[Tarea: Recuperando Información - PARTE 2] Sniffing around ~ [AIRU]

por Invitado Mar Mar 07, 2017 9:49 pm

Habían pasado varios días desde que habíamos dejado con mi compañera la ciudad de Notice en el North Blue realizando un molesto trabajo de recuperación de documentos sumamente importantes para los erúditos de Ohara. Por fortuna, y gracias a mi felina acompañante, fuimos capaces de dar con uno de los ladrones y recuperar parte de la información, no sin antes estar a punto de comprometer la vida de un viejo herrero producto de la sed de sangre de la peligris. Por suerte, mis palabras y por sobretodo mi cuerpo habían servido para aplacar sus instintos asesinos y ansiedad durante todos los días que estuvimos zarpando hacia nuestro nuevo destino y donde esperábamos encontrar el resto de información que tendría el compañero de ese joven marine: El Reino de Lvneel. Territorio que jamás había tocado, pero si escuchado un montón de historias sobre su riqueza, sería un buen lugar para encontrar un trabajo mejor que estar buscando papeles cual inocente recolector de basura.

El sol de la mañana entraba por la ventana de nuestro camarote, llegando directamente hacia mi rostro. Estaba dormido en la cama, completamente desnudo y, por supuesto, lleno de heridas, mortones, rasguños, sangre seca en mi piel y en las blancas sábanas. Nada del otro mundo, puesto que a mi lado esperaría encontrar a la joven espadachina, quien posiblemente tendría sus emociones e instintos mucho más controlados. ¿Iría a perder los estribos durante la cacería en esta nueva isla? No tenía idea, pero no dudaría en hacerla volver a la realidad de la forma que fuese.

No quería levantarme, el dolor de mis leves y superficiales heridas en conjunto con la presencia de mi compañera me hacían sentir básicos deseos de revivir todo lo que habíamos estado haciendo estos días. Pero antes de que pudiera despertarla para seguir con la acción, pude escuchar el grito de uno de los tripulantes que se encontraba en la cubierta. "Tierra a la vista". Ya me encontraba sobre la peligris, mi boca estaba semi-abierta a pocos centímetros de su cuello, anhelando besar y morder la misma zona. Pero ahora sería yo quien debería esperar, puesto que debíamos prepararnos para desembarcar en una isla completamente desconocida y al mismo tiempo también para poner a prueba nuestra paciencia, puesto que encontrar a un hombre en un enorme reino no sería muy sencillo. Por ello, luego de esperar su reacción, pasaría por encima de ella por sobre la cama esperando despertarla si es que no lo hacía, para así ponerme de pie y empezar a vestirme. - Vamos, ya estamos aquí. - le diría a la felina espadachina con mi tono de voz de siempre para así cargar mis armas aún a medio vestir, solamente con mis pantalones y botas puestas. Una vez listo, esperaría a que esta lo estuviera para salir del camarote y bajar del barco cuando este llegara al puerto.

Nuestros pies finalmente tocarían tierra desconocida. ¿La primera impresión? Era casi como un nido de hormigas, había mucho movimiento y ruido de los diversos comerciantes que se ubicaban en la misma zona portuaria. ¿Dónde podríamos comenzar? Eso deberíamos verlo a continuación.

por Invitado Miér Mar 08, 2017 3:18 pm

Podría haber jurado que en algún momento sentí la respiración de alguien encima mío, por lo que sentí la necesidad de moverme de manera incómoda para poder dormir sin problemas. Pronto escucharía la voz de Daddy, mucho antes de que mis ojos se abrieran. Mi cuerpo estaba dolorido, pero satisfecho. Los días que habíamos pasado recorriendo el camino hasta Lvneel habían servido para calmar mis ansias y devolverme a un estado natural de equilibrio. Casi la había cagado en aquella herrería. Tenía en cualquier momento la capacidad de parar, pero se me hacía difícil, por eso casi siempre Donner estaba alrededor. Era complicado hacer misiones con ese tipo de impulsos, y mucho más cuando se trataba de que la presa debía permanecer viva. Abrí los ojos de manera débil, para esconder la cara rápidamente entre las sábanas. Podía escuchar los gritos sobre tierra a la vista, y también sabía que había que irnos. El olor a sangre aún permanecía en el camarote, y todo estaba descolocado de sitio. No habíamos salido de ahí en algunos días así que mi cuerpo estaba algo entumecido. No obstante, el ejercicio físico no faltó en aquellos días, así como tampoco faltaron las muestras de cariño violentas y el hecho de hacer planes para nuestro próximo destino.

Lvneel. No había querido decirle antes, pero ya había estado ahí. Había visto toda la ciudad desde mi jaula, y muchos habían pagado para verme también. La capital de la isla era una mezcla de gente de diferentes transfondos, pero muy curiosos y ricos, capaces de poder comprar cualquier cosa extravagante y pagar para ver cualquier cosa que estaría de moda. Mi dueño por aquel entonces había sacado una suma importante de ahí. Pasé en Lvneel un año, antes de que la Marine hubiese empezado a hacer preguntas sobre las dudas que tenían. Miraba por la ventana de manera perdida, mientras me estaba vistiendo. Aún sabiendo que él me esperaba, me estaba tomando mi tiempo. ¿Cómo pisar la tierra de Lvneel y no matar a todos? Sonreí mientras frotaba mi cabeza contra su espalda. Estaba lista para ello. Mi mano se aferraba a su brazo por un momento. Era obvio el hecho de que no me hacía gracia estar ahí. Normalmente mostraba bastante emoción al ver una isla nueva, la única vez que realmente mostraba que algo me gustaba, más ese no era el caso. Poco a poco mi cuerpo se acostumbraba a la sucia tierra del reino. La gente como siempre, estaba en el puerto, y hasta podía ver como diferentes mercancías estaban siendo traídas desde tierras lejanas. Lvneel era una capital para el mercado en los blues, y podías encontrar cualquier cosa que deseabas. La gente era muy curiosa ahí, pese a la diversidad de razas y la gente. - ¿Por dónde empezamos? - pregunté, preparada para seguirle ahí donde fuese necesario. Si había una cosa buena de mi antigua visita ahí, era que conocía un poco las calles de aquel molesto reino.

por Invitado Vie Mar 10, 2017 8:08 am

Había llegado la hora de empezar a buscar y registrar la zona, vaya mierda. Lo único bueno que rescataba de todo esto, aparte de la paga que recibiríamos, era que ya teníamos una pista con la cual comenzar, el nombre del marine que buscábamos que habíamos obtenido de los registros robados por mi compañera que ya se encontraba a mi lado preguntando por dónde comenzaríamos. Ante esto suspiré un poco, miré a mi alrededor, mi vista se perdía entre tanta gente que transitaba por el lugar. – Ya tenemos el nombre del marine, vamos a preguntar ahí. – le respondí con un tono de voz serio, grave y algo ronco sin mirarle, manteniendo mi forma de ser fría y empezar a caminar hacia una taberna de mala muerte que se encontraba no muy lejos de ahí. De seguro había un montón de ratas y marineros de toda clase, pudriéndose en su borrachera. Sería buen lugar para empezar y hacer las primeras preguntas de rigor.

Empecé a caminar de manera lenta, pasando a llevar a más de alguna persona que en su andar se topaba conmigo, mirándome de manera agresiva y molesta ya que me encontraba caminando en contra de todo el flujo de gente hacia nuestro punto de interés. No le daba importancia, la gente se daba media vuelta a gritarme e insultarme, ante lo cual debía mantener la calma, no debíamos montar un espectáculo y menos entre tantos civiles que podrían reconocernos. No era el momento. Seguí caminando, esperando que mi compañera hiciera lo mismo para así llegar finalmente hacia el horrendo y descuidado recinto. Al entrar, pude ver un montón de hombres sucios bebiendo, peleando y festejando. El hedor a licor y otros desechos metabólicos era bastante molesto. Me acerqué lentamente a la barra, donde fui atendido particularmente por una chica alta y esbelta. - ¿Qué puedo hacer por ti guapo? – me preguntó al mismo tiempo que se asomaba por la barra al mismo tiempo que se me insinuaba directamente posando su mano sobre mi mejilla.

No me molestó la manera en la que se acercó, pero sabía que a alguien más si podría. Sin apartar su mano de mi rostro, hice mi pregunta. – Estamos buscando el cuartel marine, tenemos una misión. – le hablé con mi tono de voz de siempre, esperando que me respondiera sin demora, pero lo que obtuve a cambio fue algo completamente inesperado. – Te diré lo que quieras sólo si pasas un rato a solas conmigo. – terminaría por decir e insinuar mostrando levemente su escote y guiñándome el ojo. No parecía querer hablar de buena forma, bueno, el ofrecimiento tampoco era malo pero ya tenía un presentimiento en cómo podría afectar esto a mi felina compañera.

por Invitado Sáb Mar 11, 2017 11:08 am

Esperé a que el se decida. Realmente no sabía que quería hacer, estaba aún algo débil, aunque estaba reponiendo fuerzas. Era como salir de un cocoon a la intempérie. Mi cuerpo ya no estaba acostumbrado al sol y a la luz, por lo tanto me sentía un poco deshubicada mentalmente. Aún así tenía una clara idea del terreno en el que nos hallábamos. Sabía que Lvneel no era un sitio peligroso, así que estaba un tanto relajada. Ciertamente teníamos los nombres, ahora sólo tocaba investigar, y eso no era mi punto fuerte. El hombre que me acompañaba, era el que hacía los planes. Daba la orden y yo seguía. Ser un seguidor quiere decir que no tienes obligaciones, y es lo que a mi me gustaba. Hacer el trabajo por el que era contratada; tan solo un trabajo. Mientras que Donner hacía todo lo demás. Quizás por eso hacíamos una buena pareja de caza, porque sabíamos bien nuestros roles. Él era el líder, el macho alfa, y yo no me interponía en su camino ni me salia de su palabra, normalmente. Entramos en el sitio que el escogió. A veces pensaba que habían cosas que hacía a posta, especialmente las cosas que sabía que le molestaban. Como la que estaba haciendo en ese momento.

Mi mirada aburrida, como siempre, estaba barriendo la zona. Sabía que no tenía nada que hacer hasta dentro de un rato, así que me dedicaba a ver como los hombres y las mujeres que no tenían más preocupación que respirar, gastaban sus miserables vidas encerrados en una taberna. Era extraño desde mi punto de vista, y poco util, tener una libertad de la que no te sabes aprovechar. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Pero en fin, el caso es que de alguna manera llegamos a la barra, donde una mujer de mi altura, con unas curvas exageradas y un escote pronunciado, tocaba la cara de Daddy quien tan solo pretendía preguntar por el marinero, o al menos eso es lo que habíamos establecido. Mi mirada desinteresada se encendía con un toque de atención. Mi mano ya estaba colocada sobre mi tsuba, como de costumbre, así que tan solo miré un poco. ¿A caso la mujer no se había dado cuenta de mi presencia? ¿A caso Donner lo estaba haciendo a posta? No lo pensé dos veces antes de que, con una rotación de mi muñeca, desenfundar mi katana para asistir un corte limpio, justo por la muñeca de la mujer, a un centímetro de la nariz de mi compañero. La acción, provocó un viento que revoloteó los pelos de ambos. No dije nada, quizás y por la agilidad de mis manos, no había atraído la atención de nadie, aún.

Me di la vuelta y empecé a caminar con tranquilidad hacía la salida, mientras que mi capa ondeaba atrás de mi cuerpo. No tenía los atributos de esa mujer, pero igual me molestaba pasar desapercibida. Al momento que bloqueé la entrada, pude escuchar el grito ahogado de la mujer. A veces, ser cazador no se trataba solo de recolectar información, y mucho menos para mi. Porque no decirlo, la mujer me había enfadado. - ¡Ya! Todos tranquilos antes de que pierda la paciencia. -obviamente los demás se habían enterado de que algo paso. Tenía que calmar los espíritus antes de que se salga del control. Y si el marine estaba ahí, mejor aún. Un hombre se tiró en un ataque frontal, mientras que solo levanté mi pierna para colocar una de las mesas en posición vertical y estampársela en la cara. - Como os revolucionéis, estén seguros que no tendré piedad, ratas inmundas. - mencioné, desenvainando mi katana con tranquilidad.

por Invitado Sáb Mar 11, 2017 7:46 pm

La mujer parecía ir en serio con sus palabras, a las cuales, yo simplemente no daba importancia, puesto que sólo quería escuchar la información que andaba buscando. Pero claro, a cierta persona no le parecería para nada el actuar de la chica al otro lado de la barra. Suspiré nuevamente, cerrando mis ojos, sintiendo como un aura asesina era emanada desde mis espaldas. Sabía lo que estaba por venir. Entonces, sentí una leve ráfaga de viento que acarició mi flequillo desordenado, junto con esto, pude sentir cómo una sustancia líquida llegaba a mi rostro, el cual no tardaría en escurrir por mi mejilla. Al abrir los ojos, pude ver la escena. La mujer que me estaba intentando ligar gritaba desesperada al mismo tiempo que con su mano ilesa tomaba la extremidad cercenada. La gente estaba empezando a asustarse y a exaltarse, a tal punto que uno de los presentes se avalanzó sobre mi compañera, pero sólo se llevó un golpe con una mesa que la misma espadachina le aventó con facilidad. La joven intentaba calmarlos a todos, la idea no era formar un alboroto, pero la gente del lugar parecía estar acostumbrada a esa clase de cosas.

- Que alguien detenga su hemorragia. - diría de manera fría, seria y calmada mirando a un viejo que se encontraba acercándose a la mujer, parecía ser el dueño, si no quería que esa puta muriera desangrada, más le valía hacer algo al respecto. Tomaría la mano recién cortada de la mujer como si nada para así lanzársela al mismo viejo. Si quería conservar parte de su movilidad, más le valía ponerla en hielo al instante. Suspiré nuevamente para retirar una de mis pistolas, dejándola a la vista sin apuntar a nadie, era más bien por protección en caso de que una de esas basuras se atreviera a atacarnos. - Estamos buscando a un marine llamado Marc Ros, si nos dan una pista prometo que mi compañera no cortará sus cabezas. - hablaría en voz alta, fría y amenazante a todos los presentes para así ver cómo algunos de las personas se agrupaban de manera sospechosa, ante lo cual simplemente disparé mi arma en medio de los sujetos. - Quietos, sólo quiero nombres. - terminé por decir para así ver como uno de los hombres se ponía de pie entre la sorpresa de aquel disparo de amenaza, tenía las manos en alto y su semblante manifestaba claramente rabia.

- Lo conozco, pasa algo de tiempo en este lugar cuando no anda patrullando, sus padres tienen una panadería en el centro de la ciudad. Estuvo lejos de la isla un tiempo, pero no sé más. - hablaría algo avergonzado al estar dando información de su conocido a quienes parecían ser sus verdugos. La gente a su alrededor lo miraba con enfado, de seguro le recriminarían aquello después de que nos marcháramos, pero eso ya no sería nuestro asunto.

Teníamos la información que buscábamos, ahora sólo quedaba salir de ahí lo antes posible, puesto que no sabíamos si las personas en ese nido de ratas tomarían represalias o avisarían a las autoridades. Caminé hacia mi compañera para poner mi mano sobre su hombro, indicando que ya estaba todo bien y que era hora de marcharnos. Luego de que envainara su espada, saldría tranquilamente como si nada del recinto para caminar hacia el centro de la ciudad.

por Invitado Miér Mar 15, 2017 4:28 am

Todo había acabado antes de que pudiese tomar más que su mano. Daddy empezó a hablar de nuevo, de una manera fría pero directa. La gente le hacía caso por ser realmente imponedor, mientras que yo tenía que hacerme notar mediante mis acciones, normalmente. No es que me moleste, pero la gente me medía las fuerzas y el carácter quizás por el aura aburrido que tenía. Pude escuchar el disparo que calmó los espiritus de muchos de aquella sala, aunque la mayoría aún estaban mirando con rabia a ambos. Obviamente, eso no intimidó a ninguno, simplemente limpiaba mi filo mientras que él amenazaba para sacar la información deseada. Ser un cazador no era fácil. No se trataba solo de matar a izquierda y a derecha. Si eso hubiese sido fácil lo harían muchos. Pero necesitabas usar la cabeza. Mientras que yo no tenía esas veleidades, estaba totalmente confiada en él. Por eso casi nunca iba por mi cuenta muy lejos, ya que habían altas posibilidades de equivocarme. Al parecer Ros era nativo de aquella isla, y los padres tenían una panadería en el medio de la ciudad. ¿Me sonaba de algo ese nombre? A simple vista no, pero igual estaría pensando en ello mientras seguía a mi moreno, cuya mano sentí en mi hombro indicándome que era tiempo de marchar.

Caminamos con facilidad hacia la ciudad, aunque no hubiese sabido la ciudad, no había pérdida. Todos los caminos llevaban al centro de la ciudad, lleno de diferentes tiendas y muchísima gente. Básicamente podías encontrar de todo ahí, y seguramente hacer alboroto no era una opción. - ¿Entonces esta será la última parada? ¿Después iremos de vuelta a Ohara verdad? - pregunté mientras miraba al frente, aún con las manos sobre las tsubas de mis armas. Sabía que el factor sorpresa era odioso, así que esperaba que no me tomase nada desprevenida. Y es que sabíamos que los hombres de aquel bar podrían habernos seguido o quizás avisar las autoridades. Quien sabe. La ciudad a simple viste se veía bastante guardada, y la era. Pero aún así, en medio de la ciudad, habían muchas injusticias que se llevaban a cabo justo bajo sus narices. No hablamos mucho, el trayecto había sido corto y quizás nosotros tampoco es que fuesemos los más conversadores. La principal panadería de la ciudad tenía el logo dorado, tallado en madera, y un interior lujoso se veía a través de las ventanas. Aún así, antes de entrar miré alrededor. ¿Era esa en verdad? Habíamos visto varias alrededor, pero no sabíamos donde entrar. - Vamos a ir un poco más adelante, por si acaso. - susurré dudosa. Equivocarse y montar un show en el sitio menos apropiado, podía ser malo para nosotros. Además no me convencía que su familia fuera tan rica y robase unos documentos, seguramente por dinero.

Cogí la mano de Donner, y empecé a olisquear alrededor, ahí donde olía a pan y harinas. Al cruzar la calle, me paré en seco. Moví la nariz gentilmente y retrocedí un par de pasos. Ahí, entre dos edificios, en una pequeña callejuela, apartada de los ojos visitantes, había una campanita que sonó, típico de cuando abres las puertas en las tiendas. A unos metros de nosotros, una señal que ponía "Ros Bakery" . Le enseñé con el dedo a mi compañero, seguramente deberíamos probar ahí y ver que tal. Desde luego el nombre cuadraba. Entramos para ver el interior. Algo no más grande que un cuarto, con diferentes panecitos, sin tortas ni otra cosa más. Parecíamos una simple pareja, aunque algo no tan normal. Había un cliente, y la mujer que atendía se veía pasada de los cincuenta, con cara triste y aburrida. - Aquí es. - le susurré, esperando nuevas órdenes.

por Invitado Dom Mar 19, 2017 2:48 pm

A medida que caminábamos por la ciudad, pude escuchar la voz de mi compañera preguntando si esta sería la última parada de nuestra tan tediosa y aburrida misión. Terminando por preguntar si iríamos a Ohara para entregar los documentos que andábamos buscando. Ante eso, pensé un poco, recordando lo que había leído en parte de los documentos secretos que habíamos recuperado, era una información valiosa y sumamente importante, posiblemente podríamos obtener un excelente precio por ella. - Aún no. Primero quiero ver cuánto pueden llegar a valer esos papeles. - le comentaría a mi compañera, haciéndole entender inmediatamente que no volveríamos a Ohara inmediatamente con los documentos de esos aburridos y arrugados erúditos.

Luego de tanto caminar entre las calles de la ciudad, estábamos cerca, puesto que mi compañera había cogido mi mano para así llevarme con ella. Estaba haciendo uso de aquellos instintos y sentidos salvajes que tanto me gustaban, eran útiles, pero por sobretodo, era emocionante y sobretodo excitante ver cómo la joven dejaba salir aunque fuese un poco ese lado tan básico. Me estaba dejando llevar por ella, hasta que finalmente nos metimos a una callejuela en la cual se encontraba ubicada la panadería que buscábamos. Entramos y tan sólo había una persona ahí comprando algo de pan. El lugar no se veía muy grande, estaba un tanto descuidado y la vieja que atendía el lugar parecía estar sumamente aburrida.

La persona que acababa de comprar salió por la puerta, pasando lejos de nosotros e intentando no hacer contacto visual debido a nuestra intimidante presencia. La señora suspiró, no parecía tener miedo de nosotros. Miraba a todos lados, cada rincón de tan descuidado recinto esperando encontrar alguna pista del marine que buscábamos. Me acerqué al mostrador luego de que no encontré nada relevante. - Estamos buscando a Marc Ros, venimos del cuartel general y tenemos una misión para él. - mentí a la vieja con ese tono de voz frío, grave, ronco y aparentemente amenazante, esperando que creyera mi lamentable y barata historia. Esta simplemente suspiró, casi como si estuviese deseando que en ese momento se le fuera la vida. - Ese bueno para nada de mi hijo debe estar acampando a las afueras de la ciudad. - comentaría molesta la vieja arrugada para así encender un cigarrillo y fruncir el ceño tanto que le hacían aparecer más arrugas, era desagradable.

- ¿Dónde se encuentra exactamente? - terminaría por preguntarle de la misma manera anterior para luego ver cómo la señora exhalaba el aire del cigarrillo hacia arriba para luego mirar hacia abajo, juntar aire y suspirar nuevamente. - En el bosque, a orillas del río, hay un sendero en la salida norte de la ciudad que los llevará hacia allí. - terminó por soltar lo que estaba esperando, ante lo cual simplemente di media vuelta y salí del lugar, tomando un par de hogazas de pan y dejando unos cuantos berries por ello en el mostrador. Sin dar las gracias, simplemente salí del recinto esperando que mi compañera me siguiera. Una vez afuera, le dí una hogaza a ella para empezar a caminar hacia el punto que había indicado la vieja panadera.

por Invitado Dom Mar 26, 2017 6:56 am

Un kilómetro de piel demás. Así era como la persona que teníamos delante, se encendía un cigarrillo ante la pregunta de mi pareja, cuyo ardor de dinero le había llevado a pensar que quizás podíamos pasar más tiempo de lo esperado por aquellos lugares, intentando descubrir el real valor de aquellos documentos que tanto habíamos intentado obtener. Más allá de eso, aquello se estaba volviendo bastante entretenido. Hacía bastante que una misión no nos llevaba de una isla a otra, y al fin y al cabo, rastrear era lo mío. Disfrutaba de ello en cierto modo aunque de alguna u otra forma, nada se podía comparar con el sabor de la muerte, en cualquiera de sus fases. Miré aburrida, como de costumbre, mientras que el mentiroso estaba de nuevo, consiguiendo cosas por su "carisma". La mujer, lejos de estar intimidada, soltó la información con cierta rapidez, permitiéndonos irnos de aquel sitio antes de lo previsto. Mis pasos siguieron a Donner, quien había cogido algunas hogazas de pan y ahora estaba caminando hacía las afueras de la ciudad. Seguramente esta sería nuestra última parada antes de empezar a averiguar el precio de aquello que teníamos entre las manos. ¿Qué pensaba hacer? Sabiendo su amor por los berries, me estaba haciendo una idea.

- Mira, un gatito. - apunté con el dedo índice, en algún sitio cercano al río, el hombre estaba haciendo tiempo pescando quizás, y leyendo algo con sumo interés. Me tapé la boca con la mano y reí por lo bajo, entusiasmada. Empecé a agitar mis piernas una y otra vez. - Yo, yo ,yo ,yo ,yo. - como si se trataba de una niña pequeña esperando la oportunidad de jugar. Solo bastó un pequeño señal con su mano, para que me agache como un felino y me arrastre entre los yerbajos como una serpiente hasta llegar a mi presa. Su olor era dulce y atraía mis sentidos de la misma manera que lo había hecho la panadería. Seguramente había estado ahí donde nosotros entramos, poco tiempo antes, juzgando por el olor de su ropa. De manera sigilosa, y con mi cuchillo en la mano, me abalancé sobre su espalda, en un abrazo caliente y muy muy íntimo. Estaba de rodilla en su torso, y él sentado intentando leer aquello que podía ver por encima de su hombro. - Vaya, vaya. - mi boca se acercó a su oreja, tomando su lóbulo y chupándolo, mientras que el cuchillo apuntaba en aquel sitio que todo hombre temería perder. - Si te estás quieto, te dejaré un chupete después- mi antebrazo apretaba su cuello contra mi cuerpo, de manera que respirar se estaba haciendo difícil. - ¿Qué quieres? ¡Te estas metiendo con la persona inadecuada! ¡Tengo contactos! ¡Soy el gran Marc, muy conocido y respetado! ¿Cómo te atreves? - mi boca se curvó en una sonrisa al escuchar sus palabras. Un hombre alto y fornido, exactamente como me gustaban a mi. Su cuerpo, por el peso, debería llevar bastante sangre como para embadurnarme en ella. - Claro, mi amor. Claro. - apretaba el cuchillo exactamente entre sus huevos, rozándoles con suavidad y causando pequeños cortes superficiales, que seguramente dolerían más de la cuenta juzgando por su cara.

por Invitado Mar Mar 28, 2017 10:28 pm

Airu y yo seguíamos caminando por aquel poblado, siguiendo las direcciones de esa vieja amargada y mañosa, lo que nos llevó a salir de la ciudad para empezar a caminar por un sendero entre un fresco y denso bosque. A medida que caminábamos podía sentir cómo el sonido característico del fluir de un río se hacía cada vez más presente, hasta que de pronto mi compañera señaló con su dedo índice nuestro objetivo. Suspiré, puesto que parecía ser que el tipo se encontraba tranquilamente leyendo algo a orillas del río, completamente despreocupado. Era hora de actuar, pero claro, bien sabía que mi felina y salvaje compañera sería la primera en desear entrar en acción.

La conocía bien, puesto que su actitud infantíl rogando casi por mi permiso para abordar a su manera al marine, ante lo cual simplemente suspiré con un semblante serio, aparentemente amenazante y un tanto aburrido para así asentir con la cabeza y levantar mi mano, una simple señal que de seguro la llenaría de alegría. La peligris, de manera sigilosa, se escabulló cual animal salvaje entre la vegetación hasta llegar a la posición de nuestro objetivo, en un feroz y amenazante agarre, imposibilitó cualquier posible reacción del marine, puesto que acercó su cuchillo hacia sus testículos. Caminé a paso lento hacia su posición, puesto que sabía que aquel tipo no se movería de allí, al menos no con sus bolas intactas.

Al llegar, me puse a un costado, evitando así que pudiera verme con claridad. El hombre gritaba de dolor, Airu le estaba realizando cortes superficiales en esa zona tan sensible, lo ideal para empezar a pedir lo que necesitábamos. - Será mejor que nos des los documentos de Ohara que robaste, si no quieres terminar con tus bolas en rodajas. - amenacé a aquel sujeto sin demora y sin siquiera mirarle. El marine, entre lágrimas de dolor y desesperación intentaba dar con mi cara, más no lo lograría. - ¡¿Qué quieren?! ¡No se de qué hablan! - el marine estaría jugando a ser valiente e intentar mentirnos, pero la evidencia estaba clara, puesto que lo que se encontraba leyendo parecía ser parte de los documentos que buscábamos. Se los arrebaté, pero era nada más que la mitad, el resto de seguro los habría escondido como lo hizo su compañero.

Pese a que habíamos encontrado parte de los documentos que tenía el marine, este parecía no querer revelarnos la ubicación del resto. Por ello, simplemente le toque el hombro a mi compañera para llamar su atención y hacerle un movimiento con mi cabeza para que fuera más severa con su tortura. Algo que sin duda sería maravilloso para ella.

por Invitado Miér Abr 05, 2017 5:48 pm

Cuando alguien está feliz haciendo algo, se le nota en la cara. Y es que así se me notaba a mi en ese momento. Una sonrisa larga y mis ojos azules brillando dentro del ambiente claramente sensual, con tintes masoquistas. Su cuerpo estaba tan pegado al mío, que podía sentir su corazón latiendo justo encima del mío, aún estando el marine de espalda. La verdad es que poco me importaba de donde eran, o cuales eran sus ocupaciones. Marines, piratas, revolucionarios. Hasta civiles y cazadores. Todos tenían un sabor y un olor diferente, que me gustaba. Y es que para estar saludable, necesitaba una dieta equilibrada. Desde que había partido de Notice, no había comido ni un poquito de carne humana. No es que fuera necesario, era un gusto adquirido que me gustaba conservar, de alguna forma. Aparte de eso, que mejor cosa que comer partes de una persona cuando esta está mirando sorprendida y aterrada. La verdad es que lo que están haciendo los demás, no era intimidar. Era asustar un poco, como algo para niños. Pero lo que en verdad daba miedo, repulsión, y asco, era lo que yo hacía. Mi pequeño encanto natural.

Su cuerpo se intentaba zafar, pero a cuanto más se movía, más pequeños cortes estaba consiguiendo sobre sus pequeños y asustadizos huevecitos, cuya piel acariciaba mi filo haciéndome sentir los pequeños temblores a través de mi cuchillo. Mi lengua salió para lamer su mejilla mientras Donner estaba pidiendo aquello que habíamos venido buscando. Obviamente los encontró pese a la negativa del "gran Marc" quien, con toda su influencia y reputación, al parecer prefirió quedarse quieto, peso de mis encantos. Me levanté un poco sobre mis rodillas, haciendo que su cuerpo se doble hacía atrás, formando un arco con su espalda, y, tal y como sentí la mano del moreno sobre mi moví mi muñeca de forma circular, cortando de golpe el testículo derecho, bajo la mirada impotente del marine. Lo clavé en mi cuchilla, mientras que este chillaba como un cerdo en el matadero, y después lo solté para agarrar una parte del órgano con mi mano. Obviamente por ese entonces, Marc estaba básicamente en estado de shock, y poco se podía mover. Llevó su mano a su entrepierna, más solo para constatar de que uno de sus huevos estaba faltando. - Pero mira que tengo aquí Daddy. Un huevo. - dije divertida, mientras agarraba con mis dedos una parte que colgaba con líquido, para romperla y hacer que el mismo caiga sobre la cara del marine justo a algo de sangre.

- Parecía que te gustaba el juego... pequeño Marc. - sonreí, desechando la parte en la cual el semen había estado guardado. Podía sentir el olor a sangre, más allá de ver como el órgano estaba dando pequeños espasmos aún fuera de su cuerpo. Era como comerse una ostra. Suave pero esponjosa, delicada y suculenta. Lo metí en mi boca entero, pues no quería desperdiciar ni un poquito de aquella carne. No era novedad que los humanos coman los testículos de algunos animales, porqué no hacerlo con los humanos también? - Ah... - suspiré como quien come un Ferrero Rocher. - Mmm... - parecía que no podía parar, el sabor era demasiado para un festín tan corto. Quería más.¿Me había dado permiso, verdad? Seguro que sí, seguro que podía. Un poquito más no le haría daño a nadie. Se podía escuchar una risita de niña juguetona, que pronto se convirtió en macabra. Ahí, en los confines del bosque, mis dientes se clavaron en su cuello, sin poder evitarlo, para romper con frialdad un trozo de su yugular antes de que Donner se diese cuenta. La sangre invadió mi boca, haciendo que mi entrepierna se cerrase bajo los espasmos involuntarios. Una vez más, estaba metiendo la pata.

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