Fists x Blood x Power

por Invitado Vie Mar 17, 2017 5:58 pm

Había pasado el mediodía para cuando el CP alcanzó la entrada del puerto de Whiskey Peak. Rompiendo con su rutina habitual de dormir todo lo posible, el pelirrojo había optado, en un día tan especial como aquel, hacer unas cuantas paradas antes de marcharse de la isla, Existían numerosas razones para todo lo que había estado haciendo antes de su llegara al puerto, pero tenían tal trascendencia personal que limitarse a recordarlas no serviría ni para rascar la superficie de lo ocurrido aquella mañana.

Pero no aceleremos los hechos, pues el luchador no había dedicado todo su tiempo durante aquella mañana al respetable arte de la meditación, hecho que como ya se ha mencionado merece la pena una historia a parte. No, había tenido mucho trabajo.

Era un día precioso, un sol espléndido que iluminaba todo el recinto de punta a punta, con solo las sombras de los árboles y edificios que estaban por la zona, una ligera brisa veraniega que movía levemente las ramas de los árboles y los pétalos de las plantas, acompañados de una pequeña brisa marina que humedecía el aire. Todo eso, sumado claro al sudor y la sangre en el ambiente. Quieras o no, por muy buen día que hiciera, las zona gobernada por la marina dentro de Whiskey Peak estaba siempre llenas de gente golpeándose hasta la extenuación con el fin de hacerse más fuerte, y , por qué no, conseguir algo de fama.

La zona de entrenamiento, amplia y llena de pequeños cuadriláteros marcados en el suelo. No todos estaban ocupados, por mucha zona de entrenamiento que fuera, el amplio espacio permitía que todos los marines que quisieran pudieran entrenar cómodamente, sin necesidad de esperar turno. Había de todo, desde jóvenes reclutas que, incluso a pesar de ser del mismo rango que nuestro protagonista, daban un espectáculo lamentable, lleno de golpes estúpidos que solo buscaban conectar, por pura casualidad, con el cuerpo de su contrincante. Marines más experimentados que estaban puliendo sus habilidades. Oficiales de alto rango que entrenaban a, lo que por la situación podrían parecer, jóvenes promesas, el mismo se había considerado una en un punto de su vida, pero realmente el gobierno terminó por cambiar su forma de pensar.

Y, finalmente él. Alguien que es imposible de clasificar en cualquiera de los anteriores grupos, pues él mismo no era marine si bien estaba caminando en "su territorio", ni tampoco quería enfrentarse a inútiles a los que podría vencer sin demasiado esfuerzo o quizás no tanto: tampoco era alguien experimentado, pues si bien tenía bastantes conocimientos en combate, la práctica en combates con contrincantes de mayor nivel era una cosa difícil y, finalmente, tampoco quería un mentor al que imitar, pues quería crecer por sus propios medios, sin ser la sombra de nadie.

Era el momento, necesitaba entrenar con rivales que en verdad supusieran un reto, un oponente que explotara al máximo las capacidades del joven y le obligara a mejorar para poder hacerse más fuerte. Tras despertarse, realizar una serie de ejercicios mañaneros para mantener la forma física, tomar un copioso desayuno, y venir a la zona de entrenamiento, era momento de luchar, de probarse a sí mismo, de mejorar.

por Invitado Vie Mar 24, 2017 4:08 pm

Había zarpado hacía un par de días en la isla de los cactuses, isla bien conocida por tener una gran afluencia de cazadores, y, como no, piratas. Como el paso hacía el Nuevo Mundo estaba helado, muchísimos se quedaban entre la Gran Line, por lo cual las fuerzas tenían mucho que hacer. Aún así, la isla con los cactus abultados, tan solo era la primera de todas las cadenas, cosa que hacía que en realidad los más "débiles" de los mismos estuvieran ahí. La razón por la cual había considerado aquel un buen sitio para encontrarse con Arturo era básicamente porque quizás, podría encontrar algún aliado para su plan. No había nada trazado, ni concluido, pero trabajar con cazadores era mucho mejor que hacerlo con el gobierno y sus perros, al menos para ella. Curiosamente, había venido de pasar un par de semanas con el albino shichibukai, por lo cual su balance estaba un tanto molesto. Su cabeza estaba llena de varios pensamientos, obviamente no todos buenos, pero estaba intentando levantar cabeza y no pensar demasiado en nada. El gato se escondía entre las telas de su kimono, y todo estaba más o menos bien. No sabía cuando debía de esperar a Arturo, pero no tenía duda que este llegaría. El plan había estado ahí desde hacía varios meses, hasta desde el día en el que se conocieron, así que confiaba en el rubio.

Sus ojos azules miraban el ring de pelea. Obviamente habían muchos muchachos preparados para la pelea, era una pena que no estaba recrutando en aquel momento, además había venid en aquel momento a echarle un ojo a la multitud de cazadores y sus precios. Era bien sabido que la bebida era apreciada en Whiskey Peak, donde la mayoría de criminales que lo hacían eran cazados mediante los engaños más tontos. Obviamente, estaba bebiendo, pero no como lo haría una persona que quiere emborracharse, si no una que se muere de ganas de pasárselo bien. - ¡Métele, tonto! - gritaba a pleno pulmón mientras enseñaba uno de sus muslos a traves de la apertura de su kimono. Aún así, guardaba una postura poco femenina, y sin ningún tipo de identificación según su grado. La capa blanca de espuelas doradas había quedado en algún lugar del barco, seguramente tirada. Solía usarla de bandera blanca o taparse con la misma cuando estaba demasiado borracha como para encontrar sus ropas. - ¡ A los huevos, a los huevos! ¡Que duele más! - valiosos consejos parecidos a ese se escuchaban desde la tribuna, donde la vicealmirante sujetaba una botella de ron y estaba subida - a saber como habría llegado ahí. - a una de las varandillas más altas, que estaban justo encima del ring pero a una altura considerable. Desde ahí, sus gritos bochornosos se escuchaban en todo el ring, haciendo a muchos pensar que se trataba de una cazadora borracha.

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