Buscando pistas [Pasado][Señor Tic Tac]

Su nombre, su firma.
Señor Tic Tac recorre las calles de Villa Vino con el reconocido ritmo marcado por sus relojes y el bastón que hacía eco al mismo reverberando suavemente. La gente de la isla no lo conocía pero ya comenzaban a hablar del extraño marine que circulaba por sus calles con aquel sonido. Parecía que el hombre se anunciase, como si pretendiera que al ser escuchado los piratas huyeran. Bueno, quizás fuera parte de su idea, que la gente se sintiera segura al escucharlo, pero todavía faltaba mucho para que asociasen el "tic tac" a la seguridad. Sus superiores le habían pedido que acudiera a esta isla para acompañar a un joven recluta. Al ver el nombre de su compañero en seguida sintió orgullo al recordar al niño que le ayudó a capturar a un miembro de la armada revolucionaria. Tenía ganas de ver cómo había crecido, descubrir si había llegado a ser un joven meritorio de su estima o si era otro patán más con un arma. Algo le decía que sería lo primero.

Era la hora en que llegara el barco pero todavía no encallaba en el puerto así que dio una pequeña ronda en lo que esperaba, cuando esta terminaba, pudo ver al joven sentado en una roca.

- Joven Touyu.

Saludó mientras lo observaba desde atrás esperando a que se diera la vuelta. Iba sin el uniforme pero eso realmente daba igual. Ya le haría ponérselo cuando empezasen sus rondas.

A Johan le daba la sensación que Touyu había cambiado muy poco en los años que habían transcurrido desde su encuentro. Probablemente era un poco más alto, pero tenía todavía ese aspecto juvenil e inocente que, sabía de buena tinta, no era del todo coherente con la naturaleza del chico. Tras escuchar lo que dice el chico, medita sobre el tema. No es que aprobase que se llevara a cabo una vendetta personal, aunque él no era un extraño a estas, de hecho había llevado ya la suya propia... Pero, claro, en su caso lo había hecho sin el uniforme ya que lo consideraba algo personal y ajeno a la marina, no quería ensuciar su historial con algo tan mundano. Contempla al chico analizándolo lentamente para luego contestar:

- Primero la ronda, joven Touyu. Lo personal vendrá después. Si gusta, lo acompañaré más tarde a alguna taberna, sin el uniforme, claro, y trataremos de descubrir algo de ellos. O, si quiere hacerlo uniformado entonces tendremos que llevar a cabo todo dentro de los procesos propios del mismo.

Johan era un hombre estricto, incluso severo, pero era consciente que a veces hay que doblar un poco las leyes para poder hacer las cosas debidamente. De hecho, había sido entrenado como a un cazador, las artes de la ocultación, el sigilo y el rastreo eran parte de él. Comprendía demasiado bien aquello que quería hacer el chico así que no iba a negarse a asistirle, de paso, podría evitar que cayera en algún error si a caso ocurría la oportunidad. Además, la venganza puede ser un mal necesario, uno que nos alienta, nos da fuerzas para avanzar, pero podemos adiestrar al lobo y ponerlo de nuestro lado para convertirlo en un sabueso que imparta justicia. Lo importante era saber dónde trazar la línea. Ahí estaba el núcleo del asunto.

Tras escuchar lo que dijo el joven, sonríe suavemente y con delicadeza le comenta:

- Todavía es usted demasiado joven, debería buscar a alguien de su edad, no a un anciano como yo. Recuerde que tengo 37 años.- Dicho lo cuál, le guiñaría un ojo confidente. - Además, si vamos a ir de incógnito para averiguar información después de la ronda no creo sea lo adecuado mezclarlo con nada más.

Le parecía divertido que le propusieran algo así, sin embargo, Johan no estaba buscando nada por el momento, sin mencionar que el chico le parecía demasiado pequeño. Llevaba tiempo preguntándose si la vida de un marine realmente merecía ser compartida con alguien más. Arriesgar la vida por otros estaba bien siempre y cuando no hubiera alguien en casa esperándolo a uno, de ser así, ¿cómo dejar que esta persona pasara por la ansiedad de no saber si ese día llegaría a casa? No, el día que perdió sus extremidades también hizo la promesa de proteger a los demás a costa de su propia vida, no entendía cómo lograrlo si su corazón estaba en otra parte. La causa era primero.

Cuando escuchó el grito corrió junto a Touyui hasta encontrarse con la escena. Conservó la compostura y dejó que el chico se encargase de todo. Poco más adelante, hubo un altercado: un puñado de borrachos discutiendo sobre una partida de cartas en la que habían perdido más de lo que planeaban y acusaban a uno de ellos de tramposo. Al presentarse, los ánimos parecían calmarse, aunque daba la sensación de que alguien les hubiera puesto bozales a un grupo de perros que seguía gruñendo pero ya no podía morder. El asunto se resolvió simplemente con su presencia y un paseo lento. El tic tac del personaje ayudó, pero se aseguró de no alejarse mucho hasta que parecieron haber resuelto la disputa, de un modo u otro.

La hora para terminar la ronda se acercaba y comenzaba a preguntarse qué clase de misión les tocaría a continuación.

El chico parecía haberse tomado bastante bien la noticia, cosa que lo hacía sentirse más tranquilo, no quería hacerle daño, mucho menos causar incomodidad con alguien que podría terminar siendo un compañero de trabajo. Al fin y al cabo, ambos eran marines y había posibilidad de acabar en la misma tripulación.

Con singular calma, el atardecer forzaba la transición habitual de día a noche, algo que podía notarse tanto en el cielo como en la urbe. Sus comercios comenzaban a cerrar, algunos incluso parecían hacerlo con urgencia, seguramente trabajadores con turno vespertino deseosos de llegar a su casa a descansar después de su jornada laboral. Otros negocios, por otra parte, comenzaban a cobrar vida, entre ellos puestos de comida callejeros cuya clientela era mayormente noctámbula, bares y algún que otro antro. Los borrachos comenzaban a hacer cada vez más jaleo en las tabernas... De este modo la ciudad se transformaba para adoptar su otro rostro.

Cuando justo iban a terminar su ronda, un grupo de piratas entraba a la taberna adyacente. Johan podía oler como apestaban a grog, ron y otras bebidas aguardentosas. Algunos de los bucaneros mantenían la mano en la empuñadura. Al parecer habían pasado por alto a los dos marines que paseaban un poco más adelante, pero sus intenciones no parecían ser las más pacíficas. Con un susurro, avisa a su compañero indicándole hacia los piratas.

- Parece que no acabaremos la ronda con calma, joven Touyu.

Dicho esto, esperó a que entrasen todos a la taberna, luego penetró en la misma para observar qué hacían. Al parecer había acertado, estaban intentando asaltar a los presentes. Nuevamente con un susurro, le ordena a Touyu.

- Sé que no te cuesta derramar sangre, pero procura no acabar con ninguno. Son criminales de poca monta y por ahora no han hecho daño a nadie.

Tras esto, en un tono magnánimo y elevado, prosigue, esta vez en dirección a los asaltantes.

- Buenas noches, caballeros. Decidme, ¿tenéis intención de tomar y pagar o de cobrar por nada y huir? Pensad bien la respuesta, os lo ruego.

El tic tac habitual tomó posesión de la taberna.

No esperaba una reacción tan rápida por parte del pirata, sin embargo, cuando iba a desenvainar se encontró con Touyu protegiéndolo. El chico tenía, francamente, mucho potencial. El comentario que hizo seguido de esto no le gustó tanto pero, bueno, era un inicio.

- Solo si es estrictamente necesario.

Dicho esto, levanta su bastón pero, en lugar de desenvainar la katana, golpea con la funda en la nuca al atacante provocando que caiga inconsciente al piso. Es ahora que desenvaina la espada para luego extenderse en toda su longitud y, con un movimiento típico de la esgrima, dejar la punta en la garganta de otro de los criminales.

El pirata, sorprendido por la rapidez en que el marine había acortado la distancia entre ellos, mueve con desesperación su filo para apartar el de Johan de su cuello. Su siguiente embate es a lo loco, sin un plan, sin técnica ni gracia, cosa que no sorprende al cyborg pero le causa cierta incomodidad. No le gustaba pelear con gente así, sentía que era como combatir un animal sin raciocinio. Canalizó el golpe del pirata hacia a un lado haciendo que se tambaleara un poco, acto seguido clavó la punta de la katana en el pie del otro provocando que cayera. Desprotegido, recibió un golpe de la funda que lo dejó inconsciente.

- Van tres y faltan dos. Y vosotros, ¿qué? ¿Queréis probar o nos ayudaréis a cargar a estos dos inútiles a comisaria?