un segundo después de dedicarle una mirada a la zona, habían llegado a la parte de la ciudad donde un viejo mercado sobresalia, con los voceros gritando sus productos precios mientras que regateaban con la gente para que estas compraran.
Fue entonces cuando a sus oídos llegó la voz del chico que iba detrás de ella de nuevo, May se llevó las manos detrás de la nuca y entrelazó los dedos para tenerlos allí por un buen rato. —Bueno estamos en un lugar donde cualquiera puede robar tus pertenencias en un abrir y cerrar de ojos, contando con que es el lugar por el que pasan gran parte de artículos del mercado negro… — dijo a voz alta como si quisiera que cada moreno allí la escuchara y se pusieran a perseguir sus 45 millones, pero no le importaba en lo más mínimo, no era que los subestimara, para nada, pero era que simplemente se le daban bien las huidas —Claro, no es mucho, pero puede decirse que si tengo una recompensa que cualquier cazador muerto de hambre codiciaría… — dijo en tono seco, a ella poco le importaba tener recompensa por su cabeza, de hecho si hacia falta que subieran la recompensa por su cabeza con lo que planeaba hacer, pues seguiría sin importarle mucho todo eso. May adquirió un semblante serio y unos ojos que se llenaron de un sentimiento oscuro mientras que Adam hacia su siguiente pregunta, su lengua era demasiado afilada.
—Nueva en el trabajo no… pero si en tener una recompensa… — contestó simplemente a su pregunta al recordar cómo fue que se había convertido en lo que más añoraba de niña, no había sido la mejor manera, pero por lo menos gracias a “él” ya tenía cierto prestigio dentro de los blues. Mientras caminaba entre la gente fue interceptada por un hombre que vendía manzanas, pero May ni siquiera lo dejó promocionar sus frutas, ya que pasó de este de una manera bastante borde, sin siquiera mirarlo a los ojos. —Bueno, tu tampoco te escapas del ojo de marines y cazadores…— comentó con sarcasmo, mientras que colocaba de nuevo sus manos en los bolsillos y agudizaba orejas y vista, la zona por la que estaban pasando se había vuelto más de cuidado, los puestos escaseaban y se podía ver a gente tirada en los callejones agonizando en busca de más adicción.
—Ya casi llegamos, mantente alerta, Adam… — dijo mientras que miraba hacia arriba con un poco de disimulo, dos hombres en una de las ventanas, y más un poco adelante. Se detuvo justo frente a una puerta de madera un poco destruida; colocó una mano en su katana como si se apoyara en esta y le dedicó entonces una mirada a Adam —Ok, aquí está el nido de ratas... es hora de que comencemos con esta obra guarda espaldas… — le comentó en el mismo tono de voz que siempre mientras que le guiñaba un ojos con picarda.
May entonces volvió a voltearse para abrir la puerta de par en par, el aire adentro era frio, las paredes eran de un blanco inmundamente sucio, el techo tenía grietas al igual que el piso, incluso podría decirse que había un hueco a un lado del único foco que alumbraba (mal) la habitación. Pero eso no era lo más importante… como quien dice; el contenido de esta era lo que importaba.
Hombres todos, la sala estaba repleta de ellos, cubiertos con ropajes que hacían notar sus bien formados cuerpos, algunos más cubiertos que otros, pero eso no era lo importante…. —Buenas tardes caballeros… — May alzó la voz, sostenía una sonrisa en su cara y en cuento terminó de pronunciar esas palabras, un torrente de miradas se dirigió justo a aquellos dos que se habían metido justo en la boca del lobo. Había que ver cuanto era capaz de soportar el cocinero, si salían vivos de allí abrían cosas que discutir...
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