On Day Like these.. [Pasado]

Es impresionante lo que está a punto de suceder…. Después de todo lo que he pasado, parece que finalmente ha llegado mi día. Mi pecho no deja de latir, mis nervios están de punta. Las cosas finalmente se están dando y es increíble. No puedo dejar de sonreír, de alegrarme, de sentirme satisfecho conmigo mismo. Lo que comenzó como un chiquillo llorón, cada vez estaba mas y mas cerca de convertirse en un gran héroes. Pero claro, no es solo decir y ya, hay que trabajar, hay que luchar.. ¡Ahí voy!. Merodeaba por las calles de aquella base marine, una de las más grandes e importantes del mundo. ¿Para que era? Al parecer los altos mandos han estado pendiente de mi informe, pero según me dijeron, posiblemente aumentarían mi rango… Finalmente dejaría de ser un simple teniente a algo más concreto y con más poder. ¡Capitán! Me agrada como suena, como se oye, y también me reconforta…

Había algo que cruzaba mi mente mientras me dirigía a las oficinas de oficiales. Pues, pronto vendría una fecha especial… Pronto llegaría cierto día que nunca he podido olvidar, cierto día que quedo marcado en mi mente por siempre. Un cumple años especial, en aquel sitio. Suelo volver a a veces con la esperanza de reencontrarme con aquella niña… Pero los informes dictan que todos en ese templo habían muerto, no quedo ni uno solo sobreviviente…. ¿Pero su cuerpo? Nunca hubo un cuerpo ni nada que demuestre que ella… Ladeaba mi cabeza para desechar esa idea, no necesito nostalgia por los momentos. Debía alégrame…. ¿No? Finalmente lo he logrado… Dar otro paso… Dar un paso en mi vida para llegar a mi meta. –Teniente Teppelin.- Diría una voz femenina de manera tranquila, mientras me acercaba. –Aquí estoy.- Decía levantando la mano, mi expresión estaba serena, debía mostrarme un poco serio y calmado. –El vicealmirante le esta esperando en su oficina.- En ese momento trague saliva mientras transpiraba un poco. –E-Esta bien.- Decía asintiendo con mi cabeza para aproximarme a la oficina del Vicealmirante… ¿Qué ocurrirá?

Aquel dia, realmente no tenía idea de con que me toparía. El detalle es que estaba tan nervioso y alegre, estaba claro de por que me llamarían. Entraría por la puerta, caminaría hasta aproximarme al escritorio y elevar mi mano derecha a mi frente. –Teniente Teppelin, presentándose.- Me paraba firme, para que aquel hombre alto y robusto. Vicealmirante Berkman. El hombre sostenía un puro entre sus labios. Vestido completamente de blanco, además de tener aquella enorme capa blanca con espuelas doradas en sus hombros. Detrás de dicha capa escrito su rango “Vice-Almirante” –Oh, Teniente Teppelin. Puede descansar.- Diría de manera calmada mientras bajaba mi mano y asentía con la cabeza. –En que puedo servirle, señor.- El hombre parecía revisar unos documentos hasta que abriria cierto expediente (El mío) –Bien Teniente. Seré Breve ya que tengo una reunión pronto. La marina ha estado muy pendiente de sus últimos movimientos, y ha decidió premiar sus gratos esfuerzos. Sabemos que ha trabajado duro por la paz, por preservar y cuidar los intereses de quienes confían en nosotros y por su puesto, la marina.- Cerraría el expediente para luego ponerse de pie y extender su mano con un rostro amable. –Sin mas preámbulos, me complace felicitarlo. “CAPITAN” Teppelin.- En ese momento no sabia que decir… Realmente… Realmente era cierto lo  que me habían dicho. Una sonrisa se dibujaría en mi rostro,  y respondería con un fuerte apretón aquel gesto. -¡Muchas gracias señor! ¡Prometo que no les defraudare! ¡Prometo ser el mejor y hacer lo mejor, señor!-

El hombre soltaría unas cuantas carcajadas ante el momento. Aunque no paraba de decirme que le gustaría celebrar o hablar conmigo mas a fondo. Pero lamentablemente tiene una reunión. Quizás, si quería podía esperarlo en el comedor de oficiales. Donde mas adelante el trataría de llegar. -¡Por su puesto señor! ¡Sera todo un honor!- Respondería de manera alegre, mientras nos retirábamos ambos de la sala, para dividr caminos. Ahora solo tenía que  ir a la sala de oficiales… Que nervios, es la primera vez que entro a una… Seguro me encontrare a los mas grandes y famosos marines del mundo. Y yo… Solo soy un chico…. ¿Qué pasa Simon? ¡No tema! Has enfrentado pirata sin parar estos últimos meses. No pasara nada con los tuyos… Al llegar y abrir las puertas del comedor de solo oficiales de altos rangos, no podía dejar de sentirme nervioso, de todos modos nadie parecia notarme. Simplemente iria hasta el final del lugar, sentándome lo mas apartado que pudiera. Realmente no queria llamar mucho la atención…

Había pasado unos meses desde que había ascendida al puesto de Vicealmirante, tiempo en el cual tomó sus lecciones y se las pasó viajando de un lado a otro hasta llegar al cuartel marine más importante del mundo: Marineford. No sabía muy bien cual era el papel que debía de jugar en aquel cargo. Había tomado clases, ciertamente, pero no la dejaron muy bien parada. Vivía en Marineford desde hacía unos días. Muchos papeles que completar, y , desde que al Almirante le gustaba su letra, se las pasaba escribiendo reportes. No había pensado que sería así. Ya se imaginaba peleando con muchos piratas y teniendo acceso a muchos documentos oficiales. Lo último, si bien lo tenía, había otro problema. No tenía tiempo para ello. Cuando todo el mundo dormía ella también lo hacía, puesto que caía casi en coma cada vez que tocaba la cama. Y es que tener un cargo tan importante no era cosa para niños, y seguramente no era cosa para una persona como Kotori tampoco, pero poco a poco intentaba moldearse a ello. Sus planes seguían en su cabeza, guardados como algo especial que debía ser protegido de todo el mundo. No había encontrado aún a nadie que tomara parte de ello. Quizás Jagger, en un pasado. Pero tampoco había vuelto a tener mucho contacto con él, así como con Illya, que había desaparecido sin rastro alguno.

El sol daba comienzo a un nuevo día lleno de ilusiones, por decirlo de alguna manera, aunque no para la rubia. Su cuerpo había cambiado un tanto, recubierto por piel artificial, que la hacían parecer una muchacha normal. Aunque no era visible, seguía siendo lo que era, por lo cual no cambiaba nada para ella. Seguía sin sentir con sus prótesis, y no importaba lo que tocaba, el tacto era inexistente. Por otro lado su pelo había sido acortado bastante, casi recordando a aquellos días en el templo, cuando era considerada un chico. Pero la diferencia entre ella y un hombre era bastante visible al ojo libre, no solo por el kimono femenino de color negro que llevaba, si no también por su físico. Atrás había quedado la niña que jugaba al escondite con el pequeño Simón. Vaya... Simón. Había perdido parte de sus recuerdos en el año de sus catorceavo cumpleaños, por lo cual recordaba poco o casi nada sobre él. A veces, tenía la impresión de que tan solo se había tratado de su imaginación o quizás de uno de los monjes que habían muerto en el templo, poco menos de un año atrás. Parecía que solo desgracias pasaban en lo que su maestro había decidido ser su cumpleaños, desde luego no lo había vuelto a celebrar desde que se convirtió en cyborg.

Sus pasos se encaminaron a la sala de reuniones. Otra reunión. A penas sabía de lo que estaban hablando ahí, pero al parecer tenía que hacer acto de presencia, de modo obligatorio. Vestía un kimono blanco, en aquel día, con la capa de los honores necesarios a su posición, puesto que era un día especial: habían nombrado a varios en posiciones importantes, por lo cual se lo tomó como un festejo. Pero grande fue la sorpresa al encontrarse a la gente tan aburrida como siempre, sentada a una mesa en forma de ovalo, con jarras de agua y vasos en frente. ¿Agua? Sí, tal y como suena. Atrás había quedado el vino y las carnes grasientas que se encogían con el calor de la barbacoa. Solo se trataba de una reunión normal, quizás más aburrida que la anterior, por lo cual simplemente se puso cómoda donde habían un par de capas blancas más, y esperó. Entraron más, y poco a poco todos los sitios quedaron ocupados. Ya era hora de empezar. Su gato estaba asomando la patita entre las telas blancas, haciendo que la muchacha meta la mano dentro de su ropa, para jugar un poco con Momo. Mientras que los demás hablaban, ella tan solo apoyó un codo sobre la mesa, mirando con aburrimiento dentro de su kimono, mientras que el gato le devolvía la mirada.

- Así que habrán cambios en la administración de las tripulaciones. También se reducirán los tiempos de espera de... - sí, protocolos y muchas más cosas que no presentaban ningún tipo de diversión. - Ahora, a votar quien está en contra. - ni había entendido lo que estaban diciendo, pero al ver que la mayoría de los vicealmirantes levantaba la mano, ella también lo hizo, para luego volver a meterla en su ropa. Aquella vez, cuando miró en su interior, el gato sujetaba en sus dientes una bolsa de bolitas de chocolate recubiertas en distintos colores, la única cosa que la podía alegrar. Y es que a veces metía dulces en sitios recónditos, especialmente en su única manga, o en su obi rosado. Era extraño porque no llevaba esa kimono desde hacía bastante, quizás justamente por eso la bolsa había quedado en el olvido. La sacó con cuidado, y llevó su mano hacia abajo, intentando abrir la bolsita sin causar ruido. Pero como era de esperar, silencio y Kotori no era palabras que se llevaasen especialmente bien, por lo cual, en un exceso de fuerza, la bolsa se rompió, haciendo que la veintena de bolas dulces cayeran por el suelo. Su mano quedó a la vista, rascandose la nuca y mirando a su alrededor, haciendo como que investigaba para ver el culpable, al igual que los demás. Cuando la conmoción había paso, su cuerpo se deslizó hacía abajo, recogiendo una por una las bolitas, algunas metidas entre las piernas de los participantes. Se estiró más de la cuenta, para coger el último dulce, que había justo entre las piernas de un hombre de pantalones azules. La más alejada de todos los chocolates, había hecho que su cuerpo pierda equilibrio, hasta el punto de tener que apoyarse sobre la bota del mismo. Su cara, entre las rodillas del hombre, se había tornado casi morada.

Literalmente he estado en muchas islas, misiones y situaciones de riesgo… Pero nada me intimidaba mas que estar en una sala de oficiales con tantos héroes y guerreros afamados de la marina. Aun alejado, algunos rumores se colaban, por lo que yo era capaz de oírlos, además de murmuros sobre mi, y que hacia ahí. Trataba de despejar mi mente y pensar en otra cosa, por lo menos las cosas no puede empeorar. Por lo menos Boota estaba calmado durmiendo en los bolsillos ocultos de mi gran chaqueta azul emblemática de mi imagen. Aquella que uso mi hermano la última vez que le vi… De todos modos, solo era cuestión de esperar al Vicealmirante tal y como había acordado, y luego podría retirarme, y supongo que tal vez celebrar mi aumento de rango.

El lugar era realmente aburrido, pero tenso para mi por ser el mas bajo de entre los oficiales. Realmente no se por que mi superior se le ocurrió esto, hubiera preferido ir solo a casa. Trataba de mantenerme positivo, era lo mejor que podía hacer en estas situaciones, aunque realmente las cosas pronto terminarían por complicarse. Un momento recuerdo que miraba con atención infórmenos, esquemas y estadísticas muy importantes de los últimos meses e incluso tiempo. Realmente ahora que soy capitán debo tomar mas enserio dichos informes, pero bueno… Algo extraño haría que mi atención se desviara y mis ojos se abriesen como platos -¡¿Qué!?- Grite indignado, cosa que termine tapándome la boca y mirar a todos con miedo, obviamente me había ganado sus miradas. –Lo… Lo siento…- Ahora, me preguntaba mas que había ocurrido… Pues.... Algo literalmen "habia" tocado mi entrepierna con violencia... Pues, evidentemente con mucho cuidado comencé a mirar por debajo de la mesa sin inclinarme, lo único que pude ver fue parte de la tela blanca de “alguien” lo cual me puso a pensar que se trataba de un oficial, y además su cabello rubio… “Oh dios no… ¿Qué que esta pasando??? ¿Qué debo hacer? ¿Qué significa esto para empezar? ¿Realmente dicho oficial esta haciéndome lo que yo pienso??? ¡¿Por qué?!

Asustado, incomodo y totalmente confundido. Trataba de ocultar tales emociones pero mi rostro no podía evitarlo… Realmente no sabía que hacer, básicamente me quedaría helado mientras los nervios me confundían…. -¿Q-Que hace….?- Finalmente, el que hablaba en la reunión me tomaría distraído y dirigiría la palabra. –Señor. ¿Lo he visto alguna vez?- Diría el Vicealmirante a cargo de la reunión, yo nervioso respondería. –S-SI… B-Bueno no. Recientemente fui ascendido a capitán, por el Almirante Ryan… Realmente, el me dijo que le esperara acá. Pero si es molestia me retirare.- El hombre me miraría de manera despectiva, y diría. –¿Su nombre? ¿Rango?- Rápidamente aprovecharía para levantarme y asi alejarme básicamente podría hasta golpear con mi rodilla a “esa persona” por la velocidad y no calibre. -¡Tenie…! ¡Capitán Simon D .Teppelin! Recientemente he recibido el acenso señor… Señor, ¿Puedo ir al baño?-

 El hombre enarcaría una ceja, le parecía ridícula mi actuación, actuaba como si fuera una especie de recluta novato, y realmente olvidaba que era un capitán. –Si… Supongo que puede…- En ese momento sentiría que el alivio reinaría mi ser, y salida totalmente apresurado de la puerta básicamente al cerrarla, pegaría mi espalda a ella como si hubiera saludo de un gran apuro. Suspiraría e intentaría calmarme, para luego comenzar a merodear por los pasillos de aquel lugar, volvería en un rato que me calmase, iría al baño tal y como había dicho… Trataría de relajarme un poco y llenarme de valor en el, por los momentos Boota estaba dormido, y prefería que asi fuese. Finalmente regresaría del baño luego de un rato. Me sentía mas calmado y menos precipitado, finalmente tomaría asiento, parece que nadie observo ni noto mi llegada… Simplemente me sentaría, sin hacer ningún gesto ni decir nada, solo con mi cabeza agachada muerto de la vergüenza…