Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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[Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
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[Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
~ West Blue, Cuartel General de Las, 16:00 hrs ~
Desde el cuartel de Shells Town en el East Blue se nos había comunicado a todo el personal que se llevaría una importante ceremonia en el cuartel general de Las, donde se le daría el honor a una civil de recibir el cargo de Vice-Almirante. ¿Una desconocida sin distinción en la marina recibiría ese cargo de una sola vez? Esto generaba un poco de discordia y malos pensamientos entre mis compañeros, quienes llevaban años sirviendo en la marina para jamás ser ascendidos desde reclutas. Sin embargo, yo lo encontraba fascinante, sentía admiración por esa persona que de la nada se le fue otorgada esa distinción, de seguro había hecho algo sumamente increíble como para entrar en la marina como Vice-Almirante. Debía conocerla, tenía que saber quien era y saber el secreto de su fuerza, las proezas que había llevado a cabo para llegar a donde estaba. Entonces, me ofrecí como voluntario a mis superiores para asistir a la famosa ceremonia como representante del cuartel, obviamente con un poco de insistencia, ya que por lo general, los reclutas no suelen tener esa clase de permisos.
Mi determinación e insistencia tuvo frutos, mis superiores dieron permiso para que zarpara junto a otros oficiales de un cargo superior al mío. Me encontraba navegando entre tenientes, sargentos, capitanes y quizás un par de cabos, por lo que me sentía casi como una hormiga entre cientos de gigantes. Sin embrgo, no tenía tiempo de sentirme abrumado por la presencia de mis superiores, tenía que tomar esta oportunidad para sobresalir y crecer como marine y cumplir mis metas. Inevitablemente, recordé a una muy querida amiga, a quien inevitablemente veía como algo más, la rubia luchadora que había conocido hace ya varios meses. Miraba con una melancólica sonrisa el listón que ella misma me regaló y ató en mi muñeca, aquello era un recuerdo para jamás bajar los brazos y así un día volver a encontrarnos.
Luego de unos días, llegamos finalmente a nuestro destino. El campamento Las ubicado en el West Blue, donde se encontraba el cuartel general marine más grande de todos los mares cardinales, siendo casi una especie de Marineford. El simple hecho de estar allí me llenaba de determinación y aspiraciones. Pero no había tiempo para descansar, puesto que la ceremonia era ese mismo día y debíamos estar posicionados en nuestros puestos en la plaza de armas que se encontraba a las afueras del cuartel. Había una gran cantidad de movimiento, hacia donde miraba podía ver colegas por todas partes, algunos compartiendo con sus familias y festejando unos con otros. Realmente habíamos llegado a una fiesta. Seguí caminando atrás de mis superioes hasta llegar al lugar de la ceremonia de ascenso. Estaba repleto de marines de diferentes partes del mundo, todos formados de manera ordenada según el cuartel que les correspondía. Pude ver gigantes, minks, gyojines, marines de todas las edades y razas, sentía admiración y agradecía la oportunidad de estar ahí. Nos formamos junto a los demás marines y esperamos.
- ¡Atención! - se escuchó por altavoz, haciendo que todos los marines presentes golpearan una de sus botas en el suelo, incluyéndome, haciendo que todas formaran parte de un estruendoso pero maravilloso sonido. Entonces, uno de los superiores del cuartel, y encargado de la ceremonia de ascenso apareció en la plataforma o escenario donde se introduciría a la nueva Vice-Almirante. - ¡Henos aquí, compañeros! Marines de todo el mundo reunidos en un mismo lugar para presenciar un evento sin precedentes. - hablaría por el altavoz el superior, viejo y experimentado marine a todos los presentes, haciendo que sus palabras me dieran escalofríos e hiciera que una sonrisa de oreja a oreja fuera esbozada. No podía creer que estaba parado junto a todos estos grandes marines, me sentía afortunado. - Todos nosotros nacimos para servir, para proteger y erradicar el mal de estos mares. Comenzamos desde abajo, trapeando pisos, patrullando sin descanso hasta llegar donde nos encontramos hoy día. - seguiría hablando el marine en la plataforma de manera pasional, haciendo que a más de alguno por la nostalgia se le hiciera un nudo en la garganta. - ¡PERO! Hay algunos que no toman ese camino directamente, pero en su corazón no hay más que el deseo de servir y proteger a los demás. Personas con un sentido de la justicia inquebrantable como la mujer a quien presentaré como su nueva Vice-Almirante. - seguiría hablando motivando y preparando el escenario para la protagonista y estelar de toda esta ceremonia. Se escuchaban redobles de tambores en conjunto con música orquestral proveniente de marines que se encontraban tocando bajo el escenario o gran plataforma. - Ella, siendo nada más que una civil, ha dado su vida por los demás, ha ayudado a erradicar el mal de la tierra y ha hecho mucho más que cualquier otro marine. Es por eso que por el mismísimo almirante de flota se me ha otorgado el honor de dar el rango de Vice-Almirante a... - los redobles de tambores se hicieron más intensos y la música orquestral de fondo se detuvo en seco. Muchos de los presentes sudaban y tragaban saliva por el nerviosismo, querían saber quien era la famosa persona que había conseguido tal distinción. - ¡KOTORI MIURA! - exclamaría el experimentado superior haciendo que todo el resto de los marines saltara y gritara aclamando a la luchadora. Incluso los superiores provenientes de mi mismo cuartel saltaban de la emoción gritando su nombre. Los presenets gritaban a todo pulmón: "Miura".
- ¿K-Kotori-san? - comentaría anonadado, con mis ojos sumamente abiertos y boquiabierto viendo como la mujer a quien tanto admiraba y a quien tanto extrañaba era llamada por el superior siéndole otorgado el cargo de Vice-Almirante. Era la única persona que no se encontraba saltando y gritando, los demás, por la euforia llegaban a moverme pero a mi no me importaba. La sorpresa, la melancolía y la alegría se juntaban en un solo sentimiento que no me permitían reaccionar. Ahora sólo me encontraba esperando a que todo eso fuera real, quería ver a la rubia subir a esa plataforma y recibir sus medallas.
Mi determinación e insistencia tuvo frutos, mis superiores dieron permiso para que zarpara junto a otros oficiales de un cargo superior al mío. Me encontraba navegando entre tenientes, sargentos, capitanes y quizás un par de cabos, por lo que me sentía casi como una hormiga entre cientos de gigantes. Sin embrgo, no tenía tiempo de sentirme abrumado por la presencia de mis superiores, tenía que tomar esta oportunidad para sobresalir y crecer como marine y cumplir mis metas. Inevitablemente, recordé a una muy querida amiga, a quien inevitablemente veía como algo más, la rubia luchadora que había conocido hace ya varios meses. Miraba con una melancólica sonrisa el listón que ella misma me regaló y ató en mi muñeca, aquello era un recuerdo para jamás bajar los brazos y así un día volver a encontrarnos.
Luego de unos días, llegamos finalmente a nuestro destino. El campamento Las ubicado en el West Blue, donde se encontraba el cuartel general marine más grande de todos los mares cardinales, siendo casi una especie de Marineford. El simple hecho de estar allí me llenaba de determinación y aspiraciones. Pero no había tiempo para descansar, puesto que la ceremonia era ese mismo día y debíamos estar posicionados en nuestros puestos en la plaza de armas que se encontraba a las afueras del cuartel. Había una gran cantidad de movimiento, hacia donde miraba podía ver colegas por todas partes, algunos compartiendo con sus familias y festejando unos con otros. Realmente habíamos llegado a una fiesta. Seguí caminando atrás de mis superioes hasta llegar al lugar de la ceremonia de ascenso. Estaba repleto de marines de diferentes partes del mundo, todos formados de manera ordenada según el cuartel que les correspondía. Pude ver gigantes, minks, gyojines, marines de todas las edades y razas, sentía admiración y agradecía la oportunidad de estar ahí. Nos formamos junto a los demás marines y esperamos.
- ¡Atención! - se escuchó por altavoz, haciendo que todos los marines presentes golpearan una de sus botas en el suelo, incluyéndome, haciendo que todas formaran parte de un estruendoso pero maravilloso sonido. Entonces, uno de los superiores del cuartel, y encargado de la ceremonia de ascenso apareció en la plataforma o escenario donde se introduciría a la nueva Vice-Almirante. - ¡Henos aquí, compañeros! Marines de todo el mundo reunidos en un mismo lugar para presenciar un evento sin precedentes. - hablaría por el altavoz el superior, viejo y experimentado marine a todos los presentes, haciendo que sus palabras me dieran escalofríos e hiciera que una sonrisa de oreja a oreja fuera esbozada. No podía creer que estaba parado junto a todos estos grandes marines, me sentía afortunado. - Todos nosotros nacimos para servir, para proteger y erradicar el mal de estos mares. Comenzamos desde abajo, trapeando pisos, patrullando sin descanso hasta llegar donde nos encontramos hoy día. - seguiría hablando el marine en la plataforma de manera pasional, haciendo que a más de alguno por la nostalgia se le hiciera un nudo en la garganta. - ¡PERO! Hay algunos que no toman ese camino directamente, pero en su corazón no hay más que el deseo de servir y proteger a los demás. Personas con un sentido de la justicia inquebrantable como la mujer a quien presentaré como su nueva Vice-Almirante. - seguiría hablando motivando y preparando el escenario para la protagonista y estelar de toda esta ceremonia. Se escuchaban redobles de tambores en conjunto con música orquestral proveniente de marines que se encontraban tocando bajo el escenario o gran plataforma. - Ella, siendo nada más que una civil, ha dado su vida por los demás, ha ayudado a erradicar el mal de la tierra y ha hecho mucho más que cualquier otro marine. Es por eso que por el mismísimo almirante de flota se me ha otorgado el honor de dar el rango de Vice-Almirante a... - los redobles de tambores se hicieron más intensos y la música orquestral de fondo se detuvo en seco. Muchos de los presentes sudaban y tragaban saliva por el nerviosismo, querían saber quien era la famosa persona que había conseguido tal distinción. - ¡KOTORI MIURA! - exclamaría el experimentado superior haciendo que todo el resto de los marines saltara y gritara aclamando a la luchadora. Incluso los superiores provenientes de mi mismo cuartel saltaban de la emoción gritando su nombre. Los presenets gritaban a todo pulmón: "Miura".
- ¿K-Kotori-san? - comentaría anonadado, con mis ojos sumamente abiertos y boquiabierto viendo como la mujer a quien tanto admiraba y a quien tanto extrañaba era llamada por el superior siéndole otorgado el cargo de Vice-Almirante. Era la única persona que no se encontraba saltando y gritando, los demás, por la euforia llegaban a moverme pero a mi no me importaba. La sorpresa, la melancolía y la alegría se juntaban en un solo sentimiento que no me permitían reaccionar. Ahora sólo me encontraba esperando a que todo eso fuera real, quería ver a la rubia subir a esa plataforma y recibir sus medallas.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
"Así que, van a condecorar a una civil como vice-almirante... Esto puede ser realmente un evento interesante." Con ese pensamiento en mente, trató, por diversos medios, que le permitieran asistir al acto de condecoración. Sin embargo, no tenía el rango para que lo hicieran. Siendo un hombre razonable que comprendía que no significaba no, se despojó de sus ropas de marine para portar las que tenía de civil, consiguió algunos víveres y una barca así como unas cuerdas fuertes.
Estaba listo a llegar a dicha isla, de un modo u otro. Claro que, acudir como agente de la marina tras haber sido rechazado sería una insubordinación, un acto grave que ni siquiera él mismo toleraría de otro recluta, por lo que no podía de ninguna manera hacerlo él mismo. Cuando los barcos estuvieron listos para zarpar, ató la cuerda firmemente a la parte trasera del que quedaría cuidando la retaguardia, sacó un libro y se dedicó a dejarse arrastrar en la barca durante los siguientes días. Iba sin más arma que su bastón. El rifle lo había dejado en su taquilla. La mira, por otra parte, la traía consigo. Si iba a tener que observar el acontecimiento de lejos necesitaría alguna forma de mejorar su visión del evento.
Las noches fueron frías y solitarias, algo a lo que estaba acostumbrado. Las pasó durmiendo o soñando despierto contemplando las estrellas tratando de buscar constelaciones, ideando algunas nuevas usando su imaginación para unir esos puntos brillantes en el oscuro cielo, o preguntándose qué clase de persona habría llamado la atención de la marina de tal forma como para pasar de civil a vice-almirante.
Cuando llegaron a puerto, quedó quieto un rato esperando a que el puerto se despejara un poco. Acto seguido, buscó una subida más o menos cercana a la barca, desató la cuerda y se acercó intentando no llamar la atención. En caso que lo hiciera, diría que, simplemente, había salido a despejarse con la barca. No era una mentira.
Unos marines lo vieron, él simplemente los saludó de lejos y siguió su camino, como quien no quiere la cosa. El ruido era imposible de ignorar, solo tuvo que seguirlo hasta llegar a una plaza donde la congregación se estaba llevando a cabo. Un hombre anunciaba desde lo alto de un escenario un nombre que, por la distancia, no consiguió discernir.
"¿Atori Ura?"
Sacó su mirilla, apuntó al escenario y su mandíbula cayó muerta de la impresión mientras escuchaba a la muchedumbre clamando el apellido de una vieja conocida.
Estaba listo a llegar a dicha isla, de un modo u otro. Claro que, acudir como agente de la marina tras haber sido rechazado sería una insubordinación, un acto grave que ni siquiera él mismo toleraría de otro recluta, por lo que no podía de ninguna manera hacerlo él mismo. Cuando los barcos estuvieron listos para zarpar, ató la cuerda firmemente a la parte trasera del que quedaría cuidando la retaguardia, sacó un libro y se dedicó a dejarse arrastrar en la barca durante los siguientes días. Iba sin más arma que su bastón. El rifle lo había dejado en su taquilla. La mira, por otra parte, la traía consigo. Si iba a tener que observar el acontecimiento de lejos necesitaría alguna forma de mejorar su visión del evento.
Las noches fueron frías y solitarias, algo a lo que estaba acostumbrado. Las pasó durmiendo o soñando despierto contemplando las estrellas tratando de buscar constelaciones, ideando algunas nuevas usando su imaginación para unir esos puntos brillantes en el oscuro cielo, o preguntándose qué clase de persona habría llamado la atención de la marina de tal forma como para pasar de civil a vice-almirante.
Cuando llegaron a puerto, quedó quieto un rato esperando a que el puerto se despejara un poco. Acto seguido, buscó una subida más o menos cercana a la barca, desató la cuerda y se acercó intentando no llamar la atención. En caso que lo hiciera, diría que, simplemente, había salido a despejarse con la barca. No era una mentira.
Unos marines lo vieron, él simplemente los saludó de lejos y siguió su camino, como quien no quiere la cosa. El ruido era imposible de ignorar, solo tuvo que seguirlo hasta llegar a una plaza donde la congregación se estaba llevando a cabo. Un hombre anunciaba desde lo alto de un escenario un nombre que, por la distancia, no consiguió discernir.
"¿Atori Ura?"
Sacó su mirilla, apuntó al escenario y su mandíbula cayó muerta de la impresión mientras escuchaba a la muchedumbre clamando el apellido de una vieja conocida.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
Habían un montón de sentimientos que me estaban pasando en aquellos momentos. Una mezcla de felicidad y miedo. Había conseguido lo que quería, sin saber las responsabilidades que eso conllevaba. Después de hacer acto de presencia junto a los mandos de la Marina, tocaba la ceremonia que ya se había anunciado un par de días anteriores. En aquellos días, me había dado cuenta de que aquello quizás no era el mejor camino. Mucha gente miraría hacía a mi, y esperarían otras grandes cosas. Lo cierto es que mi ascenso se debía a la suerte. Un adversario que, pese a ser fuerte, no lo era cuerpo a cuerpo. Costó vencerlo, y aún tenía varias heridas que hacían clara que mi victoria no fue fácil. Aún así, la gente parecía tomarse a mal mi nuevo cargo, sintiéndose en ocasiones, envidiosos de algo que no podían conseguir, a pesar de que, si yo era o no Vice-almirante, no influenciaba en nada sus vidas. Aún así, mi justicia se mantenía como una subjetiva, algo que ciertamente no se espera de una marine, ya que habían rangos y muchas otras cosas que tomar en cuenta, lo que hacía que la justicia estuviera en manos de un solo cargo de la Marina, no realmente en la habilidad del marine en pensar si lo que hacía era bien o mal. Eran tan solo ordenes que debían de ser seguidos, y supondría que era lo que peor llevaría en esto de ser marine.
Mis pasos se acercaban a la tela que cubría lo que había detrás de la plataforma que habían instalado en el cuartel del Campamento Las. La primera vez que estaba en un cuartel, a decir verdad. Si bien me había encontrado marines en mi camino, nunca había entrado en los cuarteles, puesto que nunca había hecho algo considerado malo. Más allá de nada, yo aún guardaba mi apariencia ciborg, cosa que me hacía temer al rechazo en la condecoración que se supone, iba a recibir en unos momentos. El discurso del viejo me ponía más nerviosa. Había cierto peso sobre mis hombros que no había pedido, aunque indirectamente era lo que deseaba: tener un rango de alto nivel para conseguir un acercamiento al gobierno y así investigar las identidades de los agentes que presenciaron el suceso de Swallow. Y es que no había otra forma para mi, siendo una simple civil. La idea de ser una agente era lejana, y la posibilidad de avanzar seguramente baja, ya que no tenía mucha información sobre sus sistemas. El plan de los revolucionarios, funcionó. Con un poco de ayuda, y una suerte relativa, ya que todo había sido planeado, había conseguido entrar. La yo de entonces, estaba a punto de cambiar para siempre. Mi nombre resonó con fuerza, para que después todos aclamaran el apellido de mi maestro.
Por un momento paré y pensé si él estaría orgulloso de lo que estaba pasando. ¿Lo había hecho sentir orgullo por no haberme matado, 21 años atrás? Seguramente hasta ahora sí, pero dudo que si supiera mis verdaderas intenciones, sonreiría siquiera. Tomé aire inflando mi pecho, y salí de entre las sombras. Había salido valiente, pero la multitud pronto me abrumaría. Hombres, en su mayoría, puños arriba, aclamando un apellido que ni siquiera era mío, y esperando ver a su nueva superior que no tenía ni idea de que pasaba a su alrededor, y en aquellos momentos, todo el aire que poseía en su pecho se expulsó con rapidez. Me sentía pequeña. Con timidez y perplejo, me quedé quieta mientras ponían algunas insignias sobre la tela roja de mi túnica. Y es que, por si el momento vergonzoso no había sido suficiente, llegaría algo que me iba a dejar en total ridículo, o al menos así es como yo lo veía. El mundo se tranquilizó por un secundo, como si estuvieran esperando algo, algo que tenía que venir nada más ni nada menos que, de mi, el centro de todas las miradas. Los nervios me ponían la piel de gallina, puesto que ni idea de lo que debía hacer. Mi cuerpo se inclinó, haciendo una reverencia típica de un monje, a modo de agradecimiento, pero no parecía que era suficiente. El hombre se acercó con discomfort, susurrandome como que debería decir algo.
Miré la escena nuevamente. Las caras que me miraban eran diferentes, y muchas. Gente de todas las razas, algunas que ni siquiera había visto hasta el momento. Expresiones, cuanto menos subjetivas, no sabía como interpretar al mundo, pero había una amalgama de felicidad y rabia, depende a quien mirase. No podía dejarme intimidar por aquello, al fin y al cabo de alguna forma lo había conseguido hasta el momento, así que un solo paso antes de proceder con mi plan. - ¡A BEBER! - grité a pleno pulmón, tomando aquello como algo único que tenían todos los hombres rudos. Y, es que había acertado, pues en cuestión de segundos, las jarras se levantaron, y los gritos empezaron de nuevo haciendo que un suspiro cansado saliera de mi boca mientras mostraba una sonrisa satisfactoria. Aún así, el hombre no parecía haber acabado. Su mano se alzó, para que el silencio tomase poder una vez más en el cuartel. - Como bien saben, pueden anotarse para estar bajo el mando directo de la nueva Vice-almirante. Prosigan. - ¿No era un poco demasiado la responsabilidad que me pretendían echar sobre los hombros? Yo, que a penas sabía algo básico sobre la Marina, y sobre el mundo en general, pretendían que guiase a varios hombres en misiones, seguramente. Di un paso abajo, intentando salir de aquella panorama, pero resultó un tanto imposible, puesto a que por más que avanzaba entre la multitud, más gente venía a saludarme, a felicitarme y no solo eso.
Mis pasos se acercaban a la tela que cubría lo que había detrás de la plataforma que habían instalado en el cuartel del Campamento Las. La primera vez que estaba en un cuartel, a decir verdad. Si bien me había encontrado marines en mi camino, nunca había entrado en los cuarteles, puesto que nunca había hecho algo considerado malo. Más allá de nada, yo aún guardaba mi apariencia ciborg, cosa que me hacía temer al rechazo en la condecoración que se supone, iba a recibir en unos momentos. El discurso del viejo me ponía más nerviosa. Había cierto peso sobre mis hombros que no había pedido, aunque indirectamente era lo que deseaba: tener un rango de alto nivel para conseguir un acercamiento al gobierno y así investigar las identidades de los agentes que presenciaron el suceso de Swallow. Y es que no había otra forma para mi, siendo una simple civil. La idea de ser una agente era lejana, y la posibilidad de avanzar seguramente baja, ya que no tenía mucha información sobre sus sistemas. El plan de los revolucionarios, funcionó. Con un poco de ayuda, y una suerte relativa, ya que todo había sido planeado, había conseguido entrar. La yo de entonces, estaba a punto de cambiar para siempre. Mi nombre resonó con fuerza, para que después todos aclamaran el apellido de mi maestro.
Por un momento paré y pensé si él estaría orgulloso de lo que estaba pasando. ¿Lo había hecho sentir orgullo por no haberme matado, 21 años atrás? Seguramente hasta ahora sí, pero dudo que si supiera mis verdaderas intenciones, sonreiría siquiera. Tomé aire inflando mi pecho, y salí de entre las sombras. Había salido valiente, pero la multitud pronto me abrumaría. Hombres, en su mayoría, puños arriba, aclamando un apellido que ni siquiera era mío, y esperando ver a su nueva superior que no tenía ni idea de que pasaba a su alrededor, y en aquellos momentos, todo el aire que poseía en su pecho se expulsó con rapidez. Me sentía pequeña. Con timidez y perplejo, me quedé quieta mientras ponían algunas insignias sobre la tela roja de mi túnica. Y es que, por si el momento vergonzoso no había sido suficiente, llegaría algo que me iba a dejar en total ridículo, o al menos así es como yo lo veía. El mundo se tranquilizó por un secundo, como si estuvieran esperando algo, algo que tenía que venir nada más ni nada menos que, de mi, el centro de todas las miradas. Los nervios me ponían la piel de gallina, puesto que ni idea de lo que debía hacer. Mi cuerpo se inclinó, haciendo una reverencia típica de un monje, a modo de agradecimiento, pero no parecía que era suficiente. El hombre se acercó con discomfort, susurrandome como que debería decir algo.
Miré la escena nuevamente. Las caras que me miraban eran diferentes, y muchas. Gente de todas las razas, algunas que ni siquiera había visto hasta el momento. Expresiones, cuanto menos subjetivas, no sabía como interpretar al mundo, pero había una amalgama de felicidad y rabia, depende a quien mirase. No podía dejarme intimidar por aquello, al fin y al cabo de alguna forma lo había conseguido hasta el momento, así que un solo paso antes de proceder con mi plan. - ¡A BEBER! - grité a pleno pulmón, tomando aquello como algo único que tenían todos los hombres rudos. Y, es que había acertado, pues en cuestión de segundos, las jarras se levantaron, y los gritos empezaron de nuevo haciendo que un suspiro cansado saliera de mi boca mientras mostraba una sonrisa satisfactoria. Aún así, el hombre no parecía haber acabado. Su mano se alzó, para que el silencio tomase poder una vez más en el cuartel. - Como bien saben, pueden anotarse para estar bajo el mando directo de la nueva Vice-almirante. Prosigan. - ¿No era un poco demasiado la responsabilidad que me pretendían echar sobre los hombros? Yo, que a penas sabía algo básico sobre la Marina, y sobre el mundo en general, pretendían que guiase a varios hombres en misiones, seguramente. Di un paso abajo, intentando salir de aquella panorama, pero resultó un tanto imposible, puesto a que por más que avanzaba entre la multitud, más gente venía a saludarme, a felicitarme y no solo eso.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
El Señor Tic Tac sonríe afablemente al escuchar las únicas palabras pronunciadas por su vieja amiga. "Miura, ¿eh? Nunca me dio su nombre y ahora es posible que acabe siendo su subordinado. La vida da muchas vueltas, sí señor." Aprovechando su visión excepcional gracias al pequeño catalejo, trata de localizar la dirección en la que avanzaba la rubia entre la multitud. "Si llegué a conocerla en su momento, dudo que se sienta cómoda entre tanta gente. Seguramente irá a un sitio más tranquilo, ahí tendré mi oportunidad." Como si se tratara de un cazador rastreando una presa particularmente difícil, comienza a seguirla en la muchedumbre subiendo a un tejado cercano procurando estar agachado para no ser visto ya que, si alguien notara su forma de moverse pensaría que tramaba algo verdaderamente malo. Consigue saltar de una casa a otra gracias a sus largas piernas sin dificultad. La gente parecía estar demasiado preocupada por comenzar a beber o felicitar a la nueva vice-almirante como para notarlo... O eso pensaba. En ese momento, un marine despistado lo ve y comienza a gritar desesperadamente. Su mensaje se pierde entre la algarabía pero, pronto, otro marine percibe el peligro en su tono de voz y responde alertando a otros.
Tic Tac maldice para sus adentros, desciende rápido hacia la parte trasera de la casa sobre la que caminaba, toma una manta y recorta un agujero en el centro, esconde su sombrero debajo de la misma, salta al otro lado de la reja quedando ahora en la calle trasera, se sienta en el suelo y saca una botella de la chaqueta. No era un disfraz particularmente bueno pero valía la pena intentarlo. Cuando los marines pasaron alertando del posible terrorista, el hombre solo balbuceó dando otro sorbo a la botella.
- ¡¡Viejo! No es tiempo de responder con estupideces. ¡Te he hecho una pregunta!
El hombre lo mira con ojos vidriosos y sonríe luego señalando en una dirección que, se notaba, era claramente al azar para luego seguir articulando palabras sin sentido. Esperaba que la actuación fuera suficiente, no contaba con que algunos reclutas querían quedar bien frente a la nueva vice almirante. Peor aún, estaban más borrachos que otra cosa. En sus venas no corría valor, corría impertinencia. Harto a su manera, el joven que había iniciado la riña lo toma de la ropa para alzarlo creyendo que lo levantaba en toda su longitud. Tic Tac tuvo que levantarse doblando las rodillas para que pareciera más pequeño que el recluta. "Deja que se confíen, deja que piensen que eres un vagabundo..."
- ¡Si pretendes jugar conmigo te aseguro que saldrás perdiendo!
Kotori aparece con tono firme y ordena al recluta que se detenga al momento. Tristemente, el joven que zarandeaba al supuesto borracho todavía tenía suficiente estupidez en el estómago como para voltearse a reclamar.
- Este desgraciado está...
La cara se le congela al ver a la rubia recientemente condecorada dándole una lección de humildad instantánea. Ante la visión de la vice almirante, los novatos se yerguen rectos como palos de escoba en un saludo militar contrastando con su actitud anterior. Sin siquiera mirarlos, les hace ademán para que se vayan. Una vez solos, la mujer se acerca al vagamundo.
Con intención de disculparse por las molestias causadas por el marine, le ofrece unas monedas. El joven sonríe y la observa sentado en la acera.
- Señora mía, no le acepté sus monedas hace unos meses y no las aceptaré ahora.
Se levanta quedando totalmente de pie, se quita teatralmente la manta justo antes de iniciar una reverencia. Una vez está nuevamente recto mostrando sus más de dos metros de altura, los corona con el sombrero. Sitúa un brazo en jarra para ofrecérselo a Kotori quien está tan sorprendida que no acaba de saber cómo responder. Él toma su mano y la pasa por el hueco que queda entre su brazo y el tórax.
- Así mejor. Y ahora, caminemos mientras me cuenta cómo ha llegado hasta aquí. No aceptaré un no por respuesta, sobre todo tomando en cuenta que nunca tuvo la amabilidad de decirme su nombre.- toca su propia sien suavemente en un tono medio en broma medio afligido - Eso no se me va a olvidar fácil.
Tic Tac maldice para sus adentros, desciende rápido hacia la parte trasera de la casa sobre la que caminaba, toma una manta y recorta un agujero en el centro, esconde su sombrero debajo de la misma, salta al otro lado de la reja quedando ahora en la calle trasera, se sienta en el suelo y saca una botella de la chaqueta. No era un disfraz particularmente bueno pero valía la pena intentarlo. Cuando los marines pasaron alertando del posible terrorista, el hombre solo balbuceó dando otro sorbo a la botella.
- ¡¡Viejo! No es tiempo de responder con estupideces. ¡Te he hecho una pregunta!
El hombre lo mira con ojos vidriosos y sonríe luego señalando en una dirección que, se notaba, era claramente al azar para luego seguir articulando palabras sin sentido. Esperaba que la actuación fuera suficiente, no contaba con que algunos reclutas querían quedar bien frente a la nueva vice almirante. Peor aún, estaban más borrachos que otra cosa. En sus venas no corría valor, corría impertinencia. Harto a su manera, el joven que había iniciado la riña lo toma de la ropa para alzarlo creyendo que lo levantaba en toda su longitud. Tic Tac tuvo que levantarse doblando las rodillas para que pareciera más pequeño que el recluta. "Deja que se confíen, deja que piensen que eres un vagabundo..."
- ¡Si pretendes jugar conmigo te aseguro que saldrás perdiendo!
Kotori aparece con tono firme y ordena al recluta que se detenga al momento. Tristemente, el joven que zarandeaba al supuesto borracho todavía tenía suficiente estupidez en el estómago como para voltearse a reclamar.
- Este desgraciado está...
La cara se le congela al ver a la rubia recientemente condecorada dándole una lección de humildad instantánea. Ante la visión de la vice almirante, los novatos se yerguen rectos como palos de escoba en un saludo militar contrastando con su actitud anterior. Sin siquiera mirarlos, les hace ademán para que se vayan. Una vez solos, la mujer se acerca al vagamundo.
Con intención de disculparse por las molestias causadas por el marine, le ofrece unas monedas. El joven sonríe y la observa sentado en la acera.
- Señora mía, no le acepté sus monedas hace unos meses y no las aceptaré ahora.
Se levanta quedando totalmente de pie, se quita teatralmente la manta justo antes de iniciar una reverencia. Una vez está nuevamente recto mostrando sus más de dos metros de altura, los corona con el sombrero. Sitúa un brazo en jarra para ofrecérselo a Kotori quien está tan sorprendida que no acaba de saber cómo responder. Él toma su mano y la pasa por el hueco que queda entre su brazo y el tórax.
- Así mejor. Y ahora, caminemos mientras me cuenta cómo ha llegado hasta aquí. No aceptaré un no por respuesta, sobre todo tomando en cuenta que nunca tuvo la amabilidad de decirme su nombre.- toca su propia sien suavemente en un tono medio en broma medio afligido - Eso no se me va a olvidar fácil.
InvitadoInvitado
Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
¿Cuánto tiempo había pasado desde que me había encontrado con la rubia luchadora y hecho esa promesa que marcó mi vida para siempre? Ya había perdido la cuenta, parecían ser años en mi mente, haciendo que mi semblante se tornara confundido. Pero pronto, fue dominado por la melancolía y por la alegría, haciendo que un nudo se me hiciera en la garganta. Por más que tragaba este no se iba, en especial cuando la rubia recibió sus medallas para luego gritar con su característica forma de ser y motivar a todo el resto de los uniformados. Sonreí levemente, mirando con los ojos vidriosos a mi vieja amiga. Quería estar ahí, con ella.
Mis pies comenzaron a moverse casi por cuenta propia, con la mirada perdida en la plataforma donde se encontraba, mi objetivo. Pasaba entre la multitud casi hipnotizado, recibía empujones y regaños de otros marines al notar que los pasaba a llevar con mi andar, pero no los escuchaba, puesto que el ensordecedor sonido que provenía de los latidos de mi corazón y mi respiración opacaban todo lo demás.
Pronto pude notar cómo la rubia bajaba de la plataforma, siendo acorralada por el montón de uniformados queriendo felicitarla y ofrecer sus servicios para su tripulación. ¿Tendría algo así? No tenía idea y no lo pensaba en aquel momento. Simplemente quería verla, era lo que más quería. Finalmente, mi torpe y casi hipnótico andar me llevó a la localización exacta donde se encontraba. Estaba brindando y al parecer había detenido una riña no muy reciente. ¿Será que la habrá iniciado ella misma? Eso era bastante común de ella.
Al verla, mi paso se hizo muy lento. Intenté hablar, pero palabras no salían de mi boca. Mi semblante serio y melancólico permanecían a medida que me acercaba a ella. El nudo en la garganta se hacía cada vez más intenso, hasta que finalmente quedé a un metro de distancia en frente de ella, sin notar la presencia de alguien que me parecía familiar. Esperaba llamar su atención... ¿Pero cómo? Entonces fue que en un impulso de valor y determinación pude juntar las palabras para llamarla. - ¡K-Kotori-san! - hablé con un tono de voz firme y claro, llamando así la atención de mi querida amiga y amada rubia. El verla con esas medallas, rodeada de marines felicitándola, pero por sobre todas las cosas, el hecho de verla nuevamente hicieron que mis sentimientos salieran a la luz con facilidad.
Entonces, tomé una posición firme, llevando mi mano derecha a mi frente en señal de un cordial saludo típico de un marine hacia su superior. - ¡Es un placer verla de nuevo... Vice-Almirante! - exclamaría a todo pulmón con mis ojos cerrados, dando paso a un leve silencio. De la nada, quebré en un particular llanto de felicidad y aquel serio y melancólico rostro pronto se transformó en uno alegre, dedicándole una sonrisa de oreja a oreja a la rubia. - Realmente... Me alegra volver a verte. - le diría entre lágrimas de alegría aflojando un poco esa firme postura que demostraba respeto. La joven podría ver que en mi muñeca derecha, que se encontraba aún alzada en mi frente, todavía estaba ese recuerdo suyo, el cual era mi tesoro más preciado.
Mis pies comenzaron a moverse casi por cuenta propia, con la mirada perdida en la plataforma donde se encontraba, mi objetivo. Pasaba entre la multitud casi hipnotizado, recibía empujones y regaños de otros marines al notar que los pasaba a llevar con mi andar, pero no los escuchaba, puesto que el ensordecedor sonido que provenía de los latidos de mi corazón y mi respiración opacaban todo lo demás.
Pronto pude notar cómo la rubia bajaba de la plataforma, siendo acorralada por el montón de uniformados queriendo felicitarla y ofrecer sus servicios para su tripulación. ¿Tendría algo así? No tenía idea y no lo pensaba en aquel momento. Simplemente quería verla, era lo que más quería. Finalmente, mi torpe y casi hipnótico andar me llevó a la localización exacta donde se encontraba. Estaba brindando y al parecer había detenido una riña no muy reciente. ¿Será que la habrá iniciado ella misma? Eso era bastante común de ella.
Al verla, mi paso se hizo muy lento. Intenté hablar, pero palabras no salían de mi boca. Mi semblante serio y melancólico permanecían a medida que me acercaba a ella. El nudo en la garganta se hacía cada vez más intenso, hasta que finalmente quedé a un metro de distancia en frente de ella, sin notar la presencia de alguien que me parecía familiar. Esperaba llamar su atención... ¿Pero cómo? Entonces fue que en un impulso de valor y determinación pude juntar las palabras para llamarla. - ¡K-Kotori-san! - hablé con un tono de voz firme y claro, llamando así la atención de mi querida amiga y amada rubia. El verla con esas medallas, rodeada de marines felicitándola, pero por sobre todas las cosas, el hecho de verla nuevamente hicieron que mis sentimientos salieran a la luz con facilidad.
Entonces, tomé una posición firme, llevando mi mano derecha a mi frente en señal de un cordial saludo típico de un marine hacia su superior. - ¡Es un placer verla de nuevo... Vice-Almirante! - exclamaría a todo pulmón con mis ojos cerrados, dando paso a un leve silencio. De la nada, quebré en un particular llanto de felicidad y aquel serio y melancólico rostro pronto se transformó en uno alegre, dedicándole una sonrisa de oreja a oreja a la rubia. - Realmente... Me alegra volver a verte. - le diría entre lágrimas de alegría aflojando un poco esa firme postura que demostraba respeto. La joven podría ver que en mi muñeca derecha, que se encontraba aún alzada en mi frente, todavía estaba ese recuerdo suyo, el cual era mi tesoro más preciado.
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Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
El día pasaba velozmente. Me hallaba en medio de un montón de gente que aclamaba mi nuevo cargo. Muchos felices, porque al fin y al cabo era una fiesta, aunque las caras largas no faltaban. Alguna que otra amenaza corría por la lado, mientras que intentaba hacer como que no me enteraba de nada. La verdad es que aunque era una visible cyborg, la gente pocas veces me temía. Siempre mostraba un aura pacífico, pensaba que pelear no era una necesidad si no una elección. Sabía hacerlo muy bien, pero no por ello iba a liarme a hostias con todo el mundo. Al menos no lo haría estando sobria. Mi mirada, un tanto perdida, buscaba algo que no sabría definir. Quizás una cara conocida, una oportunidad para sentarme en una mesa donde no se me haría muchas preguntas. Había ingresado en la Marina con muchos ánimos. Muchos planes habían en mi mente. No me iba a quedar de brazos cruzados ante el sufrimiento de la gente sólo porque tengo una meta personal en aquella facción. Iba a ser una buena Marine, o eso era lo que pensaba. Tenía un sentido desarrollado de la justicia, aún desde entonces. Pensaba hacer un mundo mejor, quizás eso sonaba demasiado cliché y subjetivo, pero pensaba erradicar todos los crímenes. En el fondo siempre fui y seré una idealista.
Y justo porque tenía ideales bien definidos, lo que pasaba metros más allá hacía hervir mi sangre. Un recluta, supondría, se tomaba la libertad de zarandear un hombre envuelto en una capa, visiblemente más bajo que él, en un acto de tiranía al que nadie contestaba. Mi capa blanca, con espuelas doradas se movía detrás mío mientras que yo, con paso firme e intentando no montar una escena, o quizás no estampar la cara del hombre contra el muro más cercano, me aceraba a la escena. Él, sin tener ningún tipo de poder para detectarme, seguía en su acto a mi vista, injusto, pero los que habían delante suyo, se tensaron y sus caras quedaron blancas como el papel. Con la palma abierta, azotaba la parte trasera de la cabeza en un gesto seco, atrayendo ingrata atención. - ¡Idiota! - exclamaba abriendo la boca de par en par. - ¡¿Qué estás haciendo?!- pregunté, mientras que el hombre se ponía tieso en un saludo militar. Las palabras no parecían salir de su boca, tan solo intentos fallidos. Las personas que habían alrededor estaban mirando perdidas, aunque mis ojos barrieron sus caras con recriminación por no haber intervenido antes. Lo empujé, para no tener que decir nada más y la mayoría se marcharon para perderse entre las filas de la fiesta.
Pero grande fue mi sorpresa cuando el hombre, que parecía tener mi altura e iba cubierto por una capa, se desveló de manera dramática para dejar a la vista el rostro fino del gentleman Tic Tac, al que había conocido no hacía mucho, en la isla Miroball. - ¡Woah! - me asusté un tanto, haciendo que un par de monedas caigan de mi monedero, del cual pretendía sacar unas cuantas por las molestias, y las cuales él había rechazado, recordándome lo sucedido en nuestro primer encuentro. Algunos habían podido notar la escena, pero pocos se acercaban por el trato que había recibido el recluta anterior. Mi cara se transformó en una sonrisa agradable, mientras que mi mano se extendía hacía el hombre en un gesto amistoso. - ¡Señor tiempo! - concluía, mirando al joven marine cyborg, curiosamente teníamos más en común de lo que teníamos en el carácter, era una grata sorpresa reconocer a alguien entre tantas caras extrañas. Al ver que todo estaba en orden, unos chicos se acercaron para traer bebida, y para felicitarme, interesándose de como se podrían poner bajo mi tutela. - ¡Qué placer ver sus patas mecánicas por aquí! Cómo ha estado? - decía a modo de broma, realmente esperaba poder trabajar con él en el futuro aunque obviamente no le iba a obligar a ponerse bajo mi mando porque eramos amigos desde antes, pero reconocía que si me gustaría que eso pasara.
Pero mi atención y creo que la de todos aquellos que nos hallábamos ahí, hablando entre nosotros y en grupo, fue capturada por el recluta que gritaba mi nombre con decisión, sin más distinctivos y de una forma extrañamente familiar. Por desgracia yo fui la última en darse la vuelta, puesto que mi atención estaba en la conversación con el moreno, al cual ya llevaba mucho sin ver. Mis ojos se abrieron como platos, ya que era casi como un sueño tener a dos personas en un sólo momento. Dos queridos conocidos, del pasado, volvían a hacer parte de mi presente, aunque en aquellos momentos la vida había dado muchas vueltas. De un salto, agarrada al chico de dos metros, enroscando sus piernas en la cintura del recluta, y quedando en lado izquierdo colgada como un koala. Mi cara suspicaz miraba de manera larga, mientras que mi mano se acercaba a la mejilla del marine para estirarla en demasía. - ¿En verdad estás aquí? - decía con extrañeza. ¿Era en verdad Lance? Los demás se fijaron como mi capa barría el suelo y yo estaba colgada de uno de sus compañeros, en un acto increíble y salido de mis impulsos que aún no sabía controlar. Me aseguré bien que fuera él, mirando de frente y sin equivocarme. - ¡Eh, señor tiempo! ¡Mira que tenemos aquí! - decía mientras me ponía de pie aún agarrando su mejilla, haciendo que Lance se tuviera que agachar. - ¡Es mi amigo Lance! - sonreí de oreja a oreja antes de soltar su mejilla y revolotear su pelo con cariño.
Me había emocionado. Tenía miedo, pero en aquellos momentos todo eso se iba al garete, pues el encuentro con mis amigos era mucho más importante que los distinctivos, de alguna forma. Había hecho la decisión correcta. Unirme a la Marina ahora, valía la pena. Cogí los brazos de ambos, quedando en el medio. Los reclutas ya estaban susurrando lo natural que soy, y varias otras cosas buenas, mientras liberaban una mesa. -¡Vamos a hablar de negocios! - decía con voz decidida, mirando al frente y empezando a caminar, esperando que ellos me siguieran o si no los tendría que arrastrar conmigo. El hecho de encontrarmelos ahí no hacía más que motivarme, aún más, y de quitarme los posibles miedos que tenía al ingresar en la Marina. En la mesa de mis seguidores, varios chicos jóvenes se habían sentado, chicos a los que había traído un ápice de luz y pensaban que si yo podía ellos también. Me senté en la cabeza de la mesa, y ahí a mi izquierda y derecha habían dos sitios libres para mis compañeros. Las jarras de vino estaban ya delante nuestras, a lo que me limité a ponerme de pie y coger una. - ¡Chicos, a partir de hoy, haremos victoria! - grité entusiasmada, ahora mucho más segura de mi misma por estar acompañada. - ¡Vamos a demostrar al mundo que la juventud no ha perdido el interés, y no somos una pandilla de niños! ¡Nos haremos respetar a la fuerza! - gritaría para levantar la jarra y brindar con energía. Esas palabras venían desde el fondo de mi corazón aunque no me había metido en la Marina para eso, pero me había emocionado en el camino. Hoy era un día genial.
Y justo porque tenía ideales bien definidos, lo que pasaba metros más allá hacía hervir mi sangre. Un recluta, supondría, se tomaba la libertad de zarandear un hombre envuelto en una capa, visiblemente más bajo que él, en un acto de tiranía al que nadie contestaba. Mi capa blanca, con espuelas doradas se movía detrás mío mientras que yo, con paso firme e intentando no montar una escena, o quizás no estampar la cara del hombre contra el muro más cercano, me aceraba a la escena. Él, sin tener ningún tipo de poder para detectarme, seguía en su acto a mi vista, injusto, pero los que habían delante suyo, se tensaron y sus caras quedaron blancas como el papel. Con la palma abierta, azotaba la parte trasera de la cabeza en un gesto seco, atrayendo ingrata atención. - ¡Idiota! - exclamaba abriendo la boca de par en par. - ¡¿Qué estás haciendo?!- pregunté, mientras que el hombre se ponía tieso en un saludo militar. Las palabras no parecían salir de su boca, tan solo intentos fallidos. Las personas que habían alrededor estaban mirando perdidas, aunque mis ojos barrieron sus caras con recriminación por no haber intervenido antes. Lo empujé, para no tener que decir nada más y la mayoría se marcharon para perderse entre las filas de la fiesta.
Pero grande fue mi sorpresa cuando el hombre, que parecía tener mi altura e iba cubierto por una capa, se desveló de manera dramática para dejar a la vista el rostro fino del gentleman Tic Tac, al que había conocido no hacía mucho, en la isla Miroball. - ¡Woah! - me asusté un tanto, haciendo que un par de monedas caigan de mi monedero, del cual pretendía sacar unas cuantas por las molestias, y las cuales él había rechazado, recordándome lo sucedido en nuestro primer encuentro. Algunos habían podido notar la escena, pero pocos se acercaban por el trato que había recibido el recluta anterior. Mi cara se transformó en una sonrisa agradable, mientras que mi mano se extendía hacía el hombre en un gesto amistoso. - ¡Señor tiempo! - concluía, mirando al joven marine cyborg, curiosamente teníamos más en común de lo que teníamos en el carácter, era una grata sorpresa reconocer a alguien entre tantas caras extrañas. Al ver que todo estaba en orden, unos chicos se acercaron para traer bebida, y para felicitarme, interesándose de como se podrían poner bajo mi tutela. - ¡Qué placer ver sus patas mecánicas por aquí! Cómo ha estado? - decía a modo de broma, realmente esperaba poder trabajar con él en el futuro aunque obviamente no le iba a obligar a ponerse bajo mi mando porque eramos amigos desde antes, pero reconocía que si me gustaría que eso pasara.
Pero mi atención y creo que la de todos aquellos que nos hallábamos ahí, hablando entre nosotros y en grupo, fue capturada por el recluta que gritaba mi nombre con decisión, sin más distinctivos y de una forma extrañamente familiar. Por desgracia yo fui la última en darse la vuelta, puesto que mi atención estaba en la conversación con el moreno, al cual ya llevaba mucho sin ver. Mis ojos se abrieron como platos, ya que era casi como un sueño tener a dos personas en un sólo momento. Dos queridos conocidos, del pasado, volvían a hacer parte de mi presente, aunque en aquellos momentos la vida había dado muchas vueltas. De un salto, agarrada al chico de dos metros, enroscando sus piernas en la cintura del recluta, y quedando en lado izquierdo colgada como un koala. Mi cara suspicaz miraba de manera larga, mientras que mi mano se acercaba a la mejilla del marine para estirarla en demasía. - ¿En verdad estás aquí? - decía con extrañeza. ¿Era en verdad Lance? Los demás se fijaron como mi capa barría el suelo y yo estaba colgada de uno de sus compañeros, en un acto increíble y salido de mis impulsos que aún no sabía controlar. Me aseguré bien que fuera él, mirando de frente y sin equivocarme. - ¡Eh, señor tiempo! ¡Mira que tenemos aquí! - decía mientras me ponía de pie aún agarrando su mejilla, haciendo que Lance se tuviera que agachar. - ¡Es mi amigo Lance! - sonreí de oreja a oreja antes de soltar su mejilla y revolotear su pelo con cariño.
Me había emocionado. Tenía miedo, pero en aquellos momentos todo eso se iba al garete, pues el encuentro con mis amigos era mucho más importante que los distinctivos, de alguna forma. Había hecho la decisión correcta. Unirme a la Marina ahora, valía la pena. Cogí los brazos de ambos, quedando en el medio. Los reclutas ya estaban susurrando lo natural que soy, y varias otras cosas buenas, mientras liberaban una mesa. -¡Vamos a hablar de negocios! - decía con voz decidida, mirando al frente y empezando a caminar, esperando que ellos me siguieran o si no los tendría que arrastrar conmigo. El hecho de encontrarmelos ahí no hacía más que motivarme, aún más, y de quitarme los posibles miedos que tenía al ingresar en la Marina. En la mesa de mis seguidores, varios chicos jóvenes se habían sentado, chicos a los que había traído un ápice de luz y pensaban que si yo podía ellos también. Me senté en la cabeza de la mesa, y ahí a mi izquierda y derecha habían dos sitios libres para mis compañeros. Las jarras de vino estaban ya delante nuestras, a lo que me limité a ponerme de pie y coger una. - ¡Chicos, a partir de hoy, haremos victoria! - grité entusiasmada, ahora mucho más segura de mi misma por estar acompañada. - ¡Vamos a demostrar al mundo que la juventud no ha perdido el interés, y no somos una pandilla de niños! ¡Nos haremos respetar a la fuerza! - gritaría para levantar la jarra y brindar con energía. Esas palabras venían desde el fondo de mi corazón aunque no me había metido en la Marina para eso, pero me había emocionado en el camino. Hoy era un día genial.
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Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
Mis lágrimas de felicidad no parecían tener fin, sorprendentemente, mi respiración entrecortada y sollozos no hacían desaparecer esa sonrisa dedicada hacia mi vieja conocida. Los marinos que se encontraban a su alrededor me miraban con curiosidad, preocupación e incluso algunos se reían de mi por manifestar un acto de "debilidad" en un momento como este. Pero a mí sólo me importaba la reacción y reconocimiento de la rubia, quien fue la última en darse cuenta de mi llamado. Cruzamos miradas y entonces pude ver cómo sus dos ojos se abrían de sobremanera en señal de una profunda sorpresa. La cual pronto me invadiría a mí debido a la repentina acción de la luchadora.
En un movimiento rapidísimo y completamente impredecible, Kotori dió un salto hacia mi posición para quedar colgada cual koala, aferrándose con sus piernas rodeándolas por mi cintura. Inevitablemente, me sonrojé entre las lágrimas y mi semblante se volvió a uno sorprendido. La joven tomaría mi rostro con su mano para así verme bien de cerca, casi como si no pudiese creer lo que veía. Tiraba de mi mejilla, preguntando si realmente estaba ahí con ella. - ¡Hey, eso duele! Si no puedes creer que estoy aquí deberías ser tu la pellizcada. - le diría ahora con un semblante cálido y alegre, aún con algo de lágrimas en los ojos y enrojecimiento alrededor de los mismos para así tomar mi dedo índice y tocar su mejilla, no era una ilusión. - Ha pasado mucho tiempo, Kotori-san. - le volvería a decir de manera cálida ya más calmado a mi querida luchadora, dejando como esta manifestara el regocijo de volver a verme mediante sus peculiares juegos con mi cabello, llamando a otro marine que se encontraba presente para presentarme.
Limpiaría lo que quedaban de lágrimas y sonaría el resto mucosidades de mi nariz con sutileza para así ver al conocido de la luchadora, a quien parecía estimar bastante. - Es un gusto... Esto... ¿"Señor Tiempo"? - le hablaría con cordialidad a mi compañero recluta, nombrando con duda lo que parecía ser su nombre esperando al mismo tiempo ser corregido por el caballero, para luego quedar junto a la rubia, quien se aferraba de uno de mis brazos con una de sus manos y con la otra al elegante recluta. La luchadora quería hablar de negocios, no sabía a qué se refería, pero conocía su fuerza y no dejaría que me arrastrara cual muñeco de trapo, así que sin importar alejarme más de mis superiores, caminé a su lado hasta llegar a una mesa, llena de jóvenes. Allí se sentó en la cabecera, donde la seguí para quedar a su derecha con una leve sonrisa relajada y cálido semblante.
La joven diría unas palabras emocionantes, parecía tener algo en mente, no sabía qué era, pero ya me hacía una idea. Ahora que ella estaba en la marina y que tenía un cargo de suma relevancia planeaba no separarme de ella. La protegería y cumpliría con el anhelo que había tenido reprimido desde el día que la conocí. La rubia brindó con una jarra que se encontraba ahí, ante lo cual correspondí con un vaso con agua que había en la misma mesa con una sonrisa de oreja a oreja.
En un movimiento rapidísimo y completamente impredecible, Kotori dió un salto hacia mi posición para quedar colgada cual koala, aferrándose con sus piernas rodeándolas por mi cintura. Inevitablemente, me sonrojé entre las lágrimas y mi semblante se volvió a uno sorprendido. La joven tomaría mi rostro con su mano para así verme bien de cerca, casi como si no pudiese creer lo que veía. Tiraba de mi mejilla, preguntando si realmente estaba ahí con ella. - ¡Hey, eso duele! Si no puedes creer que estoy aquí deberías ser tu la pellizcada. - le diría ahora con un semblante cálido y alegre, aún con algo de lágrimas en los ojos y enrojecimiento alrededor de los mismos para así tomar mi dedo índice y tocar su mejilla, no era una ilusión. - Ha pasado mucho tiempo, Kotori-san. - le volvería a decir de manera cálida ya más calmado a mi querida luchadora, dejando como esta manifestara el regocijo de volver a verme mediante sus peculiares juegos con mi cabello, llamando a otro marine que se encontraba presente para presentarme.
Limpiaría lo que quedaban de lágrimas y sonaría el resto mucosidades de mi nariz con sutileza para así ver al conocido de la luchadora, a quien parecía estimar bastante. - Es un gusto... Esto... ¿"Señor Tiempo"? - le hablaría con cordialidad a mi compañero recluta, nombrando con duda lo que parecía ser su nombre esperando al mismo tiempo ser corregido por el caballero, para luego quedar junto a la rubia, quien se aferraba de uno de mis brazos con una de sus manos y con la otra al elegante recluta. La luchadora quería hablar de negocios, no sabía a qué se refería, pero conocía su fuerza y no dejaría que me arrastrara cual muñeco de trapo, así que sin importar alejarme más de mis superiores, caminé a su lado hasta llegar a una mesa, llena de jóvenes. Allí se sentó en la cabecera, donde la seguí para quedar a su derecha con una leve sonrisa relajada y cálido semblante.
La joven diría unas palabras emocionantes, parecía tener algo en mente, no sabía qué era, pero ya me hacía una idea. Ahora que ella estaba en la marina y que tenía un cargo de suma relevancia planeaba no separarme de ella. La protegería y cumpliría con el anhelo que había tenido reprimido desde el día que la conocí. La rubia brindó con una jarra que se encontraba ahí, ante lo cual correspondí con un vaso con agua que había en la misma mesa con una sonrisa de oreja a oreja.
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Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
El entusiasmo de la joven vice almirante era encomiable, demostrar tanto afecto por dos viejos amigos le llenaba de gusto. Aunque Johan era un hombre solitario, apreciaba a la poca gente que mantenía cerca y le parecía bello cuando la gente mostraba sus emociones con tanta naturalidad. La honestidad es un bien preciado, tanto como la amistad.
- Señor Tic Tac, mucho gusto.
Se presentaría con el joven Lance dándose cuenta que todavía la rubia no le había dado su nombre. ¿Cómo podía ser que una joven tan despistada hubiera ganado un puesto tan alto? Bueno, para el Señor Tic Tac era evidente: poseía un gran corazón acompañado de una fuerte voluntad. Algo así hacía destacar a cualquiera. Sonrió ante el comentario sobre hacer negocios, brindó con el resto y se sentó a mano izquierda de la nueva marine. De algún modo sintió que eso iba a marcar parte de su relación con la rubia de ahí en adelante.
- Señora mía, si esos negocios consisten, al menos en esencia, en unirse a su tripulación, delo por hecho. Siento una enorme curiosidad por ver sus métodos y tácticas, no veo mejor forma de ver su desarrollo en sus tareas que formar parte de su grupo el cuál, por lo que veo, se va quedando sin cupos libres a gran velocidad. Sería un honor trabajar para usted.
La contempló con cariño mientras sacaba el tubo de su manga, lo introdujo en el vaso que iba drenando el líquido rápidamente. Solicitó que se le sirviera un par de veces más. Hacía mucho que no sentía el sabor amargo del vino, ni su lado dulce, ya que estamos. El alcohol se había vuelto simplemente una fuente de energía para esos momentos en que necesitaba dar un plus, un 120% de sí mismo. Algún día encontraría una manera más práctica de lograrlo, o como mínimo menos peligrosa, mientras tanto tendría que ir tirando con lo que tenía.
- Señor Tic Tac, mucho gusto.
Se presentaría con el joven Lance dándose cuenta que todavía la rubia no le había dado su nombre. ¿Cómo podía ser que una joven tan despistada hubiera ganado un puesto tan alto? Bueno, para el Señor Tic Tac era evidente: poseía un gran corazón acompañado de una fuerte voluntad. Algo así hacía destacar a cualquiera. Sonrió ante el comentario sobre hacer negocios, brindó con el resto y se sentó a mano izquierda de la nueva marine. De algún modo sintió que eso iba a marcar parte de su relación con la rubia de ahí en adelante.
- Señora mía, si esos negocios consisten, al menos en esencia, en unirse a su tripulación, delo por hecho. Siento una enorme curiosidad por ver sus métodos y tácticas, no veo mejor forma de ver su desarrollo en sus tareas que formar parte de su grupo el cuál, por lo que veo, se va quedando sin cupos libres a gran velocidad. Sería un honor trabajar para usted.
La contempló con cariño mientras sacaba el tubo de su manga, lo introdujo en el vaso que iba drenando el líquido rápidamente. Solicitó que se le sirviera un par de veces más. Hacía mucho que no sentía el sabor amargo del vino, ni su lado dulce, ya que estamos. El alcohol se había vuelto simplemente una fuente de energía para esos momentos en que necesitaba dar un plus, un 120% de sí mismo. Algún día encontraría una manera más práctica de lograrlo, o como mínimo menos peligrosa, mientras tanto tendría que ir tirando con lo que tenía.
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Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
Su cuerpo había quedado entre dos hombres que superaban los dos metros. En verdad, pese a sus condecoraciones y su blanca capa de espuelas doradas, tan sólo era una enana rubia de pelo largo, que estaba casi colgando de los brazos ajenos. Más eso no la intimidaba. Desconocía la fuerza real del señor tiempo, pero si activaba su mantra podía sentir que la energía no era tan fuerte. Aún así, se sentía a salvo. Tener a dos amigos en aquellos momentos venía de perlas, puesto que se estaba sientiendo insegura ella misma. Buscaba la dorada cabellera de la persona que sí debería haber estado ahí, pero le era imposible vislumbrarlo entre la multitud. Su compañero no estaba ahí para felicitarlo, aunque él ya lo había hecho algunos días atrás, después de la batalla campal que ambos ganaron. Sin querer, la rubia estaba creando amigos a una velocidad impresionante. Sólo nueve meses después de sobrevivir al ataque que hubo en el templo, ya había encontrado a Simón, a Arturo, a Lance y a Tic-Tac. Y la verdad es que a cada uno de ellos, se acercaba de una forma diferente y especial.
Lance era tan sentimental como siempre, casí queriendo despertar el mismo efecto en ella misma. Su dedo había tocado su mejilla, en un gesto cariñoso y gracioso a la vez. Los reclutas ya se estaban imaginando cosas extrañas ante la muestra de cariño, y estaban susurrando entre ellos y dándose codazos. Obvio que, tener a la condecorada tan cerca de ellos, hacía que todas las miradas se vuelvan a ella. Y estar en el medio de dos casi gigantes, la hacía, cuanto menos, interesante. No se había dado cuenta de la pregunta que había hecho el ciborg. Lo cierto era que el estar con la emoción de la ceremonia y el encuentro de ambos, era fácil estar despistada ante pequeños detalles como ese.Lance simplemente se dejó llevar por su brazo hasta la mesa donde habían tres sillas desocupadas, mientras que las otras se iban ocupando poco a poco con más chicos jovenes que estaban curiosos por la recién llegada. El ciborg hablaba de unirse a su tripulación, cosa que hizo enarcar a la rubia una ceja. ¿A caso realmente tenía control sobre el tiempo? ¿Cómo lo había adivinado?
- ¿Cómo lo sabes? - su mueca de sorpresa era bastante obvia. Sólo había una persona que sabía sobre los planes, Arturo. Podía notar como él castaño sacó el tubo que alimentaba su circuito, para meterlo dentro del vaso y coger así, lo que le interesaba. Aún le parecía extraño, y miró de reojo a Lance, que esperaba que aún no hubiese tocado el alcohol. Se levantó apoyándose en la mesa, mirando la jarra que tenía delante Lance y hasta metiendo las narices ahí para olerla. Los suaves vapores de acohol abrían sus fosas nasales. Levantó las manos de la mesa y las volvió a apoyar, con fuerza, atrayendo así la atención de la mesa, y la del pequeño marine que había servido aquellas jarras. - ¡Oye, oye! Trae jugo para este chico. - se apresuró en decir, tomando la jarra que había en frente del marine y atribuyéndoselo, quedándo con dos jarras en frente de sus narices. Si bien conocía a Lance, este no debería ser permitido probar el acohol, ya que, a diferencia de su compañero ciborg, se emborrachaba con enorma facilidad. Tocó la mano de Lance un par de veces, disculpándose quizás o haciéndole saber que todo estaba bien. Esperaba no haber sido demasiado atrevida, pero se veía en el deber de cuidarle.
Empezó a dar sobro a su jarra de vino. - Como dice el señor tiempo, eso es lo que tengo planeado. Por lo que vi, la justicia está impartida mal, la mayoría de las veces. No me gusta estar bajo los mandos de nadie. - habló con sinceridad, realmente odiaba recibir ordenes. - Pero tampoco me gusta tener el mando. No se trataría exactamente de una tripulación, pero si de un grupo de amigos que intentan hacer el bien. Creo que suena mejor así y más sincero. Y tampoco nadie trabajará para mi, si no conmigo. No sé como será el futuro ni como saldrá esto, pero si todo sale como lo planeé, será divertido. - miraba a ambos. Había hablado en voz baja, con el cuerpo un tanto reclinado sobre la mesa, intentando que lo que estuviesen hablando no saliera de los seis oídos participantes a la conversación.
Lance era tan sentimental como siempre, casí queriendo despertar el mismo efecto en ella misma. Su dedo había tocado su mejilla, en un gesto cariñoso y gracioso a la vez. Los reclutas ya se estaban imaginando cosas extrañas ante la muestra de cariño, y estaban susurrando entre ellos y dándose codazos. Obvio que, tener a la condecorada tan cerca de ellos, hacía que todas las miradas se vuelvan a ella. Y estar en el medio de dos casi gigantes, la hacía, cuanto menos, interesante. No se había dado cuenta de la pregunta que había hecho el ciborg. Lo cierto era que el estar con la emoción de la ceremonia y el encuentro de ambos, era fácil estar despistada ante pequeños detalles como ese.Lance simplemente se dejó llevar por su brazo hasta la mesa donde habían tres sillas desocupadas, mientras que las otras se iban ocupando poco a poco con más chicos jovenes que estaban curiosos por la recién llegada. El ciborg hablaba de unirse a su tripulación, cosa que hizo enarcar a la rubia una ceja. ¿A caso realmente tenía control sobre el tiempo? ¿Cómo lo había adivinado?
- ¿Cómo lo sabes? - su mueca de sorpresa era bastante obvia. Sólo había una persona que sabía sobre los planes, Arturo. Podía notar como él castaño sacó el tubo que alimentaba su circuito, para meterlo dentro del vaso y coger así, lo que le interesaba. Aún le parecía extraño, y miró de reojo a Lance, que esperaba que aún no hubiese tocado el alcohol. Se levantó apoyándose en la mesa, mirando la jarra que tenía delante Lance y hasta metiendo las narices ahí para olerla. Los suaves vapores de acohol abrían sus fosas nasales. Levantó las manos de la mesa y las volvió a apoyar, con fuerza, atrayendo así la atención de la mesa, y la del pequeño marine que había servido aquellas jarras. - ¡Oye, oye! Trae jugo para este chico. - se apresuró en decir, tomando la jarra que había en frente del marine y atribuyéndoselo, quedándo con dos jarras en frente de sus narices. Si bien conocía a Lance, este no debería ser permitido probar el acohol, ya que, a diferencia de su compañero ciborg, se emborrachaba con enorma facilidad. Tocó la mano de Lance un par de veces, disculpándose quizás o haciéndole saber que todo estaba bien. Esperaba no haber sido demasiado atrevida, pero se veía en el deber de cuidarle.
Empezó a dar sobro a su jarra de vino. - Como dice el señor tiempo, eso es lo que tengo planeado. Por lo que vi, la justicia está impartida mal, la mayoría de las veces. No me gusta estar bajo los mandos de nadie. - habló con sinceridad, realmente odiaba recibir ordenes. - Pero tampoco me gusta tener el mando. No se trataría exactamente de una tripulación, pero si de un grupo de amigos que intentan hacer el bien. Creo que suena mejor así y más sincero. Y tampoco nadie trabajará para mi, si no conmigo. No sé como será el futuro ni como saldrá esto, pero si todo sale como lo planeé, será divertido. - miraba a ambos. Había hablado en voz baja, con el cuerpo un tanto reclinado sobre la mesa, intentando que lo que estuviesen hablando no saliera de los seis oídos participantes a la conversación.
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Re: [Prólogo] The ascension of the new Vice Admiral ~ The Raging Blonde!
La joven pudo notar un tanto mi inseguridad al momento de brindar, puesto que lo había hecho con un simple vaso de agua. Podía sentir el fuerte olor del alcohol, no me molestaba, pero hacía revivir en mi carne aquella horrible y vergonzosa experiencia con la misma luchadora hace mucho tiempo atrás. Ante esto, la nueva Vice Almirante llamó a un joven marine para que trajiera así jugo para aquellos que no bebía, osea, yo. Me daba un tanto de vergüenza, pero era lo correcto. Ante esto la rubia tomó mi mano y me hizo una señal casi como si estuviese diciéndome que todo estaba bien. Ante lo cual simplemente le sonreí de la manera cálida de siempre.
Entonces, la joven empezó a hablar sobre el motivo por el cual nos había reunido, aunque al aprecer aquel hombre llamado Tic Tac ya había suponido las intensiones de nuestra vieja conocida. Me encontraba expectante, mis ojos se abrían un poco más de lo normal y mi cálido semblante se transformaba a uno más serio, escuchando con atención las palabras de Kotori. Una vez que terminó, sonreí de oreja a oreja. - Sabes que iré contigo sin dudar. - respondí de manera cálida y contenta para así extender mi mano hacia la rubia esperando que la tomara para cerrar el pacto. Quedaría esperar las palabras del elegante sujeto que nos acompañaba, pero también sabía que su respuesta sería positiva.
Entonces, la joven empezó a hablar sobre el motivo por el cual nos había reunido, aunque al aprecer aquel hombre llamado Tic Tac ya había suponido las intensiones de nuestra vieja conocida. Me encontraba expectante, mis ojos se abrían un poco más de lo normal y mi cálido semblante se transformaba a uno más serio, escuchando con atención las palabras de Kotori. Una vez que terminó, sonreí de oreja a oreja. - Sabes que iré contigo sin dudar. - respondí de manera cálida y contenta para así extender mi mano hacia la rubia esperando que la tomara para cerrar el pacto. Quedaría esperar las palabras del elegante sujeto que nos acompañaba, pero también sabía que su respuesta sería positiva.
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