Buscando pistas [Pasado][Señor Tic Tac]

Satisfecho con el trabajo, comenzó a arrastrar a algunos de los inconscientes. Afuera se toparon con un pequeño grupo de marines que recibieron el aviso por uno de los parroquianos que había escapado durante la contienda. Sorprendidos por la eficiencia del dúo, los ayudaron a cargar con los prisioneros quienes llegaron a sus celdas sin más problemas. Acto seguido, recluta y raso fueron a los vestidores donde Tic Tac comenzó a cambiarse. Vistió sus ropajes habituales, el sombrero con el traje de gentleman que iban acorde con su actitud habitual. En una bolsa donde metía el uniforme para lavar en su habitación, se entrevió otra ropa desgastada y vieja.

Fueron hacia una taberna, una cualquiera, de todos modos no sabían mucho así que cualquier información sería buena. Antes de llegar, aprovechando un callejón oscuro, Johan pidió a Touyu que esperase mientras él hacía algo. Cuando salió de entre las sombras, parecía más bajito, llevaba barba y caminaba renqueando. El tic tac había desaparecido. Parecía haber ganado cuarenta años de golpe. Con un guiño y un susurro en su voz habitual le hizo saber que era el mismo, solo que había adoptado otro aspecto para facilitar el trabajo. Esperaba no haberlo asustado pero se había acostumbrado a usar distintos personajes para distintas misiones, le gustaba pensar en sí mismo como en... un hombre de recursos.

Ahora sí, enfilaron hacia la taberna. El humo a tabaco y alcohol llenaban el ambiente cargándolo como era habitual. Las riñas y las carcajadas proliferaban por igual mientras ellos se acercaban a la barra.

La taberna estaba repleta, como era de esperarse. No era la mejor de la ciudad, pero el rastro que buscaban no era el de la mejor clase de gente que pudiera encontrarse en la urbe así que eso estaba bien. El chico parecía molesto por alguna razón en particular, el Señor Tic Tac no lo conocía lo bastante como para entender a qué se debía así que no le buscó los tres pies al gato, la meta que tenían ya era complicada de por sí como para andar ahondando en otros temas que no venían al caso. Se sentó en la barra fingiendo hacer un esfuerzo para subir al taburete:

- Un sake caliente para estos viejos huesos, he de curar el reuma con sopas y nada como una sopa de arroz, si puedes entender a lo que me refiero, jajajaja.

Su voz era rasposa y arrastraba algunas "s" como si le faltaran dientes, algo que no era cierto. El barman parecía haberse enternecido ya que le sirvió la bebida con el aviso que pensaba vigilar que no empinara el codo de más, la excusa era, decía el hombre, que no quería tener que llamar a la funeraria para que pagaran el adeudo. Tras escucharlo, Johan soltó una sonora sonrisa y tomó rápidamente el sake fingiendo que le calaba un poco. Siguió pidiendo ronda tras ronda hasta que consideró que era hora de pasar a la versión algo más ebria y amistosa de sí mismo. Comenzó a hablar en un tono conspirador, un intento de susurro que terminaba siendo un grito, sobre sus tiempos de pirata. Hablaba de botines que no habían existido, mujeres salvajes a las que había domado y algún que otro animal con el que se había casado. Incluía errores en sus historias a propósito, la gente asumiría que eran en parte culpa del alcohol y en parte fruto del delirio de un anciano.

Usando nombres de diversas islas, hubo algunas que despertaron el interés de algunos de los presentes a quienes invitaba consecuentemente a que bebieran sake con él. Poco a poco, el ambiente se fue animando y la gente comenzaba a soltarse más de la lengua. Para cuando se dio cuenta, tenía a un grupo de borrachos a su alrededor contando viejas batallitas, historias pasadas y más o menos presentes sobre piratería.

"Bueno, Touyu, espero esto le sirva, yo no conozco su historia pero he conseguido que usted conozca la de estos hombres. Ojalá alguno revele lo que necesita saber.

Las horas pasaron y los hombres siguieron hablando sin parar. Johan observaba alrededor sin prestar especial atención a nada, pero así podía dar seguimiento a Touyu por si le ocurría algo. Pudo notar en más de una ocasión cómo el puño del chico se apretaba alrededor de la empuñadura de su katana pero se sintió orgulloso al ver que nunca llegó a desenvainarla. "Parece que ha madurado. Será un buen marine."

Sin embargo, cuando lo vio marcharse sintió algo de pesar al pensar que seguramente no habían encontrado lo que necesitaba. Tras un rato no muy largo, se despidió de sus "amistades" para luego pagar su cuenta y salir dando tumbos y cantando. Una vez fuera, pudo cortar su acto para hablar directamente con el joven recluta.

- ¿No ha encontrado lo que buscaba, joven Touyu?

Mira al frente para luego hacerle una señal para que lo acompañase hasta el puerto. En una de las callejas aprovechó para ejecutar su cambio a la vestimenta habitual. Tuvo que acomodar sus huesos y músculos con una serie de crujidos sonoros causados por el reacomodo de su estructura. Era algo incómodo cambiar de tamaño pero muy útil, eso no podía negarlo. Una vez están donde él quería, retoma la conversación en el tono formal habitual.

- Vi que se comportó como todo un marine ahí dentro, joven. Estoy orgulloso de usted. Puedo entender que tuviera ganas de cortarle las manos, yo mismo lo hubiera hecho, pero hemos de hacer honor al uniforme, incluso aunque otros no lo hagan. Además, quizá el día de mañana ese mismo hombre cometa un error, entonces podremos... Permitirnos un cierto disfrute mientras nos aseguramos que no se ponga muy agresivo durante el arresto.

Le guiña un ojo al chico.

- De todos modos, no desespere, y si el día de mañana necesita a un compañero para alguna otra misión, no dude en contactarme.

"El joven es tenaz, eso debo reconocerlo." Piensa mientras comienza a escoger delicadamente las palabras con las que declinar la oferta. Sin embargo, escucha una segunda propuesta que le agrada más. Estaba dispuesto a aceptar justo al escuchar el grito de una mujer. Ambos corren a ver qué estaba ocurriendo. Al parecer, la taberna en la que estaban había empezado a arder. Todo indicaba que los parroquianos habían salido a tiempo para evitar el fuego, no habían heridos entre la multitud y algunos comenzaban a traer cubos de agua para amainar las llamas y evitar que se extendiera el fuego sobre las casas cercanas.

- ¿Qué ocurrió, señorita?

- Un-un grupo de piratas llegó y-y comenzarón a armar escándalo sobre algo. N-no pude entender bien qué pero parece que se enfadaron mucho y comenzaron a golpear a la gente. Luego prendieron fuego a la taberna y salieron corriendo.

- ¿Queda alguien dentro?

- No...

- ¿Hacia a dónde fueron?

La mujer indica en dirección a unos callejones cercanos que pasaban cerca del puerto, no muy lejos de donde nos encontrábamos nosotros minutos atrás. Johan le pide que avisen a la marina, por si el fuego no llegara a alertarlos, mientras él y Touyu inician la carrera. Es de noche, apenas puede verse pero tras un rato de correr en la dirección señalada, Johan escucha a unos hombres discutiendo salvajemente mientras otros ríen a carcajadas. Al parecer, alguien está recibiendo una buena paliza y a los demás les resulta sumamente entretenido.

Encontrarlos fue fácil gracias al estruendo que llevaban a cabo, el problema vino cuando encontró que eran 6 piratas alrededor de dos civiles. Johan podía incapacitar a dos rápidamente usando su rifle con mirilla, pero los otros cuatro quedarían alertados poniendo en peligro a los civiles. Necesitaba pensar en un plan, uno que les permitiera poner a salvo a los chicos antes de iniciar un combate con los piratas, pero no se le ocurría ninguno. Touyu, por otra parte, parecía tener una idea en mente. Por lo que decía, Johan adivinaba que sería un movimiento arriesgado, uno que podría ponerlo en peligro. Eso no le gustaba en lo absoluto, mas sabía que le debía cierto respeto a su compañero, si se creía capaz de hacer eso, pues bueno, debían intentarlo. En todo caso, si las cosas empeoraban rápidamente podría entrar y dar batalla hasta que llegaran los refuerzos, hacer tiempo mientras, vaya.

Con un gesto afirmativo de su cabeza, comienza a incrementar el ruido de sus engranes, el tic tac característico empieza como un susurro que rápidamente se convierte en un sonido atronador que recuerda a fuertes pisadas. Da la sensación que una enorme máquina se dirige hacia la calleja, lenta pero inexorablemente. A su vez, sacó el rifle de precisión para apuntar desde las sombras en caso que las cosas fueran a mal, así podría proteger a Touyu en la distancia.

No quedaba más, solo tener fe en que el joven supiera lo que estaba haciendo. ¿Estarían los dioses de la fortuna de su parte o acaso en ese instante miraban hacia otro lado? Como fuera, la vida de aquellos dos chicos dependía de ellos, no podían simplemente ignorarlos.