[Presente] Aprendiendo a ser fuerte ( Priv Kaelia - Gwynbleidd)

Kaelia contempla el puerto desde el barco soñando con todo lo que todavía está por llegar. Aparta un mechón de pelo mientras siente volar el resto de su cabellera al viento. Había tardado años en conseguir esa longitud, pero, una vez habían escapado de su hogar el proceso había sido mucho más fácil ya que no era constantemente asiedada por sus padres para que se lo cortara.
Es temprano en la mañana así que tendrán todo el día para conocer el pueblo. Siente la madera bajo sus manos, astillada por el uso y el clima, con la firme decisión de conseguir un navío propio pronto. Los ojos se le iluminan con una profunda pasión mientras divaga en estos asuntos provocando que algunos tripulantes la miren raro. Imagina el navío grande, imponente, pero delgado para que navegue con velocidad. Tendrá un sistema de propulsión que ella misma debería poder potenciar usando la fruta guru guru. Sus velas, piensa, ondearan al viento siempre que tome un descanso llevándola a nuevos mares, a islas misteriosas y destinos perdidos con los que solo puede soñar ahora.
Sin embargo, todo debe llevar una progresión, ella lo sabe así que junto a su hermana escogieron esta isla para mejorar sus habilidades combativas. Busca con la mirada a posibles okamas que puedan enseñarle las maravillas de ese arte marcial tan característico que solo unas pocas elegidas pueden dominar.
Cuando el barco encalla, se detiene justo a tiempo para caer en cuenta. "¿Dónde coño está mi hermana?"

Escucha una melodía lejana cantada con una voz inconfundible. "¡Gwyn!" piensa inmediatamente y corre hacia una multitud de marineros que rodeaban a su agraciada hermana. La contempla entre los hombres con una sonrisa cálida mientras los encandila con sus dotes de sirena agradecida de haber crecido con ella, recordando esos momentos en que cantaba sin que supiera que Kaelia la espiaba. Cuando termina, se acerca a ella por un lado logrando sorprenderla brevemente, la toma de la mano y jala de ella con fuerza para llevarla hacia el puerto.

Tras el descenso, la dirección parece perder el sentido dado que están en una isla que desconocen por completo. Sin embargo, tras recorrer unas pocas calles, llegan a una plaza donde un grupo de hombres gime, vitorea e insulta enervados por el fragor de batallas entre especialistas de diversos artes marciales.

- Parece que llegamos justo a tiempo.

Tira de su hermana mientras aprovecha su estatura para pasar entre la gente a modo de cuña asegurándose un lugar en primera fila. La batalla que se libra ahora le cautiva de inmediato: un okama está luchando contra un marine. No podría ser más épico. Tras apartar la mano del soldado, el okama da una vuelta con una gracia imprevista para después devolver el golpe con una patada justo en la zona de las rodillas logrando que se destantee momentáneamente. Toma fuerza nuevamente para dar otra vuelta y darle, ahora sí, en los hombros logrando que el hombre caiga al suelo. Una serie de comentarios de admiración surgen entre la multitud mientras ven el descenso del marine al suelo. El joven travesti voltea a la multitud ofreciéndole una reverencia. Sin embargo, el vencido siente que todavía no ha terminado la batalla, se levanta rápido y, avisando previamente a su contrincante, le lanza una serie de golpes rápidos. El joven esquiva este, aquél y otro más pero no por mucho tiempo. Eventualmente, un golpe consigue aterrizar en su rostro tras lo cuál se queda como congelado. Un ominoso silencio se cierne sobre los observadores. La cara del joven ha quedado magullada y este solo responde con un comentario de desaprovación lleno de ira contenida:

- La cara no, ¡de eso vivo!

Los golpes que siguen son demasiado rápidos para comentarlos, el marine simplemente termina desplomándose en el suelo, sin levantarse esta vez. Tienen que venir algunos de sus compañeros a ayudarlo a ponerse en pie con la cara convertida en un cardenal morado e hinchado.

Kaelia voltea a su hermana y le comenta rápido que la verá en la noche en el puerto para buscar un hotel mientras sale corriendo en busca de quien, si hay suerte, será su siguiente maestro. En el transcurso de la persecución, choca con un espectador joven con un rostro llamativo. Le pellizca una nalga y le susurra:

- Mi hermana dijo que estabas lindo...

Le guiña un ojo de pasada para luego hacerle señas a su hermana para que hable con él. ¿Por qué? Porque Kaelia no es feliz si no introduce algo de caos en la vida de su hermana.

Tras pellizcar suavemente las nalgas del joven, Kaelia sale en busca del hombre que espera acepte ser su maestro. Corre tras el okama mientras grita "señorita" una y otra vez. Cuando se da por aludido, se voltea a ver como la joven se detiene frente a ella respirando fuertemente debido a la carrera.

- Señorita... Quiero... Quiero que me entrene...

Agitada, levanta la cabeza para contemplar al travesti con una mirada de fuego.

- Hay fuego en ti, sin duda, pero no sé si tengas lo necesario para el okama kenpo, cariño.

Sin más ceremonias, Kaelia se alza la falda dejando ver el bulto en las bragas. Maravillada, el travesti observa la escena lo justo para darse cuenta que la cosa va en serio pero antes que alguien lo acuse de pervertido... Bueno, de... Bueno, ya entiendes.

- Bueno, lo tienes, ¿pero qué tan fuerte eres? No sé si tengas el potencial, amorcito. El okama kenpo es más que una danza delicada, necesita fuerza, control, nervios de acero y un par de pelotas bien puestas... Aunque eso último ya hemos visto que lo tienes. Veamos, dame tu mejor patada.

Una vez más, Kaelia no duda y lanza su pie derecho con toda su fuerza hacia el tórax del travesti quien lo detiene sin problemas... Pero la pequeña no está satisfecha y hace girar su cadera en la dirección opuesta usando su fruta. El golpe va con gran fuerza y velocidad, parece que este va a impactar pero el travesti lo esquiva sin problemas.

- Mañana, en la dirección de mi tarjeta, a las 7 am. Sé puntual, hermosa flor de pitiminí.

Tras darle la tarjeta, se aleja en un contoneo muy particular...