Año 230 D.D.G
Tras un periodo de paz el nombre de un sujeto comenzó a surgir entre los piratas hasta hacerse de un renombre mundial… Norman D. Gold, un pirata que en un par de años alcanzó el poder suficiente para consagrarse como un emperador pirata y eventualmente para ser nombrado como rey de los piratas al haber reunido un tesoro inconcebible al cual se le otorgó el nombre de “One Piece”. Durante años el Gobierno hizo uso de todos sus recursos para acabar con este hombre per todo fue inútil y decidieron simplemente dedicarse a contener sus ataques. Gold sin embargo, no parece interesado en destruir al Gobierno o en atacar a sus instituciones, sino más bien en continuar explorando el mundo no conocido estableciendo con su poder una estabilidad no vista antaño en el mundo de la mano de todas las demás facciones. ¿Serás parte del mundo y su avance?. Seguir leyendo...
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Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
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Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
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Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
Verano, Día Soleado
2:40 p.m, afueras de Ciudad Blanca
2:40 p.m, afueras de Ciudad Blanca
Los pasos del Albino eran dados con cierto recelo, no pensaba encontrarse navegando los mares inferiores tras haber experimentado la vida en el Grand Line, más sin embargo había comprendido que ciertas cosas eran necesarias para poder avanzar, como por ejemplo dar un paso atrás. Aún se encontraba aprendiendo muchas cosas, los cambios que sucedían en su vida eran importantes, incluso lo más banales a los ojos ajenos. De modo que sus pasos no solo le llevaban con lentitud hacia la ciudad sino que también le obligaban a mostrar un paso peculiar, su mirada se posaba a la distancia notando como las personas caminaban ajenas a todos los problemas, claramente Henry no deseaba generar conflicto con nadie, su visita era meramente informativa y quizás comercial, si las condiciones apropiadas se formalizaban durante su estadía en aquel lugar. El Rey astro iluminaba con furia sus prendas, así como también su piel pero el muchacho parecía inmune a sus efectos, careciendo de sudor o molestia alguna frente al imponente ardor que se elevaba desde el suelo a raíz del soberano de los cielos, su espada que típicamente yacía en su siniestra, y en ocasiones especiales en su diestra, ahora permanecía oculta debajo de la gabardina, nadie sabía exactamente donde pues no era visible al muchacho caminar, más la misma se encontraba en la espalda del pirata, de forma invertida donde el mango se dirigía hacia la cintura de este y no había necesidad de elevar los brazos para librarla de su guarda y posarla frente a un adversario que pudiese presentarse frente a el, no que fuese necesario en esos días más siempre era favorable tener la habilidad de defenderse.
La posición de su espada no era definitiva, en realidad, se trataba de algo posiblemente de una sola ocasión debido a que el muchacho pretendía mostrarse completamente ajeno a los problemas en aquella isla y frente a los empresarios de la misma, si bien estos sabían que el se encontraba armado, no agitaría su arma frente a nadie dado que no pretendía hacer daño o mal, sino más bien negocios tal cual había sido estipulado antes. Un posible inconveniente era la recompensa por su cabeza, actualmente su valor había aumentado sustancialmente, al menos en referencia a lo convencional en aquellas islas menores, esperaba no encontrarse con problemas mientras estuviera allí más si estos conseguían alcanzarlo, nuevamente era favorable tener acceso a su filo de manera rápida y sencilla. Atravesar las puertas de entrada de la ciudad fue el primer paso a la aventura comercial que tendría Sinclair, sería la primera vez que haría una transacción legal, puesto que deseaba mantener un bajo perfil y el asunto que pretendía construir, necesitaba que fuese intocable dado que constituiría un regalo por lo que no podía ser algo que estuviesen buscando o que pretendiesen recuperar, necesitaba ser propio de la persona que posteriormente lo obtendría.
Una vez dentro, su andar era distinto, se sentía más relajado, más libre. La alegría de la ciudad era contagiosa y sus preocupaciones fueron disminuyendo grandemente al tiempo que se movía entre las calles, muchos establecimientos ofrecían productos aparentemente de calidad, otros sustento bien merecido tras la caminata, las personas no parecían importarles la presencia de aquel extraño hombre y luego el pirata recordó que existía el crimen en la isla, solo que de menor categoría y mientras el albino no hiciera nada extraordinariamente dañino, no molestaría realmente a nadie con su presencia, aún si algunos le evitaban o guardaban cierta distancia con el mismo. Lo que buscaba el samurái era un sitio que vendiese el producto sin alterar, podría decirse que pensaba usar sus propias habilidades para concretar el obsequio, sentía que sería un detalle extra si ponía su propia marca en la construcción del mismo por lo que buscaba un establecimiento que lo tuviese sin tratar, más siendo nuevo en la zona y desconociendo realmente el proceso para conseguir todo lo que pretendía del modo honorable, el muchacho no tuvo otra opción que preguntar a quienes le rodeaban. -Disculpen, disculpen- El oji-azul no pasaba de verbalizar dicha palabra antes de notar como los habitantes le ignoraban o se alejaban por lo que no continuaba sino que retornaba a la misma en miras a llamar a la atención de algún buen samaritano.
InvitadoInvitado
Re: Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
2:50 p.m, dentro de un local de tradeo y venta.
El local sin duda tenía de todo, desde venta de artilugios hasta otras más curiosas y cachivaches sin igual, además de ser pequeño el local no midiendo más de diez metros por diez, cosa que hacía que se viese más que repleto de cosas puestas en estanterías y otras colgadas de aquí a allá, la gente se pasaba por ahí para buscar cualquier necesidad y a diferencia de ellos me encontraba ahí para vender alguna que otra cosa. Antes de llegar a la isla había tenido la oportunidad de robar algo a un par de extranjeros en mi anterior paradero, así que intentaba sacar algo de dinero a favor para ver si llenaba más de la cuenta mi bolsillo. Sabía muy bien que no obtendría mucho dinero por simples tonterías, pero me asegurarían lo suficiente para subsistir por una semana o menos. – ¿Es todo? – Le pregunte seco y sin miramientos, quería más que lo que me estaba dando y través de la intimidación intentaba lograrlo, no era fácil y al final no obtuve nada más que el mismo precio establecido, así que no había más remedio para intentar ganarle a alguien dedicado a este tipo de negocios desde quien sabe cuándo. Tome el dinero que se me había ofrecido, antes de que no hubiese ni dinero ni más lugares donde ofrecer aquellas prendas de presunto oro, tampoco podía desaprovechar oportunidades simples como las que se me ofrecía.
Hacia algo de calor afuera y se podía notar al cómo se concentraba esta pesada aura dentro del local, que al estar casi estallando de objetos indeseados terminaba por ser algo sofocante. Así que salir por algo de aire era la mejor opción y si era rápido sería más relajante, vestir aquellas prendas debajo de la armadura samurái llegaba a ser un poco tedioso cuando el ambiente no colaboraba – Esto se supone que debe darme un buen almuerzo. – Murmuré, decidido a gastar la mitad de lo que había obtenido para darme aquel lujo tan carnal como realmente me apetecía. Podría sacrificar un poco de mi lujo alimenticio para que se alargase más el dinero, pero sinceramente no lo haría, después de todo muchos años internado en mi isla natal, donde comía de la basura y lo poco que obtenía me había enseñado que… Hay placeres que si se pueden dar, no se deben negar.
Vestía como siempre con aquellas ropas holgadas y negras debajo de aquella armadura samurai, misma que carecía de casco y protectores de piernas y antebrazos, mientras mi katana la tenía ajustada a mi cintura de forma que con mi diestra pudiese desenvainarla al sujetar la funda con la izquierda. No sabía cuán peligrosa era aquella isla, pero de todas formas no dejaba de estar preparado para cualquier situación que se me presentase, así que mientras pudiese mantener un supuesto perfil bajo sería mejor para mí, después de todo esperaba que fuese normal que tipo excéntricos vestidos de rojo pasasen por ahí. – No se lo cree nadie. – Murmuré entre dientes, no para bajar mi confianza sino porque era la cruda realidad a la cual me presentaba, así que tendría que lidiar con cualquier pobre diablo que tuviese las agallas para intentar algo contra mí.
Observaba la gente ir y venir a mí rededor, acumulándose en algunas zonas mientras otro parecían poner mucha atención en quienes pasaban, un grupo pequeño que podrían ser cazadores, enfrentarles solo era sin duda un lió incluso para mí, si lograba darles la oportunidad de intervenir mi estilo con la katana, tendría severos problemas. Al final decidí ir en dirección opuesta, podría tomarme más conocer la isla pero así evitaría un enfrentamiento innecesario y sobre todo no gastaría energías imponiéndome cuanto me fuese posible.
Hacia algo de calor afuera y se podía notar al cómo se concentraba esta pesada aura dentro del local, que al estar casi estallando de objetos indeseados terminaba por ser algo sofocante. Así que salir por algo de aire era la mejor opción y si era rápido sería más relajante, vestir aquellas prendas debajo de la armadura samurái llegaba a ser un poco tedioso cuando el ambiente no colaboraba – Esto se supone que debe darme un buen almuerzo. – Murmuré, decidido a gastar la mitad de lo que había obtenido para darme aquel lujo tan carnal como realmente me apetecía. Podría sacrificar un poco de mi lujo alimenticio para que se alargase más el dinero, pero sinceramente no lo haría, después de todo muchos años internado en mi isla natal, donde comía de la basura y lo poco que obtenía me había enseñado que… Hay placeres que si se pueden dar, no se deben negar.
Vestía como siempre con aquellas ropas holgadas y negras debajo de aquella armadura samurai, misma que carecía de casco y protectores de piernas y antebrazos, mientras mi katana la tenía ajustada a mi cintura de forma que con mi diestra pudiese desenvainarla al sujetar la funda con la izquierda. No sabía cuán peligrosa era aquella isla, pero de todas formas no dejaba de estar preparado para cualquier situación que se me presentase, así que mientras pudiese mantener un supuesto perfil bajo sería mejor para mí, después de todo esperaba que fuese normal que tipo excéntricos vestidos de rojo pasasen por ahí. – No se lo cree nadie. – Murmuré entre dientes, no para bajar mi confianza sino porque era la cruda realidad a la cual me presentaba, así que tendría que lidiar con cualquier pobre diablo que tuviese las agallas para intentar algo contra mí.
Observaba la gente ir y venir a mí rededor, acumulándose en algunas zonas mientras otro parecían poner mucha atención en quienes pasaban, un grupo pequeño que podrían ser cazadores, enfrentarles solo era sin duda un lió incluso para mí, si lograba darles la oportunidad de intervenir mi estilo con la katana, tendría severos problemas. Al final decidí ir en dirección opuesta, podría tomarme más conocer la isla pero así evitaría un enfrentamiento innecesario y sobre todo no gastaría energías imponiéndome cuanto me fuese posible.
InvitadoInvitado
Re: Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
Las personas no parecían desear acercarse al muchacho, realmente este no sabía porque debido a que no presentaba en ninguna forma una amenaza para los habitantes de aquella ciudad, con el paso de los minutos decidió silenciar su voz e intentar encontrar el lugar por su propia cuenta más cuando finalmente se había rendido y optado por hacer lo necesario, una mujer se detuvo tímidamente a media distancia del albino, observando al mismo de arriba a abajo y sosteniendo con fuerza unas bolsas que cargaba al tiempo que entrecerraba sus ojos y se fijaba en la mirada del pirata y en su semblante, podría decirse que intentaba descifrarlo y se le dificultaba por no decir que le era casi imposible hacerlo, de modo tras unos instantes comenzó a asentir y libró un suspiro de su cuerpo al tiempo que comenzó a hablar. La voz de esta mujer era hermosa, como lo eran la mayoría de voces femeninas, más la de aquella joven era distinta en cierto modo nostálgica, le tomo unos momentos a Henry discernir que se trataba de alguien que era una madre, por lo que su tono era especial, se trataba de un sonido que solo quienes poseen descendencia podrían entonar.
-Te escuche hablar y note como buscabas algo o a alguien. ¿Puedo ser de ayuda?- Dijo al tiempo que se mantenía cautelosa frente al peliblanco, no la culpaba, era un extraño en una isla peculiar y su porte era poco convencional además de que había cierto aura sobre el chico que simplemente invitaba a alejarse de su persona lo más posible, se requería cierto valor y atrevimiento como para iniciar la conversación con Sinclair, en especial porque las cosas ciertamente habían cambiado desde la ultima vez que se encontró en publico, incluso el mismo hombre percibía al mundo de una manera distinta. Habiendo escuchado a la mujer, y su ofrecimiento, le dedico una sonrisa y sin realmente moverse de su posición y tan solo cambiando la posición de sus manos de manera lenta y suave, comenzó a explicarle a esta lo que buscaba de forma tanto verbal como no verbal. -Tengo la intención de comprar plomo ámbar en una considerable cantidad, quisiera que fuese puro y sin tratar para realizar una construcción de mi propia mano, ¿Donde podría adquirir tan peculiar material?- Tras formular la pregunta, Henry se dedico a esperar la respuesta de la mujer mientras sus ojos se posaban a la distancia en otro elemento fuera de lugar, se trataba de un sujeto con armadura carmesí que caminaba por las calles disfrutando de si mismo, una espada se encontraba a plena vista en su cintura y por el modo en que los muchos reaccionaban a su paso, era casi evidente que se trataba de un pirata más podría estar errado, luego esperaba ser capaz de confirmar una u otra cosa.
Para cuando la fémina termino de contestar, la atención de Sinclair se encontraba en aquel individuo, para su suerte la joven le había indicado que debía seguir aproximadamente la misma dirección que tomaba el sujeto, eso le provoco una sonrisa. Si la suerte existía, debía de haberle caído en gracia en aquella tarde, sin perder más tiempo del necesario en agradecer a la joven y despedirse apropiadamente, el chico se digno a caminar con cierta prisa hacia su nuevo destino, la velocidad recién impuesta a sus pies era para no perder al pelinegro mientras que a la vez, no la elevo tanto como para verse poco natural o apresurado, simplemente andaba a paso rápido dentro de la normalidad, lo que en cambio al chico que llamaba su atención, sería un tanto más veloz pudiendo eventualmente alcanzarle a menos que aquel igual apresurase su recorrido.
-Te escuche hablar y note como buscabas algo o a alguien. ¿Puedo ser de ayuda?- Dijo al tiempo que se mantenía cautelosa frente al peliblanco, no la culpaba, era un extraño en una isla peculiar y su porte era poco convencional además de que había cierto aura sobre el chico que simplemente invitaba a alejarse de su persona lo más posible, se requería cierto valor y atrevimiento como para iniciar la conversación con Sinclair, en especial porque las cosas ciertamente habían cambiado desde la ultima vez que se encontró en publico, incluso el mismo hombre percibía al mundo de una manera distinta. Habiendo escuchado a la mujer, y su ofrecimiento, le dedico una sonrisa y sin realmente moverse de su posición y tan solo cambiando la posición de sus manos de manera lenta y suave, comenzó a explicarle a esta lo que buscaba de forma tanto verbal como no verbal. -Tengo la intención de comprar plomo ámbar en una considerable cantidad, quisiera que fuese puro y sin tratar para realizar una construcción de mi propia mano, ¿Donde podría adquirir tan peculiar material?- Tras formular la pregunta, Henry se dedico a esperar la respuesta de la mujer mientras sus ojos se posaban a la distancia en otro elemento fuera de lugar, se trataba de un sujeto con armadura carmesí que caminaba por las calles disfrutando de si mismo, una espada se encontraba a plena vista en su cintura y por el modo en que los muchos reaccionaban a su paso, era casi evidente que se trataba de un pirata más podría estar errado, luego esperaba ser capaz de confirmar una u otra cosa.
Para cuando la fémina termino de contestar, la atención de Sinclair se encontraba en aquel individuo, para su suerte la joven le había indicado que debía seguir aproximadamente la misma dirección que tomaba el sujeto, eso le provoco una sonrisa. Si la suerte existía, debía de haberle caído en gracia en aquella tarde, sin perder más tiempo del necesario en agradecer a la joven y despedirse apropiadamente, el chico se digno a caminar con cierta prisa hacia su nuevo destino, la velocidad recién impuesta a sus pies era para no perder al pelinegro mientras que a la vez, no la elevo tanto como para verse poco natural o apresurado, simplemente andaba a paso rápido dentro de la normalidad, lo que en cambio al chico que llamaba su atención, sería un tanto más veloz pudiendo eventualmente alcanzarle a menos que aquel igual apresurase su recorrido.
InvitadoInvitado
Re: Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
Había podido evadir los problemas o eso creía, así que hasta ahora no tenía nada que me interfiriese o siquiera me tuviese atento a lo que ocurriese a continuación. Más que caminar por aquellas calles plagadas de ciudadanos, terminaba por ser justo como una gota de aceite en un vaso de agua, no podía congeniar con los ciudadanos ni estos conmigo. Tal vez a sus ojos era un matón más y por eso bajaban la mirada, tal vez creían que con siquiera tropezarme correría la sangre y aquella mirada severa que mostraba les confirmaba tales ideas, lo cierto era que este estilo de persona se dejaba llevar por las apariencias de una forma muy discriminada. Podía ver que no era el único en ser un rechazado, pude verlo con aquel vagabundo tirado en el suelo clamando limosnas, pude verlo en aquella mujer mal arreglada que apenas tenía para comprar pan, pude verlo en otros más que aparentaban ser hostiles.
La imaginación es como una daga de doble filo, te puede brindar apoyo moral como puede ponerlo por el suelo, pudiendo poner al más inútil como alguien temerario y al más peligroso como alguien en quien confiar ¿Entonces donde estaba yo? En ambos, deben temerme háganlo ahora y muestren esa superioridad que tengo por encima de las suyas, inmundas alimañas. No puedo soportar las personas que no luchan por lo que quieren, no puedo soportar a los carroñeros sociales que viven su vida tan conformistas, pues estamos en una era donde las oportunidades están al alcance de sus manos. Un fuerte ideal, una inmensa convicción y un hambriento deseo de más; Eso era lo que me caracterizaba. Me negaba a conformarme con lo que ya tenía, me negaba a seguir este destino que me fue impuesto, me niego a ser parte del ciclo natural…
Yo, yo… Yo no seguiré las palabras que un niño malcriado ha escrito para mí destino, yo romperé el ciclo y me burlare en su cara.
Entre tanto caminar, llegue a una calle donde se podían ver más locales y sobretodo habían mercaderes ambulantes con toldos en la calle, pero por encima de ello destacaba la gran multitud de transeúntes, misma cantidad que duplicaba la anterior calle y tal vez debía a los mercaderes ambulantes, cuyo precio de comida y cachivaches era menor al que los locales. Me detuve ahí en medio de la calle, como si estuviese pensando el siquiera adentrarme en aquel mar social en tormento. Quizas algo de interés encuentre… Se pasaría por mi mente, aprovechando a meter mi mano en mi bolsillo derecho y sacar aquel reloj plateado de bolsillo, con mi pulgar movería la tapa y observaría las agujas del reloj moverse. – A tiempo. - ¿Pero para qué? Estaba a tiempo, me sobraba tiempo como para desperdiciarlo ahí un rato más.
Antes de empezar a caminar guarde aquel reloj de bolsillo, cerrando la tapa con mi dedo índice y pulgar a cerrar mi puño sobre el reloj. Hay inmensa variedad, comida como bien dije era lo que resaltaba, además de algunas piedras extrañas y deformes, su color era atrayente pero no de mi interés. Por otro lado podía encontrarse objetos de varios tipos, en menor precio del que ofrecía el anterior local donde antes había vendido lo que hurte. Así que me detuve cerca de esta mesa con tantas tonterías a la venta que podría decir que las saco del basurero, pero esto sin duda llamaba la atención de algunos residentes que sorprendidos ante tanta basura nueva terminaban comprando algo. - ¿Qué precio tiene esto? – Pregunte al gitano que atendía, el precio que me respondió por una simple lámpara de cristal me sorprendió, pero los garabatos que tenía como diseño eran un poco atrayente, un idioma muy viejo tal vez o simple basura, podía meterse una vela en su interior y el humo saldría por donde se sostenía. Podía servir para climas fríos para calentar un poco, pero en otro tipo de ambiente sería de gran estorbo.
Ahí me pensaba quedarme un rato más, observando lo que ofrecía este gitano, más no podía evitar ver aquellas piedras extrañas ¿Acaso servirían para algo? No preguntaría, no tan directamente, ya encontraría el momento para averiguar su uso, hasta ahora solo el perder tiempo era mi objetivo.
La imaginación es como una daga de doble filo, te puede brindar apoyo moral como puede ponerlo por el suelo, pudiendo poner al más inútil como alguien temerario y al más peligroso como alguien en quien confiar ¿Entonces donde estaba yo? En ambos, deben temerme háganlo ahora y muestren esa superioridad que tengo por encima de las suyas, inmundas alimañas. No puedo soportar las personas que no luchan por lo que quieren, no puedo soportar a los carroñeros sociales que viven su vida tan conformistas, pues estamos en una era donde las oportunidades están al alcance de sus manos. Un fuerte ideal, una inmensa convicción y un hambriento deseo de más; Eso era lo que me caracterizaba. Me negaba a conformarme con lo que ya tenía, me negaba a seguir este destino que me fue impuesto, me niego a ser parte del ciclo natural…
Yo, yo… Yo no seguiré las palabras que un niño malcriado ha escrito para mí destino, yo romperé el ciclo y me burlare en su cara.
Entre tanto caminar, llegue a una calle donde se podían ver más locales y sobretodo habían mercaderes ambulantes con toldos en la calle, pero por encima de ello destacaba la gran multitud de transeúntes, misma cantidad que duplicaba la anterior calle y tal vez debía a los mercaderes ambulantes, cuyo precio de comida y cachivaches era menor al que los locales. Me detuve ahí en medio de la calle, como si estuviese pensando el siquiera adentrarme en aquel mar social en tormento. Quizas algo de interés encuentre… Se pasaría por mi mente, aprovechando a meter mi mano en mi bolsillo derecho y sacar aquel reloj plateado de bolsillo, con mi pulgar movería la tapa y observaría las agujas del reloj moverse. – A tiempo. - ¿Pero para qué? Estaba a tiempo, me sobraba tiempo como para desperdiciarlo ahí un rato más.
Antes de empezar a caminar guarde aquel reloj de bolsillo, cerrando la tapa con mi dedo índice y pulgar a cerrar mi puño sobre el reloj. Hay inmensa variedad, comida como bien dije era lo que resaltaba, además de algunas piedras extrañas y deformes, su color era atrayente pero no de mi interés. Por otro lado podía encontrarse objetos de varios tipos, en menor precio del que ofrecía el anterior local donde antes había vendido lo que hurte. Así que me detuve cerca de esta mesa con tantas tonterías a la venta que podría decir que las saco del basurero, pero esto sin duda llamaba la atención de algunos residentes que sorprendidos ante tanta basura nueva terminaban comprando algo. - ¿Qué precio tiene esto? – Pregunte al gitano que atendía, el precio que me respondió por una simple lámpara de cristal me sorprendió, pero los garabatos que tenía como diseño eran un poco atrayente, un idioma muy viejo tal vez o simple basura, podía meterse una vela en su interior y el humo saldría por donde se sostenía. Podía servir para climas fríos para calentar un poco, pero en otro tipo de ambiente sería de gran estorbo.
Ahí me pensaba quedarme un rato más, observando lo que ofrecía este gitano, más no podía evitar ver aquellas piedras extrañas ¿Acaso servirían para algo? No preguntaría, no tan directamente, ya encontraría el momento para averiguar su uso, hasta ahora solo el perder tiempo era mi objetivo.
InvitadoInvitado
Re: Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
Como había sido mencionado antes, el andar del albino ingresaría en lo que sería una caminata convencional a paso veloz, lo hacía de este modo para ser capaz de alcanzar al objeto de su interés y no perderle de vista, el individuo vestido con armadura roja era un avistamiento extraño y peculiar en aquella isla por lo que saber más de aquel personaje no suponía un desvió de sus propósitos, en especial porque al parecer el individuó se movía precisamente hacía donde necesitaba dirigirse el peliblanco. La verdad del asunto era que Henry no tenía la menor idea de como abordar a ese espadachín, tenía algunas interrogantes entre ellas si era un seguidor del bushido o cual de las otras filosofías regían su vida, de igual modo era posible que simplemente fuera un esgrimista y no un samurái, en cuyo caso era poco probable que tuviera datos sobre lo que investigaba el pirata más nunca estaba demás realizar las preguntas de lugar y construir nuevas relaciones convirtiendo a extraños en aliados o al menos conocidos.
Con el paso del tiempo el numero de personas que rodeaban a ambos visitantes parecía acrecentarse, y esto tenía sentido una vez Sinclair se percato que se adentraban más y más a la parte centrica comercial de la ciudad, basicamente se dirigían al corazón del comercio de la isla y por ende se encontraban con tantas personalidades, el caso era tan extremo que las personas obviaban por completo el extraño aura que emanaba del oji-azul dado que no había siquiera espacio para alejarse del mismo, si bien las personas no chocaban entre si, tampoco tenían la libertad de abrirse paso o de alejarse a una prudente distancia para evitar algo o a alguien, de modo que indirectamente comenzó a sentir el calor de los habitantes y a conocer sus inclinaciones, las prendas del albino se mostraban pulcras y tal cual se hubo dicho antes, su arma no era visible ni tampoco perceptible a simple vista de modo que tan solo simulaba ser un excéntrico comprador, papel que muy posiblemente jugaría dado que lo que ansiaba encontrar era bastante raro y especial.
El caballero al cual Sinclair perseguía, tanto por ser el motivo de su interés como porque literalmente se movían hacia el mismo destino o al menos en la misma dirección, eventualmente escogió adentrarse en una calle extraña, el chico no sabía si era prudente seguirlo o continuar con las confusas indicaciones de la persona que lo envió a su suerte con medio explicar para alcanzar su destino. Cerrando las puertas de la lógica y confiando en su instinto, el muchacho continuó detrás de aquel de roja armadura, por más de una ocasión sintió que había cometido un error al notar las multitudes y percibir como la venta era mucho más informal que otra cosa más tras observar con mucho más detalle y aplicando su nueva adquirida paciencia, empezó a ver cosas que podrían acercarse o bien ser lo que pretendía adquirir de modo que atravesó la distancia que le separaba del perseguido y se poso al lado de este mientras centraba toda su atención en las rocas frente a ambos, su interés por el caballero no había mermado más si se encontraba en pausa para poder concretar la tarea principal de aquella tarde, obtener el plomo ámbar en material puro y sin tratar. Las piedras que se encontraban allí estaban limpias pero más que eso se mostraban aparentemente inalteradas, lo cual era bueno, una sonrisa se esbozo en el rostro del peliblanco antes de si quiera pronunciar palabra alguna.
Con el paso del tiempo el numero de personas que rodeaban a ambos visitantes parecía acrecentarse, y esto tenía sentido una vez Sinclair se percato que se adentraban más y más a la parte centrica comercial de la ciudad, basicamente se dirigían al corazón del comercio de la isla y por ende se encontraban con tantas personalidades, el caso era tan extremo que las personas obviaban por completo el extraño aura que emanaba del oji-azul dado que no había siquiera espacio para alejarse del mismo, si bien las personas no chocaban entre si, tampoco tenían la libertad de abrirse paso o de alejarse a una prudente distancia para evitar algo o a alguien, de modo que indirectamente comenzó a sentir el calor de los habitantes y a conocer sus inclinaciones, las prendas del albino se mostraban pulcras y tal cual se hubo dicho antes, su arma no era visible ni tampoco perceptible a simple vista de modo que tan solo simulaba ser un excéntrico comprador, papel que muy posiblemente jugaría dado que lo que ansiaba encontrar era bastante raro y especial.
El caballero al cual Sinclair perseguía, tanto por ser el motivo de su interés como porque literalmente se movían hacia el mismo destino o al menos en la misma dirección, eventualmente escogió adentrarse en una calle extraña, el chico no sabía si era prudente seguirlo o continuar con las confusas indicaciones de la persona que lo envió a su suerte con medio explicar para alcanzar su destino. Cerrando las puertas de la lógica y confiando en su instinto, el muchacho continuó detrás de aquel de roja armadura, por más de una ocasión sintió que había cometido un error al notar las multitudes y percibir como la venta era mucho más informal que otra cosa más tras observar con mucho más detalle y aplicando su nueva adquirida paciencia, empezó a ver cosas que podrían acercarse o bien ser lo que pretendía adquirir de modo que atravesó la distancia que le separaba del perseguido y se poso al lado de este mientras centraba toda su atención en las rocas frente a ambos, su interés por el caballero no había mermado más si se encontraba en pausa para poder concretar la tarea principal de aquella tarde, obtener el plomo ámbar en material puro y sin tratar. Las piedras que se encontraban allí estaban limpias pero más que eso se mostraban aparentemente inalteradas, lo cual era bueno, una sonrisa se esbozo en el rostro del peliblanco antes de si quiera pronunciar palabra alguna.
InvitadoInvitado
Re: Haciendo negocios y algo más [Pasado - Durante TS]
Entre baratijas y baratijas que habían en aquella mesa tan solo una llamo su atención, misma que ahora no tenía mucha importancia más que el mero interés en su diseño y forma, más que eso no existía tan solo que admiración. Ahora es cuando podría preguntar al vendedor de aquellas rocas el uso de las mismas, tal vez se reiría en mi cara pero solo podía mostrar una seriedad y neutra expresión que haría entender al vendedor que no bromeaba cuando preguntase. Así me acerque a aquel gitano, observando en aquella mesa las piedras expuestas y sobre todo a un cliente interesado en la misma, vestía muy pulcro y de porte atractivo, un hombre de dinero pensaría. – ¿Qué valor tiene una simple roca? – Pregunte al aire, observando las mismas mientras las detallaba, pues hasta hace poco había desechado el siquiera detenerme a ver las mismas hasta notar al albino. Alce mi vista para ver el vendedor, un hombre un poco sucio en aspecto pero atento con mucho celo de sus artículos, sin duda un hombre para nada tonto.
Luego detallaría más a fondo al albino a mi lado, mirándole de arriba abajo cuan disimulado me fue posible, lo que menos quería era que un hombre de fama mal interpretase mi curiosidad y sus monos gigantes que cubrían su espalda pudiesen caer con peso en mi contra. Aunque observando ahora mi rededor, no podía notar siquiera algún sujeto que pareciera guardaespaldas ¿Acaso vestían casual y se camuflajeaban entre la gente? Había muchas opciones, otros parados por ahí y demás transeúntes que iban de un lado a otro, parloteando tanto estupideces como cosas de interés, mismas que ponerle atención a todo el murmullo era imposible. Así que, otra vez estaba solo, ahí vagando entre ideas mientras me empezaba a sofocar un poco el inmenso apogeo de gente. El ruido era en parte agradable aunque a su vez era tedioso y obstinante, así que esa era la contra de la solución a mi temor.
– Huh… – Murmuré, cuando el dueño que ofrecía la mercancía explico en un pequeño resumen para que servía el material, destacando su valor comercial en tiendas de prestigio y el precio de oferta con el cual pretendía engancharnos, contando a los demás curiosos, al albino y hasta a mí. Un hombre con buena labia, a pesar de su edad y su percepción muy buena tenía una oratoria muy buena, tentándome incluso a comprarla cuando realmente no la necesitaba, cosa que me hizo suspirar y sonreír levemente… Inmenso truco de venta. Pero algo iba mal, podía sentirlo, era como si un sexto sentido me advirtiese de que algo estaba a punto de suceder. Y fue cuando me di cuenta, muy tarde por tal entretenimiento verbal.
Pude reconocer a dos sujetos del anterior grupo, tal vez me habían seguido y ahora el resto de su grupo estaba repartido entre tanta gente que distinguirles era difícil, más uno de los que reconocí era pelirrojo mientras el restante destacaba una cicatriz en su mejilla, ambos espadachines. Moviendo la cabeza con suavidad y fingida casualidad buscaba los demás de su grupo, gente que pareciera sospechosa pero no era tan fácil. Al final intentar huir era difícil cuando era un inmenso punto rojo viviente, destacar era sencillo para mí y en cierta parte esto alimentaba mi ego. – ¿Me repite el precio? – Pregunte al señor, cuyos ojos parecían también ver a los cazadores cuya atención era mi persona, o alguien más, misma señal que entendí cuando este los miraba descaradamente y luego me veía. – He de agradecerle luego, supongo. – El viejo era inteligente, y aquella mesa que estaba al alcance de sus manos la tomo y la cogio un poco hacia atrás, como si estuviese abriendo cancha al patio de juego.
Pose mi mano izquierda en la empuñadura de mi katana y solo espere por un segundo que el primer hombre diese su movimiento, no abriría un mar de sangre sin saber realmente cual de mis contrincantes estaba más cerca. – Será una pena si ese traje se ensucia. ¿No lo cree? – Ahí fue cuando realmente hice contacto visual con aquel albino, cuya ropa lucía muy bien y la advertencia serviría para alejarle o no.
Luego detallaría más a fondo al albino a mi lado, mirándole de arriba abajo cuan disimulado me fue posible, lo que menos quería era que un hombre de fama mal interpretase mi curiosidad y sus monos gigantes que cubrían su espalda pudiesen caer con peso en mi contra. Aunque observando ahora mi rededor, no podía notar siquiera algún sujeto que pareciera guardaespaldas ¿Acaso vestían casual y se camuflajeaban entre la gente? Había muchas opciones, otros parados por ahí y demás transeúntes que iban de un lado a otro, parloteando tanto estupideces como cosas de interés, mismas que ponerle atención a todo el murmullo era imposible. Así que, otra vez estaba solo, ahí vagando entre ideas mientras me empezaba a sofocar un poco el inmenso apogeo de gente. El ruido era en parte agradable aunque a su vez era tedioso y obstinante, así que esa era la contra de la solución a mi temor.
– Huh… – Murmuré, cuando el dueño que ofrecía la mercancía explico en un pequeño resumen para que servía el material, destacando su valor comercial en tiendas de prestigio y el precio de oferta con el cual pretendía engancharnos, contando a los demás curiosos, al albino y hasta a mí. Un hombre con buena labia, a pesar de su edad y su percepción muy buena tenía una oratoria muy buena, tentándome incluso a comprarla cuando realmente no la necesitaba, cosa que me hizo suspirar y sonreír levemente… Inmenso truco de venta. Pero algo iba mal, podía sentirlo, era como si un sexto sentido me advirtiese de que algo estaba a punto de suceder. Y fue cuando me di cuenta, muy tarde por tal entretenimiento verbal.
Pude reconocer a dos sujetos del anterior grupo, tal vez me habían seguido y ahora el resto de su grupo estaba repartido entre tanta gente que distinguirles era difícil, más uno de los que reconocí era pelirrojo mientras el restante destacaba una cicatriz en su mejilla, ambos espadachines. Moviendo la cabeza con suavidad y fingida casualidad buscaba los demás de su grupo, gente que pareciera sospechosa pero no era tan fácil. Al final intentar huir era difícil cuando era un inmenso punto rojo viviente, destacar era sencillo para mí y en cierta parte esto alimentaba mi ego. – ¿Me repite el precio? – Pregunte al señor, cuyos ojos parecían también ver a los cazadores cuya atención era mi persona, o alguien más, misma señal que entendí cuando este los miraba descaradamente y luego me veía. – He de agradecerle luego, supongo. – El viejo era inteligente, y aquella mesa que estaba al alcance de sus manos la tomo y la cogio un poco hacia atrás, como si estuviese abriendo cancha al patio de juego.
Pose mi mano izquierda en la empuñadura de mi katana y solo espere por un segundo que el primer hombre diese su movimiento, no abriría un mar de sangre sin saber realmente cual de mis contrincantes estaba más cerca. – Será una pena si ese traje se ensucia. ¿No lo cree? – Ahí fue cuando realmente hice contacto visual con aquel albino, cuya ropa lucía muy bien y la advertencia serviría para alejarle o no.
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